Dulce Navidad -- parte - 2
El espíritu navideño hace que se olviden las malas historias pasadas.
Día 24 por la mañana, me despierta mi padre para que le acompañe, lo hago de mala gana y con los ojos legañosos, me acosté muy tarde y soy muy dormilón. Desayune en la calle por la insistencia de mi padre. Estando en el bar se presentó Alfredo. Éramos los encargados de comprar las bebidas, en especial unos buenos vinos. Alfredo me trataba con total naturalidad y yo lo miraba con ganas de contarle a mi padre todo lo sucedido y le follón que monto el muy carbón y nunca mejor dicho, cuando nos pilló a su mujer y a mí, cuanta falsedad y cuanta hipocresía, pero esa noche sería peor. Nos quedamos a comer fuera de casa. Mi madre y Carmen tenían hora en le peluquería y tenían prácticamente la cena preparada. A las 6 de la tarde regresamos a casa, mis tíos estarían a punto de llegar. A la cena vinieron varios tíos tanto por parte de madre como de padre. Mi madre que es muy detallista tenía toda la mesa prepara, tuvo que acoplar otra para que pudiéramos caber todos. Éramos en total 5 matrimonios, dos primas un primo y yo, 14 personas. En la mesa venían los nombres puestos, hombre, mujer, hombre, mujer, yo cambie los nombres quedándome sentado al lado de Carmen.
Antes de las 7 llegaron Alfredo y Carmen, que con la excusa de ayudar a mi madre no esperaron a la hora de la cena. Mi madre me reclamo para decirme que me encargara de servir una copa a Alfredo. Como estaban hablando en alto, parecía que eran todos sordos, me acerque al oído de Alfredo y de mi boca salió -Cornadita que vas a beber- me miro demudado y me pregunto qué le había dicho, como no creyéndose haber oído lo que oyó y con una amable sonrisa -Te preguntaba que querías tomar y que hoy me volveré a follar a tu mujer, cornudo, contigo escondido, dormido o como sea- sorprendido y sin saber que decir me pidió un whisky, fue a ponerlo y le puse muy poco, más que una copa parecía una muestra y le dije que era para que no se emborrachara y se perdiera lo que venía. Cuando cogió el vaso le temblaba la mano. No lo he dicho, pero Carmen venia vestida pidiendo guerra, es mas a dos de mis tíos les oí perfectamente cuando la vieron que decían que de buena gana se la follaban. Yo de vez en cuando iba a la cocina que estaban todas las mujeres criticando a sus maridos y cuando pasaba junto a Carmen, aprovechaba para tocar su culo y ella me miraba de manera cómplice. No sabía lo que le esperaba, me querían haber manejado a su antojo y hoy Papa Noel les traía un bonito regalo.
El momento de cenar llego y yo ocupe mi sitio y tal como estábamos el mantel seria mi aliado. Había mucha alegría y Alfredo estaba vigilante. Me acerque a él y le dije, que tenía que ser mi compinche para que nadie se diera cuenta, me miraba sin saber a qué me refería, se dio cuenta cuando se sentó su mujer entre los dos. Yo a mi derecha no tenía a nadie, por ese lado no me tenía que preocupar. Nada más empezar a comer, no quise perder el tiempo, me incliné en dirección a Alfredo y como era lógico, su mujer que do entre los dos. Protegido por el mantel, metí mi mano debajo de la falda de Carmen, que flipaba al notar mi mano entre sus piernas, la pillé a traición. Carmen se contuvo de decir o hacer nada. Su marido me siguió la corriente en la conversación absurda que manteníamos. Como primer aviso no estaba mal, había que seguir cenando. De vez en cuando mi mano izquierda tocaba las piernas y el coño protegido por una prenda diminuta. Carmen al final tenía las piernas bien abiertas y se dejaba tocar. Ya se había dado cuenta si no lo hizo antes que su marido se había dado cuenta y estaba participando de alguna manera. Porque ella le dijo algo a su oído y el como un auténtico manso, solo movió la cabeza diciendo a lo que fuera que sí y Carmen como dándome su aprobación me toco mi rabo.
Durante toda la cena la temperatura subió a grados insospechables. No sé cómo estaría Alfredo, pero Carmen y yo estábamos para follar como locos. Al terminar con los postres y cuando estábamos con las copas. Mi madre trajo Champagne para celebrar el amigo invisible. Nos repartimos los regalos y yo había comprado uno especial para Alfredo y serviría para medir su aguante. No se lo podía entregar delante de todos, así que cuando se salieron a fumar a la terraza fui rápido detrás de ellos y se lo di a Alfredo, ella protesto por no haber tenido un detalle con ella, lo hacía de forma chistosa y le dije que era para los dos. El abrió la bolsa y se quedó blanco. Ella le quito la bolsa y se echó a reír lo saco y lo encendió. Eran unos cuernos pequeños de reno con lucecitas y ella se lo coloco y le dijo que le quedaba muy mono y muy apropiado. Carmen seguía con su chispa y me dijo que ellos no me habían comprado ningún detalle e imagino lo que pensaba porque le dijo a su marido que controlase la entrada de la terraza y decidida se quitó unas bragas minúsculas y me las dio, estaban muy mojadas y se las di a oler a Alfredo para que viera como estaba su mujer. El tragaba con todo y estaba en plan conformista.
Las copas se les iban subiendo a todos, menos a Alfredo y a mí. Carmen estaba chisposa, graciosa y caliente. Dieron las tres de la mañana y mi familia empezaba a desaparecer, algunos muy castigados por los excesos y yo le dije a mi madre que me bajaría a tomar algo a una fiesta que tenían unos amigos del barrio, con los consiguientes consejos maternales sobre que tuviera cuidado con lo que tomaba. Carmen llama a Alfredo para decirle que ya era hora de irse que era muy tarde y Alfredo muy obediente le dio la razón. Salimos los tres a la vez y nos fuimos para casa de ellos. En el mismo ascensor yo metía mano a Carmen que sin nada debajo abría sus piernas para que la tocara bien. Ella muy puta le decía a su marido que hoy lo vería mejor y que ya vería lo que escondía yo entre mis piernas, estaba con la lengua muy suelta y Alfredo guardaba la compostura, él fue el que abrió la puerta y ya por el pasillo nos íbamos metiendo mano los dos y Alfredo se fue a preparar copas para los tres. Lanzo los zapatos y me decía que me desnudara rápido que llevaba toda la cena ardiendo de deseo. Yo tarde un poco más en desnudarme y cuando lo estaba haciendo ella no paraba de decirme que había sido muy atrevido y que eso la había puesto muy cachonda, pero lo que más como su marido nos miraba.
Nos pusimos a comernos todo y acabamos haciendo un 69, oí como llegaba Alfredo y el sonido de dejar los vasos en la mesilla, pero no nos paramos seguimos haciendo lo que estábamos haciendo y solo paramos cuando ella llego a un orgasmo frenético. En ese momento se dio cuenta de la presencia de su marido que estaba mirándonos y haciéndose una paja el muy cerdo. Tenía un buen rabo, pero se notaba que no lo tenía duro del todo, no sé si por la bebida o porque, aunque no le vi beber mucho. Carmen apretando bien mi rabo le decía a Alfredo que lo mirase, que no había visto uno igual así y que ya no decía de esos testículos tan grandes que tenía, todo ello lo decía pasando su lengua por todos los sitios. La que estaba totalmente salida era Carmen, que se puso con el culo enseñándonoslo a los dos y diciéndole a su marido que me la iba a meter a pelo, Alfredo inicio una frase y ella le decía que no dijera nada que le daba igual que la quería notar bien. Se puso a mover el culo y me decía que se la metiera ya y me fije que Alfredo ahora si tenía su rabo bien duro y miraba directamente al culo se su mujer y a mi rabo que estaba casi a punto de entrar en el coño.
Agarre el rabo con mi mano y se lo pase a lo largo de su raja y empapando mi rabo, pero sin metérsela, lo que la cabreo y le hizo decir que se la metiera de una puta vez, lo dijo muy seria y con un tono de mando. Mi contestación es que me gustaba meterla teniéndola mojadita antes y ella con cabreo me dijo que se la pusiera en la boca que me la mojaría ella. Mire a Alfredo para decirle que mejor que la mojara el con su boca, él se quedó congelado haciéndose la paja y Carmen cambio de posición y no protesto, solo dijo que eso no se lo quería perder. Carmen le dijo que se acercara que se subiera a la cama con ella y que ella le enseñaría. Alfredo se puso en la cama, pero no se acerco estaba con cara seria y a la defensiva. Carmen lamio y beso mi rabo y le dijo que empezara así. El atrás mirando y sin decir ni hacer. Fui yo el que me acerque y le puse el rabo prácticamente en sus labios, pero sin tocarle, Carmen miraba con deseo de que lo hiciera de echo vi cómo se tocaba. No se decidía, por lo que no me quedo más remedio que poner mi mano detrás de su cabeza atraerlo y yo pegarme más a él, mi rabo se abrió paso en su boca. La cara de Carmen era de inmensa alegría, cuando lo había chupado ya bastante le saque el rabo y le dije a Carmen que menudo vicio había cogido en segundos, me empecé a follar a Carmen y ella me decía que no aguantaría nada de lo cachonda que estaba. Se movió y se llevó el rabo de su marido a la boca, el que sí que no duro fue el que aviso de que se corría y Carmen hizo que se corriera fuera, lo que no entendí.
Carmen sin un ápice de duda le dijo que se marchara ahora un poco y nos dejara a los dos solos, que, si quería que podía escuchar como ayer, pero desde fuera, él se fue y cerró la puerta, quedándonos follando Carmen y yo, me había estado aguantando todo lo que pude para no correrme, pero ya era imposible aguantarme más y me corrí a la vez que ella. Imagine que Alfredo estaría escuchando detrás de la puerta y lo llame sin alzar mucho la voz, Carmen se quedó mirándome sin saber porque lo llamaba. Entro al instante y nos encontró a los dos tumbados relajadamente. Le invité a que se comiera el coño de la puta de su mujer y con esas mismas palabras se lo dije, avisándole que tenía regalo, refiriéndome a mi corrida y él lo entendió, lo acepto y se puso a lamer su coño.
Lo hacía con ganas, pero con muchas ganas ni os lo imagináis, parecía un perro lamiendo. Carmen se ponía más excitada y no paraba de tocarme a mí y me empezó a comer el rabo, si el marido parecía un perro ella era una autentica perra. Los veía a los dos y me iba poniendo muy cachondo por ver las ganas que ponían haciéndolo. Una vez más el orgasmo de Carmen fue de lujo. Alfredo se iba a parar cuando le dije que empezara a comer su culo para follármelo y que él lo viera, el carbón ni rechisto, abrió bien las cachas del culazo de su mujer y allí que empezó a comérselo. Cuando saque mi rabo de su boca, ella me decía que le gustaría ver más como follaba el culo de su cornudo. Como veía que no la hacía caso me pidió que le pusiera lubricante y Alfredo me dijo que no, que se lo follase así y no era por darle la razón, fue porque me apetecía, me puse un preservativo. Costo bastante más que el día anterior, pero ya metí la punta, Carmen nos decía que éramos unos cabrones y a su marido le decía que se enteraría de lo que le esperaba. Sin par de follar el culo, que le dolía menos de lo que decía, lo que pasa que aprovechaba para amenazar al marido, le dije a Alfredo que trajese el lubricante y se fue al WC a por él. Carmen me hizo la confidencia de que no le había falta que le gustaba así. Ella no tenía ni puta idea de mis intenciones. Alfredo llego con el lubricante y me lo fue a dar a mí y le dije que yo no lo quería, que se lo diera a su mujer, que se lo pondría a él.
Carmen se puso cachondísima y movía el culo tragándose todo mi rabo, Alfredo se puso delante de ella y que manera de rellenar su culo con lubricante, Carmen lo hacía y cada vez que yo le metía el rabo, ella le metía a su marido un dedo en el culo y ella soltaba un gemido tremendo y cada vez más fuerte, hasta que tuvo un orgasmo. Me cambié de preservativo y Carmen se colocó debajo en la postura del 69 decía que no se quería perder ese momento y justo cuando lo iba a hacer, me di cuenta y me dije que coño iba a hacer, nunca antes le había dado por culo a un tío literalmente. Mi intención era hacerlo por todo lo que me hicieron pasar, pero no tenía sentido. Lo más curioso era que Alfredo, aunque gimoteaba, que no le hiciera daño, que no quería, que fuera prudente, etc. Estaba ahí con su culo preparado para ser perforado sin hacer nada por quitarse. No lo quise pensar más y empecé a meter mi rabo en ese culo, el protestaba al principio, pero el trabajo de lubricación que había hecho su mujer fue muy bueno, lo que más me excitaba a mí era la voz de emoción de Carmen y notar como pajeaba a su marido animándolo y comiéndole su rabo, a la forma tan flipante que tenía Alfredo de pedirme ahora que no se la sacase y que fuera más rápido.
Entre la calentura de los tres note perfectamente como los dos dentro de la vorágine de lo que pasaba gozaban tremendamente viendo al otro en ese estado de calentura y se volvieron cómplices de su placer. Carmen tuvo un orgasmo según ella sin apenas tocarle su marido, solo con la excitación que tuvo, que tendría dudas de lo que decía, pero la forma en que lo tuvo no me quedaban dudas, como la corrida que tuvo Alfredo que dijo que había sido distinta a ninguna de las que había tenido y Carmen decía que sobre todo por la cantidad que echo. Me quité el preservativo y los hice que me comieran el rabo los dos, la complicidad entre ellos mientras lo hacían era fascinante, daba gusto verlos. Avise de que iba a correrme y Carmen se apartó y metió mi rabo en la boca de Alfredo, que mamo mi rabo hasta que ya no me salió nada más y luego se besaron apasionadamente, nuestra posible enemistad, enfadó o las malas historias pasadas, desaparecieron desde ese momento.