Dulce hogar 20

Epílogo de la zaga, todo se va desencadenando, el sexo no reconoce barreras de ninguna especie

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   20

La vida de Solange era tranquila, concurría a la universidad y sus estudios los solventaban sus padres. Ellos eran los propietarios del departamento en donde vivía y cubrían la totalidad de sus gastos. Pero ocurría que Solange tenía algunos gastos que sus padres ignoraban que ella misma sufragaba con entradas extras que obtenía haciendo masajes terapéuticos relajantes, lo que le permitía mantener un nivel de vida aceptable. Esta ocupación que Solange tenía, hacía que se tuviera que trasladar a distintos puntos de la ciudad, ya que atendía a sus clientes en sus respectivos domicilios.

El nivel de aceptación de Solange era bueno, lo que hacía que sus clientes comentaran las bondades de sus servicios, haciendo crecer el número de los mismos y por ende el tiempo libre de la muchacha se reducía día tras día. Por esta misma circunstancia fue que la relación con Andrea cada vez era menor, al no disponer Solange de tiempo libre para estar con ella.

El éxito de la masajista estaba centrado en los adicionales que les brindaba a sus clientes de ambos sexos, que esperaban que ella concluyera sus masajes manuales con caricias genitales, que se prolongaban hasta la obtención del orgasmo. Tanto hombres como mujeres, no daban por terminada la sesión de masajes, sin esta práctica adicional que le permitían obtener el relax buscado y a la masajista un dinero extra en propinas que aumentaba considerablemente sus entradas.

La tierna y recatada Solange, no era otra cosa que una prostituta que bajo la apariencia de ser masajista relajante, les practicaba el sexo oral a hombres y mujeres hasta hacerlos alcanzar el clímax ideal.

Solange era una rubia de 28 años, ojos verdes, cara de pendeja, pesaba aproximadamente 50 kg, medía 1.56 m, era de clase media alta y tenía la particularidad que le gustaban los tipos maduros, tirando a viejos, si eran feos, babosos y verdes tenían un plus para ella. Le gustaba ser tratada como una puta y resultaba paradójico que la deslumbraran los obreros de la construcción, por la rusticidad que tenían, por sus manos ásperas y duras.

Queda claro que la vida de esta chica no pasaba por su carrera universitaria, ya que a su edad tendría que estar recibida y no lo estaba porque no rendía materias, solo se anotaba en los distintos cursos y mientras cursaba trataba de seducir a profesores y ayudantes para que le aprobasen la materia sin mayor esfuerzo. Las pocas materias que tenía aprobadas, fueron empleando esa táctica, que no le valió cuando encontraba entre los docentes, personal intransigente o directamente gente no interesada en tener sexo con ella.

Para Andrea, Solange era una estudiante poco participativa en clase, pero esa característica se la atribuyó a su evidente timidez, lo cual no era cierto. Solange simulaba ser tímida para pasarla bien, para no intervenir en clase, en discusiones de temas de estudio o cuestiones por el estilo. Andrea nunca sospechó que la vida de su compañera de curso pasaba por la prostitución encubierta, la que ejercía haciéndose pasar por masajista. A los 28 años Solange ya había chupado kilómetros de vergas y cantidades de conchas, sin que nadie pudiese siquiera sospechar que tenía una pareja.

El día que Andrea invitó a su compañera a su departamento, le avisó previamente a Tamara quien le dio la pastilla que le había dado Horacio para anularle la voluntad y la capacidad de raciocinio. Andrea cumplió al pie de la letra con la indicación que le dio su dominante amiga y una vez que tuvo a su compañera bajo los efectos de la pastilla, hizo venir al chofer de Horacio para que trasladase a Solange.

Tamara y Marisol esa misma noche se trasladaron hasta la casa de Horacio, para ver como había llegado Solange y en qué estado se encontraba, recibiendo la sorpresa que esta chica era una vieja conocida del matrimonio que la tenía que disciplinar.

  • Solange es amiga nuestra desde hace años, es una profesional – dijo Elba a las amigas.
  • Cómo? No entiendo? – dijo Tamara.

Horacio y Elba les contaron a Tamara y Marisol quien era Solange, a que se dedicaba, como camuflaba su actividad y lo más importante es que se conocían de fiestas, orgías y eventos sexuales de todo tipo. Solange era más pervertida que todos ellos juntos, pero esa era una faceta de su vida que llevaba oculta por proteger a su familia y a ella misma. En ese momento se encontraba descansando en una habitación, reponiéndose del efecto nocivo de la pastilla que Andrea le hizo tomar.

  • Yo creo y estoy segura de no equivocarme, que esa sumisa de Ustedes tiene que pagar el costo de tamaña equivocación – propuso Elba.
  • Lo que digas Elba, te juro que iría a su departamento y la cagaría a azotes por estúpida – contestó Tamara.
  • Bueno, cálmense, también es mérito de Solange esto que ha pasado, ella es una verdadera profesional y sabe cómo ocultar su actividad – dijo Marisol en defensa de Andrea – no quiero defender a la estúpida, quiero destacar la buena actuación de Solange.
  • Es verdad lo que dice mi pequeña – agregó Horacio – porque no cambiamos de tema y hacemos algo hot?

La noche terminó uniendo a esas cuatro personas en una cama, en donde Horacio quiso probar la deliciosa piel del cuerpo de Tamara y Elba se dedicó en cambio a la pequeña Marisol, que estaba radiante de belleza.

Ni Marisol, ni Tamara estaban inspiradas esa noche en tener sexo con el matrimonio, por el contrario estaban más bien disgustadas por la frustración de haberse equivocado tanto con Solange. También compartían las amigas el deseo de retornar al departamento de Tamara, para darle un buen escarmiento a Andrea, por lo mal que las hizo quedar ante el matrimonio.

Por eso lo primero que hicieron a su regreso fue llamar a Andrea para que se presentase ante ellas. Cuando ésta lo hizo, le contaron lo sucedido con Solange y el papelón que hicieron al derivarla a la casa de Horacio y Elba, lo que provocó que Andrea palideciera y alterara su ritmo respiratorio pensando en el castigo que podrían propinarle ese par de sádicas.

  • Como pude equivocarme así con ella? Parecía una estudiante más, en verdad es una gran actriz, porque nadie ni siquiera sospecha lo que en realidad hace con su vida – comentó espantada y preocupada Andrea.
  • El que se equivoca pierde – sentenció Marisol, con ojos sanguinarios.
  • Vas a pagar este papelón que nos hiciste hacer, tarada, te vas a acordar de esto mucho tiempo – amenazó Tamara.
  • Les pido que me disculpen, no fue mi voluntad, yo lo único que quería es que tuviesen otra chica para que las sirva – dijo Andrea aterrorizada.
  • Espera un poco, se me ocurre algo – dijo Tamara.

Tomó su celular y llamó a Nino, no se escuchaba lo que ella hablaba, pero se le notaba un brillo extraño en sus ojos a Tamara, por lo que podía deducirse que algo interesante estaba por suceder.

  • Va a venir un amigo mío a visitarnos y lo tendrás que atender bien, tarada – le dijo Tamara.
  • Por supuesto Tamara, quieres que prepare algo en especial para convidarle a tu amigo? – preguntó Andrea con inocencia.
  • Sí, prepara tu culo, porque eso es lo que le vas a dar – le contestó Tamara, con un tono de voz que no dejaba lugar para una contestación que no fuese afirmativa.
  • Pero como . . . el culo? El hombre, tu amigo . . .
  • Escucha idiota, yo en tu lugar me iría poniendo crema, por si la tiene grande y te duele, jajaja – festejó Marisol, dejando salir a su componente sádico de su interior.
  • Pero yo no estoy acostumbrada a . . . – sollozaba Andrea.
  • Mejor te vas lavando el culo y te preparas, porque cuando llegue mi amigo, te voy a entregar para que él haga contigo lo que quiera – sentenció Tamara, cerrando la discusión.
  • Pero Tamara, no soy un paquete, yo . . . – desconsolada Andrea.
  • Ahí tienes la puerta, deja la llave que te di y desaparece de mi vista – le contestó enojada Tamara.
  • No, por favor no me eches, quiero seguir a tu lado – llorando Andrea echada a los pies de Tamara.
  • Entonces ve a lavarte el orto, mi amigo no tardará en llegar, acá las cagadas se pagan, tú te mandaste una flor de cagada y la vas a pagar de la misma forma, de acuerdo? – terminó de decirle Tamara.
  • Sí, perdona Tamara, no sé lo que hago, ni lo que digo.
  • Ya me di cuenta, estúpida, ve a ponerte sexy que quiero ver cómo te arreglas ante que llegue mi amigo.
  • Deja que yo la ayude – dijo Marisol, con una sonrisa diabólica.

A empujones la llevó hasta el cuarto adonde la hizo desnudar mientras ella le buscaba ropa adecuada para recibir al amigo de Tamara. Como no se decidía por la cantidad y variedad de ropa que había, la mandó a que fuera a higienizarse al baño, con recomendación de que se fuera untando el culo con la crema relajante y adormecedora que Tamara le había aconsejado utilizar. Cuando Andrea regresó, Marisol le fue arrojando al piso un conjunto de bombacha y corpiño blancos, de encaje, medias de encaje al tono, una solera elastizada color azul y zapatos con plataforma y tacones altos.

Andrea tomaba la ropa que Marisol le arrojaba al piso y se la iba colocando bajo la mirada atenta de Tamara que apoyada en el marco de la puerta del cuarto supervisaba todos los movimientos. Ella misma le alcanzó una peluca de cabello largo y flequillo, color negro intenso, maquillaje, perfume y aros, anillos y pulsera, para que tuviera un toque de glamur. Cuando Andrea se miró en el espejo, no se conocía y le gustó el look que llevaba puesto, que la asemejaba a las putas callejeras que caminan por las noches en los barrios marginales.

Pero cuando llegó al living y se volvió a ver, recapacitó y pensó en lo que le esperaba cuando llegara el visitante amigo de Tamara. Esta la miró desde el sillón con aprobación, pensando que Marisol había hecho un buen trabajo, la había vestido acorde a como se iba a tener que desempeñar en el futuro cercano.

Cuando se escuchó el sonido del timbre, las reacciones fueron divididas, por el lado de Tamara y Marisol, ambas sonrieron pensando que había llegado el momento de la verdad. En el caso de Andrea, su rostro palideció porque su pensamiento la llevaba a imaginar escenas de honda humillación y dolores insoportables en su cuerpo, principalmente en su culo.

Nino saludó efusivamente a Tamara y luego a Marisol, a quien recordaba por la velada pasada en su casa, en donde la pequeña había sido una de las protagonistas principales de la noche.

  • Acá estoy, respondiendo como corresponde a tu invitación – le dijo Nino a Tamara.
  • Eres un buen amigo, por eso siempre te recuerdo y cada vez que puedo obsequiarte algo lo hago – le respondió Tamara.
  • Muy agradecido, desde ya – le contestó a Tamara y luego dirigiéndose a Marisol - y como estás tú preciosa?
  • Excelente, esperando divertirme un poco – contestó Marisol.
  • Bueno, cuenten de que se trata esta invitación? – preguntó Nino.
  • Andrea, ven acá – levantó la voz Tamara, mientras le brillaban los ojos a Marisol.
  • Si Tamara – contestó Andrea, presentándose en el living.
  • Esta es la chica que necesito acomodar un poco – le dijo Tamara a Nino.
  • Mmm es bonita, será un placer atenderla, me la llevo a mi casa? – preguntó Nino.
  • Me encantaría poder presenciar lo que hagas con ella, Marisol piensa igual, verdad pequeña? – contestándole Tamara a Nino y dirigiéndose a Marisol.
  • Sí, Nino, a mí también me gustaría ver cómo te las arreglas con nuestra amiguita – dijo Marisol.
  • Bueno, entonces ven acá princesita, dime cómo te llamas? – le preguntó Nino a Andrea, que no salía de su palidez.
  • Sí, yo . . .
  • Te pregunté cómo te llamas? – insistió Nino.
  • Andrea.
  • Es un lindo nombre, el mío es Nino, tienes ganas de que juguemos?
  • Estoy muy nerviosa.
  • Mmm creo que tenías razón Tamara, es bastante tarada esta, de donde la sacaste? – le preguntó Nino a Tamara refiriéndose a Andrea.
  • Te dije que era medio idiota, parece que me quedé corta – le contestó Tamara al hombre y luego dirigiéndose a Andrea dijo – mejor que no me hagas enojar, porque te juro que te saco la piel a latigazos, sabes?
  • Disculpa Tamara, estoy muy nerviosa, tengo miedo, te juro que me quiero ir – respondió Andrea.
  • Allá tienes la puerta, ya me cansaste, desaparece de mi vista – contestó Tamara.

Andrea aprovechó el momento y así como estaba vestida se fue corriendo hacia la salida, pero Marisol le cerró el paso y apoyada contra la puerta le impidió que se retirase.

-      No, no, no, de acá no te vas pedazo de pelotuda, todo el daño que hiciste y te piensas que te voy a dejar ir así como así? – le dijo Marisol.

-      Marisol, déjame salir, me quiero ir, esto no es para mí – sollozó Andrea.

-      Te vas a ir, pero antes quiero que tengamos una charla calma entre nosotras – le respondió Marisol – ven, acompáñame a la cocina y dejemos a Nino que se entretenga con Tamara.

-      Está bien, pero yo ya no quiero estar más con Ustedes, me tratan muy mal, yo hice mucho esfuerzo por satisfacerlas, pero esto ya me superó.

-      Además no te puedes ir vestida como una puta, con esa ropa, la peluca y el maquillaje que llevas, seguro te llevan a la comisaría por trola.

-      Ah sí, es verdad, tengo que cambiarme.

-      Ven, vamos a la cocina, tomemos un café y charlemos. Quiero que si esta relación que tenemos se termina, que sea en buenos términos – le dijo Marisol, logrando tranquilizar a Andrea.

-      Te juro que te desconozco hablando así Marisol, siempre me has tratado muy duramente.

-      Lo hacía porque eso me calentaba, además pensé que a vos te gustaba que te tratara de esa forma.

Continuó la charla entre ellas de manera tranquila y apacible, se trasladaron a la cocina en donde Marisol preparó café para Andrea, sirviéndose ella una gaseosa. Tamara absolutamente desconcertada por la forma de actuar de Marisol, se entretuvo conversando con Nino sin profundizar la relación porque su mente no se lo permitía, la decepción sufrida por la actitud de Andrea la había descolocado.

Sin embargo la situación pronto habría de cambiar, Tamara sospechó algo cuando vio entrar a Marisol con una amplia sonrisa en el rostro.

-      Acabo de darle la pastilla a Andrea, debemos llevarla a casa de Elba, para que sea disciplinada. Hice bien? – dirigiéndose a Tamara.

-      Eres terrible pequeña, me sorprendes gratamente obvio – le contestó Tamara.

-      De que están hablando? – preguntó Nino.

Tamara le contó a Nino el tema de la pastilla, el yerro que tuvo Andrea con Solange y no fue necesario explicarle más, entendió perfectamente que significaba lo que había hecho Marisol.

-      Es necesario entonces trasladar a Andrea, quieren que la traslade en mi auto, Ustedes me pueden acompañar – propuso Nino.

-      Creo que primero deberíamos consultar a Elba sobre como procedemos con la tarada – dijo Marisol.

-      Ok, llama y terminemos con este tema – dijo Tamara.

Se acordó el traslado de Andrea a casa de Horacio y Elba, se realizó con el automóvil de Nino y sirvió esa oportunidad para que conociera al matrimonio. Pero nuevamente hubo sorpresas para las amigas, ya que Nino era un viejo conocido del matrimonio, incluso había participado en muchos eventos celebrados en esa residencia.

-      Mmm que chico que es el mundo, la única persona que no los conocía era yo – dijo Tamara.

-      Jajaja, si, así es, pero ahora ya nos conoces y descuida, que a esta chiruza la voy a dejar bien a tu gusto – le dijo Elba a Tamara.

-      Confío en ti, Elba – contestó Tamara – tú misma me habías dicho que tenía que pagar el costo de su equivocación, espero que se lo cobres con creses.

-      Cuando recupere la cordura, creo que va a querer haberle entregado el culo y todo lo demás a Nino, te aseguro que no me va a temblar la mano para disciplinarla.

-      Estoy segura de ello.

-      Y además siempre cuento con la colaboración de Gimena, no sabes lo celosa que es en estos tratamientos.

-      Te creo, a veces la miro y me impresiona esa mujer, estoy segura que ha de encantarle lo que hace.

-      No lo dudes, disciplina con amor, jajaja.

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Cuando Solange recuperó la cordura y se encontró con Gimena, casi se desmaya de la impresión que le dio estar fuera de su casa, pero por suerte en un domicilio amigo.

-      Pero me quieres decir como llegué acá? – le preguntó a Gimena.

-      Espera a que llame a Elba para que ella te explique – contestó.

Elba le refirió lo acontecido, lo mucho que se había equivocado Andrea con ella al evaluarla y considerar la posibilidad de disciplinarla para convertirla en sumisa al servicio de sus amigas, al igual que ella. La indignación que tenía la chica en ese momento era inmensa, quería a toda costa encontrarse con Andrea para hacerle ver lo mucho que se había equivocado con ella y tuvo esa posibilidad de la mano de Elba.

-      Para que sepas, a la tarada esa me la trajeron anoche para que la terminara de disciplinar – le dijo Elba.

-      En serio que la tienes acá en tu casa? – saltó Solange eufórica.

-      Está a tu disposición, podemos comenzar el tratamiento ahora mismo.

-      Adonde la tienes, en la sala?

-      Si, en uno de los cuartos, quieres que le diga a Gimena que la prepare?

-      No es necesario, déjame a mí que yo me encargo.

Solange se dirigió a paso firme hacia la sala, acompañada de Elba quien por las dudas vigilaría que no se le vaya la mano en el tratamiento a Andrea. Solange una vez que ingresó a la sala, repasó visualmente todas las instalaciones, decidiendo mentalmente comenzar por una charla con su amiga, para descubrir sus temores, ya que conociéndolos tendría a su favor mayor posibilidad de dominación.

Cuando Andrea vio aparecer por la puerta de la habitación a Solange, recuperó todas sus facultades de golpe. Hasta ese momento no se había preguntado que hacía en esa cama, dentro de esa habitación tan lúgubre, sin ventanas, con una iluminación pobre en el techo y lo peor de todo era que estaba atada de pies y manos. Si bien tenía posibilidad de movimientos, no podía salir de la cama, porque las correas que tenía en sus miembros se lo impedían.

Todo esto para Andrea era como una pesadilla, recordó cuando le dio la pastilla a Solange para doparla y como fue retirada de su departamento por el chofer de Horacio. Como podía ser que ahora Solange estuviera en libertad y ella no? Mucho más no pudo pensar, porque el interrogatorio a que la iba a someter su amiga estaba a punto de comenzar.

-      Estás en condiciones de charlar conmigo, Andrea? – preguntó Solange.

-      Sí, pero quisiera levantarme, no me siento cómoda estando atada, puedes soltarme? – le contestó Andrea.

-      No, no puedo hacerlo, he venido a conversar contigo, yo pregunto y tu respondes, quieres? O sino me voy.

-      No puedes soltarme, quisiera estar más cómoda, porque . . .

-      Pafff se acabó Andrea, no vuelvo a repetirte nada más, yo pregunto, tu respondes o me voy, decide – Solange le pegó un cachetazo que le dio vuelta la cara a Andrea, quien consideró que la pesadilla que sentía se hacía realidad.

-      Ayyy, si pregunta, pero no pegues tan fuerte, ay.

-      Muy bien, recuerdas que me dopaste para entregarme a una dominante para que ésta me convirtiera en sumisa?

-      Si, te pido que me disculpes por . . .

-      Pafff plaf Pafff responde la pregunta y no agregues nada – volvió a castigarla Solange, solo que ahora lo hizo de derecho, revés y derecho nuevamente, dejando casi atontada a Andrea.

-      Ay por favor no me pegues más.

-      A propósito, por si no te diste cuenta, no me gusta estudiar, me gusta otro tipo de vida y lo hago tan bien que nadie se da cuenta de mi forma de vida.

-      No me había dado cuenta, es verdad.

-      Pafff no te di permiso para que hables.

-      Ay por favor Solange, perdóname, me quiero ir de acá, sácame de este lugar – y Andrea se largó a llorar amargamente por la situación en que se encontraba.

-      No pienso sacarte de acá, al menos hasta que te conviertas en lo que quería que me convirtiese yo, una sumisa obediente y confiable.

-      Prometo hacer lo que me digas.

-      Pafff no hables sin permiso.

-      Ay por favor basta de pegarme.

-      Te dejo, boluda, acostúmbrate a obedecer y no hablar más hasta que alguien te lo pida – le dijo Solange a modo de consejo – o te van a cagar a golpes.

-      Solange, no te vayas, por favor, no me dejes, Solange.

Y Andrea miró como se cerraba la puerta dejándola sola en esa habitación sin saber qué hora era, ni si era de día o de noche, además tenía hambre, sed y deseos de orinar, lo que tampoco sabía era lo que le esperaba en la casa de Elba.

Cuando la dueña de casa fue a ver el estado de Andrea, la encontró semidormida, sobresaltándose al notar su presencia. Quiso incorporarse en la cama, pero a pesar de sus esfuerzos por hacerlo no pudo cambiar de posición, ya que las ligazones que tenía se lo impedían. Esta situación era del agrado de Elba, ver la impotencia de una persona que quiere salir de un estado y no lo logra, la ponía bien, muy bien. En esta ocasión Elba había concurrido a su primer día de entrenamiento, acompañada de Gimena, por si se produjera algún acto de rebeldía por parte de Andrea, lo que descartaba dado el decaimiento que presentaba en su aspecto exterior.

-      Cómo te sientes perrita? – fue el saludo de Elba hacia Andrea.

-      Estoy muy incómoda, no me puedo mover, quiero levantarme de esta cama, por favor Elba, me quiero ir de acá – fueron las primeras palabras de Andrea.

-      Primera lección, cuando te dirijas a mi persona, lo harás diciéndome Señora Elba y ni se te ocurra tutearme – dijo Elba y luego dirigiéndose a Gimena agregó – lleva a la perra ésta al rincón de la barra.

-      Con gusto – respondió Gimena.

Al desatar a Andrea, Gimena notó que la chica no tenía fuerzas para moverse, además se había hecho pis en la cama y olía pésimo, dado que había estado casi un día sin salir de la habitación.

-      Puf, huele como el demonio la perra esta – expresó Gimena – vamos levántate o te doy una paliza idiota.

-      Todos me tratan mal, creí que tú serías distinta – le respondió Andrea.

-      Pafff, segunda lección, no hables si nadie te pregunta nada – Gimena le cruzó el rostro con un cachetazo que hizo caer al piso a la debilitada Andrea.

-      Bien hecho – aprobó desde el costado de la habitación Elba, tapándose la nariz con los dedos por el fuerte olor a orina que había en el ambiente – enséñale a caminar -  le pidió a Gimena.

-      Escucha perra sucia, pon las manos atrás del cuerpo y camina derecha, la boca cerrada y recuerda que cada vez que hables te ligarás un golpe.

-      Mmm – Andrea no se animó ni siquiera a dar un comprendido.

Andrea fue trasladada hasta una parte de la sala de juegos en donde había instaladas unas argollas colgando, sujetas al techo mediante cadenas. Ahí se detuvo Gimena y antes que pudiera reaccionar Andrea, ya le había atado una mano y procuraba atar la segunda cuando la muchacha imploró compasión, presintiendo lo que le esperaba.

-      No, por favor no me aten, no puedo estar atada, sufro mucho, me da miedo, nooo Gimena, suéltame, Señora Elba se lo suplico – la desesperación de Andrea era inmensa, tanto como su miedo.

-      Shhh calla o seré muy dura contigo, no admito la histeria y lo que tienes es un ataque de histeria – dijo Elba, mientras con una seña hacía que Gimena colgara literalmente a Andrea de sus brazos.

-      Traigo el plástico? – preguntó Gimena.

-      Si, obvio, primero tenemos que quitarle ese olor a perra que tiene  – contestó Elba – quítale toda la ropa, déjala desnuda.

Gimena colocó una plancha de plástico bajo los pies de Andrea, que estaban en el aire, ya que se disponían a darle un baño con una manguera a presión, para quitarle el mal olor que tenía. Cuando comenzó la higiene de Andrea, ésta gritaba y lloraba por la presión y la temperatura del agua, de alguna manera esa mojadura sirvió también para aplacar el ánimo de la sometida Andrea. Concluida la tarea de limpieza corporal, Gimena le preguntó a Elba:

-      Le coloco la vara?

-      No, hoy será su clase inicial, mañana veremos – contestó Elba – quita el plástico y trémelo los látigos, quiero estrenar uno de los nuevos.

-      Acá están – dijo Gimena – me quiero quedar a ver de que está hecha esta tarada.

-      Ya lo descubriremos – dijo Elba.

Cuando Andrea menos se lo esperó, recibió el primer azote en su culo, que le hizo lanzar un alarido que enardeció a su dominante más de lo que estaba. Mucho más fuerte fue el segundo azote y también el grito de Andrea, quien pedía de todas las formas posibles no ser golpeada como lo estaba haciendo Elba. Pero lejos de detener los golpes, se fueron haciendo más seguidos y fue uno tras el otro, variando el intervalo entre los mismos, para que no pudiera saber en qué momento los iría recibiendo. De igual forma continuaron los gritos de dolor de Andrea, dándole la impresión a Elba que la chica tenía garganta para un rato largo.

Al azote número 30, Elba se detuvo, ya que quería ver cuál era el comportamiento de su sometida luego de la azotaina que había recibido. Andrea se notaba abatida y cansada, sus pies apoyaban en el piso, señal ésta que interpretó Elba como que estaba para que la clase continuara.

-      Cómo te sientes perra? – le preguntó Elba, haciendo zumbar el látigo por el aire, para intranquilizar a Andrea.

-      No resisto más Señora Elba, por favor suélteme y déjeme ir a mi casa, no quiero estar más acá, se lo ruego por lo que más quiera -  le contestó Andrea, sollozando.

-      No sabes la capacidad de aguante que tiene el cuerpo, yo te lo voy a demostrar – y Elba descargó el primer azote de la segunda tanda, ahora en la espalda de Andrea.

-      Nooo por favor no, Señora Elba, perdóneme, se lo ruego – lloraba Andrea.

Pero estos ruegos solo lograban potenciar más el ánimo de la dominante mujer, que descargaba los golpes con mucha saña, haciéndole ver quien era la persona que mandaba y quien la que tendría que obedecer lo que se le pidiese. El castigo siguió luego de un breve descanso por las piernas, en su parte posterior y ya exhausta Elba dio por terminado el primer día de disciplinamiento.

-      Suéltala y llévala a su celda, que tenga agua y comida para que pueda reponerse y pásale el ungüento por el cuerpo para que pueda descansar sin dolor.

-      De acuerdo Elba, ya lo hago – contestó Gimena.

Al soltar las manos de las argollas que la mantenían elevadas hacía el techo, Andrea cayó al suelo del agotamiento que tenía. Elba había dado por concluido esta primera sesión de entrenamiento, al notar que Andrea ya no se quejaba por los golpes, lo que le había dado a entender que había llegado al límite de resistencia física de la chica. Por esa causa, consideraba necesario esperar de dos a tres días para retomar con los castigos físicos, aprovechando ese lapso de tiempo para avanzar sobre ella sicológicamente, fundamentalmente con humillaciones.

-      Mmm resultaste aguantadora, yo creí que te ibas a desmayar después de los primeros 20 latigazos. Mejor así, tendré más tiempo para divertirme, creo que me voy a cansar de cogerte cuando me dé vía libre la patrona – le dijo Gimena.

-      Me duele mucho el cuerpo – decía Andrea con un hilito de voz.

-      Esta crema te va a calmar – sentenció Gimena, mientras le untaba el cuerpo de acuerdo a lo que le había dicho Elba.

Al retirarse Gimena del cuarto de Andrea, además de la comida y bebida que debía dejarle, acomodó bajo la cama un recipiente plástico para que utilizara como sanitario, advirtiéndole que mientras estuviera en ese cuarto debía arreglarse con ese utensilio para sus necesidades elementales. Por último y a modo de despedida, Gimena acercó su rostro al de Andrea y le lanzó una escupida en la cara para captar la reacción que aquella tendría. No hubo reacción alguna, lo que le comunicó a Elba.

-      Puede haber quedado muy cansada después de la paliza – pensó Elba – pero esto ha sido solo el comienzo.

Tres días después, Gimena le comentó a su señora que Andrea se encontraba recuperada físicamente, por lo que ésta le pidió que la preparara para encontrarse con ella en la biblioteca, que era uno de los lugares preferidos de la dominante mujer. Quería constatar Elba los resultados de la primera lección impartida, de forma de decidir el camino a seguir en le educación de esa chica.

-      Yo voy a estar revisando unos libros, creo que a las 17 horas estaré algo desocupada, me la traes a la biblioteca – le encargó a Gimena.

-      A las 17 tendrá a la chica allá – contestó Gimena.

Llegada esa hora se presentó con Andrea, que la seguía descalza, vestida con una bata hasta la mitad de la pierna, de color blanco.

-      Mmm se te ve bien – le dijo Elba, acercándose para inspeccionar el cuerpo de Andrea por debajo de la bata – no te enseñaron a saludar?

-      Perdón Señora Elba, no sé la hora que es – contestó Andrea.

-      No te hace falta saberlo tampoco, lo que tienes que saber es respetar a la gente a la que sirves.

-      Si Señora Elba.

-      Quieres que te lleve de vuelta a las argollas como hace dos días?

-      Nooo Señora Elba, por favor no, todavía me duele el cuerpo.

-      Para mí sería un placer darte unos buenos azotes, lo tomo como un ejercicio, sabes?

-      Por favor no Señora Elba, hago lo que me pida, se lo juro.

-      Estás seguro de lo que me dices?

-      Si Señora Elba, lo que sea, pero a las argollas no.

-      Ok, te pondré a prueba. Horacio, quieres venir a la biblioteca por favor – Elba llamó a su marido por el intercomunicador.

-      Enseguida voy querida – le respondió Horacio y al instante estaba entrando en la biblioteca.

-      Que rápido que viniste, estabas en el living?

-      Así es, pero que bien, no esperaba que estuvieras con Andrea – dijo Horacio mirando lascivamente a la chica.

-      Es que Andrea es una viciosa, sabes, me dijo que le encantaría chuparse una verga bien gruesa y pensé en ti – dijo Elba mirando alternadamente a Andrea y a su marido.

-      Yo Se-señora E-elba . . . – Andrea quedo descolocada ante lo dicho por Elba, pero el solo pensar en volver a recibir un castigo, la hizo decidirse por complacer a esa despótica mujer en lo que le pidiera.

-      Por mí, encantado – dijo Horacio, girando para ponerse frente a la anonadada chica.

-      Acomódate en el sillón, querido – le dijo Elba a su marido y mirando a los ojos a Andrea, le ordenó – de rodillas entre las piernas del señor.

-      Si Señora Elba.

Andrea giró sobre sus pies y tal era el miedo que le había tomado a Elba, que se arrodilló en el lugar en donde estaba y caminó de rodillas hasta donde se había sentado Horacio, para colocarse entre las piernas del hombre y mirarlo a los ojos como diciéndole: “por favor no”.

Pero Horacio creyó interpretar esa mirada como si le estuviera diciendo: “saque la verga que se la chupo” y eso mismo fue lo que hizo, extrajo su verga desprendiendo el pantalón y sacándola por la abertura del calzoncillo, se la ofreció a Andrea que la tomó con la punta de sus dedos como si le tuviera asco.

-      Vamos pequeña, dale unos besitos, unas lindas caricias y adentro de tu boca, demuéstrame que la sabes chupar como tus amigas – le dijo Horacio.

-      Sí Señor – y Andrea comenzó tímidamente y de a poco se fue soltando, por el miedo que tenía a ser castigada nuevamente.

No era buena mamando verga, eso lo constató el propio Horacio, pero lo importante para Elba era comprobar el estado de sumisión que había adquirido. Esa era una prueba piloto que Andrea había podido sortear, las evaluaciones ahora serían continuas y variadas.

Antes de que Gimena la llevase de nuevo a su cuarto, Elba le dio instrucciones para que la llevase al garaje, que era el lugar en donde el chofer descansaba esperando que lo llamasen para salir.

-      Dile a Emilio que se la envía Horacio solo para una mamada – instruyó Elba a su empleada.

-      Así se lo diré – contestó Gimena tomando a Andrea del brazo y empujándola para que se pusiera en marcha.

Andrea cuando escuchó las palabras de Elba, se angustió un poco, pero disimuló su estado de ánimo pensando en que cualquier cosa sería mejor que recibir otra paliza. Haría lo que fuese necesario para evitar que la volvieran a atar y castigar salvajemente como ya lo habían hecho una vez y cada vez que atravesaba esa sala para entrar o salir de su cuarto, la piel se le erizaba y le palpitaba todo el cuerpo al visualizar la cantidad de elementos de tortura que se encontraban instalados.

Al ingresar al garaje, Emilio se encontraba repasando uno de los coches de Horacio ya que le gustaba mantenerlos impecables. Se dio vuelta y se detuvo al sentir ingresar a Gimena trayendo del brazo a una muchacha que había visto alguna vez en la casa.

-      Emilio, el señor te manda este obsequio, pero solo una mamada por esta vez – le dijo Gimena con una sonrisa sádica en su rostro.

-      Solo eso? Y bueno, le voy a aceptar el convite – respondió el chofer – que venga a mi lugar de descanso, tú también estás invitada – le dijo a Gimena.

-      No, gracias, no necesito tus favores – le respondió Gimena.

-      Tú te los pierdes, jajaja – y Emilio tomó del brazo a Andrea, llevándola para la parte trasera del garaje en donde él tenía su lugar de descanso.

Andrea a esta altura de las circunstancias era como un objeto inanimado, se comportaba según le pedían que lo hiciese y a ella no le importaba nada, solo tenía presente ese par de argollas que colgaban del techo y los látigos que tan diestramente manejaba Elba. Y cada vez que alguien le pedía algo, ella pensaba lo mismo, es preferible esto a estar colgada de las argollas.

Así se mantuvo Andrea en esa casa haciendo todo tipo de servicios, fundamentalmente con Elba, Gimena y Horacio, pero también fue cedida a amigos para todo tipo de relación sexual, con una, dos o más personas. Fue sometida a humillaciones y vejámenes sin contemplaciones y jamás hubo una queja por parte de sus ocasionales parejas.

Evaluado por el matrimonio el comportamiento de Andrea, consideraron que estaban en condiciones de darle su primera salida al exterior de la casa, para la cual tomarían los recaudos necesarios para evitar reacciones inesperadas por parte de Andrea. Y nada fuera de lo esperado sucedió, Andrea se comportó conforme a lo que esperaba Elba de ella, lo que la hizo sentir satisfecha por la labor desempeñada.

A esa salida le siguió otra y otra, cada vez eran menores los recaudos que se tomaban para evitar posibles fugas o comportamientos inapropiados, hasta que Elba se sintió completamente segura que había formado una sumisa confiable, lo cual estuvo a punto de contarle a Tamara y Marisol, de no ser por el hecho que Andrea había desaparecido sin dejar rastros.

Fue en una ocasión que había enviado a la chica a realizar tareas de jardinería, en el jardín de su propiedad, que no se supo más de ella. Por lo que se pudo investigar, Andrea se fugó de esa vivienda escondida en uno de los furgones de los proveedores que esa mañana llegaron con pedidos y nunca se supo más de ella.

No regresó a su departamento, ya que las llaves la tenía Tamara y de ahí no se había movido nada desde el lapso que ella se ausentó. Tampoco regresó a casa de sus padres en el interior de la provincia, aunque puede haberse comunicado con ellos, porque nunca se hizo reclamo alguno por su paradero.

-      Te imaginas Tamara que eso no me ha sucedido nunca, me resulta increíble – se disculpaba Elba con Marisol escuchando la conversación atenta.

-      Entonces la tarada no lo era tanto? – preguntó Marisol.

-      Es sorprendente, acá respondió siempre a todo lo que se le pidió. Solo una vez fue castigada duramente y luego bastaba con una mirada fuerte o cuanto mucho recordarle lo que dolía un latigazo – les contó Elba.

También les contó todas como se comportó cada vez que se le exigía algo. Desde que estuvo con Horacio haciéndole sexo oral, con el chofer, con amigas, amigos, participó en orgías, la habían acostumbrado a que no dudara en entregar la parte del cuerpo que le pidieran, la boca, el culo, las tetas o la concha a una, dos o más personas, juntas o alternadamente. Todo lo hizo a la perfección, pero cuando tuvo una clara oportunidad de desaparecer, lo hizo.

Y nunca más se supo de ella, a pesar que Horacio conocía mucha gente que estaba en la policía o fuera de ella, que se movían día y noche. Nadie supo nunca dar un dato firme sobre Andrea.

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Marisol rompió con su novio Adriano y se acercó más a Tamara, en la medida que ella se acercaba, lo desplazaba involuntariamente a su hermano. Finalmente se mudó al departamento de Tamara, ya que juntas decidieron vivir en pareja. Los padres de Marisol no estaban de acuerdo con la formación de esa pareja, pero terminaron por aceptarla y fue la causa para la ruptura definitiva de Damián con Tamara, quienes conservaron la buena relación entre ambos.

La salida de Marisol de la casa materna, produjo un cambio en muchos de los hábitos que se tenían en el hogar.

En primer lugar estaba Damián. No soportó el alejamiento de su hermana de la casa, por las noches no podía conciliar el sueño y muchas veces se levantaba a altas horas para recorrer el cuarto vacío de su Marisol, en busca de olores, recuerdos y cualquier cosa que pudiera acercarlo mentalmente a ella, un osito, un perfume, las mantas que tapaban su cama, todos esos elementos tenían una gran significación para Damián.

De pronto notó que no estaba triste por su alejamiento con Tamara porque esa chica nunca fue suya y en cambio estaba consternado por no poder tener junto a si a su propia hermana, de la cual se sentía profundamente enamorado.

Pero un amor en ocasiones puede sustituir a otro amor y tuvo Damián la oportunidad de vivir ese estado nuevamente cuando conoció durante unas vacaciones de invierno a una promotora de esquí de nombre Valeria. Este flechazo fue tan grande que tomó la decisión de abandonar la casa paterna para vivir ese romance junto a su actual novia y lejos de su mundo de relación anterior, su familia, sus amigos, todos aquellos que lo conocían.

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Cierro de esta forma este relato, dejando una puerta abierta a una eventual continuación, pero eso dependerá de la opinión de los lectores.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )