Dulce hogar
Como viven dos hermanos en el seno de una familia incestuosa, en donde el sexo no es mala palabra. No es una historia de amor, es un relato de la vida real, son hechos vividos en una clase social media-alta, de una ciudad capital
D U L C E H O G A R
Marisol era la menor en la familia, vivía junto a su hermano Damián, dos años mayor que ella y sus padres Rita y Mariano. Residían en un barrio cerrado, en donde todas las casas eran bonitas y de estilo moderno. En ese lugar contaban con seguridad privada y otros servicios que hacen al confort y buen vivir de este tipo de familias.
También vivía con ellos, en forma permanente la mucama, Romina era su nombre, de 26 años, estaba junto a la familia desde muy pequeña, por lo que ya se la consideraba como una integrante más de este grupo familiar.
Si bien Marisol y Damián no tenían amigos con quien relacionarse dentro del barrio, tanto Rita como Mariano, tenían muchos conocidos con los que alternaban en el club house, en la pileta, en partidos de tenis o juegos de cartas.
La casa en la que vivía esta familia estaba edificada en dos niveles, estando en la planta baja, el living, comedor, estudio principal y biblioteca y dependencias de servicio como cocina, lavadero y sanitarios.
En la parte alta de la casa estaban los dormitorios, el principal lo ocupaban la pareja de Rita y Mariano, estaba separado de los dormitorios de los hijos por un espacio en donde había una pequeña sala, que incluía espacio para computadora y televisor, todo esto de uso íntimo de los integrantes de la familia.
Romina, también tenía su dormitorio en el mismo nivel, separado del dormitorio principal por los cuartos de Marisol y Damián.
Además de los cuartos para dormir, estaban los sanitarios, uno privado para la mucama y el otro lo compartían los dos hermanos.
A los ojos de los demás, se trataba de una familia tipo de clase media, conformada por padres profesionales e hijos estudiantes, sin embargo era una familia muy singular.
Mariano era médico y se había especializado en el nutricionismo, por lo que gran cantidad de sus pacientes eran mujeres que se entregaban a él para que les conservara la silueta o les mejorara de alguna manera el aspecto de su cuerpo y por ende de su mente, levantándole la autoestima. A pesar de tener esta ventaja con relación a sus pacientes, a veces se había abusado de ello.
Rita, trabajaba en una empresa de turismo, adonde había ingresado como empleada administrativa y había llegado a ocupar un cargo gerencial, por su buen desempeño y dedicación. Este empleo le valía para los innumerables viajes al exterior del país que realizaban, en familia, en pareja o muchas veces sola.
Marisol como ya se dijo, era una adicta a la computación, por las noches mientras todos dormían ella seguía con su computadora metiéndose en los lugares más remotos y extraños que le posibilitaba la red. Se comunicaba con personajes afectos a todo tipo de gustos, placeres y según ella pensaba, perversiones. Esto le provocaba entre otras cosas insomnio y en algunas ocasiones la excitaba sobremanera, a punto tal que terminaba totalmente mojada en su parte íntima y no podía reprimir el deseo de tocarse y acariciarse hasta alcanzar un orgasmo y otro y otro. Se dormía extenuada y se levantaba ojerosa, a veces con jaquecas y mal humor.
Marisol recordaba y revivía en su mente, todo lo ocurrido la noche anterior y eso le impedía concentrarse en las cuestiones del día, ya sea estudios u otras acciones. Mantenía diálogos sin concentrarse en los mismos, ya que seguía perdida y absorbida por todo lo que veía en su computadora.
En algunas ocasiones se había levantado de su escritorio, superada por todo lo que venía viendo y leyendo y tratando de despejarse o cambiar de aire, se iba a la cocina para tomar un vaso de jugo de frutas o una gaseosa. Mientras bebía, repasaba mentalmente las conversaciones que vía chat había mantenido esa noche, pensando en los contactos reales o virtuales. Por momentos se turbaba por lo escabroso de las propuestas que recibía, sentía que sus mejillas adquirían un color rosado más fuerte del habitual y optaba por retirarse presurosa a su cuarto, ya sea para descansar o reiniciar algún diálogo.
En algunas oportunidades no podía reprimir el deseo de acercarse a fisgonear que pasaba en la habitación de sus padres, quería saber si ellos descansaban plácidamente después de la jornada de trabajo o hacían otra cosa. En realidad quería saber algo más de la vida sexual de sus padres y ella no se atrevía a admitir que pudiese ser capaz de espiar la intimidad de sus propios padres.
Pero lo hacía y era una realidad. Y así como los encontró durmiendo en completo silencio, a no ser por algún ronquido o resoplido, en otras oportunidades pudo percatarse que eran gustosos de practicar sexo y lo hacían sin culpa alguna, ni represión en lo más mínimo.
Las espiadas fueron sucediéndose más y más, hasta convertirse en una rutina, la mayoría de las veces tuvo la oportunidad de enterarse de algo nuevo, porque sus padres eran de variar de una noche a la otra los juegos sexuales, dejando de lado la rutina.
Así fue como se enteró que su padre era por momentos una persona dominante, ya que era el que comandaba las relaciones sexuales y su madre en contraposición, era de una personalidad sumisa, al menos en lo que hacía a su desenvolvimiento en las relaciones sexuales con él. Ella escuchaba desde atrás de la puerta, sobre el pasillo, como su padre le decía una u otra orden y su madre obedecía en silencio o a veces le decía algo como que ella haría cualquier cosa que él le pudiese pedir.
Marisol la sentía gemir y jadear a su madre y a su padre le escuchaba los cambios de respiración, con lo cual concluía que pudiera ser que estén al borde del orgasmo.
Con el tiempo, de tanto espiar a sus padres casi todas las noches, fue perdiendo el miedo o el sigilo con lo cual se movía habitualmente y comenzó a provocar ruidos involuntarios en sus pisadas, en las aperturas o cierres de puertas, los que no pasaron inadvertidos para su hermano Damián, que no solo tenía su habitación pegada a la de Marisol, sino que también compartían el mismo baño. Incluso en más de una oportunidad dejó escapar algún suspiro o respiró más fuerte de lo común y también algún jadeo o gemido, ya que comenzaba a no aguantarse hasta llegar a su cuarto, por lo que cuando la situación consideraba que llegaba a estar demasiado caliente, se tocaba sobre la ropa al principio y más tarde metía delicadamente su mano por debajo de su bombacha.
Damián también tenía el gusto de espiar al igual que su hermana, pero a diferencia de ésta a él se le daba por espiar los movimientos de Romina, la muchacha que hacía las tareas domésticas en la casa de la familia Fernández, a donde había llegado para ponerse a trabajar a los 16 años.
Claro esta joven que ahora tenía 26 años, llegó a la casa cuando Damián tenía 12 años y éste creció mirando como terminaba de desarrollarse Romina y convertirse en la muchacha que era hoy. Sin tener una belleza deslumbrante, era una mujer de un rostro agradable, ojos oscuros, de mediana estatura y un cuerpo sólido, con carnes firmes, rasgos típicos de la mujer norteña, pómulos salientes, ojos ligeramente achinados, labios anchos y generosos. Tenía bien marcada su cintura, pechos turgentes, anchas caderas y piernas de exquisito torneado. Su cabello lo usaba largo, con flequillo peinado de costado, de un tono oscuro típico al de la mujer nórdica. Era lo que se puede denominar como una mujer apetecible.
Damián le había dedicado desde sus comienzos todo tipo de masturbaciones, ya que no hacía otra cosa que pensar en ella cuando se acariciaba su miembro en busca de un desahogo. La imaginaba semidesnuda, desnuda, en ropa interior, bañándose, durmiendo, como sea. Y cualquiera de esas situaciones era motivo siempre para la misma reacción, una terrible erección y corriendo al baño o al dormitorio a hacerse la consabida paja, que tan bien le hacía y que calmaban sus deseos al menos de forma momentánea.
El también había decidido que tenía que saber algo más de Romina y por eso se levantaba de su cuarto en la noche y se iba muy en silencio a espiar a la chica y esto comenzó años atrás. No le fue posible, en tantos años, apreciar la belleza desnuda de Romina, porque el baño de ella estaba en el interior de su propio cuarto, por lo cual se tenía que conformar con espiar por la puerta del dormitorio y solo alcanzaba a divisar cuando la muchacha se quitaba alguna de sus prendas y transitaba de un lado a otro en busca de un camisón u otra ropa de cama, hasta acostarse. O sea que no tuvo Damián la suerte de su hermana, en lo que a curiosear la intimidad ajena se refiere.
Marisol por otra parte no pasó jamás de escuchar los sonidos que del cuarto de sus padres salían, porque no le era posible visualizar demasiado por el ojo de la cerradura. Pero pudo a través de lo que escuchaba reconstruir las escenas de sexo que adentro estarían ocurriendo.
El punto de inflexión se dio una noche, cuando se encontraba espiando como lo hacía cotidianamente y sintió que alguien se acercaba tratando de no hacer ruido con sus pisadas. Ella percibió el silencioso caminar y sin pensarlo se escondió dentro de un placar adyacente, dejando la puerta entreabierta para poder visualizar quien era el dueño de esos pasos. Grande fue su sorpresa cuando descubrió que se trataba de Romina, que con ropa de dormir se acercó hasta la puerta del dormitorio de sus padres y la golpeó con sus nudillos con extrema suavidad.
Ahí se dio cuenta Marisol que la mucama se había acercado hasta allí no casualmente, sino porque la habían citado o la estaban esperando que para el caso, era lo mismo.
Con la misma suavidad y sigilo con que golpeó la puerta, la misma se abrió y la mucama se introdujo sin mediar palabra en el interior del dormitorio. Marisol como una autómata llevó una de sus manos a su boca, tapándola para evitar emitir sonido alguno, lo cual se dio por su sorpresa. Esperó un momento y cuando notó que la muchacha no salía de la habitación, salió de donde se había escondido y se aproximó a su posición de vigilia para poder escuchar lo que se estaba haciendo en el interior de esa habitación.
Podía escuchar con bastante claridad, los sonidos que ya le eran familiares y que producían sus padres cuando tenían relaciones sexuales, ahora aumentados con el agregado de los que emitían Romina.
No puede ser, pensaba Marisol, mis padres son unos pervertidos, sí, eso no me lo quita nadie de la cabeza, están haciendo un trío, ella ya sabía lo que era eso, había visto infinidad de películas o videos de corta duración en donde se daban este tipo de situaciones de tres o más personas. Pero no podía concebir que sus propios padres practicaran situaciones de este tipo.
Aunque pensando bien su padre bien podía ser el factor desencadenante de lo que estaba pasando ahí dentro, ya que no imaginaba a su madre como la persona a la que se le pudo haber ocurrido semejante cosa. Volvió a su habitación, tenía que pensar acerca de todo esto, pero antes se iba a masturbar hasta alcanzar un orgasmo y si fuera posible más también. Mientras pensaba esto, sus dedos apretaban con cierta presión su clítoris, lo que le obligó a juntar sus rodillas, ante la llegada de un espasmo que anticipaba la presencia de un pequeño orgasmo. Debió apoyarse en la pared, tratando de aferrarse a cualquier cosa que no encontró, porque la pared estaba pelada y cayó al piso de la fuerte contracción que le dio.
Todo esto provocó un cierto ruido que fue percibido por su hermano Damián que desde hacía días la venía observando y se daba cuenta de la situación que ella desplegaba noche tras noche. El joven sabía que es lo que estaba pasando y la dejaba a su hermana para ver hasta donde llegaba. Esa noche consideró que era el momento de darle a conocer que él sabía lo que ella estaba haciendo y de esta manera posicionarse frente a Marisol con alguna cierta autoridad para la obtención de algún beneficio futuro.
Además Damián tenía como carta ganadora, sus grandes conocimientos de computación, que le permitían saber todos los secretos de su hermana. A ella le había revisado la computadora varias veces con el pretexto de limpiarla de virus y eso le había permitido estar al corriente de con quién chateaba, que miraba, las cosas que a ella le decían y las que su hermana contestaba.
En cambio a sus padres no los había espiado nunca en lo que se refiere a las computadoras personales que ambos tenían, a pesar de que muchas veces las tuvo en sus manos y podría haber dedicado unos minutos para ver con quien se comunicaban o algo por el estilo. Pero no lo hizo nunca, porque él consideraba que estaban en otra esfera.
Esa noche no se pudo resistir y salió al encuentro de Marisol. Sin hacer ruido, abrió la puerta de su dormitorio y muy sigilosamente se deslizó hasta alcanzar la posición de su hermana. El la veía desde atrás, veía su espalda semidesnuda, llevaba puesto un camisón corto y se encontraba apoyada sobre su lateral izquierdo en la pared, con el pie derecho descansando sobre el izquierdo, calzando solo unas medias cortas, para no hacer ruido.
Se acercó más y más y cuando la tuvo a tiro de su brazo derecho, se estiró y de un salto certero y silencioso con su mano tapó la boca para evitar que ella pudiese emitir sonido.
- Mmm – muy asustada ya que no sabía quien la estaba tomando por detrás, Marisol no pudo articular ni una palabra por la presión que ejercía la mano de Damián sobre su boca.
- No vayas a gritar porque nos van a descubrir a los dos – le dijo Damián, luego que su hermana su hubo percatado que era él quien le estaba tapando la boca.
- Que haces acá, porque me mmm – y Damián volvió a taparle la boca a su hermana para impedir que hablara en vos alta.
Cuando constató que su hermana entendía que debía permanecer callada, la llevó a su dormitorio para poder mantener una conversación con ella.
- Me haces reír, me preguntas a mí que hago yo ahí y porque te tapo la boca. Yo pregunto: que haces tú ahí? Me gustaría saberlo, hace días que te la pasas espiando, sin el menor pudor, así que empieza contestando tu y después hablo yo, quieres? – le dijo Damián tomando asiento sobre el sillón de escritorio que tenía frente a su computadora.
- Es que sentía ruidos raros y no pude con mi genio y fui a espiar y escuché más ruidos y más raros y bueno, soy curiosa, eso es todo – mientras hablaba Marisol tapaba su pecho, ya que no llevaba corpiño puesto, se había sentado sobre la cama de su hermano con las piernas cruzadas, tratando de parecer lo más pudorosa posible.
- Que ruidos raros estúpida, están teniendo sexo y punto, no te das cuenta de eso acaso? – le contestó Damián molesto por la respuesta ingenua o tonta de su hermana, que no sabía si lo quería confundir o si se hacía o era tonta.
- Si vamos a hablar te pido que no me insultes, si lo haces de nuevo, me levanto y me voy.
- Te vas a ir de acá cuando hayas aclarado tu situación, acá y por ahora mando yo, la que estás mal parada eres tú, no olvides esa parte – le contestó Damián, exhibiendo su carta ganadora.
- No entiendo mucho porque mandas tú, pero bueno, no me importa, que quieres aclarar, dímelo, lo aclaramos y me voy, estoy cansada y mañana me tengo que levantar temprano – contestó Marisol, queriendo dar por terminada la noche.
- Te sigues haciendo la estúpida, hermanita, te dije que me explicaras que haces espiando a nuestros padres todas las noches y me respondes estupideces, que los espías porque hacen ruido, quiero la verdad y ya, porque me estoy cansando.
- Es eso, te lo juro, que quieres que te diga, no tengo más para decirte que lo que ya te dije.
- Bueno, correcto, hace días que te vengo viendo, se que además de espiarlos te andas tocando por debajo de la ropa, me entiendes, te masturbas con lo que hacen nuestros padres y después vienes a la habitación y sigues con tus pajas, acaso estoy equivocado? – le dijo Damián con una sonrisa a flor de labios.
- Entonces eso quiere decir que mientras yo espiaba a papá y mamá, vos me espiabas a mi? Me equivoco? – le contestó Marisol.
- Yo te espiaba a vos porque no sabía quién era la persona que se colocaba en la puerta del dormitorio de papá, por un momento se me cruzó por la cabeza que podía ser Romina. Pero no cambies las cosas, la que está en falta eres tú, no yo, de acuerdo?
- Perdón, me puedes explicar cuál es la falta? – Marisol haciéndose la víctima, en un tono cargado de ironía seguía tratando de defenderse o mejor aún, queriendo pasar por inocente.
- Está bien, tienes razón hermanita, no hay ningún problema, no cometiste ningún pecado, ni falta, ni nada – contestó Damián – dejemos todo como está, vete a tu cuarto y duerme tranquilita, yo mañana hablo con los viejos y le comento que tu hace varios días que vienes espiando lo que ellos hacen a la noche, ya verás que le restan importancia al asunto – también Damián utilizaba la ironía para contestarle a su hermana, que palideció al escuchar las últimas palabras.
- No puedes hacer eso, tú sabes cómo se pondrían ellos, no Damián, eso no lo puedes hacer, te lo pido por favor.
- Y porque habrían de ponerse mal? Si después de todo no estabas haciendo nada malo?
- Está bien, adonde quieres llegar? – preguntó Marisol.
- Quiero llegar a demostrarte que estabas haciendo algo malo y que tienes que pagar por eso – contestó secamente su hermano.
- Como que tienes que pagar por eso? Me vas a cobrar una multa acaso?
- No, no pienso cobrarte ninguna multa en dinero, te voy a hacer pagar lo que has hecho en la misma moneda.
- No te entiendo Damián, por favor explícame que te traes entre manos.
- Tu estuviste espiando lo que hacen nuestros padres en la intimidad, yo ahora quiero saber lo que haces tú en tu intimidad, ok?
- Ni lo sueñes, no sé qué pretendes, pero tú en mi intimidad no tienes cabida – contestó Marisol dando por terminada la discusión y acto seguido, se incorporó como para salir de la habitación y fue Damián quien se lo impidió diciéndole.
- Tú de aquí no te vas, antes nos tenemos que poner de acuerdo en lo que me debes pagar como impuesto por haber espiado a nuestros padres y más que nada como abono a mi silencio.
- Déjame Damián, me tengo que ir y me voy a ir, no me vas a detener y no me importa nada lo que puedas hacer.
- Entonces vete y mañana te atienes a las consecuencias – le dijo Damián, mientras la empujaba para que saliera de su cuarto.
Y Marisol se retiró del cuarto de su hermano, algo confundida y pensativa, meditaba mientras daba los pocos pasos que había hasta su cuarto en que lío se podría haber metido y mientras caminaba con su mano derecha tapaba sus pechos, mientras que con la izquierda cubría su cola de las miradas de Damián.
No fue más que ingresar a su dormitorio que ni siquiera se dio tiempo para cerrar la puerta, giró sobre sus pasos y decidió sin pensar demasiado en retomar la conversación con su hermano “esto no puede quedar así” se dijo. Después de golpear suavemente la puerta de Damián, éste que evidentemente la estaba esperando le dio autorización para ingresar.
- Con que volviste, eh? Dime lo que quieres? – le dijo Damián a efectos de no perder tiempo.
- Quiero saber qué tipo de multa me piensas imponer, para que esto quede en el olvido – contestó Marisol.
- Ya te lo dije, tendrás que pagar con la misma moneda.
- No te entiendo hermanito, se más claro, por favor.
- Tu pecado fue espiar, pues ahora la espiada serás tú, está claro lo que pretendo?
- Para nada claro, a ver si entiendo, tu quieres que yo sea la espiada, por quien y en qué circunstancias tendría que ser espiada? – preguntó con bastante claridad Marisol.
- El que va a espiar voy a ser yo y las circunstancias las iré determinando de a poco, se entiende?
- Sigo sin entender, dime qué cosas quieres espiar y terminemos con este juego que me quiero ir a dormir, estoy cansada y mañana tengo un día muy complicado.
- Pero eres tonta o qué? Como primera medida quiero verte desnuda, tal como vos veías a nuestros padres y lo que venga después, se verá en su momento.
- Estás loco, yo nunca los vi desnudos a ellos, eso está en tu imaginación, yo solo los escuchaba y me imaginaba el resto.
- Lo que es lo mismo para mí, si no los viste, te los perdiste, pero yo a ti si te voy a ver desnudita y antes que pase mucho tiempo, ya verás. Si no accedes a dejarte ver ahora por esta causa, te aseguro que puedo poner muchas más cosas que se de ti en conocimiento de los viejos y te aseguro que ahí la multa que tendrás que pagar será bien cara.
- Estás mintiendo con tal de conseguir lo que buscas, no tienes argumentos en mi contra, entonces empiezas a inventar cosas – contestó Marisol, intrigada por ver que más sabía su hermano de ella que pudiese ser tan grave.
- Mira Marisol, se muchas cosas de ti que si quisiera podría ponerte en pésima situación dentro de nuestra familia, sin embargo no lo he hecho por la sencilla razón de que eres mi hermana, te quiero como hermana, pero a su vez te deseo.
- No puedo creer lo que estás diciendo, yo . . .
- Espera, déjame terminar lo que te estoy diciendo. Sé que desear a la hermana suena feo, pero es la realidad y lo he pensado mucho y he decidido que tenía que decírtelo. Además suena más feo de lo que es, porque de por si a mí no me parece feo, hay infinidad de hermanos que se aman, lo que ocurre es que esas situaciones no trascienden, se mantienen ocultas, en secreto.
- Está bien, esa es tu forma de ver las cosas, no es la mía y además sigo sin saber que tantas otras cosas sabes de mi.
- Mira, te voy a resumir lo que se de ti, porque si me explayo tendría que estar una semana diciéndote todo lo que descubrí. Solo te voy a decir lo principal a mi juicio.
- Soy toda oídos.
- En más de una ocasión me has visto cambiarme y lo has comentado con tus relaciones, hablando de bulto, lindo culito, etc. Has tenido sesiones de video chat en donde mostraste tus tetas a cambio de que te mostraran vergas y huevos, quieres que siga?
Marisol a medida que escuchaba lo que su hermano decía, sentía subir el rubor a sus mejillas, no podía creer que estuviera tan enterado de esas acciones suyas y pensaba cómo había obtenido toda la información que le estaba pasando, lo había hecho en oportunidad de reparar o limpiar la computadora, seguramente. Ahí es donde él se enteraba de todo. La pregunta ahora era: lo tendría todo guardado en algún sitio? O solamente lo había leído una vez y luego borrado.
No, lo más seguro era que todo lo tuviera guardado en algún sitio seguro para ponerlo en su contra en el momento oportuno. Estoy frita, se dijo Marisol, estoy a su merced, completamente.
- Dime que pretendes y por favor se concreto.
- Te quiero ver desnuda, desnuda totalmente, te quiero mirar mucho, hasta que pierdas el pudor de mostrarte desnuda ante mí.
- Me estás pidiendo mucho Damián, es mucho y no sé si puedo hacer esto que me estás pidiendo.
- Desde ya que puedes, tienes que dejarte llevar por mí, librarte a mi voluntad, no es mucho lo que pido, solo es cuestión de que te sueltes y que me dejes guiarte.
- No-no sé, siento que . . .
- Escúchame hermanita, te estoy pidiendo que te dejes llevar, déjame conducirte y te prometo que la vas a pasar genial, prueba como si fuera un juego y luego veremos hasta donde podemos llegar.
- No sé, me siento confundida, no sé qué decirte.
- Acabas de responderme – Damián se percató que su hermana no sabía que responder y le decía además que estaba confundida – ya eres mía, solo obedéceme en lo que te pida y verás que tu también la vas a pasar bien.
- Tu eres . . .
- Ya basta, quítate ese camisón que traes, que no tapa nada por otra parte y párate enfrente mío – le dijo Damián en un tono imperativo, mandante.
- Me da mucha vergüenza Damián, no puedo desnudarme adelante tuyo.
- Entonces deja que yo lo haga por ti, no te muevas, ni te opongas a nada, obedéceme.
Damián avanzó hasta pegar su cuerpo al de su hermana, abrió sus brazos, se agachó y con sus palmas le acarició las piernas desde la altura de las rodillas por los costados, sobre la carne suave de su hermana hasta que alcanzó el camisolín, siguió así hasta la cadera sobre la tela de esa prenda de dormir y continuó hasta el rostro de Marisol, acariciando con sus manos las mejillas y deteniéndose especialmente para jugar con sus orejas.
Marisol había cruzado sus brazos a la defensiva, sobre sus pechos, ocultándolos de la vista y manos de Damián. Este, a su vez, bajó las manos e hizo el camino inverso hasta llegar a los tobillos de su hermana, percatándose que ella tenía la respiración entrecortada y un ligero temblor en todo su cuerpo, que se daba sobre todo cuando sus manos pasaban de estar sobre su ropa a la piel.
Esto le dio más valor y al subir nuevamente con sus palmas recorriendo el costado de las piernas, cuando se topó con el camisolín, hizo seguir a sus manos por la piel, levantando la prenda hasta trabarla con los brazos de su hermana.
- Vamos pequeña, déjame quitarte tu ropita, eres muy linda y te quiero mirar – le dijo Damián utilizando un tono de voz muy suave y sugerente.
- Si-si Damián, te dejo, me-me da mucha vergüenza.
- Shhh, deja que te mire, eres hermosa – Damián comenzaba a quitarle el camisolín por arriba y su hermana lo corrigió e hizo caer hacia abajo su prenda, quedando vestida únicamente con su hermosa y diminuta tanguita de color rosa.
Marisol era una hermosa joven, que se encontraba en la plenitud del desarrollo, si bien toda ella era muy bonita, sus ojos y sus labios, la destacaban del resto de sus amigas. Los ojos verdes claro que tenía, hacían que todo el mundo quisiera poder encontrarse reflejado en ellos y los labios provocaban envidia y deseos de poder sentirlos en toda aquella persona que los mirara, indistintamente hombres o mujeres. Eran apetecibles, sugerentes, llamaban a ser besados. Y su hermano no era la excepción, muchísimas veces fantaseó con besar a su hermana y mucho más también.
Damián no pudo dejar de observar el estado que presentaban los pezones de su hermana, ambos se habían endurecido de una forma que resultaba muy difícil poder disimularlos, si bien los pechos no eran de gran tamaño, tenían en su favor una muy linda forma, consistencia y se mantenían erguidos tal como los artificiales. Por esto se le hacía agua la boca y sin darse cuenta, su lengua humedeció sus labios por fuera, como quien se relame ante la llegada inminente de un rico manjar.
Una vez que Marisol quedo vestida solo con su tanguita, Damián la hizo girar para poder observar en toda su dimensión las hermosas nalgas que formaban una cola que más de una vedette envidiaría. A favor de Marisol jugaba su juventud, que le daban a esa cola una dureza y una prestancia únicas. De nuevo Damián sintió involuntariamente como su lengua abandonaba su boca para salir a humedecer nuevamente los labios.
- Y bueno tesoro, si bajas los brazos podré observar esos lindos pechitos que tienes y que te aseguro no te voy a arrancar.
- Es que estoy muy avergonzada hermanito, no te das una idea de lo que estoy sufriendo.
- Lo tuyo es otra cosa hermosa, yo te lo voy a explicar. Lo que tú tienes en este preciso momento se llama calentura y es algo que no puedes esconder, yo mismo veo como tienes tu tanguita mojada y como se desliza la humedad por tus piernas, de eso me doy cuenta. Además te estoy sintiendo temblar, respiras en forma inusual, no te das cuenta de todo eso?
- Sí, yo también siento algo que no puedo explicar, pero creo que la vergüenza es mayor a todo lo que me está pasando.
- No te confundas y como ya te dije, déjame llevarte, nada malo te va a suceder, es más, diría todo lo contrario – mientras Damián le hablaba sus manos seguían recorriendo los laterales del cuerpo con las palmas bien abiertas, acompañando las sensaciones que se multiplicaban en el cuerpo de Marisol.
Al notar Damián una cierta flojedad en las piernas de su hermana, la trasladó hasta su cama, sentándola sobre ella y él se arrodilló en el piso frente a ella continuando sus caricias en los laterales del cuerpo. La rutina era la misma de arriba abajo y viceversa, le estaba dando muy buenos resultados, a juzgar por la forma en que mantenía sus ojos cerrados, su respiración agitada, cada vez más y sus brazos apoyados sobre sus pechos, que no quería dejar al descubierto.
Damián se fue posicionando de rodillas como estaba, entre las piernas de su hermana, cada vez más junto a la cama, de forma que la separación de los muslos fuera la mayor posible. Finalmente en una de las pasadas de sus manos hacia abajo, enganchó la tirita elástica de la cual se sostenía la tanguita con la idea de quitársela. Para tuvo que retirarse hacia atrás para que Marisol pudiera cerrar las piernas y la prenda pudiera salir por sus pies, cosa que hizo sin la menor dificultad.
Marisol, a esta altura temblaba sin poder controlar su cuerpo y colaborando con su hermano en la extracción de su tanga, levantó ligeramente las piernas, lo que aprovechó Damián para empujarla hacia atrás con el objeto de que acostara su cuerpo sobre la cama. Y así quedó ella, acostada de manera transversal a la cama y completamente desnuda. No quitó la protección que tenía sobre sus pechos, lo que continuó haciendo con su brazo derecho, bajó su mano izquierda para tapar su sexo, delicadamente depilado con un corte de forma triangular, tipo pinito.
El estado de excitación de Damián era total, se podía notar eso con solo ver su bulto que parecía que iba a hacer explotar su pantalón pijama, tipo bermuda. Sin embargo, no se dejó ver por su hermana y tal como le había prometido, se dedicó solamente a mirarla, con detenimiento, con lujuria y sus caricias no fueron más allá de lo que se describió hasta ahora, a pesar de que la propia Marisol no hubiese levantado ninguna queja si a esta altura de las circunstancias las manos de su hermano la hubiesen acariciado más íntimamente.
- Marisol, quiero que te levantes y me dejes mirar tu cuerpo con todo el detenimiento que quiero hacerlo y luego te vistes y te vas a tu dormitorio. Por hoy, habremos terminado.
- Déjame que no me siento bien, mis piernas no me responden – le contestó Marisol.
- Es que estás tan caliente que no te aguantas, te atreverías a decirme que estoy equivocado?
- No, en realidad no sé lo que me pasa, te lo juro.
- Bueno, escucha lo que voy a decirte, te vas a parar y yo me voy a sentar en la cama. Vas a poner los brazos a ambos lados de tu cuerpo, vas a abrir tus ojos y mirar hacia abajo y vas a girar para que pueda verte por adelante y por atrás. Lo vas a hacer hasta que te diga basta y luego te vas a ir a descansar. Harás lo que yo te dije y sin decir una sola palabra, de acuerdo?
- Sí, pero me está sonando muy autoritario tu forma de expresarte.
- Es que tienes que entender, que de ahora en más, yo seré la autoridad y cualquier cosa que diga la tendrás que obedecer y eso será por mucho tiempo.
- No estoy de acuerdo, no es tan grave lo que hice y además ya me viste desnuda.
- Basta Marisol, nuestra relación de ahora en adelante es como te lo estoy diciendo y más te vale me hagas caso en todo lo que te diga o tendré que utilizar otros métodos, está claro?
- Para nada claro, a que te refieres con “otros métodos”? – preguntó intrigada Marisol.
- Otros métodos significa que si no me obedeces te voy a empezar a castigar, me refiero a castigos corporales, penitencias, exigencias, etc. Todo esto, desde ya, puedes evitar muy fácilmente, haciendo caso y punto.
- Me niego a esta relación contigo, ya me has visto desnuda, ahora me visto y terminamos. Si tú cuentas que yo he estado espiando a nuestros padres, yo contaré que tú me obligaste a desnudarme para verme.
- No puedes ser más estúpida, como siquiera puedes pensar en semejante cosa. En cuanto admitas que estuviste espiando la intimidad de nuestros padres, se acabará tu mundo actual, pasarás a ser la hija abominable, lo mío por otra parte, es más o menos normal. Que hermano no ha espiado alguna vez a su hermana, no te olvides que vivimos en una civilización machista. Así que bueno nena, desaparece de acá y no me molestes más. Ah y no andes desnuda por la casa, porque alguien te puede ver y pensar mal, jajaja.
- Eres un desgraciado, la verdad no esperaba que fueses así – le contestó Marisol, a punto de largarse a llorar.
- No puedo creer que sigas haciéndote la estrecha. De una vez, sin dar tantas vueltas, porque no te rindes y dejas que yo te guíe. Eso es lo que tiene que entrar en tu cabezota. Tú de ahora en más, me perteneces, en cuerpo y alma y harás lo que yo te vaya diciendo. No olvides, por otra parte, que soy tu hermano y que nunca dejaré que nada malo pudiera pasarte. Los límites los pondré yo y te aseguro que si me sigues, disfrutarás esta relación tanto como yo. Relájate y déjame hacer. Con probar no pierdes nada – Damián seguía insistiendo y trataba por todos los medios que la relación no se saliera de cause y que finalmente su hermana se le entregara como él ambicionaba.
- Pero que quieres que haga ahora, antes me pedías que solo me desnudara, ahora quieres que adopte poses y que se yo – protestaba Marisol, entregada a la voluntad de su hermano.
- Escucha, esto comenzará como un juego, pero también será como un castigo por mirona y curiosa en exceso y te aseguro que terminará gustándote mucho. Pero ahora, quiero descansar, se ha hecho muy tarde y mañana tengo que madrugar. Así que te vas a tu dormitorio tal como estás ahora y asimismo te duermes, me entendiste? Toma esto como un ejercicio para la relación que se viene, ok?
- Buenas noches hermanito, creo que estás un poco loquito, me va a costar mucho seguir este juego, tal vez me guste como tú dices, no se.
- Mañana charlaremos largo y tendido acerca de cómo debes comportarte cuando estemos solos, que descanses putita.
Marisol se retiró para que él pudiese descansar, al cerrar la puerta colocó la mano con la que tapaba su sexo más en profundidad y se impresionó cuando notó que su mano se había empapado, tal la humedad que provenía de su sexo. De un salto ingresó a su dormitorio y se arrojó a la cama, se tapó con el cubrecama y apagó la luz.
Mientras frotaba su cuerpo desnudo por las sábanas, recordaba las últimas palabras que le había dedicado Damián, en especial la última: putita. La había tratado de putita y ella no había reaccionado, pensó que tal vez él ya la consideraba como una auténtica perra viciosa y volvió a percatarse que salía de su sexo una comezón que la hacía retorcerse en la cama, decidió que era el momento de masturbarse y a eso se dedicó.
Sus tetitas tenían los pezones erectos, duros como piedras y de la misma forma se encontraba su clítoris, con la suavidad del caso, lo comenzó a acariciar, mientras se pellizcaba y estiraba los pezones, a los que había humedecido con el flujo que emanaba de su conchita que estaba muy caliente y mucho más jugosa que de costumbre. De pronto, sin ni siquiera tener tiempo para imaginar más y mejores situaciones futuras con su hermano, le llegó el primer orgasmo y sin parar buscó el segundo, mientras seguía retorciéndose en la cama y para evitar ser escuchada, decidió tapar la totalidad de su cuerpo, para que sus jadeos salieran de su cuerpo con toda la fuerza que el mismo le pidiera.
Finalmente, después de media docena de fuertes orgasmos, quedó dormida, rendida ante la evidencia que sería la hembra de su propio hermano. Despertó ojerosa, se podía decir que mucho más que ojerosa, sus ojos estaban hundidos, casi no tenía fuerzas y las fue a buscar en un baño reparador, con abundante y tibia lluvia. Mientras el agua mojaba su cuerpo, ella pasaba sus manos distribuyendo el jabón y nuevamente se encontró en situación de creciente calentura, no fue más que tocar su sexo, que recordó la conversación de la noche anterior con su hermano.
Y mucho más también, recordó que mientras espiaba a sus padres, había visto ingresar al cuarto de ellos a Romina. Esto no lo había hablado con su hermano, debería decírselo, era conveniente que estuviera enterado de todo. Se imaginó a sus padres y a Romina teniendo sexo entre todos y por momentos sentía fuertes contracciones en su zona genital, producto de las situaciones que se creaban en su cerebro. Decidió terminar rápido con su baño y correr a desayunar, no podía estar masturbándose desde la mañana a la noche. Tal vez esta relación que se iniciaba con su hermano, le sirviera de algo para bajar su ansiedad.
Tenía que contarle a Damián lo que ella hacía con su novio. Y nuevamente comenzó a emanar cantidades de flujo por su entrepierna y entonces cerró las canillas, tomó un toallón, secó su cuerpo, lo perfumó, se vistió y salió a juntarse con su familia.
En la cocina comedor estaba su padre leyendo el diario, enterándose de las últimas noticias, Romina trajinaba de un lado a otro, distribuyendo café, tostadas, leche, manteca y todo lo necesario para el desayuno. Su madre todavía no había llegado, supuso que estaría terminando de vestirse y Damián continuaba con su baño matinal. Nada estaba salido del cauce, de la rutina. Todos actuaban con normalidad, no podía creer que ella era la única enterada de las andanzas sexuales de todos los integrantes de la casa y en parte su hermano.
Desayunó apenas, sin mucho apetito, se despidió de su padre, de Romina y con
un “chau Mami” desde la cocina, se despidió de su mamá y se fue a cumplir con su rutina de estudios y deportes. Su propuesta para ese día, al menos hasta regresar a su casa, era no pensar en nada de lo que había vivido últimamente, así que cada vez que le venía a su mente algún pensamiento caliente, lo reemplazaba por cualquier cosa, objeto, animal, persona o lo que fuera, para cambiar el enfoque de su mente.
Fue un día difícil para Marisol y se sintió liberada cuando comenzó el retorno a su hogar. Sabía que posiblemente encontraría ahí a su hermano y la charla retomaría su curso. Una posibilidad que estaba pensando también, era observar el comportamiento de Romina, sería ella tan inteligente como para poder sacarle alguna información? Ese era otro de sus pensamientos y todos ellos le provocaban los mismos efectos, humedad entre las piernas. Si seguía así, iba a tener que pensar en llevar alguna protección bajo su tanguita o bien usar otro tipo de bombachas, como las que usan las mujeres mayores.
Y ahí pensó que se estaba volviendo loca, que urgente tenía que encontrarse con su hermano, para poder descargar en él todo lo que ella sabía, incluyendo el tema Romina y entregarse, si, así como sonaba, entregarse a su hermano. No sabía si lo haría de cuerpo, como mínimo sería de alma.
Llegó a su casa y su hermano no estaba, lo llamó a su celular y le dijo que ella ya estaba en casa y que lo esperaba para continuar la conversación de la noche anterior. Damián le contestó que en una hora o dos él estaría de regreso, que se alegraba mucho de que ella lo hubiera llamado.
Marisol decidió ocupar el tiempo libre en tratar de acorralar a Romina, a ver si podía averiguar algo. La fue a buscar y la chica estaba descansando después de haber trabajado casi todo el día. Miraba la televisión distraídamente y ojeaba alguna revista de actualidad, simultáneamente. Marisol se le acercó y comenzó un diálogo con ella.
- Romina, tu sí que te das la gran vida, eh?
- Lo dices porque descanso un poco? No te das una idea de lo mucho que te cansa la rutina, hacer todos los días lo mismo, uf, te juro que preferiría estar en tu lugar.
- Bueno, no es para tanto, no exageres. Supongo que no todo es rutina, algunos momentos buenos también tendrás, no sé, me equivoco?
- Digamos que si – y Romina levantó la vista y clavó su mirada en los ojos de Marisol, ya que de pronto se le dio por pensar que la chica podría estar diciéndole algo y ella se sentía en falta por lo ocurrido la noche anterior.
- Ey, porque me miras así, que dije que te molestó tanto?
- No, no sé, nada, tal vez te malinterpreté, disculpa si te miré mal – le contestó Romina, que hablaba con algo de culpa.
Romina desde hacía algún tiempo atrás venía manteniendo una relación con el padre de Marisol, algo que empezó como un simple roce, después otro, pero cuando se da el tercer o cuarto roce, ya no es casualidad, hay algo más que eso. A los roces le sucedieron caricias furtivas, primero débiles y con el paso del tiempo se fueron intensificando, hasta convertirse en algo más intenso y finalmente en un día que la casa estaba vacía, se le apareció Mariano y la puso entre la espada y la pared, según consideraba ella.
Ocurrió una tarde, cuando ella no se esperaba semejante visita, se le presentó en su dormitorio y sin mediar palabra la abrazó, mientras la tocaba por atrás y adelante, por arriba y por abajo, hasta que terminaron teniendo sexo en su cama, con su complacencia, aunque sin participar mucho en la relación. Mientras era penetrada por Mariano y éste se movía y le hacía un mete y saca furioso, ella pensaba en los días previos a que una asistente social de la comuna, la enviara a vivir con esta familia y el motivo que aquella tuvo para tomar esa decisión.
Había ocurrido que a los doce años Romina fue abusada por su padre, por un tío y por dos de sus hermanos, con tal violencia y vehemencia que terminó internada con desgarros en vagina y ano, en un hospital cercano a su precaria vivienda, presentando además fracturas en dos costillas y contusiones en diversas partes del cuerpo, productos de los golpes que le fueran propinados como correctivo por los gritos de la muchacha. Lo peor de todo para Romina, fue que la madre estaba al tanto de lo que le iba a ocurrir y en ningún momento salió en su defensa, ni siquiera después de la violación se apiadó de su hija. Esta circunstancia fue lo que decidió a los profesionales del hospital que la atendieron a ponerla en manos de las autoridades locales.
Esto que le estaba sucediendo ahora, lo soportaba solo porque Mariano en ningún momento se había mostrado como un hombre violento y además porque ella lo había empezado a querer a través de su relación con Rita. Fue la mujer de Mariano la persona que trajo a Romina a vivir con ellos y la que siempre estuvo a su lado, cuidando de que nada le faltase y que pueda transitar su adolescencia de la mejor manera posible.
Jamás Rita se fue a dormir una noche sin antes despedirse de ella, del mismo modo nunca comenzó un día sin saludarla y esos saludos de la mañana o el último del día los hacía con un beso en la mejilla y alguna caricia que sirviera como para recalcar ese sentimiento que sentía por la chica.
Romina comenzaba a sentir esos mimos mínimos que le daba su señora, de forma tal que muchas veces luego de ser besada, llevaba una de sus manos a la mejilla que había recibido los labios de Rita, para marcharse a su habitación por las noches o a sus quehaceres por las mañanas, tratando de retener esa sensación, de no perderla, de que le quedara gravada por mucho más tiempo que lo que duró el propio beso.
Por supuesto que esto lo iban percibiendo ambas y dejaban sus salutaciones cada vez que podían, para cuando se encontraran en soledad, sin la presencia del resto de los integrantes de la casa. De esta forma, los besos que Rita le daba a Romina, cada vez se hacían más intensos, más calientes y lo mismo las caricias se profundizaban y rozaban las partes del cuerpo de mayor sensibilidad. Así fue como Romina fue demostrándole a Rita que era una chica que tenía sus terminales nerviosas cargadas de electricidad, al momento de recibir las atenciones por parte de su señora.
Fue un día sábado, después del mediodía que Rita se animó a profundizar la relación con Romina. Esperó con paciencia a que su marido e hijos se retiraran como habitualmente lo hacían y cuando esto pasó, se dedicó a cerrar con llave todas las puertas exteriores y las ventanas por las que era posible acceder a la vivienda desde el jardín. Cuando la casa quedó herméticamente cerrada, fue al encuentro de Romina, la que se encontraba en una sala contigua al comedor. Se paró frente a la puerta de entrada a ese ambiente y se quedó observando en silencio a la chica hasta que aquella reparó que la estaba mirando.
- Te sorprendí? – le preguntó Rita apoyada contra el marco de la puerta.
- Me asustaste, pensé que te habías ido a tu dormitorio.
- Te doy miedo? – le dijo Rita mientras se acercaba hasta pararse frente a Romina en la posición que adoptaba diariamente para darle el acostumbrado beso en la mejilla.
- No, por favor, miedo no, todo lo contrario – respondió Romina.
- Entonces no te molesta si te doy un beso?
- Por supuesto que no, me gustan tus besos, me siento querida.
- Mmm eso me gusta – Rita la tomó como de costumbre, con la mano abierta tras la cabeza y se acercó como para darle el beso típico de todos los días y lo hizo con los labios humedecidos y la boca entreabierta.
Con la otra mano, colocada en la cintura de la muchacha la atrajo hacia sí, con la clara intención de poder sentir su cuerpo junto al de ella y luego de ese beso intenso que fue correspondido completamente con un suspiro profundo, Rita se animó y llevó sus labios a posarlos sobre los de la chica, que con sus brazos hacía que los cuerpos no se despegaran. Ante este gesto de asentimiento, muy pronto la lengua de Rita entró en la boca de Romina buscando la suya para enredarse en mil piruetas, caricias y chupadas, poco después los jadeos no tardaron en llegar.
Romina parecía que iba a perder el pie, por lo que Rita cuando le fue posible, la tomó de la mano e hizo que la siguiera hasta su dormitorio.
- Vamos a ir a mi dormitorio, creo que nos merecemos un poco de comodidad, si no te gusta mi idea, solo dímelo – le dijo Rita, segura de que la chica pensaba igual que ella, porque al tomarla de la mano, ella se la apretó, indicando claramente que estaba tan caliente como su patrona.
- Yo voy contigo a donde quieras llevarme, Rita.
- Me gusta que seas decidida, te prometo que sea lo que sea que pase entre nosotras, estaremos bien.
- Estoy segura de eso – contestó Romina.
No fue más que ingresar al dormitorio, que Rita volvió a abrazar a la chica y ésta le devolvió el cariño, levantando su cara para ofrecer la boca que la señora tomó en forma instantánea. De un rápido movimiento de cintura, la hizo sentar en la cama y luego acostar, quedando ambas atravesadas en diagonal a la cabecera. Rita mientras besaba sin parar a Romina con una de sus manos amasaba y acariciaba las tetas por sobre la ajustada remera y con la otra, recorría las piernas desde la cadera hasta las rodillas, ida y vuelta, colocando la mano por debajo de la pollera cortita y amplia que vestía la chica. Muy pronto la pollerita quedó totalmente levantada y los dedos de Rita acariciaban el sexo de Romina por sobre la bombachita que llevaba puesta.
- Mmm estás bien pequeña? – dijo Rita como para reafirmar lo que ya sabía de antemano.
- En el cielo, Rita, soy tuya, soy tuya – y Romina respondió algo que Rita preveía escuchar, con el agregado bien subrayado de “soy tuya”, que le dio para pensar en la importancia de esta relación.
- Y yo te acepto, eres mía pequeña, recuérdalo siempre.
- Soy tuya y haré lo que me pidas – Romina se encontraba completamente entregada y Rita tenía toda la responsabilidad de llevar esa relación a buen puerto.
Romina se encontraba completamente entregada a las caricias y avances de Rita y ésta a su vez, daba el primer paso en su relación lésbica. Sin pensar demasiado y dejándose llevar por el sentimiento y la pasión que le despertaba Romina, la fue desvistiendo como si fuera una muñeca y acomodando en la cama, a medida que esto hacía no dejaba de besarla y acariciarla, pasando de la boca a las mejillas, a chuponearle todo el cuello, los hombros, las orejas, para hacer una parada en las tetas, en donde combinaba besos con caricias, mordisquitos con pellizcos, muchas caricias y saliva que excitaba a la chica de una manera brutal.
Parte de su cuerpo lo apoyaba sobre Romina, que no dejaba de temblar, gemir y todo esto se hizo mayor cuando continuó el recorrido de sus besos y bajó a la pancita, al vientre y pasando al sexo por alto fue directamente a los muslos, dando ricas lamidas y percibiendo el aroma del sexo y un poco el sabor del flujo que mojaba esas piernas calientes. Rita se acomodó mejor, quedando entre los muslos de Romina, bien separados y levantados para poder besarle desde el culo hasta el clítoris, sin cambiar de posición. El sabor del flujo que emanaba en cantidad de la concha de la chica, le pareció agradable, por lo que su lengua y sus labios se apoderaron de toda esa zona de extrema calentura.
Con la lengua en punta, entraba y salía de la cavidad vaginal, pasando de los labios mayores a los menores, con una suavidad que es típica en una mujer que sabe lo que le gusta a otra mujer. Cambiaba la posición de la lengua y ahora la transformaba en un pincel y lamía toda la concha de Romina, que a esta altura no podía reprimir más sus jadeos y lanzaba pequeños grititos de complacencia. Demostró Romina mucho más su placer, cuando a la par de la lengua de Rita, los dedos se posaron sobre su clítoris y lo amasaron hasta lograr ponerlo en un estado de extrema sensibilidad y ahí se lanzó con sus labios en punta a chuparlo, lengüetearlo y darle pequeñas mordiditas que llevaron a la muchacha a un estado de locura total y sus grititos se transformaron en gritos de mujer caliente, al borde de un orgasmo que cuando llegó dejó una huella de flujo, jadeos, gemidos y gritos, que por un momento asustaron a la señora, ya que los muslos se cerraron fuertemente sobre la cabeza, a la vez que pretendía saltar y retorcerse en la posición en que se encontraba.
- Ahhh nunca sentí algo parecido en mi vida, mmm no sabes lo que me has hecho gozar, te amo mi señora, soy tuya, no lo olvides por favor, mmm.
- Me alegro tanto que haya podido hacerte acabar y creo que lo hiciste bien fuerte, verdad? – le contestó Rita.
- Es la primera vez que tengo una sensación así de fuerte, intensa, por favor no me dejes nunca.
- Te tomé la palabra y te considero mía y no pienso dejarte ni loca – le contestó Rita.
- Puedes hacer conmigo lo que quieras o pedirme lo que desees y te juro que lo haré.
- Ahora quiero que te metas en la cama y déjame que me quite la ropa, me quiero abrazar a ti desnuda y sentirte apretada a mi cuerpo.
- Yo te quiero besar y acariciar, quiero devolver lo mucho que me has dado.
Rita se desnudó y se acostó junta a Romina, se abrazaron y a la chica no le daban las manos para acariciar todo ese hermoso cuerpo desnudo de su señora. A la vez que devolvía los besos, se concentró mucho con las tetas de Rita, a las que se prendió como un animalito y lamía, chupaba y amasaba como lo haría una criatura, lo que hacía que la mayor de las mujeres se calentara como una yegua y refregara su concha contra las piernas de Romina.
- Me vuelve loca como me chupas las tetas, te adoro pequeña.
- Mmm te gusta Rita, como lo hago, podría quedarme a vivir sobándote las tetas.
- Me encanta, pero ahora quiero volver a chuparte tu conchita, eso también me gustó mucho, quiero repetir, quieres que te la chupe o prefieres otra cosa? – le preguntó Rita como para saber si realmente era algo que la muchacha deseaba.
- Sí, mi señora, pero me gustaría poder hacerte lo mismo a ti.
Rita escuchó eso y comenzó la rotación de los cuerpos, ella quedó boca arriba ofreciéndole su concha a la muchacha, que apoyó las palmas a cada lado de las nalgas de la señora y se lanzó de lleno a saborear tan rico manjar.
Ahora a Rita le tocaba chupar la concha de Romina desde arriba, así que con su pera jugaba con el clítoris y con sus dedos acariciaba la colita y el orto de la muchacha. Las lenguas de las dos comenzaron a trabajar y a Rita se le hizo difícil concentrarse en su tarea, ya que estaba sintiendo de forma muy fuerte lo que la chica le estaba haciendo.
- Ay pendeja, no puedo creer que nunca hayas hecho esto. Me vas a hacer acabar en cualquier momento, vamos, vamos, perdona que te abandone un poco, pero necesito acabar, vamos putita, chúpame la concha, el clítoris tesoro, no lo abandones, mmm ay vamos ay ahhh no puedo más, me viene, me viene, que bien que me estás chupando la concha, vamos puta, mmm, que bueno, ahhh ahhh.
La lengua de Romina hizo que su señora tuviera la satisfacción de tener un lindo y fuerte orgasmo, que la dejó al borde del desmayo, necesitó unos minutos para poder recuperar el ritmo normal de la respiración y un poco de compostura como para poder continuar con la relación sexual que estaba teniendo con su mucama.
- Qué bueno que te hice bien Rita, me encantó chuparte y lo sigo haciendo si quieres.
- Bueno, sigamos ambas, mejor nos ponemos de costado, ahora te quiero chupar el culito, te gustaría? – le dijo Rita, tratando de buscar el límite de la chica.
- Mi cuerpo es tuyo, recuerda que soy tuya.
- Es verdad, es la falta de costumbre. Dame el culito que te lo voy a chupar un poco. Te duele si te meto un dedito?
- Mi cuerpo es tuyo, mi entrega será total, puedes comprobarlo haciéndome lo que te plazca – le respondió Romina
La tarde de ese sábado se hizo interminable, se la pasaron cogiéndose una a la otra, sin darse tregua. Perdieron la cuenta de los orgasmos que alcanzaron, era uno atrás de otro, una y otra, se alternaban y a veces los han tenido juntas. Hasta que ya no les era tan placentero tenerlos y esa cosquilla maravillosa que se alcanza con un orgasmo, comenzaba a resultar un poco dolorosa y ahí se dieron cuenta que lo mejor era suspender ese primer encuentro, considerando que tenían la vida por delante.
Marcela ( marce459@live.com.ar )