Dulce hogar 8

De visita en casa de amigos de mis padres, Marisol agradece todo lo que hicieron por ella al matrimonio, quienes le hicieron sentir lo mucho que saben de ciertos juegos

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   8

-         Tu sabes que a ti no puedo negarte nada Horacio – le respondió Marisol.

-         Mira muñequita, como me has puesto – Horacio se recostó en el sillón atrayendo con uno de sus brazos el cuerpo de Marisol, para que se juntara con el suyo, mientras con un movimiento de ojos le enseñaba como estaba creciendo su bulto.

-         Mmm como estamos hoy Horacio, si mi padre nos viera, no quiero ni pensarlo.

-         Por favor ni lo menciones, tu sabes lo que estoy esperando, no me hagas sufrir más, por favor.

-         Te voy a recompensar con creces el favor que nos has hecho, descuida.

Deslizó sutilmente una de sus manos sobre el pantalón abultado del señor que la acompañaba en la biblioteca, percibiendo Marisol no solo la dureza del miembro, sino también la temperatura que tenía, era algo imponente. Luego de haber perdido la timidez inicial, volvió a pasar con su mano sobre ese bulto pero ahora tomó y presionó para comprobar que no era una alucinación suya, sino que la dureza y la temperatura elevada era tal cual lo había sentido. No podía dejarlo así a Horacio después del inmenso favor que le había hecho, estaba segura que el hombre estaba deseando que se la chupara y eso le iba a hacer.

-         Es impresionante como tienes tu mmm tu pito – le dijo Marisol algo tímida.

-         Estoy como un adolescente, muerto por ti, pequeña, me la vas a chupar un poco?

-         Mmm si Horacio, me da un poco de vergüenza, porque no bajas la luz?

-         Porque quiero verte con mi verga entrando y saliendo de tu cuerpo, te la quiero meter por todas partes, te quiero coger y mirar como te cojo, te quiero gozar al máximo pequeña, por eso no quiero bajar la luz. Y lo que más deseo es ver como la acaricias con tus labios, con tu lengua y como te la tragas entera, vamos mi cielo, vamos chupa.

Cuando Horacio le pronunció todos sus deseos calientes, Marisol enrojeció de vergüenza, pero a su vez se mojó como la puta que estaba empezando a ser. A tal punto que temió que el hombre le metiera mano por adelante y comprobara lo caliente que se había puesto con solo rozarle el bulto con sus dedos y escuchar una frase cargada de intenciones sexuales. Lo mejor era hacerle una rápida mamada, pensó Marisol, lo más efectiva posible, para quitarle su carga de leche y calentura y al mismo tiempo contarle acerca de su virginidad, lo que le sería bastante difícil de creer, pero lo creyera o no era la pura verdad.

-         Mmm Horacio, de acuerdo, déjame que te la chupe un poco a ver si te gusta como lo hago.

-         Si pequeña, chupa un poco mi verga, muero por verte y por sentirte – y Horacio sacó su pedazo de carne fuera de su pantalón, el que desprendió bien para que los huevos quedaran al alcance de la chica y sacudiéndolo un poco se lo ofreció a Marisol.

-         Uh que pedazo de verga que tienes Horacio, es inmensa, la más grande que he visto hasta ahora – le dijo Marisol, mientras la tomaba con su mano.

-         Entonces ya has conocido varias vergas, eh pequeña?

-         No tantas, dos o tres solamente.

-         Mmm me parece que algo más, pero no importa, te aseguro que en el futuro si conocerás muchas más vergas y de todos los tamaños, ya verás.

Marisol, estiró una mano, luego las dos, con una le acariciaba la pija y con la otra le tocaba los huevos, haciendo que Horacio levante y abra sus piernas para facilitarle la mamada. Despacio se fue acercando, se bajó del sillón y se arrodilló sobre la alfombra, apoyando su cuerpo contra el sillón entre las piernas de Horacio. Se agachó un poco más y sintió que no tenía olor fuerte ni desagradable, se lo veía como un hombre muy pulcro, con esa parte de su cuerpo cuidada y acicalada. Notó al meter la mano por bajo el pantalón que era totalmente lampiño, lo que le gustó ya que no tendría la desagradable tarea de quitarse los pendejos de la boca.

Besó con ternura la cabeza de la verga, extendiendo los besos por todo el tronco y con la lengua fuera de la boca lamió los huevos, provocando cosquillas sumamente placenteras en Horacio, que la miraba embelesado. De a poco fue abriendo sus labios y aprisionando diversas partes del pedazo de carne de Horacio, hasta que finalmente metió la cabeza de la verga dentro de su boca y su lengua jugueteó con el glande hasta lograr que el hombre pegara gritos y exclamaciones de placer. Lo estaba haciendo bien, estaba aprendiendo a chupar una pija, se decía Marisol mentalmente y seguía metiendo y sacando la verga de dentro de su boca, dándole ritmo a la mamada hasta que notó que se acercaba el orgasmo.

El líquido preseminal ya había invadido su boca, lo sentía, lo conocía y se propuso darle mucho placer a ese hombre que tanto la había ayudado, así que se esforzó por meter la mayor cantidad de verga en su boca, haciéndola entrar hasta golpear sus amígdalas. Contuvo su respiración y la sacó de la boca y volvió a repetir, sabía que iba a poder hacerla entrar hasta el final y lo logró, era un ejercicio, una técnica y la había descubierto, había que aguantar la respiración y sacarla al instante. Horacio enloqueció cuando notó que toda su verga había entrado en la boca de esa criatura que tanto deseaba. Y no pudo aguantar más y largó la primera oleada de semen que directo fue al estómago de Marisol.

-         Mmm ajjj no, espera, quiero saborear tu leche ajjj.

-         Toma mamita rica, tenla en tu boquita y después te la tragas, si putita? – Horacio se apretó fuerte la verga para contener la segunda descarga de semen y cuando Marisol se recuperó la descargó dentro de su boca y después todo lo que quedaba.

-         Mmm que rica lechita, te gustó? ahhh.

-         Mucho, eres una reina chupando pija, lo haces muy bien a pesar de que eres tan chica.

-         Me alegro que te gustara.

-         Mejor no te pregunto como aprendiste ese arte que tienes.

-         Tu igual lo sabes, no te hace falta preguntar, te he contado todo.

Después de esa gran mamada que hizo Marisol, Horacio le convidó una bebida gaseosa, mientras él saboreaba un whisky, lo que le servía a la chica para tenerlo un poco más relajado. Ella le habló del estado de su cuerpo, le costó creer a Horacio que fuera virgen y lo creyó cuando le dijo que era muy sencillo comprobar si era cierto o no lo que ella decía.

-         Lo puedes comprobar muy fácilmente, pero eso si te parece lo dejamos para otra oportunidad.

-         Está bien preciosa, tú sabes que hay temas que no se pueden esconder y por eso te creo.

-         Yo estoy muy tranquila, no tengo nada que esconder.

-         Bueno tesoro, ahora quiero que conozcas a mi esposa, nos acomodamos la ropa y le digo a la empleada que la llame.

Eso hizo Horacio ante la mirada estupefacta de Marisol, que no podía creer que estando la esposa en la casa, hayan estado haciendo lo que hicieron con absoluta tranquilidad.

La empleada no tardó en llegar adonde se encontraban, golpeó la puerta antes de entrar y cuando lo hizo, Horacio le pidió que hiciera venir a su esposa para presentarle a Marisol.

-         Tu esposa está en casa Horacio? – preguntó Marisol con los ojos desorbitados ni bien se retiró la muchacha – creí que me estabas haciendo una broma.

-         Ninguna broma, ella sale muy poco, tiene en casa todo lo necesario para pasarla bien, ya conocerás las actividades de Elba – espero sean de tu agrado.

-         No me imagino, pero como tú dices, ya me enteraré.

-         Hola, con permiso, esta hermosa niña es la hija de tu amigo? – dijo Elba al ingresar en la habitación.

-         Así es, esta preciosura es la hija de Mariano y esta otra belleza es mi esposa – dijo Horacio tratando de ser galante con ambas mujeres.

El ingreso de la señora de la casa para Marisol fue una sorpresa total, se trataba de una mujer de edad acorde a la de Horacio, muy bien vestida y bella como la describió su marido. Notaba en Elba una cierta solemnidad, algo que marcaba la diferencia con otras personas, si bien era amable, tenía una parte de su personalidad que imponía respeto, era algo muy particular. Lo que si constituía para Marisol un motivo de intriga era la relación que había entre ellos. Como se había atrevido Horacio a hacerse chupar la verga con total comodidad y completamente relajado estando su esposa en la casa.

Tal vez existiera entre los dos una cierta complicidad o algo como sucedía en su propia casa, pensó Marisol. A lo mejor la gente cuando se pone grande, se relaja y abre las puertas de su relación, integrando a terceras personas. Esto rondaba en la mente de la chica, tratando de hallarle una respuesta.

-         Estuvieron recorriendo la casa? – preguntó Elba a su marido.

-         No, todavía no lo he hecho, hemos pasado del escritorio acá, para estar más cómodos, no más que eso.

-         Y acá se encontraron más cómodos? – preguntó con cierta malicia Elba.

-         No sabes cuanto – le contestó su marido y Marisol enrojeció, porque se estaba perdiendo algo, a la vez que se daba cuenta que Elba estaba enterándose de lo ocurrido por boca de su marido.

-         Y tu como te has encontrado? – le preguntó Elba a Marisol.

-         Yo-yo, muy bien – Marisol tartamudeaba de los nervios que tenía.

-         Me imagino – contestó Elba, mientras Horacio mostraba una sonrisa cómplice con su esposa – creo que es hora de enseñarle el resto de la casa.

-         Tú sabes que no acostumbro discutir contigo – le contestó Horacio a su esposa.

La esposa de Horacio tomó del brazo a Marisol, como para acompañarla a conocer la casa, el hombre caminaba adelante y comenzó un paseo en donde le enseñaban las distintas dependencias, cuartos de dormir, comedor, cocina, sanitarios, biblioteca, todos los ambientes menos uno que lo dejaron para el final del recorrido. A Marisol algo no le cerraba, pensaba porque un matrimonio de personas mayores querrían enseñarle a ella la casa en que vivían, con que interés lo hacían, tal vez quisieran deslumbrarla, pero con que motivo. Pronto lo sabría.

-         Solo nos queda lo que nosotros llamamos la sala de juegos – comentó Elba.

-         Ah, que bueno – respondió Marisol, educadamente – seguro que si la dejaron para el final, será un ambiente muy agradable.

-         Depende – dijo Horacio – depende si compartes el gusto de nuestros juegos.

-         Claro – respondió Marisol – y que clase de juegos tienen? De mesa? Deportivos?

-         Ah, pero que curiosa la niña – dijo Elba – creo que lo mejor es llevarla y que ella misma los vea y luego opine si le gustan.

-         Me parece una excelente idea – respondió Horacio – dile a Gimena que se adelante para abrir la sala e iluminarla convenientemente.

-         Ya querido – dijo Elba y salió a cumplir el encargo.

La sala de juegos quedaba separada de la casa por el parque que se encontraba en la parte posterior, en donde se veía una hermosa pileta de natación, una parrilla y un pequeño bar. Cuando ya habían pasado esa zona, Marisol vio desde atrás lo que sería la silueta de Gimena, pero con otro atuendo distinto al que ella le había visto al ingresar a esa casa. Ahora vestía una pollera y casaca de cuero color negro, botas al tono, de tacos altos y hasta cubrir las rodillas y tenía el pelo recogido tipo cola de caballo.

No estaba segura de que fuera Gimena, sin embargo lo era. Quiso preguntarle a Horacio que caminaba a su lado, pero el hombre le hizo el típico gesto de que hiciera silencio, cruzando el dedo índice sobre los labios y con la mano le indicó que caminara, que siguiera la marcha hacia la sala. Cuando ya estaban en el pasillo que desembocaba en la puerta de entrada a la sala, los alcanzó Elba, venía agitada trayendo una caja de madera de pequeño tamaño, algo parecido a lo que podría ser un alhajero.

-         Mmm no te quieres perder nada, verdad? – le decía Horacio a su esposa que llegaba justo en el momento de entrar a la sala de juegos.

-         Sabes mejor que nadie que éste es el ambiente de la casa que más me gusta – respondió Elba, algo agitada todavía por la corrida que dio para alcanzarlos.

-         Adelante – dijo Horacio, cediendo el paso a Marisol y a su esposa.

Lo impresionada que había quedado Marisol al ingresar a la sala de juegos y comprobar con sus propios ojos que en ese recinto no había ningún juego. Era más bien un espacio destinado a prácticas sexuales tipo BDSM, en todo caso a juegos sexuales, tal vez así si se le podría poner ese rótulo. Marisol estaba parada a dos metros del ingreso, como petrificada, con una mano tapaba su boca y la otra la tenía pegada al cuerpo. Al recorrer la sala con la vista, notó que estaba Gimena abriendo un gran aparador en donde había colgado látigos y otros elementos que según su criterio serían elementos de tortura física.

En su recorrida visual, pudo ver mesas con argollas a sus costados, seguramente destinadas a atar a quien se colocara sobre ellas, una cruz de madera, también con asideras metálicas, lo que ella consideraba que sería el famoso potro, que era un cilindro de cuero, parecía de lejos que estaba acolchado y tenía agarraderas para ataduras, había argollas que colgaban del techo en correspondencia con otras que permanecían empotradas al piso, en fin si esos elementos eran juegos, Marisol no quería saber a que consideraban elementos de tortura.

-         Pero porque vinimos acá? – le preguntó Marisol tanto a Horacio como a Elba, mirando alternativamente a uno y a otra, finalmente la que contestó fue la mujer.

-         Silencio pequeña, te voy a hacer una demostración – le dijo - Gimena, encárgate del gusano.

La mujer vestida con ropa de cuero negra tomó un látigo de mango corto y lo hizo chasquear en el aire, provocando un ruido que hizo asustar a Marisol y al mismo tiempo sonreír a Elba. Gimena, mirando a Horacio le hizo un gesto con el dedo índice señalándole el lugar en donde se encontraban las argollas y hacia allí se dirigió el hombre. Por segunda vez hizo chasquear el látigo y a toda velocidad Horacio se quitó la ropa hasta quedar desnudo, de espalda a donde estaban las mujeres. Gimena se acercó a él, pateó la ropa con desprecio y con rudeza le ató las muñecas a las argollas que pendían del techo y luego los tobillos a las que estaban tomadas del piso.

Verificadas las cuatro ataduras, se fue contra la pared y comenzó a estirar las argollas hasta izar los brazos de Horacio al punto de dejarle el cuerpo bien tenso. En ese momento tomó el látigo nuevamente y colocándose a una distancia prudencial, comenzó a azotar la espalda, las piernas y las nalgas del hombre, recibiendo luego de cada azote, un gemido que hacía erizar la piel de Marisol. La chica miraba de reojo a Elba, que estaba sentada en una hamaca y vio que tenía una sonrisa de total satisfacción y que mantenía miradas cómplices con Gimena, indicándole la secuencia de los latigazos con un ademán que hacía con su mano izquierda. Marisol estaba espantada, asistiendo a un castigo corporal como no se soñaba que iba a ver en su vida.

En un momento Gimena se dio vuelta hacia Elba para decirle que habían llegado a los cincuenta azotes, ésta con un gesto la hizo detener. Gimena se encontraba toda transpirada, Elba con mostraba una sonrisa sádica y complaciente, se dirigió a Marisol para decirle:

-         Pequeña, para que vayas conociendo esto un poco más, fíjate como está en su parte de adelante tu amiguito.

-         Co-omo? – dijo Marisol, asustada.

-         Que mires como está tu amiguito adelante, su parte de atrás ya la vimos todos.

-         Sh-si.

Cuando vio el estado de Horacio no lo podía creer, tenía la verga endurecida, roja y se podría decir que estaba a punto de tener una segunda acabada, luego de la chupada que le había hecho ella. Elba que parecía una mujer ausente, la volvió a sorprender por segunda vez.

-         Tu pensaste que le estábamos haciendo mal, eh?, pues fíjate que esto lo ha excitado tanto como cuando se la chupaste tu.

-         Pe-pero yo . . .

-         Tu hiciste lo que él te pidió, por eso ahora haremos algo contigo, te opones o te entregas a mi?

-         No Señora, no quiero que me castigue como a su marido, la verdad es que me gustaría poder irme de acá – Marisol comenzó a respirar agitadamente y del susto que tenía se largó a llorar.

-         Gimena, es tuya – le dijo con voz enérgica Elba desde su cómoda hamaca.

La mujer que había azotado a Horacio se lanzó sobre Marisol, sin tener que hacer demasiado recorrido, ya que la chica estaba inmovilizada por el pánico que tenía. La tomó de la mano y la arrastró tras ella, pero al negarse a seguirla, Gimena la tomó del cabello y así consiguió llevar a Marisol hasta una camilla que se encontraba enfrente de la hamaca de Elba. La acostó sobre ella, boca arriba, metió una mano entre sus piernas y buscó llegar hasta la concha de Marisol, la pequeña cerrando con fuerza sus piernas, impedía ser tocada. Fue necesario que Gimena le pegara un cachetazo, para que le permitiera llegar con su mano a comprobar cuan mojada se había puesto con el espectáculo que había estado presenciando.

-         Estamos en presencia de una sumisa en potencia, así que te mojas con los castigos, eh pequeña puta? – le dijo con una sonrisa sádica Gimena.

-         Mejor, ata a la perrita – le gritó Elba.

-         Si Señora – asintió Gimena.

-         Utiliza las correas elásticas para que no le queden marcas.

-         Si Señora.

Los tobillos estaban firmemente atados a dos asideras que eran móviles, de forma que cuando Gimena empujó de esas ataduras hacia atrás, se levantaron las piernas Marisol, por lo que al levantarse el vestido dejaba toda su zona caliente expuesta a la vista de esas dos mujeres. Con sumo cuidado, le quitó la tanguita que chorreaba flujo y había llegado a humedecer las piernas.

-         Mmm que bien que se ve esta pequeña, tienes la conchita caliente, eh?

-         No, por favor, no me hagan nada.

-         Solo te la voy a chupar un poco, putita y después si te portas bien, te voy a meter un lindo vibrador, a ver Gimena tráeme para que pueda elegir cual le voy a meter a la perra esta.

-         Si Señora.

-         Por favor no me meta nada, soy virgen, no me haga nada, se lo suplico.

-         Cooomo? Virgen? Pero por favor, te estuve viendo como le chupaste la verga a mi marido.

-         En serio, soy virgen Señora, no me haga nada.

-         A ver, déjame ver, tráeme la linterna Gimena, rápido.

Elba se colocó entre las piernas de Marisol y comprobó la existencia del himen, con lo cual quedó demostrado que la chica no estaba mintiendo. No lo podía creer, la había visto chupar verga poco tiempo antes y sabía por su marido que también había cogido varias veces por el culo y con más de una persona. Se puso a pensar que podía hacer con esta joya que tenía y lo primero que le vino a la cabeza fue disfrutar el momento, así que sin pérdida de tiempo y aprovechando lo mojada que estaba la chica, se acomodó y le pegó una buena lamida a esas entrepiernas chorreadas de flujo y fue subiendo hasta alcanzar la concha, sumergiendo su lengua dentro de la cueva caliente, haciendo gemir a Marisol que había detenido sus súplicas para que no la castigasen y ahora suplicaba para que intensificaran los mimos.

-         Ahhh si, si Señora, por favor siga Señora, mmm ay que bueno – Marisol disfrutaba la lamida que le estaba dando Elba, experta en esta cuestión precisamente.

-         Mmm calma perra, splash glup splash quédate quieta eh? – Elba si algo tenía claro era como hacer gozar a otra mujer, las dominaba con su lengua, para someterlas posteriormente a otras prácticas – tu, Gimena, suelta a esta pequeña puta, para que pueda chuparle el culito, si?

-         Si Señora.

-         Atiende sus pechos, son tuyos mientras yo esté acá abajo, vamos Gimena.

Ahora Marisol estaba gozando como la yegua en que se estaba convirtiendo, abajo tenía a Elba quien le atendía toda la zanja desde el culito hasta el clítoris, arriba, chupándole las hermosas tetitas que tenía, estaba Gimena, que mordía sus pezones, los retorcía, amasaba sus tetas con ambas manos y de tanto en tanto, se llegaba con su lengua a que Marisol se la humedeciera con su saliva y se pegaban grandes chupones.

Marisol estiró una de sus manos para tocar justamente las tetas de Gimena y ésta se acomodó para ponérselas al alcance de su boca y así intercambiaban chupadas de tetas entre ellas, mientras Elba la enloquecía con su lengua diestra en chupadas de concha y culo. Cuando Marisol alcanzó el primer orgasmo, Elba hizo correr a Gimena del lugar donde estaba ubicada y se subió para cabalgar a la chica, colocándose en cuclillas sobre la boca que chupaba las tetas de la mucama vestida de negro.

-         A ver como me la chupas tu a mi, perra, si lo haces bien, me acomodo para un 69 y te hago acabar de nuevo y muchas veces más, hasta que te me pidas que te deje.

-         Si, por favor, yo se la chupo, Usted no deje de chuparme a mi, si, por favor.

-         Tu puta salvaje, suelta a mi marido y ponle crema cicatrizante para curar los azotes que le diste, entendiste? – dirigiéndose a Gimena.

-         Si Señora.

-         Creí que se habían olvidado de mi – dijo Horacio que permanecía colgado, pero ahora con la pija colgando de su cuerpo, como un despojo humano.

-         No Señor, ya le pongo crema como me pidió la Señora.

-         Me pones crema y me chupas un poco la verga guacha de mierda, que me hiciste doler mucho.

-         Si Señor, lo que Usted me pida.

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Cuando Marisol llegó a su casa de vuelta, la estaban esperando sus padres, su hermano y la mucama. Además Adriano había llamado a su casa al teléfono de línea, ya que no podía comunicarse con el celular de su novia y esta llamada fue la que hizo que todos se preocuparan en conjunto. Así que luego de poner una excusa razonable, comió algo y derechito a su habitación. La primera persona en llegar hasta ella fue su hermano, quien luego de golpear la puerta, se metió dentro de su habitación para charlar con ella sobre cual era la verdad de su tardanza.

Marisol le contó la verdad a medias, le dijo que había encomendado el tema de Bruno al amigo de su padre y que éste lo había solucionado favorablemente.

-         Con razón hoy ni se me acercó en todo el día y cada vez que lo tenía enfrente me daba la impresión que me tenía miedo él a mí.

-         Y así es, tal cual, ahora nos teme a nosotros, sabe que lo que le pasó viene de nuestro lado, pero no sabe bien de donde – contestó Marisol.

Le contó a su hermano que había estado en la casa de Horacio, agradeciéndole los favores recibidos y que ahí conoció a su esposa, su casa y en eso se le fue más tiempo que el pensado. No le dijo todo lo que estuvo haciendo, cosa que su hermano no le creyó, por eso la interrogó.

-         No puedo creer que ese viejo arrima verga, no te haya pedido nada a cambio – le dijo Damián.

-         Bueno, en realidad, me pidió que se la chupara – contestó Marisol.

-         Y se la chupaste, seguro que le comiste la verga a ese viejo de mierda.

-         Y que otra cosa podía hacer después de lo que él hizo por nosotros.

-         Eres tan puta hermanita, que ya te desconozco, como te gusta chupar pijas, es increíble.

-         Si, me gusta.

-         Bueno, vamos, acá tienes una, me la chupas un poco?

-         Estoy cansada Damián, te juro que fue un día largo.

-         Vamos, una chupadita y listo, vamos putita.

Y tal como le pidió su hermano, Marisol se arrodilló como a él le gustaba, a sus pies, mirándolo a los ojos y se la chupó y le lamió los huevos, hasta que le acabó en la boca como era su costumbre y la perrita se tragó todo, como siempre lo hacía. Pero cuando estaba ya en la fase final de esa mamada, se la estaba lamiendo para limpiársela, vuelve a abrirse la puerta como ocurrió días antes y de nuevo apareció Romina, pero esta vez no venía del cuarto de sus padres, sino que venía directamente por los hermanos.

-         Ey que te pasa, porque entras así, nadie te llamó – se quejó Damián.

-         Escucha tu pedazo de puto de mierda, conmigo tranquilo, se de vos tanto que no te conviene que nunca me enoje contigo, de acuerdo? – le dijo Romina verdaderamente enojada.

-         Como me llamaste, negra chota – le contestó Damián.

-         Puto, te llamé puto, ahora te voy a llamar así y tu mejor que no te metas en esto – le dijo a Marisol, como para imponer un poco de orden y poder dedicarse al muchacho.

Cuando Damián vio como su hermana se había quedado estática ante Romina, le cambió radicalmente el rostro, le echo un vistazo a Marisol, pero ella solo tenía ojos para Romina. Por lo tanto, se disculpó por la grosería que le había dicho.

-         Te pido me disculpes por lo que dije recién – le dijo Damián.

-         Acércate y párate frente a mí – le dijo Romina con ojos de furia.

-         Que es lo que deseas ahora – le dijo Damián, al tiempo que se paraba frente a Romina.

-         Pon los brazos a los costados de tu cuerpo y mírame a los ojos, estás en penitencia por la insolencia que me dijiste – le dijo Romina con una mirada muy rara.

-         Así – le dijo Damián, adoptando la pose que le ordenó Romina.

Poco después de cruzar una mirada intensa con Damián, la mucama con mucha sensualidad se fue agachando, flexionando sus piernas hacia uno y otro lado, como si estuviera bailando, hasta quedar arrodillada frente al muchacho. Con sus manos posadas sobre las caderas de Damián, mantenía una mínima distancia entre su cara y la zona genital desnuda del muchacho, miraba el pedazo de carne que colgaba entre las piernas y se apoyaba sobre las bolas. Los ojos de Romina estaban ahora fijos en la verga que ya no se podía decir que colgaba, porque daba movimientos intentando levantarse, la mucama comenzó a soplar sobre la cabeza, echándole aliento cálido que hizo que la erección se concretara en segundos.

Con la verga endurecida, casi tocando la cara de la mucama, la tentación venció a Romina cuando abrió la boca y la cubrió con sus labios, deslizándolos sobre el largo del tronco hasta casi el final de su extensión, haciendo que chocara el glande con su garganta y comenzando un mete saca que sacó de su quietud al muchacho.

-         Si, Romina, si, así, sigue así, ahhh, que bien que te tragas mi verga, mmm.

-         Glup splash glup glup.

Marisol a una seña de Romina se acercó para colaborar con la mamada que estaba practicando, colocándose por detrás de Damián, apretando sus tetitas contra la espalda del muchacho, besándole los hombros, el cuello en su parte posterior y acariciándolo en todo lo que daban sus brazos. El muchacho estaba en la gloria, con una chica adelante mamándole la verga y con otra por detrás apoyándole todo su cuerpo contra el suyo, lo que hizo que no tardara en acabar llenándole la boca de leche a Romina.

-         Ahhh que bueno, que lindo que me hicieron acabar, ahhh mmm, pero espera, comparte la leche con mi hermana, si?

Romina entendió lo que le pedía Damián y se juntó con Marisol para pasarle algo del semen del muchacho a su boca, de boca en boca. Era una delicia ver como se escupían dentro de sus bocas, la una a la otra, lo que repitieron dos o tres veces hasta que Damián les dio la orden que tragasen lo que tuvieran. Se abrazaron largamente entre los tres, en realidad podía decirse que los dos hermanos abrazaban a Romina, por lo que les había hecho vivir y eso fue todo por esa noche y cada cual se retiró a su dormitorio a descansar, pero todos pensaban en los calientes momentos vividos.

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La cita era como de costumbre, los fines de semana cuando la casa se quedaba sin gente, Mariano con sus compromisos de los días libres y lo propio con Marisol y Damián, que salían a reunirse con sus amistades a practicar deportes o simplemente a divertirse. Ahí se concretaba como siempre la unión de dos de las mujeres de la casa, para amarse con la misma intensidad y calor de siempre. Se contaban y repasaban todo lo vivido durante la semana, incluso comentaban los tríos que hubieran hecho con la participación de Mariano en el lecho conyugal. Ese día sábado, Romina tenía intenciones de ponerla al tanto de lo que Rita ignoraba sobre la vida sexual de sus hijos.

La mucama consideraba que Rita era su hembra, su verdadera y única pareja dentro de esa casa, a la que ella se debía en un todo. Todo lo que ella hacía con su vida sexual fuera de Rita, lo consideraba algo menor, de inferior jerarquía, como hacerse una paja. Eso significaba para ella su encamada con Marisol o lo que pudo haber hecho con Damián, lo mismo que hacerse una paja, al igual que cuando hacía un trío con Rita y Mariano o cuando se dejaba coger por éste último, nada, no significaba nada en su vida.

En cambio encamarse con Rita para ella era todo, era amor y sexo, el sentimiento era pleno, tan grande que hacía que el resto de las relaciones que mantenía fueran olvidables completamente. Todo esto era lo que hacía que para Romina fuera muy importante blanquear todo lo que ella sabía de sus hijos.

-         Hoy quiero que hablemos de los chicos, mi Señora – le dijo Romina.

-         Que pasa con los chicos, te has enterado de algo que deba saber – le contestó Rita, con signos de preocupación por el tono utilizado por la mucama.

-         Te quiero contar que se cosas de ellos, que tú ignoras y considero que debes saber.

A continuación Romina pasó a relatarle todo lo que ella sabía de sus chicos, de Damián le contó desde el momento que ella lo sorprendió haciéndosela chupar por su hermana, hasta las violaciones que ella sabía que le practicaba un compañero de estudios y alguna otra persona más que ella no conocía. De Marisol le contó que tenía relaciones con su propio hermano y que había tenido algo con ella misma. A ambos hermanos ella los quería como propios y consideraba que no estaba haciendo algo malo al ponerla al tanto de todo lo que sabía.

-         No puedo creer que supieras tanto de mis hijos y no me lo hayas dicho antes – le contestó Rita, visiblemente molesta después de todo lo que se enteró.

-         No te lo dije antes, porque no tuve oportunidad, las cosas se fueron dando una atrás de otra, además no consideré nada de gravedad extrema, sino cuestiones de la vida, cosas que nos pasan.

-         Pero no te parece grave que a Damián lo haya estado violando su compañero? O las relaciones que mantienen entre ellos, los chicos?

-         Tal vez lo de Damián se me pudo haber pasado, pero ocurrió que cuando me enteré ya estaba el hecho consumado y no se podía  volver para atrás con eso, me entiendes?

-         Bueno, puede ser, pero y lo que hacen los chicos entre ellos?

-         Según ellos mismos me han dicho, no son los únicos integrantes de una familia que hacen eso, hermanos, primos o incluso entre padres e hijos lo hacen, lo que pasa es que esas situaciones no trascienden.

-         Mmm no se que decirte.

-         Quieres enterarte de algo más, lo que sería la frutilla del postre?

-         Me vas a matar hoy con todo lo que me estás haciendo saber, si, anda, dímelo rápido, lo que sea.

-         Tanto Marisol como Damián están al tanto de nuestras relaciones nocturnas, de nuestros tríos con Mariano.

-         Cooomo? En serio? Nooo – Rita casi se desmayó al enterarse de que sus hijos estaban al tanto de las orgías que noche tras noche tenían con su marido y la mucama.

-         Pero tranquilízate, no lo han tomado a mal, hemos hablado de ello y lo consideran bien, así me lo han hecho saber, por eso te lo cuento.

-         Hay algo más que deba saber? – preguntó Rita ofuscada.

-         No, ya lo sabes todo. Rita, el sexo es algo maravilloso, para disfrutar sin miramientos, sin discriminaciones, así lo he entendido en todo este tiempo en tu casa, en tu familia, que considero la mía.

-         Es verdad, debo hacerme a la idea que nadie ha hecho nada malo.

-         Solo debemos entregarnos a gozar, eso no es malo.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

C O N T I N U A R A