Durmiendo con mi tía

Siempre he dormido con mi tía, pero aquella noche fue especial.

Dormir con mi tía.

Aquella tarde estaba estupenda... Siempre había visto a mi tía Pilar como una mujer mayor, pero ahora a mis 18 años empezaba a despertarme cierto morbo. Ella tenía 31 años, morena, con poco pecho. Tenía unas piernas larga y buenos muslos y con unas caderas anchas que marcaban su cintura. Era alta, de un metro setenta aproximadamente, y aunque no era excesivamente guapa, tampoco era fea. En conclusión, a mis 16 años me resultaba tan excitante que cada vez que nos veíamos en alguna reunión familiar me llevaba como una semana pajeándome con el recuerdo de su cuerpo.

Recuerdo hace un mes más o menos que se quedó a dormir en mi casa. Por la noche durmió conmigo. Yo, como siempre he hecho, me abracé a ella y nos quedamos dormidos. No se cuánto tiempo dormí, pero me despertó las palabras sin sentido que decía mi tía, gemía y se movía, abriendo las piernas. Me excité muchísimo al verla y, con el corazón totalmente acelerado y la polla dura como nunca la había visto, toqué su coño por encima de las bragas. Ella empezó a mover la pelvis al mismo ritmo que yo la tocaba y noté como se le mojaron las bragas. Hizo un ruido raro y despertó de golpe, suerte que con el ruido me asusté y le había quitado la mano del coño antes de que se diera cuenta que la estaba masturbando en sueños. Me hice el dormido y ella se levantó y se fue al servicio. Yo me olí la mano con la que la había tocado. Ese olor nunca lo había olido antes, pero la polla se me puso grande y dura en un momento y me sentí totalmente excitado. Quería hacerme una paja, pero en el servicio estaba mi tía y hacérmela allí no podía pues lo mancharía todo. Entonces la excitación me hizo que saliera a la terraza donde da la ventana del cuarto de baño y con agrado vi que ésta estaba abierta y podía ver a mi tía reflejada en el espejo. Estaba sentada en el inodoro justo debajo de la ventana y la inclinación del espejo me ofrecía una imagen de mi tía abierta de piernas masturbándose con la mano. Yo no pude aguantar y me saqué la polla y me masturbé a la vez que ella. Vi como cambió su cara cuando tubo el orgasmo y a los pocos segundos me corrí dejando mi descarga pegada en la pared. Me quedé fuera y esperé que se acostara, llegando un poco más tarde con la excusa de que bajé para ir al otro cuarto de baño. Con aquella imagen de mi tía en el baño masturbándose he perdido ya la cuenta de cuantas pajas han caído.

Hoy, que ha vuelto para quedarse dos o tres días, la veo como una mujer, no ya como mi tía. Como llegó tarde, al poco tiempo nos acostamos. Ella pensó que se iba a acostar en el sofá, pero yo le insistí para que se acostara conmigo como otras veces. A los pocos minutos estábamos los dos dentro de la cama y, como siempre, me abracé a ella. Sentía el calor de su cuerpo y su olor y mi polla desde un principio estaba a reventar de grande y dura por la excitación, con lo que tenía que separarme de ella para que no la notara. A los pocos minutos, no se cuantos pero no importaba pues no podía dormir, ella se giró y me dio la espalda, quedando hacia mi su redondo culo. La persiana la había dejado algo levantada para que entrara luz, levanté la sábana y pude ver la forma de su culo. En ese momento empezó a roncar levemente, con lo que me confirmó que estaba dormida. Con una mano aguanté la sábana en alto y con la otra subí un poco el camisón que llevaba puesto, hasta que se le podía ver un poco el culo. Como vi que no reaccionó seguí hasta que lo dejé totalmente a mi vista. Era grande tenía un tanga que le dejaba los cachete al aire. Con cuidado pasé mi mano por él y se lo acaricié.

Mi polla estaba a punto de reventar y pensé en masturbarme y echarle mi leche en su culo redondo... y en echar a un lado el tanga y meter mi polla para empujar y que se metiera en cualquiera de su agujeros y correrme... en pegarme a ella y morderle el cuello mientras mi polla le acariciaba el coño y llenárselo de leche...

De momento hizo un ruido que me sacó de mis perversos pensamientos como si me hubieran echado un baso de agua fría. Solté la sábana y me hice el dormido pidiendo en pensamientos que no se hubiera dado cuenta que la estaba tocando. Se movió, gruñó un poco y al final se puso boca arriba y siguió durmiendo. Mi corazón latía agitadamente por la situación. Esperé unos minutos a que volviera a dormirse y cuando la escuché roncar de nuevo, levanté lentamente la sábana para verla. Tenía el camisón liado por a cintura y se le veía perfectamente las caderas y el pequeño tanga. Tragué saliva y acerqué la mano hasta rozar su muslo. Ella botó un poco y bajé la sábana de golpe, pero no retiré la mano de su muslo. Esperé y al minuto seguí moviendo la mano sintiendo su fina piel. Recorrí su pierna desde la rodilla hasta la cintura. La tocaba cada vez con más tranquilidad al ver que no se perturbaba con mi contacto. Mi calentura iba en aumento y mientras la tocaba a ella con una mano, con la otra me tocaba la polla. Mi atrevimiento fue a más y comencé a tocarla por el vientre. Sentí su ombligo y su barriguita. La acariciaba y ella no parecía notarlo apenas. Entonces me lancé y bajé por su tanga hasta que se unían sus piernas, sintiendo bajo la pequeña tela el bulto de los pelos de su coño y el inicio de sus labios.

Gruñó un poco pero siguió durmiendo, mientras yo imaginaba como sería su coño que tocaba levemente. Le toqué el coño presionando un poco más y, lo más rápido posible sin despertarla, subí hasta sus pechos y toqué con delicadeza sus tetas para comprobar que tenía los pezones erectos por la excitación. Mi tía se estaba poniendo cachonda con mis caricias y estaba dormida.

Bajé de nuevo a tocar su coño. Ya estaba más tranquilo de despertarla, pero cada vez más excitado. Llevaba un rato tocándola y ella no se había despertado. Esto me dio valor y mis tocamientos se hicieron más patentes y la acariciaba con algo más de fuerza.

Intentaba meter el dedo entre sus piernas para poder acariciarle más el coño y tocar los labios en toda su longitud y fue entonces cuando se movió. Me quedé paralizado, pero no quité la mano de donde la tenía. Para mi sorpresa sus piernas se abrieron y mi mano se deslizó por todo su coño, acariciando y sintiendo el bulto, apenas cubierto por el tanga, de los labios.

Mi polla estaba durísima y creía que me iba a correr. Mi siguiente paso fue jugar con el tanga hasta que conseguí meter un dedo por debajo y sentir el contacto directo de sus labios; y paré el dedo allí para acercarme más a ella, pegándole mi polla a su muslo. Seguí moviendo el dedo y, aunque no tenía experiencia en el tema, recordé las imágenes de películas de sexo y mi objetivo era meter el dedo allí. Al poco tiempo mi dedo encontró la separación entre los dos labios y al ir hundiéndose en el coño, sentí un líquido que hacía que entrara con más facilidad. Noté el bultito de su clítoris y empecé a acariciarlo.

Le tenía mi polla contra su muslo y se lo rozaba contra él, mientras mi dedo jugaba en su coño. Al poco sentí que empezaba a moverse y asustado le saqué el dedo.

-No me lo saques ahora, sigue masturbándome sobrinito –la escuché decir levemente.

Me quedé petrificado y no sabía que hacer. Mi tía estaba despierta y quería que le siguiera tocando. Me agarró la mano y la llevó a su coño.

-Bájamelas para que me lo puedas tocar bien. –me dijo y era más bien una orden.

Le quité las bragas con torpeza ya que eran las primeras que quitaba y, además, estaba totalmente excitado. Ella abrió las piernas y yo metí mi dedo jugando con sus labios. Sentí como era engullido por ellos y como se hundía en su interior totalmente mojado sin ninguna dificulta. Jugué con su clítoris, sintiendo como se iba poniendo duro y como se convulsionó con gemidos apagados al tener su primer orgasmo.

Entonces alargó la mano y me cogió la polla por encima de los calzoncillos. La acarició y la sacó para tocarla mejor. Me iba a reventar y ella lo notaba, así que se giró hacia mi y mirándome a los ojos empezó a pajearme.

Me giré y dejé mi polla apuntando al techo. Ella la agarró y la flotó con cuidado hasta que no pude más, cerré los ojos y aguantando un grito sentí como mi leche salía. Fueron dos o tres descargas que me hicieron ver el cielo, más que por el orgasmo, por que la paja me la había hecho mi tía Pili.

Cuando abrí los ojos, ella estaba lamiéndose las manos, comiéndose mi leche.

-No hay que dejar ningún rastro. –me dijo en voz baja.

Cuando tuvo las manos limpias de leche empezó a lamer la que había en mi barriga y siguió hasta que me chupó la polla para dejarla limpia de nuevo.

Estuvo un buen rato chupándomela, hasta que volvió a ponerse dura de nuevo y a coger de nuevo tamaño. A partir de entonces no se dijo nada más. Se subió encima mía y me ofreció su coño para que lo comiera, mientras ella seguía mamando mi polla. Le eché imaginación e imité a los que tanto había visto en las películas y poco a poco metí mi lengua entre los labios de su coño. Volví a sentir el olor de su coño y ya todo mi ser sólo pensaba en follarme a esa mujer. Jugué con su coño y lo lamí por todas partes. Le metía los dedos y sentía sus flujos bajar por ellos. Sentía como ella se metía mi polla hasta el fondo de su garganta, ya que no estaba desarrollada del todo y no eran muy grande.

Al poco se levantó y se giró para sentarse encima mía, poniendo su coño encima de mi polla. Con una mano se abrió los labios para que mi polla quedara entre ellos pero sin penetrarla. Con lo mojado que tenía su coño se deslizó con toda facilidad cuando empezó a moverse como si me follara. Me sentía en la gloria. Mi tía, a la que había deseado tanto, me estaba follando de una forma deliciosa. Se movía encima mía cuando vi que su cara reflejaba un nuevo orgasmo. Entonces la agarré por las caderas y la forcé a que se refregara más rápido para darle más placer. Me agarró la manos y sentía como me las apretaba por el placer, hasta que se acabó de correr.

Casi sin darme respiro, levantó un poco el culo, agarró mi polla y la llevó hasta su coño y, sin pensarlo dos veces, se sentó sobre ella clavándosela hasta lo más profundo de su vagina. Se echó hacia atrás y agitaba su pelvis para que mi polla le entrara y saliera, ofreciéndome en aquella postura una vista perfecta de la penetración. Aproveché para acariciarle el clítoris mientras se hundía mi polla en su coño.

Parecía que volvía a tener otro orgasmo. Se inclinó hacia delante y movía su culo de arriba abajo para follarme. Sentí que se corría otra vez y que aflojaba el ritmo, entonces le agarré el culo y le paré su movimiento para mover mi pelvis y follarla lo más rápido posible. Ella no resistió más. Echó la cabeza hacia atrás y vi como se corría metiéndose una mano en la boca para no gritar de placer.

-Me voy a correr, tita. –acerté a decirle como pude.

-Hazlo dentro. –me dijo.

Al decirme esto mi excitación subió. Seguí follándola rápido y en pocos segundos empecé a descargar mi leche en el interior de su coño. Ella al ver que me paraba, empezó a moverse para acabar de sacarme toda la leche de mi polla.

Se tumbó a mi lado y nos abrazamos. A la mañana siguiente nos miramos y teníamos una gran sonrisa los dos. Nos dijimos que cada vez que lo necesitara alguno de los dos, haríamos el amor.