Dulce VI (La entrega de Laura)
Cómo consigo todo lo que quiero de Laura con su total aceptación
Laura Entregada.
Tras el episodio en el restaurante seguimos camino hacia Granada. Durante todo el viaje seguí jugando con mis dedos en el sexo de Laura sin dejar que se corriera, quería mantenerla excitada y ansiosa, pero llevarla hasta el punto de enervación.
Durante el trayecto hablamos de varias cosas, comentamos, reímos, jugamos y manteníamos un ambiente cordial, morboso y altamente sexual entre nosotros.
Paré a repostar en una gasolinera y aprovechamos para entrar en los aseos y refrescarnos un poco a la vez que recomponer nuestra imagen, cuando Laura se dirigía al baño le dije claramente “quítate el sostén”.
Ya sólo nos quedaba media hora hasta Granada y continuamos con el ambiente morboso de nuestros juegos.
“Dime una cosa” me soltó Laura de repente “¿qué es lo que tengo que conseguir?, me ha quedado claro lo que he de hacer, pero lo otro…”
“Mira Laura, lo que has de hacer quiero que quede claro que será un juego entre nosotros dos. No voy a obligarte a nada, de hecho, el contrato ya lo tienes firmado y si quieres parar esto y dar marcha atrás lo entenderé. Pero creo que todo esto también te gusta y lo estás disfrutando…”
Dejé un momento de silencio entre nosotros…
“Para que siga nuestro juego has de aceptar todas las reglas que te puse y quiero toda tu predisposición, si continuas ha de ser de forma voluntaria y con total entrega…”
“¿Y Paco?”
“Lo de Paco es cosa tuya no mía. Si quieres compartirlo con él y ser ambos partícipes de este juego no me opondré, pero ambos tenéis que tener bien claro la regla de que, cuando te reclame, serás únicamente mía”
Laura me miró mientras yo estaba atento de la carretera, acarició mi nuca y me dijo…
“Sabes perfectamente que acepto. Ahora que lo he probado no sé si podría renunciar. No sé dónde conducirá ni cómo terminará, pero el placer que me estás haciendo sentir vale la pena cualquier riesgo. Con Paco ya hablaré y lo entenderá. Al final de todo lo hacemos…lo hago por la empresa que es mía al 50%. Acepto la situación y acepto tus reglas y condiciones v o l u n t a r i a m e n t e”
Dijo esto último muy lentamente, separando cada letra mientras que, la mano que jugaba en mi nuca descendía por mi cuello hasta situarse en mi entrepierna.
Estábamos llegando al hotel cuando me dijo “pero aún no me has dicho lo que he de conseguir”
“Te lo diré después, cenando. Estamos llegando al hotel que he reservado y quiero que te prepares, a partir de ahora quiero que seas muy coqueta y sensual, quiero que todo el mundo te desee pero que muestres que eres mía. No me importa que te tomen por una puta de lujo pagada, es parte de tu papel”
El hotel que reservé estaba en la parte vieja de Granada, en el Albaicín. Un palacete mozárabe totalmente restaurado y con sólo 10 habitaciones. La recepción estaba situada en parte del patio central y en ella se podía ver todavía parte del muro de defensa que tenía. En el centro una fuente que, aparte de adornar, llenaba de música ambiente el sitio con el ruido del golpear del agua en la piedra.
Mientras yo rellenaba los papeles, Laura se paseaba por el sitio mirándolo todo y dejándose ver tal y como yo quería. De hecho, el propio recepcionista no podía dejar de mirar, de soslayo, sus ademanes y movimientos en el recinto.
La habitación que nos dieron era doble, tipo dúplex, en la parte baja una zona de entrada con armario, la habitación y un amplio baño con todo lujo de detalles. Lo mejor era la amplia bañera diseñada directamente en el suelo del recinto (tipo terma) y con cabida para más de dos personas ampliamente.
En media de esta habitación habían unas escaleras que subían a un altillo que no era más que una zona de estar, con amplios sofás y un ventanal desde donde se divisaba perfectamente la Alhambra.
Laura quedó maravillada con la imagen y se recreaba en ella mientras se inclinó y apoyo sus manos en el alfeizar. La imagen era tentadora y no me resistí.
Me dirigí hacia ella tomándola de las caderas mientras mi mirada contemplaba el mismo paisaje que la tenía extasiada. Lentamente, y sin que ella cambiara de postura, la despojé del vestido mientras mis manos acariciaban su espalda, mi lengua lamía su cuello, la mordía. Me separé ligeramente para contemplarla mientras me desvestía y volví a aproximarme mientras le decía…
“Creo que vamos a pasarlo muy bien, veo que tu disposición es total… ¿con qué parte de tu cuerpo me vas a dar placer ahora?”
Ella, como respuesta, arqueó más sus riñones y separó ligeramente sus piernas para facilitarme totalmente el acceso
“Tú decides, no yo, estoy a tu disposición para ser usada, para que busques tu placer en mi cuerpo…”
Esta respuesta me encantó. Me quedó claro que Laura sabría perfectamente ser y estar estos dos días que la tendría y, sin miramientos, se la inserté íntegramente en su húmedo y expectante coño. Comencé con movimientos muy lentos, cadenciosos, viendo cómo entraba y salía toda la extensión de mi pene y ella se retorcía, arqueaba más la espalda, gemía y movía las caderas pidiendo más guerra. Empecé a acelerar mis embestidas mientras contemplé su ano aún dilatado de la follada de antes. No me resistí y metí un dedo dentro que fue acompañado de un profundo jadeo de ella y aceleré mis embestidas mientras ella ya no se contenía y de sus labios salía…
“así, dame más…más fuerte…úsame… hazlo y úsame…. Lléname de ti …”
Dicho esto, nuestros orgasmos coincidieron, ella lanzó un profundo gemido mientras sentía las palpitaciones de mi pene en su coño y mi semen era depositado en lo más profundo de su ser. Cuando la saqué, aún dura y brillante por los flujos, parte de sus fluidos y mi corrida salían y bajaban por la cara interior de sus muslos. Se giró y me besó en la boca, le comí la lengua mientras le decía…
“Un orgasmo, una follada contemplando la Alhambra, no está nada mal para empezar…”
Después de esto, bajamos al baño y nos dedicamos a recuperarnos con un estupendo baño. Mientras estábamos los dos dentro del agua, Laura se dedicaba a enjabonar dulcemente cada parte de mi cuerpo, acariciando, aclarando….
“Como te dije, hay una cosa que has de conseguir. Tendremos que planificarlo muy bien y posiblemente hemos de trabajar en equipo para ello”
Laura seguía lavándome cual esclava que asea a su señor
“Quiero que me consigas a Dulce”
Ella paró todos sus movimientos en mi cuerpo, me miró a los ojos...
“¿Dulce? ¿No te basto yo? ¿Qué hay de mí, como quedaré en este juego? No quiero perder esto y si tengo que hacer algo más, sólo dímelo”
“Tranquila, como te dije, entre nosotros seguirá lo que queramos y hasta cuando queramos, pero quiero a Dulce”
“Pero si es casi un infanticidio, le llevas más de 25 años, es una veinteañera que no podrá darte ni estar a la altura de lo que yo podré ofrecerte”
“Ya te dije que no te preocupes por lo nuestro, pero quiero que me consigas a Dulce, quiero su entrega como la tuya, me apetece ese joven cuerpo veinteañero y si quieres la cuenta general de la empresa, has de conseguírmela. Tenemos que trabajar juntos para conseguirlo, ella no te reemplazará, si eres buena es posible que la comparta contigo, ya se verá, pero quiero su entrega, la quiero mía. Ahora céntrate en estos dos días que tienes por delante para asegurar tu puesto a mi lado y no se hable más”
Para terminar la charla Laura me dedicó una húmeda mamada pasional, sin apartar sus ojos de los míos para ver mi cara de satisfacción al sentir sus labios, su lengua, al ver las babas bajando por mi pene, al sentir y oír como tragaba la totalidad de mi corrida.
Aún era temprano, las 7 de la tarde y salimos a dar una vuelta por el barrio de la judería. Por el calor que hacía le pedí a Laura se vistiera con una falda corta, una camiseta de tirantes y unas zapatillas en cuña, veraniegas y de suela de esparto, atadas al tobillo. Tanga sí, pero no sostén, quería sus pezones marcados en la tela.
Su conjunto causó sensación al pasar por la recepción camino de la calle, ella sabía perfectamente cómo quería que actuara y lo estaba haciendo. Su imagen era la de una lumi, una prostituta de lujo a mi servicio (al menos eso era lo que quería que pensara todo el que la viera)
Caminando por las calles del barrio, no pasaba desapercibido que la población de la zona era de gran mayoría musulmana y de color. La imagen de Laura era el foco perfecto para sus miradas y el blanco de comentarios susurrados al oído.
Paramos en una tasca a tomar algo, la tradición de la zona es la de acompañar con una tapa la bebida y, lo que nos pusieron, estaba delicioso. Así se lo hice saber al camarero que no quitaba ojo de los pezones de Laura. Este, de origen musulmán, era atento, servicial y capaz de entablar cualquier tipo de conversación con tal de seguir contemplando aquellos pezones.
Al rato de estar charlando ya entré en supuesta confianza y le pregunté por un sex shop en la zona.
“Quiero jugar plenamente con mi hembra y necesito algunos juguetes” le dije mientras él se quedaba pálido mirándome a mí primero y después a ella.
“Casualmente, en la calle de detrás hay uno” me dijo con tono irónico.
Pagamos la cuenta después de darle las gracias por su gentileza y dirigimos los pasos hacia el sex shop sabiendo que el camarero y todos sus colegas, nos seguían con sus miradas recreándose en las nalgas de mi acompañante y, seguramente, espoleados por los comentarios de la conversación que tuvimos.
Ya dentro de la tienda fui directo y rápido, escogí unas esposas, un huevo vibrador con mando a distancia (con los que tanto me gusta jugar con todas mis conquistas), unos lazos para los pezones unidos por una cadenilla y, ante la mirada del vendedor, le probé varios collares finos, de cuero, con adornos, hasta encontrar el justo a mis gustos. Anunciador de su condición, pero lo suficientemente elegante como para que sirviera de complemento con cualquier ropa.
El estado de excitación de Laura se dibujaba en su mirada, en sus pezones duros, en sus comentarios y aprobación a mis compras.
Se me ocurrió una maldad y, saliendo de la tienda, regresamos a la tasca donde estuvimos antes.
Volví a pedir dos copas y mientras la dejaba sola en la mesa, me dirigí al camarero que nos había atendido antes.
“Por tu amabilidad te quiero hacer un regalo, podrás ver algo que deseas, pero sólo verlo y aliviarte ¿quieres?”
Sabía perfectamente cuál sería la respuesta del joven y, regresando a la mesa, tomé a Laura de la mano y nos dirigimos al baño de señoras.
Al entrar ya nos esperaba Hamed que se encargó de cerrar la puerta.
“Ya sabes las condiciones” comentario mío que él marcó con un asentamiento de su cabeza.
Tomé a Laura contra mí, su espalda en mi pecho y mis manos empezaron a tocarla mientras el chaval ya había sacado tu pene y lo tenía en la mano moviéndolo. Misa manos subieron el top de Laura dejándole ver sus pezones duros, a punto de reventar, mientras ella se dejaba hacer apoyando su cabeza contra mi pecho.
Mis manos bajaron a su falda levantándola para que Hamed viera su tanga. Tomé los bordes y tiré hacia arriba consiguiendo que se le clavara en el coño. Podía ver sus labios hinchados a cada lado de la tela.
Hamed ya se masturbaba desesperadamente cuando jugué con el clítoris y empecé a frotarlo buscando el orgasmo.
El de laura coincidió con el de Hamed, ambos entre estertores y jadeos hasta normalizar la respiración de cada uno.
Laura se giró y me dio un profundo beso mientras me decía “gracias, lo necesitaba” y Hamed terminaba de limpiarse y acomodar nuevamente su uniforme.
A la salida de la tasca tanto Laura como yo mismo estábamos radiantes, ella por el placer que estaba sintiendo, yo por su entrega.
“Prepárate Laura, tengo algo en mente para esta noche” le dije mientras seguíamos caminando.