Durmiendo con mi amigo

Siempre había fantaseado con dormir con mi mejor amigo, pero la noche que lo hice no pude pegar ojo, aunque valió la pena.

Aquella noche había trabajado hasta tarde, y le pedí a mi mejor amigo dormir en su casa, que me quedaba más cerca, y no me veía con fuerzas de volver a mi casa. Llegué muy tarde, y él ya estaba como siempre, en gayumbos en el sofá, viendo la tele y mirando el móvil. Yo le saludé sin mucha energía y me fuí a duchar. En su casa por suerte no tenía que pedir permiso, me sentía como si estuviera en mi propia casa.

Al salir de la ducha comí algo que encontré por la nevera, y me senté a su lado a ver la tele. La verdad que me encantaba estar con él, mirarle cuando no se daba cuenta y repasar cada centímetro de su cuerpo. Él sabía que yo era gay, pero no le importaba, éramos como hermanos. Esa noche llevaba unos calzoncillos un poco gastados de la goma, que se le bajaban a cada movimiento, haciendo que sintiera una punzada de excitación en el estómago cada vez que eso pasaba. Él cada vez estaba más dormido, y le quité el mando de la  tele y le dije: vamos, a dormir!-Regañando me hizo caso, y nos fuimos a la cama.

Me ofreció sin mucho reparo dormir con él, el sofá estaba bastante desvencijado, y su colchón era muy grande. Yo no me lo creía, íbamos a dormir los dos juntos! Me puse nervioso pero intenté disimularlo todo lo que pude. Al cabo de un rato ya roncaba profundamente. Él siempre ha tenido un sueño muy pesado, y se duerme en cualquier parte. Eso siempre me ha dado envidia, a mi me cuesta mucho dormirme, sobretodo si no estoy en mi cama, o si tengo a un hombre atractivo en calzoncillos al lado. La luz de la ventana se colaba entre las cortinas, y podía ver perfectamente su cuerpo, ya que dormía destapado totalmente, y esos calzoncillos viejos que a penas se aguantaban en el sitio. Me parecía muy atractivo, ver como respiraba, su pecho peludo subiendo y bajando, sus manos caídas a los lados, su boca medio abierta. Me pasé así mucho rato, mirandole, pensando que en otra vida, otras circunstancias, quizá podríamos haber acabado juntos, pero por desgracia el destino  te une a las personas aunque no siempre como tu querrías. Me fijé mientras le veía dormir profundamente, como su paquete empezaba a crecer, estaba excitado! Eso me aceleró el corazón, y presté más atención a cada movimiento involuntario de su cuerpo. Efectivamente, estaba excitándose, y su polla, cada vez más dura, empezaba a asomar por la parte superior del calzoncillo.

Vi su glande descubierto, un poco húmedo por el sueño que debía estar teniendo. En qué soñaría? quizás con su ex? Con alguna tía de tinder? Su glande ya estaba totalmente fuera de su ropa interior, y una gota perlaba la punta, chorreando líquido hacia su abdomen. Yo no pude evitarlo y acerqué mi dedo para recoger su néctar, y me lo llevé a la boca. Al instante era yo el que tenía una erección intentando escapar de mis bóxers, solamente al notar el sabor de esa gota. Me bajé mi ropa interior, liberando mi excitación, y no pude evitar acercar mi cara a su glande, no se si debí hacerlo, pero mi lengua pensó por si misma. Acerqué mi boca a ese glande húmedo y mi lengua recorrió todo su sexo, recogiendo esa humedad fruto de su sueño erótico. Vi que gemía, totalmente dormido, y su cadera se avalanzaba hacia mi boca. Quería más. Fuese lo que fuese lo que soñaba, deseaba el contacto de mi boca en su polla. Sin dudarlo, bajé con la máxima precaución su viejo slip, como si fuese un ladrón de guante blanco, dejando al descubierto sus huevos y su polla, ahora totalmente libre, que se alzaba delante de mi rostro. Y al contemplarla no pude evitar agarrarla, tocar su firmeza, notar lo caliente que estaba, y meterla en mi boca. Empecé a darle una mamada suave, lenta, esperando que no se despertase. Si lo despertaba no sé que pasaría, probablemtente se enfadaría mucho y me echaría de su casa. O no? Quizás ya estaba despierto y era un juego de hetero? Dejar que su amigo gay le coma la polla sin consecuencias morales?

En ese momento no quería pensarlo, solamente estaba disfrutando de tener en mi boca la polla de mi mejor amigo, que me ponia a mil, que deseaba desde hacía tantos años, y era toda mía, dejaba que me llenara completamente, bajando al máximo, notando como me ahogaba, para luego subir una y otra vez, mojando todo el tronco y lamiendolo luego. Me entretuve en cada vena, cada pliegue, a cada palpitación de su miembro me esperaba, a que volviese a roncar, para seguir mamando. Me sentía como un niño en la mañana de Reyes, estaba haciendo algo prohibido, algo muy íntimo, con la persona en la que más confiaba, pero a la vez un secreto que me llevaría a la tumba y no podría decirle jamás. No podía poner en peligro una amistad por un momento de lujuria. Pero mi libido era más fuerte que mi conciencia, y seguí mi mamada, mientras una de mis manos bajaba a mi polla, ahora totalmente empapada por la excitación.

Empecé a ser menos discreto, me masturbaba con energía mientras le deboraba cada centímetro de su polla, mientras sus ronquidos se convertían en jadeos, y notaba como su miembro cada vez palpitaba más y más en mi garganta. Eso era una señal inequívoca de que su corrida estaba cerca. Eso me puso como una moto, y empecé a darlo todo, a hacer la mejor mamada de mi vida, llenando mi boca una y otra vez, moviendo mi lengua en círculos, embebiéndome de aquél miembro que tanto había deseado probar. Sin esperarlo, empezó a brotar su néctar caliente, llenando mi boca, yo no esperaba que su corrida fuese tan abundante, y me dispuse a tragar para no dejar ni una gota, ni una prueba del delito en su ropa interior o en sus sábanas. Tras una corrida muy larga que gestioné lo mejor que pude, me incorporé, viendo a mi amigo totalmente relajado y dormido, y tras besar su abdomen tapé de nuevo su miembro con ese calzoncillo tan gastado que me había dado una alegría aquella noche.

Me levanté empalmado, y fui al baño a pajearme, para poder dormir tranquilo. Fue una paja muy breve, estaba muy excitado, y lo mejor de la noche ya acababa de pasar. Me limpié y volví sigilosamente a la habitación. Al meterme en la cama oí que mi amigo me decía: No puedes dormir? Anda, ven. - Y sin yo decir nada me abrazó, con toda la naturalidad del mundo, y me dormí notando el calor de su cuerpo tras el mío sin saber si lo había despertado la luz del baño, o había estado jugando conmigo mientras yo le daba placer. Sea como sea, fue una de las mejores noches de mi vida.