Durante una gran boda

Unos apretones durante el “sí, quiero”, y después un delicioso banquete.

La sala del juzgado donde se celebran las bodas es extremadamente pequeña y claramente insuficiente para albergar todos los invitados que asistimos a la boda de mi sobrina. Somos muchos de familia y nadie ha querido perderse este acontecimiento. Por suerte, la ceremonia no durará mucho rato y se terminaran los apretujones entre los invitados para ver cómo se dicen el “sí, quiero”.

Nosotros hemos llegado de los últimos por lo que ocupamos un lugar al final de la sala en un rincón. Me acompaña esposa, mi hijo y su digamos “novia”. No me explico que ven las chicas en mi hijo, cada dos o tres meses viene con una distinta, a cual más bonita. Con la actual solo debe llevar unas semanas y la verdad… esta riquísima… como lo envidio.

Mi hijo no hace más que maniobrar para sacar la cámara de fotos digital entre las cabezas y conseguir unas buenas fotos del evento. Ella se ha quedado a nuestro lado, un poco cohibida porque no conoce a nadie y porque prefiere quedarse quieta en un segundo plano, aunque se se la ve bastante seria y atenta a lo que sucede allá por la tarima de los contrayentes.

La miro de reojo, con disimulo para no despertar suspicacias en mi mujer ni en nadie aunque en el fondo debo confesar que me la como con los ojos. Cualquiera al verla vestida tan elegante y luciendo ese peinado tan llamativo diría que va a una boda. Lleva el pelo recogido en un moño alto, con algunos mechones repartidos con gracia. Va muy maquillada, su mirada resulta muy estimulante y su boca muy apetitosa.

Viste un vestido de finos tirantes que cae sobre su cuerpo como una segunda piel. Deja al aire todo su cuello y sus bonitos hombros, la tela es de gasa azulada y cae recta hasta medio muslo adaptándome perfectamente a sus curvas. El pecho queda totalmente cubierto, pero perfectamente resaltado. Dudo entre pensar que no lleva sostén o que lleva uno de esos que solo son los aros para mantener las tetas bien tiesas dejando que los pezones se proyecten hacia delante.

Sus bonitas piernas quedan realzadas con unos zapatos descubiertos, tipo sandalias y con altos tacones. Me imagino que al andar sus cachetes se deben mover de una forma deliciosa, insinuantes, enfundados en esa tela tan delicada.

Para colmo de las apreturas, entra un matrimonio mayor y dos señoras de mediana edad. Vienen a ponerse justo delante de nosotros. Mi hijo para no perder campo de visión, maniobra, aparta un poco a la señora y desplaza a su pareja hasta que termina por ponerse a delante de mi, y un poco al lado... bien apretaditos todos.

La tengo tan a la mano que tengo el capricho de tocarle un poco el culo y saber de su consistencia. Dejo la mano suelta y le doy un golpecito con el dorso de la mano en medio de un glúteo. No está nada mal... esta prieto y contundente. Al mismo tiempo está lo suficientemente blando como para que me entren muchas ganas de darle un apretujón.

En medio de tanta gente, sin que nadie me pueda ver, la circunstancia es tan favorable, que me aventuro a darle otro golpecito acompañado de un suave restregón. Paso la mano de un lado a otro del culo, pasando de la curva de un cachete hasta llegar a la otra pasando por el valle de la raja Compruebo con satisfacción que tiene un culo muy bien puesto y que debe llevar unas braguitas tanga muy chiquitas.

La tela del vestido tiene un tacto tan agradable que me da la sensación que estoy tocando su propia piel, en vez de tela parece que le estoy tocando el culo directamente. Como nadie me ve, y las apreturas del momento me proporcionan una buena excusa si dijese algo me recreo en los tocamientos…¡uhmmm que culo tan rico tiene la chiquita!

El alcalde que oficia la ceremonia hoy está bastante inspirado por lo que se está enrollando bastante con la ceremonia, hasta se atreve a contar un chiste y toda la sala le ríe la gracia. Nosotros también comentamos la ocurrencia entre risas, lo que nos permite movernos un poco. Yo no pierdo la ocasión de colocarme aun mejor para seguir tocándole el culo.

Mi hijo se arranca y destaca del resto gritando un “viva el alcalde” que es aplaudido y secundado por todos los presente. Se revuelve en el rincón que ocupa, lo que aprovecha su novia para acomodarse de nuevo a una nueva postura. Yo aprovecho sus movimientos para volver a dejar mi “mano tonta” viajando por encima de las generosas curvas de su trasero.

La chica me ha mirado un par de veces de reojo pero no se ha atrevido a decir nada. Podría ser que mis toques fueran fruto de la casualidad y si no, no creo que quiera llamar la atención diciendo que el padre de su novio le toca el culo.

La ceremonia se acerca a su fin, los invitados empiezan a moverse inquietos y es el momento que aprovecho para poner la mano más abajo de la falda para poder sentir el contacto de su piel. La chica no se atreve a reaccionar, no se da por aludida y distraída le sigue la corriente a su pareja.

Esta falta de reacción me envalentona, le doy la vuelta ala mano para poner la palma hacia arriba, y asi dejar la yema de mis dedos muy cerca de donde empieza la curva de sus glúteos. En uno de los movimientos de ella mis dedos impactan con claridad con sus muslos y luego con el culo. ¡Uhmmm que delicia!

Me estoy poniendo ciego y tengo ganas de tocarle el culo a conciencia. Pongo la palma plana y la apoyo entre sus dos cachetes. ¡Vaya culo más rico!. La chica sigue sin dar señales de vida y esto me estimula aún más.

Doblo hacia arriba el dedo medio, separándolo de los demás y lo dejo casi vertical. Acerco la mano y hago que mi dedo alcance la zona entre las piernas. Le toco el diminuto triangulo de tela de su tanga. Súbitamente ella aprieta las piernas y me aprisiona la mano, no me puedo liberar y me siento atrapado e incómodo por sentirme preso. Menudo escandalo si alguien nos ve, si me descubre mi esposa puedo ir diciendo adiós a la paz en nuestra relación.

Trato de mantener el tipo y disimulo lo mejor que puedo. Después de unos instantes, la presa se afloja y pienso en retirarme de inmediato de tan peligroso terreno. Ha sido una clara advertencia de lo que puede suceder si me propaso nuevamente.

Antes de irme, una idea brillante me atraviesa el cerebro, a modo de despedida le voy a dar un apretoncito sobre la raja de su chocho. Para mi sorpresa, la chica me deja maniobrar durante un intenso minuto quizás víctima de la sorpresa. Es el tiempo justo que tarda en desatarse la euforia entre los asistentes. La ceremonia ha concluido y todo el mundo se va hacia la salida. Mi esposa me acompaña hasta la calle sin darse cuenta que luzco un empalme mayúsculo.

Después de unos minutos y unas cuantas fotos, el grupo se dispersa y cada cual se va a por el coche para ir al restaurante donde se hace el convite. Convenzo a mi esposa para nos vayamos de los primeros y así evitar las aglomeraciones. Ella no se explica mi repentino deseo por desaparecer de escena y yo no puedo explicárselo.

Al llegar al restaurante nos reciben con un espléndido aperitivo. Estoy relajado y con ganas de broma, me tomo un Martini y unos tacos de queso y jamón. Estando tan distraído me tienen que tocar en el hombro una segunda vez antes de que yo me vuelva… es la chica del vestido corto y ceñido que acompaña a mi hijo.

Me mira con gesto impasible y me dice que tenemos que hablar sin falta. Entiendo que tiene ganas de bronca y no se atreve a hacerlo en público. Estoy seguro que si pudiese me abofetearía con ganas. Quedamos en vernos en el lavabo entre el primer y segundo plato. Llegado el momento la veo coger su bolsito y salir del comedor.

Me excuso con mi mujer porque que ir lavabo. El pasillo esta solitario, cuando empujo la puerta del aseo de señoras la encuentro allí esperándome. Entro y me acerco a ella, sin mediar palabra me da una bofetada. No me altero, la miro a los ojos, le respondo cogiéndola por las muñecas y dándole un beso en la boca. Me propina otra bofetada y yo le doy otro beso metiéndole la lengua hasta la campanilla.

Después de esto, se detiene, me mira como sospesando los riesgos, me abraza y me corresponde. A trompicones, buscamos un reservado y allí nos comemos a besos. Le pongo la mano entre las piernas y la llego hasta su coño. Le meto los dedos por dentro de la braga hasta llegar a la humedad de su vagina.

Empieza a gemir desesperadamente. La volteo y le hago inclinarse sobre la cisterna. Le levanto el vestido hasta situarlo sobre la cadera. Quedan a la vista sus largas piernas y su culo en pompa. Rápidamente me saco la polla y tras echar a un lado el tanga, se la clavo hasta las mismas bolas.

Bombeo durante unos minutos tan fuerte y rápido como puedo. A ella se llega un orgasmo monstruoso que la hace tambalear y perder el equilibrio. Le dejo dentro de su coño una buena ración de leche y me quedo resoplando exhausto.

La chica sale del reservado, se coloca bien el vestido, se repinta los labios, se coloca el sitio los mechones de pelo sobre los ojos y se va. Unos minutos más tarde nos observamos con complicidad desde nuestros respectivos sitios en la sala del comedor, vaya novia tan deliciosa tiene mi hijo. Espero que ella este encantada con su “suegro”.

Deverano