Dulce hogar 14

En todas las familias pasan cosas, pero este es un caso especial, ahora el padre pretende abusar de su nuera pero si ésta presta consentimiento no es abuso, todo esto con el hijo del otro lado de la puerta escuchando lo que sucede. Pero esto no es todo para el muchacho, algo inesperado le sucederá.

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   14

La familia de Damián quedó encantada con Tamara, pasaron un fin de semana muy ameno en donde ella pudo lucir su hermosa sonrisa, su voz melodiosa y cautivante y su hermosa figura. Damián pasó dos días junto a su amada inolvidables, se los vio tomados de la mano y hablándose al oído, mostrando la conducta típica de los enamorados. Pero los dos días pasaron pronto y la dicha de tener a Tamara pegada a su cuerpo a toda hora terminó en el preciso momento que subían al coche para devolverla a su domicilio.

-      La he pasado muy bien, no me puedo quejar.

-      Eso te quería preguntar – contestó Damián, alegre por el comentario de su novia.

-      Ya ves, si mantienes la boca cerrada para mi es lo mismo, se lo que me vas a decir – altiva, Tamara quitó de un plumazo la sonrisa que lucía Damián.

-      A mi hermana le has caído genial y mi padre me felicitó por lo linda que eres, quedó enamorado de tu belleza.

-      Mañana te espero a la hora de siempre – contestó Tamara ignorando el comentario hecho por Damián.

Al otro día no pasó nada fuera de lo normal, Damián la pasó a buscar, la llevó a la universidad, compartieron el día como uno más hasta que ella le dijo:

-      Tu padre me citó en su consultorio, me ha dado el último turno.

-      Ok, quieres que te lleve? – le contestó Damián solícito.

-      Desde ya o acaso pretendes que me vaya sola?

La conducta de Tamara era desconcertante para Damián, él la trataba con dulzura, ella le respondía amargamente, sin embargo cada vez sentía mayor atracción por la bella muchacha. Ese día la llevó al consultorio de su padre, tal como habían convenido, la acompañó hasta la sala de espera, saludo a la secretaria de su padre y le pidió que avisara que Tamara estaba presente.

-      De acuerdo Damián, me dijo que la haga pasar ni bien esté libre, tomen asiento por favor.

-      Gracias – dijo Damián, acomodándose en la sala de espera.

Al salir la paciente que estaba siendo atendida, por el intercomunicador Mariano le dijo a su secretaria que ya estaba listo para la próxima consulta, ésta invitó a Tamara a que pasara. Damián se levantó a la par de su novia, con intención de acompañarla, pero la secretaria le negó el paso, haciéndole saber que debía quedarse a esperar afuera. Al instante de haber ingresado Tamara, la secretaria recibió una llamada de Mariano que le hacía saber que podía retirarse, por lo que Damián quedó solo en el consultorio concentrándose en la lectura de las revistas de actualidad que ahí se encontraban.

Al cabo de 20 minutos de espera, Damián comienza a impacientarse y no sabía qué hacer, estaba solo en la sala sin encontrar ninguna revista que lo sacara de sus pensamientos más infames. Porque dentro del consultorio se encontraba su padre, terrible seductor y mujeriego revisando a su novia, no sabía él de que, ni por qué, solo pensaba que había enviado a la oveja a la cueva del lobo. No se atrevía Damián a interrumpir esa cita, por temor a ser maltratado ya no por la chica, sino por ambos, sin embargo la carga de angustia a cada minuto que pasaba aumentaba.

Tomó coraje el muchacho, se acercó a la puerta, pero eso fue lo peor que pudo haber hecho, porque escuchó unos sonidos para él familiares, una respiración entre cortada que no era difícil suponer a que se debía. No estaban corriendo una maratón, ese sonido era idéntico a los jadeos que su padre tenía antes de tener un orgasmo, él reconocía perfectamente ese tipo de respiración, pero no, bien podía estar equivocado, por esa razón se sentó y trató de calmarse.

Transcurridos casi 40 minutos, volvió a tener la pésima idea de acercarse a la puerta a escuchar algo que le permitiese saber que podía estar sucediendo puertas adentro. Ahora lo que recogían sus oídos eran gemidos femeninos, no podía estar equivocado, por lo que su estado de ánimo, su ansiedad y su desesperación eran mayores. Se sintió mal, muy mal, traicionado, humillado por su propio padre y su novia, esto tenía que terminar en ese mismo momento.

Esto no puede ser, se dijo Damián tomó el picaporte de la puerta e intentó ingresar sin éxito, porque la puerta estaba trabada desde adentro.

-      Eh, pero que pasa? Eres tú Damián? – se sintió la voz de su padre, cascada, con tono de molestia y también algo que balbuceó Tamara.

Los ruidos que provenían del interior del consultorio daban la impresión de que estaban corriendo los muebles de lugar, había alboroto dentro de ese ambiente, Damián no podía estar peor hasta que se abrió la puerta y vio trasponer la misma a su padre que parado y apoyado en el marco le impidió el ingreso.

-      Te has vuelto loco para pretender interrumpir así en una consulta? – estaba enojado, pero también acalorado, el rostro tenía arrebatado, sus mejillas rojas, el cabello alisado con la mano no tenía la misma compostura de casi una hora atrás. Mientras lo miraba a su hijo de arriba abajo, se tocaba la ropa como queriendo corroborar que todo estuviera en su lugar.

-      Yo, papá, como tardaban tanto quise saber si pasaba algo y por eso golpeé la puerta – explicó Damián, tratando de mirar hacia adentro para localizar en donde estaba Tamara.

Minutos después, mientras padre e hijo seguían mirándose sin pronunciar palabra, salió Tamara de adentro del baño interno que tenía el consultorio, con el cabello recién peinado, el maquillaje retocado y la ropa en su lugar. Saludó a Mariano con un beso en la mejilla, despidiéndose con una sonrisa y cambiando el semblante le dijo a Damián que la acompañara, como si nada hubiera pasado.

En el viaje prácticamente no hablaron, al llegar al departamento ella le invitó que bajara, lo que Damián tomó como un buen gesto, tal vez para explicar lo inexplicable, pensó. Pero volvía a equivocarse, no podía comprender como funcionaba esa muchacha. Al ingresar en el departamento, Tamara cerró la puerta, descargó los elementos que traía consigo, encendió el equipo de música, sintonizó el volumen a un tono de mediano a alto y se puso frente a Damián que la miraba de pie, sin haber atinado a tomar asiento hasta ese momento.

Lo miró a los ojos, Tamara separó sus piernas balanceando su cuerpo sobre ellas, afirmándose en su postura frente a Damián, giró su cabeza y torso mirando hacia atrás como si se hubiera olvidado algo tras ella y con un movimiento enérgico y rápido descargó terribles cachetazos de derecho y de revés sobre las mejillas del muchacho que ni siquiera tuvo tiempo a defenderse. Damián trastabilló hacia atrás, cayendo encima del sillón de dos plazas que estaba frente al plasma y sobre él se arrojó Tamara para continuar con la agresión.

-      Quien te crees que eres para joderme así la vida, pendejo de mierda? – le gritó en la cara, cuando se había subido a caballito sobre su cuerpo, con las piernas a cada lado del cuerpo de Damián.

-      Pero que fue lo que hice ahora? – protestó Damián, impresionado por la agresiva y violenta reacción de su novia.

-      Me hinchaste las pelotas, como te atreves a entrometerte así en mi vida, que te pensaste que pasaba dentro del consultorio, idiota?

-      Sentí ruidos raros, jadeos, gemidos, pensé que no te estaba revisando mi papá y estaban haciendo otra cosa.

-      Que te pensaste que me estaba cogiendo tu papá, estúpido?

-      Si, pensé eso, discúlpame Tamara, pero eso pensé.

-      Te piensas que soy tan fácil, acaso?

-      No, jamás pensaría eso, yo te quiero, estoy muy enamorado y no puedo estar si ti.

-      Te gustaría cogerme verdad?

-      Sí, es lo que más me gustaría.

-      Muy bien, relájate entonces, que vamos a hacer algo.

Tamara desabrochó el cinturón de Damián y se lo quitó, luego desprendió su pantalón, bajó el cierre relámpago, se quitó de la posición en que se encontraba y tirando desde la altura de las rodillas bajó el pantalón junto al calzoncillo hasta descubrir la verga, huevos y cola del muchacho. Le hizo unas caricias, que provocaron la rápida erección del pito de Damián, para luego darle unas lamidas y besos por todo el tronco, alternando con lamidas en los huevos y chupando la cabeza de la pija hasta que lo tuvo a punto de tener un orgasmo.

-      Esto seguro que te gusta eh? Glup splash, verdad que eres un pervertido si? Glup splash – Tamara alternaba la mamada que le estaba haciendo con palabras soeces.

-      Sí, mi amor, me desconciertas, aún así no sabes cuánto te amo, que bien que me la estás chupando.

-      A ver gira tu cuerpo, ponte arrodillado en el piso, con el torso sobre el sillón.

De esa forma su cola quedó expuesta y a punto para lo que haría después, Tamara se incorporó, se enrolló el cinturón de Damián en su mano y con la misma energía y rapidez con que le había pegado los cachetazos, le cruzó el culo al muchacho con fuertes cintarazos de uno y otro lado, descargó al menos seis o siete fuertes golpes antes de que Damián pudiese reaccionar y correr su cuerpo del lugar esquivando los latigazos.

-      Ay, no, que haces, para bestia, que me haces doler mucho, ay.

-      Seguramente quieres que te la siga chupando, no? Porque yo soy tu puta y tú eres mi macho, verdad?

-      Yo jamás te traté de puta, no te puedo entender Tamara, no comprendo tus reacciones.

-      Ah no? Y porque te metiste en el consultorio de tu padre? Porque piensas que soy una puta, me lo acabas de decir con otras palabras.

-      No pienso nada, solo escuché y pensé . . .

-      Exacto, piensas que soy una puta, vamos a mi cuarto, te quiero completamente desnudo, ya – Tamara se dio vuelta y lo dejó solo, Damián no muy convencido se desnudó y se fue al dormitorio tal como ella le había pedido.

No fue más que trasponer la puerta que sintió sobre su espalda y piernas fuertes azotes, ya no los producía su cinturón, sino un látigo de varias colas que provocaron que el muchacho saltara hacia delante, tropezando con la cama y cayendo del otro lado en donde se guareció de la golpiza que le estaba dando su novia. Pero su asombro llegó al extremo de quedar con su mente en blanco cuando levantó la vista para ver de donde provenían los golpes y observó a Tamara totalmente desnuda. Esa visión lo obnubiló, si Tamara era bella estando vestida, desnuda lo era más aún, quiso hablar, pretendió preguntarle el porque de los latigazos pero no pudo hacerlo. Ella con un gesto le indicaba que se acostara en la cama y alternativamente blandía el látigo que tenía en la otra mano, no le quedó ninguna duda a Damián que iba a ser azotado y que no podía negarse a ello. Por lo tanto se incorporó y se echó sobre la cama, boca abajo, aferrándose del cubrecama a sabiendas que tendría unos momentos muy difíciles.

-      Te voy a dar pendejo de mierda para que sepas quien soy, te dije que no tenías que pensar nada, que solo yo iba a pensar – a medida que le decía estas palabras, lo azotaba con fuerza por uno y otro lado, espalda, piernas, nalgas y nunca un latigazo caía junto al otro.

-      Por favor no Tami, ya no resisto más el dolor, perdóname lo que haya hecho – y Damián lloraba de impotencia y dolor por el castigo que recibía de su novia y en un ataque de desesperación se envolvió con el cubrecama para proteger su cuerpo de los azotes.

-      Este es el comienzo, puede haber mucho más, tú decides como te vas a comportar en adelante.

Tamara notó que las marcas podrían llegar a convertirse en cicatrices, por esa causa dejó de azotarlo e inmediatamente le aplicó paños calmantes para recomponer el estado de la piel, aunque también lo hacía para no escucharlo llorar más. Damián permanecía acostado sin moverse en la cama, mientras Tamara se ocupaba de darle curaciones y hacerle cariños para compensar el castigo propinado.

La conducta de Tamara oscilaba de un extremo a otro, de la violencia al amor, lo que hizo que la verga de Damián nuevamente se pusiera a full en un instante, ella la tomó con una de sus manos y se la acarició, la masajeó, la comenzó a pajear, para después volver a chuparla delicada y sabiamente, lo que hizo que en segundos su boca se llenara de semen, que llegó en fuertes, espesos y calientes chorros que tragó como una experta mamadora.

Tuvo que ayudar a vestirlo, ya que Damián no podía moverse mucho a causa de los dolores corporales que tenía. Camino a su casa, Damián no encontraba acomodado dentro de la butaca de su vehículo, sentía dolor en todo el cuerpo, en las piernas, en las nalgas y en la espalda principalmente, lo que hacía que se moviera de un lado a otro sin poder disminuir el malestar. Pensaba en lo que había vivido, recordando únicamente lo acontecido en el departamento de Tamara y olvidando lo sucedido en el consultorio de su padre. Esa noche tuvo que tomar calmantes para poder dormirse, los que le permitieron recomponer su malestar corporal.

Al día siguiente, por la mañana la pasó a buscar como si nada hubiera pasado y juntos fueron a la facultad, pasaron un día tranquilo. Finalizado el mismo, de regreso en el departamento de Tamara, Damián subió en plan de compartir una pizza con su novia, estaba ansioso de volver a quedar a solas con ella, pensando en las situaciones calientes que podrían llegar a darse. La esperanza de Damián era inmensa, pero iba a tener una nueva sorpresa.

Ocurrió que mientras él bajaba a recibir la comida, Tamara había recibido a su vecino del piso invitándolo a compartir la velada. Este hombre tenía una dificultad motriz a raíz de un accidente que lo había postrado y condenado a trasladarse en silla de ruedas. Tamara tenía una estrecha relación con él, ya que fue la causante del accidente protagonizado años atrás. Al retornar al departamento Damián con la pizza, se encontró con que su novia no estaba sola, pero demostrando su buena educación saludó y se presentó, invitando al desconocido a compartir la comida.

El vecino en cuestión, de nombre Gerardo tenía una voz y modales que hicieron pensar a Damián si antes no había hablado con él. Demostró ser una persona osca, autoritaria y antisocial, ya que sus respuestas eran monosílabas y el tono de su voz demostraba no ser afecto a reuniones sociales o al menos que él no le simpatizaba. Por ese motivo Damián no entendía a que obedecía la presencia de semejante persona, pero si Tamara consentía en que el individuo se quedara, él no haría nada para contrariarla. Mientras se compartía la comida y la bebida con naturalidad, Damián observaba el comportamiento de su novia y de Gerardo y de alguna manera comenzaba a inquietarse por la confianza que demostraban tener el uno del otro.

Al finalizar la comida, Tamara le pidió a Damián que levantara la mesa y que se quedara en la cocina lavando la vajilla, mientras Tamara charlaba y se reía con Gerardo en el comedor. Damián por esa causa apuró su tarea para presentarse en el comedor a compartir la charla, pero cuando lo hizo, Tamara lo volvió a mandar a la cocina para que complete su tarea secando lo lavado y guardando todo en su lugar.

-      Cuando todo esté ordenado, me llamas y voy a ver cómo has hecho lo que te pedí – le dijo Tamara, quedándose a solas en el comedor con Gerardo.

-      Está bien, Tami – le contestó Damián, no muy convencido de lo que estaba haciendo o de lo que estaba pasando en el comedor a sus espaldas. Pero no quería que se repitiera la escena del consultorio, por lo que decidió confiar en su novia.

-      Ve a hacer tus tareas y no molestes más pesado – le dijo Gerardo, pero Damián hizo como que no lo escuchó.

Damián secó rápido toda la vajilla y guardó cada cosa en su lugar, tal el encargo de su novia, así que abría cajones y puertas de armarios buscando adonde colocar los distintos elementos, mientras sentía ruidos en el comedor que lo perturbaban terriblemente, risitas, algún que otro gemido, jadeos y también expresiones obscenas, “como tócamela”, “chúpala”, “despacito que se escucha”, “que me importa que se escuche”, etc. Lo triste de todo esto resultó ser que Damián descubrió que mientras escuchaba todas estas exclamaciones, no solo se indignaba y se sentía terriblemente humillado, sino que también estaba excitado, al punto que su verga le comenzaba a doler de tan dura que la tenía y de tan apretada que estaba dentro de su pantalón.

No se animó Damián a salir de la cocina, por temor a constatar lo que sus oídos le dictaban que estaba pasando, por esta causa llamó Tamara para avisarle que había concluido con sus tareas.

-      Ya terminé todo, Tami – le dijo.

-      Mmm bueno, espera ahí, no te muevas hasta que yo te diga – le respondió su novia segundos después, con mal tono de voz.

También escuchó una frase de Gerardo que decía algo así como: “porque no le dices que se vaya y nos deje en paz al idiota ese?”, pero Damián se dijo que tal vez se podía haber confundido de nuevo y no le prestó atención. Pasó el tiempo y Damián se sentía cada vez más angustiado, los sonidos que llegaban hasta sus oídos le hacían entender que algo muy caliente estaba pasando entre su novia y Gerardo, no podía equivocarse con lo que estaba escuchando, pero lo peor lo tuvo cuando su verga parecía estallarle dentro del pantalón y no podía controlarla. No podía estar así de caliente, la humillación que sentía era extrema y sin embargo estaba excitado a morir. No se atrevía a tocarse, pero todo tiene un límite y el de él había llegado, no pudo resistir más, por lo que sacó su verga afuera del pantalón y a toda velocidad se hizo una paja que al momento de acabar regó toda la cocina con semen. Tuvo que esforzarse en limpiar todo vestigio de su atrevimiento y más humillación sintió cuando no sabía cómo quitar ese aroma a sexo y semen que el percibía, sobre todo le dio mucho miedo que Tamara pudiese advertir lo que estuvo haciendo mientras estuvo solo.

El tiempo le alcanzó para limpiar todo y le sobró también, tuvo que seguir esperando en la cocina, Tamara no se presentaba y él no se animaba a preguntar nada, temía ser reprendido o soportar una nueva golpiza. Hasta que unos sonoros movimientos en el comedor le hicieron notar que la situación cambiaría. Había estado en la cocina confinado casi 50 minutos, su tensión nerviosa estaba al borde de un estallido, aun así no tenía Damián ni intenciones, ni se sentía con valor para preguntarle nada a Tamara.

-      Damián, ven acá – le gritó Tamara desde el comedor.

-      Si Tamara, ya voy – Damián se acomodó su pantalón, se miró el bulto, tratando de alisarlo y se presentó ante su novia y el vecino que lo miraba desde su silla de ruedas con una sonrisa de desprecio.

-      Que estuviste haciendo en la cocina tanto tiempo? – le preguntó Tamara.

-      Tú me dijiste que me quedara ahí, hasta que me llamaras – respondió incrédulo Damián por lo que acababa de escuchar.

-      Siempre es así? – preguntó Gerardo – de donde lo sacaste?

-      Es muy obediente – le contestó Tamara a Gerardo, con tono de burla – estamos de novios, no te diste cuenta? – ahora no le quedaba duda a Damián que Tamara no solo le había guiñado el ojo a Gerardo, sino que estaba a punto de largarse a reír.

-      La pareja ideal – dijo Gerardo, alzando su copa vacía a Damián para que se la llene.

-      Ya te traigo cerveza – dijo Damián, con las mejillas coloradas de la vergüenza que sentía, porque la burla era de a dos y a cara descubierta.

-      Qué bien educado que lo tienes – le comentó Gerardo a Tamara.

-      Ayer le di las primeras lecciones, porque anoche se portó mal y ya sabes como soy – dijo Tamara con descaro.

-      Recuerda que si no entiende, yo te puedo ayudar a encauzarlo.

-      Desde ya, pero creo que va entendiendo, a ver Damián ven acá – le gritó Tamara, cuando el muchacho se encontraba en la cocina cargando el vaso de Gerardo con bebida.

-      Si Tamara, te alcanzo algo? – contestó Damián.

-      Cuando te llamo vienes a donde estoy y punto, lo que tenga que decirte, te lo digo cuando te tenga parado frente a mí.

-      Está bien, acá estoy, dime – le dijo obediente Damián.

-      Muéstrale la espalda a Gerardo.

Damián se dio vuelta y se alzó la remera enseñándole su espalda a Gerardo, en donde podían notarse las huellas de la azotaina recibida la noche anterior. Pero Gerardo quiso ver más.

-      No me parece gran cosa lo que hiciste – le dijo a Tamara.

-      También le dí en las piernas y en la cola – le contestó – a ver sácate los pantalones y enséñale las marcas que te quedaron.

-      Pero Tamara, ya está bien así, casi no tengo más marcas – a Damián le dio miedo bajarse los pantalones ante el vecino.

-      Te tengo que repetir lo que te dije, estúpido – gritó Tamara parándose y tomando a Damián con ambas manos por las mejillas y zamarreándolo hacia uno y otro lado.

-      No Tamara, disculpa, ya le enseño las piernas a Gerardo.

-      Y la cola, te pedí o además eres sordo.

-      A ver esa colita – dijo Gerardo – no serás medio putito, no?

-      No, no lo soy, me gustan las mujeres a mí – respondió Damián, con la cara roja de vergüenza y humillación y nuevamente con la verga que comenzaba a crecerle, muy a su pesar.

Se bajó los pantalones hasta las rodillas, se dio vuelta, mirando a su novia primero y bajando la vista después, totalmente avergonzado, humillado y excitado, todo junto, no podía entender Damián lo que le estaba pasando.

-      Más cerca – gritó Gerardo – no tengo buena vista, más cerca que quiero ver esta linda colita de cerca.

-      Verdad que tiene una linda colita mi novio – dijo Tamara, con una especial pronunciación de la palabra novio.

-      Mmm está para darle, estás segura que no se la come este muchachito? – le dijo Gerardo a Tamara, ignorando la presencia de Damián.

-      Es mi novio, Gerardo, más respeto – Tamara cada vez que se refería a Damián utilizaba el mismo tono burlón, irónico.

Para esto Damián estaba inmóvil, con las manos apoyadas en las rodillas, con su cola expuesta a Gerardo, con la mirada vigilante de Tamara, que tomando del brazo a su novio miraba alternativamente la cola y como crecía su verga. Era evidente que algo pasaba por la mente de Damián, esto lo hacía calentar, tenía que aprovechar el momento, no estaba segura si estaba caliente por su presencia o tal vez por Gerardo. Era el momento de salir de dudas.

-      Damián, te gustaría sentarte sobre Gerardo, para que él pueda sentir lo linda que tienes la colita?

-      No Tamara, no quiero hacer eso, no me gustan los hombres – respondió Damián, pero lo que con su voz decía, su verga lo negaba, ya que se puso más dura aún de lo que ya la tenía.

-      Como que “no Tamara” – dijo Tamara con un tono violento – siéntate sobre Gerardo, ahora o traigo lo que guardo en mi dormitorio?

-      No Tamara, porque quieres que . . .

-      Ya verás cómo te sientas – y Tamara salió para su dormitorio empujando hacia un costado a Damián que se interponía.

-      No Tamara, por favor no, me quiero ir.

-      Si, ya te vas a ir, pero antes – le dijo Gerardo riéndose – nos vamos a divertir un poquito todos juntos – dicho esto, se desprendió el pantalón y bajó el cierre relámpago, apoyándose en los antebrazos se elevó y se los bajó hasta la rodilla, quedando desnudo de la cintura hacia abajo ya que no llevaba calzoncillo.

Damián quedó impresionado al ver con que agilidad se desnudó parcialmente Gerardo, además le impactó la erección que presentaba y la obscena muestra que daba agitando su verga a ambos lados. Estuvo a punto de salir corriendo de ese departamento, pero Tamara se lo impidió mostrándole el látigo con el que lo había azotado el día anterior.

-      Te sientas sobre Gerardo o te doy latigazos hasta que me canse – le dijo Tamara con voz autoritaria.

Damián retrocedió al sentir como silbaban las colas del látigo que diestramente manejaba Tamara, lo agitaba en forma cruzada y hasta Gerardo se echó hacia atrás. Aterrorizado Damián reculó hasta colocarse de espaldas a la silla de ruedas, sentándose sobre las rodillas de Gerardo. Este cuando lo tuvo a mano a Damián, lo tomó por la cintura y lo tiró hacia su cuerpo, para tenerlo sentado sobre su verga, cosa que fue rechazada por el muchacho con la clara intención de levantarse, la que fue impedida al instante por Tamara, látigo en mano.

-      Como intentes levantarte te doy tantos latigazos que vas a volver a sentarte solito – le dijo Tamara.

-      Te gusta mi verga putito? – le decía Gerardo – quieres sentarte mejor? Sabes que yo no puedo mover las piernas, así que el trabajo acá es todo tuyo.

-      Ya me senté, ahora quiero irme Tamara, no quiero saber más nada contigo – le dijo Damián.

-      Entonces aquí rompemos la relación, ok? – le contestó Tamara – se acabó el noviazgo, es así como me querías, eh? No soy nadie para ti, soy poca cosa, verdad?

-      No, todo lo contrario, pero no estoy dispuesto a seguir así – contestó Damián – intentando levantarse, pero no consiguiéndolo por la presión que ejercía Gerardo con sus brazos.

-      Tamara, en vez de romper la relación, porque no me dejas que le rompa el culo al putito este? – le dijo Gerardo.

-      No, deja que se vaya, se acabó esto – terminó la discusión Tamara.

Al dejarlo libre, Damián se levantó, acomodó sus pantalones que tenía bajos y se encaminó hacia la salida para retirarse. Al llegar a la puerta, le dijo a Tamara que él la amaba y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, pero no llegar a eso que le había obligado a hacer.

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Tamara cerró la puerta tras la salida de Damián y se quedó conversando con Gerardo.

-      Te apuras mucho, mi amor – le dijo Gerardo.

-      Creí que ya lo tenía, sé que le gusta, me lo dijo un compañero de la universidad que se lo cogió él y alguno más.

-      No me imaginaba, no daba el aspecto de ser maricón. Qué raro que te hayas buscado un tipo así para ponerte de novia – le comentó Gerardo – en algo andarás, te conozco Tamara. Tienes que hacerlo volver, yo también me lo quiero coger, me gustó mucho ese muchachito, ya sabes como soy, así que si quieres que te siga dando verga a ti, me tienes que traer ese muchachito.

-      Ok, voy a ver cómo me las arreglo.

-      Un carajo con voy a ver, ya mismo lo llamas, le pides perdón y lo haces volver. Hoy mismo me lo quiero coger. Le haces cualquier cuento, tú eres buena para eso, ya mismo me lo llamas y lo haces volver.

-      Si Gerardo, te has puesto muy duro conmigo – le contestó Tamara, tomando el celular para cumplir con lo que lo pedido – a ti también parece que los hombres te están gustando demasiado.

-      Está bueno un hombre cada tanto.

Cuando se estableció el llamado, Damián circulaba hacia su casa completamente confundido, no sabía a qué atenerse con todo lo que le estaba pasando, le resultaba muy fuerte lo que le había pedido que hiciera su novia, en realidad su ex novia. Como iba a poder superar esa ruptura, no lo sabía, en realidad fue un amor que duró muy poco tiempo, pero que a su vez fue muy intenso. Era una verdadera lástima, Tamara había caído bien en su familia, sin contar la actitud que había tenido su padre, eso era repudiable y lo pensaba hablar personalmente con él ni bien llegara a la casa.

Cuando escuchó el celular y vio en el identificador de llamadas que era Tamara, no pudo evitar tener una respiración profunda. Atendió nerviosamente mientras detenía el auto a un costado del camino.

-      Si, Tamara, no pensaba que fueras a llamarme – dijo Damián.

-      Creo que es necesario que vuelvas a mi casa, tenemos que hablar, hay algo que debes saber.

-      Quieres que lo charlemos mañana, camino a la universidad?

-      No, vuelve ahora mismo, ya te dije que necesito hablarte.

-      Ya vuelvo, Tami.

Colocó la luz de giro y comenzó el retorno hacia la casa de Tamara, también su cabeza había pegado un giro, pensando que podía querer hablar su ex novia con él que pueda ser tan urgente. En minutos tendría la respuesta, pensó además que si tenía que hablar algo, le gustaría hacerlo a solas, ya que el tema era entre Tamara y él.

Cuando llegó al departamento de su ex novia, la encontró llorando, la notó muy triste y angustiada, pensó que tal vez podría ser él la causa de su mal estar y se sintió con culpa por ese motivo.

-   Tamara, porque estás así? – le preguntó Damián.

-      Estoy mal por todo esto que estamos pasando, pero también porque no has sido capaz de dar una muestra de amor, de hacer un sacrificio por mí.

-      Nuestro compromiso lo podemos reanudar, yo también estoy muy triste por eso, pero lo otro no, me pides más de lo que puedo dar.

-      Yo haría cualquier cosa que tú me pidieras sin dudarlo y porque yo te pedí que te sentaras un minuto sobre Gerardo me abandonaste, me dices que no quieres que siga siendo tu novia y lo único que falta es que me digas que me detestas – mientras Tamara hablaba, dramatizaba la situación como si se estuviera muriendo, lanzando suspiros y pequeños llantos, todos falsos como sus palabras.

-      Yo me senté sobre Gerardo, hice lo que me pediste, pero él quería más que eso, no te diste cuenta?

-      Ay Damián, que te puede hacer Gerardo? Nada, si es una persona que apenas puede moverse con su silla de ruedas. No puedes tener un poco de compasión por él?

-      Compasión sí, pero él quería otra cosa de mí, me quería penetrar.

-      Y eso te haría menos hombre acaso? Si yo lo consiento y te lo pido, lo haces y punto, es un pedido mío. O tienes vergüenza de hacer eso?

-      Es que no corresponde que haga eso conmigo, se tiene que buscar una mujer para hacer eso que quiere.

-      Entonces quieres que lo haga yo con él? Así tu salvas tu reputación de macho? Me entregas a un hombre, que en realidad quiere jugar un rato contigo, no más que eso, supongo que después querrás prostituirme o entregarme o otros amigos tuyos, verdad?

-      No, Tamara, jamás te entregaría a nadie, yo lo que digo es que se busque una mujer.

-      Pero como puedes ser tan duro, no te das cuenta que es un hombre con problemas físicos, como va a llegar a conquistar una mujer? Tu si puedes tener a quien quieras, de hecho me tienes a mí a tu disposición o no es así?

-      Ojala pudiera tenerte a mi disposición Tamara.

-      Desde ya que me tienes, solo dame una muestra de valor y seguiré siendo tuya como hasta ahora lo he sido.

Increíblemente Damián volvió a caer en las garras de la manipuladora mujer que lo tenía embobado. Cuando se quedó sin palabras, Tamara avanzó hacia él para abrazarlo y ponerlo de su lado, Damián se puso a temblar cuando sintió los labios de su novia en su cuello, la lengua de su novia pasando por detrás de su oreja y penetrándola después. Cuando escuchó el tono meloso de su voz diciéndole cuanto lo amaba y que era el hombre que ella siempre soñó tener a su lado, el incondicional, el que era capaz de jugarse por ella sin pensar en las consecuencias. Con todas esas palabras falsas y vacías, Damián cayó en la trampa que su novia le estaba tendiendo.

Le contó Tamara la historia del accidente que tuvo junto a Gerardo, le refirió que ella era quien conducía ese día la moto.

-      El me prestó la moto y yo no supe dominarla cuando se nos cruzó otro vehículo – le comentó – nunca me lo voy a perdonar.

-      No sabía eso, me imagino como te sentirás.

-      Entonces, seguirás a mi lado o me vas a dejar?

-      Siempre estaré a tu lado, te amo con locura.

-      Seguimos como antes?

-      Si mi amor.

Damián se acercó para besar a Tamara, muy tierno por todo lo que habían estado hablando, pero la mujer se había ido, buscaba su celular para llamar a Gerardo, quien se presentó a los pocos minutos, tocando el timbre del departamento.

-      Que rápido que corren las noticias, eh? – le dijo Tamara cuando recibió a Gerardo.

-      Me dijiste que venga y acá estoy – le contestó Gerardo.

-      Damián y yo reencauzamos la relación, no es bueno eso? – dijo Tamara a Gerardo en un tono que para Damián era burlesco, pero podía estar equivocado, hacía unos minutos estaba llorando y él creía que no se podía simular algo así.

-      Felicitaciones campeón – le dijo Gerardo a Damián – venga un abrazo – le dijo con los brazos abiertos en busca de un los suyos.

No fue más que Damián se le acercara para devolver el abrazo, que Gerardo lo tomó con fuerza y lo obligó a sentarse sobre él, presionando con sus brazos sobre su pecho para que su espalda no se separara de su cuerpo. Si bien las piernas de Gerardo no tenían movilidad, podía sentir Damián que bajo su cola algo crecía que daba miedo, por otra parte cuando la miró a Tamara en busca de que le dijera algo con la vista, recibió como respuesta una sonrisa que le decía que estaba por el buen camino.

-      Voy a preparar algo para festejar este momento – dijo Tamara.

-      Te ayudo amor – fue lo que le salió a Damián, pero su novia no lo permitió.

-      No, tú te quedas con Gerardo, tienen que hablar y mientras ustedes charlan yo prepararé los tragos.

Las manos de Gerardo se movían con rapidez y eran difíciles de parar. Le tocaron la cola y las piernas, mientras le mordía el cuello y lo apretaba contra su cuerpo cada vez con más fuerza.

-      Déjame que te sienta como hoy, un minuto, no más que eso. Tamara no va a venir si yo no la llamo – le dijo Gerardo.

-      Me dejo tocar, pero no más que eso, ok? – respondió Damián.

-      Sí, no más que eso, bájate el pantalón y déjame sentir tu culito sobre mi cuerpo.

-      Está bien, solo un minuto y la llamas a Tamara – Damián no supo a que atribuir que mientras estaba siendo presionado por Gerardo, le había crecido y se había endurecido su verga como nunca y sin poder hacer nada para evitar esa situación.

-      Bájame mi pantalón, ayúdame que no puedo mover las piernas.

-      Bueno, yo me encargo – le dijo Damián y se levantó de su posición, acuclillándose frente a Gerardo para bajarle el pantalón. Cuando lo logró volvió a ver la poronga que saltaba hacia arriba como una jabalina.

-      Ahora vuelve a sentarte, te quiero sentir la piel que tienes.

-      Recuerda que solo un minuto, eh?

-      Si, solo un minuto – pero cuando Damián se giró para sentarse, Gerardo lo tomó de la cintura con una mano, mientras con la otra guiaba su verga en la dirección del orto del muchacho.

-      Mmm no, no Gerardo, espera, no, no Gerardo, me levanto, no.

Pero ya tenía la cabeza de la poronga punteando la entrada de su culito y Gerardo tenía además los brazos muy fuertes que impidieron que Damián pudiese levantarse. Además se había tomado el trabajo de llenarse su verga de gel lubricante, de modo que no le costó demasiado trabajo penetrarlo, solo un poco de puntería y el culo de Damián cedió sin mayor esfuerzo. De entrada, con la sola sentada le había entrado más de la mitad de la verga, luego con un movimiento de Damián la alcanzó a meter toda y ahí se encontró el muchacho sin ninguna posibilidad de salirse de esa posición, en las garras de Gerardo.

-      Mmm tienes un culito genial chiquito, te lo voy a hacer hasta que me canse, muchas veces, ya verás cómo te va ir gustando.

-      Por favor déjame levantar, ya me senté arriba tuyo, ahora me quiero levantar – trataba de zafar Damián, sin mucho énfasis, ni convencimiento – ahhh me la has metido mmm hasta el fondo ahhh, ya está, ya basta.

-      A ver si me escuchas y terminamos pronto, te levantas y te sientas, te levantas, te sientas, así una y otra vez y te lleno el culito de leche, si?

-      No, no quiero, ya me quiero levantar y me quiero ir.

Fue en ese momento que llegó Tamara con una bandeja, trayendo tres copas para festejar el reencuentro de la pareja.

-      Mmm pero que ven mis ojos, te está gustando verdad amor? – dijo Tamara, pero no supo Damián si le hablaba a él o a Gerardo.

-      Me encanta – respondió Gerardo – dile que se mueva como un putito, así acabo pronto. Vamos ayúdalo, que estoy recaliente, mmm.

-      Me quiero levantar, me quiero ir – decía Damián, pero en realidad no hacia el menor esfuerzo por levantarse.

-      Vamos muévete como dice Gerardo, putín – le decía Tamara – a ver como lo haces, me gusta ver cómo te cogen, mmm eso me calienta mucho.

-      No, no quiero – Damián pugnaba tibiamente por salirse, pero Gerardo lo tenía abrazado con fuerza y la pija la tenía clavada hasta lo más profundo.

-      Tamara dile que se mueva o me enojo – dijo Gerardo.

-      Mejor te mueves o en vez de brindar traigo el látigo y te cago a azotes, puto de mierda, que hablamos hace un rato, eh? – gritó Tamara en la cara de Damián, cambiando su voz melosa por otra áspera y fuerte que impresionaron al muchacho.

De a poco Damián se empezó a mover, aterrorizado por la amenaza de su novia, de todos modos ya la tenía adentro, ya Tamara había visto como se lo estaba culiando enfrente de ella y si ella lo consentía, asunto terminado. Así que Gerardo usó y abusó del culito y de las levantadas y sentadas de Damián y en poco tiempo le llenó el culo de leche, a tal punto que cuando comenzó a sentir que se le dormía la verga a Gerardo, se levantó y tuvo que correr al baño con una mano tapando su agujero que chorreaba el líquido caliente y espeso.

-      Te gustó putito? – le dijo Tamara al tiempo que le ofrecía una copa para brindar.

-      Yo volví para estar contigo y no para esto – contestó Damián, de todas formas le había gustado y sentirse humillado lo excitaba cada vez más.

Tamara le retiró la copa que le había dado, se acercó hasta pararse frente a él y volvió a descargarle dos terribles cachetazos, tal como era su estilo de derecho y de revés.

-      Que fue lo que te dije? No te he dicho que no me contradigas más?

-      Es que yo te dije . . .

-      Me importa un carajo lo que me dijiste, al final te cogió Gerardo que era lo que yo quería y mejor que te haya gustado, de acuerdo? Te diste cuenta que se hizo mi voluntad?

-      Si Tamara, disculpa – la humillación que sentía en ese momento Damián, no la había tenido nunca, además como de costumbre la acompañaba con una fuerte erección que trató de ocultar.

-      Mira Tamara, el putito está caliente – le dijo Tamara a Gerardo, tomándole el bulto a su novio.

-      Tal vez me la esté queriendo chupar, yo estuve mal porque no se la ofrecí para que me la chupara – dijo Gerardo.

-      Puedes hacerlo ahora, me gustaría ver como la chupa el mariquita este – agregó Tamara.

-      Ven a chuparme la verga, putito, vamos demuestra que la chupas mejor que una puta – le dijo Gerardo.

-      Traigo el látigo – amenazó Tamara.

-      No, está bien – dijo Damián y se arrodilló y se puso a chupar la pija y huevos de Gerardo.

-      No quieres acostarte en el sillón, así te chupa el culo también? – dijo Tamara.

-      No, que lo haga acá, otro día que tenga ganas de cogérmelo, lo haremos en una cama.

Tuvo que trabajar bastante Damián para volver a sacarle leche a Gerardo, porque hacía minutos le había llenado el culo a él y antes de eso se la había estado chupando Tamara, así que el hombre no estaba en el mejor momento. No obstante eso, la boca, lengua y dedos de Damián llegaron a sacarle otra porción de leche, que Gerardo quiso que antes de tragar compartiera con su novia.

-      Ah, ya estoy por acabarte marica, no te la tragues toda y comparte la leche con la puta de tu novia, de acuerdo? – le dijo Gerardo.

-      Mmm glup splash si, bueno glup splash toma Tamara ajjj – en el momento que le hacía tragar la leche a Tamara, Damián comenzó a eyacular dentro de su pantalón, como consecuencia de la calentura que había acumulado por las humillaciones sufridas, la enculada que recibió, la larga mamada que había efectuado y el contacto con los labios de su novia fue finalmente lo que provocó su orgasmo.

Tamara abrió su boca para recibir la leche que proviniendo de la pija de Gerardo, había descargado en boca de Damián y de éste a ella. Ella se tragó un poco y le devolvió el resto a Damián, que ante una seña de Gerardo, tragó en un santiamén.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

C O N T I N U A R A