Dulces

¿Hace cuanto que no pruebas una deliciosa paleta?

La verdad es que no me gustaban los dulces. No creí que supieran tan bien.

Sebastián llego a mi piso algo tarde. Si digo algo es por concederle un poco de condescendencia. La verdad es que llego tres horas tarde. Toco la puerta y cuando me dirigí a abrir estaba dispuesto a soltarle una retahíla de reclamos por haberme hecho esperar tanto tiempo.

Había prometido que me llevaría no se cual lugar pero ya era tarde y yo sabia que ya no iríamos a ningún lado. A lo largo de esas tres horas trate de localizarlo varias veces, pero cuando llame a su casa me contesto la maquina esa que tanto odio y traía el móvil apagado. Y no se me había ocurrido nada más que esperar. Y ahí estaba. Más a pesar de que había planeado meticulosamente los cientos de insultos y reclamos que le habría de decir, cuando abrí no pude más que emitir un ’Hola’ ahogado. Sebastián estaba parado en la puerta, mirándome con una sonrisita juguetona. Me robo el aliento. Se veía guapísimo.

-¿Llego tarde?- me pregunta con un tono entre irónico y divertido el muy cínico.

-Pasa ya- me hago a un lado para dejarlo entrar- vas a tener que quedarte.

Pasaba de media noche y estaba lloviendo a cantaros, por eso le dije que se quedara. Cerré la puerta y me volví hacia Sebastián. Estaba algo mojado y la ropa se le pegaba al cuerpo. Traía puesto un traje sastre negro, el saco y la corbata en el brazo izquierdo, los zapatos lustrísimos, camisa blanca. Podía adivinan sus pezones erguidos sobre la delgada tela de la camisa. El pobre debía tener frió. Me pase la lengua por los labios, quería tocar esos pezones que ansiaban contacto humano. En ese momento, me percate de un detalle que me había pasado desapercibido cuando le abrí la puerta. Traía una bolsita marrón de papel en la mano. La dejo en la estancia. Pero además había otra cosa que atrapo mi atención.

Traía una paleta en la boca. Una paleta cualquiera, de esas rojas, esféricas con palito blanco. Ya saben de que hablo. Se la metía a la boca y la chupaba con fervor. Lamía la paletita sensualmente. Se la metía y sacaba rítmicamente como si estuviera haciéndole una mamada al dulcecito. Sus cautivadores ojos azules me hacían hervir la sangre. Empezó a mover la paletita de manera que se le encajara en la mejilla izquierda y yo pudiera observar la protuberancia que se formaba en su cara. Sacaba esa paleta y la lamía con la punta de la lengua. No pude más. Ver como gozaba del dulcecito me empezó a calentar.

Sebastián se dio cuenta de mi evidente excitación. Digo evidente por que para ese momento yo sentía las mejillas encendidas pensando que en lugar de aquel dulce el mamaba mi pene. Cerré los ojos tratando de imaginar la escena. Cuando los abrí tenia a Sebastián justo frente a mi. Me ofreció la paletita y me la puso frente a la boca. Yo abrí los labios y la chupe. Sabia a cereza. Lamí la paleta y me la metí completa a la boca. Cerré los labios alrededor de ella. Me encantaba saborearla. Sebastián movía la paletita en mi boca adentro y afuera. Después de un ratito la saco de mi boca y me beso. Me beso muy dulce (literalmente). Me metía su lengua y jugueteaba con la mía. Un beso increíble, suave.

Sebastien se reía de mi, y yo me sentía avergonzado de haberme excitado nada más de verlo chupar una paleta, pero a pesar de la vergüenza mi cuerpo me impidió moverme y me quede ahí, clavado de pie frente a Sebastien.

-Tienes las mejillas ardiendo- me dijo. Lo que hizo que me ardieran aun más. Solo asentí con un movimiento de cabeza y baja la mirada el piso. El se acerco y me beso la mejilla. Ensalivó la paletita un poco más, inclinó mi cuello hacia un lado y empezó a pasar la paletita por mi cuello. -mmmmhhh- me encantaba esa paleta recorriendo mi cuello con suaves movimientos circulares, embadurnándome de cereza, pero me encantaba aun más sentir que Sebastián empezaba a lamer todo el caramelo que se quedaba en mi piel. Su larga y ardiente lengua se aferraba a cada milímetro de mi cuello cubierto de caramelo. Sus labios aprisionaban pequeñas porciones de piel y con la mano libre (en la que no tenia la paleta) acariciaba mi nuca. No quería que se detuviera nunca, quería que lamiera mi cuello eternamente, pero la eternidad duro apeonas unos minutos.

-Te voy a compensar la tardanza- me dijo en un tono muy meloso.

Yo estaba excitado, no quería que hablara, quería que se siguiera entreteniendo con el caramelito y mi cuello. Queria que su lengua de terciopelo me arrancara quejiditos placenteros toda la noche.

-bueno- le dije sonriendo- me lo debes.

Como ya no saldríamos quería entretenerme en algún jueguecito, pero en ves de pedírselo lo deje a su imaginación e implore para mis adentros que me hiciera pasar una linda noche.

-ya...de acuerdo- Sebastián me sonreía con los ojos. Me encanta que haga eso, que sus ojitos me sonrían. Tan azules, tan bellos.

La paletita volvió a la boca de Sebastián que, aferrándose a mi muñeca, me jalo hacia adentro ya que seguíamos parados en el recibidor. Me llevo al living. Tengo ahí un sillón y un sofá, una mesita de centro. Todo alfombrado. La cortina cerrada y la estancia apenas iluminada por una lámpara. Una vez ahí me llevo al sillón y me sentó en el. Yo me dejaba hacer como hipnotizado por el sabor a cereza. Moría de ganas de saber que seria mi recompensa por esperar por horas como idiota a que llegara. Mentalmente le daba las gracias por haber llegado tarde y cambiar los planes de esa noche.

Sebastián se arrodillo frente a mi. Yo no traía nada en los pies. Me gusta sentir la alfombra al caminar, es decir, pera que tener una alfombra si no la disfrutas. Sebastián paso su mano por toda mi pierna, se saco la paletita de la boca y la paso por mi pie izquierdo. Acto seguido se metió mis dedos a la boca y los lamió y chupo. Yo solo atine a cerrar los ojos. Su lengua pasaba entre mis dedos. Dios, que sensación, era increíble sentir como degustaba mi pie. Yo suspiraba. Abrí los ojos y Sebastián me miro con una sonrisita de complicidad. Yo le sonreí también. Sebastián se metió la paleta a la boca, se incorporo y me saco la camisa.

La piel de mi pecho pareció erizarse. El frió me pego como una bofetada. Tenia la piel de gallina y los pezones se me habían puesto durísimos. Sebastián me movió y recostó sobre el sillón. Se arrodillo a un lado de mi una vez más. Yo estaba emocionado. Respiraba agitadamente pensando en el inminente torbellino de sensaciones que sabia me provocaría.

La paletita empezó a pasar por mis pezones ya erectos por el frió. Me recorría el pecho con ese dulce caramelo hacia círculos alrededor de mis tetillas erguidas, me marcaba caminos de dulce por todo el pecho, a paleta pasaba por mis pezones una y otra vez llenándome de dulce.

Me metió la paleta en la boca, e inmediatamente volvió a ocuparse de mi pecho. Se me olvido el frió. Empecé a sentir un torrente de ardientes llamas que me recorría la piel. Ardía en deseo. Sebastián se prendió de mi pezón izquierdo, que es el que le quedaba más accesible al estar yo acostado en el sillón y el a un lado. Se lo metió a la boca y empezó a lamer todo el dulce. Succionaba mi pezón con fuerza como si con esto pudiera salirme más caramelo. Lo mordía.

-mmmh mmmh mmmmpfff- yo estaba muy caliente. Una erección empezaba a ser visible en mi pantalón.

Sebastián rodeaba mi pezón con sus labios. Y luego, con pequeños círculos de su aterciopelada lengua seguía recorriéndolo muy suavemente. Lo que me hacia sentir con la lengua solo pude expresarlo con gemiditos placenteros que parecían calentar a Sebastián por que empezaba a pasarme la mano por el cuerpo y a succionar mi pezón con más fuerza. Recorría todo mi pecho, siguiendo los caminos de dulce que él mismo trazo. La paleta en mi boca me impedía gemir libremente pero sonidos ahogados escapaban por las comisuras de mi boca.

-mmmpf mmmh mmmmhh- me esta volviendo loco, me revuelvo en el sillón arqueando la espalda movido por el incontenible deseo que se adueña de mi carne.

-estas tan rico Paolo- Sebastián se detiene un momento para decirme un par de cosas - te voy a comer todo entero.

Su lengua, su dulce lengua se apodera de cada centímetro de mi piel cubierto de caramelo sabor cereza, se desliza suavemente saboreándome hasta llegar a mi otro pezón. Puedo sentir su aliento pasar sobre mi. Sebastián chupa mi pezón derecho, primero muy suavecito, después lo pellizca un poco. Lo muerde, lo aprisiona con los dientes y se lo mete a la boca succionándolo con tal fuerza que le pido que pare. No se inmuta. Se traga todo, todo el dulce. Pasa la mano sobre mi entrepierna. Mi pene esta incontenible en el pantalón. Siento que me arde la piel al contacto con la poca ropa que aun traigo puesta. Me saca la paleta de la boca y la pone en la mesita de centro. Muero por quitarme la ropa.

Sebastián adivina mi pensamiento. O eso creo yo. Se levanta. Vuelvo la cabeza para ver que hace. Se dirige al recibidor. Recoge la bolsa marrón de papel que traía consigo cuando entro a mi departamento. La había olvidado por completo. La curiosidad se apodera de mi. ¿qué traería?.

Sebastián vuelve junto a mi. Me pide que me pare y me pase al sofá. Me pide también que me desnude por completo a lo cual accedo sin objeciones, pues mi pene me pide a gritos ser liberado de la presión que mi ropa ejerce sobre el. Sebastián a su vez, se despoja de todo lo que trae puesto. Completamente desnudos nos dirigimos al sofá. Sebastián me pide que me siente. Lo hago un poco nervioso por la excitación. Mi cuerpo tiembla ligeramente anticipándome a lo que vendrá. Imagino un sinfín de cosas. Una vez sentado Sebastián me jala las piernas, las separa y coloca una a cada lado del sofá recargándolas en los lados de este. Me jala hacia el. Estoy algo incomodo, medio acostado en ese minúsculo sofá, con las piernas abiertas y completamente separadas dejando mi culo totalmente expuesto, a merced de los deseos de mi amado Sebastián. Me siento muy caliente, la sangre me empieza a ebullir a tal punto que no puedo aguantar y empiezo a masturbar mi pene con sus propios líquidos. Sebastián me detiene. Me dice que deje eso. Me detengo y pongo las manos en mis muslos, como para detener mis piernas y mantenerlas bien arriba y bien abiertas.

Sebastián se arrodilla frente a mi. Siento su aliento en la entrada de mi culo. Siento su lengua hurgar en mi huequito que arde ya en deseo. Siento como aprieta la lengua en mi culo y como la mueve lamiendo hasta el más ínfimo rincón de mi. Con las manos, separa mis nalgas para abrir un poco mi esfínter y poder introducir la lengua dentro de mi. Siento como su dulce lengua trata de penetrarme más profundo, como entra y sale de mi culo provocándome espasmos placenteros.

-mmmmh mmmh aaahh siiigueee mmmhhh- ya no tengo control, sobre mi cuerpo. Dicen por ahí que los hombres piensan con el pene, pues a decir verdad, en momentos como este es cierto, la razón ya no era parte de mi en ese momento.

Sebastien se detiene y se aleja de mi un momento. Yo cierro los ojos en un esfuerzo por aguantar las ganas que ya tenia de ser poseído por Sebastián. Escucho como Sebastián se mueve en la alfombra. Me pregunto que estará haciendo. De pronto siento como algo se aprieta contra mi culo. La lengua de Sebastián había ensalivado bastante mi hueco y esto facilita que mi esfínter abra paso a lo que hace presión sobre el. Se que no es Sebastián por que el esta sentado en el piso y se siente muy diferente. ¿entonces?.

Algo penetra mi esfínter y caigo en la cuenta de lo que es...¡La paleta!

La paleta abre mi culo y tan pronto como entra mi esfínter se cierra sobre ella. Sebastián la mete y la saca nuevamente provocándome ligeros temblores. La sensación es deliciosa. La paletita va dilatando poco a poco mi estrecho ano abriéndolo y cerrándolo a su paso. Sebastián la saca y me la da a chupar. Yo me la meto completa a la boca. Cierro los ojos para intensificar el sabor a cereza en la boca. Sebastián me la quita y me la mete de nuevo en el culo. La mete y la saca muy despacio. Me gusta sentir como se introduce una y otra vez por mi huequito. Después de cogerme con ella un rato Sebastián se la mete a la boca. De la mesita toma la bolsa de papel y la vacía en la alfombra, de tal forma que no puedo ver en que consistía su contenido. Pero solo tardo unos pocos segundos en descubrirlo.

Sebastián se inclina sobre mi. Me muestra lo que trae en la mano. Otra paleta. Pero esta es grande. Alargada, como un falo. ¿De donde habrá sacado eso?. Mediría unos diez centímetros y dos de grosor. Es blanca, rodeada en espiral por una línea verde y roja. La desenvuelve. Se la mete a la boca y la chupa con lascivia. Cierra los ojos, ensalivando bien el caramelo que me tiene embelesado viendo como entra y sale de la dulce boca de Sebastián.

-¿Quieres probarla?- me pregunta lujurioso cuando la paleta ya esta llena de saliva.

Yo asiento con un ligero movimiento de cabeza. Separe mis labios ansiosos... Pero para mi sorpresa la paleta no se dirige a mi boca. Sebastián se vuelve a arrodillar frente a mis piernas expuestas y mete de un tirón ese tronco de dulce en mi ansioso esfínter. Siento el caramelo dentro de mi y lo aprieto con el culo. Me encanta.

-Saboréala mi amor- Sebastián empieza a mover el caramelo dentro de mi, haciéndolo girar. Me agarro los muslos con fuerza y muerdo mi labio inferior. Aprieto los parpados. El dulce se mueve ahora hacia fuera y tan pronto sale se me vuelve a clavar hasta donde llega en toda su longitud. Me gusta. Me encanta que me folle ese dulce -mmmh mmmh aaaah aaaah mmmpff- Me retuerzo en el sofacito, muerdo mis labios en un incontrolable arrebato por sofocar mis gemidos en la boca. Sebastián mueve la paleta más rápido fuera y dentro de mi. -mmmmh sii follamee- le pido entre sollozos. Nunca me habían gustado mucho los dulces pero en ese instante no me hubiera importado ganar algunas caries.

Sebastián saca la paleta de mi deseoso huequito y me la da para que la chupe. La tomo y me la llevo a la boca. Sabe deliciosa. Mientras yo me entretengo chupando la paletita Sebastián mete la cara entre mis nalgas y empieza a limpiar todo el caramelo que hay alrededor de mi culito con suaves movimientos de su lengua. Se ayuda con las manos para separar mis nalgas lo más posible y poder introducir la lengua en mi hoyito tan profundo como su lengua se lo permite. Me escarba con la lengua sacando todo el dulce que puede. Yo chupo la paleta con lujuria imaginando que es el pene de Sebastián. Con la otra mano me acaricio el pecho jalando ocasionalmente mis ansiosos pezones erguidos. El dulce que la anterior paleta me había dejado en el pecho y Sebastien no había lamido se estaba empezando a secar sobre mi piel, endureciéndose y provocándome escozor.

Sebastián deja de lamer mi ano para revolver el contenido de la bolsita que sigue desparramado en la alfombra. Escucho algo como...¿mecánico?.

Han visto aquellas paletas que están incrustadas por el palito a un aparatito que con solo apretar un botón la hacen girar y girar. Pues eso es justo lo que ven mis asombrados ojos. Una paleta azul brillante. Sebastián la ensaliva bastante y me la mete. Cuando la tengo dentro activa el mecanismo. La paletita hace un magistral trabajo follandome el culo.

-ahhh mmmhhh mmmhhh aaaah- me vuelve loco. La paleta gira y Sebastián empieza un movimiento de mete-saca con ella. De tan manera que tengo a la paleta entrando y saliendo y además girando. La sensación es única.

-mmmh siii siiigue- me saco a ratos la otra paleta que estoy chupando para poder gemir. La sensación me esta enloqueciendo. Tengo el pene a punto de estallar.

-¿te gusta mi amor? ¿quieres más dulcecito?- me preguntaba Sebastián con su suave voz -¿Te gustan los dulces Paolo?

-Siiii! Me encantaaan los dulces- le respondo extasiado - mmmh mmmh quieroo más dulce Sebastián mmmh dame mááásss

Sebastián sigue manipulando la paleta giratoria dentro y fuera de mi. Yo dejo caer la otra paleta a un lado de sofacito para poder agarrarme los muslos y detener mis piernas que creo no poder controlar más. El dulce en el culo me provoca ligeras convulsiones placenteras. Me hierve el cuerpo. La paleta gira dentro de mi caliente culo y penetra mi esfínter una y otra y otra vez.

-aaahh siii follameee cogeemee- Le suplico. Sebastián me sigue follando, ahora suavecito, con la paletita. La mete muy lento, apretando mi culito poco a poco hasta que entra de golpe y la deja así, dentro, girar un poquito para después suave, muy suave y pausado, la va jalando hacia fuera haciendo que todos los pliegues de mi culo se abran poco a poco hasta que la paleta se libera de mi huequito y así sigue follandome con lentitud placentera un ratito más. Cuando la saca se la mete en la boca y la chupa. Luego se pone de pie y me indica que me incorpore y me ponga de rodillas. Lo hago sin pensarlo un solo segundo, de un salto ya estoy en la alfombra tocándome los pezones y muy atento a lo que tengo enfrente. Sebastián me muestra su respetable animal erguido. Yo abro mucho los ojos y abro la boca acercándola a el pero me detiene. Se empieza a pasar la paleta por toda la cabeza. Cuando ya esta bien cubierta de caramelo azul me la meto a la boca. Solo la puntita. Sabe a mora. Manipulo su pene con la lengua y me trago todo el dulce y demás líquidos que entran a mi boca. Sebastián me saca su herramienta de la boca y vuelve a pasar la paleta por toda la extensión de carne que tengo frente a la cara. Me ofrece la paleta y me la meto a la boca saboreándola con los ojos cerrados, pellizcándome los pezones que están durísimos. Me saco la paleta de la boca y su pene ocupa el lugar. Me lo meto entero. Me lo trago todo, hasta el fondo. Hasta que llega a mi garganta.

-mmmh mmmh- solo puedo emitir quejidos ahogados. Nadie puede gritar con un pene en la boca ¿me equivoco?. Sebastián mueve la cadera empezando a follarme la boca. Me mete el pene hasta la garganta una y otra vez. El sabor de su liquido preseminal se mezcla con el de la paleta azul provocándome un torrente de emociones que me calan hasta los huesos. Tengo el pene durísimo, erecto, ansioso. Los pezones enrojecidos, doloridos por los pellizcos que me doy. El culo ardiendo. Y el resto del cuerpo cubierto de una fina capa de sudor.

  • aaah mmpfh mmmh mmmh- Sebastián gime y me agarra la cabeza moviéndola al compás de sus envites. Me encanta mamarselo. Me folla la boca como loco. Yo cierro los ojos y me dejo dirigir. Dejo que haga con mi boca lo que quiera.

Después de un rato me saca su pene de la boca. Con la lengua acaricio sus testículos. Me los meto a la boca y lo masturbo un poco con la mano.

-Basta. Basta ya o me vendré en tu cara- Sebastián me hace a un lado y lo miro un poco triste al verme privado de mi entretenimiento. No se inmuta, deja la paleta en la mesita y se da vuelta para dirigirse a la cocina. Yo me siento en el piso, en la suave alfombra, a esperar lo que sigue. Sebastián regresa con un botecito de miel que tenia yo en la alacena. Lo destapa y se embarra el dedo índice con ella y me lo mete a la boca. Yo lo limpio todo. Luego me levanta y con la mano tira todo lo que hay en la mesa al piso. Me acuesta en la mesa y me llena el pene de miel. Se lo mete a la boca y lo mete y lo saca tragándose mis líquidos y la miel. Chupa, succiona mi sexo saboreando la dulce miel. Me aprieta un poco con los dientes, lastimándome, haciéndome gemir de placer.

-aaaahhh aaammpfff mmmphh- Le acaricio la cabeza y me sobo el pecho -aaahh sii siigue amoor llenamee de miel...coomeme amor

Sebastián me hace una espectacular mamada. Recoge la paleta azul del piso y la chupa y la pasa por mi glande. Se lleva mi pene a la boca y con la lengua me quita hasta la más mínima gota de dulce. Me limpia todo. Estoy a punto de correrme. Se embadurna dos dedos de miel y me los mete por el culo. Chupandome el pene y follandome con sus hábiles dedos estoy en la gloria. Me encanta.

-aaaah aaah sseeebbb aaaahhh mmmmh- los dedos entran y salen ayudados por la miel. Mi culo dilatado pide más. Me palpita. Me siento hervir. Sebastián mete otro dedo- ooooh uummmh siiii follameee-. No puedo aguantar un segundo más y me corro en su boca. Chorros de semen le llegan hasta la garganta y el se lo traga todo. Me limpia con la lengua. Estoy extasiado. Me empiezo a relajar y a sentir como mi pene palpita, late con los últimos estragos de la excitación que me ha hecho venirme.

Sebastián me deja descansar un rato. Cuando ya estoy totalmente recuperado me levanta y me dirige al sofá. Me da la vuelta de manera que le doy la espalda. Me agarro del respaldo e inclino un poco el cuerpo para ofrecerle mi culo lo más accesible posible. El ha recogido la paleta azul del piso y la chupa. Me la mete al culo unas cuantas veces. La mueve muy suave dentro y de nuevo hacia fuera. Poco a poco vuelvo a tener otra erección. Me saca la paletita y se dirige a uno de los lados del sillón a recuperar la paleta más grande, aquella que deje caer hacia rato. La encuentra, la ensaliva y me la mete al ano. Me folla duro con la paleta metiéndola y sacándola muy rápido. Mi esfínter se dilata y muevo las caderas pidiéndole más. Mi pene esta erguido por completo. Siento que me va a estallar el culo de lo caliente que estoy.

Sebastián saca la paleta y en su lugar aprieta su pene contra mi ano. Yo me inclino lo más que puedo para recibir ese pedazo de carne que me hace gozar tanto. El empuja muy suavemente su pene haciendo que me vaya entrando poco a poco. Se abraza a mi cuerpo y siento mi espalda contra su pecho.

-¿ya esta todo dentro- le pregunto con un susurro.

No me responde, me abraza más fuerte y me da pequeños mordiscos en la oreja, me besa el cabello. Me lo sigue metiendo con lo cual queda respondida mi pregunta. Mi bien lubricado culo facilita la tarea de metermelo hasta el fondo. Sin ningun esfuerzo, pero con suma lentitud Sebastuien logra meterme toda su estructura dentro de mi caliente culo.

Cuando yas me lo ha metido completo se detiene. Yo siento que el culo me palpita ansioso, siento cada milímetro de su piel dentro de mi. Siento un torente de ardientes sensaciones que recorren mi espina dorsal. Sebastien me acaricia el torso, me besa la espalda. Me besa el cabello, el cuello, los hombros.

Y después de un rato de ensimismamiento empieza a bombearme el culo con cuidado, muy despacio. Lentamente desliza su pene hacia fuera sin llegar a sacarlo para después, con la misma lentitud vlver a ensartármelo todo. Siento como mi estrecho culo se amolda perfectamente a su aparato.

Sin previo aviso se incorpora un poco y tomándome de la cintura empieza a cogerme con más fuerza, empieza a moverse más rápido. Parsimoniosamente empieza a imprimir un ritmo cada vez más acelerado a sus embestidas hasta que ya me bombea tan rápido que temo que me fallen las piernas y me caiga o me empuje con tal fuerza hacia delante que me estrelle con todo y sofá contra la pared y me rompa los dientes.

La sensación es tan placentera que a mi alrededor todo deja de existir para escuchar únicamente los bufidos (por que más que gemidos parecían bufidos...me cogia como bestia) de Sebastián y mi propia entrecortada respiración.

El ritmo de Sebastián era tal que mi calido interior parecía haberse dilatado al máximo y mi pene estaba durísimo, erectísimo, a punto de correrme. Me taladraba el culo con furia.

-oooh mmmh siii cogemee seeb cogemeee fuertee ahhh mmmh- Le pido entre gemidos -Sebastián empieza a mover su cadera atrás y adelante un poco más suave metiendo y sacando su pene de mi agujero haciendo que me tiemblen las piernas. Me penetra con su poderosa herramienta una y otra vez, El mete-saca que me hace me empieza a enloquecer. Sudabamos a mares.

-ya esta saliendo un poco de color- me dice; al principio no entiendo, pero luego caigo en la cuenta de que su pene esta sacando de mis entrañas el dulce que las paletas dejaron ahí dentro

-mmmh sii amor sácalo todo todooo- Muevo la cadera y nuestros cuerpos se mueven al compás de nuestras respiraciones. Sebastián me agarra la cadera y me empuja hacia el haciendo que se me encaje su pene en lo más profundo de mi culo. Lo sentía entrar y salir centímetro a centímetro. Sonreí para mis adentros nada más de imaginar el dulce azul salir de mi culito. Además los cambios que hacia de ritmo, primero muy lento, luego muy rápido y luego lento de nuevo hacían que mi cuerpo sufriera espasmos de placer que me hacían temblar las piernas.

-mmmmhhh aaahhh cogemeee fuerte- me embestía más y más rápido y con cada envite sentía que me fallaban las piernas- más fuerteee máááásss!

Sebastián estaba como poseído taladrándome el culo con fiereza. -aaahh mmmh mmmpf ¿te gusta Paolo? ¿quieres más?.

Siii, mááááásss damee máááss rómpeme el culoo- Me empezó a embestir tan fuerte que empujamos el sofá y si no hubiera pegado con la pared se habría caído con nosotros encima. Me lastime los dedos que tenia en el sofá cuando choco con la pared. Justo lo que temía, por fortuna no me rompí los dientes como había pensado.

Lance un gritito de dolor pero me olvide enseguida de ello distraído por las salvajes penetraciones de las que estaba siendo victima - ahhh aaahh me maatas mee encantaa mmmmmh mmmmpf ahhh- Sebastián se movía más y más rápido entrando y saliendo de mi ano. Mi esfínter no podía estar ya más dilatado y yo sentía su pene penetrarme una y otra vez. Me sentía tan caliente por dentro que pensé que iba a desmayarme.

Me encantaba sentirlo en mi interior, taladrándome. Me lo encajaba de tal forma que sentía que me partiría. Lo sentía hasta lo más profundo de las entrañas. Sus uñas se me encajaban en la cadera de la cual se aferraba para poder cogerme más fuerte. El mete saca que me hacia alcanzo un ritmo frenético que no pude aguantar más y apretando su delicioso aparato con todos los músculos de mi interior tuve un intenso orgasmo que me hizo desplomarme en el sofá ente gritos de placer. -aaaahh me cooorroooo mmmh mmmpfh-

Sebastián se dirigió hacia mi cara y terminando de masturbarse con la mano me volteo hacia el, recargué mi espalda en el sofá y sentado en la alfombra recibí todo su esperma en la cara. Con el dedo recogió poco a poco su semen y me lo fue metiendo a la boca hasta que me lo termine todo. De los restos de la pequeña bolsa de papel marrón tomo un cubito de azúcar y se lo puso en los labios invitándome a probarlo. Nuestras bocas se entrelazaron en un largo beso, disolviendo el azúcar hasta que no quedo rastro de ella. Me dio un beso en los labios y me pregunto -¿Queda saldado lo de esta noche? ¿O compramos más dulces?- Yo sonreí satisfecho.

Y a ti ¿te gustan los dulces?

Una vez más el relato es algo extenso. No pude evitarlo.

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