Ébano

Un miedo desconocido se apoderó de mi ser ante el taño de esa verga de ébano...

ÉBANO.

La mañana era calurosa. Sentado en la sala bebía una cerveza a la espera de que Silvia saliera de la recamara, aún sentía la excitación de la noche anterior cuando me contó los detalles de lo sucedido en casa de Roberto, sin embargo aún faltaba lo más morboso e importante de esos días

¡Quiero que te bañes y te pongas algún vestido sexy! Saldremos a caminar al parque… ¡quizá encontremos algún bar abierto y por ultimo…podemos pasar la noche en algún hotel!

Sin protestar dio la vuelta y se dirigió a la recamara, los minutos pasaban lentamente, no podía dejar de mirar hacia la puerta de la recamara, me preguntaba que ropas se pondría, quizá algo discreto, pero mis dudas fueron aclaradas cuando la puerta se abrió… ¡un hermoso vestido amarillo strapless y en corte circular en la parte inferior! Tan cortito que apenas cubría lo necesario, sus piernas lucían hermosas, me pareció demasiado atrevido el que saliera así a la calle, la prenda apenas estaba sujeta a su lindo cuerpo por unos delicados elásticos sujetos a sus tetas.

Las zapatillas blancas de tacón alto de aguja le daban ese toque especial de erotismo, ¿cómo evitar voltear a mirarla? Sin duda sería el centro de las miradas masculinas al ir por la calle, sus labios estaban frescos, jugosos, invitaban a besarlos, su cabello recogido hacia que se viera aún más joven de lo que es.

El barniz que puso en sus uñas de color blanco, hacían perfecto juego con el color de sus zapatillas, lo mismo que el delineado de sus parpados. No me queda la menor duda que cualquier hombre se sentiría orgulloso de tenerla como esposa, yo mismo no dejo de sentirme agraciado por tenerla como compañera.

El vestido se subió peligrosamente al sentarse en el asiento de la camioneta, no se preocupo en cubrir sus lindos muslos, fui directamente a la avenida Juárez, aún había algunos bares abiertos, la cuarentena apenas iniciaba, las miradas siguieron los movimientos de Silvia, algunos de forma discreta, algunos sin ocultar sus deseos morbosos, quizá esperando que al sentarse lograran ver un poco más.

Mientras bebíamos la primera copa, miré a Silvia fijamente y le dije lo que tenía planeado para esa tarde, ella bajó la mirada con actitud sumisa, me escuchaba sin poner objeción alguna; ¡quiero llevarte al cine! Si…el mismo donde conocimos a ese hombre, quiero que te hagan sexo oral, solo eso… después saldremos e iremos a un hotel, ahí continuaremos la charla pendiente que tenemos, ¡estoy ansioso de escuchar lo que sucedió el resto de la semana en casa de Roberto!

Después de beber la segunda copa… Silvia se puso de pié para ir al sanitario, debía caminar por en medio de las mesas y pasar de largo para llegar al servicio, el cuál estaba del otro lado, caminaba con mucha seguridad, seguida de las miradas masculinas, lo mismo sucedió a su regreso, ya no bebimos una tercera copa, pague lo consumido y abandonamos el lugar, dejé la camioneta a un par de calles del cine, en un estacionamiento seguro.

¡Quiero dos entradas para la zona exclusiva de parejas! La mujer de la ventanilla me entregó las entradas mirándonos con morbo, el hombre de la entrada fue Cortez, educado y discreto.

Hay solo un par de parejas, con ustedes serán 3… todo por la pandemia y quizá la próxima semana cerraremos el local por instrucciones del gobierno, así… ¡que disfruten el momento!

Pasamos de largo en la sala de estar, 3 o 4 hombres charlaban animadamente, no me atreví a ver si estaba el hombre de la vez pasada, nos quedamos unos minutos de pie, esperando acostumbrarnos a la obscuridad, sentí una imperiosa necesidad de tocar las piernas de Silvia, con decisión, posé la mano en su carnoso muslo y fui subiendo lentamente, sentí como se estremecía.

No me detuve, seguí subiendo lentamente, cuando toque su ropa interior… me di cuenta de lo excitada que se encontraba, estaba empapada, pude percibir que temblaba de pies a cabeza, con agilidad metí la mano entre su ropa interior y deslice un par de mis dedos en su chocho mojado.

¡Vamos al hotel por favor! ¡Estoy muy caliente…si!

No le respondí, la tome de la mano y fuimos a la parte más alta de la sala de proyección, una pareja de un lado y la otra más alejada, daban rienda suelta a sus deseos sexuales, nos acomodamos en la ultima fila de butacas, en la parte más alejada y obscura, antes que Silvia se sentara, metí mis manos bajo su vestido y la despoje de la tanga, la doble y la puse en la bolsa de mi pantalón. ¡Por instinto…remangó su vestido hasta la cintura sentándose sobre el cuero frio de la butaca! Estiré la mano y acaricié el mojado chocho, disfrutando de sus jugos vaginales impregnados en ellos.

Apretaba con fuerza mi brazo. El temblor de su cuerpo no desaparecía, los minutos pasaron lentamente, mordisqueaba sus labios para silenciar sus gemidos, su excitación ya estaba al máximo… aparte rápidamente la mano al ver que un hombre se detenía a la entrada y miraba en todas direcciones, quizá nos reconoció porque subió lentamente dirigiéndose a nosotros.

¡Solo quiero que te hagan sexo oral! ¿De acuerdo?

No sé si por la excitación, pero Silvia solo respondió con un movimiento de cabeza sin pronunciar palabra alguna. Era un hombre de mediana edad, no pasaría de los 40 años, alto y un poco gordo, se sentó a mi lado y pregunto…

__ ¿Deseas que atendamos a tu chica? O ¿sólo quieren estar solos?

Solo quiero que le hagan oral… ¿puedes hacerlo?

__ Claro… pero… al menos debería ser reciproco, después de hacérselo a ella, quiero que me lo haga a mí, ¿te parece justo?

¡De acuerdo!

El hombre tomó de la mano a mi esposa y la hizo ponerse de pié, recargada en la pared, con gran agilidad la despojó del vestido, solo fue necesario que lo bajara un poco por debajo de sus tetas y la prenda prácticamente cayó al suelo, el hombre la tomó en sus manos y me la entregó, se arrodillo y levantó una de las piernas de Silvia en todo lo alto, dejando expuesto el mojado sexo, ansioso aproximo su cabeza y dio el primer lengüetazo, Silvia se movió inquieta, cerro los ojos y lucho por no dejar escapar sus gemidos.

El hombre era un experto en el acto sexual, chupaba succionando, su lengua se abría paso en medio de los labios vaginales, una y otra vez, la punta de su lengua se posaba por segundos en su delicado clítoris, lo lambia y ella… se estremecía en un rictus de placer…

Yo miraba en silencio lo que ocurría, estaba demasiado excitado mirando esa lengua extraña pasando en el sexo de mi esposa, pude ver cómo un chorro de líquidos vaginales salía disparado sin fuerzas… Silvia se dejó caer en el suelo, estaba sentada completamente desnuda, sin dejar de mirarla, el hombre bajó el cierre del pantalón y dejó salir un gran trozo de carne, se movía grotescamente, como si fuera una serpiente a punto de atacar, Silvia se apresuró a abrir la boca, tragando toda esa formidable verga, chupó hasta que el hombre se sintió satisfecho, subió el cierre del pantalón y con cortesía se despidió alejándose del lugar.

__ ¡Gracias amigo…tu chica mama muy rico la verga!

Ayude a Silvia a ponerse de pié, le di su ropa interior y se acomodó el vestido, en silencio abandonamos el lugar, me di cuenta que las parejas se habían aproximado, quizá para darse ánimos y hacer algo semejante, Silvia se aferro con fuerza a mi brazo, parecía estar a punto de desfallecer, nos apresuramos a ir al estacionamiento por la camioneta, me dirigí a un motel en las afueras de la ciudad, yo estaba tan excitado como mi esposa.

Sentado en un pequeño banco, observe a Silvia despojarse del vestido, dejándose solo la mojada tanga, la cuál se adhería a su sexo, sus pezones estaban hinchados por la excitación, relamió sus labios y sin esperar mi pregunta comenzó a detallarme lo sucedido los días posteriores en casa de Roberto, la escuche atento, en silencio, recreando la mirada con su cuerpo desnudo.

El día martes por la mañana. Roberto me esperaba en la sala, después de bañarme me puse el babi doll que me había comprado, pues la noche anterior me dijo que deseaba que todo el tiempo que pasara en su casa lo hiciera vestida con las prendas que el me compraría, así que me puse las prendas y fui a la sala, tomamos un desayuno ligero y después dijo.

--- Silvia tengo que salir, volveré por la tarde, puedes hacer lo que gustes, escuchar música, mirar televisión, beber unas copas, ¡lo que gustes! Pero lo importante es que pases el día con esas ropas, aprovecharé para comprarte algo más de ropa.

Me dio un beso en la boca y se marcho, recorrí la casa, todas las puertas de las recamaras estaban abiertas menos una, ¿Por qué? No lo sé, escuche música, salí a beber una cerveza en la mesa del jardín, las horas avanzaban lentamente, me sentía inquieta de estar sola en esa enorme casa, la tarde cayó y comenzó a obscurecer, Roberto no llegaba, eran las 9 de la noche cuando escuche que llegaba, corrí a recibirlo, me abrazo de la cintura y fuimos al interior de la casa.

--¡Quiero que te bañes y te arregles muy bien, vamos a salir! Cuando salgas de la ducha, encontraras las ropas que usaras sobre la cama.

Obediente fui a bañarme, al salir… miré las ropas sobre la cama, era un vestido azul no había otra prenda solo las zapatillas negras en el piso, un vestido hecho de una tela muy transparente, largo, me quedó muy por debajo de las rodillas, pero… demasiado transparente, no cubría nada de mi intimidad, mis pezones se veían y lo mismo sucedía con mis vellos púbicos, en la espalda tiene un gran escote y un cierre que llega justo de la espalda a la parte donde inician mis nalgas, después de maquillarme y ponerme las zapatillas fui a la sala donde Roberto me esperaba.

Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo al saber que saldríamos así a la calle, tímidamente lo mire y le dije que si le gustaba como me veía…

¡Roberto… ya estoy lista! ¿Te gusta cómo me veo?

Como respuesta me tomo de la mano y me hizo girar sobre mi eje.

--Justo lo que deseaba. ¡Ahora te llevaré a casa de un amigo! Es a él a quien deberás complacer, es un buen amigo, estamos acostumbrados a compartir todo, ¿sabes? Hace ya un año que su esposa murió, desde entonces no ha tenido sexo, le afecto mucho la muerte de ella, así… que tú serás la que despierte nuevamente el deseo en él, ¡estoy seguro que será de tu agrado que él te coja! ¡Será una experiencia inolvidable!

Miré con preocupación a ambos lados de la calle, afortunadamente estaba desierta, rápidamente subí al auto mientras el cerraba la puerta, más tranquila… traté de relajarme, imaginando cómo sería ese amigo de Roberto, recordé sus palabras… “voy a convertirte en una puta de verdad” comprendí que ese era el inicio, estaba vestida con ese vestido que sin duda me daba esa apariencia y ahora me llevaría a casa de su amigo donde debía complacerlo.

Dejamos la ciudad y entramos por un camino de terracería. Al final del camino una casa de campo, apenas iluminada por tenue luz de farolas, parado en la entrada… un hombre diferente a todos los que había conocido, alto, de cuerpo atlético, cabello negro ojos verdes y el color de su piel… ébano, mi pequeña mano quedó atrapada en medio de una mano grande, encallecida y de piel rugosa.

__ ¡Hola Silvia…bienvenida a casa! Me llamo David, espero te sientas cómoda en mi casa, ¡eres hermosa!

¡Gracias!

Bebimos una copa y después Roberto se despidió, dejándome con David… perdí la noción del tiempo, ya habíamos bebido varias copas, me sentía mareada, podía sentir sus manos acariciando mi espalda sobre la tela del vestido, todo un caballero sin duda, supe que el momento llegó cuando lentamente bajó el cierre del vestido, lo soltó y resbalo por mi cuerpo cayendo al piso.

Por alguna razón desconocida. Me sentía avergonzada de estar desnuda delante de David, él… acariciaba mi cuerpo desnudo, se veía satisfecho con mi presencia, yo estaba mojada, ya mi excitación se había disparado, y aún… ¡faltaba lo mejor de la noche!

De pronto me tomó en sus brazos fuertes, caminó lentamente llevándome a un cuarto donde había pacas de paja, ahí… me hizo ponerme en cuclillas sobre un tambo, separó mis piernas y comenzó a meter sus grandes dedos, entraban y salían con suavidad; no soporté mucho tiempo un torrente de líquidos salió disparado de mi chocho, mojando su mano y parte de su brazo.

Pero a él no le importó, por el contrario… ¡volvió a meter los dedos y siguió masturbándome sin parar! 2 tres ocasiones… ¡no lo recuerdo bien, pero me hizo perder las fuerzas! Caí sentada sobre del tambo, sin darme oportunidad de reponerme, ahí mismo me ayudó a ponerme de pié, me agarre fuerte de una varilla del techo y me dispuse a disfrutar.

Su lengua parecía de fuego, pasaba por mi chocho abriendo mis labios vaginales, entrando y saliendo, cuando atrapó mi clítoris… no pude evitar un grito de placer, me retorcí quería zafarme de esa lengua de fuego, pero él se aferraba sin importarle que un hilo de liquido saliera lentamente de mi sexo, las piernas me temblaban, estaba bañada en sudor…

Saciado su deseo de mamar mi sexo, volvió a tomarme en sus brazos para llevarme ahora al interior de la casa, fuimos directamente a una recamara, me recostó con mucho cuidado y me dejó reponer fuerzas, minutos después, se puso de pie, comenzó a soltar los botones de su camisa.

Lentamente, como si fuera una ceremonia previa al sexo, se desnudo, solo le quedaba el bóxer, sentí miedo al ver el tamaño del paquete que luchaba por escapar, cuando por fin se despojo del bóxer, miré sorprendida el tamaño de esa verga, por primera ves sentí miedo, aún estaba flácida, colgaba entre sus piernas y aún así, era de un tamaño considerable.

Por primera vez… ¡sentí miedo a ser cogida! Pensé que no podría soportarla.

__ ¡Ven Silvia, quiero que mames mi verga! Se dejó caer pesadamente en una silla, separó las piernas y la verga seguía flácida, vacilante me aproximé, me arrodille entre sus piernas y con miedo abrí la boca, la suavidad de su piel es verdaderamente especial, parecía de terciopelo; apenas logre que entrara la puntita, la cual era de forma de hongo.

Comencé a chupar lentamente, pero casi de inmediato tuve que abrir más mi boca para lograr sacarla, estaba despertando, rápidamente aumento de tamaño y grosor; al ver mi actitud de miedo, David se encargó de darme un poco de tranquilidad.

__ ¡Vamos pequeña! No tengas miedo… solo lo que puedas meter en tu linda boca… ¡anda inténtalo de nuevo!

Solo lograba meter la punta, mis ojos estaban llorosos, no sé si de miedo o que sucedía, afortunadamente no pidió más de lo que podía hacer, tímidamente la tomé con mis manos, no lograba cerrarla entre mis dedos, verdaderamente era gorda y larga, pensé en rogarle que no me cogiera, sentía miedo, pero no me atreví a protestar.

__ ¡Hace un año que no hago sexo! Y no pensaba hacerlo, pero ahora que te conozco… ¡el deseo me ha regresado! Ven linda, siéntate encima y penétrate tu misma.

Apenas sentí la punta en mi chocho… ¡sentí que moría de miedo! Lentamente fui dejándome caer, centímetro a centímetro sentía como mis labios vaginales se acoplaban a esa enorme verga, apenas había entrado la mitad y ya quería sacarla, el dolor era indescriptible, en un movimiento sorpresivo y rápido David me tomó con fuerza de la cintura y me bajó con fuerza hundiendo toda su verga, no pude evitar un grito de dolor…

Sentí que me desmayaba. Luche por zafarme, pero fue inútil, me tenía tomada con fuerza, me subía y bajaba sin piedad, poco a poco fue pasando el dolor, ya estaba muy lubricada, ahora un extraño y morboso placer se apoderó de mí, en pocos minutos mi cuerpo entero estaba bañado en sudor, David estaba complacido, no dejaba de acariciar mis tetas con una mano, mientras la otra seguía sujetándome de la cintura, comencé a entrar en un estado máximo de excitación, podía sentir su verga entrar hasta el tronco.

Tardamos varios minutos en esa posición. Hasta que él sintió plena satisfacción, sin avisarme… pasó sus grandes manos por mis piernas y con agilidad se puso de pie, la penetración fue más profunda, podía sentirlo, me aferre con mis pequeñas manos a su cuello, sin dejar de cogerme… comenzó a chupar mis tetas, estaba llevándome al clímax, el sudor de nuestros cuerpos se mezclaba; por fin volvió a sentarse sin dejarme salir, me quedé inmóvil por varios minutos, podía sentir mi chocho palpitar por la hinchazón.

Cuando sacó su verga, un torrente de líquidos vaginales salió disparado, su verga estaba embadurnada de mis líquidos vaginales, asombrosamente él aún no eyaculaba, sin dudarlo… me arrodille y abrí mi boca, esta ves logre meter casi la mitad, fui limpiando el liquido espumoso que había en su verga, lo vi ponerse rígido, pensé que terminaría en mi boca, pero no fue así.

Descansamos unos minutos. Bebimos una copa y después volvimos a coger. Se recostó en la cama y separó sus piernas, su verga estaba erguida, apuntando al techo desafiante, comprendí lo que debía hacer, estaba a punto de quitarme las zapatillas pero no me lo permitió, así que subí a la cama con todo y ellas puestas, mis pies quedaron a los costados, fui sentándome, la verga volvió a entrar lentamente, esta ves yo misma me penetre completamente, haciendo un gran esfuerzo… comencé a levantarme y a bajar lentamente, apenas sentía la puntita en la entrada y volvía a sentarme con fuerza.

Estábamos perfectamente acoplados. Pronto comencé a sentir una descarga eléctrica recorrer todo mi cuerpo, increíblemente logre que ambos termináramos al mismo tiempo. Su leche corrió adentro de mis entrañas, caliente como lava hirviendo, parecía que no dejaría de eyacular, toda la leche contenida durante un año fue el premio a mi actitud complaciente, me deje caer hacia atrás con suavidad, sin fuerzas, él tomó con sus grandes manos mis tetas y comenzó a acariciarlas con suavidad.

Su verga salió flácida, nuevamente impregnada por la mezcla de mis líquidos y su semen. Sin importarme y como agradecimiento, me arrodille y volví a chuparla, hasta dejarla limpia, pero él aun no estaba satisfecho, volvió a pedirme lo cabalgara, cuando ya estaba penetrada… pasó sus brazos por mis piernas juntando sus manos en mi cuello, me tenía nuevamente bien ensartada, con fuerza comenzó a bombearme, sin piedad alguna, minutos después soltó sus manos y las posó en mis piernas, ahora se puso de pie llevándome ensartada de espaldas a el.

Sin mayor dificultad caminó llevándome ensartada y se detuvo frente a un espejo de cuerpo completo, ahí… pude ver como su verga de ébano entraba y salía de mi chocho mojado, después de varios minutos se puso tenso, apretó las envestidas y volvió a eyacular.

Con suavidad me ayudó a ponerme de pie, me llevó a una recamara donde pasé la noche, todo mi cuerpo me dolía, pero valía la pena el dolor a cambio de tanto placer recibido, por la mañana me invitó a desayunar y me llevó de regreso a casa de Roberto, después de esa noche… no quise coger más, afortunadamente Roberto no me pidió hacerlo hasta el día sábado cuando me trajo a casa.

¿Quieres que te diga donde me cogió?

No… ¡no es necesario Silvia! Estoy muy excitado, quiero cogerte ahora mismo; esa noche fue delicioso coger con mi esposa, estaba muy excitada por lo del cine, por lo que recordó de David el macho de ébano, espero de verdad que vuelva a ser cogida por ese hombre y su gran verga.