Dulce Navidad -- parte - 1
Alucinante inesperada y sorprendente Navidad. Sobre todo, ALUCIANTE
Las fiestas de Navidad desde hace un tiempo tienen para mi otro significado por diversos motivos. Una cosa que sigue igual es que viene bien para reencontrarse la familia que eso es bueno. En la estación de tren me recibió mi padre, el no estar me hizo sospechar que se avecinaban nubarrones. Pero no, el hombre venía muy tranquilo y trataba de disimular la alegría que le daba verme. En el coche mi padre se interesó por mis estudios, aunque mi hermano lo tenía informado de primera mano. Estaba orgulloso y contento de que llevara tan bien los estudios. Estuvo un buen raro hablándome de distintas cosas hasta que me dijo que me daría una noticia y que esperaba que no me enfadase y me conto que en nochebuena vendrían a cenar los famosos vecinos que ocasionaron mi marcha a Galicia. En mi primer relato no quise poner los nombres, pero ahora si los pondré y los auténticos, Alfredo y Carmen. La justificación era por tener paz con lo sucedido y ya estaba dispuesto a contar toda la verdad a mi padre, pero como no paraba de hablar, no hubo manera y mucho menos cuando me dijo que ellos habían reconocido que los celos de Alfredo habían llevado a magnificar todo, ya que ahora decían que no había pasado nada, la verdad que ella siempre lo negó. A pesar de las evidencias. Eso hizo que tuviera mi boca cerrada, le quite importancia a que cenáramos juntos, porque no soy rencoroso y olvido con facilidad, lo que no quiere decir que, con esas personas, con las que por algún motivo me hieran daño, no ande vigilante y precavido, porque algo sucedía con ese cambio tan radical.
Todo me llevaba a pensar, que el calentón que le dio a Alfredo el día que nos pilló a su mujer y a mí, el ir contándolo por ahí, luego en frio se tuvo que arrepentir y avergonzar. Llegue a comprometerme con mi padre en que, por mí, no habría ningún problema ni discusión con ellos. Que el trato seria de lo más normal, a todo le dije que sí, que tranquilidad absoluta. Pensaba en lo que suelen decir de la gente joven, que es difícil entendernos, pero manda pelotas, con la gente mayor. Al principio no me quise ir y ahora, aunque mi padre lo insinuó, no quería volver, prefería seguir en Galicia. Aunque seguía sin entender porque venían a cenar. Siempre lo he dicho y lo reitero, mis padres son demasiado buenas personas.
Mi madre me recibió con la locura de una madre cuando viene su hijo y además el pequeño. Me senté a hablar con ella en la cocina y volvió a salir el dichoso temita y quise cortarlo diciéndole lo que ya había hablado con mi padre, dio igual ella quería darme sus explicaciones, la invitación principalmente era porque la hija que estaba de ERASMUS en Europa, al final se le trunco el venir, porque le habían salido unas prácticas en lo que ella estaba estudiando y ellos estarían solos. El espíritu de la navidad. Como he dicho me daba igual. No quise hablar más de ello y así se lo pedí a mis padres y quedamos en olvidarlo. Al día siguiente mi madre se iba a terminar de hacer las compras de Navidad y mi padre quiso que nos fuéramos a tomar unas cervezas y nos fuimos.
Al primer sitio que fuimos, todo el mundo me saludaba, algo de cachondeo, pero siempre dentro de la cordialidad. Visitamos varios bares del barrio y donde me conocían y en todos tuve que responder a las mismas preguntas más o menos. El ultimo sitio al que fuimos y que mi madre pasaría por ahí a tomarse su aperitivito, como decía ella, era a LOS PACO´S, donde tenían la mejor tortilla de patata y las mejores patatas bravas. Nada más entrar me saludo el padre el dueño, que me quería mucho, luego los hijos y muchas bromas. En un extremo de la barra estaba Alfredo, no sabía si acercarme o hacerme como si no lo hubiera visto y decidí no darme por enterado. Al final se acercó el, fui a darle la mano y el me dio un abrazo, como si no hubiera pasado nada, algo inconcebible para mí, vi como miraba mi padre e hice el paripé y todos tan amigos. Lo que me remato fue el tío cara, que hace un brindis por estar yo allí y por su mal entendido y me pidió perdón. La gente aplaudió y todo y yo no me veía, pero tenía que tener cara de incauto o imbécil.
Ya creía que había visto todo lo que tenía que ver, pero que va, llego mi madre acompañada de dos vecinas más y de Carmen, como era ella, escotada al máximo y me dio dos besos igual que si me hubiera visto hace dos días, su marido se le noto un poco apabullado hasta que yo le respondí a su efusivo saludo, pero Carmen que va, tan fresca y risueña. Que, si había crecido mucho, que el clima de Galicia me había sentado muy bien, que se me veía todo un hombretón. Estuve a punto hasta de sentarme. Una vez pasado el primer impacto, me fui fijando, Carmen se veía más desbordante y con una mirada como algo cerda, sentía como me desnudaba con la mirada. Era acojonante la tía, no se cortaba ni un pelo. Todo eso me desbordaba en cierto sentido, porque no llegaba a entender nada. Mi madre se subía a casa para ir preparando la comida y yo como iba muy cargada dije que me subía también. Al final cargue con bolsas de mi madre y bolsas de Carmen.
Cuando llegamos al portal Carmen, se quejó porque se acaba de acordar que tenía que sacar algo del trastero que está en el garaje y no estaba Alfredo. Se lamentó varias veces y yo en otras circunstancias me hubiera ofrecido, pero no quise meterme en ningún lio y fue cuando mi madre le dijo que no me preocupara que yo la ayudaría.
Quedamos en que yo subía a casa a dejar todo y que nos veíamos directamente en el garaje. En casa mi madre me pidió disculpas por si no tenía que haber dicho que yo bajaba a ayudarla, pero que le daba pena, que fíjate como lo tuvo que pasar por el celoso de su marido, yo alucinaba y claro no podía contar la verdad a mi madre. De todas maneras, mi madre me decía, que una vez que le ayudara a subir lo que quería, que era mejor que no estuviera a solas en su casa con ella, para evitar que Alfredo se volviera a poner celoso. Y mi madre añadía, es que esta Carmen y se lo digo siempre, que su manera de vestir puede causarle problemas, pero ella es así, muy buena mujer. Yo no podía decir lo que pensaba.
Estaba esperando en el trastero cuando llego Carmen, se había quitado la ropa de abrigo y bajaba con la falda y algo que mi madre dice corpiño, que se notaban los pezones bien marcados, porque como ya dije era todo pechamen. Abrió el trastero y me señalo lo que quería, que era una caja voluminosa. Cuando la baje, ella había cerrado la puerta del trastero. Supe lo que pasaría y paso Carmen me desabrocho el pantalón y no paro hasta que me hizo correr en su boca. Estaba cachondona y yo igual. No quiso seguir y lo único que me dijo de estar en una cafetería a las 5 que tenía que hablar conmigo. Y quedamos de esa manera. Después de comer me quedé medio traspuesto y vi que eran casi las 5. Salí zumbando de mi casa y llegué 10 minutos tarde, pero Carmen estaba esperando.
Carmen – Te estarás preguntando qué es lo que está sucediendo y el porqué de todos estos cambios y lo que te quiero dejar claro que lo de la cena de mañana no hemos tenido nada que ver, ha sido solo cosa de tus padres.
Yo – Creo que lo mejor es ir al grano, no hay necesidad de perder el tiempo y menos nosotros que sabemos lo que paso.
Carmen – Si, pero es que te quiero pedir perdón, pero no supe reaccionar, tenía que haber hablado con tus padres, imponerme a Alfredo, pero no supe, no es que no quisiese, te lo juro por mi hija y cuando quise reaccionar ya era demasiado tarde.
Yo – Carmen de verdad, que ya lo tengo olvidado. Que al final me va muy bien donde estoy y ahora cuéntame, que yo me entere, porque estoy perdido o tonto, no sé.
Carmen – Alfredo se arrepintió, luego lo fue dulcificando, más tarde hablo con tus padres, lo achaco a los celos, que él no es celoso. Poco a poco se fue normalizando todo, hasta que tus padres que son únicos, pues perdonaron todo.
Yo – Vale Carmen lo que tú digas me parece todo bien, lo que no encuentro nada normal, es el recibimiento de tu marido, con habernos dado la mano ya estaba y no ese abrazo, un brindis que ha hecho y pedirme perdón, que todavía estoy alucinando.
Carmen – Es que aquí viene lo bueno, claro según se mire. Pasados unas semanas, Alfredo cada vez que estábamos de jarana en la cama, no hacía más que preguntarme cosas de lo que hicimos ese día. Quería todos los detalles, lo que sentía y todo. Me negaba al principio, luego le contaba cosas sueltas y me daba cuenta de que se ponía palote como nunca. El caso que un día ya me pedía hasta que te llamara cuando llegaba al orgasmo y se lo dije, que porque había montado el follón si le ponía palote.
Yo – Eso digo yo, nos hubiéramos ahorrado muchos disgustos todos, más que por mi lo digo por mis padres. ¿Y para decirme esto hemos tenido que quedar aquí?
Carmen – Es que no es todo y te voy a contar algo, que no creas que me es fácil. Alfredo quiere que tú y yo, en mi casa nos enrollemos bien enrollados.
Yo - ¿Qué? ¿Qué quiere que hagamos un trio?
Carmen – No, eso no. Quiere que te invite a venir a nuestra casa que te lleve a la cama y el estando escondido verlo todo.
Yo – Se supone que yo me tengo que fiar y tú, ¿Qué dices?
Carmen – Que quieres que quiera, si al él le apetece que le pongamos los cuernos, que le insultemos, porque es otra cosa que quiere oírnos y solo acepta si eres tú, pues porque no. Tú tienes la última palabra.
Yo – ¿Y cuando se supone que tiene que suceder esto?
Carmen – Pues cualquier noche. Se supone que tu vienes a por algo y el, esa noche se supone que por una urgencia estaría fuera, menos la del 24, que si es esa él se haría el borracho, para hacerse el dormido.
Yo – Por mí no habría problema, pero no sé si fiarme, el que más tiene que perder soy yo.
Carmen – Que puedo hacer para que confíes.
Yo – Muy fácil, mándame un wasap con una nota de voz, en la cual me invitas a follar, así de claro. Yo me comprometo a borrarla cuando todo acabe.
Ella lo dudo un poco, pero me dijo que le explicara cómo hacerlo y allí mismo lo hizo. Quedamos que esa noche pasaría por su casa, mas pueden dos tetas que dos carretas y sus tetas, mucho más. La disculpa seria que ella llamaría para que mi madre le dejara el cuchillo eléctrico y que como yo me iba a la calle con los amigos, de paso se lo dejaba. Me pareció de los más normal, porque no era la primera vez de alguna cosa parecida. A mi madre le dije que cenaría no muy tarde y que luego me iría de marcha con algunos amigos, algo que no era extraño y más estando de vacaciones. Se produjo la llamada y oía a mi madre como decía que no tenía que haber hecho nada, que ya le había dicho que no tenía que traer nada para cenar y bla, bla, bla. Entonces mi madre le pregunto si le hacía falta ahora mismo, no sé lo que le respondió, pero la contestación de mi madre fue que Rober en un rato se va y te lo deja en casa. Nada más colgar le pregunte a mi madre que en donde me había metido ahora, ella me dijo que tranquilo que era solo dejarle a Carmen el cuchillo eléctrico, que estaba haciendo algo para mañana y el suyo se le acababa de estropear. Termine de cenar y adrede me iba a marchar sin el cuchillo cuando mi madre me aviso, lo cogí y me fui. Era hora de hacer teatro.
Toque el timbre y tardaron en abrir, Carmen me recibió prácticamente desnuda. Llevaba el pelo recogido totalmente, le quedaba bien. Su única ropa era un vestido que parecía un camisón negro y una bata parecida a la seda, de color entre rosado y rojo. Le dejaba la caja del cuchillo y me iba, ella en voz un punto más alto de lo normal, me invitaba a pasar y la hice insistir, cediendo diciéndolo que solo un momento. Sabía que desde el salón él no nos podía ver, pero si oír y mi intención era putearlo un poco. Me ofreció una copa y acepte, mientras manteníamos una conversación de lo más tonta, yo metía mi mano entre sus piernas llegando a su coño y ella me tocaba mi rabo por encima del pantalón. A lo tonto nos estábamos poniendo cachondos de una manera no prevista. Ella entonces saco la conversación de lo que paso la otra vez y que fue una pena quedarse a medias. Le daba la razón y ya la conversación se puso muy guarra, Alfredo seguro que se la estaría meneando. Carmen ya quería irse a la habitación y yo no consentía, su cara era de extrañeza, aunque no protestaba, estaba recostada y abierta de piernas mientras yo tocaba su coño. Ya le daba igual. Hablaba para que el me oyera, le decía a su mujer que por ser tan puta me la fallaría allí mismo, para cuando estuviera sentada con el cornudo me recordara.
Ella se quejaba, quería ir a la habitación, pero mientras me lo decía ya estaba en pelotas y yo hace lo mismo. Mi rabo está preparado ya para todo. Le dije que si no me comía el rabo me iría y ella decía que mejor y más a gusto en su cama y ya me la estaba chupando. Para que Alfredo no tuviera dudas, le decía en alto, vamos zorrón comete bien mi rabo, seguro que al cornudo de tu marido no se la comes así. Mientras yo estiraba mi mano y tocaba su culo. Lo tenía muy cerrado y dije en alto que por lo que se veía había algo sin estrenar, o no lo habían estrenado bien, dejo de comerme el rabo y me dijo que por ahí no. Que dolía mucho. Eso es que Alfredo no te lo ha follado bien, pero será mío. Se puso de rodillas sobre la alfombra y se la estuve metiendo un rato, le ordene que trajera o lubricante o algo similar, que lo intentaríamos, al oído le dije que se lo preguntara a su marido mientras buscaba. Se metió por el pasillo y yo me puse a escuchar. El insistía en que me llevara a la habitación, ella que no había manera y el volvía a insistir hasta que le dijo que dejara que lo intentara por detrás, pero con la condición que fuera en la habitación, pero que no se le ocurriera dejar que le hicieran el culo.
Volvió ella riéndose y me dijo en voz alta que lo podíamos intentar, pero en su habitación. Acepte y cuando caminábamos por el pasillo me señalo una habitación, indicándome que la habitación donde estaba su marido. La habitación tenía todas las luces encendidas, las de las mesas de noche, las del techo, menuda iluminación. Me dio un bote de lubricante de una marca muy conocida, me dedique a comerle su coño, pero sin prisas con mucha tranquilidad y sin llegar a tope, para que ella lo desease más. Como gritaba como insultaba a su marido y yo seguía haciéndolo y preparando bien su culo, que después de mucha paciencia ya tenía tres dedos metidos. Me decía que era increíble que lo hubiera conseguido y que no se sentía tan mal.
Ya la tenía bien preparada y seguro que a Alfredo le iba a dar una apoplejía cuando viera como desvirgaba el culazo de su mujer, porque pensaba hacerlo. La hice que se colocara a 4. Le metí mi rabo en su coño y estaba derretida del placer que tenía, seguía metiendo mis dedos en su culo y ya no se producía ninguna protesta ni tampoco la tensión en su agujerito, que al principio tenía tenso esos músculos. Me puse mucho lubricante en la mano, saqué mi rabo y me pasé la mano por todo. Carmen me dijo que solo la puntita, que no quería y se colocó en una posición perfecta. Me costó mucho poder colocar la punta de mi rabo en la entrada de su culo, me había pasado con el lubricante, una vez que logré en encajar un poco el rabo en su sitio, apreté y ya la punta entro. Carmen se quejó algo, pero mucho menos de lo que yo esperaba y eso que su culo era como si me fuera a cortar la punta del rabo de lo justo que estaba. Que sensación más buena. Di dos empujones más y entro bastante rabo. La zorrona decía Rober por favor, quita que me duele, ya está bien solo era la punta y la muy puta movía su culazo para que entrase más. Bien alto le dije que por lo puta que había sido conmigo, por lo puta que era y por el carbón de Alfredo que tomase y le metí el rabo hasta el fondo.
Sí que era buena actriz, me la has metido a traición, no era eso, que le dolía mucho, pero no paraba de mover su culo. Llego un momento que no pudo disimular más y me pedía más marcha follándola y ya nos daba igual el marido, a mí me dio igual desde un principio. Su orgasmo y mi corrida llegaron a la vez. Me corto el rollo que me dijera que me tenía que ir ya, lo entendí, Alfredo tenía que estar loco ya. Antes de irme le dije que rezara porque su marido no se emborrachara mañana en la cena, porque lo bajaría a casa y me la fallaría a ella en la misma cama. Se mordía los labios cuando me oía, que cachonda y puta que era. En la puerta cuando me iba, me decía que le había roto el culo literalmente y yo le dije que se diera agua fría. Cuando me levante por la mañana tenía un wasap de ella y me decía que su marido se había puesto como un animal y que me preparase que lo tendría que bajar por la noche y unos muñequitos riéndose.
Y ahora os tengo que dejar por unos días, que ya estamos un grupo interesante de gente, algunos lectores y lectoras y escritores de relatos, que iniciamos ¡YA! la fiesta para celebrar como se merece el fin de año.
¡¡¡FELIZ 2017!!!