Dulce hogar 9

Rita aclaró la situación con su hija, más tarde tuvo sexo con su hijo, de lo cual tuvo que enterar a su marido, quien en una noche caliente hace suya a su propia hija.

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   9

No fue fácil para Rita asimilar todo lo que le hizo saber su mucama y hembra. Sin embargo pudo hacerlo, mientras pensaba en las relaciones que mantenían sus hijos, especulaba que eso era lo que sabía Romina, pero como cada persona es un mundo, seguramente habría mucho más y para saber que era lo que ella no conocía de sus hijos, tendría que acercarse más a ellos. En ese preciso momento estaba recostada en su cama y cuando quiso darse cuenta tenía una de sus manos acariciando su sexo, el cual estaba completamente humedecido. Estoy caliente, se dijo, pienso en mis niños y me caliento, eso está muy mal.

O no, tal vez no sea tan malo. Después de todo eran una familia, tenía razón Romina al considerar que mientras esos hechos no trasciendan, no se hagan públicos, no pueden ser considerados como algo malo o expresado en otras palabras: “sucede en las mejores familias”, reza el dicho popular. Y Rita se

siguió tocando, ahora con total libertad, sin reprimirse en absoluto y de pronto se encontró haciéndose una paja con una mano en su concha y la otra amasando sus tetas, pellizcando sus pezones y gimiendo como una puta, mientras pensaba en la verga que podría tener su hijo o en el cuerpito maravilloso de su nena y siguió y siguió hasta alcanzar un orgasmo, un gran orgasmo, que le dedicó a sus dos queridos hijos y se dio vuelta en la cama y se acomodó en posición fetal, con las manos entre las piernas y una sonrisa de satisfacción a flor de labios.

Según Rita entendía, antes de ponerlo al tanto a su marido de lo que ella se había enterado, lo ideal sería que tuviera una charla con sus hijos, lo que ignoraba era la conveniencia o no de que esa conversación fuese en conjunto o por separado y si se decidía por hablar en forma individual también desconocía la conveniencia de hacerlo primero con uno o con el otro. Después de mucho meditar se decidió por mantener en primer término una charla con su hija, luego de acuerdo al resultado de ésta, la tendría a solas con Damián o tal vez en compañía de Marisol.

Para Rita el diálogo con Marisol lo tendría en la primera oportunidad que su hija le pidiera que la llevara al centro a comprar ropa, ahí la tendría para si sola y le podría hablar bien a fondo de su vida sexual. Fue en el auto que ella planteó la charla, sin demasiados tapujos.

-         Estaba esperando una oportunidad como esta de estar solas las dos para que nos sinceremos de algunas cosas que estamos viviendo, pero lo harás tú en primer lugar – le dijo Rita a Marisol, quien no comprendió bien a donde apuntaba su madre.

-         Que nos sinceremos de que? No entiendo lo que me preguntas, mamá?

-         Quiero decirte que se lo que haces con tu hermano, también se que has hecho alguna vez con Romina y ahora quiero saber todo de ti, quiero que me cuentes que otras cosas debo saber.

-         Queee? Y como te enteraste de lo de Damián? Te lo dijo Romina, verdad?

-         Es verdad, me enteré por Romina.

-         Esa chismosa – protestó Marisol.

-         No la malinterpretes, no me enteró de lo de Ustedes por chismosa, sino por otra causa, Romina los quiere mucho, no te equivoques con ella.

-         Mmm no se, ahora estoy dudando un poco y porque te contó lo nuestro?

El auto lo detuvo Rita en una cafetería sobre la ruta, adonde bajaron para continuar la charla, mientras tomaban algún refresco. Marisol si bien tenía mucho para contarle a su madre, no estaba dispuesta a desnudar su intimidad, sino más bien a escuchar, por lo que Rita le fue contando sus temas, haciendo un relato bastante interesante que partía de su adolescencia, las relaciones de su juventud hasta que conoció a su padre, la vida durante todos los años de matrimonio hasta la fecha.

Lo que más le impactó a Marisol era que su padre fue el primer y único hombre que conoció íntimamente en toda su vida su madre, quien no tuvo vida sexual previo al matrimonio y que recién en los últimos tiempos había podido liberarse un poco de todos los prejuicios provenientes de su crianza y educación en donde el sexo estaba considerado algo malo y prohibido, al menos durante la soltería. Incluso estando ya casada, el sexo era algo monótono, sin demasiada entrega, ni preocupación del uno por el otro, muy difícilmente se podía disfrutar, más bien se sufría, de donde la conclusión terminaba siendo que tener sexo era un sufrimiento.

Pero eso fue hasta que descubrió su propia sexualidad y desde ese punto en adelante se sentió mucho mejor, una mujer plena y despojada de prejuicios, había aprendido eso, que dar o recibir placer corporal no podía ser malo o dañar a nadie, en tanto y en cuanto sea íntimo. Por eso cuando se enteró de lo que ella hacía con su hermano, en primer lugar se sintió molesta y luego de meditarlo comprendió que eran actos de la intimidad de cada uno y que si a ella y a su hermano le hacían bien esas relaciones, ella como la madre que era de ambos, avalaría lo que hicieran, con la consigna de siempre, que era mantener la intimidad.

De igual manera, siguió Rita hablándole a su hija.

-         Se que te has enterado que con tu padre y Romina nos relacionamos sexualmente – le dijo Rita a su hija.

-         Si, digamos que estoy al tanto – le respondió Marisol avergonzada -  también eso te contó Romina.

-         Estoy enterada de todo, incluso de lo de tu hermano – le dijo su madre.

-         Que cosas sabes de él – preguntó Marisol.

-         Todo, lo que hace contigo, lo de su compañero y también lo que pasó con Romina, claro.

-         O sea que si sabes todo lo nuestro – Marisol estaba completamente absorta después de escuchar a su madre.

-         Como te sientes, estás molesta?

-         No, solo sorprendida, algún día se tenía que saber esto, no se podía ocultar más, verdad?

-         Mmm tal vez sea así. Puedo preguntarte algo?

-         Si, mamá, lo que sea.

-         Te molesta que con tu padre tengamos esta suerte de liberación?

-         No, todo lo contrario, si a ti te sirve para estar bien, para nada.

La siguiente etapa para Rita era hablar con su hijo, conversación que tuvo esa misma jornada, cuando al regresar a la casa lo encontró y le pidió que la llevara hasta el supermercado, para poder estar a solas con él.

-         Mejor conduce tú – le dijo Rita a su hijo, además le indicó el camino para llegar al supermercado – toma por allá, es más largo, pero mucho más tranquilo.

-         Ok, mamá.

-         Damián, allá en aquella arboleda para el auto, quiero hablar algo contigo y quiero que estemos muy tranquilos.

-         Nos van a confundir con una pareja, aquel es un sitio para novios – le dijo Damián.

-         Acaso no somos una pareja – contestó Rita con una sonrisa que su hijo en ese momento no supo interpretar como correspondía – con los vidrios oscuros de este coche, nadie nos verá, no te parece?

-         Tienes razón,  a quien le importa después de todo si somos o no pareja.

Con Damián fue mucho más directa la conversación, sin tanta vuelta como le dio a su hija, le contó que ya había hablado con su hermana, que estaba enterada de todo lo que hacían, que no los censuraba, que los comprendía, del mismo modo pedía que pudiese él comprenderla a ella en la relación que tenía con su padre y eventualmente con la mucama. Todo quedó aclarado, Damián prácticamente no se pronunció, había enmudecido y estaba tirado en el asiento hacia atrás, con el respaldo bajo, en una actitud que Rita no supo si era porque se sentía mal o que.

-         Quiero que sepas que además se lo que has vivido con tu compañero y no se si con alguien más y de eso si quieres podemos hablar más profundamente.

-         Ya que has sido honesta conmigo, yo actuaré de la misma forma contigo, mamá.

-         Habla hijo, te escucho, dime cual es tu sentimiento.

-         Mi sentimiento es contradictorio. Me gustan las mujeres y a eso no renuncio, no sabes cuanto me gustan mama.

-         Pero . . . – agregó Rita como para darle pie a que continuase.

-         Te cuento, las veces que lo hice con Bruno, siempre fue bajo presión, del mismo modo lo hice con Leandro, lo único raro es que con este tipo me gustó hacerlo y te juro mamá, no se lo he dicho a nadie, pero quisiera volver a hacerlo.

-         Hijo, es de una persona con mucho valor lo que acabas de decirme. Las cosas suceden a veces de manera inexplicable, deja que el tiempo acomode tus ideas y tus sensaciones.

La conversación se estaba dando con el coche estacionado en un bosquecito al costado de la ruta, ya estaba anocheciendo y otros autos se encontraban parando en las inmediaciones, con parejas en sus interiores. Rita se había quitado el cinturón de seguridad y se estiró para alcanzar la cara de su hijo para besarlo en la mejilla y abrazarlo, en señal de consentir lo que él le había confesado. Deseaba besarlo y abrazarlo maternalmente y lo hizo y cuando con su cuerpo se encontró pegado al de su hijo, percibió una dureza que pensó que era el enganche del cinturón de seguridad, por lo que quiso correrlo con su mano, pero no, se trataba de otra cosa.

-         Mamá, que haces? – le dijo Damián cuando sintió la mano de su madre sobre su verga.

-         Te juro que creí que eso duro era la parte de . . .

-         Ahhh, deja tu mano ahí, mamá, disculpa, pero estoy enloquecido.

No permitió Damián que su madre retire la mano que había apoyado sobre su pantalón, justo donde tenía la verga hinchada y endurecida, de tanto que habían conversado un tema que le encendió la sangre. Por otra parte Rita no hizo ningún esfuerzo por retirar esa mano del lugar adonde equivocadamente la había apoyada, por el contrario palpó con sus dedos la consistencia, la dureza y la extensión de esa verga atormentada por la presión de pantalón y calzoncillo.

-         Por favor, mamá, me vas a hacer acabar dentro del pantalón, ahhh.

-         Y si eso sucede, te juro que te limpiaré como cuando eras pequeño, mi tesoro.

-         Mmm mamá, no aguanto más, por favor.

-         Por favor querido, desprende tu pantalón y te haré el favor que me pidas.

Rita estaba tan caliente como su hijo, no podía contenerse ella tampoco, no le importaba nada, lo ayudó a desprender el pantalón, hasta que sacó la verga afuera y se la agarró con las dos manos, acariciándola de arriba abajo. No se animaba a chuparla, era su propio hijo, pero cual era la diferencia si se la estaba acariciando, casi pajeándolo.

-         Ya no voy a aguantar más mamá, te aseguro que . . .

-         Mmm, no te voy a dejar glup así glup splash mmm ey, mocoso de mmm ajjj – Damián cuando sintió los labios de su propia madre sobre su verga, no pudo resistir y largó toda su carga de leche directamente dentro de la boca.

-         Si, mamá, toma mi lechita, por tanta que me has dado a mi, ahhh mmm.

-         Mmm bueno, espera, acaba bien, todavía te sigue mmm saliendo glup.

-         Si, estoy muy caliente, tú me pusiste muy caliente. Y también el hecho de estar haciéndolo con mi madre, me pone como loco eso, me da mucho morbo, no se que te pasa a ti?

-         A mi? A mi me gusta todo, también me da morbo hacerlo con mi hijo, desde ya, pero además estoy frente a una terrible poronga, hijo, que feliz la chica que se coma este pedazo no?

-         Estás muy puerca ma’.

-         Si, soy puerca, pero solo en la intimidad y contigo, hijo querido. Te gustó lo que te hice?

-         Si ma’, pero fue muy cortito, otra vez podemos repetir?

-         Si quieres, ahora mismo, hace tanto que no sentía esta dureza en una verga, que me dieron ganas de volverlo hacer a mi también.

-         Mmm, eres brava ma’ y no te preocupa que se entere pa’?

-         Tarde o temprano se tendrá que enterar, de esto, de lo de tu hermana y de todo. No me preocupa, es nuestra intimidad, nuestra familia, tal vez a otra gente no le guste, pero a nosotros si y por eso lo hacemos.

-         Estoy de acuerdo contigo ma’.

La mamada continuó hasta que Damián pudo volver a acabar dentro de esa boca que sabía como chupar una pija y eso el muchacho había podido comprobar. El se encontraba recostado en el asiento, que había echado hacia atrás, las piernas abiertas, había bajado el pantalón sin quitárselo, para que Rita tuviese todo su sexo a disposición, verga, huevos y estando casi al borde de la butaca, también con sus dedos podía acceder a su culo, acariciar los muslos y las piernas en general. Las manos de Damián las tenía estiradas hacia atrás, arañando el cielorraso del auto, por momentos acariciaba la cabellera de su madre, que se afanaba con su pedazo de carne endurecida tratando de darle la segunda acabada, que tardaba en llegar, tanto que parecía que no llegaría. Cuando con sus dedos intensificó el recorrido por el culito de su hijo, noto que se calentaba bastante el muchacho, por lo que con un dedo comenzó a pasarlo por el orto, dando pequeños golpecitos como queriendo penetrarlo y entonces notó como lograba arrancarle espasmos o hacerle irregular la respiración. Insistió en esa posición hasta que mojando con su propia saliva el dedo lo metió dentro del culo y simuló un mete y saca que hizo vibrar el cuerpo entero de Damián.

-         Parece que he encontrado tu punto débil, hijito, glup splash, tu culito, glup splash mmm glup tu culito glup te gusta eh?

-         Mmm si ma’, sigue ma’, me gusta tu dedito.

-         A ver glup splash a ver – Rita le metió un segundo dedo adentro y afuera y cuando estuvo a punto de intentarlo con tres dedos Damián le llenó la boca de semen por segunda vez en minutos.

-         Ahhh mmm ahhh, que bueno ma’ como la chupas, ahhh.

-         Te gustó picarón, mmm glup glup glup – Rita le hizo una última repasada, dejando toda la zona limpia de rastros de semen, no dudó en volver a tragar todo lo que le había sacado a su hijo.

Luego de esa parada en el medio de la arboleda, Rita le comentó a su hijo que esa misma noche hablaría con su marido de lo sucedido con él y su hermana. Ella esperaba que Mariano comprendiese y aceptase toda esta nueva relación que se daba en el seno de la familia. Después de todo, Mariano no era ningún santo y se sabía que en su trabajo tenía más de una historia que algún día podría contar, al menos para que todos supiesen que era lo que él hacía con enfermeras y pacientes. También la tranquilizaba a Rita, saber que su marido había sido el impulsor de actuar con la máxima naturalidad en lo que se refería a las relaciones sexuales, nunca discriminar, tampoco negar lo que sea y de quien sea, si es que era posible obtener placer.

De esta forma él la habilitaba a Rita a tener todo tipo de relaciones sexuales, siempre con la consigna de no esconder nada y ella lo hacía, en cambio él no podía decir lo mismo.

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Cuando Damián le contó a su hermana lo sucedido con su madre, Marisol no pudo hacer otra cosa que imitarlo y ponerlo al tanto de lo que ella había hablado con su madre. Los hermanos estaban al corriente de las últimas novedades, la madre de ellos ya había tenido un match con Damián y blanqueado con Marisol todo lo que sabía. Ahora era de esperarse que el próximo en enterarse de las actividades sexuales de la familia fuera el jefe, Mariano, hombre de mente abierta con su esposa y con la mucama, lo que los chicos no sabían era como reaccionaría con ellos.

Esa noche no se pudieron dormir enseguida, el matrimonio de Rita y Mariano tenían muchos temas de que hablar, comenzando por las relaciones sexuales que mantenían sus hijos entre si y con extraños, en donde se podía agregar la que habían mantenido madre e hijo.

-         Que cosa que jamás me imaginé que mis propios hijos tuvieran la sexualidad que tú me dices que tienen – le comentaba Mariano a su esposa.

-         Y te aseguro que lo hacen sin culpa, ya que me ocupé de hablar con ambos y les metí bien en la cabeza lo que siempre conversamos, el sexo se disfruta, se goza, en el sexo no hay culpas, ni remordimientos, en tanto y en cuanto se haga de común acuerdo.

-         Desde ya, así lo veo yo.

-         Pero que te pasó por la cabeza cuando tuve con Damián esta pequeña historia, que creo que no va a ser la última?

-         Siempre me dio mucho morbo imaginarte encamada con otro tipo, no se si lo hayas hecho alguna vez, pero que lo hagas justo con Damián, no se, me pone de una manera muy especial, no puedo describirte lo que siento.

-         Supongo que será lo mismo que pueda sentir yo si alguna vez le pones una mano encima a la nena.

-         A Marisol? Como puedes pensar que . . .

-         Acaso no es un bombón esa niña?

-         Ese calificativo de bombón le queda chico, pienso en ese cuerpito y te juro que me pasan cosas.

-         Si, me imagino, se te pone dura la pija, a ver?

-         Es verdad, estoy excitado, ven, chupa un poco para sacarme la calentura, ven Rita.

-         Mmm bueno, de paso la comparo con la de Damián, mmm glup splash.

-         Creo que estamos ahhh muy degenerados Rita, mmm ahhh, que bueno me la estás mmm chupando distinta mmm sigue puta, sigue.

-         Piensa en glup splash que te la chupa la nena glup splash mmm.

-         Ahhh sigue chupando vieja puta y degenerada.

El matrimonio estaba totalmente desinhibido, carente de prejuicios, cargado de morbo, se cogían entre ellos fantaseando con sus hijos, con las cosas que podrían hacer con ellos. Rita siguió chupando hasta lograr que su marido le llenara la boca con su semen, pero después pidió que él le haga algo para arrancarle aunque más no sea un orgasmo, ya que estaba muy caliente y quería y tenía todo el derecho de tener un lindo polvo en su haber esa noche. Pero Mariano esa noche estaba con la cabeza en otra parte, solo tenía pensamientos para sus hijos, pensaba en ambos, en la conchita de su hija y en el culito de su hijo, por lo tanto se negó a hacerlo esgrimiendo la consabida excusa del cansancio.

Al otro día, la jornada comenzó de manera normal como siempre ocurría, de la habitación al baño, del baño al comedor a desayunar y de ahí cada uno partía para sus actividades de rutina. Ese día Mariano se preocupó por su hija, ya que el tiempo estaba inestable y con pronóstico de lluvias.

-         Uy que bueno que me lleves pa’, quiero llegar temprano para copiar una tarea que me falta – le dijo Marisol, agradeciendo el viaje hasta el colegio.

-         Por las dudas lleva impermeable por si se cumple el pronóstico – le contestó su padre.

Ni se soñaba la chica que su padre se encontraba enterado de todas sus actividades sexuales, dentro y fuera de la familia, en realidad no de todas, sino de algunas, ya que ni soñaba que su hija haya podido caer en las redes de su amigo y compañero de aventuras Horacio. Mucho menos podía ni siquiera pensar que ya tuviera conocimiento de las actividades de Elba y de la mucama de ellos, Gimena. De todos modos aprovechó el viaje con su hija, para tirarle el primer dardo y ponerla sobre aviso de lo que se le avecinaba a su regreso a casa.

-         Me contó mamá de todas las cosas que pasan entre Ustedes, con Damián, con Romina y con otras personas que no son de la familia – Mariano consideraba a la mucama como una integrante de la familia de ellos.

-         Estaba segura que te ibas a enterar, pero no esperaba que ya lo estuvieras – le contestó Marisol, con sus mejillas enrojecidas por la inesperada confesión de su padre.

-         Hoy seguiremos esta charla, más en extenso y también con más calma, te parece? – mientras Mariano le decía esta frase, había apoyado una de sus manos en la rodilla de su hija, subiéndola un poco por la entrepierna hasta llegar al muslo, lo que puso sobre alerta a la chica.

-         Está bien, me lo imaginaba.

No podía evitar calentarse Marisol con la caricia que le estaba dando su padre, más colorada se puso al sentir humedad entre sus piernas y un leve aroma a ese flujo que emanaba en el comienzo de las relaciones sexuales. Ese día se le pasó muy rápido, durante toda la jornada recordó la mano de su padre acariciando su muslo, por eso mientras estuvo sentada tuvo que mantener las piernas cruzadas porque se sentía mojada y cada vez más. Fue y vino al baño todo el día, entraba y salía, se refrescaba la cara, trataba de enfriarse, de pensar en otro tema, pero le era imposible.

A su padre le ocurrió lo mismo durante toda la jornada, entre paciente y paciente se tomaba unos minutos de descanso y pensaba en su hija, en esas piernas que su mano había acariciado delicadamente y que tanto lo habían excitado, como podía ser eso, se preguntaba, esos muslos eran de su propia hija, eso estaba mal, pero aún así no podía contener su excitación, su verga estaba endurecida, a tal punto que le molestaba al caminar, por suerte dentro de su trabajo usaba un delantal que cubría el bulto que tenía bajo su pantalón. Lo que le devanaba los sesos a Mariano era si se sentiría capaz de llegar más lejos, por lo mucho que se calentaba con distintas escenas que circulaban por su mente.

Esa noche cuando estaba acostado con su esposa le confesó lo que había pasado entre él y su hija, diciéndole además que se sentía confundido, sabía que no era lo correcto, pero aún así tenía mucho interés en ella y no podía dejar de pensar en su hija.

-         Te imaginas que después de haber acariciado esas piernitas, se produjo en mi cuerpo una reacción en uno y otro sentido, todo me resulta muy contradictorio, no se que debo hacer – le contaba Mariano a su esposa, ambos acostados en la cama matrimonial.

-         Me imagino, te sucede algo parecido a lo que me tocó vivir a mi con Damián, solo que yo lo solucioné sin pensarlo mucho y por suerte me salió bien – le contestó su esposa.

-         Si, pero el caso es que yo quiero y no quiero con mi nena y además no se como hacer si es que me decidiera por hacer algo, me entiendes?

-         Espera, me dejas que te resuelva el problema? – le preguntó Rita, creyendo haber encontrado la solución a ese dilema de su esposo.

-         Si, por favor, tienes mi consentimiento para que hagas lo que creas conveniente.

-         Bien, espera un minuto, no te duermas o mejor dicho, prepárate porque pienso darte una sorpresa.

Dicho esto, Rita se levantó y se dirigió en silencio, sin hacer ningún tipo de ruidos con las puertas, ni tampoco al caminar, hasta la habitación de su hija. La encontró chateando con sus amistades, se acercó a ella y le dijo en voz baja:

-         Querida necesito que hagas algo por mí, en realidad por nuestra familia.

-         Lo que sea mamá – respondió Marisol.

-         Apaga la compu y ven conmigo, necesito que vengas a mi habitación, te acuerdas cuando eras pequeña y tenías miedo al dormir que era lo que hacías?

-         Si, me metía en la cama de Ustedes, entre los dos, hasta dormirme.

-         Exacto y después uno de los dos te traía de vuelta a tu habitación.

-         Bueno, entonces haz de cuenta que eres pequeñita de nuevo y ven a nuestra habitación, ahora somos nosotros los que te necesitamos.

Cuando Marisol escuchó la propuesta de su madre, enseguida revivió lo que había pasado entre su padre y ella esa mañana cuando viajaban en el auto y todo lo que pensó durante el resto del día. De pronto se había estremecido con la sola idea de acompañar a su madre hasta su cuarto y quedó paralizada, sin moverse, mirando a su madre quien le devolvía la mirada como diciéndole: ha llegado el momento hija mía.

-         Vamos Marisol, que tu padre nos está esperando.

-         Si, mamá, solo estaba pensando.

-         No, no pienses, ven y acompáñame.

Entraron a la habitación en donde se encontraba Mariano con la vista fija hacia arriba, mirando la lámpara tal vez, Rita empujó a su hija para que se metiera en la cama, para entrar ella en último término, tapando el cuerpo de su hija y el suyo hasta la altura del cuello. Sobresalían del cubrecama solo las tres cabezas. Una de las manos de Rita apagó el velador y Mariano hizo lo mismo con el que estaba de su lado, quedando la habitación en completa oscuridad.

Entre Rita y Mariano apretaron a Marisol, haciéndola sentir como la nenita que fue tiempo atrás.

Mariano se encontraba totalmente desnudo debajo de las frazadas, además tenía su verga dura y en punta como el mástil de un barco y estaba acostado sobre su costado izquierdo, orientado hacia el centro de la cama. Rita en cambio llevaba puesto un camisón semitransparente que no llegaba a cubrir sus rodillas y por debajo de éste, no llevaba puesta ropa interior alguna, ni bombacha, ni corpiño, ni medias. Por último Marisol, llevaba puesto un camisolín que apenas tapaba su colita y una diminuta tanguita, ambas prendas de color negro.

Rita se había acostado de igual forma que su marido, solo que en sentido opuesto o sea sobre su lateral derecho y tenía frente a si a su hija, que daba con su espalda contra el cuerpo de su padre. La primero que sintió Marisol, fue las manos de su padre que la exploraban y apretaban contra él, contra su cuerpo desnudo, sintiendo además una verga dura, caliente e imponente que buscaba posicionarse entre sus piernas, desde su parte de atrás. Rita la apretaba desde adelante, empujándola contra su padre y recibía el abrazo de su hija, que había pasado sus brazos alrededor de su cuello, acariciando la espalda materna.

Mariano, sin mucho disimulo, tironeó del pequeño camisón de su hija para sacárselo y cuando lo logró sus caricias se intensificaron hasta encontrarse con la tanguita, que también sacó sin preguntar nada, mientras la madre y la hija se mimaban mutuamente, sin darle mayor importancia al quehacer del hombre de la casa.

Con la verga tiesa, muy caliente Mariano, comenzó a pujar desde atrás, entre las piernas de su hija, rozando la raya del culo y haciendo llegar el pedazo de carne caliente hasta la apertura de los labios vaginales, adonde la cantidad de flujo que salía era impresionante, lo sintió humedecer la verga y llevó sus dedos para lubricarlos con el líquido viscoso y desparramar lo obtenido sobre su miembro. Enseguida, aprovechando la abertura de las piernas de su hija y la lubricación que tenía, comenzó a pugnar por entrarle por la concha, lo que provocó un sobresalto en Marisol, que estaba comenzando a entrelazar su lengua con la de su madre.

-         Mmm no pa’, por ahí no pa’ – le dijo Marisol – no, espera por favor.

-         Si mi chiquita, tranquila, voy a ser más suave, es que estoy muy caliente, no me esperaba algo así en mi vida – le contestó su padre.

-         Tranquilita querida, papá sabe lo que hace, despacito Mariano, despacito, quieres? – dijo Rita.

-         No ma’, pero acaso no sabes que soy virgen? No quiero hacerlo por ahí.

-         Cooomo? Acaso eres virgen todavía después de todo lo que has hecho? – le preguntó Rita a su hija.

-         Si mamá, jamás lo hice por adelante, yo, bueno, no se . . .

-         Entonces lo haces por atrás y además te . . . – decía Mariano sin animarse a completar la frase.

-         Por la cola si lo has hecho y más de una vez, supongo? – preguntó casi afirmando Rita.

-         Si mamá, por la cola y lo otro que tu sabes, no más que eso.

-         Que es lo otro? A que te refieres? – preguntó Mariano, a quien la verga le había decaído luego de la conversación que estaban manteniendo.

-         Lo otro le llamo a dar besitos ahí – contestó Marisol, avergonzada y tocando con su mano la verga de su padre.

-         Te refieres a hacer una mamada? – le preguntó Rita.

-         Si mamá, a eso me refiero.

Se produjo un silencio entre los tres, algo incómodo en donde las caricias y los abrazos dejaron de darse momentáneamente. Fue Mariano el que se animó a llevar adelante la relación, anunciándose como el que le quitaría la virginidad a su propia hija.

-         Quien mejor que tu propio padre para quitarte esa molestia que viene siendo el himen, ese pedacito de piel que le impide a las niñas a gozar de una buena relación sexual? – dijo Mariano, con el asentimiento de su esposa.

-         Si, bien pensado amor, entre los dos, te quitaremos lo que bien define tu padre como el impedimento para ser una mujer plena.

-         Pero me va a doler mamá?

-         Solo un poco, pero no sabes como vas a gozar después de ese momento.

-         Me da miedo mamá.

-         Deja a tu padre, él sabe de estas cosas, confía en él.

Así fue que Mariano, acomodó a su hija Marisol de espaldas en el medio de la cama, su madre trajo una crema lubricante con anestesia, para morigerar el dolor de la penetración. Fue Rita la que colocó la crema a su hija, por todo el contorno de su concha, separando los labios vaginales y en el canal de acceso, mientras su marido hacía lo propio con su verga, nuevamente endurecida y sedienta de sexo. Para mejor proceder, Mariano encendió la luz del dormitorio, cerrando además la puerta con llave, ya que temía la presencia de Romina o lo que era peor la de su propio hijo.

-         Espera un poco, mi amor – le decía Rita a su esposo – le voy a levantar la cola, para que puedas penetrarla mejor.

-         Si, colócale un almohadón para que pueda entrarle hasta el fondo.

-         Despacio pa’, por favor, no me hagas doler.

-         Un poco te va a molestar, no seas miedosa, verás como gozas después – le decía Mariano, a punto de desflorarla.

-         Ahí va – decía Rita – que había colocado la cabeza de la poronga de su esposo en la entrada de Marisol.

-         Shhh aguanta, niña, aguanta – decía Mariano.

-         Ay despacio que duele – se quejaba Marisol – espera pa’, para un poco.

-         Shhh aguanta hija, ya va entrando.

-         Ahhh ajjj me duele.

-         Aguanta, siempre duele la primera vez.

-         Acaso no te cogía tu hermano por el culito? – le decía la madre, mientras se masturbaba con la escena que tenía frente a si.

-         Ay mamá, me duele mucho – decía Marisol, mientras descubría a su madre en plena paja, sin pudor alguno. Ma’ te estás pajeando?

-         Y acaso a vos no te está cogiendo tu padre? Terrible putita, calla la boca de una vez, se más mujer y aguanta.

Ese diálogo fue suficiente para que el himen de Marisol volara en pedazos, manchando sábanas y a todos los presentes. Fue que Mariano enloquecido con la conversación entre madre e hija, no aguantó y dejó de contenerse dando un fuerte empujón hacia adentro, que hizo que más de la mitad de su verga penetrara dentro de la concha de su hija.

-         Ay no, ahhh ajjj, papá por favor, que me has hecho pa’, eres un salvaje, no, así no, dijiste que me ibas a cuidar, me duele mucho – se quejaba Marisol, perdiendo alguna lágrima entre tanto dolor.

-         Aguanta un poco más, ya te la meto toda, vamos aguanta que te está entrando, te la quiero meter toda de una vez – y Mariano así lo hizo, empujó hasta llegar al final del recorrido, mientras su hija se retorcía del dolor y sus gritos se escuchaban fuera del dormitorio.

-         Ay no, ahhh ay no, me duele – la pobre Marisol lloraba desconsolada.

-         Espera Mariano, déjala descansar un poco – terció Rita por los gritos que pegaba su hija y por el llanto.

-         Nada, que aguante, ya la tiene toda adentro – Mariano se había detenido luego de haber perforado a su hija como un salvaje, miraba alternadamente a su mujer y a su hija sin animarse a mover.

-         Ay pa’ me has hecho doler mucho, ahhh no puedo más – Marisol no se quejaba, lloraba implorando más suavidad pero sin éxito.

-         Esto verás como te empieza a gustar ahora – y Mariano suavemente empezó a moverse, adentro, afuera, hasta el fondo, afuera, adentro e incrementó el vaivén que le estaba dando, aprovechando que su hija cada vez se quejaba menos.

Ante la atenta vigilancia y colaboración de su esposa, Mariano se echó lo que sería para él un rico polvo, mientras que para su hija había resultado ser una muy dolorosa experiencia, casi nada placentera. Marisol soportó todo el peso del cuerpo de su padre hasta que éste alcanzó el orgasmo y unos pocos minutos más, luego se levantó, quitándole el miembro flácido de dentro de su sexo, que se encontraba ensangrentado, mezclada esa sangre con esperma y transpiración.

Rita tapó a su hija, que permanecía de espaldas en la cama, con las piernas abiertas y el sexo expuesto, casi sin poder moverse de lo dolorida que se encontraba. Todo esto fue percibido por su madre, que no satisfecha con haberla tapado con una frazada, se colocó a su lado en la cama y haciéndola rotar hacia ella, la abrazó y besó tiernamente, acompañando ese gesto con caricias. Marisol retomó el llanto, profundo y sentido y ese fue el detonante para que su madre intensificara el ritmo y profundidad de sus caricias. Estos mimos a su vez, también fueron rotando, de caricias suaves, tiernas y maternales a arrumacos con ronquidos, jadeos y algún gemido. Todo se fue intensificando, porque Marisol encontró en Rita, lo que no pudo descubrir ni en Romina, ni en Elba y por esa razón se fue dejando hacer, apartando esos dolores y molestias que aún sentía luego de la pérdida de su virginidad minutos atrás.

Percibiendo que estaba haciendo las cosas bien, Rita lamió el cuello y metió su lengua en los oídos de su hija, detrás de las orejas y se bajó a chupar los redondos, rosados y erectos pezones, dándole pequeños mordiscos que hacían que Marisol gimiera de placer, sintiéndola así, bajó la manos para alcanzar el clítoris que durito como estaba solo necesitaba un poco de roce de esos dedos y también de la palma de la mano, algún pequeño pellizco y caricias como solo una mujer es capaz de dar. El orgasmo de la pequeña no se hizo esperar, llegó en el momento que Rita ahogaba con su lengua a su hija y la cabalgaba como minutos antes lo había hecho su padre.

Mariano que miraba la escena literalmente pegado a ambas mujeres, no pudo evitar volver a excitarse, a pesar de su edad tenía nuevamente la verga parada y apuntaba y presionaba contra el lateral de ambas. La que quiso adueñarse de esa verga fue Rita, que a esa altura de la noche estaba necesitando un desahogo, solo había tenido un pequeño orgasmo en ocasión de pajearse ante la exhibición que le daban su hija y su marido, pero éste se negó a penetrar a su esposa, diciéndole palabras obscenas que de alguna manera hicieron mella en la mujer.

-         No mujer, a ti te cojo hace muchos años, déjame probar este bomboncito y lo que quede de mi, te prometo que es para ti – le dijo Mariano, separando a Rita de su lado, que se había acomodado para ser penetrada.

-         Está bien, amor, tienes razón, disfruta de la nena y después me atiendes a mi – le contestó Rita en un tono que no supo ni Mariano, ni Marisol, interpretar si era ironía o sumisión.

-         No, pa’, ahora le toca a mamá, yo estoy cansada y dolorida – contestó Marisol.

-         Basta chiquita, lo voy a hacer contigo, quiero probar tu colita, te prometo que seré muy suave, no te haré doler para nada.

-         Pero es que me duele todo el cuerpo, mejor lo hacemos mañana, déjame recomponerme, si?

-         Está bien, entonces ven tu Rita, que te cojo a ti, pero te voy a dar duro, eh?

-         Si, como siempre – le respondió Rita.

-         Vamos, date la vuelta que dije que quería hacerme un culito, ponte en cuatro mujer.

-         Bue bueno, pero despacio, porque por ahí duele mucho.

Y Mariano le pegó una cogida a su esposa que de tan fuerte que eran los embates, Marisol saltaba de la cama. Rita gemía y jadeaba en una mezcla de dolor y placer, ya que tenía un fuerte componente complaciente y sumiso dentro de su personalidad, lo que observaba Marisol aterrada y desconcertada. La pequeña no podía entender como su madre soportaba esos fuertes mete y saca que su padre le estaba dando, eso le daba deseos de tocarse pero no se animaba por el dolor que aún le quedaba en su conchita.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

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