Dulces truenos: La condena de la hermana

8º Entrega. Continuamos la serie con un capitulo en el que la hermana cae a los juegos de nuestros protagonistas.

Capítulo 8: La condena de la hermana

Había llegado a la casa de Elena, saqué las llaves que me había dado y crucé la primera puerta de la verja. Quizá tenía que haber valorado un plan, dudaba en esos momentos por si se encontraba alguien más en la vivienda.

Entré a casa, estaban las luces encendidas y alguna cosa se veía revuelta, ¿Que había pasado? Enseguida di un vistazo por la casa, parecía que alguien había estado rebuscando algo en algunos cajones y armarios.

Fui recorriendo todas las estancias dejando la habitación principal para el final, al menos no había encontrado otras personas, todo estaba bastante bien, pobre Elena, pensaba para mí.

Finalmente llegué al dormitorio y ahí estaba su hermana, enseguida recordé su nombre de aquel día que Elena me llevo a casa.

  • ¿Sonia?

No podía hablar, estaba visiblemente asustada al verme, claro, era un desconocido.

  • Tranquila, soy… la pareja de Elena, te voy a quitar esto —dije tirando de la cinta de su boca.
  • Elena no me ha hablado de ti, ¿Cómo sé que no vas a hacerme nada?
  • Estoy aquí ayudándote, ¿Qué ha pasado?
  • ¡Me han violado unos delincuentes!, —comentó entre llantos.

Tenía unos pechos hermosos y un físico envidiable, madre mía, pensaba que así atada sería fácil hacer lo que me diera en gana, pero, debía que ser más inteligente que eso.

Un gran pelo largo, unos rasgos de la cara tan femeninos como los de Elena, otro rostro angelical que había disfrutado aquel tipo esa noche, pensaba con envidia.

  • Voy a por unas tijeras para cortar esto y te puedas vestir, ¿Vale? Y me sigues contando.

En la cocina al tomar las tijeras había una nota que decía:

“Ya lo repetiremos otra vez, me has encantado.”

Supuse que sería mejor no tocar nada y ver lo que Sonia me contaba, al llegar a la habitación me dispuse a quitarle las cintas y se pudiera vestir mientras hablábamos.

  • Pero, ¿Cómo han entrado? la puerta no estaba forzada…
  • Eh, no sé, no sé, yo estaba dormida y me unos tipos me asaltaron…
  • Pero si toda la casa tiene las ventanas cerradas y con rejas y la puerta estaba cerrada… Sonia, ¿Me estás diciendo la verdad?
  • ¡Oye! no tengo porque darte explicaciones, no te conozco de nada.
  • Bueno pues ya se las darás a Elena, cuando vea su casa entera revuelta y vea como le han robado y todo eso ha sido culpa tuya, ¡Por echar un polvo!
  • ¡Qué! ¿Qué se ha llevado el cabrón?
  • Pero… —comenté dubitativo— ¿No habían sido unos delincuentes?
  • ¡Sí! ¿Y dónde está Elena?
  • Elena está durmiendo en mi casa, había venido solo a por una medicación que se le había olvidado y mañana a primera hora se la tiene que tomar, quería tener un gesto bonito con ella.
  • Ya… tu algo tramas, Elena no me hubiera dejado sola esta noche.
  • Estamos muy enamorados —Respondí.
  • Voy a llamarla, —contestó desafiante— no te creo un pelo
  • Como quieras, pero, ya estará dormida, no te va a coger el teléfono.

Vaya, era toda una fiera esa mujer, no sé si iba a poder conseguir algo o me tendría que ir a casa con las manos vacías…

  • No hemos empezado con buen pie y prefiero irme a dormir con Elena, te vas a quedar aquí, mañana ya le explicaras tú lo ocurrido a ella —haciendo un amago para irme.
  • Espera, mira, mejor no le digas nada, yo me apañare —decía ya no con tanta seguridad Sonia.
  • Yo le tengo que contar lo que he hablado contigo, no voy a mentir a mi novia y tu sé que me estás mintiendo a mí.
  • ¿A sí? ¿En qué te he mentido a ver? —cuestionó lo más pendencieramente posible.
  • Para empezar, a alguien has traído a casa voluntariamente, seguro que además te lo has follado, se apreciaba en tu coño cuando te he visto. También hay una nota en la cocina que lo aclara.

  • ¿Qué pone? Espera, déjame ver.

Le impedí el paso, me parecía que estaba ocurriendo algo más grave de lo que imaginaba y se estaba viniendo abajo.

  • Si quieres que te ayude, debes decirme ahora la verdad —aseveré con rotundidad.
  • ¡Quita! —respondió empujándome para abrirse paso.

En ese momento de choque me di cuenta que llevaba un anillo de compromiso, ¿Sería mi palanca?

  • Vaya, ¡Pero si estás casada!
  • ¡Pues si! —respondió desafiante.
  • Ya entiendo, casada y quedando con otros chicos ahora que estás en un sitio diferente….
  • Eres solo un niñato, ¡Te he dicho que me han violado!
  • Y tú eres una guarra infiel.
  • Mi marido es un importante abogado y haré que te arruine la vida como no te calles.
  • Vale vale, ya nos veremos.

Sin dilación me fui, con el claro objetivo de hacer una mansa gatita a esa agresiva y altiva mujer. Cuanto más alto creyera que estaba más dura iba a ser su caída —pensaba con malicia.

Cuando llegué a mi casa, allí estaba Elena mirándome con carita de lástima.

  • Mi vida… esto es por tu bien —comenté agachándome para liberarle la tira de la boca y liberarla para que pudiera hablar.

Hizo un ademán de hablar, pero no articuló palabra.

  • Quiero que veas algo.

Bajé el portátil de la habitación y mientras lo ponía a su vista comencé a hablar.

  • Como vas a ver, tu hermana ha aprovechado esta noche para llevarse a tu casa un chico y follárselo en tu cama.
  • No puede ser, ella está felizmente casada.
  • Mira esto —mientras le muestro la grabación en un momento que se les veía disfrutar de la situación.
  • No puede ser… es Diego —al pronunciar esas palabras rompió a llorar.
  • ¿Qué pasa cariño? ¿Qué pasa con Diego?
  • Él, es mi ex…
  • Vaya, lo siento. —manifesté apesadumbrado.
  • ¡Será Zorra! ¿Cómo ha podido? ¿En mi casa? ¿En mi cama?

Esta situación me pareció perfecta, la partida me había dado unas cartas mejores de las que me esperaba, no podía desperdiciarlas.

  • ¿Seguro que su marido se pondría furioso de ver estas imágenes cierto? —le cuestioné.

  • ¿Bromeas? ¡Le destruiría la vida a mi hermana!

  • Excelente, entonces vamos a jugar con Sonia.

Me dirigí donde estaba el teléfono de Elena y:

  • ¿Cuál es tu pin para desbloquearlo?

Elena se quedó dudosa, quizá en ese momento se planteaba que su hermana podía acabar como ella, destruida o arruinada perdiendo todos los lujos de los que disponía gracias a su esposo.

  • Si dudas, quizá te falta una pulsación más aquí, —dije tomando la pera de su plug hinchable.
  • ¡No! es 0654. —replicó.

Bien, entré a WhatsApp y busqué a su hermana, creo que las palabras sobrarían cuando viera las imágenes. En su chat, grabé el video apuntando a la pantalla del ordenador en una escena clara que se veían las caras y como disfrutaban.

  • Sonni: ¿Cómo tienes eso Elena? ¡Bórralo inmediatamente!
  • Eleniita: Soy Raúl, mi chica está ocupada ahora :)
  • Sonni: Eres un desgraciado, ¡Elimina eso!
  • Eleniita: Me parece que se lo voy a enviar a tu marido, y él juzgue si es una violación o no.
  • Sonni: No por favor, te lo suplico, no lo hagas, lleguemos a un acuerdo.
  • Eleniita: Vaya, ¿Ahora suplicas? ¡Jajajaja!
  • Sonni: ¿Qué quieres de mí?
  • Eleniita: Es fácil, total obediencia. Puedes elegir si le mando el video ahora mismo a tu maridito en mejor calidad o prefieres acatar TODAS mis órdenes sin oposición alguna.
  • Sonni: Pero, ¿Qué tipo de órdenes?

Mi plan estaba saliendo perfecto, tan seguro de mí mismo que iba a someter a las dos hermanas esa misma noche, riéndome, mirando a Elena aún en aquella posición le pregunté:

  • ¿Cómo se llama el marido de tu hermana?
  • Jorge… Jorge Fernández —contestó.
  • Bien cariño, gracias.

Comprobé que lo tenía agendado y busqué su contacto para comprobarlo y de nuevo le escribí a Sonia:

  • Eleniita: Si vas a dudar, déjalo, no voy a perder el tiempo contigo, ya se lo voy enviar a él en buena calidad, ahora que tengo la agenda de Elena a mano. ¿Se llama Jorge Fernández, cierto? —añadiendo el contacto de WhatsApp a la conversación.
  • Sonni: Te lo suplico Raúl, haré lo que quieras, no me hagas esto por favor, vamos a negociarlo.
  • Eleniita: No hay nada que negociar, accedes a cumplir todos mis mandatos sin excepción o tu esposo va a recibir este video. Espero haber sido suficientemente claro.
  • Sonni: Si, está bien.
  • Eleniita: Ve a la habitación de Elena y busca la cámara, ya no tiene sentido que este oculta.

Entre tanto, acudí al portátil y lo puse para que mi querida Elena pudiera disfrutar también de cómo iba a someter a su hermana.

En la imagen veíamos la cara de miedo y preocupación de Sonia, y me jactaba pensando que había desaparecido esa fierecilla de mujer con esos aires de superioridad.

  • Eleniita: Bueno, estoy aquí hablando con tu hermana y nos gustaría ver a los dos como nos haces un completo striptease tan sensual como te sea posible.

Estuvo un momento escribiendo, pero finalmente desapareció, supongo que se había arrepentido de lo que iba a decir y su mansedumbre se visualizó:

  • Sonni: Está bien.

Enseguida pudimos ver como se contoneaba en un baile sexual que parecía que había hecho más de una vez. Disfrutaba de aquel baile enormemente, me excitaba demasiado la idea de que la hermana estaría también a mis órdenes y podría disfrutarlas a las dos juntas.

  • Tiene buenas tetas —comente a Elena que tampoco quitaba ojo de la pantalla.
  • Deberías castigarla tan duramente como me hiciste mí, ¡Se ha follado a mi ex! —me contestó visiblemente enfadada con su hermana.

Vaya, así que Elena tenía sed de represalias, y yo no podía desaprovechar esa ocasión para continuar y aumentar mis perversiones.

  • ¿Ah sí? ¿Y qué debería hacerla?

Quería dar rienda suelta al odio y venganza de Elena que parecía presentar.

  • ¡Dile que se azote el culo como me ordenaste a mí!
  • Cariño, eso fue un castigo porque te portaste mal.
  • ¿Y ella? ¡Se ha follado a mi exnovio en mi cama!, ¡En mi casa! ¿No te parece eso peor?
  • Entonces, se ha portado mal contigo, no conmigo, deberías ser tú la que la que castigara, no yo, aunque te puedo ayudar.
  • Es una guarra, no se merece la vida que tiene, lujos, buenas ropas, buen coche, buena casa y dinero sin trabajar solo por su maridito. ¡Y encima viene a follarse a mi ex!

Realmente Elena se había enfadado con su hermana, desde luego ahora estaba furiosa y enrabietada con ella.

  • Poco a poco, tranquila, si quieres vamos a someterla juntos, siempre y cuando tu aprendas cuál es tu lugar, ¿Vale gatita?
  • Sí… lo he aprendido —esputó claramente resignada.
  • Bien, ahora veo que tus palabras son más honestas. Te soltaré.

Cuando le quité todas las ataduras que la mantenían fijada al taburete se quedó parada en esa misma posición, esperando.

  • Bien, parece que vas aprendiendo, como buena gatita a 4 patitas, a ver mueve el culito ese que me vuelve loco.
  • ¿Así? —me dijo moviendo su trasero como si tratase de imitar un animalito.
  • Muy bien gatita, —acariciando su cabeza agitando el pelo.
  • Bien, debo reconocer que este plug te queda perfecto, la pera para hinchar simula una perfecta colita como si fueras una mascota —reí vacilante.

Elena parecía más entregada y juraría que ahora su rabia estaría enfocada a su hermana por lo que trate de jugar con la situación y ponerla a prueba.

  • Decías que, querías castigar a tu hermana ¿Cierto?
  • ¡Si! —respondiendo enérgicamente y sin dudarlo.
  • Muy bien, entonces vístete, nos vamos a tu casa.

Mi gatita no mostraba signos de duda o indecisión, parecía tan decidida como yo de dar una buena represalia, quizá cobrarse una venganza o ajustar cuentas. Pero bueno, yo solo podía ayudar y disfrutar del espectáculo que seguramente me iban a dar, al fin y al cabo, no iba a desperdiciar la oportunidad.

------------------------------------

Gracias por la lectura.

Otra vez más agradecer a toda la gente que me apoya y me hace saber de una y otra forma que le gusta lo que escribo, me impulsa y motiva mucho a seguir escribiendo y subir un capítulo nuevo. No puedo olvidarme de aquellas críticas constructivas que me invitan a mejorar y todas las personas que me dan ideas o sugerencias.

relatosdesen@gmail.com

¡Hasta pronto!