Durante 3
Pasos firmes en el dominio del sumiso. Se acota su libertad y aumenta la de su ex esposa.
Es increible lo eterno que se puede hacer la espera atado en la cruz de madera sujeta a la pared. El dolor en el culo era insoportable, lleno como lo tenía con aquel plug que me mantenía el esfinter abierto. Sobre las mandíbulas abiertas por el aro metálico, qué puedo decir. Estaban más que entumecidas, atravesadas por continuos calambres.
Mientras tanto, Natalia y Ernesto no paraban de hablar. Las dos mujeres que les servían desnudas iban y venían a la cocina. Hasta que oí moverse las sillas, dar las gracias a las dos sumisas de mi Ama, y los vi aparecer ante la puerta de mi cubículo. Mi ex envolvió el cuello de Ernesto con los brazos, levantó las piernas para envolverle la cintura con ellas, a la vez que él la cogía por las nalgas para facilitarle meterse su dura polla hasta el fondo del coño.
- A vuestra ama no le importará que nos subáis las copas a la habitación, ¿verdad? -. Jadeó Natalia a las dos mujeres. Me miraron a la vez, mejilla contra mejilla y un intenso morreo. Y se dirigieron a la habitación.
Al final no pasó lo que me había imaginado durante la comida: una pequeña orgía a cuatro. Cosa que no acaba de entender por lo esculturales de las dos sumisas y la sexualidad que se respiraba.
- Imagino lo que estás sintiendo, perro -. Sonó la voz de mi Ama por los móviles.
Humillación, mucha humillación. Estaba claro que aún no había asimilado que Natalia ya no era mi mujer. Y que mi compañero de trabajo follaba con ella en mi habitación. Esos pensamientos me hacían tomar conciencia, por sí solos, del cambio radical de mi vida.
- Ahora que Nati sabe lo que eres, que eres mio, no hay motivo para que no sigas avanzando.... Si la persona que más quieres lo sabe, ¿por qué las demás personas no deberían saberlo? -. Pasados unos segundos, siguió hablando -. Está a punto de llegar una nueva sorpresa para ti. Como te decía, tu entorno va a conocer tu nueva situación. Vas a ir dando esos pasos que tanto te limitaban. Y vas a tomar conciencia de lo que tanto habías deseado. Ahora pregúntate, ¿hay marcha atrás?.
¿Quién estaba a punto de llegar?. ¿Por qué mi Ama quería avanzar tan rápido, sin dejarme asimilar lo que estaba pasando y dejarlo todo dentro de en un entorno protegido?. Y no, no había marcha atrás. No podía evitar que nada cambiase. Tampoco lo quería.
Casi ni me enteré que llamaron a la puerta, que una de las mujeres, desnuda, la abría, que mi hermano y hermana entraron en casa.
- Pasen, por favor -. Dijeron las dos sumisas a la vez.
Mis hermanos se asomaron a la vez a mi habitación, observando el cepo de madera y la cruz sobre la que seguía atado.
¿Que está pasando aquí? -. Preguntó mi hermana, mirándome fíjamente. Entró con la intención de desatarme, pero la voz de mi Ama la paró.
Está como él quiere, cielo. Él mismo podría decírtelo, aunque como ves no puede -. Mi hermana miró los moviles colgados en la pared y buscó la ayuda de mi hermano.
Javier, ¿qué está pasando? -. Mi hermano gesticuló moviendo los hombros, sin entender nada.
Veréis, vuestro querido hermano es sumiso, mi sumiso y está así porque es lo que ha deseado siempre.... Hasta que se me ofreció, claro. Su única obligación es complacerme y ofrecerme todo lo suyo, menos a Natalia que es libre, muy libre -. Y les llegó los jadeos de mi ex y Alberto desde la habitación.
Perplejos volvieron a mirarse, luego a mi. Asentí con la cabeza, avergonzado y nuevamente humillado, con la polla dura.
Natalia ya no es su mujer. Viven juntos, nada más -. Aprovechó para decir mi Ama, observando cada gesto desde la cam.
Entonces, no tengo por qué reprimir más las ganas que tengo de follar con ella, ¿no? -. Preguntó Javier.
Eso tendrás que hablarlo con ella, cielo -. Una vez más mi Ama puso la guindilla. Y sin esperar se dirigió a la habitación imaginando lo que iba a hacer.
Hermanito - empezó a hablarme mi hermana -, ¿de verdad es esto lo que quieres? - . Volví a asentir -. Siempre has sido muy dispuesto, has estado pendiente de todos, sobre todo de Natalia. Pero esto... No lo hubiera pensado nunca.
Las dos sumisas, mientras hablaba Adriana, se dirigieron a desatarme. Cuando me hicieron pasar cerca de ella, vió las marcas de los azotes por todo el cuerpo. Los ojos casi se le salen por la sorpresa y me miró con lástima.
- ¿Qué le habéis hecho?.
Sin hacerle caso, colocaron una pinza metálica con peso en cada pezón, ante su estupefacta mirada sin entender por qué no me defendía. Me colocaron en el cepo, mostrándole el culo que quedaba muy cerca de la cama y que le mostraba que tenía algo metido en él.
- ¡Es increible!. ¿Por qué le estáis haciendo eso? -. Seguían sin responder. Tampoco mi Ama.
Se colocaron el arnés con el enorme dildo y me llenaron sin miramientos el culo y la boca.
Ni yo podía creer lo que me estaban haciendo, delante de Andrea, sin mediar palabra, como si solo fuese "algo" de lo que no hay que dar explicaciones ni tener contemplaciones.
Tenía claro que lo que quería mi Ama por medio de sus dos sumisas, era humillarme y dejar claro ante mi hermana la nueva situación que me envolvía, que el uso que pudiera tener solo dependía de sus decisiones y que cuanto pudiera pasarme era porque Ella lo quería así.
Mi garganta no paraba de emitir sonidos guturales, de soltar babas con aquella polla que entraba y salía como se le antojaba. El culo tenía el mismo tratamiento, follado salvajemente con el otro dildo. Las nalgas sufrían algunos azotes con la mano de una de las mujeres, lo que me hacía dar saltitos avivando el dolor del tratamiento que había tenido horas antes. Hasta que la sumisa que me llenaba la boca se dió cuenta de que Andrea marcaba sus duros pezones bajo la fina blusa azul, aún teniendo las tetas cubiertas por el sujetador.
¿Quieres ocupar mi sitio? - le preguntó, saliendo a la vez de mi y situándose frente a ella.
¿O el mio? - preguntó la otra, vaciándome la boca y colocándose detrás de Andrea.
Antes de que se diera cuenta, toda su ropa se deslizó a sus pies. Blusa, sujetador, falda y braguitas estaban en el suelo y su cuerpo recorrido por las hábiles manos de las dos mujeres, acariándole los duros pezones y el sexo, en el que metieron dos dedos follándola suavemente, para sacarlos enseguida y limpiarlos del flujo la misma sumisa.
Entonces, ¿me vas a relevar? - le preguntó metiendo esos dedos en su boca. Mi hermana asintió con un gemido "sí". Se miró la cintura mientras le colocaba el arnés. Le gustó el tacto de las correas en la cintura y en las ingles, suspiró excitada separando mis nalgas, apuntó y me entró empujando suave hasta tener mi culo rozando su pubis.
Vamos, mueve esas caderas - la animó mi Ama -. Folla a tu hermano para su ama, cariño -. Aunque estaba indecisa, empezo a moverse muy ligeramente, entrando y saliendo despacio. Hasta que la sumisa que le había cedido el arnés empezó a lamerle el culo, separando las nalgas, recorriéndole el esfinter con la punta de la lengua, salibándolo para que lo sintiera mojado e ir metiendo la punta de esa lengua que la invadía. Y volvió a follarla con dos dedos, acelerando el ritmo para que Andrea me invadiera cada vez más deprisa.
Y tu, estúpida, ¿qué haces parada? - gritó mi Ama a su otra sumisa. Sin decirle nada más, se acercó a mi hermana y empezaron a besarse desesperadamente, recorríéndose las tetas con las manos, pellizcando los pezones de Andrea que me embestía más fuerte hasta que se corrió follada por el culo con la lengua, el coño con los dedos, pellizcados los pezones y empujando sin control el dildo en mi interior. Se dejó caer sobre mi espalda, aún con la lengua recorriéndole el culo, apretó mis nalgas despertando el fuego que aún ardía en ellas, recuperando el aliento, aunque sin sacar la polla de mi interior.
¡Repetiremos! - jadeó mi hermana. No supe si era una pregunta o una afirmación. Pero estuve seguro de que se repetiría. No sabía dónde meterme. Digo mentalmente, porque físicamente me tenían atrapado. Aquello me estaba llevando a algo desconocido. Pensaba qué era eso de que hasta mi propia hermana acabase por disfrutarme, por apretar aquellas nalgas tan castigadas, sin que ella ni si quiera pensara en ello. Estaba muerto de vergüenza y a la vez lleno de orgullo por estar allí, así, con el cuerpo de Andrea sobre mi espalda, las dos sumisas dándole placer, mi Ama controlando y observándolo todo, obligándome a avanzar hacia no sabía donde y haciendo gozar a Andrea como nunca se habría imaginado.
Joder Andrea... ¿Aprovechando la situación? -. Mi hermano nos hizo volver a la realidad, socarrón, medio vestido de cintura para abajo, desnudo para arriba.
Pues anda que tu, Javier -. Lo miró satisfecha -. Ya te digo... - y me dió una embestida, apoyando las manos sobre mi destrozada espalda.
¿Sabes hermanito?, me iría bien una limpieza. Ya que te veo tan dispuesto... - y río con mi hermana.
Cuando pensaba que no podía estar más humillado, aparecía quien fuese, lo que fuera para rebajarme más. Y en ese momento fue mi hermano. Se quitó el boxer, se acercó decidido, estiró hacia él las cadenas que colgaban de las pinzas, obligándome a levantar la cabeza por el dolor y metió su semi flácida polla en mi boca. Sentí cómo crecía, deslizándose por el paladar, abriéndose camino hasta la garganta, cortándome la respiración.
- Andrea, ¿empujamos a la vez? -. ¿Cómo podían hacerme eso, mi hermano y hermana?. Y yo que no quería que se enterasen de mi naturaleza sumisa. Qué inocente que fui. Si yo gozaba con ello, ¿por qué los demás no?. Ahí descubrí que no soy exclusivo. Allí estaba follado por el culo y la boca, como lo habían hecho antes las dos sumisas de mi Ama y los dos hombres que habían redecorado la habitación.
Follar acabó siendo más agotador de lo que pensaba Andrea. Cuando las dos mujeres se dieron cuenta, le desabrocharon las correas del arnes, dejando el dildo en mi interior y que terminó deslizándose hasta caer al suelo. Acostaron de espalda a mi hermana en el catre. Retiraron a mi hermano, a punto de correrse, dejando mi boca libre. Abrieron el cepo. Por fin pude desentumecerme, estirando brazos y piernas. Contraje el cuerpo para sentirme vivo. Pero no duró mucho.
Me obligaron a arrodillarme estirando de las pinzas hacia abajo. Siguieron dirigiéndome a través de las cadenas hasta el coño de mi hermana y me ordenaron lamerlo, llevarla al orgasmo con mi lengua, aún manteniendo el aro metálico entre los dientes. La lengua apenas asomaba por los labios, aunque sí lo suficiente para lamer suavemente su clitoris y los labios mojados de su coño.
Nunca se me había pasado algo así por la cabeza. Nunca con mi hermana. Pero ella tampoco hizo nada para resistirse. Así que seguí moviendo lo mejor que pude la punta de mi lengua por su sexo, moviendo la cabeza a los lados, arriba y abajo para darle todo el placer que podía. Estaba tan concentrado en ello que me di cuenta de que mi hermano iba a entrarme en el culo cuando la punta de su polla entró sin mucha dificultad y se abrió paso hasta pegar su pubis en mis nalgas.
Sus embestidas eran tan fuertes, eran tantas las ganas que tenía de correrse, que enseguida se vacío en mi interior, enterrando mi cabeza en el sexo de mi hermana, la lengua recorriendo toda su humedad, la punta sobre el clítoris... Y estalló también, manteniendo la cabeza presionada sobre su coño. Me corrí con ellos, aunque con el único placer de saberme usado y humillado en los momentos que solo mi Ama podía decidir. En cualquier momento. Con cualquiera. Fue un orgasmo suave, deslizado. Lleno de todo lo que siempre había querido. Ahora, de lo que escogiese mi Ama.
Javier salió de mi, con su pene flácido. Andrea me retiró de ella, jadeante. Adiviné que su mirada era de incertidumbre. No entendían qué había pasado.
- ¡Repetiremos¡ -. Volvió a decir Andrea. Tampoco supe si era afirmación o pregunta. Volví a adivinar que sin duda se repetiría.