Dulce venganza
Mi marido me engaña, lo se, pero no seré otra tonta mujer sufriendo.
Teasing .
Soy Laura, mi pequeña aventura comenzó hace apenas 3 meses y así fue:
Vivo en unos lindos suburbios al norte de la ciudad con mi esposo Mario, llevamos casados a penas un par de años y hasta donde yo tenía entendido, felizmente casados, aunque Mario no piensa lo mismo. Así es, con menos de un par de años como matrimonio, el maldito me engaña, no se con quien, ni cuando, ni mucho menos cómo se dio todo, pero lo sé, lo se por los mensajes en su teléfono, su olor cuando llega por la noche, su extraño comportamiento y las interminables llamadas a altas horas de la noche supuestamente por "trabajo". En el momento que me enteré, me enfurecí, me volví una loca y rompí un par de cosas en la casa, pensé en que mataría a mi marido en cuanto cruzase la puerta de la casa esa noche, pero, después recapacité, pensé que no sería una mujer sumisa, engañada y utilizada, no señor, yo nunca he sido así y no me volvería una esposa atormentada por culpa de un estúpido sin escrúpulos como Mario.
Ese juego lo pueden jugar dos, pensé, de cualquier forma mi esposo siempre está muy ocupado o cansado para atender mis necesidades como mujer, y si puedo continuar disfrutando la buena vida que me da el dinero de mi marido y viviendo mi vida como mejor me parezca pues es sin duda la mejor solución. Así que, desde ese día, puse en marcha mi pequeño y astuto plan. Después de todo es mucho más fácil para una mujer conseguir lo que quiere
La primera etapa de mi plan consistía en una prueba, ya saben, para ver el terreno y decidir si tenía el valor de hacerlo. En la mañana, justo después de que el imbécil de mi marido se fue a trabajar, bajé a desayunar, pensando en la mejor estrategia, y súbitamente la idea me llegó, el servicio de mecánico a domicilio, ya lo habíamos utilizado un par de veces y siempre llegaba algún muchacho de buen parecido a atendernos. Entonces salí al garaje, abrí el cofre del auto, tomé una pequeña navaja y corté una manguera, un montón de líquido verde comenzó a salir por ahí y llamé al servicio de mecánica, me dijeron que les tomaría un par de horas llegar ya que tenían mucho trabajo, pensé, excelente más tiempo para arreglarme.
Subí de nuevo a mi habitación, me desnudé y me metí a la ducha pensando en lo que estaba a punto de hacer, lo cual me excitó muchísimo, pero no hice nada, guardé toda esa excitación para después. Me depilé las piernas y mi coño, dejando una fina y delgada línea de vello al centro de él, algo así como la depilación de bikini. Al salir del baño unté todo mi cuerpo con crema suavisante, me puse unas bragas de seda blanca, un pantalón sumamente ajustado, tacones altos, un viejo brassiere que tenía guardado de cuando era una jovencita, así que me apretaba bastante el busto y me lo levantaba al estilo de esos viejos corsés, se veían enormes, ya que siempre he sido más bien de las chicas bien dotadas, mis senos son muy grandes y bien proporcionados, igual que mis nalgas, redondas y bien puestas en su lugar, me puse una pequeña blusa muy ajustada, me peiné con un par de coletas y me dispuse a esperar al joven mecánico.
Unos 15 minutos después, sonó el timbre, desabotoné un poco más mi blusa para dar un mejor espectáculo y salí a abrir, ahí estaba mi primer experimento, un joven como de 20 años, flaco, más o menos bien parecido, pero muy amable. Cuando me miró, no pudo alejar los ojos de mi pecho, que estaba tan apretado que parecía que se me iba a salir un seno de repente. Tartamudeando y sin poder ocultar su nerviosismo, lo llevé hasta donde el auto, contoneándome de un lado para el otro, ofreciéndole bebida, algo de comer y eso si, una vista espectacular de mi cuerpo de ama de casa.
El muchacho no podía concentrarse, lo único que podía hacer era voltear constantemente a verme, y yo, le regalaba una sonrisa cada vez que el lo hacía. Cuando por fin pudo quitar la manguera, me comentó, bueno más bien se lo comentó a mis senos, que no tenía esa pieza consigo en ese momento, que debía regresar al taller y la traería más tarde, tomó su caja de herramienta y se fue rápidamente, tratando de disimular una erección que lo estaba volviendo loco. Su decisión me decepcionó un poco, ya que yo le estaba ofreciendo una gran vista y una clara disposición y él solo pudo optar por irse, supuse que se había puesto demasiado nervioso. Solo me dijo que regresaría por la tarde o bien al día siguiente para cambiar la pieza. Salió rápidamente y eso fue todo por el momento.
Cuando se fue, pensé que talvez era muy joven y que el nerviosismo no le había permitido actuar, bueno en fin, ese era solo el primer experimento y hubo un poco de éxito, había logrado vestirme provocativamente y excitar a un hombre, el primer paso estaba dado. Luego no pude dejar de pensar en que el sostén me estaba matando así como los pantalones tan ajustados, yo soy muy delgada, pero esos pantalones eran como para una niña de 15 años. Subí a mi habitación, me desnudé por completo, me cambié las bragas de seda por una tanga rosada, me quité los tacones, y cambié el pantalón y la blusa por una pequeña bata rosada y semitransparente que apenas alcanzaba a cubrir mis grandes nalgas y contenía con esfuerzos mis senos que llegaban a escaparse de vez encunado, después de todo el espíritu sexy aún estaba en mí y quería pensar en el siguiente paso de mi plan.
Entonces, de la nada absoluta, tocaron el timbre, me asomé por la ventana y para mi sorpresa era el joven mecánico y esta vez estaba acompañado por otro tío como de su misma edad. Primero pensé en no abrirle, que había perdido su oportunidad, pero ya que venía acompañado, pensé que sería divertido. Ajusté mi batita que no dejaba mucho a la imaginación y bajé a abrir la puerta. Cuando llegué a la entrada y ambos chicos me vieron vestida de esa forma se quedaron estupefactos, con esfuerzos articularon una o dos oraciones y me dijeron que ya tenían la pieza que faltaba. Los invité a pasar de inmediato, ellos muy cortésmente se presentaron, eran Juli y Manuel. Juli era el primer chico que había conocido y Manuel el nuevo, mucho más apuesto y fornido que Juli por cierto. Mientras nos dirigíamos al garaje, yo solo escuchaba sus risas nerviosas y veía como de vez en vez uno le daba un codazo al otro, como diciendo, te lo dije.
Cuando Juli estaba componiendo el auto, me acerqué e inclinándome al frente le pregunté que era lo que le ocurría a mi auto, me dijo que una manguera estaba rota y que solamente había que cambiarla, yo le respondí: ¿y estás seguro que han traído la manguera, me la puedes enseñar? Manuel me dijo, aquí está señora y estiró la mano dándome la pequeña manguera, yo la tomé con ambas manos, comencé a pasarle los dedos por encima y a apretarla. Ambos chicos se quedaron mirando y pensando seguramente en cómo les gustaría que esa manguera fuera sus duros miembros en mis manos.
Cuando por fin terminaron de remplazarla, los invité a pasar a tomar algo de beber a la estancia, por supuesto ambos con una gran sonrisa aceptaron. Pensé en hacer la clásica escena de derramar algo sobre ellos o sobre mí, pero pensé que eso ya estaba muy trillado. Yo les ofrecía tragos y tragos, cada vez se ponían más alegres y desinhibidos, continuamos platicando de tonterías, de sus trabajos, y otras cosas y de repente surgió el tema del baile, y les comenté que a mí me gustaba mucho bailar y les sugerí que si ellos querían podríamos bailar un poco. Ellos esbozaron una gran sonrisa y me dijeron: Claro, lo que tú quieras. Puse un poco de música suave, me levanté y tomé de la mano a Juli, ya que él había sido el primero que había conocido, me acerqué a su cuerpo, noté su miembro duro, como es natural en un joven de su edad, me pegué bien a él, puse mis manos alrededor de su cuello y el posó las suyas en mi cadera, estuvimos bailando tranquilamente un par de minutos pero sentía como el muchacho trataba de bajar sus manos para rozar mis nalgas, yo por supuesto no dije nada, solo respondía apretando más mis senos contra su pecho, por alguna razón, Juli no podía dar el primer paso.
Cuando Manuel se dio cuenta de que yo estaba dispuesta, se levantó y le pidió a Juli que le permitiera bailar conmigo un poco, el quería rehusarse pero yo lo solté y le dijé, está bien, puedo bailar con ambos, me di la vuelta, dándole la espalda a Juli, y le dije tómame la cadera Juli y sigamos bailando, yo tomé a Manuel por el cuello como había hecho con su amigo, Manuel fue mucho más directo que Juli, se acercó a mi, comenzó a oler mi cabello y a rozar con su boca mi cuello, yo comencé a soltar pequeños gemidos de placer y a pegarme más a su cuerpo.
Después de un par de minutos los chicos por fin cedieron a sus impulsos, Manuel comenzó a besarme y Juli me pegó su paquete en las nalgas y me abrazó por detrás amasando mis senos, la escena se volvió muy erótica, yo entre dos jóvenes muy calientes, semi desnuda y ellos tocándome a su antojo, seguimos bailando así por otros 4 o 5 minutos hasta que la excitación no lo permitió más.
Me detuve, ellos se asustaron un poco, pero les dije, siéntense en ese sillón chicos, señalando mi sillón principal, de piel, de 5 plazas, cada uno se sentó en un extremo dejando espacio suficiente para mí entre ambos. Yo seguí moviéndome al compás de aquella música suave, mostrando poco a poco mis senos, mis piernas y mi coño, la erección de ambos era más que evidente y había comenzado a ser algo incómoda, pero no me importó. Tomé la parte baja de mi bata con ambas manos y de un solo movimiento me la quité, dejándoles a la vista mis senos al natural y mi cuerpo solo cubierto por una pequeña tanga rosada; seguí bailando para ellos de la forma más erótica que puedo relatar, continué mostrándoles mi cuerpo y Juli díjo, la tanga, quítate la tanga. Me di media vuelta para que vieran mis nalgas, tomé con los pulgares los delgados y finos hilos rosados de mi tanga y la llevé hasta abajo, giré nuevamente mostrándome esta vez total y absolutamente desnuda para ellos.
Sin decir otra palabra, me acerqué al sillón, recargué mi espalda en el cuerpo de Manuel, él de inmediato subió sus manos y comenzó a acariciarme los senos mientras besaba mi cuello, yo le hice una señal a Juli pidiéndole que se acercara, tomé su cabeza, le dí un pequeño beso en la boca y tomándolo por la parte superior lo guié hasta mi coño. El de inmediato comenzó a lamerme desesperadamente, se lo quería acabar y lo quería para él solo, yo me entregué por completo al momento, sintiendo como Manuel apretaba y jugaba con mis senos, mientras el pequeño Juli me comía todo el coño de una forma descomunal. Los muchachos estaban haciendo bien su tarea, tanto, que después de 15 o talvez 20 minutos de estar recibiendo esa fenomenal mamada tuve un fuerte y prolongado orgasmo que me sacudió por completo de los pies a la cabeza. Me quedé inmóvil por un par de minutos, aunque nunca le pedí a Juli que parara, él era una máquina devorando mi coño, mientras Manuel esperaba pacientemente masajeando y disfrutando de la escena y de mi cuerpo.
Cuando por fin me repuse del mágico orgasmo que aquellos chicos me habían producido, decidí que era hora de darles lo que habían estado buscando, me incorporé, esta vez le di la espalda a Juli, me posé sobre mis rodillas inclinándome hacia Manuel, y ofreciendo mi culo y mi coño a Juli, quien tan deliciosamente me lo había lamido.
Juli, en menos de un abrir y cerrar de ojos se sacó la verga del pantalón, me la colocó en la rajita y comenzó a follarme como un verdadero animal, como cualquier joven de su edad lo haría, mientras tanto yo con la mirada le pedí a Manuel que me dejara saborear su miembro, él se quitó completamente los pantalones poniendo justo frente a mi boca una verga deliciosa, grande, ancha y que me pedía a gritos devorar. Abrí la boca lo más que me fue posible, tragando casi por completo aquel miembro delicioso, sentía como la punta tocaba mi garganta y yo solo quería que estuviera más adentro, al fin, logré tragármela toda, y comencé a mover la lengua como me fue posible para darle placer, casi no podía respirar, pero yo seguía como una verdadera maniática tragándome su pene y recibiendo por detrás el embate del joven Juli quien me embestía brutalmente y sin parar.
Saqué el pene de Manuel de mi boca, lo tomé con una mano, comencé a masturbarlo y con la boca comencé a lamerle las bolas, chupando una y luego la otra, metiéndomelas a la boca y dejando que me diera pequeños golpes en la cara con su miembro, la escena no podía estar mejor, entonces, Juli suelta un grito, comienza a moverse más rápido de lo que lo estaba haciendo, yo me excite mucho, ya que con su frenético movimiento me empujaba más a la verga de Manuel y después, justo en el mismo instante Juli se viene dentro de mi, sentí su leche caliente explotar dentro de mi, provocándome un segundo orgasmo, mas fuerte e intenso que el anterior, y esta vez con la verga de Manuel en mi boca, acallando mi grito de placer.
Cuando Juli terminó, cayó como muerto al piso, con una gran sonrisa dibujada en su rostro, yo saqué la verga de Manuel de mi boca, pero también estaba exhausta, solo pude posar mi cabeza en sus piernas, dejando que su miembro cubriera la mitad de mi rostro.
Entonces Manuel se incorporó y me dijo, levántate putita, que aún falto yo. Sus palabras me sorprendieron pero me calentaron más a la vez, lo vi y le dije que quieres Manuel? El respondió, recuéstate. Así lo hice, entonces sentí como sus manos comenzaban a pasar por mis piernas, mis muslos, subiendo hacia mis nalgas y cuando más lo estaba disfrutando, Manuel me toma con ambas manos, separa mi culo y comienza a masajear mi culo con un dedo, pronto, la sensación va creciendo a medida que lentamente lo introduce, y luego otro, preparando el terreno para lo que será seguramente una embestida brutal y entonces me pregunta ¿Estás lista? Y yo le respondo sí Manuel haz de mi lo que quieras.
Manuel se recuesta sobre mi cuerpo, tomando mis nalgas con ambas manos y separándolas, siento como posa su verga en el centro de mi culo y sin más ni más, la clava hasta el fondo, la sensación me levanta con una mezcla de dolor y placer que hace que vuelvan a mí todas mis fuerzas.
Manuel arremete contra mi cansado culo una, otra y otra vez más, sin piedad, sin miramientos, no le importa nada más que su propio placer, al pasar de los minutos el dolor se convierte en un indescriptible placer que nunca antes había sentido, pero Manuel, como una máquina sigue embistiendo sin parar. Pronto comienza a darme nalgadas con una mano y diciendo lo puta que soy, me excita mucho y me regala un tercer orgasmo, mágico, total, mis últimas fuerzas se van con él. Quedo rendida, no me muevo, solo sigo recibiendo el embate de Manuel que parece nunca acabar, pero me equivoco, muy pronto, después de que se canso de decirme lo puta que soy, me clava la verga hasta el fondo y siento las palpitaciones de su miembro, descargando todo lo que había estado guardando, lanza un grito final y su última estocada, bien adentro.
Saca su seco miembro de mi, me da una nalgada, un beso y me dice, hasta luego putita, nos ha encantado esto a mi amigo y a mi. Toman sus cosas, me dejan tumbada en el sillón exhausta y se van.
Pronto me doy cuenta de la hora, falta poco para que el infeliz de Mario regrese a casa, como puedo me voy a mi habitación, me doy una ducha, me cambio y espero al maldito infiel de mi marido a que llegue, pero tuve éxito que es lo importante, yo también puedo ser infiel y disfrutarlo, estoy convencida de que esta no será la última.
Besos,