Dulces truenos: El tormento de Elena.
Tercera entrega de la saga dulces truenos. Elena decide ir a la cena para así poder terminar ésta historia y continuar con su vida, pero no sabía lo que el destino le tenía preparado.
Puedes empezar la serie si todavía no la has leído en el siguiente enlace:
https://www.todorelatos.com/relato/158617/
Capítulo 3: El tormento de Elena.
¿Qué me había pasado? ¿Por qué tuve que mandar esa foto? ¿En qué estaría pensando? Ahora Raúl me había pedido que fuera a su casa vestida de esa manera, ¿Y si me ve alguien? ¿Y si hay más amigos suyos en casa? No cesaban las preguntas que me hacía y la inseguridad de la que me estaba empantanado. ¿Acaso ahora tenía opción? ¿Deseaba realmente vivir esa experiencia? Pasaban los minutos como cadenas arrastrándome, lo que cada vez me ponía más nerviosa, ¿Cómo podría cambiar esto mi vida?
Recordaba como años atrás accedía a leer relatos por internet y me excitaba la idea de ser sometida por un hombre, fantaseaba con encontrar ese hombre, pero un alumno de 20 años no podía ser tal hombre ¿O sí? Dudas que se convertían en verdaderos truenos en mi cabeza.
Tiempo atrás había tenido otras relaciones y sin embargo, no habían llenado mi vida, quizá no me podía negar que era una sumisa.
¿¡Una sumisa!? ¡Yo tengo carácter! ¡Un crío no me dominaría!
Se aproximaba la hora y ni siquiera me había quitado la ropa con la que le envié la foto, ¿Me sentiría cómoda con ella? ¿De verdad lo ansiaba tanto?
Cuando se acercaba la hora de la cena, mire en mi vestidor que ponerme para cubrirme hasta entrar en su casa.
Me meti al baño, y al pasar por el espejo vi que estaría mucho mejor con unos retoques, a mis ojos se les podía sacar más partido. Empecé a hacerme la línea de los ojos, un poquito más prolongada de lo normal, quería que se diera cuenta de ello, algo de color en la cara tampoco me haría mal y por supuesto realzar bien mis pestañas que para eso disponía de ellas. La duda sería el color para los labios, ¿Que tono le gustaría más? Opté por uno no demasiado llamativo,mientras meditaba qué podría faltarme.
- ¡Ah! El perfume - dijo en voz alta -
- Espero acertar con éste....
Me puse el abrigo y tras pasar por algo de cena miré el móvil a ver si me había mandado la dirección.
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Raúl: (Ubicación)
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Eleniita: Hola Raul, ya tengo la cena, salgo para tu casa.
Veía que Raúl no se había conectado hacía una hora y tampoco me estaba leyendo, pero tomé el coche hasta aparcar en la puerta de su casa. Volví a tomar el móvil y seguía sin contestarme.
Mientras esperaba, pensaba que seguramente esa noche acabaría teniendo sexo con él. De igual manera mi mente meditaba en buscar una salida: lograr que disfrutase, negociar y así lograr volver a nuestra vida normal -seguro que es una persona razonable que entenderá que esto es lo mejor- dije en voz alta.
Esa noche no podía afectar a mi vida, ni a mi trabajo, se repetía una y otra vez, había conseguido la plaza fija en el instituto y comprado una casa con hipoteca.
Su superioridad en años y la madurez la hacían respirar más aliviada, confiaba en que saldría de esa situación, tampoco era un mal chico, había tenido suerte pese a todo, comparado con todos los demás ejemplares a los que daba clase.
o
Eleniita: Ya estoy lista y con la cena en el coche.
Que clase de hombre tendría a una mujer como yo, vestida así y no estaría con el móvil en la mano deseando contestar, pensaba toda ella. Me apeé del coche y fui consideré la que era su puerta revisando el móvil. Era un adosado muy coqueto, el mío era otro nivel, pensé resignada en lo que me estaba costando la hipoteca.
Miré hacia la casa, me percaté que la puerta de la verja estaba entreabierta, la empujé ligeramente y se abrió, no había nadie. Sólo había un papel en el suelo que decía:
“Cierra la puerta y entra a casa, ya vuelvo”
Tome el papel, me aseguré de que la puerta de la calle quedara cerrada y crucé hasta el interior de la vivienda.
Dentro la casa, me quedé en el recibidor esperando, enseguida vi un perchero con algunas chaquetas y supuse que era el momento de despojarse y quedarme únicamente con el disfraz. Por un momento dudé, estaba en esa casa por primera vez y así vestida. Pero algo en mi interior hizo que depositara mi abrigo.
Me veía en el espejo que había en la entrada, estaba francamente provocativa, trataba de convencerme que Raúl era un buen muchacho, no era mala persona y que no había nada de malo en tener relaciones entre adultos. Al fin y al cabo, llevaba varios meses sin acostarme con un hombre y aprovecharía esa situación para desahogarme un poco.
¿Pero qué hacía éste muchacho que no estaba en casa?
Ipsofacto escuche la puerta de la calle abrirse, mi corazón se aceleró, un sudor frío recorría mi espalda, esto no era un sueño, ni una fantasía, tampoco los relatos eróticos que leía años atrás.
- Hola Elena, que guapa estas.
Estaba helada, petrificada, no sabía que responder, que hacer, no podía sentirme más vulnerable en ese momento pero tampoco deseaba huir de aquel lugar.
- Hoo-la – Atiné a decir –
Me recorría con la mirada todo el cuerpo, con descaro y lascivia, sin duda por cómo brillaban sus ojos y mordía su labio inferior le había encantado, hay que admitir que tenía una buena figura pese a que no fuera demasiado voluptuosa.
- Humm, y hueles de maravilla. - me contestó -
¡Vaya! Quizá después de todo no era tan malo, bien podría abusar de mi y lo único que me dice son cumplidos, que mono, concluí.
- Te he traído un regalo, toma, puedes pasar el baño para ponertelo, te espero en el comedor con la comida. No tardes.
- ¿Eh?
- ¡Ve al baño y póntelo!
Ese tono me perturbo un poco, no quería que se enfadase tan pronto, así que tomé la caja y me dirije al baño, era un cajita pequeña, al abrirla vi que tramaba.
¡Es un huevo! Me preguntaba si podría hacerme la tonta pero sabía exactamente qué era lo que quería. Que lo tuviera dentro mientras cenábamos.
Al cogerlo me di cuenta que era algo más grande de lo que consideraba apropiado pero lo que más me intrigaba es que era muy pesado, nunca había tenido uno en mis manos pero juraría que pesaría más de 1 kilo, ¿Cómo podría pesar tanto?¿Qué llevaría dentro?
Suspiré y tomé conciencia que lo debía hacer, iba a dejarme llevar y tratar de disfrutar de la noche. Acto seguido, me baje las braguitas negras y me senté sobre el váter, lo humedeci un poco en mi boca y traté de meterlo.
- Uff
- Esto va a ser imposible
Estaba más cerrada de lo que pensaba y los nervios del momento no ayudaban. Trataba de masturbarme un poco mientras lo empujaba pero iba a tener que forzarme un poco si de verdad quería meter tal cosa.
Finalmente entró - gemí aliviada - se adaptó perfectamente a mí en unos segundos, pero iba a ser difícil olvidarme de él por la carga que ejercía y tamaño.
Al salir del aseo, me empecé a dar cuenta según avanzaba por el pasillo que me estaba excitando esta situación, hacía fuerza con las paredes de mi vagina inevitablemente debido al peso y para lo que yo pensaba que me permitiría caminar mejor.
Estaba en la mesa sentado, sirviendo la cena, al verme aparecer de nuevo no me quitó el ojo de encima.
- ¿Cómo te sientes? – Pregunto –
- Bien. – Atiné a contestar –
- ¿Lo has puesto?
- Si señor
¿¿¿Qué??? ¿Por qué lo había llamado señor?
- Comprobémoslo entonces
Se saco lo que parecía una llave de un coche de su bolsillo y en ese momento pude descubrir las funciones que ocultaba el huevo dentro de mí.
- ¡Ahhhh! – Gemí alarida –
Una fuerte vibración me sacudió, fue muy potente de apenas unos segundos, pero me hizo debilitar mis rodillas, incluso diría que había perdido la visión unos instantes. Había sido muy intensa y enseguida pude notar como la vibración era muy leve inmediatamente después de que pasara.
- Bien gatita. Ahora vamos a comprobar si ese grito fue de placer o de dolor.
Se acercó lentamente a mi y me hizo un gesto con la mano para que me diera la vuelta…. Obedecí. ¿Qué iba a hacerme?
- ¡Plash! – azotó una de mis nalgas –
- Tienes un culito perfecto gatita.
Su mano acariciaba mi nalga sin ningún tipo de pudor y de verdad que lo estaba haciendo muy bien, enseguida con su otra mano empezó a recorrer mi cuerpo también con la otra mano. Trataba de no emitir más sonidos y dejarme hacer, desde atrás pasó sus dedos entre mis piernas y me di cuenta que estaba mojada, qué vergüenza, cómo podía haberme pasado eso.
- Parece que no lo estás pasando muy mal.
- Aw – mi cara ruborizada de bochorno expresaba más de lo que podía decir –
- Tranquila cariño, voy a cuidarte mucho.
Eso me descolocó más. ¿Cómo que cuidarme mucho? ¿Cuáles eran los verdaderos planes de Raúl conmigo? ¿Por qué me trataba así?
Acto seguido me quito el top desatando muy lentamente cada una de las cuerdas, era evidente que quería hacerlo poco a poco. Mis pechos al fin se liberaron y trate de echar los hombros hacia atrás para que alcanzaran una mayor turgencia que no necesitaban. Sentía como se erizaban mis pezones a medida que recorría mi cuerpo con sus manos, se ponían duros, desafiantes.
Cerré los ojos y me dejé hacer, me sentía poseída por el momento, ya nada importaba, estaba en sus manos por y para el placer.
Percibía sus finas manos en mi cuerpo y me encantaba, nunca había sentido nada igual, no entendía como podía estar gustándome tanto estar en esa situación…
- Muy bien, mantén los ojos cerrados mientras….
- ¿Mientras?
- Shhh.
Acariciaba mis hombros con intención de que relajara y con cada yema de los dedos recorrió mi espalda hasta mi cintura, note como agarraba mis braguitas por ambos laterales y me dio un besito en una nalga. Ya sabía que quería hacer. Bajaba simultáneamente ambas partes mientras yo trataba de ayudarlo con ligeros movimientos de mis piernas, una vez me despojó de la última prenda que cubría mis intimidades, me indicó que me inclinase hacia delante y sin doblar las rodillas pusiera mis manos en el suelo. En esa posición note su respiración en mi entrepierna, me estaba examinando en esa posición tan humillante y yo no era capaz de negarme, solo deseaba que siguiera. No paraba de sentir su respiración junto a la leve vibración y el peso del huevo, no podía estar sintiéndome más húmeda, no creo que en la vida pudiera haber exteriorizado tanto placer en forma de fluidos hasta la fecha.
- Ya está lista mi cena – declaró –
Lo note apartarse y caminar, ¿Iba a ser capaz de dejarme así? ¡Necesitaba que siguiera!
Me tomó del brazo y me hizo caminar, abrí los ojos para verlo, quería verlo.
- ¿Te he dicho que podías abrir los ojos?
- No Señor.
¿Otra vez? ¿Señor? ¿Pero qué diablos? – me juzgaba a mí misma –
- No puedo permitirte que hagas lo que quieras, tienes que ser obediente conmigo.
- Si Señor.
Estaba completamente resignada y vencida, sería mejor hacer lo que me ordenase.
- ¡Plash! – me dio un fuerte azote en el culo –
- ¡Ayyy!
- No los vuelvas a abrir, o si tendrás una buena sesión de ellos.
Tome conciencia de ello, no había sido muy fuerte, pero me había dolido más en el orgullo. Lo cumpliría por el recreo de su escena y conseguir mi placer.
Continuó tirando de mi brazo tratándome de guiar hacia donde tenía que ir, me sentó en el borde del sofá, me hizo abrir las piernas y que yo misma me las sujetase en alto, de seguro estaba ofreciendo una imagen de mi entrepierna de lo más abierta para su deleite. Totalmente entregada, en cuerpo y alma, ya no me importaba como pudiera verme en esa posición.
Empecé a notar como el huevo vibraba algo más, era muy estimulante, provocador, en breves segundos ya empezaba a notar como temblaba considerablemente, esperaba que volviera a cesar o sentía que iba a correrme ahí mismo. No concluía, eso no paraba y mi respiración era cada vez más agitada, empezaba a tener unas pequeñas convulsiones, trataba de inspirar aire cuando la vibración aumentó. No iba a aguantar, iba a correrme, no podía soportarlo más cuando me dijo.
- No te vayas a correr sin mi permiso.
Al escucharle no pude aguantar más, desaté toda la excitación contenida e inminentemente me corrí, un gran chorro que me hizo expulsar el huevo.
Ahora casi prefería no abrir los ojos de la vergüenza al pensar que me había meado y había disfrutado.
Al abrirlos, no me lo podía creer, había una cámara con un trípode enfrente de mí. ¡Me había estado grabando! ¡Dios santo! Esto sí que no podía ser, tenía que evitar a toda costa que pudiera hacer uso de la filmación. Lo primero que se me ocurrió fue que lo mejor sería salir corriendo de la casa con la cámara incluida, y una vez en casa me hubiera asegurado de borrarlo todo, devolvérsela. O mejor aún, romper la tarjeta de memoria. Tramé que lo mejor sería sonreír a cámara, que se confiase todo lo posible.
- Miau – Dije mostrando mi mejor perfil mirando a cámara –
- Vaya, vaya, así que a mi gatita le gustan las cámaras.
- Miau – solo queria ser sexy y que se confiara –
- Bueno, dile al menos tu nombre a la cámara preciosa.
- Soy Elena, Elena López, tu profe, miau
- Vaya, como has cambiado profe, te has vuelto toda una putita.
- Tu putita, - le dije acercándome a él –
- ¿Y que quiere hacer mi putita ahora?
- Ahora cierra los ojos tú, - le dije mientras miraba su paquete y me relamía –
- Vale vale, si lo pides por favor, te daré lo que tanto deseas.
- Por favor Señor, podría darme de comer – mencioné como una furcia –
- Toma gatita – me dijo bajándose los pantalones –
- Cierra los ojitos, así disfrutarás tanto como yo…
Eso me daría algo de tiempo, supongo que no iba a poder vestirme, pero cogería el abrigo y como pudiera saldría corriendo al coche con la cámara.
3…. 2….1….
Cogí la cámara con el trípode y corriendo me dirigí a la entrada, tomé el abrigo y me lo ponía según salía a la calle, ni me importó estar medio desnuda en plena calle, sólo quería irme y lo estaba consiguiendo.
Por suerte lo había despistado y engañado, pensé estando ya en el coche y comprobando que no me seguía…
Me creía la más lista del mundo cuando había salido con todas mis cosas. De pronto escuché un ruido:
- Beep, beep, beep
La cámara había pitado. Al verla no me lo podía creer.
- Conexión wifi perdida.
Muchas gracias por la lectura, deseo que les haya gustado, también agradecer a la gente que sigue los relatos y que me anima a continuar con la aventura.
Hasta pronto!