Durante 1
Continuación de Antes, una dominación externa en el entorno de un hogar, donde la esposa es la primera afectada.
Lógicamente no pude conciliar el sueño ni descansar. Sabía que mi Ama lo observaba todo desde la aplicación. Aunque lo que más me inquietaba era saber que todo se había terminado con Natalia.
Recordé cómo había llegado hasta ese punto. Me aterró pensar que no había retorno porque lo que acaba de hacer era imperdonable. Así que me abracé a no perder la pertenencia a esa mujer y a dar los pasos necesarios para no perderla también, repasando la primera conversación casi informal, desnudo y de rodillas, mostrándome ya ante Ella. Dijo que aunque solo estábamos hablando, debería hacerlo como me sentía, o sea sin ropa y dócil. A medida que íbamos hablando y con el paso de los días, me ordenó subir a mi habitación con la excusa de ir a dormir, colocar el móvil en un lugar en el que me pudiera ver bien y permanecer de rodillas delante de la cam durante una hora, manos a la espalda y sin moverme. Se me hizo eterno. Algo tan sencillo, sin movimientos, en silencio, con el temor de que Natalia apareciese en cualquier momento, me provocaba hasta mareos. De ahí pasamos a levantarme durante la noche, cuando Natalia dormía profundamente, a limpiar y ordenar la casa, siempre en silencio. Daba lo mismo que todo estuviese ordenado. Tenía que hacerlo constantemente, cada vez con más frecuencia. Y siempre desnudo. Hasta que añadió un plug anal que tenía que llenarme el culo hasta que terminase las tareas.
Tengo que decir que mi Ama cumplió con mi petición de que Natalia no se enterase de nada. Hasta ese día y esa noche. Y si había traspado esa línea fue porque quise hacerlo llevado por el deseo de pertenerle más.
Al día siguiente, muy avanzada la mañana, apareció Natalia, seria, con cara de pocos amigos. Recorrió mi desnudez con desprecio y sin disimular su mirada en las marcas de mis nalgas. Me había azotado durante la mañana con una pala de cocina, dejando algún que otro morado, igual que en el pubis y en la polla que ya se mostraba flácida por la vergüenza.
- Quiero que estés preparado para cuando vuelva tu mujer - me dijo mi Ama a primera hora de la mañana, anticipándose a la vuelta de Natalia -. Tandas de 20 azotes en cada nalga, pezones, pubis y polla. En ese orden. Y cuando termines, repites la tanda -. Intenté decirle que si ella volvía no podía verme así, que definitivamente estaría todo perdido -. No te preocupes por eso. El paso ya está dado.
Me quedé más inquieto aún, pero empecé a azotarme. Los primeros golpes provocaban escozor, los siguientes, más calor y dolor. Las nalgas ardían, lo mismo que las tetas y la polla. Un pálido color rojo aparecía en cada zona azotada, y que se volvía rojo intenso, para pasar a morado en función de las zonas donde me aplicaba los azotes. Los suspiros pasaron a gemidos y éstos a gritos acallados consiguiendo el efecto deseado después de cinco tandas: excitación y deseo de hacerlo eterno.
Suficiente - dijo mi Ama -. Abre las piernas y aplica cuarenta azotes en el interior de cada muslo, hasta las ingles -. Prácticamente no dejé que terminase de darme la orden para empezar a enrojecer y amoratar la zona. No pensaba que pudiera ser una zona tan sensible y a la vez tan excitante. Cuando llevaba veinte con el muslo derecho casi lloraba, cuando terminé los cuarenta, casi no tenía fuerzas. Con el izquierdo perdí la noción de todo dejando caer la paleta al contar cuarenta. Y mi Ama me ordenó descansar hasta que llegase Natalia, cosa que pasó minutos después.
He hablado con una mujer que dice ser tu ama - no supe si era una pregunta o una afirmación -. Me ha dicho cosas que lo hace creible. ¿Sabes?, después de lo que he hablado con ella, me he sentido libre. Sí, porque éste último tiempo he estado a punto de mandarte a la mierda. Pero me he dado cuenta de que aún te quiero - y se desnudó quitándose el abrigo que traía. Nada más en su cuerpo -. ¿Estás seguro? -. Me acerqué a ella para abrazarla y recuperarla, besarla y volver a ser como era, pero un guantazo tremendo me retiró y bajó la erección de mi polla -. ¡Qué capullo eres!. ¿Crees que después de lo que me has hecho te deseo?. Una cosa es que te quiera, la verdad es que no sé por qué, pero otra es que quiera follar contigo -. Se fué al salón y desde allí oí sus últimas palabras -. Que sepas que también voy a estar desnuda en casa, siempre que quiera, y solo para que tengas claro lo que te pierdes, porque voy a follar con quien quiera, aquí, en la habitación que ya no vas a pisar más... Por cierto, he acordado con tu ama que ella me enviará a todos los machos que necesite. Y a esos, añádele los que me consiga yo misma. Imagínate escuchando los placeres que voy a sentir y, precisamente, no va a ser contigo.
Esa fué su llegada a casa. Me examinó de arriba a abajo, dejándome más desnudo de lo que ya estaba.
Continuó diciéndome que iba a sacar todas mis cosas de la habitación de matrimonio y que ya no iba a entrar más en él. Más tarde me enteraría de que sí que volvería a poner los pies dentro, aunque solo para limpiarlo y tenerlo aseado, incluso de los restos de las juergas que mi ex iba a tener entre esas paredes. Igual que el resto de la vivienda. También iba a vaciar el baño principal de mis cosas de aseo. Y así sucesivamente de todas las estancias, salvo la pequeña habitación que ocuparía y que estaba enfrente del salón y el diminuto aseo, plato de ducha incluido, pared con pared de mi nuevo aposento.
Al fin y al cabo, me lo había buscado yo mismo. No sabía si era un alivio que Natalia no me dejase o más bien iba a ser un continuo castigo. Pero ya estaba hecho. Ella por ahí paseando desnuda, con ese cuerpazo que ya añoraba y disfrutado por no sé cuantos "machos" a los que muy pronto se añadirían mujeres.
- Ya no tienes por qué disimular lo que haces. Todo está claro. No volverás a tocarme nunca y cuidarás de mi y la casa. Ni te imaginas lo bien que voy a vivir. Casi le estoy agradeciendo a esa mujer el regalo que me ha hecho.
Estuve sin reaccionar hasta que llegó un mensaje de mi Ama. Me ordenaba preparar el desayuno a mi ex y avisarla cuando estuviera hecho, advirtiéndome de que solo podía hablarle cuando ella me preguntase o para decirle que había hecho cualquier tarea que le afectase a ella.
Al poco rato me asomé a la habitación de Natalia y le dije que su desayuno estaba preparado. Encontré el armario y cajones abiertos y bolsas de basura que estaba llenando con mi ropa.
Bien, estúpido. Lo primero que vas a hacer es quitar la puerta de tu habitación. No quiero que tengas privacidad -. La voz de mi Ama se escuchó desde mi móvil, delante de Natalia que se volvió asombrada, supongo que por oirla por primera vez en esas circunstancias y dándome órdenes que ella misma podía oir.
Uufff, qué divertido va a ser esto - me miró Natalia -. Menuda te espera...
Salí de allí y me dirigí a dejar mi habitación visible a todas horas. Natalia vino detrás de mi y se dirigió a la cocina a tomarse el desayuno.
- Vas a recibir una visita que te va a encantar. Va siendo hora de que Nati sepa a quién perteneces. No vas a negarte a nada y vas a dejar hacer y que te hagan -. No sé si desde la cocina se oía lo que me estaba diciendo mi Ama, pero ¿eso debía importarme a esas alturas?. Lo importante era que ya estaba clara mi condición y que mi ex mujer no me había abandonado. O quizás sí, aunque a su manera.
Enseguida llamaron a la puerta. Nati se iba a levantar, por inercia, a abrir, desnuda como estaba, cuando mi Ama me ordenó hacerlo yo, anticipándose a ella.
Vivimos en un edificio, en la planta baja, una vivienda que es un duplex, aunque en los pisos bajos, con entrada directamente desde la calle y un pequeño jardín exterior debidamente protegido de las vistas desde el exterior, aunque no desde las terrazas de los pisos superiores.
- ¿A qué esperas? -. Me había quedado parado. Estaba tan desnudo como mi ex y me podría ver cualquiera que pasara en ese momento.
Abrí por fin y entraron dos hombres, nada especiales, más bien con algún kilo de más. Pasaron con un somier de malla, de esos antiguos. Vieron la habitación sin la puerta y entraron, cambiaron el que había en la estrecha cama por el que traían y sin hacer demasiado caso a Natalia. Dejaron la caja de herramientas en el suelo, sacaron taladro y herramientas para colocar un soporte en cada pared con su correspondiente móvil para ver cada rincón de la habitación. Pusieron varios ganchos con cadenas en las paredes, el techo y alguno en el suelo. Uno de ellos salió un momento para volver con unos tableros que colocaron en una pared en forma de equis. Salieron los dos y trajeron un potro de madera con un grueso tablón con huecos convenientemente repartidos para hacer de cepo en manos y cuello, dejándolo todo bien unido al suelo con sendos tornillos, justo en la entrada de la estancia y muy cerca de la cama. Extendieron una manta áspera sobre el viejo somier de malla, enchufaron y activaron la cam de los móviles. Se desnudaron los dos, sudorosos. Uno de ellos me dio un guantazo tal que me tumbó sobre la cama haciéndola rechinar. Me levantó las piernas, sin darme tiempo a reaccionar, y me llenó el culo con su lubricada polla. Antes de que el otro me llenase la boca con su miembro y tapase la vista, pude ver un segundo a mi ex en la puerta, atónita por lo que estaba pasando. No supe si siguió mirando ni lo que hizo, solo escuche la voz de mi Ama por los todos los móviles a la vez diciendo que "había que pagarles por un trabajo bien hecho".
Y empezaron a follarme frenéticamente la boca y el culo, destrozándome la garganta y el ano, con las piernas inmovilizadas en alto y la cara totalmemte tapada por el pubis de uno de ellos. No tardaron en correrse. Pensé que todo había terminado cuando salieron de mi tal y como me habían entrado. De mi boca salía la leche derramada en la garganta entre atragantamientos y la del culo, despacio y abundante.
Lo único que estaban haciendo era alternarse los agujeros. Antes de terminar de sacar la leche de la boca, la otra polla la estaba llenando y, aún saliendo la del culo, el otro pollón lo invadió, piernas levantadas otra vez.
- Acabarás disfrutándolo, perro -. La voz de mi Ama sonó lejos, muy lejos. Increiblemente Natalia aún estaba allí, desnuda, helada, empapándose del espectáculo. Me había olvidado de ella.
Llamaron a la puerta de nuevo. Me temí lo peor, cuando escuché lejanamente una voz de mujer saludando a Natalia por su nombre. Enseguida unos movimientos, que me parecieron distintates, se alejaron dejándome ausente de todo, con un ligero zumbido en los oidos que me impedía ser consciente del movimiento de mi cuerpo, casi inerte y manejado al antojo de aquellos dos hombres.
- Cuando digo algo lo cumplo. Le dije que gozaría como nunca, con hombres y mujeres -. La voz de mi Ama llegaba cada vez más alejada. En un rayo de luz, pensé que Natalia nunca mostró atracción por otra mujer. Aunque con el sock que acaba de invadirla podría ser capaz de cualquier cosa -. Solo puso dos condiciones, nada de sometimiento ni dominacion y que ella decidiría si aceptaba o no a la persona que le enviase. O sea, algo vainilla -. Terminó mi Ama.
Mientras tanto, las embestidas que me estaban dando aquellos dos machos no paraban, hasta se hicieron más intensas. Después del rato que llevaban trabajándome, empezaron a notar que les llegaba el segundo orgasmo. Mis piernas quedaron libres cayendo al suelo dobladas en el filo de la cama. Empezaron a morrearse con deseo, tumbándose sobre mi el que me follaba el culo e inclinándose hacia delante el que hacía lo propio con mi boca. Su polla llegó más profunda en mi garganga hasta que su pubis chocó mis labios. De nada sirvió que le empujase por las caderas para quitármelo de encima y me dejase respirar y aliviar las contantes arcadas que me tensaban el cuerpo, lo que dió más placer al que me llenaba los intestinos. Hasta que se corrieron como locos. Y despacio me dejaron libre.
Ladeé la cabeza por inercia. Dejé resbalar el abundante semen por la mejilla y que saliera el del culo, sin moverme, con la mirada perdida y sin importarme que se manchase la manta, la que se iría llenando cada vez más de semen y otros líquidos por el constante uso al que sería sometido en un futuro nada lejano y de forma constante.
Por fin recogieron sus cosas, después de vestirse, y se fueron con la misma decisión que habían llegado. Ni una palabra cruzaron conmigo.
Cuando por fin recuperé fuerzas y empecé a moverme por la habitación, aprendiendo de nuevo a caminar, escuché los gemidos que me llegaban del salón. Sin saber si eran de Natalia o de la visita, presté atención para adivinar lo que pudieran estar haciendo. Mi imaginación solo llegaba a pensar que se estuvieran besando y acariciando sus respectivos sexos y pechos o estuvieran abrazadas llenándose de caricias.
- Asómate para que veas lo que vas perderte -. No fué una sugerencia de mi Ama, era una orden. Me dirigí a la entrada del salón, despacio, sin ruidos, con el semen resbalando por mis muslos y me encontré con la visita empotrada en la mesa, piernas abiertas hasta suelo, con unos zapatos de alto tacón en sus pies, las manos aferradas a los bordes del tablero y a mi ex detrás con un precioso arnés, follándole el coño con tanta energía que le quitaba el aliento.
En el preciso instante que me quedé helado, que mi polla creció apuntándolas, Natalia giró la cabeza pillándome espiándolas. Salió de la otra mujer y cerró la puerta en mis narices. ¡Lo que hubiese dado para que usase ese aparato conmigo!.
- Sigue, no me dejes así -. La voz de la visita era más que deseo.
Ese fué el bautizo de lo que iba a ser mi vida.
Aquella mujer, de la que nunca he sabido su nombre y que ha vuelto en otras ocasiones, estuvo con Natalia el resto del día, incluida la noche, desnudas las dos. Las oía gemir en la habitación de mi ex.