Eclipse lunar
Una noche de agosto mientras, yo policia de profesión realizaba un control policial. paramos un coche pequeño, color verde chillón, conducido por una jovencita de 19 años y según su carne de conducir se llamaba Paris.
Todo empezó una noche de agosto. Yo me llamo José tengo 23 años, soy policía de profesión de complexión delgado, fibroso, mido un metro setenta, de pelo moreno y algo largo para mi trabajo (tipo beatles). Fui destinado unos días a una ciudad de Andalucía junto con un compañero de mi comisaría, aunque, nosotros pertenecíamos a una comisaría de la zona de levante. Durante unas semanas debíamos realizar un refuerzo en aquella ciudad del sur por motivos profesionales.
Los días que estuvimos allí nos dedicamos a realizar controles rutinarios en las entradas y salidas de la ciudad sin que pasara nada de importancia. Hasta que la noche del 18. Aun me acuerdo porque esa noche hubo un eclipse lunar, que por motivos que mas adelante veréis no olvidare nunca.
Mientras realizábamos el último de los controles (ya que al día siguiente volvíamos a nuestra ciudad de origen). Sobre las dos y media de la mañana paramos un coche, era un coche pequeño un Opel de color verde chillón, que iba conducido por una señorita. La conductora era una chica jovencita tenia 19 años según ponía en su carné de conducir, y según este se llamaba Paris. Morena de piel, de un metro sesenta de estatura complexión delgada con el cabello negro muy largo (le llegaba hasta la mitad de la espalda), tenia los ojos de color negro muy expresivos y una carrita de ángel que la hacia tremendamente atractiva y deseable. Además, llevaba puesto un vestido rosa ajustado muy corto y muy escotado. Al pararla no pude evitar fijarme en sus piernas ya que desde arriba, (ella estaba sentada en el asiento del coche) dado lo corto del vestido, se le podían ver la piernas, casi en toda su extensión. Además por la postura de conducir las llevaba ligeramente abiertas, adoptando una imagen muy erótica que aun recuerdo. También me enamoro la sonrisa que tenia, era muy calida, bonita y sincera.
Enseguida me sentí atraído por ella, era una de las mujeres mas atractivas que había visto. Si a eso le sumamos el hablar tan dulce que tienen los andaluces con ese acentillo, y que a mí me gusta tanto no pude evitar mostrarme especialmente simpático con ella. Y pese a que tenia toda la documentación en regla estuve durante un rato hablando y preguntándole cosas. Ella además parecía estar muy a gusto mientras le daba conversación. Después de un rato me atreví a preguntarle si tenia novio, a lo que ella contesto que no. Ella me pregunto si yo estaba con alguien y al decirle que no, no paso un instante antes de que me dijera "bueno pues entonces a que hora sales de trabajar". Tengo que confesar que yo soy una persona muy responsable en mi trabajo, me lo tomo siempre muy en serio y nunca me había aprovechado de una situación de este tipo, pero supongo que por lo mucho que me gusto y esa imagen tan sensual que ella desprendía le dije que estaba apunto de acabar.
Le propuse ir a tomar algo y ella acepto sin dudarlo un instante. Dado que era cierto que ya habíamos acabado, hable con mi compañero, y tras contarle lo sucedido, le dije que me iba a ir con ella, haber si podía cubrirme (dado que el resto de compañeros que estaban allí se iban a extrañar) y llevarse mi cinturón con mi arma. Mi compañero que me conocía desde hacia años, me cogió los trastos, me dijo que no me preocupará y que me divirtiera. Días después supe que le dijo al resto que era una amiga de la escuela, que hacia años que no nos veíamos y que nos íbamos a tomar algo. No se si los demás se lo creyeron, pero bueno como nunca mas los íbamos a volver a ver ya que al día siguiente volvíamos a nuestra comisaría, nunca me importo lo que llegasen a pensar.
Sin pensarlo un instante me quite la camisa blanca con los escudos y a corbata, lo metí todo en el maletero y me subí en el coche con aquella extraña que me tenia hipnotizado. Ella puso en marcha el motor y arranco mientras yo no paraba de mirar tanto esas piernas, como esa sonrisa que no se apago ni por un instante. Después de cinco minutos, de preguntarme de donde era y que hacía allí, le pregunte donde íbamos a tomar algo ya que yo al ser de fuera no conocía nada. Ella me sonrió y me dijo que no me preocupara. Unos minutos mas tarde estábamos parados en medio del monte viendo el eclipse lunar.
La verdad es que la atracción era mutua y salvaje, tanto ella como yo no podíamos dejar de mirarnos hasta tal punto que no paso un rato antes de que nos fundiéramos los dos en un apasionado beso como si nos fuera el primero y el ultimo que nos íbamos a dar. Recuerdo que estábamos como poseídos. Ella me acariciaba el pecho por encima de la camiseta, mientras yo metía mi mano derecha entre sus muslos, y poco a poco subí esta hasta sus braguitas, recuero que me maravillo cuando pude tocarlas y note que las tenia mojadas. Con la izquierda me hacia paso por el escote del vestido hasta el sujetador y después hasta su pecho izquierdo, acariciándole el pezón. Ella no se quedaba atrás y a esas alturas ya me había despojado de la camiseta negra y tenia mi pantalón totalmente abierto frotándome con fuerza todo mi miembro que por aquel entonces ya quería explotar. Mi nivel de excitación era tal que apenas podía contenerme. Aunque quería ir despacio y disfrutar del momento, todo aquello era muy superior a mi voluntad. Durante unos instantes la masturbe por encima de las braguitas negras de tiritas que llevaba, pero no tarde en romperlas por un lado usando las dos manos, quitándoselas y guardándomelas en el bolsillo de atrás de mi pantalón. Poniendo al descubierto aquel precioso y excitante pubis, y dejando camino libre a mi mano derecha, y en particular a mi dedo índice para que acariciara con intensidad y dulzura, tanto sus labios como su clítoris. Todo ello mientras ella, ya había despojado mi pene del encierro que el suponían los calzoncillos grises marca "unno" que llevaba aquel día. Y no dejaba de acariciarlo y frotarlo con fuerza. La verdad es que no hubiera podido aguantar mucho rato de haber seguido así. Pero por suerte conseguí arrancarle un orgasmo antes de que ella me lo arrancara a mí. Cuando iba a llegar, rápidamente soltó una de sus manos de mí, para agarrar mi mano derecha, ayudando a esta a provocarle un orgasmo que me pareció escandaloso a la vez que excitante. Era una mujer muy agradecida ya que no paraba de moverse, sonreír y gemir durante el largo e intenso minuto que le duro el orgasmo. Además la sonrisa que mostró durante y tras el orgasmo la hacían aun más guapa y sexy.
Después de unos instantes de reposo, no dudo en regalarme una mamada. Antes de darme cuenta se encontraba con la cabeza echada sobre mi bragueta, succionando, mordiendo y lamiendo tomo mi pene. La verdad es que era toda una experta ya que no solo usaba su boca, sino que también acariciaba mis testículos con sus uñas, pellizcando, a la vez que levantaba la cabeza, me sonreía, y me besaba. Durante toda la felación no paro de lanzarme miradas provocativas y sonrisas picantes. Aunque hubiera podido correrme en su boca sin dudarlo (y hubo un momento en el que estuve apunto), no quería desaprovechar la oportunidad de poder estar dentro de ella. Por lo que la incorpore de mi bragueta y abriendo la puerta del coche la saque fuera.
Amarrándola fuertemente contra mí, le di un fuerte y lascivo beso, mientras le acariciaba la espalda, bajando las manos hasta su precioso culo, cogiéndola fuertemente de este para levantarla y sentarla encima del capo del coche. La subí con tanta fuerza que perdió una de las chanclas que llevaba. Yo ya tenía decidido penetrarla, pero antes para que estuviera lo más excitada posible me arrodille, y lamí todo su sexo, así como sus muslos. Cuando pude ver que ya no podía aguantar, e iba a tener otro orgasmo me baje los pantalones hasta las rodillas y la penetre. Creo que jamás volveré a sentir aquel placer tan inmenso, solo el introducir el pene, notando aquella humedad y aquel calor era algo maravilloso. Minutos después y tras unas penetraciones dulces seguidas de unas mas intensas sucedió algo que pocas veces me ha vuelto a ocurrir, nos fundimos en un fuerte abrazo mientras nos besábamos y llegamos juntos al mejor y mas intenso orgasmo que he tenido nunca.
Fue tan intenso que estuvimos unos minutos después los dos quietos abrazados sin movernos y sin decirnos nada, para finalmente volver a besarnos y ha abrazarnos como si fuésemos dos amantes que por fin consiguen lo que llevan años deseando.
Esa noche dormimos juntos en su casa (tenia un piso de estudiantes), a la mañana siguiente, me levante, y tras darle un beso como si fuera mi esposa de toda la vida me fui a la ducha. Instantes después entraba ella a la ducha, nos besábamos y lo hacíamos nuevamente en la bañera. Lo intentamos durante un rato de pie dentro de la bañera. Pero al final, para no perder el equilibrio, la puse de espaldas apoyada contra el lavabo. Mientras la penetraba con fuerte embestidas. Podíamos vernos los dos reflejados en el espejo. Mi mano izquierda agarrando sus pechos, mientras con la otra la agarraba fuertemente de las caderas.
Salí por la puerta sin decir adiós, como si fuese ha volver dentro de un rato. Pensando que así se haría menos dura la despedida. Nunca más volví a verla, ni ha saber nada de ella. Solo me quedo como recuerdo de ella sus braguitas negras rotas que sin darme cuenta me lleve en el bolsillo de mi pantalón, y solo le deje mi camisa blanca de policía con los escudos, que olvide en el maletero de su coche.