Dulce hogar 3

Es hora de sincerarse, Romina tiene sexo con Rita y con Mariano, por separado sabiendo que ellos son marido y mujer, lo que sigue al sinceramiento es hacer un trío.

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente la entrega anterior.

Marcela

DULCE HOGAR   3

En cada uno de los encuentros sexuales que Rita mantenía con Romina, no dejaba nunca de recalcarle sus valores para que la chica no tuviera la menor duda de cuál era el norte de su señora. Lo primero para ella era la familia, luego con la familia bien atendida, lo demás venía solo, por añadidura.

Romina a su vez, también le había repetido hasta el cansancio, su deseo de pertenecerle a su señora, no solo en cuerpo, sino también en alma. Era su voluntad vivir para servirle, como sea y donde sea, ella no existía sin su señora.

De más está decir que esa unión fue fructífera para ambas, ya que se regalaban una a otra las más ricas y sensuales relaciones, prodigándose amor, caricias, besos, lujuria y mucha pasión.

Rita al mismo tiempo que su relación con Romina crecía, notaba como disminuía la que tenía con su esposo, producto tal vez de la rutina o posiblemente por el paso del tiempo, que inexorablemente debilita o al menos transforma, las uniones maritales.

Algo tenía que hacer al respecto, se dijo y así lo hizo ayudada por la lectura de gran cantidad de libros, de novelas, de televisión, mirando películas que trataran este tema y hasta por los comentarios o historias que escuchaba en la peluquería o en su ámbito laboral. En todos los casos, ya sean reales o de ficción, Rita tenía entendido que cuando la relación en el matrimonio decae hay que hacer esfuerzos de todo tipo si es que se quiere reflotar la situación, es posible ayudar con la utilización de juguetes sexuales o sino también insuflando en la pareja aire fresco, como puede ser el caso de una tercera persona o bien realizar la apertura del matrimonio, posibilitando de esta última forma que uno o ambos integrantes de la pareja prueben de tener alguna aventura para establecer comparaciones y poder darse cuenta lo que tienen en su casa. A veces ni siquiera es necesario todo esto que se dijo, con solo tomarse unos días de descanso en soledad, se puede revalorar la relación que se tiene.

Ella con los vibradores y ese tipo de juguetes ya había probado, la relación cobró vitalidad y luego volvió a decaer. Debía pasar a otra opción, tenía a su mano a Romina, que le había jurado amor eterno y además estar a su servicio para lo que ella la necesitase. Por qué no, se dijo, pensando en darle a su marido la oportunidad de tener una aventura sin salir de casa. Romina era una muchacha que estaba apetecible para cualquier hombre y para uno que la doblaba en edad, era un bomboncito, era la frutilla del postre, pensó ella. Tenía que idear la forma de hacer contacto entre ellos, sin despertar en ninguno de los dos, un efecto que se le pudiera volver en contra  a ella.

Desde hacía tiempo le venía diciendo a su marido que saliese a comer con sus amigos, que se tomase un fin de semana para ir a pescar, todo ese tipo de cosas que se prestan para que el hombre pueda tener una velada amena fuera de la casa y volver comprendiendo que la mujer que lo espera es lo mejor que le pudo haber pasado en la vida.

Pero su marido no demostraba tener mucho interés en salir, incluso llegó a preguntarle a ella si no lo estaba incitando a que la engañara.

-        Tanto me insistes en que salga, que me vaya un fin de semana por ahí o la semana entera, que estoy pensando que tu quieres que te engañe.

-        No, lo que quiero es que estés feliz a mi lado, nada más que eso, pensé que tal vez el estrés del trabajo, la rutina y todo eso, hace que nuestra vida sexual haya decaído – le contestó Rita.

Algo que ocurría y que ella sentía porque lo estaba viviendo, era que el tener esa relación con Romina, hizo que se potenciara el amor por su marido. Era inexplicable, pero así le sucedía, el engañar a su marido con la muchacha, hacía que su amor por Mariano fuera mayor día a día.

Decidió entonces comenzar haciendo un trabajo en Romina, para saber a ciencia cierta hasta donde llegaba su obediencia.

-        Entonces mi chiquita harías cualquier cosa que yo pudiera pedirte? – le dijo durante uno de los habituales encuentros sexuales que tenían.

-        Ya te lo he dicho hasta el cansancio, tu solo pide y yo te obedeceré, sin importarme lo que tenga que hacer.

-        Pero es que no tienes límites en la obediencia que dices tenerme?

-        Mi único límite es que me pidas que provoque daño o algo que esté castigado por la ley – le contestó Romina.

-        Nunca te pediría algo que estuviera mal o que fuera delito.

-        Entonces pide y verás cómo te respondo.

-        Quiero que te cojas a mi marido – le dijo Rita en un tono de voz que no dejaba duda alguna de que estaba hablando en serio.

-        Me dejas helada con tu pedido – le respondió Romina un poco contrariada.

-        Es tu oportunidad para demostrarme obediencia. Lo tienes que hacer de a poco, de un modo sutil, lentamente, para que vaya elaborando la idea.

Romina quedó pensando en lo que su señora le había pedido y más que nada, meditaba en todo lo que había vivido desde que entró a esa casa. Ahora ella se encontraba bien, perfecta y eso se debía a la relación que mantenía con Rita. Su relación con Mariano nunca había gravitado en ella, él la tomaba como un juguete sexual, seguramente por la diferencia de edad, se saciaba de sexo y luego desaparecía de su vida por días.

Era una relación intermitente, para él ella representaba un momento de placer, no más que eso, no se preocupaba en lo absoluto en brindarle alguna caricia o acompañarla hasta que alcanzara un orgasmo. No, para Mariano la relación consistía en abordarla, penetrarla por donde tuviera deseos él y cuando lograba la satisfacción que había ido a buscar, se vestía y la dejaba tirada en la cama como si se tratara de una cosa.

Romina, ya se había acostumbrado a recibirlo en su cuarto, darle lo que él le pidiera y luego dejarlo ir, quedando ella muchas veces dolorida o irritada en sus partes íntimas, por el uso y abuso a que había sido sometida por Mariano.

Pero no pensaba nada malo de Mariano, para ella él era un hombre o sea una ser egoísta que solo piensa en sí mismo y que cuando obtiene lo que busca, se marcha hacia otro destino. Totalmente opuesto a lo que significaba Rita en su vida, que si bien era una persona de su mismo sexo, la colmaba de atenciones y muestras de afecto, cariño y amor y siempre estaba expectante de todo lo que daba vueltas a su alrededor.

Jamás la había dejado sin alcanzar uno o más orgasmos, mientras que Mariano solo le producía dolores, incomodidades e insatisfacciones de todo tipo. A pesar de eso, ella lo quería porque sabía que era una buena persona, tal vez equivocada en su forma de proceder, pero estaba convencida que no era una persona violenta y eso valía mucho para Romina.

Y ahora su amada señora le pedía que tuviera sexo con su marido, algo que venía ocurriendo desde antes de acostarse con ella. Tenía que hablar eso con Mariano, contarle su relación con Rita y lo que ella le había pedido para con él.

O tal vez, tendría que sincerarse con Rita y decirle que desde tiempo atrás, aún antes de ser su amante, se acostaba con su marido.

Esa era la incógnita a resolver. Con quien debía sincerarse.

Romina comenzó a cavilar sobre cómo resolver este dilema que se le presentaba en su vida. El tema era que con una de esas dos personas tendría que sincerarse y hacerle notar que había actuado en su presencia ocultando la relación que mantenía con su cónyuge.

A cualquiera de los dos esta confesión no le iba a caer bien, ya que se sentirían traicionados. Sin embargo Romina tenía que resolverse por uno de los dos y finalmente optó por aclarar su situación ante Mariano, que si bien mantenía una relación íntima con ella, no era una persona que demostrara amor en su accionar, sino solamente sexo o calentura. Un ejemplo de la forma de trato que recibía Romina, era que una vez concretado el acto sexual, él se levantaba, tomaba su ropa y se retiraba, mientras ella quedaba desnuda sobre su cama, con las piernas abiertas, su sexo dejando salir el esperma que mojaba sus sábanas, la luz encendida y ni siquiera se tomaba el trabajo de cerrar la puerta, le daba un empujón y desaparecía por el pasillo.

En otras oportunidades, la encontraba en la cocina, la empujaba hasta el borde de la mesa, obligándole a apoyar el torso sobre el mantel, levantándole la pollera, le abría las piernas y en esa posición la penetraba, dando fuertes  arremetidas con su verga, clavándola como a una perra hasta acabar. Alcanzado el orgasmo, se acomodaba la ropa, guardaba su verga dentro del pantalón y se retiraba sin siquiera decir: “me voy, que lindo estuvo”.

Romina tenía muy claro qué tipo de relación mantenía con Mariano y cuál era la diferencia de la que mantenía con Rita. Mientras que con el hombre se sentía usada, con la mujer se sentía amada.

Por consiguiente la incógnita estaba resuelta, le diría a Mariano la relación que tenía con su esposa y también le confesaría la petición que ésta le había hecho, referente a que la mujer quería que avanzase sobre su marido hasta llevarlo a la cama. Tenía que decidirse y lo hizo, esperó hasta que el hombre la fue a buscar para tener relaciones y cuando creyó que era el momento oportuno, lo detuvo para contarle lo que llevaba adentro.

-        Mariano necesito hablar contigo, sobre algo que estoy viviendo y por supuesto que cuento que voy a tener tu aprobación en lo que te vaya a pedir y más que nada tu máxima discreción – le dijo Romina muy decidida a tomar el toro por las astas.

-        Ey, no quieres que hablemos después de que te coja? – era obvio que él, en lo único que pensaba cuando estaba con ella era en sexo.

-        Si me prometes que no te vas a ir apurado, hacemos lo que desees y después hablamos.

-        Bien, date la vuelta perrita, que te quiero hacer la colita hoy, vamos.

-        Mmm despacito Mariano, que me haces doler mucho, ahí tienes la crema en la mesita de luz, para que resbale tu pito, si?

-        Solo un poquito, tú sabes que me gusta hacerte doler, me calienta mucho como gritas, perrita.

-        Lo que digas, pero después hablamos, mmm.

Mariano, la sometió tal como era su costumbre, buscando solo su propio bienestar, preocupándose solamente por él. Pensaba mientras tenía sexo con la chica, que cosa querría decirle que pudiera importarle a él, tal vez un aumento de sueldo, no se le pasaba nada por la cabeza, habría que esperar un poco, en esa oportunidad tardó más de lo normal y le dio un poco de placer a la chica, claro que involuntariamente.

-        Y bien Romina, que es lo que querías decirme – le formuló la pregunta al tiempo que sacudía su verga y le pasaba el pañuelo, previo a guardarla dentro de su pantalón.

-        Creo que es mejor que nos sentemos Mariano, es algo largo y complicado lo que quiero decirte, trataré de abreviarlo al máximo – con una mano se aplicó un apósito en su culo que derramaba la leche que recién le inyectara Mariano.

-        Muy bien, te escucho, pequeña – Romina ni siquiera había tenido tiempo de cambiar de posición en la cama, permanecía boca abajo, sus piernas abiertas, con su mano presionando su cola, bastante dolorida.

-        Desde hace un tiempo atrás, he comenzado una relación con otra persona, que espero puedas entender y más que eso, aprobar también.

-        Con alguien de esta casa? – preguntó ansioso Mariano.

-        Porque supones que es alguien de esta casa? – le replicó Romina.

-        Por la sencilla razón que tu nunca sales, ni siquiera cuando tienes tu día franco.

-        Está bien tu razonamiento, con quien sino tendría yo una relación. Si, es alguien de esta casa, pero promete que me vas a escuchar hasta que termine de hablar?

-        Prometido.

-        Bien, mi relación es precisamente con Rita, tu esposa – Romina lo dijo de una sola vez, sin titubear y luego de pronunciar el nombre de su señora, quedó mirando fijo a Mariano, al que notó serio, pero no desencajado.

-        Qué tipo de relación tienes con mi mujer? No me digas que tu y Rita tienen . . .

-        Amo a tu señora, la quiero muchísimo, espero que puedas comprenderme, comprendernos – Romina seguía estudiando la expresión que se dibujaba en el rostro de Mariano, para decidir por donde debía seguir el relato.

-        Explícate un poco más, habla sin detenerte, por favor – Mariano, estaba parado acomodando su ropa, ahora sentado para poder asimilar mejor lo que venía ignorando de su propia esposa y de la persona que lo desahogaba sexualmente.

-        Esto que nos pasa es algo que se fue dando de a poco, con el tiempo, fue de menor a mayor, fue algo que sucedió, más que eso no te puedo explicar y que viene ocurriendo desde hace bastante tiempo.

-        Entonces ustedes dos son lesbianas?

-        No, solo somos dos mujeres que se aman. Sé que ella te ama a ti y está muy preocupada por la relación de ustedes, que la ve muy decaída.

-        Y claro, como no va a estar decaída, si ella se encama con otra puta.

-        No, ninguna de las dos somos putas, trata de entenderlo. Además de esto quería decirte que tu mujer me pidió que me acercara más a ti, es más me dijo que le gustaría que me entregara a ti, que te complaciera.

-        O sea que además de lo que hace contigo, te pidió que te encames conmigo.

-        Si, de hecho lo vengo haciendo hace rato, casi al mismo tiempo que empecé con ella. Por eso no puedes enojarte, ya que tú mismo le vienes siendo infiel conmigo. Te das cuenta, los dos se acuestan conmigo, de diferentes formas, claro está.

-        Obvio, lo normal es que una mujer se acueste con un hombre, cuando lo hacen dos mujeres, no es algo común, no crees lo mismo.

-        No, de ninguna manera, para mi lo importante en una relación es que haya amor, no tiene importancia el sexo de las personas.

-        Yo te pregunto, conmigo sientes algo?.

-        Si me lo preguntas así, no tengo más remedio que confesarte lo que supongo sabrás tanto como yo. Me tratas como si fuera un agujero, metes tu cosa dentro de mí, acabas y te vas. Algunas veces, ni siquiera te has despedido, incluso te has ido a medio vestir.

-        Es cierto, no te puedo negar eso, no sé porque lo hago así contigo. No te lo puedo explicar, me sale hacerlo así, es como que gozo maltratándote.

-        Yo acepto tu forma de ser, solo que quiero que sepas que con Rita, la relación es distinta y a tal punto me ama a mí y por supuesto a ti, que me ha hecho este pedido.

-        Está bien, dime qué quieres hacer ahora.

-        Quiero que Rita sepa que he tenido sexo contigo, pero no quiero que se entere de cuanto hace que tenemos esta relación. Ese sería mi pedido más importante, ya que no quisiera defraudarla.

-        Está bien, dile que hemos tenido sexo o mejor dicho, solo dáselo a entender, yo se lo confesaré esta noche en la habitación, cuando estemos solos y veremos como sigue esto.

Así fue, cuando Romina se encontró con Rita en la casa, minutos antes de la cena, le hizo una seña como diciéndole que ya había pasado lo que ella quería que sucediese. Rita estaba ansiosa por saber que había pasado, se le acercó en la cocina y le preguntó cuando había sido, como y demás interrogantes que se le planteaban.

-        Hoy tuvimos una relación, fue corta, luego te lo cuento, están los chicos y nos pueden escuchar.

-        Está bien, mañana charlamos – le contestó Rita.

Esa noche, después de la cena, estando en el dormitorio con su marido, mientras se cambiaban de ropa para acostarse, Mariano le dijo que necesitaba hablar con ella algo importante.

-        Mira amor, nosotros no tenemos secretos, así que debo confesarte algo que me pasó y que espero comprendas.

-        Te escucho, dime, te pasó algo malo? – le preguntó Rita, sabiendo lo que el otro iba a decirle.

-        No, en realidad no sé si es malo o no. Simplemente sucedió. Hoy estaba solo en casa y pasé un instante por la cocina y . . . no sé cómo decirte, lo cierto que lo que pasó no quisiera que le des más importancia que la que tiene. Te lo digo de una: tuve sexo con Romina.

-        Serías capaz de ser más explícito, por favor.

-        Solo eso, me sentí atraído por ella y cuando me di cuenta, estaba teniendo sexo con ella.

-        Entonces quieres decir . . .

-        Quiero decir, que mi deber era confesártelo y lo he hecho y que solo te amo a ti, de eso no me cabe la menor duda.

-        Tú sabes que mi sentimiento hacia ti, es idéntico, te amo tanto como a mi vida.

-        No te vas a enojar conmigo? – le preguntó Mariano confundido, ya que esperaba alguna mínima reacción de parte de su esposa.

-        De ninguna manera me podría enojar, cuando me has confesado lo que has hecho. Distinto hubiera sido que me enterara de esa situación de otra forma – contestó Rita, con total y absoluta tranquilidad.

-        Y sabes qué? Esto que te he contado me ha excitado y desearía hacer algo contigo ahora mismo.

-        Y a mí también, que estamos esperando, tómame y haz conmigo lo que desees, soy tu hembra ahora, la más antigua, ven conmigo, mmm – era evidente que Rita también se había puesto muy caliente y así comenzó una relación nueva entre ellos, muy caliente.

Mariano deseaba de Rita algunas concesiones que no había tenido en casi treinta años de matrimonio, tales como hacerle tragar su esperma o hacerle la cola como últimamente se la hacía a Romina. Así que esa noche aprovechó para iniciar un ciclo nuevo en la vida marital e indujo a Rita a incursionar en nuevas poses, actos y formas de relacionarse sexualmente, sin que ni siquiera medie la más mínima crítica o atisbo de rechazo. Todo lo que quiso hacer, hizo y todo lo que pidió que le hiciera, le hizo, con lo que la relación pintaba para mejorar.

Al otro día, Rita comenzó el día como cualquier otro, con la rutina que le era característica hasta que se retiró a sus labores diarias fuera de la casa. Cuando calculó que sus hijos y marido ya se habrían ido a sus respectivas obligaciones, volvió a la casa para tener una charla con su amada Romina.

-        Rita, creí que te habías ido a tu trabajo – le dijo sorprendida la mucama.

-        Me fui y volví, porque quería contarte lo que ocurrió anoche entre Mariano y yo.

-        Hice lo que me pediste, yo . . . – Romina se encontraba contrariada por la situación que estaba viviendo con ella y con su marido.

-        Sí, eso está bien, déjame que te cuente lo de anoche.

-        Bueno, cuenta por favor, estoy ansiosa por escucharte – Romina se calmó, sentándose en una silla de la cocina junto a su señora y amante.

-        Anoche tuvimos sexo como nunca antes lo habíamos tenido, me hizo hacerle cosas que jamás habíamos hecho en todo el tiempo que llevamos de casados.

-        Y? te gustó lo que hicieron? La pasaste bien? – le preguntó Romina ansiosa.

-        Sí, me encantó, acabé no sé cuantas veces, los orgasmos me venían uno tras otro, no sé como desperdicié tanto tiempo haciéndome la estrecha.

-        Es que a veces una . . .

-        No, siempre tuve prejuicios de no hacer esto o lo otro, que eso está mal y lo otro está bien y finalmente nunca tenía todo el sentir que necesitaba para estar feliz, plena.

-        Yo en cambio, no tuve ningún tipo de enseñanza, ni escuela. Puedo decir que aprendí de golpe y a una edad muy temprana. Y ahora sé lo que es un orgasmo porque tú me regalaste el placer de ese sentimiento.

-        Yo digo lo mismo, a partir de nuestra relación, descubrí muchas cosas de mi sexualidad que tenía ocultas. Por ejemplo que amar a una persona del mismo sexo es una experiencia maravillosa y de lo que no tengo que arrepentirme, todo lo contrario.

-        Vamos a seguir nuestra relación Rita? Por favor contéstame con el corazón – preguntó Romina, apichonada, temerosa.

-        Por supuesto que va a continuar nuestra relación, solo que ahora se lo quiero contar a Mariano, quiero que se entere de que te amo, de que me amas y me encantaría poder amarnos los tres.

-        Una pareja de tres, un trío, si lo vi en películas, parece algo perverso, pero en este caso francamente no le veo el costado malo.

-        Lo vamos a ir preparando de a poco, compartes conmigo esto?

-        Te he dicho hasta el cansancio que soy tuya y que voy a hacer siempre lo que tú me pidas, lo que sea que quieras que haga, haré.

Rita no podía estar más plena, había recuperado a su marido, tenía una amante mujer, muy jovencita para ella y todo dentro de su propia casa.

Mariano también estaba feliz, había hecho con su mujer en una noche todo lo que le venía negando desde que se casaron, además él también la tenía a Romina, a quien no pensaba dejar, vislumbrando además un futuro muy cercano en donde compartirían cama los tres.

Por último Romina, pasaba de las manos de Rita a las de Mariano, con la mujer gozaba como una yegua, con el hombre se sentía menospreciada, pero aún así, tenía placer luego de cada encamada. Ahora ambos sabían que ella se metía en la cama de los dos y la aceptaban. Intuía que se venían momentos mucho más calientes para los tres.

Pero Romina no dejaba de meditar por otra parte acerca del accionar sospechoso de los hermanos, sabía que había algo entre ellos.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

C O N T I N U A R A