Ébano

Fantasías de un adolescente que desea a una mujer que ve en el gimnasio...

¿Verdad que te apetece que entre por la ventana de tu dormitorio y te despierte besándote ese coñito depilado y estrecho que tienes?. Imagínatelo, estás dormida, ese camisón rosa tan transparente que te pones se ha ido moviendo, al ritmo que marcaba tu cuerpo de ébano, y ahora apenas cubre tu piel. Tampoco las sábanas te tapan, se te ve el culo, esos dos montículos de carne negra y brillante, sólo separados por el delgado hilo de tu tanga blanco. Cómo me gusta tu color… En Cabo Verde las mujeres somos así, me dijiste un día, pero yo sé que no, que tú eres especial, que nadie más podrá lucir ese color que luces tú, tan negro, tan profundo, con esa luz que desprendes, tienes un color tan bonito que hace daño en la vista.

¿Verdad que te gustaría que apareciera en tu cama?. Mis dedos rozarían, con mucha suavidad, tus pezones duros como piedras, deslizaría mis yemas frías por esos pedacitos de carne arrugada, que reaccionan a las caricias irguiéndose hacia el horizonte.

Tú gemirías, perezosa, sin querer despertarte aún, y yo bajaría la mano lentamente por tu abdomen perfecto, haría círculos con el pulgar sobre tu delicada cintura y, sin prisas, alcanzaría tu sexo abierto. Cómo me gusta tu coño… Sabe bien, desprende aromas dulzones que me hacen enloquecer, es muy agradecido, le regalo dos toquecitos de lengua y se abre, como una flor, y empieza a rezumar jugos que yo me bebo con avaricia.

¿Verdad que estás caliente, guarrita?. Tumbada en tu cama de sábanas caras, tu marido se habrá ido al despacho muy temprano, tú dormitas, más tarde desayunarás zumo y café y tostadas, ¿qué tal si me presento en tu cocina de diseño y me comes la polla?, entera, te la metes toda en tu boquita de diosa, la rozas con tus labios perfectos,

te atreves a introducirte también mis huevos en la boca, aunque sea sólo un segundo, porque temes atragantarte. ¿Lo harás?, ¿te parece bien que vaya, que aparezca desnudo en tu cocina, y que te ofrezca mi verga erecta para desayunar?. Cómo me agradaría la sensación de sentir mi falo atrapado entre tus dientes, tu lengua insaciable chupando y lamiendo, cómo gozaría cuando tus lametones y tus succiones me llevaran al abismo, a punto de correrme escuchar tus jadeos de perra

¿Verdad que te excitaría tragarte todo mi semen, sin desperdiciar ni una gotita?.

Después te irías al gimnasio, cómo me conozco tus rutinas, tus escandalosas curvas de mujer impresionante bajo ropa deportiva muy ajustada, quizá hoy te pongas ese conjunto blanco que tienes, que tanto destaca sobre tu oscurísima piel. Qué piel tan lustrosa tienes… Empezarías por la bicicleta, te lo recomendó mi compañero Juan, un día, y tú le has hecho caso. Pedaleas, y tus rizos se mueven, bailan sobre tu espalda recta. Qué bonita eres… Le das fuerte, a los pedales, y yo me imagino que le das así a mi polla, y me empalmo, y debo abandonar la sala y refrescarme un poco en las duchas.

¿Verdad que te gustaría hacértelo conmigo?.

Mírame, algunas mañanas llegas y me sonríes, tus dientes tan blancos me atraviesan, podría correrme sólo con soñar esa dentadura sobre mi cuerpo, otras no dices nada, entras cabizbaja, ¿estás enfadada?. En alguna ocasión me has contado cosas, así supe que eres casada, que él presta más atención al trabajo que a ti, ¡qué estúpido!, que llevas cinco años viviendo en Madrid. Y, hablando de años, me dijiste, ¿cuántos tienes tú?, ¿no eres muy joven para trabajar en el gimnasio?. Y rápidamente te aclaré que no, que tengo veintidós. Sé que no me creíste, sé que supones que acabo de cumplir diecinueve.

Sé que sabes que me muero por tocarte, ¿sabes también que me hago pajas cada noche recordando tus muslos prietos, tus tetas erguidas, tu carita de princesa encantada?.

¿Sabes que cuando te veo en pilates desearía entrar, interrumpir la clase, arrastrarte hacia los vestuarios y follarte a lo bestia?. ¿ Sabes que me pone malo pensar en atar tus deliciosas muñequitas a los barrotes de mi cama?. Me encantan las ataduras, podría pasarme un día entero contemplándote, atadita, deleitándome con cada milímetro de tu piel perfecta.

Cómo me gustas, diosa de ébano

Hola Jenny!- respondes, te suena el móvil nada más entrar, es algo que te

ocurre con mucha frecuencia- estoy en el gimnasio

Eso dices tú, con tu voz cristalina, que estás en el gimnasio, y yo imagino las

confidencias que le harás a esa Jenny, ¿le hablas de mí?, seguro que le dices que hay un niño muy mono ( porque yo estoy muy bien, y yo lo sé, y tú también lo sabes ) que siempre te está mirando, que se pone a cien con tu culito, que se muere por comerte entera.

Cómo te gusta, cómo te gusta volverme loco, balancear tus caderas delante de mí, para que me pajee noche tras noche soñándote cabalgando sobre mí, montándome, llevando tú las riendas de mi pasión desbocada.