Dulce hogar 19

Me encanta dominar, creo que se nace con eso. La situación se va poniendo más complicada, intensa.

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   19

Así las cosas se fueron acomodando, Damián que fue quien inició a su hermana en el sexo encontró la horma de su zapato en Tamara, quien lo doblegó a él hasta convertirlo en su sumiso. Ella hacía lo que se le antojara con el muchacho, solo tenía que mirarlo fijamente y dictarle la orden que tuviera en mente y Damián como un autómata se lanzaba a complacer a su reina.

Marisol a su vez, se fue acercando más y más a Tamara, quien la complacía sexualmente más que cualquiera de las otras mujeres que conocía. Teniendo a Tamara no necesitaba ni siquiera de lo que le daba su hermano por las noches en su casa, por lo que fue distanciándose de él en el terreno sexual y plegándose a Tamara, con quien no solo compartía sexo sino que también disfrutaban ambas martirizando a Andrea y en ocasiones a su propio hermano.

Andrea se había convertido en una sirvienta al servicio de Tamara, que la dominaba totalmente, además le había impuesto que acatara todo lo que le fuera requerido por Marisol, que demostró que había dejado de ser la chica dominada por su hermano mayor, para ser ahora una mujer dominadora, con matices sádicos y cuasi perversos, todo esto aprendido por su cercanía con Tamara.

Una tarde en casa estaban Marisol y Tamara descansando del sexo oral que les había dado Andrea, cuando se produjo el siguiente diálogo:

-      Sabes que Tamara, me pone nerviosa esto de tener que esperar que Andrea termine contigo para que me atienda a mí, tendríamos que tener otra perra más, para que nos chupen a las dos al mismo tiempo, no te parece? – propuso Marisol.

-      Te entiendo, tenemos que conseguirnos otra estúpida más – le contestó Tamara.

-      Yo tengo una amiga que tal vez pueda servir para eso – interpuso Andrea.

-      Ah sí? A ver, que sabes de ella, cuéntanos todo lo que sepas – le dijo Tamara.

-      Es hija de padres separados, es una chica común, vive sola y cerca nuestro y no se le conoce compañía, es todo lo que se, me podría acercar un poco más a ella y si Ustedes quieren la invito para que la conozcan – dijo Andrea.

-      Acércate a ella y te las arreglas para invitarla a tu casa y luego la convences de que venga a conocerme o a conocernos, mejor dicho – le dijo Tamara.

Tal como se le dijo, Andrea comenzó a estar más cerca de esta chica de nombre Solange, compañera de estudios de ella. La relación se fue estrechando hasta que se dio la primera invitación a su departamento.

-      Que alegría que hayas venido – le dijo Andrea a Solange al recibirla  – tenemos bastante para trabajar si queremos aprobar el curso.

-      Uf, si, ya lo creo – le contestó Solange – tienes un lindo departamento, en realidad el edificio parece ser bastante agradable, toda la gente se saluda.

-      Sí, tengo buenos vecinos, también una amiga con la cual alterno mucho.

-      Qué bueno, en mi edificio, son casi todas oficinas y por esa causa no me relaciono con nadie.

-      Mmm te entiendo.

Andrea se mantuvo estudiando y averiguando todo lo que pudo sobre la vida de Solange, su nueva amiga, a quien se proponía llevar a casa de Tamara a modo de ofrenda a la mujer que la tenía sometida. Por lo que ella había podido saber, Solange no tenía novio y no le gustaba hablar de su vida privada, se mostraba como una chica muy retraída.

-      Entonces solo eso puedes decirme de tu amiguita? – le preguntó Tamara a Andrea.

-      No es mucho, lo sé, pero no encuentro forma de sacarle nada – se excusó Andrea.

-      No sirves para nada, que pedazo de idiota me trajo Damián, no sé cómo hago para aguantarte – le dijo con displicencia Tamara.

-      Disculpa Tamara, voy a seguir intentando.

-      No, mejor acomódate acá mientras miro la novela y callada la boca, después te vas a preparar algo para comer y me arreglas el dormitorio antes de irte.

Tamara se acomodó en el sillón frente al televisor, tomó el control remoto del aparato, levantó su pollera e hizo colocar a Andrea entre sus piernas, las que separó con ese fin y empujando la cabeza de la chica hasta su zona íntima, la obligó a que le lamiera el sexo como tantas otras veces lo había hecho.

-      Ahhh, por lo menos sabes cómo calmar mis nervios, vamos chupa puta que esto si lo haces bien.

-      Si Tamara, lo que glup splash tú digas.

-      Solo chupa y no hables, ni siquiera me contestes, tarada.

Tamara cuando estaba ansiosa se ponía muy despectiva y desagradable en el trato, pero esto era justamente lo que hacía que Andrea se excitara, sentirse sometida y humillada la ponía a mil. Para mejor Tamara tomó una manta que tenía a mano y le tapó la cabeza a Andrea, como para no verla, mientras ella se concentraba en mirar la novela, mientras su sumisa le hacía una rica chupada.

En ese momento sonó su celular y al contestar la llamada escuchó la voz de Marisol, que siempre la ponía de buen humor.

-      Que tal hermosa, estaba viendo la novela acá solita, en realidad estoy acompañada de la tarada esta, que la tengo ocupada entre las piernas – contestó Tamara.

-      Siempre igual, te envidio, lo bien que hace eso Andrea, verdad?

-      Sí, se supera ahhh día a día, ahhh no sabes las cosquillitas que me está haciendo venir la idiota.

-      Mmm me da muchos deseos de ir a tu casa para que me haga el mismo tratamiento.

-      Tu allá en tu casa tienes con quien entretenerte, no es verdad?

-      Sí, un día te tienes que llegar para conocer a mi familia más a fondo, jajaja.

-      Invítame y me voy, no seas egoísta.

-      No lo soy, lo sabes bien.

-      Porque no te vienes tú a la mía, tengo que hablar contigo, pero no lo quiero ahhh mmm hacer por teléfono ahhh mmm.

-      Dale, me cambio y voy para allá, en una hora o menos me tienes en tu casa, no dejes que se vaya la estúpida, así me hace lo mismo que te está haciendo a ti.

-      La tendré chupando acá hasta que vengas.

-      Buenísimo.

En esos términos mantuvieron la conversación Tamara y Marisol, haciendo que Andrea se sobre excitase con la humillación que sentía. Esta característica de Andrea, era conocida por Tamara quien a su vez se excitaba al sentir la dominación que ejercía sobre las personas que tenía sometidas.

En el lapso de tiempo que demoro Marisol en llegar, Tamara tuvo deseos de orinar luego de haber tenido dos buenos orgasmos, por lo que empujó a Andrea a un costado como si fuese un mueble más y se levantó para dirigirse al baño. Por supuesto que Andrea la siguió sin necesidad de que le indicasen tal circunstancia, intuyó lo que seguramente haría su dominante y se adelantó ingresando ella primero en el baño, levantando la tapa del inodoro para que Tamara se sentase a hacer sus necesidades. Hecho ello, como era su costumbre limpió con su lengua el sexo humedecido en orina de Tamara hasta que nuevamente fue apartada como una perra, para salir del baño de regreso hacia el living, mientras ella accionaba la descarga de agua que limpiaba el inodoro.

Andrea ya le funcionaba a Tamara como una autómata, sabía que tenía que hacer cuando llegara Marisol, atenderla tal como lo hacía con su dominante y si bien cada vez era menos lo que pensaba, un poco se inquietaba en saber que resolverían entre ambas mujeres con relación al destino  de Solange. Un poco se distraía pensando en eso, mientras volvía a acomodarse para continuar con la lamida del sexo de Tamara, podrían esas mujeres someter a Solange, cuando ella no fue capaz de sacarle una sola palabra que pudiera desentrañar algo del interior de esa chica? Poco fue lo que pudo pensar, porque el timbre sonó anunciando la llegada de Marisol.

-      Hola mi pequeña amiga – saludó Tamara.

-      Hola Tamara, te estaba extrañando, esperaba que me llamaras o algún mensaje por parte de Damián, pera nada – contestó Marisol.

Enseguida Tamara la puso al tanto de lo que estaba sucediendo, de lo difícil que se le hacía a Andrea sacarle palabra a Solange y también sacarla del contexto de lo que eran los estudios. Cuando ella comenzaba a hablarle de salidas, diversión, romances o cualquier tema que no fuera relativo a la universidad, Solange se cerraba y de alguna manera se negaba a continuar con conversación alguna que no se relacionara con los estudios.

-      Creo que a esta chica la vamos a tener que invitar a la casa de mi amigo Horacio. Yo ya te he hablado de él, de su esposa y de la asistente que tienen – dijo Marisol.

-      Sí, me acuerdo que es un matrimonio que tiene un ambiente dedicado a prácticas de dominación, con cueros, argollas, mesas, en fin todo lo que se necesita para domar a alguien – contestó Tamara.

-      Exacto, déjame hablar con Horacio y Elba para que les cuente nuestros planes.

-      Dale, dile que la queremos tener mansita como una oveja.

-      Por supuesto, no van a tener problemas en domesticarla, para ellos es un juego y luego a nosotras nos servirá, porque tendremos dos estúpidas para que nos atiendan.

Marisol llamó por su celular a Horacio y le pidió encontrarse con él para charlar sobre el tema que ahora la ocupaba.

-      Me llamas porque me extrañas o porque necesitas de mí, pequeña? – le preguntó Horacio.

-      Por los dos motivos, Horacio, no te voy a adelantar nada por teléfono, si nos encontramos en tu casa, mucho mejor, porque sería bueno que Elba esté al tanto.

-      Te espero dentro de dos horas en mi casa, ya la aviso a Elba que vienes a visitarnos.

-      En dos horas nos vemos, Horacio.

A Marisol le pareció atinado llevar a Tamara con ella, para que conozca a ese matrimonio, incluso las instalaciones de esa casa tan especial.

-      Por supuesto que me va a encantar acompañarte y que tal si la llevamos a la estúpida, para que vean que también tenemos quien nos atienda? – propuso Tamara.

-      Mejor que mejor, nos llevamos a la estúpida con nosotras. Ya le aviso a Horacio que voy acompañada.

Cuando Marisol le dijo a Horacio que iría con sus dos amigas, se puso muy contento, pensando en que no sería solamente una conversación lo que tendría dos horas después.

-      Que buena idea que has tenido, las atenderemos como se lo merecen, eso descuida, jajaja – le contestó Horacio, quien ya se relamía pensando en lo que tenía por delante.

-      Bueno, pero primero nos escuchan lo que queremos decirles y después nos divertimos un poco – dijo Marisol.

Dos horas más tarde estaban tocando el timbre en la casa de Horacio, fueron atendidas por Gimena que saludó con un beso a Marisol y Tamara e ignoró a Andrea, percibiendo que no estaba a la altura de las otras dos chicas. Este desprecio de Gimena fue bien visto por las dos amigas y provocó humillación y calentura por igual en Andrea, que no supo cómo la empleada se había dado cuenta que no estaba a la altura de las dos amigas.

-      Te das cuenta estúpida que la gente común te mira y sabe que eres un ser inferior, que no estás a nuestro nivel – le dijo Marisol a Andrea, ante la mirada extraña de Tamara, que compartía lo que decía su amiga.

-      Si Marisol – contestó Andrea.

-      Mmm esto empieza a gustarme – mencionó Tamara.

En el living las esperaban el matrimonio, Elva y Horacio, quienes luego de las presentaciones los invitaron a sentar y tomar una copa. Marisol se sentó junto a Tamara, quien le dijo a Andrea que se fuera a colaborar con Gimena en lo que fuera necesario, en otras palabras otra humillación más para la chica que no tenía cabida en esa reunión, por el momento.

Luego de explicarle el propósito de la visita, Elba se mostró entusiasmada con la posibilidad de educar a Solange, ya que disciplinar personas era su pasatiempo favorito y de hecho lo hacía muy bien.

-      Y a esta chica que trajeron la disciplinaron Ustedes – preguntó Horacio.

-      De a poco le he ido enseñando algunas pautas de conducta, por supuesto que soy autodidacta – contestó Tamara.

-      Da la impresión que la tienes bien enseñada – dijo Elba.

-      Opino igual – se sumó Horacio.

-      Lo que nos falta a nosotras es un lugar como el que tienen ustedes – dijo Marisol refiriéndose a la sala de juegos.

-      Ahora luego de que tomemos algo se lo vamos a enseñar a Tamara y de paso que lo conozca la sumisita de Ustedes, para que vea lo que le puede esperar si se porta mal – agregó Elba.

-      Es muy mansa, además noto que se calienta muchísimo con la humillación que le doy, mejor dicho, que le damos, porque Marisol no se queda atrás, resultó ser bastante brava para la edad que tiene – aseveró Tamara.

-      Me encanta dominar, creo que se nace con eso – dijo Marisol.

-      Bueno chicas porque no pasamos a la sala y nos divertimos un poco – propuso Horacio, mientras acomodada indisimuladamente su bulto, que había comenzado a crecerle.

-      Antes me gustaría que nos digan cómo hacemos para traer a la chica para acá? – preguntó Marisol.

-      Porque no podemos hacer contacto con ella – agregó Tamara.

-      Una pastillita de estas – dijo Horacio y le entregó una cajita a las chicas – en el café o en el té y pierde totalmente la voluntad, pueden hacer con ella lo que quieran, además no se dará cuenta de nada.

-      Correcto, le damos una pastilla y la cargamos en un taxi, no habrá problemas verdad?- insistió Tamara.

-      Me llaman por teléfono y les mando el auto, mi chofer se encargará de transportarla hasta las manos de mi querida Elba – le contestó Horacio cerrando la conversación.

En realidad Horacio estaba ansioso por tener en sus brazos a Marisol, la deseaba desde que era muy pequeña y la veía corretear en la casa de sus padres cuando él iba de visita. En anteriores oportunidades que estuvo en esa casa, no había podido tenerla para disfrutarla a fondo, pero esta vez sería distinto, todo estaba dado para que él aprovechara al máximo su compañía, teniendo en cuenta además que su esposa había quedado hipnotizada por la belleza y forma de ser de Tamara. De Andrea nadie se preocupaba por su existencia, ya que desde que ingresó a la casa acompañando a sus dominantes amigas, había sido captada por Gimena quien con solo verla distinguió en esa chica una auténtica sumisa.

Caminaban por los pasillos de la casa hacia la sala de juegos, Elba y Tamara iban adelante y Marisol y Horacio, las seguían a pocos pasos. Horacio empujaba a Marisol apoyando su mano en la espalda de la chica, tocándole el comienzo de la raya del culo, donde las carnes se separan. Esto era advertido claramente por Gimena, que más atrás caminaba seguida por Andrea, cargando bebidas y algunos bocaditos para compartir con las invitadas.

Elba se internó en la sala enseñándole a Tamara y explicándole todos y cada uno de las instalaciones que habían hecho con su marido, mientras que Horacio no bien ingresó tomó a Marisol del brazo y la llevó a un rincón apartado y muy bien acondicionado como para tener un encuentro placentero. Sin preguntarle nada se lanzó sobre Marisol y comenzó a quitarle la ropa, como un animal en celo, se acostó de espaldas en un lecho de grandes dimensiones y tomando de los pelos a la chica, empujó su cabeza hasta colocarla a la altura de su bragueta.

-      Ahhh, no sabes cuánto hace que espero este momento, pequeña, porque la vez pasada te me escapaste sin darme nada y la anterior solo fue una chupada. Así que este será nuestro momento, primero me la vas a chupar como aquella vez, hasta que la pongas bien dura, luego te daré tratamiento yo a ti.

-      Mmm suena un poco autoritario Horacio – le contestó Marisol.

-      No sabes lo malo que puedo llegar a ser – le dijo Horacio.

-      Quieres que te la chupe entonces?

-      Hasta que se ponga bien dura, después te quiero coger tanto como te lo mereces.

-      Mmm me gusta eso Horacio.

Marisol con sus hábiles manos, extrajo la verga de Horacio dormida entre sus piernas y bajo su pantalón, la acarició brevemente y comenzó a besarla suave pero apasionadamente, sabiendo que sus mimos hacían enervar la sangre del hombre que bien podría ser su padre, por la diferencia de edad que había entre ambos. La verga fue creciendo a ritmo constante, por lo que cuando tuvo suficiente consistencia la metió dentro de su boca, para darle el mejor de los tratamientos que ella sabía dar.

Comenzó con un suave mete y saca, profundizando lo máximo posible la penetración hasta sentir la verga empujando las amígdalas, auto provocándose arcadas. Cada vez que la sacaba de su boca, era para lamer y besar el tronco en todo su recorrido, llegando hasta los huevos en donde las lamidas se intensificaban. Horacio comenzó a ponerse muy caliente, por lo que detuvo el accionar de Marisol, temiendo que lo hiciera acabar de esa forma, cuando sus intenciones eran penetrarla por donde le fuera posible.

-      Pequeña, la chupas de maravillas, eres una diosa, pero déjame darte unos mimos ahora a mí, ven, acomódate a mi lado, déjame quitarte la ropa que te quiero lamer entera antes de cogerte.

-      Uy sí, que bueno, tienes fama de saber usar la lengua.

-      Quien te ha hablado de mí?

-      Se dice el pecado, no el pecador.

-      Está bien, a ver pequeña, que linda que eres.

Horacio en realidad no podía apreciar con sus ojos la belleza del cuerpo de Marisol, por la poca iluminación que tenía el ambiente, pero pudo con sus manos recorrer la piel apreciando su tersura y suavidad, su aroma a mujer deseosa de ser poseída. Pudo descubrir el hermoso par de tetas que tenía la pequeña, coronados por erectos pezones que llamaban a ser besados, mordidos y chupados largamente.

En eso estaba Horacio, mientras apretaba las piernas de Marisol contra su cuerpo, cuando tuvo que tomar distancia ante la posibilidad que tenía de acabar en seco, con la verga afuera, tal la calentura que le provocaba la pequeña mujercita que tenía bajo su cuerpo. Se recompuso como pudo y con sus dedos, comenzó a explorar la concha de la chica, notándola empapada en flujo vaginal, luz verde para una penetración lenta y profunda. A eso se dispuso acomodando a la pequeña de espaldas, separando bien sus piernas, más de lo que ya se las había separado, acomodándose él con su verga tomada en la mano apuntando a esa concha caliente y humedecida, que ya había estado inspeccionando.

Le arrimó la pija hasta rozar el labio vaginal mayor, la pasó de arriba abajo para humedecer la cabeza y facilitar la penetración, pero antes de clavarla se separó y se agachó para tomar ese aroma que tanto le gustaba y para saborear un poco ese flujo que manaba en abundancia. Esto le dio terribles ganas a Horacio de chuparle la concha a la pequeña, por lo que colocó las piernas de ella sobre sus hombros y se dispuso a lamerla con todas sus ganas, con su experiencia, con la lengua que pasaba de un lugar a otro, subía hasta el clítoris y bajaba hasta la entrada misma del orto y volvía a situarse en la zona más caliente haciendo enloquecer a Marisol, cuyos jadeos y gemidos se escuchaban en toda la sala.

Para ahogar un poco esos gritos, Horacio cambió la posición y se dispuso a penetrarla, apoyando la cabeza de la verga en la entrada de la concha, entre los labios vaginales y sola se fue perdiendo devorada por esa cueva caliente y húmeda hasta que los huevos golpearon la entrada dando a saber que tenía clavada la pija hasta el final.

-      Ahhh mmm por favor quieto, no te muevas Horacio, déjame acostumbrarme a tu pedazo de pija, es la más grande que me he comido hasta el día de hoy, ahhh que bueno, que gozada, ahhh mmm.

-      Si pequeña, tú me dices y te comienzo a bombear, si? – le contestó Horacio.

-      Mmm ahora Horacio, muévete ahora, despacito, ahora vamos.

Y de menor a mayor se fue moviendo arrancándole grititos de placer que también fueron creciendo a medida que el mete y saca se fue intensificando. Y la pareja tan despareja se fue fundiendo en un solo cuerpo, cruzando sus lenguas en besos apasionados, chupando, lamiendo, mordiendo, labios, cuello, orejas, hombros, todo lo que alcanzaban hasta que Marisol sintió que un calor insoportable brotaba de su cuerpo y comenzó a darse cuenta que un orgasmo estaba teniendo y entrelazó las piernas con las del macho que la estaba cogiendo y éste a su vez tuvo sensaciones similares que hicieron que terminaran a la vez de manera intensa y muy caliente.

-      Mi querido Horacio, que hermosa sensación que me has hecho tener, que lindo polvo que nos echamos, terminaste conmigo verdad? – preguntó Marisol.

-      Sí, mi tesoro, te quería coger desde el mismo día que te conocí, cuando eras una niña, pero sabía que eso no era posible, ahora sí pude hacerlo y no sabes cuánto lo disfruté.

Continuaron mimándose un rato más hasta que se les presentó Gimena a ofrecerles algo de beber. Llegó seguida por Andrea que portaba una bandeja con vasos, bocadillos y servilletas. Marisol cuando la vio a Andrea tuvo una reacción como de cubrir su desnudez, pero luego se percató que Horacio estaba desnudo y con medio cuerpo sobre el suyo. A su vez Andrea, también tuvo algún tipo de reacción al descubrir a Marisol cogiendo con un hombre que podría ser su padre, pero la disimuló lo mejor que pudo. A Marisol le afloró al verla a Andrea su carácter dominante y aprovechó que la tenía a su lado y además acompañada de Gimena para provocarla.

-      Ey estúpida, no te gustaría que te culeara un macho como éste?

-      Mmm no sé, nunca conocí a nadie . . .

-      Horacio, muéstrale la verga que me metiste.

-      Mira chiquita, está dormida, pero cuando se despierta es bien alegre.

-      Mmm seguro – contestó enrojecida de vergüenza Andrea.

-      Gimena, no quiero que nos devuelvas a la tarada sin haberla usado un poco y no te hablo de tareas domésticas, ok? – le dijo Marisol.

-      Si Marisol, estate tranquila que algo le haré hacer.

Elba a su vez no perdió un minuto, luego de haberle enseñado algunos de los aparatos instalados en la sala, como así también la variedad que tenía de consoladores, vibradores, látigos, esposas y demás elementos para disciplinar gente, la dejó a Tamara sin habla, ella pensaba que estaba en un lugar mucho mejor al que describen las novelas, con un buen equipamiento, más factores de confort como el climatizador de aire, iluminación, sonido y un bar y mini cocina que hace que se pudiera vivir mucho tiempo sin salir de allí. Por eso Tamara ni se inmutó cuando Elba se le fue encima para desnudarla y tocarla por todo el cuerpo, sin haberle hecho un mínimo mimo.

Se dio cuenta Tamara, que Elba era una mujer que sabía lo que quería y que de la misma forma que la manejaba a ella, podría manejar a cualquier mujer independientemente de la edad a su antojo. Elba tenía una mirada penetrante y que lo decía todo. Cuando le clavó los ojos, Tamara se quedó inmóvil, era la cazadora cazada, así se sintió, cuando percibió que la estaba desnudando sin haberle dado un beso, que le había tocado todo el cuerpo sin pedirle permiso, en frío, sin haberla calentado y ella no se resistió en ningún momento, porque estaba ante una mujer dominadora, que sabía lo que hacía.

Y cuando Elba le metió un dedo en la concha y después se lo hizo chupar a ella, tampoco se resistió, porque el dedo estaba mojado con su propio flujo, le estaba demostrando que ya se había percatado que la tenía en sus manos. Cuando Elba le señaló una colchoneta para que se acomodase sobre ella, Tamara se echó sin preguntar nada, instintivamente separó sus piernas y levantó su pollerita para estar más cómoda. Elba metió la palma de su mano sobre su tanguita, que estaba empapada a tal punto que humedeció nuevamente sus dedos, con el pulgar y el índice humedecidos tomó el clítoris de Tamara y lo comenzó a friccionar, arrancándole un gemido intenso y luego de eso unos temblores que se extendieron por todo el cuerpo.

-      Ahhh mi Dios, que me estás haciendo Elba, esos dedos, mmm no me voy a aguantar mucho tiempo ahhh ahhh.

-      Shhh tranquila putita – le dijo Elba, quien permanecía apenas inclinada sobre el cuerpo desarmado de la chica – cálmate que esto aún no empieza.

-      Ahhh mmm ahhh mi Dios, tus dedos me matan Elba.

-      Espera que te ponga la lengua encima y después me cuentas, pedazo de puta.

-      Mmm si dame lengua Elba, por lo que más quieras, dame tu lengua que la quiero probar, mmm.

-      Solo si me prometes que me traerás prontito a la yegua esa para que amanse.

-      Prometido, te la traeré mañana mismo si puedo, pero dame lengua que me muero.

Elba se arrodilló entre las piernas de Tamara y posó sus manos en los muslos desnudos de la chica, con los dedos pulgares recorriendo la entrepierna, lo que hacía enloquecer a la criatura que tenía totalmente dominada. Sopló suave y cálidamente sobre la concha de Tamara y ésta pegó un salto que hizo estrellar su sexo contra la cara de Elba, quien demostró tener muy pocas pulgas. Se levantó de la posición que mantenía y tomó una de las manos de Tamara y la ató a una argolla que había a un costado, luego ató la otra mano al otro costado en una argolla similar y lo mismo hizo con los pies, de forma que la chica quedó inmovilizada.

-      Escucha pequeña puta, si me vuelves a golpear de nuevo, te juro que te voy a inmovilizar aún más y te cago a latigazos y no te cojo ni aunque lo pidas de rodillas, entendiste?

-      Si Elba, disculpa, me hiciste calentar tanto que . . .

-      Ya basta, te callas o te aplico la misma disciplina que a las otras chicas.

-      No, no hace falta, me se controlar Elba.

-      Sería bueno que hablaras con Gimena y le preguntaras que tal soy yo haciendo mi trabajo.

-      No, no hace falta, te creo Elba, ya me dijo Marisol como eres.

-      Silencio, no hables más pequeña puta.

Increíble como sometió a Tamara, una chica altiva, dominante, capaz de llevarse el mundo por delante ahora estaba rebajada a su mínima expresión. Cuando Elba posó sus labios sobre la concha de Tamara, ésta casi enloqueció porque pasaba del miedo al placer, del pánico que le había metido Elba al goce y tuvo que controlarse para ahogar gemidos, gritos, jadeos y contorsiones musculares por temor a que su dominante la castigara, pero el miedo y el placer que sentía no pudieron ahogar más sus convulsiones ya que estaba en las puertas de un gran orgasmo, que no podía ocultar, que estaba saliendo de su cuerpo y que estalló como una bomba.

-      Ah pequeña puta, acabaste como la yegua que eres verdad? – le dijo Elba.

-      Ahhh que bueno, esta sensación no la tuve nunca, gracias Elba, te amo Elba, que me hiciste Elba, me muero, ahhh que bueno ahhh.

-      Esto es solo el principio, pequeña puta, ahora vas a darme algo a mí o juro que te azoto hasta hacerte cagar encima.

-      Lo que quieras Elba, lo que mandes.

-      Te voy a soltar y me vas a chupar la concha y las tetas hasta hacerme acabar, me entendiste puta?

-      Si Elba, te voy a chupar toda, el culo también te lo voy a chupar.

-      Bien, mejor que lo hagas bien y no me tenga que enojar.

Tamara cambió de posición con Elba, solo que ésta no se dejó atar, no era necesario y además quería tener las manos libres por si le hacía falta un poco de rigor a Tamara. Ella misma se bajó los pantalones hasta la rodilla, la bombacha que llevaba puesta quedó junto al pantalón y se desprendió la camisa y el sujetador, para que sus tetas quedaran a mano de la boca de Tamara. La chica antes de empezar su tarea se acercó a chuponear a Elba y entrelazaron las lenguas, intercambiando saliva y mucha pasión. Tamara era una mujer que sabía lo que hacía y a la hora de dar placer, lo hacía como nadie.

Le hizo una demostración de todo su arte amatorio, de su pericia al manejar la lengua, los labios, el aliento caliente y dulce. Cuando después de besar cuello y hombros llegó a las tetas, la que comenzó a tener convulsiones era Elba, porque Tamara se las venía amasando desde que empezó a franelearla, nunca dejó de acariciarle las tetas, masajeando los pezones hasta llevarlos al punto de hacerlos estallar de lo duro que se los había hecho poner. Por eso cuando sus labios comenzaron a besarlos, a sobarlos, a morderlos, Elba no se podía controlar de lo caliente que se ponía y con sus propias manos pretendía tocarse su sexo, cosa que Tamara en un arrojo de bravura se lo impidió.

-      Ahora la que mando soy yo, vieja puta – le dijo Tamara.

-      Como te atreves puta de mierda . . .

-      Una palabra más y te desfiguro – le amenazó Tamara y Elba se quedó quieta y callada.

-      Mmm

-      Así me gusta, quien manda ahora?

-      Tú, mandas tú pequeña puta – contestó Elba.

Tamara sonrió, era la sonrisa del triunfo, estaba dominando a la mayor de las dominantes ahí presentes y eso gracias a sus agallas y maestría a la hora de dar sexo. Sin dejar las tetas, ya que una de sus manos mantuvo amasando esas montañas de placer, se bajó hasta el punto neurálgico de las mujeres, el clítoris.

Lo besó y lo chupó con mucha dedicación y lo mordisqueó también, para irritarla un poco más a Elba, quien dejó salir afuera sus emociones mediante jadeos y gemidos al por mayor, mientras Tamara pasaba la lengua por los labios mayores, los menores y la introducía como si fuera una verga en la cavidad vaginal y arrastrándola por la zanja se trasladaba hasta el orto para hacerle el mismo tratamiento, mucha lengua, mucha saliva y con la lengua en punta se metía en el orto de Elba que ponía sus piernas sobre los hombros de Tamara.

Así siguió dando lengua y chupadas por toda la zanja, hasta que viendo las convulsiones que estaba teniendo el cuerpo de Elba, se concentró en el clítoris para hacerla acabar como una yegua en celo.

-      Te costó pero te viniste como una puta, eh Elba? – le preguntó Tamara.

-      Me lo hiciste muy bien, chiquita, eres buena, no creo que lo ignores.

-      Me encantó hacerte gozar, hacerte sacar.

-      No quiero saber lo que serás cuando tengas mi edad – le dijo Elba.

-      Una vieja más puta que tú, que otra cosa puedo ser?

Para esto Gimena que había estado observando lo que hacían Marisol y Horacio en una punta de la sala y Elba y Tamara en el otro rincón, se la pasó yendo y viniendo sirviendo bebidas y convidando bocados, con la sola compañía de Andrea. Pero Gimena sabía que a la hora del sexo, ella también tenía derecho a tener algo, por eso fue que se sentó sobre una mesa y la hizo arrodillar entre sus piernas a Andrea para que le diera una lamida en su concha.

No sabía cómo podría reaccionar, pero su intuición era que la chica era una sumisa total y en consecuencia no tendría por qué ofenderse o negarse a hacer lo que ella le pidiese. Así que de a  poco la iba tocando al descuido, para ver como reaccionaba y Andrea no demostró enojo o molestia por las manos que le había estado metiendo Gimena.

Gimena la hizo arrodillar entre sus piernas, la tomó sin delicadeza alguna de sus orejas y tiró hasta colocar la boca de Andrea sobre su bombacha.

-      Ya viste lo que quiero, me corres la bombachita y me pegas una chupada de concha, no quiero escucharte hablar, solo quiero sentir tu lengua trabajar hasta que acabe, entendiste yegua? – le dijo Gimena.

-      Si Gimena, no te pongas violenta, voy a hacer todo lo que me pidas.

-      Mejor para ti, sino vienen los golpes. Vamos chupa pequeña perra.

-      Mmm sí, bueno. Me gusta hacer esto, mmm.

-      Ya veo, lo haces bien, se la chupas a tu patrona?

-      No es mi patrona, somos amigas – contestó Andrea.

-      Jajaja no me hagas reír idiota, no te trata como a una amiga.

-      Ella es así, pero es muy buena,

-      Ya lo veo, sigue chupando y no hables más.

Y Andrea le siguió chupando la concha a Gimena hasta que la hizo acabar una vez y quiso que se la siguiera chupando y Andrea siguió hasta un segundo polvo, que dejó complacida y satisfecha a Gimena.

-      Quieres que te la chupe? – le dijo Gimena, para retribuir atenciones.

-      No, está bien, gracias.

-      O quieres hacerte una paja, tengo muchos vibradores que puedo prestarte?

-      No, yo gozo dando placer a los demás, ahí está mi gozo.

-      Como quieras, yo te ofrecí y tú no me aceptaste, no lo olvides.

-      No lo olvidaré Gimena.

Finalmente se juntaron las tres parejas, para una vez que estuvieran arreglados marcharse a sus domicilios. En el camino charlaban Tamara y Marisol sobre lo bueno que sería para ellas conservar esa amistad con el matrimonio de Elba y Horacio.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

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