Durante la mañana, llamo a la puerta mi vecina

Y escuchar a mi vecina decirme, como si fuera algo normal... ‘Vecino dime, es natural que sea yo quien le insista a mi marido hacer el amor, vez lógico que le tenga que pedir echar un rapidito, o como solía él pedirme antes... ‘echar un mañanero’, peticiones que con la edad se olvida’.

Durante la mañana, llamo a la puerta mi vecina

Antes de nada, debo pediros disculpas, pues este relato es largo, no solo por las mismas experiencias, sino que ponen la base a lo que se originó. Una vez dicho, comenzare...

Eran las 7 y media de la mañana cuando sonó el timbre de la puerta, fui a abrirla, pensando que quizás a mi mujer se le haya olvidado algo, pues cuando salió a las siete y cuarto con los cri@s hacia la escuela, estos salieron ‘escopetados’ (a la carrera).

Abrí la puerta con la confianza de que fuera ella, ni tan siquiera mire por la mirilla, pero fue abrirla cuando me encuentro a Belén, mi vecina del primero. Me quede extrañado... la verdad, pues no esperaba, pasaron escasamente minutos, cuando reaccione. Y en ese transcurso de tiempo, cuando le fui a darle los buenos días y preguntarle que deseaba, está sin decir nada, acabo por entrar en casa. La verdad que la vi muy nerviosa, venia ciertamente formal, obviamente me extraño su presencia dada la hora, pero fue ella la que, tras excusarse por su intromisión, acabo por decirme...

  • “Buenos días José, perdona la hora, pero he visto en el garaje a tú mujer y a los cri@s, montarse en el coche y marcharse. Dándome por pensar en subir unos minutos, y preguntarte dos cosas”.

Le mire y veo que está supe nerviosa, más parece un nido de pulgas, no estándose quieta, moviéndose de la entradita de mi piso al salón y volver de nuevo. Pero claro está, acabo por animarla a que me pregunte, al mismo tiempo que la invite a entrar al mismo salón, quedándonos de pie entre el sofá y la mesa. Momento en que ella me dice...

  • “Primero se lo que te dije la última vez que nos vimos, pero esto es una urgencia, escúchame, antes de nada, vale”.

Puntualiza, continuando por decirme...

  • “Mira la primera es que me diga como vez, te explico... tengo una reunión informal en la oficina, vistiéndome en concordancia precisamente para ella”.

Habla mientras se gira un par de veces, deteniéndose y suelta...

  • “Pienso que no debo de ir demasiado arreglada pues es la reunión es informal, pero, por otro lado, se de sobra que no es mi estilo el ir informal, no deseando meter la pata, pensando que no debo de asistir ni demasiado coqueta ni desaliñada, no me fio y me hace dudar”.

Sin dejarme contestar, esta sigue, diciéndome...

  • “Sé que me preguntaras porque esto no se lo he preguntado a mi marido, y la respuesta es muy sencilla, pues lo cierto es que lo he hecho. Pero este gilipolla me ha ignorado, pienso que no ha sido a propósito, que quizás ni me ha oído con las prisas de llevar el a los chicos al colegio, y al final no me ha dicho nada”.

Dice, me mira y continua...

  • “Y tomándome una tila en la cocina, me ha dado por mirar por la ventana, he escuchado voces y me ha dado por mirar hacia arriba, viéndote precisamente por tu ventana de la cocina (ventana que da al ojo de patio). Dándome por pensar, ¿porque no preguntarte a ti?, pues sé de sobra, tu buen gusto y ojo para estas cosas”.

Sonriente agradezco sus palabras de elogio, dándome por mirarla mejor y más atento, viendo que va vestida con un traje negro a cuadros grandes con líneas blancos, no muy largo pues le llega por encima de las rodillas, un chal de seda estampado de flores pues ahora mismo refresca, y finalizando con unos botines sport con plataforma (unos cuatro centímetros más o menos) de color blando. Continuando por contestarle...

  • “Pues la verdad es que me encantas como vas, te veo muy coqueta y al mismo tiempo informal, creo y para mi gusto que vas genial, ese contraste de prendas con el mismo calzado, vas que la clavas”.

Esta agradece mis palabras, y me dice...

  • “Pues mira ahora que menciona eso de ‘clavar’, ya que mi segunda pregunta es, aunque más que una pregunta es una petición. Porque esta mañana nada más sonar el despertador, me levante antes de nadie a preparar los cafés para nosotros y los colacao para los chicos, volviéndome a la cama con los cafés”.

Dice y prosigue, mirándome con unos ojitos de gatita abandonado, una mirada de esa que es una mezcla de pena y al mismo tiempo santurrona. Diciéndome...

  • “Pues ha sido meterme en la cama, despertar a mi marido con besos y achuchones, conducir mi mano derecha hacia su entrepierna, sintiendo su gran verga morcillona, y el recorrerla me ha puesto aún más cachonda de lo que estoy. Pero él, no solo aparto mi mano, sino que me pregunta... ‘¿Qué haces?’, levantarse y coger dirección al baño”.

  • “Y me quede esperándole al menos diez minutos en la cama, mientras me hacía un dedo a modo de apaciguar mi estado, ya que estoy súper excitada, ignorando que, si es motivo por la reunión o quizás las hormonas por la edad, o que se yo”.

  • “Pero tras insistirle un par de veces más, suplicándole que me ayudara, pidiéndome echar un rapidito o como el solía pedirme antes... ‘mañanero’, petición que con el tiempo se olvida”.

Y levantar esta la vista, viendo ahora como esa mirada de gatita triste abandonada y desatendida, acaba por transformarse en una mirada de santurrona y perversa. Mirándome al tiempo que me empuja hacia atrás, perdiendo yo el equilibrio y caer sobre mi sofá, mientras le miro extrañado por su acto al tiempo que está me dice...

  • “Sé que acordamos que nunca más, pero me debes de ayudar, estoy que me subo por las paredes, sé que estoy para hacer una locura o realizar una tontería, pero prefiero hacerla mejor contigo que buscarme al primero que vea”.

Suelta y sin dejarme ni tan siquiera reaccionar y menos contestar, coge Belén y tira de mi pantalón corto de pijama hacia ella, acabando por sacármelo por los pies. Y casi de un salto, colocarse encima mía, ni tan siquiera pregunto y menos se quitó ni las bragas, la muy cabrona se subió el vestido hasta la cintura, echo hacia un lado las braguitas. Siendo ella misma quien introdujo su mano entre nuestros cuerpos hasta dar con mi miembro, cogiéndolo y sentir su mano magreármela para acabar por insertársela, soltando ambos un rebuznó de placer. Soltando...

  • “Dios... uuummm!!, como necesitaba esto... uuuffff!!”.

Sintiendo el interior de su coñito arder, era evidente que estaba súper excitada, y, antes de nada, coger ella y sacarse sus pechos fuera del vestido con cuidado, como sino deseara que se le arrugara este. Pidiéndome...

  • “Por favor, nada de besos en la boca o cuello, no quiero irme a la oficina con rasgos de haber mantenido algo, te parecerá ahora que soy una mandona y una egoísta, y no te culpo, pero por favor hazme ese favor”.

Y no hubo más palabras o conversación entre nosotros, simplemente gemíamos y suspirábamos, no dejando ella de moverse como una buena amazona, mientras yo me contentaba con chupar, lamer o succionar sus pechos al mismo tiempo que magreaba sus nalgas. La imagen era sencilla de imaginar, estaba yo sentado con mis piernas separadas, disfrutando de una mujer hermosa, mujer que estaba encima y cabalgaba sobre mi polla.

Gimiendo, suspirando y jadeando mientras se agarraba al cabecero del sofá, apretándolo con sus manos, como ayudándose a descargar esas ganas o ansias acumuladas. Y yo, contentándome con hacerle un favor a esta vecina, mientras amaso sus grandes nalgas, voluminosas como sus muslos, sintiendo como sus labios vaginales frunce y en segundos aprieta mi tronco, sintiendo el gran placer como succiona, entrando y saliendo de ella.

Y en minutos hacerme saber entre gritos casi ahogados por su parte, como en esos momentos está obteniendo un orgasmo entre espasmos y convulsiones. Pero su orgasmo, no le hizo ni detenerse y menos aún retirarse, continúo cabalgando e incluso, retiro una de sus manos del cabecero del sofá, mano que descendió hasta comenzar a frotar su vulva y ayudarse con su segundo orgasmo. Dejándola exhausta, mirarme y sonriente, me suelta...

  • “Gracias, sino fuera por ti no sé qué habría hecho, sabes que te debo una... verdad, como me gustaría besarte, pero no puede ser”.

Decir esto, y como si callera en la cuenta, mirarme y preguntarme...

  • “Pero tú, no te has llegado a correr... verdad”.

Y es un... ‘no te preocupes’ por mi parte, mientras ella se levanta, introduce sus pechos dentro de su sujetador en el interior de su vestido, acomoda sus prendas al mismo tiempo que le ofrezco un café, un té, o cualquier otra cosa. Acabando por pedirme un té al tiempo que me pide usar el baño, viéndola entrar en la cocina minutos después, coger la taza de té y comenzar a tomárselo, mirando la hora y decir...

  • “Joder, solo hemos estado media hora... dos polvazó en menos de media hora, ¡uuuffff!!... es todo un récor para mí”.

Me mira sonríe, soltando...

  • “No hemos estado nada, bueno tú siempre cumples, pero me debes de perdonar por dejarte de esta manera”.

Volviendo a mirarme, pero en esta ocasión como un corderito a punto de ser degollado, y suelta...

  • “Perdona, sé que dije que no debíamos de haberlo hecho, pero si el cabron de mi marido hubiera cumplido, no te lo había pedido”.

Fue terminar su té y ella marcharse, sonando mi móvil en ese preciso momento, viendo que quien me llamaba era mi mujer, llamada que era para hacerme saber que había dejado a los cri@s bien, y que ella se marchaba hacia la oficina. Y mientras yo aprovecho para desayunar antes de ducharme, comenzando a recordar como comenzó lo de mi vecina del primero, pues la verdad era algo impensable. Echando una mirada al pasado, comenzando a recordar hace cinco o quizás seis años, tiempo en el cual nuestra amistad era la de cualquier vecino, nosotros en la segunda planta y ellos en la primera. Mientras mi mujer no se juntaba demasiado con los vecinos, yo por mi parte si lo hacía, pues pienso que nunca se sabe cuándo podrías necesitar una ayuda. De todas formas, como era costumbre en mí, era de los que se iba a correr todas las mañanas antes de irme a trabajar, cruzándome en más de una ocasión con algunos vecinos, pero coincidiendo en más de una con Dani, mi vecino del primero.

Y también es verdad que más de una vez, mientras preparo el café u otra cosa, me ha dado por mirar por la ventana de la cocina al resto de vecinos, observando a más de uno e incluso pillándolos en situaciones inadecuadas. Pero bueno, cada uno en su casa puede hacer lo que le dé la gana. Y en una de estas visualizaciones por mi parte, debo confesar que he sorprendido a mis vecinos, ya sea enrollándose como es lógico y normal en la cocina, como en el patio que tienen. Y cierto día, recuerdo que fue domingo y el recordarlo, no fue por otro motivo que era ‘el día de la bicicleta’. Encontrándonos en el parque, donde los cri@s de cada uno montaban juntos, uniéndose estos finalmente a la carrera, mientras nosotros aprovechamos por irnos juntos a tomarnos algo.

Y es cuando los lazos se unieron, lazos me refiero a la ‘amistad’, no quedando en solo vecinos, pues las chicas comenzaron a conversar, dándose cuenta que tenían mucho en común. Mientras nosotros hablábamos del trabajo, TV, futbol y un poco de todo, dando por terminado ese día, tras la finalización de los actos por dicha celebración, pero quedado para otro día.

Esa noche, debo decir que tuvimos movida, esperando a que los cri@s se quedaran dormido, comenzando nuestro ritual, iniciando los preliminares, luego bajar yo hasta su monte de venus, dejándome hacer a aquello que tanto disfruto y que ella logra su primer orgasmo, mientras tira de mis pelos... mmm!!. Pero cuando toca hora de follar, no pudiendo como desearía por miedo de ella, pues no deja de mentar que podríamos despertar a los cri@s.

Cosa que nos limita las posturas, quedándonos en la del misionero y la amazona, cuando hay más posturas donde solemos disfrutar más, pero es mi mujer quién no quiere por miedo a alborotar (quizás por lo gritona que es a veces), y finalmente despertarlos.

Durante la semana, nos encontramos ya sea en el garaje o en el mismo bloque, conversando sobre todo por el buen rato pasado, deseando quedar para repetirlo. Quedando finalmente para el sábado por la tarde, idea que era ir de forma informal y a ser posible sin cri@s. Cosa que se cumplió como habíamos previsto, pasando una velada bastante buena, conectando los cuatro, claro está íbamos sin cri@s, punto súper importante.

Animándose la velada a medida que pasaban las horas, tras finalizar de cenar, pasamos a las copas, buscamos un local de copas donde podamos hablar, comenzando una conversación de lo diario, conversación que cambio en las ‘féminas’ en el momento en el cual nos vieron mirar a unas chicas. Fue el detonante de su explosión, convirtiendo esa conversación amena en algo más abierta, comenzando a despotricar sobre nosotros, iniciándose Belén a contarle a mi mujer como era Dani antes de casarse. Contando...

  • “Pues a Dani, lo conozco desde la facultad, era y es un chico muy amante del ciclismo, y digamos que es adictivo al deporte. Y dime... ¿cómo conociste tú a tu marido?”.

Respondiéndole mi mujer...

  • “Pues a José le conozco a través de mi hermano, digamos que en su momento ni tan siquiera nos habíamos fijado el uno en el otro, yo por ese tiempo estaba saliendo con uno, mientras que el mantenía relación con dos o tres chicas al mismo tiempo”.

Belén tras escuchar a mi mujer soltar esto, quisieron que ella puntualizara sobre lo último mencionado, acabando por especificarles....

  • “No... no era él quien revoleteaba alrededor de ellas, sino eran ellas las que revoleteaban, no dejaban de llamarlo para quedar, y eso que más de una mantenía una relación formal”.

Suelta y argumenta...

  • “Eso como una de tantas busconas que le llamaba, llamándole en el momento que su novio la dejaba en casa, pero una vez que está misma les hacía creer que sentía mal, cansada o tenían que estudiar. En ese momento le llamaban, pasándose el a recogerlas, llevándola donde ella quisiera y darse el lote”.

Y escuchar decirle Belén...

  • “Si claro, como si eso no se notara, no creo que los novios fueran tan inocentes, además no creo que José llegara a mucho con ellas”.

Y decirle mi mujer...

  • “Ten cuidado que José hay donde lo vez, no es tan inocente como parece, sino es un pájaro de cuidado. Sé por aquellos que le han visto, y confesado por el mismo que se enrollaron en pub, cines, parques o en su propia casa, estando sus padres”.

Viendo a Belén no dando crédito, coge mi mujer calla y vuelve hacia mi persona, siguiendo...

  • “José... deporte hace y mucho, pero como vez no es persona que por su físico se note. Adicción digamos que fuera parte de su trabajo al cual ama, podría decirte que es adicto a la informática, a las féminas y al sexo”.

Y es Belén quien, tras escucharle mis relaciones o adicciones, acaba por preguntarle...

  • “Y entonces, ni ninguno se había fijado el uno en el otro, como surgió ese encuentro”.

Respondiéndole mi mujer...

  • “Pues fue a raíz de una fiesta en la cual, no habíamos quedada solos, yo había roto con mi novio, y él en esos momentos quiso animarme, mostrándose muy abierto a conversar”.

  • “Fue un momento muy especial, ya que me demostró que no es ese gilipolla con corazón frio que tanto intentar venderse. Sino que fue conocerle y ver que eso es solo fachada, era una especie de muro que crea para no vean su lado más sensible”.

Continuando...

  • “Quizás eso me pareció a mí, ya que por aquel tiempo era una chica muy sencilla e inocente, quizás por ese motivo me sentía atraída por él, tras romper con el bueno de mi ex. José era uno de los chicos duros y malote del grupo, pero fue conocerle y ver que tiene su lado bueno, sensible, romántico empedernido”.

Nosotros por ese entonces más atento a la conversación de las ‘féminas’ que, al resto, incluso a pesar de las insinuaciones de algunas chicas del local, cosa que más bien iban para Dani. Belén, contaba de Dani...

  • “Pues Dani, desde que le conocí era de esos chicos que siempre le ha gustado depilarse, normalmente va de ropa informal e incluso por casa, mujeriego que sepa no lo es, bueno si... pero solo le gusto yo”.

Mi mujer la miro, como si diciendo para sus adentros... ‘esta es muy ilusa’, pero fue nuevamente Belén quien le animo a seguir, diciéndole...

  • “Y dime... ¿cómo es Jose?, cuenta que me tienes muy intrigada, no sabía eso de él, siempre lo he tomado por alguien formalito”.

En esos momentos se le veía muy desinhibida, quizás ya muy suelta debido al alcohol, ya que la muy cabrona, comenzando a hablarles de mí, llamando la atención de Belén más de la cuenta, contándoles chismes, anécdotas. Como...

  • “Mira, yo por ejemplo a José lo conocía de oídas por mi hermano, siempre lo ponía a parir, dejándome claro que era uno de los ‘malote del grupo”.

Pero cuando lo vez, no me imaginaba que fuera así, ya que no deje de escuchar de que era un deportista férreo, practicando todo y no poniendo pega a nada. Lo vi y te digo Belén que para nada lo diría, no era el típico chico musculoso, sino todo lo contrario, era y es delgado, llamándome algo la atención y que pensé que al igual que tu marido Dani, pensé que Jose se depilaba al verlo sin vello alguno en su cuerpo, cosa que luego supe que es lampiño”.

Y nuestra vecina extrañada, dijo...

  • “Pero si tú marido, tiene vello en el cuerpo”.

Replicándole, mi mujer...

  • “Sí... tía, pero eso es ahora, antes del tratamiento no tenía ni un pelo, bueno en cejas y cabeza si por supuesto. Mi marido de entonces, era alto, ojos castaños como sus cabellos, y estos eran largos, cuyo físico y fisionomía era más similar al mío, piernas delgadas y largas. Coño que a veces daba el pego de parecer una chica”.

Comentario que me avergonzó más que adularme. Y es cuando Belén metiendo más baza, sobre todo en referencia al asunto del sexo, pregunta no sin antes hacer referencia a su marido Dani. Diciendo primero...

  • “Y en referencia al sexo dime como va, estará bien armado ya que es adicto al sexo, pues Dani sin serlo te puedo asegurar que le mide al menos veinte centímetros, y no está nada mal en la cama. Y el tuyo...”.

Preguntado a mi esposa, y esta contestarle sin pelos en la lengua, debido como he dicho al alcohol, o eso supongo yo...

  • “Hombre tanto no tiene, para mí me basta con lo que tiene, ya que tendrá entre quince o los dieciséis centímetros, no es algo que me importe, ya que me interesa más calidad que cantidad”.

Dice a mi vecina Belén, continuando...

  • “Él es bueno... dentro y fuera de la cama, cuando he mencionado que es adicto al sexo, no me refiero a ver pornografía, sino a practicarlo, ya que es un devoto de los preliminares, y fuera aparte del sexo oral o el anal, también es uno que le gusta practicar todas las poses que puede”.

Belén y Dani le mira con los ojos como platos, mientras yo me quedo de los más callado, viendo como siempre que mi fama no es porque yo hable sino porque los demás alardean. Y cuando esto mencionaron si me cansaba, mi mujer soltó...

  • “El parece que nunca se cansa, siempre está dispuesto, eso por otro lado me hace saber que la vez que no desea hacerlo, puede ser porque se haya masturbado o me la haya pegado con otra. Pero sé que no es así, pues José me es fiel”.

Y en referencia a esto último, coge mi esposa y le cuenta una ‘especie’ de anécdota. Contándole...

  • “Mira si me es fiel en referencia con otra mujer, que en cierta ocasión regresé temprano de trabajar, entre en casa sin hacer ruido y quise darle una sorpresa, pero la sorpresa me la dio él”.

Dice, mientras miraba la cara de asombro de nuestros vecinos, y continua...

  • “Pues eso, encontré a José delante del ordenador, masturbándose con una escena porno. Y claro está que, le dije de todo, pero luego pensé que eso no es una infidelidad, pues normalmente solemos verla junto”.

  • “Y dándome por fijarme en el estado de su polla, como que me dio por desvestirme, quedándome en ropa interior y arrodillarme, cogérsela y llevármela a la boca, comenzando a chupársela... uuummm!!. Y no me considero muy buena, dándome por preguntarle... ¿Te gusta?”.

Respondiéndome afirmativamente mientras suspiraba y gemía, dándome por mirar hacia el monitor del pc sin dejar de chupársela, descubriendo la imagen de una madura dando una soberana mamada a un chico. No perdí detalle de las escenas, cogiendo y repetí eso mismo con mi marido, dándome por hacerme un dedo mientras.

Finalizando este por pedirme tomarme por detrás, cosa que como un resorte hice tras levantarme, follarme por detrás, gimiendo y suspirando ambos, embistiéndome con fuerza y darme en un momento dado por pedir que me azotara, cosa que hizo sin que tuviera que repetírselo. Practicando un par de posturas más por petición mía, sabiendo de sobra que aguantaría un rato, colocándome encima en plan amazona como tanto me gusta, o invertido como le gusta a él, pues dice que disfruta ver como su verga entra y sale de mí... ooohhh!!.

Acabando por venirme a mí, pero no piense que me he contentado con uno, ya que él es el primero que no me lo permite, no dejándome hasta que no me ha venido al menos dos veces, momento en que le pido que me deje descansar, pero no sin antes percatarme que él al menos se haya corrido.

Y cuando acaba de narrar mi mujer, me da por mirar a mis vecinos, descubriendo que tanto Dani como Belén me miraban asombrado, fijando mi mirada precisamente en mi vecina. Cuya impresión primera es la de una carita de circunstancias... quizás por haberla cogido, pero con rapidez cambia su expresión, viéndola ahora por mirarme esta de otra manera, cuyos ojos son más de deseos que de otra cosa.

Pero, como si se hubiera dado cuenta mi mujer de su indiscreción, sobre todo a contar todas esas cosas e experiencias intimas, no solo por despotricar sobre mí. Acabo por intentarlo arreglarlo, acabando por decir...

  • “Sabes, José me enamoro sobre todo por su galantería, por ser gracioso, y sus dotes de seducción, y por su labia, bueno eso y poco más”.

Finalizo la velada antes de lo esperado, donde nosotros aprovechamos la ausencia de cri@s, despotricándose mi mujer de otra manera, tiempos lejanos donde le gustaba realizar las ‘guarradas’, como suele decir ahora. Practicando poses tan normales como la del misionero o amazona, perro disfrutando sobre todo de la amazona al revés, la postura a cuatro o que coja sus piernas y me las ponga en los hombros, penetrándola con fuerza. Eso sí que es follarla con pasión.

Bueno lo dicho, agradecer a todos aquellos que me leéis y os haya gustado, espero que no os hayáis manchado demasiado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).