Dulcis Dementia

Es mi primer relato, espero que les agrade y toda la historia es inventada, no tiene nada que ver con la verdadera historia, ya veran de lo que hablo :)

“Dulcis Dementia”

I.            Mi Juventud… (parte uno)

Una domus romana en una de las calles principales en el centro de la “Madre Roma”, a unos pasos de la gloriosa Basílica Julia de César, seguida por el Foro principal. Una atractiva ubicación para la llamada “ Regia romana”, una antigua casa que en un pasado estaba  habitada por un rico y corrupto mercader llamado Juno Moneta. La entrada principal estaba sostenida por cuatro columnas de mármol africano con un techo y decoración roja y azafrán , con una gran puerta de madera, entrando un amplio Atrium con un Impluvium donde flotaban flores rojas y amarillas, alrededor del  patio interior o Atrium estaban la habitación principal con una recamara grande, tocador y bañera, subiendo las escaleras estaban dos pequeñas habitaciones decoradas con sillones y vista al jardín para la lectura, recorriendo el pasillo de la recamara principal estaba la sala donde se recibían a los  invitados y esta estaba frente al estanque con flores o impluviun , pasando la sala estaba la cocina, seguida por el comedor principal a un costado del jardín rodeado de columnas de mármol y una fuente en el centro, bellas flores y lianas de plantas, del otro lado del jardín se encontraban las habitaciones de los criados y detrás la caballeriza  y el paso o la calle que daba al mercado.

Este era el hogar que Quinto Favius, un joven cónsul de 38 años, le había prometido a mi padre Buteo Sempronia a cambio de poseer como esposa a su única hija Marcella Sempronia. Esa era yo, Marcella, hija de Buteo y Flora, mi padre nunca fue de la cuna alta como mi madre, nacida en el seno de una familia rica, mi padre en cambio fue un impopular contador y administrador, sombra de su amo un poderoso cónsul y organizador del ejército romano llamado Camio Morsius  . Mi madre Flora Morsius, hermana mayor de Camio, fue el premio que gano mi padre al hacer una excelente administración durante un invierno desastroso que casi mata a su amo Camio y su gente, este al sentirse en deuda con mi padre ofreció a su hermana para un matrimonio de cuna media, y claro con otros propósitos. Camio se quería deshacer de su hermana cuanto antes ya que dentro de la casa su esposa celaba y se enloquecía cuando Camio miraba a Flora con deseo, así que por proteger su matrimonio, Camio organizo un modesto matrimonio dentro de su casa. Al contraer matrimonio Buteo quedo despedido y se fue a vivir en una pequeña casa que tenía como propiedad suya Flora, su esposa. Poco tiempo después Flora quedo embarazada de mi padre y así dando a luz a su primera y única hija, Marcella. Después de mi, mi madre entro en depresión por perder su estatus social y vivir en una casa de cuna media con un hombre que para ella jamás trabajaba y jamás se pudo embarazar de nuevo, pero con el paso del tiempo yo me daba cuenta que mi padre se rompía el cuerpo y el alma  por sacar suficientes ingresos para mantenerme a mí y a mi madre.

Flora siempre quería aparentar una posición social alta, llevándome a los circos para encontrar a alguien de buena vista y dinero. A mis 16 años yo era viva imagen de mi madre, tez blanca y tersa como el mármol, mi cabello era rizado y lo suficiente largo como toda una romana, de color rojizo y rubio, era alta como Flora de cuerpo delgado para ser de sangre Morsia, tenía unas piernas largas y definidas, seguida por mis notables caderas y una cintura heredada de mi madre, mi busto era de tamaño pequeño y tenía un largo cuello seguido por mi mentón delicado y partido como el de mi padre, mis labios eran discretos y rosados al igual que mis mentones siempre sonrojados por el rubor de mi piel, con una fina y delgada nariz un tanto afilada como la de mi madre, seguida por mis ojos verdes envueltos en largas pestañas rizadas, terminando así mis delgadas cejas. Mi madre jamás me había dejado usar el apellido de mi padre, ya que pensaba que traía mala suerte y desgracia, yo para no crear conflictos siempre callaba

Ese día se presentaría una nueva obra en el circo, se decía que toda la gente de la alta cuna estaría ahí, y por lo tanto nosotras también, mi madre tomo el vestido más caro que conservaba era una toga larga de color turquesa, sin hombros y entallado en la parte de la cintura, me había puesto sus sandalias mas nuevas y un collar delicado. Cuando llegamos mi madre sonriente y radiante me llevo a las primeras filas del circo para tener la mejor vista.

-Mira Marcella, aquella mujer es la reciente divorciada de nuestro patriarca Tiberio segundo- dijo señalando a aquella mujer de vestido blanco con cuatro hombres alrededor de ella. – Aquel que está ahí, el hombre fuerte, es su amante principal.-

Yo miraba asombrada de cómo la gente sonreía y detrás estaban sus comentarios sucios de esa misma persona que hace unos momentos abrazaban y besaban en las mejillas.

Mi madre pellizco mi mano y dijo en voz baja,  -esa joven que está entrando es la hija mayor del Senador, pronto se casara con aquel viejo calvo para mantener una alianza entre la divina sangre.-  en ese momento delante de nosotras llego una caravana montada por cuatro esclavos negros y bajo con mucho cuidado el vehículo que dentro llevaba a dos mujeres. -¡ Divina Caelum ! ¡¡Marcella!! Pon una buena postura y una gran sonrisa que aquellas dos mujeres son las más importantes de esta ciudad, estamos de suerte hija mía-   exclamo mi madre con gran entusiasmo para después explicarme quienes eran esas bellas mujeres.

-La primera que baja, es la Domina del pueblo, la actual esposa y patrona de todo roma y del grandioso Cesar- dijo mi madre en voz baja mientras yo observaba como la primera mujer descendía de su carro  ayudada por dos grandes hombres, era delgada y un poco desgastada del rostro pero siempre sonriente, paso saludado al pueblo como si fuera una diosa alabada por la gente.

-la segunda es la hija mayor del emperador de Roma y casi toda Europa, tiene tu edad Marcella y tiene a sus pies todos los aerariums o tesoros de todo el Oriente  y Este de Anatolia, Macedonia y los tributos dados por Grecia, Creta y Brundisium.- yo miraba absorta la belleza de aquella pequeña joven que  parecía creada por los mismos dioses y seres del cielo.

En ese momento un hombre pregunto a mi madre que tendríamos que desalojar nuestros lugares ya que eran reservados para la realeza, mi madre protesto y llamo la atención de la Domina

-Querido, no es necesario desalojar a esta gente- refiriéndose a mi madre y a mí

  • Pero Domina no es…-

-¡Calla tonto esclavo! Deja que se sienten junto a nosotras, ellas son hijas de Roma, como lo soy yo, aparte será bien visto que yo conviva con el pueblo y escuche sus peticiones que la gente requiere…- el esclavo retrocedió y nos dio paso a mí y a mi madre.

-Disfrutemos de la función, señora se presenta por favor…- mi madre apenas si podía contener la mirada a esa mujer con tanto porte y tanta elegancia.

-Claro, Domina, Flora Morsius y mi hija Marcella Morsius- sonreía mi madre y yo al mismo tiempo daba una reverencia para la Domina

- oh!, no tengo el gusto de conocer ese apellido, pero eso no importa, me podrá informar mas tarde de que familia son descendientes- dijo aquella señora con una sonrisa un tanto difícil de comprender, si era de gusto o de disgusto. – Vibia! Hija, siéntate junto a la joven Marcella Morsius-  sentir que la madre de toda Roma pronunciaba mi nombre me dio escalofríos y aun mas cuando vi venir a  aquella criatura tan hermosa hacia mí.

-¡Salve! Marcella-  no respondí nada ante aquel saludo.. no podía articular ninguna palabra.. Estaba absorta a aquella figura. –¿Te encuentras bien?- preguntó con una mirada extraña y al mismo tiempo algo divertida.

- aaah… si… si.. Estoy bien- conteste tontamente.

- ¡bien! Mira ya va a empezar…

Durante toda la función mi madre me había hecho señas de cuando comentar algo para simpatizarle a la joven Vibia, pero yo tenía un tremendo dolor de estomago y mareo, el perfume de Vibia me nublaba la vista y me hacia un nudo en el estomago, y ni siquiera era un aroma desagradable, si no el más dulce que mi olfato había percibido.

–Vamos Marcella compórtate!- para mi desgracia, había pensado en voz alta.

-          ¿disculpa?- pregunto mientras sus ojos mantenían una mirada fija e intrigante hacia la mía.

-          Nada, es solo que me emociono por la actuación que estamos viendo.- dije tontamente.

-          Sí… ya veo que nuestra madre Venus te ha flechado con aquel chico del escenario.-  me dijo con esa vos tan dulce y suave.

-          ¿Disculpa? – no sabía de que hablaba, solo estaba consciente de mi nerviosismo.

-          ¡Vamos! Si me he dado cuenta como miras al chico vestido de plebeyo.- me comento acercándose a mi oído…

-          ¡ooohhh….. no… no creo…- exclame casi  desvaneciéndome cuando sentí la punta de su nariz recorrer mi mejilla. Cuando me pude controlar, la mire y estaba riéndose de manera discreta y se sonrío.

Durante lo que restaba de la función, no hablamos, solo para reír discretamente. Cuando se finalizo la obra esperamos a que la gente del pueblo saliera del circo y nos diera paso para salir de forma más segura  y sin toparnos con gente borracha o quejumbrosa.

-          Muchas gracias por su compañía Domina- dijo mi madre .

-          Adiós Flora de Morsius y Marcella de Morsius.

-          Madre Domina quisiera invitar a Marcella a nuestra fiesta romana de  esta noche.- decía Vibia con una sonrisa sin temor a su fría madre.

-            Pero hija, no sabemos si Marcella esté preparada para una fiesta romana y no creo que su madre le de consentimiento.- dijo en tono frio, con un poco de desaprobación ante la propuesta de su hija.

Yo mire a mi madre y tenía una chispa en los ojos como si la suerte estuviera de nuevo con nosotras, no mas miserias, no más pobreza debe de haber pensado mi mama al saber que la mismísima Vibia me invitaba a una fiesta exclusiva para la cuna alta

-Vamos dulce madre, ni si quiera has preguntaos a Flora Morsius.-

  • oh oh! Pequeña Vibia, Marcella tiene el consentimiento de tu invitación con gran agrado y por supuesto que está preparada, siempre lo ha estado, ¿verdad hija mía?

Yo desconocía esa personalidad de mi madre, parecía como si alabara esa propuesta, y mas, conociendo las opiniones de esas fiestas, o feriaes romanas, donde se practicaba sexo en público, sin censura, sin intimidad, venta de mujeres y hombres, esclavitud, excesos, magia, bailes eróticos, prostitución, orgias y placer, placer y mas placer. Todo esto era un ritual religioso, supuestamente, una ofrenda hacia nuestra madre Venus, para pedir fertilidad y mas vírgenes y el goce de ellas y al dios Dionisio o Baco de la sexualidad masculina, para traer fertilidad terrestre y material, pero claro todo eso era solo un pretexto de la sociedad helénica para gozar de los dotes que la humanidad tenia.

-          Si madre, asistiré si usted Domina lo desea-

-          Está bien, vámonos Vibia se hace tarde-. Se encaminaron hacia su vehículo y mi madre se acerco para decirme- Marcella, tienes que compórtate, recuerda lo que te he dicho que hay en esas fiestas, si algún hombre te pide que le hagas algún servicio lo haces pero jamás dejes que te penetren, tu virginidad es tu matrimonio seguro, no bebas nada, ten cuidado con Vibia, que tiene fama de…

-          ¡Marcella! Ven!- grito Vibia

-          Cuídate hija, puede que ahí encuentres a algún buen esposo y rico

-          Si mama- le dije y la abrase, ella de inmediato me alejo y me encamino hacia donde estaban ellas.

Durante el camino llegamos a una casa donde bajo la Domina y Vibia  y yo continuamos el camino…

-          ¿Dónde va a ser la fiesta, Vibia?

-          En casa de un cónsul…- dijo mientras me miraba de pies a cabeza

-          ¿Vengo mal vestida?- pregunte un tanto preocupada por mi aspecto

-          Noo… Marcella estas perfecta, solo trataba de ver tu … tu collar- afirmo con esa voz dulce y segura de si misma.

-          ¿No invitaste a nadie más? ¿una amiga? – pregunte un poco insegura

-          Jaaajaaa!!! ¿Amigas aquí en Roma? todas son unas ratas y putas que solo se acercan a ti por el dinero, ¿crees que  teniendo tantas envidiosas a mi alrededor, necesito amigas?- exclamo con una fuerte risa. Yo quede asombrada del lenguaje que había utilizado y su risa que antes era discreta paso a ser una carcajada.

-          Disculpa… tienes razón- dije apenada porque no sabía si le había molestado mi pregunta o solo se burlaba de mi

-          No te tengo nada que perdonar, no me he sentido ofendida…  tu eres diferente Marcella, cuando te vi no tenias malicia ni envidia en tu mirada, no sentía que me darías una puñalada por la espalda como con las demás compañías que he tenido.- me susurro al oído y sentí que deslizo su nariz por mi cuello, aspirando mi perfume, lo cual provoco un estremecimiento tremendo en mi cuerpo.

-          Vibia…. – articule con algo de miedo al sentir como se pasaba de mi lado.

-          Tranquila… no dejare que nada te pase en esta sucia fiesta, es solo por cumplir con mi padre sobre la exposición y convivencia que se debe de llevar con otras personas del senado.- dijo, tomando mi mano.

Poco tiempo después se detuvo el vehículo y quedo en el piso para que nosotras pudiéramos bajar. Los hombres que cargaban la carroza nos ayudaron y caminamos hacia esa casa donde se veía luz y se escuchaba ruido y música.

Vibia abrió las puertas de par en par y todos los hombres y las mujeres la miraron y se hicieron a un lado para que ella pasara, muchas le sonreían y los hombres la miraban con deseo y lujuria. El lugar que estaba reservado para ella estaba junto a la fuete de vino con almohadas y telas de ceda para sentarse, había comida, fruta, vino, carnes, etc. Había bailarinas,  hombres tocando música, mujeres desnudas, hombres desnudos esperando a que el cónsul diera permiso para comenzar la celebración. Un hombre con una toga roja bajo las escaleras y señalo  a Vibia para que se levantara y fuera a su lado.

-          Queridos amigos, tengo el honor de tener aquí a mi lado a la hija del magnífico Cesar, para poder dar la inauguración de esta celebración religiosa, una humilde ofrenda para nuestros divinos dioses, para gozar de la vida y de los placeres que nos ofrecen!- cuando termino su bienvenida las bailarinas comenzaron a avanzar por todo el salón y la música subió de tono , los hombres desnudos se vertían en sus cuerpos vino para que las mujeres desnudas comenzaran a lamer todo el cuerpo de estos. Los hombres y mujeres veían tal espectáculo como si fuera lo más maravilloso que habían visto, absortos de los actos, los hombres comían  de un cordero que se movía por la habitación arrancando pedazos de carne y comiéndolos. Las mujeres se recostaban en las piernas de los hombres para dar placer. Las prostitutas comenzaban a emborrachar a sus clientes para después robarles lo que podían, las mujeres restregaban sus cuerpos por todo lo que se movía como si estuvieran en transe. Los hombres comenzaban a copular con quien estuviera frente de ellos… eso era nuestra fiesta religiosa… una ofrenda a los dioses… yo solo miraba los actos… miraba a las mujeres hipnotizada, a los hombres brutales como animales… el placer que se sentía en el aire…

Sentí como Vibia se sentaba junto a mí, su mirada estaba tratando de buscar una respuesta mía, no reaccione hasta que tomo mi mano y yo automáticamente la aleje.

-¿lo disfrutas?- pregunto desconcertada ante mi reacción un tanto agresiva.

-  siento que voy a vomitar…-

  • oh! No! Ni se te ocurra, ven mírame, Marcella mírame!!- sus ojos grises obscuro buscaban los míos. –no los mires a ellos, solo a mí!-.

-Vibia no quiero estar aquí…-

-No no Marcella no me puedes dejar sola, mira tomate esto, te hará sentir mejor- sin pensar tome un sorbo de aquel amargo vino, una y otra vez hasta que sentí que la cabeza me daba vueltas, comencé a reír de todo o de cualquiera que estuviera alrededor mío, sentía que mi cuerpo estaba flojo y que no podía sostenerme, busque a  Vibia,  ella estaba en las mismas condiciones que yo,  sentí como un cuerpo se coloco sobre de mí, trataba de fijar la vista en aquel cuerpo pero no podía, de pronto todo se había puesto obscuro, alguien nos había cubierto con una tela suave.

Vibia estaba sobre mí, dormida o inconsciente, no lo sé, solo trataba de quitarla para poder ver donde estábamos.

-Viiibiia! Despierta!!- trate de moverla, ella se levanto con una gran sonrisa… sus labios estaban rojos y sus ojos brillaban, su cabello rojizo se había alborotado y su vestido estaba abierto, baje la mirada y se veían el inicio de sus pequeños senos, por un momento perdí la cabeza e imaginaba que la besaba…

-Marcella , ¿que estas mirando?- menciono en un tono seductor, poniéndose unas pequeñas flores en la boca.

-Vibia, déjame ir por favor..- al momento que trate de ponerme en pie, mi cabeza me lo impidió debido a que no podía enfocar nada y sentía que todo giraba. Mire a Vibia con su gran sonrisa, y como se quitaba las flores de su boca con una mirada agresiva…

se acerco y coloco sus manos en mis hombros, obligándome a recostarme… -Marcella… - susurro Vibia cuando comenzó a besar mi cuello y recorrer con sus manos mis senos, buscando la entrada de mi vestido… Yo quede inmóvil al sentir esa caricia, un calor me recorrió todo el cuerpo, como si fuera un fuego que poco a poco iba creciendo… un gemido salió de mi boca al sentir como sus manos acariciaban mis piernas y ella rápidamente busco mi boca, sus labios eran tan dulces y suaves que me deje llevar por ellos… el beso fue creciendo, sentí su sabor en mis labios, la respiración me faltaba, mi cuerpo pedía más, ¿pero que era ese más? Jamás había besado a un hombre y mucho menos a una mujer, en realidad no sabía que era el placer, pero lo que estaba sintiendo era más que maravilloso. Mi mente se nublo y mi cuerpo se dejo llevar... todo era tan placentero… creo que los dioses me habían hipnotizado en su ofrenda… por que, no sabía qué era lo que me había pasado… no sabía qué era lo que había hecho…

Desperté por el frio que sentía en mi cuerpo, me di cuenta de que estaba desnuda, mi cabeza, parecía que la habían estrellado contra algo, busque algo con que tapar mi desnudez, mire a mi alrededor y había muchos cuerpos desnudos, todos durmiendo… a mi lado estaba Vibia… desnuda como yo… la tape con su propio vestido y la trate de despertar, pero estaba dormida

me levante y busque la salida de aquella habitación. Ahí estaban los hombres de Vibia, los llame con señas  para que se acercaran.

Más tarde esos mismos hombres me habían llevado a mi casa, era medio día… mi cabeza estaba por estallar… el ruido me molestaba y también la luz, toque la puerta de mi casa, y mi madre me recibió con una bofetada..

-¡Te has convertido en un puta de Roma!.- grito mi madre

-Cálmate Flora, deja que hable- interrumpió mi padre y tomo a mi madre por la cintura para que no me golpeara.

-¿Dónde estuviste toda la noche niña!!!? Solo eran unas horas, no toda una noche, ve como estas! Tu vestido está roto y manchado de vino!! ¿Qué has hecho Marcella!?-

-Nada madre, no he hecho nada malo, Vibia me pidió que la acompañase toda la noche, eso he hecho…-

-Pero mírate! Estas casi desnuda!

  • Si, así es! Tuve que estar entre hombres que parecen animales, hambrientos de sexo!- mi cara recibió otra bofetada cuando mi madre escucho esa palabra.

  • no puedes hablar así Marcella, es vulgar y …-

-¡Cállate Flora! Que nada de esto pasaría si tú aceptaras nuestra situación… Marcella ve a asearte y espera a que te llamemos.- era la primera vez que veía que mi padre le gritaba y ponía en orden a mi mamá. Me retire como se me dijo, y llore en mi habitación por que no recordaba nada de lo que había pasado, durante el baño que tome… me relaje y los recuerdos se vinieron a mi mente… el calor ya experimentado me atormento nuevamente, las imágenes, las personas desnudas, los besos, caricias, sabores, gemidos, regresaron a mi mente…. El cuerpo delicado y hermoso de Vibia se movía junto al mío, nuestras piernas entrelazadas, moviéndonos a un ritmo que hizo que algo en mi empezara a arder, mi entrepierna era la que ardía… no podía controlar todas esas imágenes que tenia… los labios de Vibia recorriendo mi cuerpo, mis manos tocando su ser haciéndola gemir, la música, las demás personas escuchando el placer que ella me provocaba,   Todo eso había sucedido… que has hecho Marcella.

  1. Mi Juventud… (parte dos )

Un año más tarde, parecía que  todo había quedado enterrado en un pasado… Yo me sentía más madura, ya no era una joven tímida, ahora tenía mi carácter formado, esa experiencia me había cambiado mi vida… pero ahí quedaría, en mi pasado.

Para suerte de mi familia, mi padre había sido contratado como contador de un joven que se preparaba para ser cónsul, un puesto político muy prestigiado dentro de la republica. Una vez a la semana el propietario nos invitaba a cenar en las instalaciones de su casa, claro en los vestíbulos para los criados. Mi madre jamás asistió a esas invitaciones, decía que para rebajarnos al nivel de los plebeyos, pero yo no pensaba así, acompañaba a mi padre en cada reunión. El señor de la casa nunca se aparecía durante la reunión, esa noche los hombres estaban muy ocupados en discusiones políticas.. decidí recorrer la modesta casa de aquel hombre, se decía que vivía solo, que no tenía ni esposa, ni amantes, no salía de su habitación porque se la pasaba estudiando y en la vida social y publica para poder ser  elegido cónsul…

Pase el comedor principal y llegue a un camino donde había una bella vista de Roma… la casa estaba en las afueras de Roma y se podía ver todo con claridad, del foro, la basílica, las casa de los ricos y después todo el pueblo trabajando día y noche

-Una bella vista ¿no cree?- yo me voltee asustada ante esa voz masculina, una voz fuerte y firme. –Perdone, no quise asustarla-

-No… no se preocupe-

-Permítame- tomo mi mano y la beso con delicadeza. – Soy Quinto Favius, propietario de esta casa.-  retire mi mano – Marcella, hija de   Buteo Sempronia.-

-oh! Eres hija del hombre que contrate, permítame decirle Marcella que es un hombre increíblemente trabajador, muy honrado y tiene una hija hermosa.-

-Gracias,  mi padre siempre ha sido asi-. Dije volteándome hacia la vista, ignorando el cumplido que me había hecho ese joven.

  • La bella y cansada Roma- suspiro. –hay que conocerla con los ojos cerrados para poder ver su belleza, ¿no lo cree?-

  • Si…- dije sin importancia, sentía como Favius buscaba mi mirada con esos pequeños ojos negros…

-Bueno, creo que es un poco tarde para que usted esté aquí.- sonrío

-si… no me tiene que recordar que no debo estar aquí, ya lo se, por eso ya me iba…-

-Perdone!- , sentí como sus manos fuertes y grandes atrapaban mi pequeña mano…- no malinterprete mis intensiones, solo pensé, que… lo siento mucho- retire mi mano con rapidez al sentir como me apretaba.

-No importa, Buenas noches señor…

-Marcella, dime Favius … -

-Disculpe, Favius- el hombre se sonrío, yo solo mire sus ojos… me voltee y Salí de ahí en busca de mi padre.

Unos meses más tarde mi padre llego gritando de alegría a la casa…

-Mujer, Marcella vengan!!!!!—

-Que pasa Buteo!-

-No van a creerlo! El señor! El señor Quinto Favius me ofreció una propuesta- gritaba mi padre exaltado..

-de que hablas hombre!- decía mi madre con desesperación

  • que el Señor Favius me ofreció darme su casa que ahora administro como hogar para nosotros en cambio de nuestra hija, Marcella ¡!!!!

-¿Qué? – dije enérgicamente

  • Miren, me ofreció darme  su casa en la que vive ahora, ser los patrones de ella, en cambio de que tu, hija mía, seas la esposa de Quinto Favius, te llevara a vivir al corazón de Roma, ahora que será cónsul en unos días, tendrá un puesto muy alto y tu hija podrás salir de esta miseria…

-¡tienes que aceptar Marcella!- grito mi madre con emoción

-pero ni siquiera lo conozco, no sé como es, no siento nada por el.- conteste tristemente.

-Marcella, las mujeres solo sirven para ser esposas, para engendrar hijos y satisfacer a los maridos, esa es la vida de una mujer aquí en Roma, si lo quieres o no, con el tiempo te acostumbraras a el…- decía mi madre

-hija hazlo por nosotros-

  • sí, padre lo hare…- no tuve otra opción, mi destino estaba en manos de mis padres, yo no podía opinar al respecto, así era la vida de una mujer… como decía mi madre.

Meses más tarde el pacto, o bien dicho el matrimonio se dio lugar en un prado muy bonito, adornado con flores y mesas para los pocos invitados… yo vestía una toga blanca y el también. Ni si quiera sentía emoción por mi matrimonio, no podía sonreír… no podía sentir alegría de esta celebración… fue un casamiento modesto, la fiesta transcurría tranquila… yo no miraba a Favius, en cambio el buscaba respuesta de sus actos… me tomaba la mano… sonreía, me besaba en la mejilla pero simplemente yo, no me sentía viva…

Al finalizar la ceremonia y la cena mi madre me daba indicaciones de cómo complacer a mi marido, cuando estuviéramos en el lecho sagrado de la intimidad… yo no escuche nada de lo que me dijo…

La consumación del lecho sagrado de la intimidad se llevaría a cabo en la nueva casa o Domus romana. Ahora dormiría con el pero no intentaría nada hasta estar en la casa llamada “Regia” ahí se llevarían las ofrendas a la diosa de la fertilidad.

Recuerdo que esa noche que dormí a su lado,  el nombre Vibia vino a mi mente, junto con todos los recuerdos de esa noche… y solo recordando el sabor de sus labios pude conciliar el sueño…

-una noche mas y seré la esposa de Quinto Favius-