E una oeqieña playa brasileña

La tormenta nos obligó a pasar la noche en una cabaña

Cuando veraneábamos en el noreste del Brasil, el año pasado, pensamos en descansar, una playa tranquila, sin mucha gente, aguas cálidas y un lindo hotel. Esas eran las premisas y casi lo logramos.

El hotel resulto bastante bueno, pero las playas eran muy pedregosas, e ir a una playa mejor era menester para que mi matrimonio no desbarrancara definitivamente.

Después de una investigación entre el conserje del hotel, un camarero y un lugareño, pudimos contratar una excursión a otra playa a unos 40km.de distancia, para el día siguiente.

A las nueve de la mañana nos pasaron a buscar en un pequeño bus con tres pasajeros dentro. Una pareja de brasileños de unos treinta y pico de años, él apenas entraba en la butaca y ella era o parecía a su lado, chiquita pero muy tetona. La cuarta pasajera, una señora mayor, española, que viajaba sola por el Brasil, sin hablar mi una palabra en portugués.

Viajamos cuarenta minutos por una autovía, cada quien en su mundo. El chófer puso el guiño en una rotonda, tomó por un camino de tierra, que al rato de andar se hizo senda y un poco tiempo mas tarde en una huella boscosa, hasta llegar a un descampado a los pies de un médano. El techo de una cabaña se dejaba ver a pocos metros.

Subimos el médano y una hermosa playa desierta, entre dos morros nos deslumbro.

La cabaña era una pequeña pousada, que daba sus instalaciones a los visitantes casuales y podría a alojar len un par de habitaciones precarias. Mi mujer y yo estábamos ya en traje de baño, una mochila con cremas y cigarrillos dentro, así que encaramos a la playa. La combi volvia a buscarnos a las cinco de la tarde, por eso había que aprovechar.

La pasamos súper bien, mucho sol, mucho mar, unas buenas lulas y caipirinhas, que comimos en la cabaña.

Los oros pasajeros también parecían estar pasándola muy bien.

De repente, sin previo aviso, una nube oscura, anocheció el día y una tormenta importante, como una cortina de agua, nos hizo correr hasta conseguir refugio en la cabaña.

Estábamos empapados pero en la sala se estaba muy bien. Una hora mas tarde la dueña de la cabaña nos comunica que el camino es intransitable y que debíamos quedarnos esa noche a dormir allí.

La idea no nos cayó mal. Luego de los chistes sobre la novedad.cenamos y recién ahí caímos en cuenta de como íbamos a dormir. La dueña de la cabaña ya tenia todo organizado. En una de las habitaciones tres camas individuales donde dormirían las mujeres y a allí se instalaron ellas. Subiendo una escalera, una suite matrimonial para los caballeros.

Me sentí un poco incomodo por la idea de compartir, con un desconocido una cama. La dueña cerró la puerta allí nos quedamos, Joao y yo.

Me voy a dar un baño o prefieres hacerlo tu primero?.- dijo él.

No,bañate tranquilo, yo no traje ropa para cambiarme.

Se sacó la remera y en ese momento me di cuenta lo grande que era Joao. Buscó algo en su mochila y se terminó de desvestirse en el baño, por suerte.

En mi cabeza surcaron extraños pensamientos que no quería escuchar.

Al volver al cuarto, y vi a Joao, apenas tapado por una pequeña toalla, su piel morena y su musculatura, no me dejaba sacarle la vista de su cuerpo. Pero fui interrumpido por su voz.

Yo te puedo prestar algo de ropa,si quieres? Así puedes sacate la sal y la arena...

Gracias.- respondí, por susprestamo y por sacarme de ese trance en que me había internado.

El baño me relajó mucho. Al entrar al cuarto, sobre la cama una enorme remera y una muy diminuta tanga negra que obviamente eran para mi.

Tenía dos posibles reacciones frente a mi: Primera. Hacerme el ofendido, haciendo una escena estúpida. La segunda. Agradecer elegantemente y vestirme sin aspaviento.

Es lo único que pude conseguir.- Se disculpó con una sonrrisa irónica.

Gracias. El baño era indispensable.-

Me senté en la cama tomé la tanga y me la fui subiendo tratando que Joao no me viera. Pero fue imposible, él no perdía detalle a mis movimientos.

El contacto de la bonbacha con mi piel, fue un relámpago. Me la acomodé, por detrás y se me perdió entre las nalgas. Adapté mi verga y los huevos bajo la tela de la tanguita.

Joao, recostado en la cama, miraba las maniobras que yo hacia para acomodarme la tanga. No me había dado cuenta que el estaba totalmente desnudo y me quedé sorprendió.

Ven, acercate.- me dijo palmeado el colchón. Y agregó.- esa tanga te hace un culo hermoso. Como el de una niña, blanco y lampiño.

Tardé en entender la situación, pero era bastante clara: Joao pensaba hacerme su mujer esa noche. Pese a todo lo que supuse, obedecí, y fui a sentarme a su lado. Sus palabras eran ordenes para mi.

Así me gustan las nenas, obedientes y sumisas.-

Puso mi mano en su verga y me pidió que lo masturbe. Mi mano empezó a hacerlo. Era bastante grande y un aroma a sexo invadió la habitación. Su cabezota se humedeció y sentí que ya estaba excitándose yo también.

Ahora quiero que la mames bebe, bien mamada, como lo hacen las putas como tu.

Me calentaba mucho que me tratara como a una puta, así que sin pensarlo siquiera, incliné mi cabeza y lamí el tronco de su polla.

Él se acomodó, dejando su verga a mi completo albedrío. Pasé mi lengua por la cabeza sintiendo el gusto de su ore semen, y luego me la metió en la boca. Me golpeo, con su pija en mis mejillas, le lamí los huevos e hice todo lo que él deseaba de mi lengua y a esa altura de mi toda.

La introdujo, todo lo que pudo y hasta atragantarme.

  • Te voy a follar por la boca, pero tu mirame.- mis ojos buscaron sus ojos y él seguía moviéndose dentro de mi boca.

Las venas de su tronco habían crecido y no tardó en correrse. Su leche inundó mi boca y él suspiró fuerte.

Tragarla toda, que no caiga ni una gota.- me ordenó y yo obedecí.

Nunca había estado en una situación similar. No había como actuar, que debía hacer, que debía decir. Ni hizo falta...

Luego de descansar unos minutos, Joao se incorporo, me dijo que era una buena putita y me besó en la boca. Su lengua me llenó el paladar, como antes lo hizo su verga.

Besó mi cuello para después mamarme los pezones, haciéndome sentir, lo que nunca había sentido en mi vida. Así me hizo acabar. Eso si me hizo sentir mujer.

Cuando vio la tanga mojada, parece que se excitó mas.

Acarició ,¿mis nalgas y me nalgueó fuerte. Un grito, femenino salió de mi garganta.

Vamos linda, ahora ponte como una perra y ofrecerme tu culo.

Y así lo hice. Sus pedidos eran ordenes para mi, ordenes que cumplía complacida. Mientras yo pensaba, él corría de mis nalgas la tanguita y empezó a lamerme el hoyo. Y yo ya no pude seguir pensando...

cuando sentí que su dedo me penetraba, me contraje.

relajate, perra, que esta noche te voy a hacer mi mujer.- hablaba con voz de deseo y pasión.

Yo estaba a su merced, cada uno de sus pedidos, cada una de sus ordenes, cada cosa que me hacía, todo me daba placer y él también lo gozaba.

Su polla volvió a ponerse dura y apenas se la mamé, ya estaba listo para cogerme.

Sacó de mi boca su pija y la apoyó en mi ano.

Muerde la almohada,- me dijo y lo hice y fue un acierto. Un dolor indescriptible, desgarrador, terrible.

Su verga iba entrando en mi sin pieda. Lloré como debe llorar una mujer, en silencio.

Su polla comenzó a moverse dentro de mi.

Eres un hijo de puta.- le dije, y él se rió..

Lo miré con furia pero Joao no paraba de follarme. Parecía que cada vez que yo me quejaba mas se excitaba y a esa altura, yo también.

Me dio vuelta, quedando cara a cara, boca a boca.

Y mientras me cogía, me besaba y me hacía sentir mujer. Me daba mucho placer saber que lo hacía gozar con mi cuerpo.

Se corrió dentro mio, quedarse dormido apenas unos instantes.

No me anime a moverme y me quedé entre sus brazos, entre sus piernas, hasta el amanecer.

Ya no llovía. Sentía mi culo abierto, su semen} por todo el cuerpo, muy cansada y avergonzada. Como iba a mirar a mi esposa? Me metí en el baño y la , me saqué la tanga, la lavé y me di una ducha.

El agua caliente me hizo bien. Al salir, Joao estaba despierto.

buen día, linda, como estas? - se acercó hasta donde yo me encontraba y me besó en la boca. - Dormiste bien?

Mira joao, fue una experiencia muy fuerte, muy reveladora pero ya pasó. Se entiende?

Si mi amor. Esto queda entre nosotros.

Yo nunca había hecho algo así.

Y te gusto ser mi nena?

No le dije que realmente, que me hizo sentir toda una mujer.

Bajamos a desayunar, las mujeres ya estaban allí así que nos acomodamos en la mesa y tomamos el café de la mañama.

Dormiste bien?- preguntó mi esposa.

Mas o menos. Joao roncaba mucho...

Al medio día llego el mini bus y después de almorzar, volvimos al hotel.

Nunca mas lo veré a Joao, pero quizás lea mi relato.