Dulces truenos-Capitulo 2: Un inesperado resultado
Segunda entrega de una serie que habrá escenas de: no consentido, dominación y amor entre otros.
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Capítulo 2: Un inesperado resultado
Me desperté, aún faltaba media hora para que sonara el despertador, pero mi cuerpo sabía que quería ir a clase, sin duda todo lo acontecido el primer día iba a dar un nuevo rumbo a este año académico, al menos, no sería un curso aburrido y ordinario más..
Durante el desayuno, me sumergía en mis pensamientos cavilando si algún día repetiría la experiencia que había vivido el día anterior con mi querida profesora, tan sólo la posibilidad de que volviera a ocurrir me hizo salir de casa con mucho ánimo, soñador e ilusionado como nunca antes había ido a la escuela.
Al llegar a clase, me senté en primera fila con mi amigo Sergio, teníamos aficiones similares y siempre nos echamos una mano para lo que necesitábamos. En las primeras horas transcurrieron las clases de programación y cálculo, pero en mi cabeza solo pasaba Elena, ¿Me estaría obsesionando? ¿Sería amor? ¿Tendría planes para ella? No paraba de analizar y considerar las opciones que podría tener con esa hermosa mujer.
A la hora del descanso fuimos a la cafetería como solíamos hacer el año anterior un pequeño grupo de compañeros de clase, no tardó demasiado en salir a la conversación lo que había pasado el día anterior.
- Sergio: ¡Raúl! Ayer dejaste que pasara el tiempo demasiado, vamos, esa mujer se merecía quedar en evidencia de una forma u otra.
- Raúl: Bueno la lección la aprendió igual, ¿No crees?
- Jorge: Pero la hubiéramos visto todos en ropa interior, ¡tío!
- Raúl: ¡Bah! No lo hubiera hecho y lo sabéis, no os perdisteis nada realmente.
- Sergio: Bueno, eso también es verdad.
- Raúl: Así he quedado como un caballero, mejor llevarse bien con los profesores.
- Jorge: Para lo que te va a valer, pero tú mismo hombretón.
- Raúl: Bueno, ya lo veremos – conteste con una sonrisa pícara –
No quería en ese momento alardear de nada, supongo que era mejor ser reservado y podría conseguir más en un futuro de esa manera.
Cuando sonó la campana, nos dirigimos hacia la clase y Elena estaba haciendo algunas anotaciones en la pizarra sobre sistemas informáticos, lucía un conjunto impresionante, un jersey muy largo negro que ni siquiera permitía adivinar si usaría unos pantalones cortos debajo, con un escote discreto y un collar de cadena con un corazón pequeño, sus piernas eran perfectas, largas, bien formadas, y todo está perfectamente combinado con sandalias algo taconadas que estilizaba aún más la figura de una hermosa dama.
La clase transcurría y yo solo pensaba que me gustaba demasiado, no sabía como actuar, como podría dirigirme a ella, pero no podía evitarlo. Venían a mi cabeza pensamientos de amor: invitarla a salir, conocerla más, coquetear y mostrar toda la pasión que siento por ella, pero debo admitir que mi mente también pensaba en someterla, hacerla sufrir con el sexo, chantajearla y convertirá en un solo juguete sexual de mi propiedad. ¿Sería extraño pensar querer de ambas formas tan diversas a alguien? Estuve toda la clase distraído, tan sólo fijándome en sus movimientos, en su pelo, en su rostro fino y delicado, que dejaba en evidencia también su carácter fuerte. No parecía que iba a tener fácil tener una relación como la que deseaba con esa profesora,tendría que poner todo de mí para merecer una oportunidad, pero vale la pena.
Al terminar la clase, me apresure para dirigirme a la puerta cuando ella salía.
- Hola Elena, ¿Cómo estás?
- Bien, bien, tengo otra clase lo siento.
- Solo quería hablar contigo cuando tengas un momento.
- No… no creo que pueda, tengo mucho trabajo Raúl
- Creo que debemos hablar de lo que pasó ayer Elena.
- ¡Shhh!, ¡No pasó nada! ¿Entiendes? Fue un error.
Al escuchar sus últimas palabras las posibilidades de acercarme a ella parecían irse desvaneciendo, quizá solo eran bobadas mentales en la cabeza de un adolescente y tendría que resignarme a aceptar la realidad.
Pasaron los días y al menos el trato que tenía con ella era cordial, si estaba hablando o distraído en clase no me llamaba la atención, incluso algunas veces abusando de ello no se atrevía a decirme nada. Se desquitaba con otros compañeros en mi lugar.
Se acercó la época de los exámenes, todos estábamos bastante preocupados, Elena era la típica profesora que suspendía a buena parte de la clase, justificando que por ser hombres debíamos esforzarnos más para aprobar, sumado a los constantes comentarios de que nos tenía manía.
Ya finalizadas las correcciones y para mi sorpresa, cuando nos devolvió los exámenes calificados, ¡Tenía un 9! ¿Pero cómo podía ser? Si incluso había dejado muchas preguntas sin responder, ¡Era totalmente imposible! Pero si, ¡Era mi examen! Cuando estaba comprobando el test me había dado cuenta que habían sido modificadas muchas de mis respuestas. Grata sorpresa la mía, que detalle más bonito había tenido conmigo, cuando bien podría haber estado en el montón de los suspensos.
Éste acontecimiento removió otra vez mis intenciones por mi maestra, había pasado ya tiempo y pensé que tal vez ella me tenía en mente.
Al salir de clase, me interrumpió el paso Rebeca, se había enterado de mi nota por los bocazas de mis compañeros que no se lo podían creer y la típica empollona estaba molesta por que hubiera tenido la misma nota que ella.
Rebeca, más bien como la conocíamos en clase, “La tetona”, era una adolescente muy introvertida, apenas se relacionaba con nadie más que con sus dos amigas del colegio y por lo que veía en ese momento, muy envidiosa.
- ¿Qué pasa?, ¿Qué te has tirado a la profe? – dijo Rebeca-
- Para nada, simplemente he estudiado más esta vez, y el trabajo siempre da resultados, - respondí vacilante –
- Ya claro, ¡no te lo crees ni tú!
- Claro que sí, si no cómo iba a sacar tales notas, seguro que a ti te cuesta mucho conseguirlas ¿O no?
- Tu algo tienes con esa profesora, desde el primer día te ha consentido en clase más de lo que debería, ¡A mí no me engañas! ¡Listillo!
Lo cierto es que Sergio también me había preguntado si había pasado algo especial con Elena, dado que no era muy normal ese resultado en su clase.Estas situaciones me permitieron fantasear de nuevo, concebir que había algo más y pudiera sentir algo por mí.
Sin duda, igual no había muchas posibilidades, pero aunque solo tuviera una oportunidad de tener una pequeña relación con ella, debía intentarlo. No me iba a permitir el lujo de arrepentirme toda la vida no haber tenido nada más con la profesora de mis sueños.
Era viernes, último día antes de las vacaciones de navidad, si quería hacer algo tenía que ser ese día, así que cuando terminaron las clases, espere en la puerta principal a que saliera.
Ahí está, pensé, los nervios se apoderaron de mí mientras se alejaba del instituto, no podía permitir que se fuera sin más y comencé a seguirla en la distancia. ¿Qué le digo? ¿Cómo empiezo? Eran preguntas que se repetían en mi cabeza. Antes de que me diera cuenta, entró a una casa, un chalet adosado bastante bonito, aunque poco podía ver desde fuera. En ese momento pensé que quizá había desaprovechado la oportunidad, pero, ¡Sabía dónde vivía! Me acerque a la puerta principal, con intención de comprobar si realmente era su casa y ahí está su nombre en el buzón, Elena López. Llame al videoportero sin pensarlo.
- ¡Raul! ¿Qué haces aquí?
- Quería hablar contigo, Elena.
Se escuchó la puerta de la verja como se abría y me daba paso hasta su casa. Allí estaba ella, con su short y una camiseta corta de lo más ajustada.
- Hola Elena, bonita casa, me encanta.
- ¿Qué haces aquí Raúl?
- Quería verte, ¿Puedo pasar?
No muy convencida se apartó de la puerta dándome paso invitándome a pasar extendiendo el brazo.
- Gracias, bueno, creo que los dos sabemos que has tenido un trato especial conmigo todo lo que llevamos de curso – dije tratando de manifestar una seguridad-
Quería agradecerte lo que hiciste por mí. Es todo.
En clase, varios creen que tenemos una relación, incluso Rebeca se dirigió a mí por primera vez para acusarme de ello.
- ¡Que locura! ¿Rebeca? ¿Cómo pueden pensar eso?
- Lo cierto es que me gustaría invitarte a cenar.
- ¿Qué? ¿Una cita? ¿Nosotros?
Acaba de proponerle una cita a esta gran mujer y ni siquiera había mostrado un ápice de duda, no lo había premeditado y al darme cuenta me quede callado.
- No puede ser, ¿Qué pensarían los demás profesores de mi si me ven cenar con un alumno?
- Entonces, ¿Solo te preocupa el qué dirán?
- Eh… no, no eres mi tipo Raúl, creo que es mejor que te vayas.
En ese momento veía como se había puesto un poco roja y por un momento pensé que quizá tendría que tendría que lanzarme si quería saber realmente la verdad.
Me subió un arrebato de pasión y la agarré de la cintura, sin dar pie a que ella hablara me acerque y la bese. Sus labios eran carnosos, suaves y delicados como ella, por un instante nos fusionamos retorciendo nuestras cabezas a lo que me atreví a recorrer su labio superior con mi lengua. Ese efímero momento se desvaneció con un fuerte empujón por su parte.
- ¿Qué haces? – dijo Elena -
- Pensaba que había cierta química entre nosotros.
- ¡NO! Ni de coña.
- Pues para no haberla, has tardado mucho en darte cuenta ¿No crees?
- ¡Vete! -me dijo totalmente avergonzada-
- ¿Estás segura?
- Eres solo un pervertido, vete o llamaré a la policía.
- Está bien, perdona, como quieras.
Me dirigí al exterior de la casa, con un breve adiós y resignando de que todo había sido una fantasía, quizá lo mejor era no hacerme mas ilusiones con esa mujer.
Más tarde, ya en casa, llamaron a la puerta.
- Hola Agentes.
- Hola, ¿Raúl Sánchez?
- Ss-Sí, soy yo.
- Debe acompañarnos.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Han interpuesto una denuncia por violencia de género contra usted.
- Rápidamente pensé en Elena, ¡Será Guarra! Pense para mis adentros.
Acabe pasando el día en comisaría, entre salas de espera e interrogatorios. No paraba de alimentar mi odio contra la maldita profesora, por su culpa me retenían en aquel lugar y mil otras cosas que pasaban por mi cabeza. Estaba realmente enfadado por la situación, ¿Qué pensaría la gente que se enterara que había pasado por esa situación? El rencor crecía en mí y empecé a diseñar un plan para conseguir que mi profesora se arrepintiera de ello el resto de sus días. Si no había podido ser por las buenas, sería por las malas, mi obsesión por poseerla colmó y estaba decidido a hacerlo.
Cuando llegué a casa, también tuve una buena bronca de mi padre, que aunque de media manera me entendió, no soportaba la situación.
Una vez en mi dormitorio tomé el móvil y decidí escribirle a la golfa de mi profesora.
o Raúl: Te has pasado, acabo de salir ahora y no tenías derecho a hacerme esto.
Se marcó el doble check pero no respondía. La conversación se autodestruye nada más leerse.
o Raúl: Yo creo que una mujer que manda fotos desnudas de ella en los baños del colegio no es alguien que se ofenda por un beso.
o Eleniita: No se de lo que me hablas, pero será mejor que no lo compliques más.
o Raúl: Te hablo de esto:
o Raúl: (foto con autodestrucción)
Había sacado una captura de lo grabé con mi móvil meses atrás con la foto donde se la veía a ella perfectamente desnuda.
o Eleniita: no …
o Eleniita: no deberías tener eso, por favor, bórralo.
o Raúl: ¿Borrar las pruebas de que eres una buscona que me provocó? Con esto todo el mundo sabrá cómo eres, y que soy inocente de todo lo que quieras decir de mí.
o Eleniita: por favor Raúl, no puedes hacer circular esa foto.
o Raúl: no seguiré perdiendo mi tiempo contigo, si quieres llegar a un acuerdo, estoy dispuesto a escucharte.
o Eleniita: Terminemos esto pronto, ¿Cuánto dinero quieres?
Ahora era yo quien debía esperar, pensar muy bien cada movimiento, esto podía salirme demasiado bien si jugaba correctamente cada pieza del tablero que disponía. Por lo que tenía pensar muy bien cada una de mis palabras. Meditando mucho me digne a escribir.
o Raúl: Lo primero quiero que me pidas perdón, un perdón sincero. Y me reconocerás que sentías algo por mí, retirarás la denuncia, y me harás toda una declaración de amor. Lo quiero todo en mensaje de audio, si no me gusta…. No hablaremos más, que cada uno se defienda como pueda.
o Eleniita: (Mensaje de voz)
No podía creer lo que estaba escuchando:
Hola Raul, perdóname, de verdad te suplico que me perdones, no vas a tener más problemas de mi parte y solucionaré los que puedas tener por mi culpa.
No era mi intención hacerte esto, eres un tipo muy inteligente y siempre me ha dado rabia que no aprovecharas más en clase.
Debo reconocer que la última parte sonaba a una justificación forzada, pero me gratificaba lo bien que estaban saliendo mis planes.
o Raúl: no me fío de ti, incluso me has denunciado.
o Eleniita: te prometo que si, por favor Raul.
o Raúl: podría enseñar tu foto y esa grabación de voz para demostrar a cualquier persona que dudara de si hice algo inapropiado. O simplemente pasarlas para diversión de mis compañeros.... seguro que estarían encantados de verte.
o Eleniita: eso podría ponernos en graves problemas a los dos, y no es muy inteligente que digamos. Permíteme que te compense por ello y nos olvidaremos del tema. ¿Cuánto quieres?
o Raúl: No me vas a comprar con dinero.
o Eleniita: ¿Qué quieres?
o Raúl: ya empiezas a hacer las preguntas correctas, algo hemos avanzado.
o Eleniita: Te compensare, si prometes guardarlo en secreto.
o Raúl: Dudo que me pueda fiar de ti. Creo que es mejor que cada uno tomemos nuestro camino.
o Eleniita: Por favor, dame esta oportunidad, no podemos jodernos la vida así, no me hagas esto Raúl.
No estaba dispuesto a desaprovechar esta oportunidad, estaba seguro que ella insistiría y empezaba a ver claro como tenía la situación controlada, solo tenía que asegurarla.
o Eleniita: ¿Qué puedo hacer por ti?
Continuaron los mensajes tratando de obtener respuesta, pero no la contestaba, quería hacerla esperar, que estuviera nerviosa, sin saber qué decisión habría tomado o tomaría.
o Eleniita: (Foto) Espero que te guste.
Era una imagen de ella con un disfraz de gatita sexy, una máscara que simulaba la de un gato con sus bigotitos y orejitas, un top ceñido en la parte superior por el que se veía el interior de su escote entre unas cuerdas que unían ambas partes de la prenda, y una diminuta braguita negra de la que salían unas medias de rejilla a los pies que estaban desnudos.
Mi primer instinto era correr a su casa y follármela como un animal, no obstante veía a mi profesora muy receptiva y complaciente, por lo que quería ver cuánto podría sacar de ella. Estaba tan excitado en ese momento que no pude contener las ganas.
o Raúl: Si, se ve que eres una gata, pero has sido mala conmigo.
o Eleniita: Miau, lo siento, perdóneme.
Mi profesora quería jugar, si ella sabe que tiene buen cuerpo y prefiere utilizarlo para comprar mi silencio, creo que podré disfrutarlo, Pensé.
o Raúl: Igual si te portas exquisitamente bien conmigo pueda perdonarte.
o Eleniita: Lo haré.
o Raúl: ¿Qué te parece si cenamos?
o Eleniita: Está bien, ¿Dónde te apetece cenar?
o Raúl: Me gustaría cenar contigo así vestida (haciendo referencia a la foto anterior).
o Eleniita: Entonces mejor que vengas a mi casa, preparé algo.
o Eleniita: No puedo salir por ahí así vestida.
o Raúl: No tengo ganas de salir de casa, ven a la mía, te enviare la ubicación, esta noche estaremos solos.
o Eleniita: pero, ese disfraz es demasiado…. Hace frío….
o Raúl: No seas tonta mujer, ponte un buen abrigo encima, y en mi casa te lo quitarás al entrar.
o Raul: Trae la cena.
Muchas gracias por la lectura y deseo que les haya gustado. También agradecer la bienvenida en esta página, todas las lecturas y comentarios que recibí en el primer capítulo.
Hasta pronto!