Dulce hogar 16

En lo mejor de la relación de la pareja de Tamara y Damián, apareció una joven que confesó haberlos espiado, lo que le resultaría muy caro de pagar.

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   16

Pero esa madrugada cuando llegaron a la casa, no iban a descansar así nomás, todavía sus padres les tenían preparada una sorpresa. Entre tanta noche que compartieron junto a sus padres, nunca la habían hecho con la presencia de Romina. Siempre había una primera vez, esa noche a pesar del cansancio, ambos fueron llamados a ingresar al dormitorio principal de la casa, en donde estaban el papá, la mamá y Romina.

-      Son casi las 5 de la mañana, estoy cansada – dijo Marisol.

-      No mis chiquitos, se fueron de joda y vuelven juntos, ahora tienen que cumplir con los papis – dijo Rita, apoyada en la puerta del cuarto – pasen para el dormitorio, que papá los espera a los dos.

-      Yo también estoy muy cansado – dijo Damián, que venía de estar con dos hombres grandotes y corpulentos, con la boca acalambrada de tanto mamar verga y el culo destrozado, luego de la pija que le pusieron.

-      Un último esfuerzo – dijo Rita, que totalmente desnuda les indicaba el camino hacia el dormitorio de ella.

-      Hola chicos – dijo Mariano, parado al lado de la cama, haciéndose chupar la verga por Romina, que se encontraba acuclillada sobre la cama.

-      Que indecentes – dijo Marisol, al ver como los recibían su madre, desnuda y su padre y Romina en plena mamada.

-      Te sacas la bombachita y te me acuestas acá boca abajo, te estaba esperando para hacerte el culito, luego te vas a dormir – le dijo su padre.

-      No me puedo negar, no? – dijo Marisol.

-      De ninguna manera, espero que tengas el culito limpio y receptivo para mi – le contestó su padre.

-      Mmm mejor te pones bastante crema, porque lo tengo bastante dolorido.

-      Seguramente ese Adriano te habrá echado un buen polvo y ahora te quejas conmigo.

-      Basta de quejarse – dijo Rita, mientras su hija se desnudaba y se acomodaba tal como le había pedido su padre.

Romina como si nada, seguía mamándole la verga a Mariano, lo hacía porque a ella le gustaba chupar la pija y además porque pensaba que cuanto más caliente lo dejara al hombre, menos tardaría con su propia hija, de esa forma se podrían ir todos a dormir de una vez. Damián seguía las alternativas de la discusión entre su hermana y su padre, pensando que a lo mejor se salvaba de ser sodomizado, lo que le vendría muy bien ya que tenía su culo muy dolorido. Lo que no se esperaba era que su propia madre fuera la que lo exigiera esa noche para tener sexo con ella.

-      De la misma forma que tu hermana conforma a su padre, tú te tendrás que encargar de darme placer a mí – le dijo Rita – tal como yo te lo he dado a ti en más de una vez.

-      Lo que me pidas mamá, te daré – le contestó Damián, contento de no tener que poner su culito a que se lo perforen una vez más.

-      Entonces quítate la ropa y a la cama – le dijo Rita.

Esa noche Damián y su madre tuvieron un encuentro sexual fabuloso, el muchacho se encontraba cansado pero a su vez excitado por la humillación sufrida en el viaje de regreso a casa de Tamara. Por la forma en que su novia lo había tratado y por su determinación de aceptarlo así tal como él era. Todo eso lo potenciaba sexualmente y ahora Rita, su madre, lo tendría para sí.

-      Vamos mamita, lo que quieras que hagas, haré – le dijo Damián una vez que se quedó desnudo frente a la cama.

El encuentro entre ellos fue suave y placentero, parecían dos novios amándose, para Rita era el segundo hombre en su vida, ya que hasta ese momento solo había conocido sexualmente hablando a Mariano, lo que pensaba en cambiar antes de que fuese demasiado tarde. Rita gozó mucho esa cogida con su hijo, que se mostró muy delicado y dedicado a darle placer, besándola suavemente, penetrándola despacio al principio y aumentando el ritmo al tiempo que crecía el placer y por sobre todas las cosas, valoró el hecho que se hubiera quedado encima de ella con la verga adentro hasta hacerle alcanzar un orgasmo y luego de eso siguió besándola y mimándola como ella se lo merecía. Pudo establecer Rita la diferencia entre un buen amante y su esposo Mariano, por eso esa noche le pidió a su hijo que durmiera a su lado, quería tener el placer de amanecer junto a él.

Así lo hicieron, esa noche la pasaron en el dormitorio de Damián, quien tuvo un despertar soñado, con una boca que chupaba su verga cuando él abría los ojos, lo que hizo que los volviera a cerrar hasta tener un hermoso orgasmo dentro de la boca de su madre.

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-      Que hacemos Marisol, te diste cuenta hasta donde hemos llegado? – Damián le comentaba a su hermana todo lo que habían vivido en los últimos meses.

-      Uf, claro que me di cuenta, nos fuimos de mambo todos – contestó la hermana.

-      Si, de acuerdo, porque una cosa es lo que hacemos en familia, que de hecho no es común que suceda, me refiero a que tengamos sexo entre hermanos, padres y demás, pero además está lo otro, lo que venimos haciendo afuera de casa. Y nos estamos relacionando con gente que cada vez nos arrastra más hacia donde no se si quiero llegar o que lleguemos, para decirlo mejor – reflexionó Damián.

Los hermanos se habían juntado en el dormitorio de Damián, decidieron esa noche compartir la cama y pasarla juntos, un poco charlando, otro poco cogiendo, hasta que agotados se quedaron dormidos. Lo que conversaron era un tema que le estaba preocupando a ambos, ya que en poco tiempo pasaron de una vida casta a otra demasiado liberal, que rozaba con el libertinaje. Lo que más les pesaba eran las últimas salidas juntos, no tanto la visita a la casa de Horacio, como la reunión que compartieron con los amigos de Tamara.

En esa reunión apareció el condimento del dinero que cobraron tanto Marisol como Tamara por los servicios sexuales prestados. Para Damián esta acción fue la que convertía a su hermana y a su novia en prostitutas, por mal que suene el término. A su entender Marisol fue a la reunión, al igual que él, a divertirse, no así Tamara, que sabía perfectamente para que había sido invitada. Este era un tema que tendría que hablarse, tanto lo que sucedió y como el camino a seguir en el futuro.

Damián tomó coraje y le pidió a su novia hablar al respecto.

-      Y de qué quieres hablar? Que es lo que no tienes claro? – contestó Tamara, camino a la universidad.

-      De lo que pasó en casa de Nino. Una cosa es . . . – no pudo terminar la frase, ya que Tamara lo interrumpió abruptamente.

-      No gastes palabras en darme o pedirme explicaciones. Se lo que pasó y lo sabía antes de ir. Mejor frena, da la vuelta y volvamos a casa – le dijo Tamara y canceló la conversación.

Obvio que Damián obedeció sin poner ningún tipo de objeciones al pedido de su novia. Al llegar al edificio, estacionaron el coche, tomaron el ascensor y llegaron al departamento. Una vez dentro, Tamara dejó su portafolios en la mesa y tomó la mano de Damián, arrastrándolo hasta el dormitorio. Sin pronunciar palabra alguna, se fue quitando la ropa y con un gesto que le hizo a Damián, éste comenzó a hacer lo mismo. Luego se acostó y con otra seña Damián lo hizo a su lado y comenzaron siempre en silencio a darse besos, abrazos, caricias y todo lo demás, con lo que tuvo el muchacho su mañana soñada, cogiendo con Tamara por todos los agujeros, haciendo el 69, luego poniéndosela por adelante, después por atrás, con la muchacha en cuatro, cabalgándolo, él arriba, él abajo, de costado, cogieron de todas las formas posibles y tuvieron orgasmos en cadena, uno él, otro ella, después uno juntos y siguieron teniendo hasta quedar exhaustos y dormitar un poco.

Damián se despertó sobresaltado al notar que Tamara no estaba a su lado, se tocó la verga y la tenía parada, se palpó los huevos y los tenía exprimidos, no le quedaba mucho hilo en el carretel, pensó, luego de la mañana intensa que tuvo. Ya eran casi las dos de la tarde, se levantó, se llegó hasta el baño y por el pasillo miró y vio que su novia estaba en la cocina. Seguramente reponiendo energías, pensó Damián, salió del baño y fue en su busca.

-      Que tal la pasaste, amor? – le dijo Tamara.

-      Soñaba tener algo parecido a esto, pero lo que viví hoy contigo, no me lo esperaba, es más de lo que imaginé.

-      Entonces puedo considerar que ya no me vas a hinchar más las pelotas con sermones absurdos?

-      Yo, te refieres a . . .

-      A que no quiero que me sermonees más. Si cobro cuando cojo es porque de algo tengo que vivir, entendido?

-      Pero no te alcanza con el dinero que te envían tus padres?

-      Mi padre está preso, mi madre es prostituta y apenas le alcanza para mantenerse, de acuerdo? Basta de preguntas, me aceptas como soy o me dejas.

-      Te amo y prometo ayudarte, no sabía nada acerca de lo que acabas de decirme – le dijo Damián.

-      Quédate a mi lado y punto. Hoy te dí algo y si quieres repetir, déjame vivir en paz.

-      Prometo hacerlo.

-      Y deja que tu hermana haga lo que quiera, ya es grande y si yo la llevo conmigo, se a donde la llevo y a quien se la entrego, ok?

-      Está bien Tamara.

-      O me vas a decir que no la pasaste bien con esos dos trolos que estuviste cogiendo?

-      Eso también estaba preparado?

-      Por supuesto, yo pienso en todo.

Con esa respuesta, Damián terminó de comprender con quien estaba de novio. Al término de la charla con su novia, se volvió a dar cuenta que la excitación que tenía era fuertísima, de solo pensar en eso, se ponía a mil. Pero esto que le había tocado vivir con Tamara no iba a quedar así, ya que ella estaba muy sacada, observando todos sus movimientos, sus respuestas y sopesando también como y hasta donde podía prolongar el control que tenía sobre el muchacho.

-      Entonces te ha gustado el momento que pasaste con tu chica? – le dijo Tamara con la mente pensando en humillar a su novio.

-      Te repito que no esperaba tenerte en la cama y hacer todo lo que hicimos hoy.

-      De ahora en adelante te voy a poner a prueba, para ver si mereces seguir a mi lado y tener ciertas recompensas que noto que te gustan mucho.

-      Lo que sea, Tamara, lo que sea que me pidas, voy a hacer – Damián en la medida que se ofrecía a su novia, se auto humillaba y eso daba como resultado una fuerte calentura, que hacía que se pusiera fuertemente al palo.

-      Tengo ganas de mear, vamos al baño  - dijo Tamara como si no hubiera escuchado el anterior comentario de su novio, indicándole con el brazo extendido y el dedo índice en punta que debía ingresar al baño adonde ella se disponía a orinar.

Damián entró en el cuarto de baño, seguidamente lo hizo Tamara, que bajando su bombachita y levantando la pollera hasta la cadera, tomó asiento sobre el inodoro dispuesta a orinar copiosamente. Hecho ello y siempre con la vista dirigida a su novio, le indicó que se hiciera cargo de limpiarle y secarle la concha. Damián viendo a su novia instalada sobre el inodoro, mirándolo expectante a la espera del cumplimiento de su orden, tomó un pedazo de papel higiénico y cuando se acercó a Tamara fue detenido por ella, quien con duros términos le dijo.

-      Que piensas que vas a hacer con ese papel, idiota? – Tamara volvía a su trato habitual para con Damián.

-      No me pediste tú que . . .

-      Si, te pedí que me limpiaras y secaras, para eso tienes tu lengua, maricón.

-      Está bien Tami – contestó Damián tratando de meterse entre las piernas de su novia para realizar la tarea encomendada.

-      Mi nombre es Tamara, los diminutivos los usan los maricones, sabías?

-      No Tami eh Tamara, perdón, no te diré más así.

-      Basta de hablar boludeces y haz lo que te pedí.

Tamara se incorporó abriendo las piernas lo máximo que le permitía la bombacha que tenía a la altura de los tobillos y con las manos apoyadas en su cintura esperó para ver el comportamiento de Damián.

-      Mmm tienes olor a mmm pis, te puedo secar con el papel higiénico?

-      Con la lengua idiota, que te dije, plaf – aparte de insultarlo, le aplicó un cachetazo en la cabeza para que obedeciera – si hay restos de pis, te los tragas, es mi pis, lo tienes que saborear y te tiene que gustar como un néctar.

-      Mmm bue bueno glup ya lo tragué, es algo ácido, Tamara.

-      Me importa un carajo el gusto que tenga, mejor que te acostumbres, porque esto es solo el comienzo. Si quieres ser mi hombre, tendrás que hacerlo muy a menudo o te despides de mi cuerpito, tú decides.

-      Haré lo que me pidas.

-      No estoy segura de ti, pero veremos, cuando vuelva a tener ganas de ir al baño y estés cerca de mí, veré como te comportas.

La relación de Tamara y Damián continuó de una manera esperada para la muchacha e inesperada para el novio. En sus planes estaba arrastrarlo hasta tenerlo a sus pies, humillándolo cada día un poco más, ya que con esto sabía que él se excitaba y soportaba lo que a ella se le antojase. Por esto Tamara decidió seguir experimentando para ver hasta donde era capaz de soportar su novio.

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Después de lo que vivió con Gerardo y más tarde en casa de Nino, Damián se encontró en al ascensor con una joven cuando se retiraba a su casa, que le sirvió para hacer un balance sobre lo que estaba viviendo. Esta joven resultó que vivía en el piso superior al de Tamara y su departamento compartía el pozo de aire e iluminación, con ventanas que se enfrentaban entre sí. La visión desde el departamento de esta chica hacia el de Tamara, era óptima, no así en sentido contrario. Ella desde su departamento pudo ver cuando Tamara lo cacheteó a Damián y luego lo golpeó al muchacho con el cinto. También vio cuando lo azotó con el látigo dentro de la habitación y la noche que Damián fue sometido por Gerardo, mediante asedio personal, engaños y colaboración por parte de Tamara y todo esto fue lo que comenzó diciéndole en el ascensor, siguió comentándole en el hall de la planta baja y terminó su charla en la calle, con Damián avergonzado al extremo e igualmente excitado.

-      Te juro que tuve deseos de filmarlos, se notaba que tú no estabas interesado en ese hombre, pero finalmente cediste, no se si porque te gustan los hombres o por otra cosa, era raro lo que veía, por momentos daba la impresión que lo rechazabas, que te estaban forzando y terminaste arriba del tipo como un vicioso – le comentaba Andrea, tal es el nombre de la vecina.

-      Porque dices como un vicioso?

-      Por la cara de satisfacción que ponías, saltabas sobre la silla de ruedas y sonreías, lástima que no filmé eso, tú mismo te darías cuenta de lo que te estoy diciendo.

-      Siempre espías a los vecinos – le dijo Damián.

-      Solo cuando veo escenas de sexo. Me interesó lo de Ustedes a partir de que descubrí como te golpeaba y al mismo tiempo te daba algunos mimos, por llamarle de alguna manera, tú sabes a qué me refiero.

-      Me parece desagradable lo que haces y no sé porque me estás hablando de esto – Damián se encontraba excitado a causa de la humillación de saberse observado por otra mujer más teniendo sexo con un hombre.

-      Te lo comento porque me pareció muy raro lo que vi, te he visto otras veces en el edificio, pero siempre estabas acompañado por esa chica. Ahora te encontré solo y aproveché la oportunidad para sacarme las ganas de hacerte el comentario. Desde ya que si te sientes molesto, sigo mi camino y te olvidas de mí y yo de ti. Mira, mejor me voy, disculpa.

-      Hablas hasta por los codos – dijo Damián, sosteniéndola del brazo para que no se vaya, no sabía si cortar ahí la conversación y seguir para ver que buscaba Andrea.

-      Si, reconozco que hablo mucho.

-      Sabes qué? No entiendo que quieres que te diga.

-      Te voy a decir algo, me gusta espiar a las parejas porque me produce mucho morbo. Ahora cuando los vi a Ustedes, algo me llamó mucho la atención, no pude dejar de espiarlos, es más, mientras estoy en mi departamento cada vez que puedo miro a ver si descubro algo nuevo.

-      Está bien, yo te escuché, sigo sin entender porque me cuentas esto a mí – contestó Damián, pero a la vez terriblemente excitado por todo lo que se estaba hablando.

-      Porque me dieron terribles deseos de conocerlos, en especial me gustaría conocer a esa chica, no sé si será posible – Andrea lo sorprendió a Damián con lo que le estaba haciendo.

-      Puedo saber porque?

-      Porque deseo hacerlo, no tengo explicación.

-      Déjame consultarla a ella y te aviso, pásame tu número de móvil.

-      Bien, acá te escribo mi número, déjame ir, ahora quiero caminar un rato para despejarme y pensar en lo que acabo de hacer – Damián soltó el brazo de la chica y ella comenzó a caminar en sentido contrario a donde se dirigía él.

Cuando Damián volvió al departamento de Tamara, le contó todos los detalles del encuentro que había tenido con Andrea, notando que su novia lejos de preocuparse, adquiría un brillo extraño en sus ojos. Damián se encontraba tranquilo, ya que sin pensar (que era lo que ella le había pedido) corrió a contarle la novedad.

-      Muy bien Damián, así se hace, siempre que te enteres de algo que me pueda interesar, me lo cuentas, sea lo que sea – le dijo Tamara, como si le estuviera hablando a un perrito faldero.

-      Uy, me alegro de haber actuado bien.

-      Ahora lo que vas a hacer es llamarla y pedirle que venga esta noche a visitarnos, ya pensaré algo para pasarla bien.

-      Está bien Tamara.

Andrea era al igual que Tamara una chica que venía a estudiar una carrera universitaria en la ciudad, ella había vivido toda su vida en un pueblo del interior de la provincia, con costumbres conservadoras, sin excesos de ningún tipo. Tuvo en su pueblo un novio con el que perdió su virginidad luego de tres años de estar saliendo. Para ella haber conocido el sexo no le agregó nada a su vida, al contrario se podía decir que fue una desilusión, ya que no encontró placer alguno y por el contrario dolor, padecimientos y angustias, ya que su novio no usaba preservativos y en dos oportunidades tuvo miedo de haber quedado embarazada.

Desde que se había mudado al departamento del piso de arriba de Tamara, solo había tenido una salida con un joven con quien fue a bailar y luego de regreso a su departamento, tuvieron sexo con igual resultado al que tenía con su ex novio, después de esta última experiencia optó por seguir el consejo de una amiga que le había recomendado la utilización de un vibrador para poder alcanzar orgasmos, sin riesgo de quedar embarazada. Andrea nunca antes había tenido un orgasmo, ni con su novio, ni con el compañero de la universidad y conoció a esta maravillosa sensación gracias a seguir el consejo de su amiga, a la que toda la vida le iba a estar agradecida. A eso se resumía su vida sexual.

Mientras Damián estaba en el departamento de su novia, luego de haberle avisado a Andrea de la invitación de Tamara, se escuchó el sonido del timbre.

-      Atiende, debe ser tu amiga, si es ella la haces pasar, ok? Cualquier otra persona la despachas – le dijo Tamara.

-      Bien Tamara – y se fue a atender la puerta - ah, hola, eres tú, pasa, te estábamos esperando – le dijo Damián a Andrea.

Damián la invita a pasar el living, en donde se encontraba Tamara mirando la televisión. Esta la miró de costado a la recién llegada, sin perder el hilo de lo que estaba observando, permaneciendo sentada en el sillón frente al plasma, mientras Andrea y Damián estaban parados a su lado.

-      Tamara, ella es Andrea, la vecina del departamento de arriba – dijo Damián procurando llamar la atención de Tamara que permanecía impertérrita con toda su atención en el programa que estaba mirando e ignorando a los dos.

-      Mmm te vas a la cocina, si necesito algo te lo pido, tú espera que esto se está poniendo interesante – dijo Tamara, con su tono más autoritario y displicente.

-      Ah, bueno, estás viendo el programa de . . .

-      Shhh deja escuchar, en la propaganda hablamos – Tamara hizo callar a Andrea, que no pudo evitar ponerse colorada de vergüenza.

-      Disculpa – dijo en una voz apenas audible Andrea, que tuvo la mala idea de querer sentarse, cuando Tamara no la había invitado a ello.

-      Ey, que haces, no dije que te sentaras y te recuerdo que estás en mi departamento, si quieres sentarte ve al tuyo y no me molestes.

-      Disculpa – nuevamente en un tono de voz bajo, repitió el mismo vocablo y enrojeció aún más sus mejillas.

Al llegar la tanda publicitaria, Tamara se reacomodó en el sillón que ocupaba, para prestarle atención a su visitante que permanecía de pie a su lado con la vista perdida quien sabe dónde. La miró de arriba abajo, tomó el control remoto para apagar el aparato de televisión y se dignó a hablarle.

-      Así que tú eres la personita que me espía? Andrea es tu nombre, verdad?

-      Sí, yo en realidad no sé qué hago aquí, la verdad que . . .

-      La verdad que no sabes que decir, primero me espías, luego intentas robarme a mi novio y ahora se te traba la lengua – le dijo Tamara mirándola a los ojos.

-      Nunca quise robarte a tu novio – se defendió Andrea.

-      Mira estúpida, cuando quiera escuchar tu voz, te lo voy a hacer saber, mientras tanto, no vuelvas a interrumpirme, entendido?

-      Si y vuelvo a pedirte que me disculpes – contestó Andrea.

-      Eres lesbiana, verdad? – preguntó a quemarropa Tamara.

-      No, yo no, en realidad, no, creo que no, no lo sé – Andrea nunca se había planteado la posibilidad que pudieran gustarle las mujeres, aunque esta que tenía en frente suyo le provocaba algo que no sabía explicar.

-      Entonces quiero que me expliques porque estás acá, soportándome, sé que soy intolerable cuando quiero serlo, pero tú me soportas como si nada.

-      No lo sé, algo me empujaba a querer conocerlos, luego de que los espié.

-      Mmm conocerlos? Nos querías conocer a los dos juntos o por separado?

-      A Damián ya lo conocí en el ascensor, luego conversamos en la calle, a ti te quería conocer.

-      Te gusto?

-      Como mujer?

-      Obvio, te estoy preguntando si te gustaría coger conmigo, para ser más directa? Meterte en una cama conmigo, las dos en bolas, abrazadas, besarnos, eso te gustaría?

-      No lo sé, nunca tuve . . .

-      Nena, eres flor de trola, tienes que admitirlo, si no te gustaran las minas, de una me tendrías que haber rechazado.

-      Es que me tomas de sorpresa, yo . . .

-      Basta, cállate de una vez – le dijo Tamara con energía, haciendo enmudecer a Andrea, que continuaba de pie frente al sillón que ocupaba la dueña de casa.

Tamara se acostó en el sillón apoyada en uno de sus costados, dando la espalda a Andrea. Esta miraba el cuerpo de Tamara con fascinación por las generosas curvas que tenía y lo bien distribuidas que tenía sus carnes. No esperaba Andrea tener que vivir lo que a continuación le iba a suceder.

-      Ven, acércate a mí, te gusta mi cuerpo? – le preguntó Tamara.

-      Eres una chica muy bonita, tú lo sabes, no tengo que decírtelo, eres una belleza por donde se te mire.

-      Te gusta mi cola? – Tamara continuaba hablándole a Andrea, dándole la espalda, ella de cara contra el sillón.

-      Si, tienes un hermoso trasero, redondito y con la carne justa para llenar un pantalón, vestido o lo que te pongas.

-      Quiero tu cara pegada a mi culito – dijo Tamara.

Andrea se agachó para acomodarse tal como Tamara le había exigido, colocando su rostro a diez centímetros del culo de la dueña de casa, pero no se animó a tocarlo, así que se mantuvo en esa posición hasta que un fuerte pedo salió de esa cola, que pareció estallar de lleno sobre su cara, quedando totalmente sorprendida. Si algo no esperaba Andrea era eso, que podía calificarse como la falta de respeto mayor que se le puede inferir a alguien. No supo porque cayó Andrea hacia atrás, de espaldas al piso, si por el fuerte ruido del pedo, por la indignación, por la humillación o por la risa estridente, a carcajadas que tenía Tamara.

-      jajaja pero como puedes ser tan tarada, eres increíble, que pensaste que te hacía poner allí para que me miraras el orto? Jajaja – le dijo Tamara, levantándose del sillón y tendiéndole una mano a Andrea para ayudarla a levantarse.

-      Solo me sorprendiste, no me esperaba que pudieras hacer eso – le contestó Andrea, que de nuevo se había puesto roja de vergüenza, como si el pedo se lo hubiera tirado ella.

-      Me hiciste reír – le dijo Tamara, con un tono amistoso – quieres tomar algo?

-      Puede ser un café?

-      Damián, tráenos dos cafés – gritó Tamara – siempre te vistes así? – cambiando de tema.

-      Por lo informal?

-      No, por lo ridícula, así no vas a levantar nada. La mujer siempre tiene que estar seduciendo, lista para conocer gente nueva – le explicó Tamara.

-      Por lo general . . .

-      Shhh, por lo general para hablar tendrás que pedirme permiso a mí, mientras quieras permanecer a mi lado, ok? – la interrumpió Tamara – ya te lo había dicho antes, no me gusta repetir las cosas.

-      Ok, cambiaré mi forma de vestir.

-      Exacto, yo te diré como hacerlo. Dime de que vives?

-      Mi familia me envía dinero y yo lo administro.

-      Puedes ahorrar algo de lo que te mandan?

-      Sí, todos los meses me queda un poquito.

-      Perfecto, todos tus ahorros me darás a mí, será en pago por mi compañía, te parece bien?

-      Mmm, por tu compañía, mmm, si, está bien, acepto.

-      Ve a traer tus ahorros ahora.

-      Bueno, ya vuelvo – en ese instante entraba Damián trayendo los dos cafés sobre una bandeja.

-      Tomamos el café, antes? – preguntó Andrea que comenzaba a marcharse en busca de los ahorros.

-      El café lo vas a tomar frío si es que tardas en regresar – le dijo Tamara, señalando con su dedo índice el camino hacia la puerta de salida.

Cuando la puerta se cerró tras el paso de Andrea, Damián le comentó a Tamara que desde la cocina se había escuchado el pedo que se había tirado.

-      Eres muy insolente para hacerme ese comentario – lo retó Tamara, como si el pedo no se lo hubiera tirado ella.

-      Perdón Tamara, no quise ofenderte.

-      La próxima que me haces, lo llamo a Gerardo para que venga y te atienda, me escuchaste? – lo amenazó Tamara.

-      Trataré de no cometer más errores – le dijo Damián y se fue a abrirle la puerta a Andrea, que había tocado el timbre.

Tamara terminaba de tomar el café preparado por Damián, cuando Andrea se plantó delante de ella llevando un sobre en una de sus manos, que se lo ofreció a la dueña de casa.

-      Mmm después veré cuanto has ahorrado? – Tamara miró el puñado de billetes que le acercó la vecina y sin contarlo, lo arrojó sobre la mesita ratona que tenía enfrente – después vamos a hablar del tema dinero, mejor que sepas que para mí es muy importante. O sea, cuanto más dinero acerques, más importante serás para mí, me entiendes?

-      Si, espero que nuestro afecto crezca de la misma forma.

-      Me importa un carajo lo que pienses o lo que esperes – le dijo Tamara – no me interrumpas más con pavadas, de acuerdo?

-      Permíteme decirte algo, por favor?

-      Habla, pero que sea cortito.

-      A pesar de que hace minutos que te conozco, siento . . .

-      No, basta de boludeces, no aguanto los sentimentalismos, callada la boca la vas a pasar mejor. Toma el café de una vez.

-      Está frío, lo puedo calentar?

-      Tómalo como esté, así aprenderás a no tardar cuando te pido algo.

Andrea tomó el café que ya estaba a temperatura ambiente, bajo la atenta mirada de Tamara, que satisfecha constataba como se cumplía lo que ella decía. Terminado el café, llamó a Damián para que levantara las tazas.

-      Ya sabes, las limpias, secas y guardas y te quedas en la cocina hasta que yo te llame.

-      Si Tamara.

-      A ver tú, estábamos hablando de la ropa hoy, yo voy a necesitar que cambies tu forma de vestir, así no me sirves de nada. Quiero que sepas que te veo con buen cuerpo, tienes un rostro agradable, solo tienes que mejorar tu actitud y te aseguro que te cansarás de levantar gente – le dijo Tamara, para luego agregar ante el silencio de Andrea – tipos y minas también, no hay que hacerle asco a nada, sin importar las edades.

-      Te prometo cambiar mi look, solo tienes que guiarme, aunque lo haría solo para agradarte a ti.

-      Para que me agrades a mi vas a tener que esforzarte. De entrada vas a ir a la peluquería a que mejoren ese cabello que tienes. A ver – dijo Tamara buscando una revista que tenía a mano – así quiero tu cabello – y le señalaba un corte de pelo que se veía en la publicación – te lo vas a cortar así y también quiero que lo tiñas como esta modelo. Ese será tu primer deber.

-      Me gusta ese corte, no está de acuerdo a mi personalidad, pero . . .

-      Tu personalidad no existe más, ahora serás una chica del círculo privado de Tamara – le dijo Tamara con una sonrisa en su rostro.

-      Mmm mañana mismo me haré ese cambio en el cabello.

-      Y maquíllate como la modelo, toma, lleva la revista y después me la devuelves para que compare el resultado de tu cambio.

Después de esa charla, la conversación pasó por temas como el estudio, la familia de Andrea, sus amistades incluso su vida de relación, hasta llegar a la intimidad de la joven. A Tamara le interesaban todos los detalles de la vida de esta vecina, que a partir de la solvencia que demostraba tener la familia, podía convertirse en una fuente de recursos para la dominante dueña de casa. Supo así que en el aspecto sexual no había grandes experiencias, pero en cambio notó que tenía demasiada curiosidad por todo lo que ese tema abarcaba, ya que parecía estar educada con una fuerte carga de moralina, prejuicios y criterios discriminatorios.

-      Escucha lo que te voy a decir, el sexo es placer, es goce y es un medio para avanzar dentro de esta sociedad, así que acostúmbrate a que si necesitas algo y otra persona te lo puede dar, no tienes que reprimirte y haz lo que sea, sin pensar si está bien o está mal. En ese momento, nadie te está mirando.

-      Está bien, trataré de meterme eso en la cabeza.

-      Más te vale o te quedarás sin mí – le dijo Tamara – Damián, ven acá.

-      Si Tamara, estaba aburrido allá en la cocina – en realidad no se había perdido un solo detalle de todo lo conversado y estaba a punto de hacerse una paja, pero justo en ese momento lo llamó su novia.

-      Qué harías si te dijera que te desnudes, acá en este momento?

-      Lo haría.

-      Entiendes como será nuestra relación – le dijo Tamara a Andrea.

-      No se si estoy preparada para tanto – contestó Andrea.

-      Me gusta la gente sincera - respondió Tamara – a ver Andrea, desnúdate ya.

-      Puede irse a la cocina Damián? – le preguntó con las mejillas enrojecidas.

-      No idiota, la que te vas a ir eres tú – le dijo Tamara – pero fuera de mi casa.

-      No espera, me perdonas? Déjame intentarlo.

-      No, no te perdono, pero desnúdate y demuéstrame lo sexy que eres. Tú también Damián, los dos en bolas, los quiero ver.

-      Si Tamara – contestó Damián, quien también estaba con las mejillas coloradas pero éste a causa de la fuerte erección que tenía y que ahora iba a quedar a la vista de las dos mujeres.

-      Te estoy observando tarada, quiero que me hagas calentar, no te pedí que te sacaras la ropa, te dije que te desnudaras, que de a poco vayas mostrando lo que ocultas bajo esa ropa que llevas.

Damián estaba parado al costado de Andrea, mirándola y esperando para contemplar la anatomía de la joven, Tamara desde su lugar en el sillón miraba a su novio que estaba excitadísimo y a Andrea que comenzaba a animarse y acompañando un ritmo musical que se escuchaba, movía su cuerpo aflojándose poco a poco. Hasta que quedó totalmente desnuda, cuando eso ocurrió le pidió permiso a Tamara para sentarse y ésta se lo concedió, no solo eso, sino que le dijo que si quería podía recostarse en el sillón de dos plazas que ella ocupaba. Como Andrea aceptó, Tamara se incorporó y le dijo a Damián que si deseaba pasar un rico y agradable momento con la vecina que los venía espiando desde días atrás, podía hacerlo, que tenía su consentimiento.

-      Gracias Tamara, no sabes como deseaba que me dijeras algo así – le dijo Damián acercándose con las manos extendidas para tomar el cuerpo de Andrea, que lo miraba con mucha desconfianza, atajándose.

-      No voy a poder Damián, discúlpame . . . – al tenerlo junto a su cuerpo al muchacho, Andrea trató de detenerlo, sin demasiado éxito, hasta que un grito los sacudió a los dos.

-      Se me van de mi casa los dos, ya, fuera, no los quiero ni ver, fuera de mi vista – Tamara gritaba fuera de sí, Damián era el que ahora estaba asustado y por el contrario Andrea había recuperado la respiración.

Ambos jóvenes buscaban sus ropas dispersas por el living del departamento, se la colocaban de cualquier forma, para salir a medio vestir, con prendas en la mano.

-      Está loca – le dijo Andrea – no me esperaba que fuera así, de todos modos, aunque parezca mentira, estoy arrepentida de que esto haya terminado de esta forma.

-      Tamara es así, impredecible, la que te estabas negando a que te tocara eras tú y me echó a mí también, que hoy le he servido todo el día en todo lo que me ha pedido.

-      Estoy triste – le volvió a decir Andrea – quieres venir a mi departamento y charlamos sobre esto?

-      No, otro día puede ser, pero hoy no, porque tengo esperanzas de que dentro de un rato me llame y no quisiera que piense que me fui contigo porque ella me echó.

-      Ok, si te llama, cuéntame por favor.

-      Nos vemos.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

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