Dulce hogar 17

Más y más complicaciones en la vida de Damián, Marisol y Tamara

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   17

Camino a su casa no llamó Tamara, tampoco lo hizo esa noche, con lo cual Damián se durmió bastante tarde y preocupado. Al otro día la fue a buscar como siempre lo hacía pero ella no bajó. La llamó por el portero eléctrico y no contestó, por eso pensó Damián que lo más seguro era que ya se hubiera ido. Se fue a la universidad y allí la encontró, radiante, estaba más linda que nunca, se reía con su sonrisa franca, mostrando su dentadura perfecta. Todas las personas que ese día la rodeaban eran hombres, ninguna mujer tenía a su alrededor, Damián moría de celos y más aún cuando al cruzarse sus miradas lo dejó con el saludo en la boca. No correspondió su saludo y en cambio puso cara de desagrado, como si hubiera visto algo muy feo.

A Damián nada lo distraía, ella se mostraba totalmente indiferente y él se retorcía de desazón. A la salida la esperó para llevarla a su casa, no se iba a poder negar, ya que no le gustaba viajar en el transporte público, pero la decepción de Damián llegó a su máximo nivel cuando salió tomando del brazo a un estudiante de los últimos cursos, de mayor edad que ellos. La vio subirse al auto de este joven, que no le abrió la puerta como lo hacía él y partió raudamente hacia una dirección que no era la de su casa. La llamó al celular y no le contestó la llamada, le envió mensaje y tampoco, llamó a Andrea para que se fijara si había retornado a su casa y la chica le contestó que no había regresado, que el departamento de Tamara estaba vacío.

Con Andrea quedó en que cuando hubiera noticias de ella, se lo hiciera saber, pero para eso tuvo que transcurrir todo el fin de semana. Notó que había movimientos en el departamento del piso inferior el domingo por la noche y de inmediato se lo comunicó a Damián.

-      Recién veo encendidas las luces del departamento de Tamara, no se ve otra persona que no sea ella y parece que está de buen humor – le comentó Andrea a Damián, ninguno de los dos sabía que era lo que estaba pasando, aunque tenían sospechas.

-      Gracias por el dato Andrea, la verdad que no sé qué hacer, si llamarla o no – contestó Damián.

-      Quieres que me acerque yo a ver qué sucede y después te cuento?

-      Dale, me llamas ni bien puedas, si?

-      Ok, besito.

-      Otro para ti.

Andrea no dejó pasar mucho tiempo, mejoró su maquillaje, se vistió con ropa que según su pensamiento pudiera agradarle a Tamara y bajó para tratar de reanudar la relación con su vecina. En esos segundos repasó todo lo que había vivido en esos tres días en soledad y se angustió de solo pensar que podía estar roto el vínculo con Tamara. No le molestó que le haya pedido sus ahorros, pero si le costó mucho desnudarse frente a ella y Damián. Se sintió muy mal al mirar el cuerpo desnudo del muchacho y más aún cuando Tamara le permitió a Damián que la tomase a ella como si fuera una perra o peor aún, un pedazo de carne sobre el mostrador. Tenía muy presente el momento cuando los echó a ella junto con Damián, eso la puso muy mal, porque así no se trata a la gente decente.

Pero lo peor de todo fue cuando en su casa, repasando estos acontecimientos se planteó si ella podía considerarse gente decente, después del desnudo realizado frente a Tamara y Damián. No, ella ya no era gente decente, era simplemente gente y punto. O mejor aún, ella era gente que dependía de Tamara, con dependencia de una mujer. Por eso se propuso Andrea hacer un esfuerzo mayor para lograr acercarse a Tamara, rompiendo con los códigos de educación que tenía. Estaba dispuesta a someterse a lo que le dijera su vecina, quería intentarlo de nuevo. El llamado de Damián le dio el coraje que necesitaba para intentar acercarse a esa mujer, luciendo un nuevo look maquillada y vestida como lo estaba.

Se detuvo frente a la puerta del departamento de Tamara, porque creyó escuchar voces dentro del mismo. Su dedo índice estaba casi apoyado sobre el botón del timbre, paralizado dándole tiempo a sus oídos a que pudieran captar algún sonido que le permitiera saber que pasaba en el interior de ese departamento. Sin embargo el ruido del ascensor al pasar por ese piso le jugó una mala pasada y sin querer oprimió la tecla haciendo sonar la campanilla.

-      Que quieres? Si vienes por tus ahorros, te los alcanzo y desaparece de mi vista – le dijo Tamara al verla parada en su puerta.

-      No Tamara, venía a verte a ti, mis ahorros son tuyos, estaba preocupada porque no supe nada de ti en estos días.

-      Ah, claro, te aburrías de no tener nada para espiar – Tamara le hablaba enojada.

-      No, al contrario, no sabía nada de ti y tenía miedo de . . .

-      Entra, tal vez me sirvas para algo – giró sobre sus talones y se fue dejando sola a Andrea, que tomó impulso y la siguió ignorando para que podría ella servirla.

-      Ojala pueda serte útil, nada quisiera más que eso.

-      Cierra la puerta y ven a mi dormitorio.

-      Si Tamara.

-      Espero que sirvas para lo que te necesito – le dijo Tamara, mientras comenzaba a sacarse el pantalón vaquero que vestía, las medias luego y recostarse en su cama, con la luz de la lámpara principal iluminando su cuerpo.

-      Eres hermosa Tamara – le dijo en voz baja, apenas audible, que jamás la había visto con tan poca ropa.

-      Quiero que revises bien mi entrepierna y . . . espera un poco, a ver – se quitó la tanga que llevaba puesta, para que Andrea la pudiera ver en su totalidad – quiero que recortes mi vello y me depiles las piernas, tengo que estar perfecta.

-      Lo estás, Tamara, eres muy exigente contigo misma . . .

-      Shhh por favor, si necesito alguna opinión tuya, te la preguntaré, no hables más porque me irritas, haz lo que te dije y en silencio.

-      Si, Tamara.

-      Tráeme una revista, debajo de la mesita hay y rápido, que no tengo todo el día – Tamara la trataba como si fuera su secretaria personal o tal vez, peor aún.

Por su parte, Andrea lo poco que sabía de depilación, lo había aprendido depilándose ella misma, jamás había hecho esa práctica con nadie, ahora tenía a su vecina acostada sin bombacha dentro de su dormitorio y comenzó a sentirse rara. No podía dejar de mirar esas piernas tan bien formadas, que terminaban en unos pies prolijos, con las uñas pintadas y arregladas al igual que las de las manos. Aprovechando que Tamara estaba entretenida con la revista, miraba la entrepierna hasta su final, jamás había tenido algo así tan al alcance de su mano, podía sentirle el aroma, la fragancia que se desprendía de la zona caliente de su vecina. Era realmente hermoso lo que estaba viendo de su vecina, estaba fascinada observándola mientras con los elementos apropiados cortaba y daba forma a la pequeñísima mata de bello que exhibía Tamara. Tenía su cara a centímetros de donde estaba trabajando y comenzó a sentirse extraña cuando percibió que se estaba mojando producto de la excitación que sentía. Juntó sus piernas y trató de concentrarse en la depilación y no en la belleza del cuerpo de Tamara.

-      Que te pasa tarada? Nunca viste una mujer en bolas? O tenía razón yo cuando te dije que eras lesbiana? – le dijo Tamara, mientras con la revista le pegaba en la cabeza, para despabilarla.

-      No, no soy lesbiana, nunca . . .

-      Shhh, silencio tarada, no tienes que hablar, termina lo que estás haciendo, que después te voy a hacer otra cosa.

-      Lo que digas, Tamara.

-      Y basta de mirarme la concha, concéntrate en la depilación, estúpida.

-      Está bien, no te enojes Tamara.

Andrea siguió depilando a su vecina hasta dejarla prolija tanto como si hubiera ido a un spa, lo cual conformó a Tamara y la puso de buen humor.

-      Estoy conforme, ya sé quién me va a depilar de ahora en más, ahora me acompañas al baño que me estoy meando – le dijo Tamara.

-      Si, te acompaño.

-      Ahhh que bueno es descargar – Tamara orinó sentada en el inodoro y al igual que le había hecho a Damián, le pidió a Andrea que la higienizara – ahhh, bueno, ya está, me secas y comemos algo, estoy hambrienta.

-      Que te seque? La cola? – le preguntó temerosa y tímida Andrea.

-      Claro estúpida, la concha, que otra cosa me quieres secar, vamos que tengo hambre.

Tamara abrió las piernas y las levantó un poco ofreciéndole su concha a Andrea, que al igual que Damián estiró su brazo para alcanzar el papel higiénico, cuando recibió un grito seco que la sacudió.

-      Con la lengua tarada, ni se te ocurra que vas a tocar mi concha con otra cosa, me limpias y me secas con la lengua y lo que sacas, te lo tragas, dale vamos o te doy salida y si sales no vuelves nunca más, pero esta vez es en serio, escuchaste?

-      Shi-si Tamara – Andrea tomó con sus manos las piernas de su dominante vecina y cerrando los ojos se acercó a la zona que tenía que limpiar y secar.

Para ello, sacó su lengua y la fue pasando por toda la entrepierna y la periferia, pero no llegaba al lugar justo que tenía que ir, porque lo hacía con los ojos cerrados por la impresión que le causaba. Por eso, Tamara la tomó con fuerza del cabello, desde arriba de la cabeza y le pegó un fuerte tirón, con un grito que le ordenaba que cumpliera lo que ella había pedido.

-      Que me limpies y seques la concha, puta, estúpida y mejor que abras los ojos, lo haces o te vas, ya.

-      Shi-si, no te enojes por favor – Andrea llorando en silencio, probó por primera vez el sabor de la orina y con su lengua y labios sintió una sensación única hasta ese momento, que le provocó el contacto con la sensible piel de la zona genital.

-      Vamos, mucha lengua, que me hace cosquillita y me gusta, mmm – la inexperiencia de Andrea para esa tarea, provocó en Tamara una rica cosquilla, que cambió el humor de la chica.

Conforme Tamara, se levantó y desnuda – de cintura para abajo – volvió al dormitorio en donde volvió a tirarse en la cama, esperando que volviera Andrea. Esta se había quedado acuclillada a los pies del inodoro, en donde le había estado higienizando con su lengua la concha a Tamara, estaba en un estado que podía decirse como paralizada. Así, en esa posición quedó hasta que escuchó el grito de Tamara, que la requería en el dormitorio.

-      Vas a venir o no, idiota, me está dando frío de estar en bolas – gritó Tamara.

-      Si Tamara, disculpa, ya voy – pesadamente se levantó Andrea, se mojó la boca, la enjuagó y se fue a cumplir con el siguiente capricho de su vecina.

-      Como tardaste, te limpiaste la boca? – preguntó Tamara.

-      Sí, me enjuagué, hice bien?

-      Pésimo, no te autoricé, deseaba que tuvieras el gusto de mi pis en la boca, para que pienses en lo que te espera a mi lado. No hay caso, cuando una es estúpida, hay que decirle todo lo que tiene que hacer.

-      Disculpa, no pensé . . .

-      Por supuesto que no piensas, tarada, no te tengo acá para que pienses. A ver, en el primer cajón hay bombachas, toma una y un par de medias, busca una pollera negra que hay en el placard y las sandalias rojas. Rápido, que tengo hambre.

-      Si Tamara.

Andrea la vistió, luego la acompañó al living, en donde se sentó a mirar televisión, mientras ella preparaba algo para comer. Después de comer, le dijo que se vaya, que esperaba a alguien y que ya estaba cansada de tener que soportarla. Pero le dio una alternativa si su deseo era quedarse en su casa.

-      Te vas ahora o te quieres quedar a hacerme compañía?

-      Preferiría quedarme, pero si esperas a alguien, no sé qué decirte.

-      Si te quedas, te seguiré usando y cada vez más intensamente, eso piénsalo bien, porque no voy a aceptar un no, habrá castigos para ti si te portas mal y sabes que cuando me enojo soy muy dura.

-      Si te puedo servir en algo, me quiero quedar.

Andrea deseaba quedarse por dos motivos, el primero era por simple curiosidad, deseaba conocer a quien esperaba Tamara. El segundo motivo, era porque cada vez se sentía más atraída por esa mujer, lo cual le era raro a ella misma, no se conocía a si misma, haberla depilado y arreglado su zona genital no había sido nada en comparación con lo que Tamara le había hecho hacer en el baño. Después de eso, que más le podía pedir que ella no estuviera dispuesta a hacer. En esta parte de su pensamiento, Andrea se equivocaba, Tamara le iba a hacer probar muchas cosas más que ella no pensaba que pudiera hacer. Más tarde al sonar el timbre Tamara la mandó a abrir la puerta.

-      Ve a abrir y te presentas como mi asistente personal, escuchaste?

-      Si, Tamara, le diré a la persona que está llamando que soy Andrea, tu asistente personal.

-      Ya, a atender estúpida.

-      Si, ya voy.

-      Muy bien, rapidito tarada que no quiero que vuelva a sonar el timbre.

Andrea salió disparada hacia la puerta de entrada, esperando descubrir quién era la persona que visitaba a Tamara. Grande fue su sorpresa cuando advirtió que quien venía de visita era una joven, según su cálculo de menor edad que Tamara. La hizo pasar educadamente, cerrando la puerta tras su paso.

-      Adelante, pasa – le dijo – caminando tras ella hasta donde se encontraba su vecina sentada frente al televisor.

-      Hola Marisol, tenía ganas de verte – dijo Tamara.

-      Hola Tamara, yo tenía que venir porque ya sabes, alguien está por reventar si no vuelvo con una respuesta.

-      Mmm me imagino, como están las cosas por tu casa.

Andrea seguía la conversación, parada a un lado de Tamara, sin atrever a emitir sonido, sin haber sido presentada, parecía un objeto decorativo en el living en donde se encontraba, no una persona. Las dos mujeres  hablaban como si ella no existiese, hasta que Tamara le hizo la clásica pregunta a la joven visitante acerca de que quería tomar.

-      Te acompaño con lo que tú tomes – le contestó Marisol.

-      A ver vos, tráenos dos refrescos y algo para picar – le dijo Tamara a Andrea, que salió rápido hacia la cocina sin decir una palabra.

-      De donde la sacaste a ésta? – le preguntó Marisol.

-      La conoció tu hermano, un regalo del cielo, resulta que nos espiaba desde su departamento que está arriba del mío, no sé si es pajera o qué, pero se encontró con Damián y le contó lo que hacía y después él me la trajo para acá para que yo la evaluara, a propósito cómo está?

-      Triste, como te imaginarás.

-      Ya se le va a pasar, pero bueno, ven acá, siéntate a mi lado, te prometo que hoy nos vamos a divertir con la idiota esta, le vamos a pedir de todo.

-      Pero antes cuéntame que hiciste estos días que estuviste desaparecida.

-      Ok, me levantó un tipo en la universidad, él está por recibirse, creo que lo hace a fin de año. Se llama Nelson y es un divino total, la he pasado genial con él, pero eso no es lo importante. Para mi novio sigue siendo Damián, no lo voy a cambiar por ahora, solo que tendrá que adaptarse a mis necesidades, como te imaginarás.

-      Sí, eso está bien, pero sigue con lo de Nelson, que quiero saber porque es importante para ti – le preguntó Marisol.

-      Por las relaciones que tiene, una buena verga la consigues a la vuelta de la esquina, pero estar conectado a gente importante te aseguro que es más difícil de conseguir.

-      De acuerdo, sigue, cuenta.

-      Su padre es político y está relacionado con funcionarios, jueces, diputados, me entiendes a dónde apunto? Necesito muchas conexiones con ese tipo de gente, eso me hará crecer. Tú tienes en tu casa todo lo que a mí me falta, tienes padres profesionales, de buena posición, que te bancan en todo. Yo solo tengo mi cuerpo, mi carita de nena feliz y punto. Ese es mi capital y lo tengo que hacer producir. Por eso a Nelson le di algo de mí, como para que quiera volver a estar conmigo, pero la próxima vez tendrá que empezar a entregarme lo que le vaya pidiendo, te lo puedo asegurar o lo haré sufrir mucho.

-      Bien por ti, por eso te quiero, eres una luchadora.

-      Lo soy y afortunada, por otra parte por tenerte a ti de amiga. Bueno, nos divertimos un poco con la estúpida que tengo en casa?

-      Dale, que tengo deseos de pasarla bien, me imagino algo, pero bueno, te dejo que me sorprendas.

-      Te doy a elegir, nos atiende ella a nosotras o nosotras a ella, que prefieres – le propuso Tamara a Marisol, con una sonrisa pícara.

-      Que nos atienda ella, después si nos quedan ganas la atenderemos y si no que se joda – respondió Marisol, comenzando a ser tan malita como la novia de su hermano.

-      Bien dicho, así se habla.

-      Pero primero quiero ir al baño – dijo Marisol.

-      Ah bueno, le digo a Andrea que te acompañe, así podrás ver como la estoy entrenando.

-      Regio, me encanta.

-      Andrea, ven acá.

-      Si Tamara.

-      Acompaña a Marisol al baño, la atiendes como corresponde, ok?

-      Si Tamara.

Marisol se levantó y se dirigió al baño, al llegar la puerta estaba cerrada, por lo que esperó que Andrea se le adelantase para que la abriera y encendiera la luz. Después ella entró, parándose de espaldas al inodoro, allí esperó hasta que Andrea levantase la tapa del mismo para sentarse a orinar, pero esta situación no se dio.

-      No sabes que tienes que levantar la tapa? O quieres que mee con la tapa baja? – le gritó Marisol, adoptando una pose y tono de voz que parecía que la que hablaba era Tamara.

-      Perdón, no me di cuenta – dijo con el rostro rojo por la vergüenza que sentía, agachándose por detrás del cuerpo de Marisol para levantar la tapa del asiento de inodoro.

-      Que más tienes que hacer estúpida? – le dijo Marisol – quieres que haga pis vestida? Vamos, me bajas la bombacha y ojo con enganchar las medias.

-      Nuevamente perdón, Marisol – pensaba Andrea que la chiquilina podía llegar a ser peor que Tamara y más colorada se ponía.

Una vez que Andrea le bajó la bombacha hasta las rodillas, esperó a que le levantase la pollera que llevaba puesta y se sentó a orinar, sin el menor tapujo se tiró dos pedos mientras miraba para todos lados, tratando de descubrir algo en el baño que le llamara la atención. Evacuada su vejiga, la instó a Andrea a que procediera a limpiarle la concha como su amiga le había contado que ella sabía hacer. Y Andrea con la cara roja como un tomate, humillada ahora por la chiquilina impertinente, se arrodilló entre las piernas de la joven, separándolas y elevándolas para poder con su lengua, lamer, limpiar y secar todo rastro de pis que pudiera haber. Terminando su tarea, Andrea sintió con su lengua un gusto distinto al que tenía el pis de Tamara, debido esto a que la mocosa comenzaba a dejar salir flujos de su vagina, producto de la calentura que le daba la lengua de Andrea. Por eso cuando quiso retirar su boca del sexo de Marisol, ésta no se lo permitió. Mientras Andrea seguía lamiendo la concha de Marisol, pensó que se estaba convirtiendo en una catadora de orina y en otra cosa que le resultaba peor pero que no le estaba disgustando hacer, que era lamer conchas.

-      Sigue lamiendo hasta que te diga basta, idiota, todavía no has terminado.

-      Splash glup si splash glup ajjj bueno – ahora esta tarea comenzaba a resultarle placentera, porque su boca se inundaba de jugos que nunca antes había bebido y además porque Marisol le acariciaba la cabeza en señal de que estaba haciendo un buen trabajo y las piernas de la chica se cerraban sobre sus mejillas y todo eso también le estaba gustando.

-      Vamos taradita, vamos, que ya estoy, me tienes ahí, vamos, tarada, vamos, más arriba, así, suavecito, ahhh ajjj mmm sigue que estoy mmm, ahí el clítoris, lame el clítoris, suavecito tarada, suavecito, mmm.

-      Splash glup no se glup que hago splash mmm.

-      Ahhh que bien me la chupaste perrita tonta – Marisol tuvo un regio orgasmo sobre el inodoro, sentada como estaba, lo cual le trajo una pequeña fatiga y una gran sonrisa a su rostro – Tamara es una buena maestra, esto te lo tiene que haber enseñado ella, mmm.

Al principio se sorprendió Andrea por la forma de acabar de Marisol, muy suelta, no se reprimió en lo más mínimo y sacó de adentro de su ser, todo lo que tenía para tener el mejor orgasmo. Más impactada estaba con lo que había hecho, que según creía Marisol lo había aprendido de Tamara, cuando en realidad era autodidacta en la materia. Por último se sentía feliz de lo hecho, porque descubrió que estaba capacitada para dar placer.

-      No sabes lo bien que la pasé en el baño, la tenías bien entrenada a la estúpida esta – dijo Marisol con cara de felicidad – me chupó la concha como una profesional, como mueve ese lengua que tiene, mmm.

-      Te juro que no le he enseñado nada, pero bueno, ahora la quiero probar yo, a ver Andrea, ven para acá.

-      Si Tamara, que deseas?

-      Quiero que me des un tratamiento como el que le aplicaste a Marisol en el baño, ok?

-      Bueno Tamara, vamos al baño?

-      No, idiota, acá, ven arrodíllate acá que yo pongo las piernas sobre tus hombros o en la mesita esa, que prefieres?

-      Como estés más cómoda, Tamara.

-      Dale que yo las miro – dijo Marisol sentada al lado de Tamara – y después me la chupas a mí de nuevo, lengüita mimosa.

-      Está bien Marisol.

Andrea se acomodó tal como le había pedido Tamara y sin vergüenza alguna, se dedicó a chuparle la concha a esa mujer que tanto la dominaba y que la humillaba e insultaba, sensaciones éstas que le producían una terrible calentura y dependencia con esta persona. Marisol no se quedó quieta y le pidió a Tamara que le facilite sus juguetes para masturbarse mientras miraba la chupada de concha que le estaban haciendo. Con los juguetes en su poder, inquieta como era, interrumpió la mamada por unos segundos para hacer que Andrea se desnudara, ya que tenía en su poder una prótesis peniana de gran tamaño, que le resultaba ideal para clavar a la mamadora por alguno de sus agujeros, que ahora al alcance de sus manos.

Así que una vez que consiguió lubricar la prótesis, se colocó por detrás de la chupadora, la desnudó de la cintura para abajo y se puso a tocarle sus dos agujeros, notando que el culo lo tenía cerrado de una forma que pensó que ni cagar podría. Por eso se puso a acariciarle la concha con sus dedos humedecidos en saliva, que sumado a los jugos vaginales que producía Andrea, posibilitaron que Marisol pudiera meterle desde atrás la mencionada prótesis.

-      Ahhh mmm ajjj – Andrea se desconcentró por momentos, por la verga que Marisol le metía y bombeaba, procurando entrar cada vez un poco más.

-      No te distraigas, idiota y sigue chupando, que venías bien y todo por tu culpa Marisol, perra, ya te voy a agarrar a ti también, mmm ahhh sigue chupando tarada, vamos, como lo hacías al principio – dijo Tamara.

-      Tranquila conmigo que te puedo clavar algo a ti también – le contestó Marisol.

-      Ay, si, algo por el culo, mientras la tarada me chupa la concha, mmm vamos perrita, busca algo para ponerme por el culito ahhh.

-      Que novia más puta que tiene mi hermano, mmm – comentó Marisol.

Tamara hizo que Marisol le sacara el consolador que le había puesto desde atrás a Andrea, para que ésta rotara y le ofreciera su concha a ella para hacer un 69. Cuando esto se produjo, el placer para ambas mujeres se multiplicó por cien, ya que para Andrea era una novedad lo que Tamara le estaba haciendo y para la dominante una satisfacción iniciar a otra mujer en los placeres lésbicos.

Marisol, a fin de consolar a su amiga, se situó entre sus piernas, levantándolas lo suficiente como para poder clavarle un consolador en el culo, sin perturbar a Andrea que nuevamente gozaba con la mamada que hacía.

Así habían empezado y con el transcurrir de los minutos, las tres se encontraban entremezcladas, todas dando y recibiendo, clavando y siendo clavadas, todas gozando hasta que los orgasmos fueron llegando y con ellos el sosiego y el momento de relax. Por un momento Andrea dejó de ser la tarada, la idiota, para pasar a ser una más, formando un trío con Tamara y Marisol, pero ese instante pasó y las cosas volvieron a la normalidad. Las amigas tenían que hablar, había planes y dentro de ellos estaba la posibilidad de hacerla entrar a Andrea y hacer retornar al entristecido Damián.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

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