Dulce, una tierna amante (2)

El siguiente día, una nueva experiencia sexual.

Dulce una tierna amante II

El día siguiente.

(Ver Dulce una tierna amante).

Al día siguiente de su entrega filial, Oscar y Fer no creían su suerte, habían tenido sexo real, habían penetrado un ano virgen, habían sentido una mamada de campeonato...¿Y Dulce?.

A sus escasos once añitos era una hembra dominante, jamás sería dominada...Era temprano en el salón de clases, ella llevaba una minifalda blanca, calcetas color rosa, unos zapatos tenis blancos, una blusita blanca transparente que permitía ver unos pezones oscuros, erectos, sin sujetador...Decidió peinarse de dos colitas, porque dos veces penetraron su “colita”.

Debido a que había faltado a clases el día anterior, su profesor que era un hombre de complexión media, moreno, de facciones toscas, con cierta predilección por las hembras más jóvenes que él, a sus 44 años seguía buscando tener una relación sexual o sentimental con alguna mozuela...Estaba un tanto molesto con ella, ya que era una de las mejores alumnas que había tenido, eso sin contar que es la más hermosa de todas las alumnas, por lo que, al término de la clase le dijo frente a todos:

-- Señorita Dulce, necesito hablar con usted, los demás pueden retirarse.

Los niños lógicamente salieron muy rápido, al final solamente el maestro y la alumna estaban solos en el aula.

-- Dígame Señor Meza, ¿Sobre que quiere hablar conmigo? – Decía con una enorme seguridad y fingida inocencia dignas de un premio al mejor actor.

  • Señorita Dulce bien sabe que el día de ayer no asistió a clases, y que esa falda no esta permitida por la institución.

  • ¿No le gusta como se me ve la falda?, ¿Son feas mis piernas?. – Preguntó la precoz mujer.

El maestro no sabía como manejar a una niña como ella, jamás le había tocado hablar con una chiquilla como ella, las demás habían sido presa fácil, una pequeña amenaza y las tenía debajo de su escritorio, lamiendo, o chupando.

  • Mira niña, puedes tener muchos problemas si hablo a tu casa.

  • No maestro, no hable a mi casa – Con fingida culpa, suplicó, a sabiendas que el cuarentón le insinuaría algo.

  • Puedes evitarte problemas, y puedo pasar por alto esta falta, claro, si tú estás de acuerdo...

  • Haré lo que me pidas papi... – Y abrió las piernas subiendo la falda mostrando sus blancas y pequeñas pantaletas.

  • Vamos a otro lado niña, no es seguro aquí.

Ambos salieron, y se dirigieron al estacionamiento, subieron al auto del maestro, ella se quitó los zapatos y las calcetas mientras él manejaba con dirección a algún sitio apartado...Sus delicados pies comenzaron a masajear el notable bulto del docente, de arriba hacia abajo sobre su pantalón las plantas de los pies trabajaban, él sudaba por la excitación...

  • Qué verga tan grande y gruesa, ¿Quieres que siga?

  • Siii – Dijo el excitado hombre.

Entonces, ella, se inclinó y bajó el cierre del pantalón, metió su blanca mano, y sacó una madura verga, gruesa y grande, ansiosa de ser manipulada por la mujercita.

Sus pies volvieron a su tarea, pero con un poco de dificultad pues no tenía tanta lubricación, así que subió sus deditos a la boca del hombre que seguía atento al camino, sin protestar lamió los deditos, la planta hasta el tobillo, el pie mojado bajó y el otro subió para que recibiera el mismo trato, su pene era hábilmente masajeado por unos pies eróticos, pequeños, virginales y tersos.

Llegaron a su destino, él aparcó el auto en un paraje solitario, y boscoso, no era muy transitado, y les daría tiempo necesario para un rato de placer.

  • ¿Estás excitado papito?

  • Mucho preciosa, te cogeré...

  • No papito, yo te cogeré a ti – y de pronto su pequeña boca se unió a los gruesos labios del maestro, sus lenguas se encontraron, se frotaron, la saliva de la niña era dulce como su nombre, deliciosa como su cuerpo, mientras que sus manos tocaban la verga, lo masturbaban. Poco podía hacer aquel con la pequeña hembra domiante, estaba a su merced.

  • Te mamaré un poco, pero como yo quiero, no como tú lo haces con los demás niños o niñas...

Él no dijo nada, solamente vio como las dos coletas se movían conforme ella subía y bajaba la cabeza al tiempo que entraba el glande en su boca, lamió el frenillo al tiempo que chupaba, de arriba abajo, su suave lengua lamió la enorme verga, tocó el turno a los huevos, la bolsa escrotal se contrajo cuando sintió el cambio de temperatura, la saliva caliente lo estimulaba, la boca atrapaba de vez en vez a un testículo, que hacía gemir al cuaretón, para Dulce fue excitante sentir los pelos genitales. La mano de él acariciaba las blancas nalgas de ella, y sin más ni más ella, se levantó, se quitó las pantaletas y le mostró las nalgas, las separó con sus manos y acarició su ano...

  • Quiero que me chupes la colita

Como era de esperarse, la boca de aquel varón domado estaba pegado en el rosado ano, chupaba y lamía, metía su lengua, y el agujero se dilataba cada vez más, las caricias orales hacían que la pequeña gimiera muy cachonda, movía el trasero experta, libre, caliente...

  • Pon tu verga en mi ano, solamente por mi ano.

  • ¿Por qué?, yo te quiero meter la verga en la vagina.

  • No lo harás, porque te puedo meter a la carcel con todo lo que has hecho en la escuela con los niños, te he visto, te he grabado.

Aquel sorprendido, no sabía que hacer, era riesgoso no obedecer a la ama.

  • Está bien princesa, como tú quieras - y colocó la gran verga sobre el lubricado ano.

  • ¿Te cabe niña?.

  • Cosas más grandes han salido por ahí papito- decía mientras movía el trasero, y el pene iba entrando a cada movimiento.

Con cada movimiento el ano se dilataba, y la verga entró por fin, la chiquilla se movía como la más experta, él no sabía que hacer con tanto placer,

  • Ay papito, está grande, me vas a romper la cola.

  • Nenita rica, jamás me había cogido a nadie por el ano...aaahhh

  • Si papito, no te detengas, aaaaaAAAASssSSSssIIIIIiiiIIII – Y un orgasmo llenó los sentidos de la experta niña, cosa que la obligó a moverse más cachonda.

  • Espera papito, ahora siéntate...

El maduro hombre se sentó y ella dándole la espalda, se sentó en la erecta verga, como si estuviera sobre una pelota, la niña subía y bajaba el trasero, el abierto agujero se comía toda la verga, cuando se sentaba totalmente movía la cadera en forma circular o de delante a atrás, eso la llenaba de placer.

  • Muévete muñequita, que me haces sentir que muero de placer!!

  • ¿Así te gusta papi?, Assi paapaaáa – Y otro orgasmo anal llegó

En ese momento los músculos perineales del hombre se comenzaban a contraer, su próstata secretaba su líquido, sus vesículas seminales vomitaban, los espermas subieron por su conducto llegaron a la uretra, y su pene tembló dentro del caliente ano, su eyaculación fue basta, abundante tanto que llenó el recto, cosa que sintió la niña, y eso le provocó un último orgasmo.

Exhaustos, se quedaron así, ella penetrada, él sintiendo el calor del recto, que de vez en vez lo apretaba.

Cuado la erección acabó su pene salió tranquilamente, ella se levantó y le enseñó como estaba dilatado su ano, él se acercó y le dio una lamida de campeonato.

Se dieron un beso en la boca, sintieron su sabor, sus lenguas.

Ella le mamó un poco la dormida verga, y la pudo tener toda en la boca, a él le tomaría mucho trabajo tener otra erección. Así que se vistieron y él la llevó cerca de su casa, ella le dio un tierno beso en los labios, bajó del auto y se fue a casa.

Llegó y fue al baño, se sentó a masturbarse, frotó su clítoris tan rápido que su orgasmo fue delicioso, su ano permitió que saliera el semen contenido, y un pedacito de mierda que hizo un ruido al caer al agua, cosa que dio risa a la niña, se limpio y salió.

Su madre le preguntó como había estado el colegio, a lo que ella respondió que “Bien” con una sonrisa.

Ese día comieron pechugas rellenas, crema de elote, agua de sandia y de postre helado de vainilla...helado que le dio algunas ideas que realizar.

Por ese día, ella hizo la tarea y durmió temprano estaba exhausta

Y contenta

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