E-mail de Saint.Simon para Jazmín Graciela

César du Saint-Simon le escribe a una dirección que encontró por casualidad y que él cree puede ser la de una antigua amiga y condiscipula.

CARTA ELECTRÓNICA A UNA VIEJA AMIGA DE LA UNIVERSIDAD.

Hola Jazmín Graciela, mi nombre es César du Saint-Simon, te estoy escribiendo a ésta dirección electrónica que vi en un correo en cadena que me enviaron y, como en él aparecía tu nombre me animé a escribirte para saber si eres la misma Jazmín Graciela que estudió Ciencias Políticas conmigo entre los años 1980 al 85 en la Universidad Central de Venezuela, sí no eres la misma persona, te pido disculpas y omite éste mensaje.

¡Soy el gordo César! ¿Te acuerdas? Tuvimos una breve pero apasionada relación ya casi al final de nuestros estudios la cual empezó aquella vez que me invitaste a estudiar a tu casa porque no podías comprender la asignatura de "Sistemas Económicos Comparados" y terminamos revolcándonos en la alfombra del estudio de tu papá. ¡Que polvo aquel! ¿Sigues igual de flaca? Te pregunto esto porque me recuerdo que de esa vez quedé con mi pubis doliéndome por una semana debido a los encontronazos que le di a tu hueso pélvico, que, además, me restregabas con furia mientras me envolvías con piernas y brazos. Ahí empezó nuestra relación de sexualidad frenética que casi nos hizo perder el semestre de estudios, ya que no parábamos ni cuando había sangre, ¡al contrario! ¡Le dábamos más duro!

¿Mantienes tu buen gusto por tragar leche? ¿Te sigue gustando el sexo anal cara a cara? ¿Te acuerdas cuando te cogí la primera vez por el culo? Fue en aquel hotel de cabañas en la carretera Panamericana, cuando te tenía completamente clavada mi verga hasta el útero, con tus piernas dobladas sobre tu pecho y entonces te lo saqué de la cuca y ¡zasss! Lo enterré en el estrecho culito virgen que hasta ese día tuviste. Con el alarido inicial que diste y los "ayes" que largabas cada vez que te batuqueaba, llamaron alarmados desde la administración del hotel para saber si necesitábamos una ambulancia. ¡Que ambulancia ni que nada! Con lo que estábamos gozando. ¡La cara de lujuria y placer que tenías! Después de ese día y en cada oportunidad en que íbamos a medio matarnos en la intimidad, lo primero que hacías era acostarte con dos almohadas bajo tus caderas, desplegabas tus largas piernas, te separabas desesperadamente las nalgas y me señalabas el ano haciendo círculos y apurándome a que te cogiese sin compasión. Tanto te gustaba como yo te hacía el sexo anal que cuando terminábamos una tanda en tu culo tu siempre me decías que ese sería siempre mío y que no se lo ibas a dar a más nadie. Estoy seguro que no has podido cumplir tu promesa. ¿Llevas la cuenta de cuantos hombres te han dado duro por ese culo? Porque tu siempre fuiste muy selectiva ¿verdad?¿O ya no tanto y es con todo el que venga?

Creo que a estas alturas ya tienes claro en tu memoria quien es el que te escribe, en todo caso, ahora te voy a decir algo que nos pasó, que solamente tu y yo sabemos, pero si tu no eres la Jazmín Graciela que yo creo que eres (además debe haber muy pocas o ninguna llamada así), por favor guarda el secreto. ¿Te acuerdas de mi papá? Ganamos mucho dinero filmándolos mientras él te follaba. Algunas de esas películas aún son muy comentadas entre sus amigos que le sobreviven, en especial aquella en que estaban enroscados en una cama tu, mi papá y una anaconda a la cual él le soltó un chorro de leche en la cabeza al animal. ¿Te sigue sobrexcitando que te templen la cabellera durante el orgasmo contigo estacada arriba, como lo descubrió mi viejo? ¿Y la aguaza que sueltas cuando acabas? ¿Sigues sorprendiendo a los hombres con ese fuerte olor a hembra? Bueno, lamento informarte que él ya falleció y en sus últimos momentos pedía que sembrasen un arbusto de jazmín sobre su tumba. Cuando estallé en carcajadas en tan trascendental momento, ni mi mamá ni me hermano entendían, pero con la angustia pensaron que esa era nuestra reacción ante lo inevitable. ¡Ahora si que te acuerdas de mí, ¿verdad?!

Bueno, yo aquí por mi parte, como te recordarás, al graduarme me fui a hacer un post-grado a los Estados Unidos y conmigo se fue Ruth ¿te acuerdas de Ruth? La profesora de Historia de los Cambios Políticos. A cuenta de que iba a cumplir su año sabático haciendo una investigación sobre Juegos de Guerra se pegó a mi lado proponiéndome un interesante intercambio: Sí yo le daba albergue, protección y manutención, ella entonces me mantendría las tres "C" siempre calientes, es decir, Cama, Comida y Cuca a toda hora. Pero solo aguantó un mes. Se devolvió para Venezuela alegando que yo era "muy abusivo" con el acuerdo puesto que, con el ritmo de vida sexual que yo le daba, no podía hacer otra cosa que sexo y eso la iba a dejar sin cuca antes de un año. Pero es que con el frío que hacía cuando llegamos a Georgetown en Washington D.C. ¿Quién iba a estar saliendo?

Al poco tiempo conocí a una alemana divina y buena amante (aunque no tan buena como ustedes las latinas con un colorcito de piel, ¡las latinas sí que saben culear sabroso!) Ella me dispuso las tres "C" a cabalidad y luego me fui a vivir con ella a su ciudad natal Hamburgo. Ya voy para veinte años echándole palo y palo a la alemana -y a unas cuantas europeas también- pero, salvando a las españolas y a las portuguesas con su origen latino (porque las italianas son pura bulla), no he encontrado a la primera que me dé una buena mamada como la que tu sabes dar en cuanto te ponen un torpedo cerca de los labios.

Éstas mujeres creen que basta con metérselo en la boca, que uno es el que tiene que hacer los movimientos y se conforman con eso, y entonces, al momento de la corrida, se quieren quitar y que la leche se pierda en el vacío. Incluso una vez tuve un problema con una holandesa que se me insinuaba delante del marido y en cuanto tuvimos la oportunidad, al quedarnos solos mientras el hombre iba a comprar más bebidas, ella apuradamente se metió con desespero mi verga en la boca pero, como yo estaba tan excitado, con solo unos varios bombazos rápidos que le di le llené la boca y la garganta de esperma, agarrándole la cabeza y presionándola contra mi palo para que la engullese, pero la mujer se atragantó y, dando ahorcajadas vomitivas, empezaba como a llorar y tuve que darle un fajo de florines (por aquellos días aún no había euros) para consolarla antes que llegase el marido y la muy puta los acepto y luego siguió haciéndome lascivas indecencias a espaldas del esposo. Al otro día, cuando le di su vergajazo en la habitación del hotel donde me hospedaba, ella se quedó gélida con mi estaca clavada y yo tuve que hacer todo el trabajo encima de ella y cuando acabé, fue corriendo a lavarse y salió del baño ya vestida y pidiéndome más dinero. Le dije que no obtendría nada de mí si no se tragaba una buena dosis de mi leche y, sollozando otra vez, me rogó que hiciese con ella cualquiera otra cosa menos eso, que ella sabía que como puta era un fracaso pero que me compensaría de las mil maneras que yo quisiese por el dinero que se me antojase de darle. Opté por llevársela a madame Dubarry, dueña de un burdel en Argelia y al cabo de dos años la fui a buscar y, en agradecimiento por mi comprensión, se tragó entonces mi leche.

En un golpe de buena suerte mi mujer contrató hace como cinco años atrás a una dominicana para que nos trabajase como sirvienta y a esa la puse a mamar tantas veces y tan seguido que un día se me amotinó reclamándome que ella también tenía una cuca y que de vez en cuando necesitaba ser trepanada. Pero es que ni las argelinas, ni las polacas, ni las balcánicas, ni siquiera las francesas maman como una latina y mucho menos como tu.

Cuando me contestes por favor cuéntame más acerca de ti a lo largo de estos años.

¿Te casaste? ¿Cuántos hijos has parido? Yo les he puesto uno a la alemana y otro a una sumisa ucraniana que me sedujo con sus dos enormes tetas y sus deseos de ser siempre insultada y vejada. ¿Cómo te va con la menopausia? ¿Te bajó la libido o por el contrario se te soltó la ninfomanía? Mi mujer ahora se queja porque no quiere que le dé julepe todos los días. Dice que se cansa, pero ella es comprensiva y me permite que me masturbe entre sus tetazas y al yo acabarle en la cara y el cuello eso le gusta ya que le agrada el olor de la leche, otras veces me da la espalda y yo me masturbo entre sus nalgas, pero aprieta el culo cuando siente que me estoy emocionando mucho y le voy a meter medio palo.

Cuéntame también de tu familia. ¿Qué fue de la vida de tu hermanita, la que solo le gustaba mirar? ¿Quién la desvirgó por fin? Que mujercita tan rara ¿no? Se quedaba ahí sentada al lado de nosotros sin moverse, sin respirar, sin pestañear y luego que acabábamos y nos tumbábamos uno al lado del otro resoplando y bañados en sudor ella desaparecía, se esfumaba y volvía a aparecer cuando reanudábamos la cogedera.

¿Y tu mamá? ¿Sigue tan envidiosa y tan celosa queriendo siempre probar también a todos tus novios? ¿Ya le enseñaste a mamar como tu lo haces de sabroso? Tu madre tenía para aquel entonces gran potencial de buena hembra folladora además, tenía un buen cuerpo sobretodo las piernazas que se gastaba, pero esa educación que le dieron las monjas le arruinó su capacidad orgásmica. Cuando me la cogí por primera vez ella murmuraba algo mientras yo la penetraba y resultó ser que estaba rezando con los ojos abiertos mirando una imagen que estaba en su mesita de noche, pero le dije varias "cochinaditas" al oído y se olvidó de los rezos y culeamos hasta casi el medio día, y luego llegó ya borracho la porquería de hombre ese que es tu papá y metió a tu mamá otra vez en la cama y estuvo gozándola hasta la noche. Total ese día la señora tuvo como doce horas continuas de sexo, sin contar las metidas de mano que le di durante y después de la cena. ¿Te acuerdas flaca? Una mano para ti, una mano para tu mamá.

¿Y tu abuelito? El que no se despertaba con nada, ni con los azotes que yo te daba.

¿Qué hay de tus hermanos?¿Siguen tomando cuanta droga hay en el mercado?

¿Y aquel mayordomo sordo-mudo que tenían?¿Cómo se llamaba?¿Bernardo?¿Sigue complaciendo a tus hermanos?

Bueno Jazmín, espero que te hayas alegrado con éste correo. Mándame unas fotos tuyas para ver cómo estas. Aquí te va una con mi mujer: fíjate cómo se esfuerza para darme una buena mamada.

Ojalá nos podamos volver a ver y echar unos buenos polvos como en los buenos tiempos de nuestra febril juventud.

Te envío un beso en las tetas y unos lengüetazos en el clítoris.

Tu amigo, César du Saint-Simon.