Dulce hogar 13

Para el dueño de casa no se salva nadie, ni su propio hijo, a quien somete sin contemplaciones. Llega a escena una persona manipuladora, perversa y más que eso, teniendo a su cuerpo como única arma.

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   13

Pasaron los días, la tranquilidad volvió a reinar en el seno del hogar, Rita bajó los decibeles de su disconformidad sexual, dedicándose más que nada a intensificar su relación de los fines de semana con Romina, lo que consolidaba un amor cada vez más grande entre ambas mujeres. Por su parte Mariano, cada vez que le era posible disfrutaba tanto de su mujer, como de su hija y de su criada, alternaba con una y otra o las juntaba para darse orgías en su propio beneficio.

En esas festicholas que se daban en el dormitorio principal de la casa, el que sacaba el mayor beneficio era justamente Mariano, ya que las tres mujeres parecían formar parte de un harén sin derecho a casi nada y con obligación de dar todo para agradar al hombre que las juntaba. Claro que todo esto no hacía más que poner a las damas cada noche más disconformes con el trato que recibían por parte de Mariano, que solo procuraba su propia satisfacción y se desentendía de las necesidades de sus mujeres, dejándolas invariablemente con sed de sexo.

A su vez ellas notaban que Mariano, empezaba a cansarse de la monotonía de estas reuniones, decidieron que tenían que buscar por otra parte para calmar sexualmente a esta persona.

-      Creo que tenemos que hacer un cambio en este tipo de relaciones, cada vez son más odiosas – dijo Rita a Romina una tarde, después de tener una encamada feliz y plena.

-      Coincido contigo, a mi cada vez me pesa más ir a tu dormitorio, no solo no gozo nada, sino que salgo dolorida.

-      Si, yo me doy cuenta de todo eso, lo mismo le pasa a Marisol, el padre la trata como si fuera una chica de la calle.

-      Si, pobrecita ella, tan delicada, su padre la obliga a hacer de todo, mmm.

-      Creo que tenemos que hacer que Damián se integre, tal vez logre frenar a su padre – propuso Rita.

-      Que se integre como? A nuestras noches?

-      Si, claro, además creo que está esperando que lo invitemos a participar. El sigue teniendo sexo con su hermana casi a diario, me lo cuenta la nena, por eso yo le insisto tanto con los anticonceptivos.

-      Yo creí que sus relaciones eran solamente de sexo oral entre ellos o por la cola.

-      No, desde que su padre la desvirgó, ellos lo hacen casi a diario, no se como no te has dado cuenta.

-      Vivo en una nube, yo pensé que se pajeaban o se chupaban, veo que me equivoqué, pero sí, claro que los escuché – contestó Romina.

Así fue que Rita una noche después de cenar cuando se retiraba para su habitación lo invitó a Damián a que fuera un rato al cuarto de ella.

-      Tú sabes que a veces nos juntamos con tu hermana y también con Romina, si quieres venir, te esperamos hijo – le dijo Rita a Damián.

-      Mmm sabía que más tarde o más temprano se iban a acordar de mí.

-      No te duermas, esta noche te esperamos – le dijo su madre.

A los pocos minutos Damián recibió la visita de Marisol en su cuarto, él estaba revisando sus mensajes en la computadora muy entretenido.

-      Hermanito, me dijo mamá que más tarde te llegas como invitado especial a nuestros encuentros nocturnos?

-      Le llamas encuentros a las orgías que tienen? No tienes vergüenza, eres una verdadera putita.

-      Claro que lo soy, tu me hiciste así o me equivoco?

-      Es cierto, yo te inicié, pero bien que la pasas genial eh?

-      Por supuesto, no me quejo de esto. A veces me pregunto, si no podría hacer algo más con Adriano?

-      Ni lo sueñes, no tienes mi permiso, con tu novio solo mamadas o pajas, no más que eso o lo terminas perdiendo, yo te diré cuando puedas coger con él.

-      Y bueno, a veces me caliento tanto chupándola que me dan ganas de que me la ponga un poco, pero si tu no me autorizas, que se joda mi noviecito.

-      Más de uno quisiera tener una noviecita como tu, para florearse contigo y ligar de tanto en tanto una mamada o una paja.

-      Lo que digas hermanito, pero bueno, deja eso y vamos para el cuarto de los viejos.

-      Si, de los viejos que te cogen, jajaja.

-      Sabes lo que dice papá siempre?

-      No, que dice.

-      Que el sexo no reconoce familia, ni parientes, ni amigos, ni nada. El sexo es sexo, sin explicaciones ni prejuicios.

-      Es así, yo te decía siempre algo por el estilo, cuando empezamos nosotros.

-      Mmm si, es verdad.

Esa noche no fue más que entrar Damián al cuarto principal, que su padre lo abrazó y se pegó a él y no sabía el muchacho que se convertiría en el actor principal de ese encuentro.

-      Que bueno que te hayas integrado a nosotros hijo, acá no valen los prejuicios, ni nada, somos carne, tenemos sangre y vamos a gozar lo que nuestros cuerpos nos pidan, ok?

-      Si, a eso vine.

-      Entonces quítate la ropa, que quiero verte desnudito, yo haré lo mismo.

Damián se dio vuelta para desnudarse, acomodó lo poco que traía en una silla junto a la cama de sus padres y cuando giró encontró a su padre parado en la cama, totalmente desnudo tomándose la verga con una de sus manos y con la otra haciéndole señas a él para que se acerque a abrazarlo. Rita y Marisol estaban en el baño interno del cuarto, buscando algunos juguetes que utilizaban siempre, cremas y lociones, además acomodaban su vestuario que consistía en medias con porta ligas y camisones cortos que no llegaban a tapar las nalgas. No llevaban ni bombacha, ni corpiño, ninguna de las dos. Adrede se quedaban dentro del cuarto de baño, como para darle tiempo a Mariano para que seduzca a su propio hijo.

Por su parte Damián, a instancias de su padre se había subido a la cama y junto a él se hallaba sentado recostado contra el respaldar, tratando de sintonizar alguna película porno que se proyectaría por el plasma instalado sobre la pared. La película elegida trataba de una orgía en donde mujeres y hombres se mezclaban todos contra todos, lo que era festejado y comentado por Mariano a su hijo.

-      Ahí no se salva nadie, eh hijo?

-      No, eso es lo que parece.

-      Acá tampoco nadie está a salvo, de acuerdo hijo?

-      Mmm... – Damián no supo bien que contestar, dudó al hacerlo y fue ahí que aprovechó su padre para reducirlo – no se.

-      Mejor nos metemos dentro de la cama, ven a mi lado que quiero sentirte, que tengo frío.

-      Si, está bien.

No fue más que acercarse a su padre, que éste lo puso de costado y se abrazó a él desde atrás, en forma de cucharita, apoyándole todo su cuerpo y poniendo su verga entre las piernas del muchacho. Este quiso correr las piernas hacia delante, pero su padre no se lo permitió, le levantó una y metió su verga entre los muslos, presionando con sus brazos para que el muchacho no se despegue de él.

-      Quédate tranquilo Damián, soy tu padre, se lo que hago – dijo Mariano, tratando de tranquilizar a su hijo.

-      Pero papá, espera que . . . – Damián sintió que su padre no se conformaba con colocarle la verga entre las piernas.

-      Relájate muchacho, relájate y goza, siente mi cuerpo, disfruta del tuyo.

-      Espera, espera, me está doliendo así.

-      Está bien, te pongo crema para que no te duela, pero no vuelvas a quejarte, ni a detenerme, que no me gusta.

-      Bu-bueno.

Tomó el pomo de gel lubricante Mariano y descargó en su mano un poco para esparcir por el culito de su hijo, metiendo el dedo corazón hacia adentro para comprobar la dilatación del esfínter, notando que ésta era buena, puso también algo de lubricante en la cabeza de su verga y antes que Damián pudiese esbozar una mínima queja lo estaba penetrando, de costado en el centro de la cama. Cuando Romina golpeó la puerta del cuarto para saber si podía pasar, Mariano le gritó que lo hiciera sin detenerse en la penetración que estaba consumando. Damián se puso rojo porque se sentía humillado por su padre, avergonzado que lo viera en esa posición la mucama, pero al mismo tiempo su cuerpo gozaba lo que estaba viviendo.

-      Mmm como estamos por aquí Damiancito, el que las hace, las paga no? – le dijo Romina, en un tono irónico.

-      Me da vergüenza, pero me gusta, ah mmm despacio por favor pa’ – pidió Damián a su padre que había empezado a dar estocadas, ya que había alcanzado a penetrarlo totalmente.

-      Aguanta hijo, que lo tienes dilatado a tu culito, te gusta mi putito? Sientes como te bombeo? Ah mmm que delicia, como te estoy cogiendo.

-      Si, me gusta, mmm pero más suave, quieres? – seguía quejándose Damián.

-      Si, claro que le gusta, si es más puto que otra cosa – dijo Romina, riéndose de Damián, humillándolo frente a su padre.

-      Acaso tu no te revuelcas con mi madre, negrita trola? Y con Marisol también lo has hecho, de que hablas entonces, mmm ah despacio pa’.

Siguieron los cruces de palabras entre Romina y Damián, lo que no hacía más que calentar la situación, Mariano los escuchaba desde su mundo, él seguía bombeando cada vez más fuerte dentro del culo del muchacho que ya empezaba a cansarse y a estar dolorido por lo fuerte de los embates, por suerte al poco  tiempo acabó y como de costumbre se desplomó sobre el cuerpo de su hijo, agitado como estaba.

-      Ahhh ajjj como quedé, ahhh mi Dios estoy agotado, ahhh – era característico en Mariano, que una vez que acababa dejaba escapar exclamaciones bien sonoras, Damián ya las había escuchado antes desde su cuarto, ahora las tenía a centímetros de sus oídos.

-      Por favor sácamela papá, me sigue doliendo – pidió Damián.

Mariano de un movimiento brusco, tal su costumbre, le sacó la verga del culo al darse vuelta sobre su costado, para quedar de espaldas en la cama. Damián había alargado las manos tomando las de Romina, que se había acercado a mimarlo al muchacho, sabedora ella de lo que era tener a Mariano bajo su cuerpo.

-      Estarás agotado, verdad Damiancito? – le dijo Romina.

-      Más que eso lo que estoy es dolorido, es muy brusco como se mueve, no había sufrido nunca este dolor tan agudo.

-      Nosotras pensamos igual que tú, se lo hemos dicho pero no cambia, es así – refiriéndose ella a Rita y Marisol.

-      Mmm ya veo como es.

-      No me la quieres limpiar hijo, tengo un poco de tu caquita en la cabezota, mira por favor – le dijo Mariano a su hijo.

-      Espera que traigo una toallita húmeda – dijo Damián.

-      No que toallita ni que nada, con tu boquita muchacho o me vas a decir que nunca te chupaste una buena verga luego de haber sido cogido?

-      Nunca, eso no lo hice nunca, pa’.

-      Bueno, esta noche será tu primera vez, a no hacerle asco a eso que es muy rico, vamos hijo putito.

-      No, no quiero hacerlo, me da asco.

Romina que estaba a su lado, lo empujó a Damián para que le limpie la verga a su padre, sabiendo que si no lo hacía, él se enojaría mucho, así que por lo bajo le pidió que lo hiciera y luego fuera al baño a enjuagarse la boca. Al escuchar a la muchacha, Damián tomó coraje y se acercó hasta la verga de su padre, abrió la boca y la empezó a chupar, cerrando los ojos cuando un pedazo de su caca se le pegaba en el paladar, la pija se le doblaba entre sus labios, estaba flácida y difícilmente volviera a levantarse, al menos esa noche, así que le dio dos o tres chupadas a fondo y salió corriendo hasta el baño para escupir lo que había juntado y que llevaba mezclado con su saliva.

Dentro del baño encontró una escena que no esperaba ver, estaba su madre echada sobre su hermana haciendo un 69 sobre el piso del baño, había tirado unos toallones y sobre ellos se encontraban lamiéndose la una a la otra. Por esa causa no se habían presentado en el dormitorio hasta ese momento. Por supuesto que no se molestaron en separarse y siguieron en lo suyo, mientras Damián corría a escupir y enjuagarse la boca. Al salir del baño estuvo a punto de decirle la escena que estaban dando, con medias, portaligas, Marisol tenía puestos zapatos de taco aguja y ambas camisones cortos, con transparencias.

Cuando regresó al dormitorio, Romina estaba lamiéndole los huevos a su padre, que miraba la película porno con las piernas abiertas, una mano en el control remoto y la otra en la cabeza de la muchacha. Mariano al notar la presencia de su hijo, le dijo que se acostara a su lado, golpeando con la palma de la mano la superficie de la cama que estaba desocupada.

-      Solo a mirar la película, pa’, nada más que quedé muy cansado.

-      Está bien, pero no quieres que te la chupe Romina? Debes tener leche que sacar afuera o me equivoco?

-      Mmm eso puede ser, me la chupas un poco Romina? – le dijo Damián a la muchacha, quien se corrió de lugar y dejó los huevos de su padre para ponerse la verga del muchacho dentro de la boca.

-      Quieres darme tu lechita bebé? – le dijo Romina transformada en una gatita mimosa.

-      Es toda tuya amor.

Romina comenzó a chupar la verga de Damián, de menor a mayor, de tener la pija doblada y dormida hasta ponerla dura como una piedra. Le lamió los huevos, le acarició los muslos, le chupó el orto y lo fue llevando hasta que cuando notó las convulsiones y la respiración entre cortada del muchacho, se lanzó a comerle la verga y esperar los envíos de leche caliente. Llegó la primera oleada, que fue cortita, la segunda más abundante y con rica leche espesa y caliente y las siguientes que traían cada vez menor cantidad de esperma. Juntó todo en la boca y con la boca abierta le mostró a Mariano lo que había salido de la verga de su hijo.

-      No tienes que ser egoísta Romina, yo te enseñé a compartir, sabes? – dijo Mariano sonriendo y señalando a su hijo.

Romina tuvo una mirada cómplice con Mariano y se acercó hasta Damián para besarlo en la boca, en realidad lo que pretendía era traspasarle su propio semen, cosa que hizo ni bien el muchacho despegó sus labios.

-      Ajjj pero que glup ajjj haces – dijo Damián luego de escupir un poco en su mano y de tragar otro poco.

-      Acá se comparte todo, amor, era tu lechita, no puedes decir que no te ha gustado.

-      Me has hecho atragantar, no, eso no hice nunca, tendré que cuidarme de Ustedes.

Esa fue la primer noche de Damián con su padre y compartiendo algo con Romina. Su madre y Marisol, seguían en la baño cuando él se levantó para retirarse a su cuarto. Más tarde cuando estaba acostado a punto de dormirse, Marisol entró a su dormitorio y le pidió permiso para dormir con él en su cama.

-      Como lo hacíamos antes hermanito, quiero estar contigo – le dijo su hermana.

-      Claro que quiero que estés aquí en mi camita, a ver, estás sin bombachita, mmm, entonces seguramente querrás que te la ponga un poquito, si?

-      Por eso estoy acá hermanito, papá es un bruto, me hace doler solamente.

-      Me parece que no es novedad lo que dices.

-      Me dijo Romina que te cogió, es verdad eso?

-      Me temo que si, tengo el culo que me late y no deja de recordarme lo que me hizo hace un rato.

-      Es un bruto, no se como no aprende.

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En el curso de Damián había entrado una chica nueva que tenía a todos los muchachos a su alrededor y los que no lo estaban, la miraban a la distancia. También era blanco de miradas de todas las mujeres y no pocos integrantes del cuerpo docente la admiraban. Es que Tamara, tenía un don especial, irradiaba optimismo, alegría, ganas de vivir y todo naturalmente, ya que no se esforzaba por ser simpática o por agradarle a quienes tenía a su alrededor.

Su belleza era natural, no se debía a la tintura del cabello, que lucía lacio y con un largo que llegaba a tapar parte de su espalda. Su rostro no estaba cargado de maquillaje, solo usaba lo justo y necesario, sus cejas, sus pestañas, sus uñas, sus labios, sus pómulos, su dentadura, todo era natural. Sus vestidos no necesitaban hombreras para marcar la línea de los hombros, sus breteles tenían de donde sujetarse, sus pechos redondos y turgentes hacían que el corpiño fuese en Tamara una prenda mal llamada sostén. Tenía muy poca cintura y una excelente medida de caderas, sus piernas largas, esbeltas y bien formadas terminaban en dos pies diminutos, propio de una diva como ella.

Pero además de estos dones de armonía y belleza de su cuerpo, tenía la cualidad de vestir bien, perfumarse lo justo como para no pasar inadvertida, una voz deliciosa, que podía ser melosa en momentos calientes, como también fuerte y cargada de energía cuando la situación lo requería.

Desde que había entrado todo el mundo hablaba de ella, pretendía acercarse, tenerla como compañera de estudios y por supuesto algo más, ya que todo el universo que la rodeaba pretendía algo de ella, como mínimo no pasar inadvertido. Pero nadie se le animaba, ya que tenía el carácter que pasaba de un estado a otro en fracción de segundo, podía ser una mujer receptiva y dejar entrar a quien ella quisiera y en un instante con una sonrisa rechazar al que la incomodara.

Sin embargo el destino quiso que Damián y esta diosa compartieran una comisión de estudios, ya que la primera letra de los apellidos era idéntica. Por esta causa junto a otros estudiantes, participaban de los mismos trabajos y estudios, lo que sirvió para conocerse un poco más en profundidad. Por supuesto que Damián se derretía por esta chica, pero su miedo a quedar en ridículo lo hizo quedar expectante, manteniéndose cerca solo por cuestiones de estudio.

A Tamara, Damián no le pasó inadvertido, por ese motivo se fue ingeniando para saber de donde provenía, como era su familia y otros datos que parecían importarle mucho y que tenían que ver con el patrimonio familiar. Ella venía del interior y se alojaba en un departamento alquilado en un edificio habitado en su mayoría por estudiantes.

La familia de Tamara la componían su padre, su madre y ella. Había heredado de sus padres las características físicas y el afán de superarse, lo que a la madre la había llevado a prostituirse buscando un futuro mejor y a su padre a la cárcel por la comisión de estafas y otros delitos menores. Así que de momento esta chica tan espléndida por fuera, tenía sus temas ocultos y el poco dinero que manejaba le llegaba por el trabajo que desempeñaba su madre, que dada la edad que tenía ya no le era tan sencillo conseguir presas fáciles para llevar a su cama.

De ahí que Damián se transformara para Tamara en un blanco a derribar, se trataba de un buen estudiante, buen mozo, de buena familia, simpático y se lo veía siempre bien vestido. Que otra cosa quisiese Damián que estar en el centro de los pensamientos de Tamara? Ni se soñaba como esta chica del interior quería meterse en su vida y tampoco podía siquiera imaginarse como se la iba a cambiar. Sonrisa va, caída de ojos viene, Damián cayó rendido ante Tamara en menos de lo que canta un gallo.

Lo primero que hizo fue invitarla a tomar un café, no podía creer él que la chica se le hubiera acercado a la salida de la universidad y conversando de bueyes perdidos, le haya preguntado si la podía llevar hasta la casa, fingiendo que no se sentía del todo bien. Claro que al subir a la camioneta del muchacho, le dijo que en realidad hacía rato que ella se fijaba en él, pero él nunca la miraba o le llevaba el apunte y eso la decidió a tomar la iniciativa.

-      Te puedo invitar a tomar un café o lo que quieras, antes de llevarte a tu casa?

-      Encantadísima – le contestó Tamara, diciendo para sus adentros: gracias Dios por haberme hecho tan linda.

-      No puedo creer que una chica como tú te puedas haber fijado en mi?

-      Tienes muy baja la autoestima Damián, eres muy buen mozo, lo sabes?

-      Bueno, no es para tanto – contestó poniéndose colorado.

-      Desde que entré a la facultad, me fijé en ti, por supuesto que miré a muchos chicos, pero fuiste tú el que me gustó en serio.

-      Cuéntame algo de ti – le dijo Damián.

Tamara mientras hablaba con Damián no dejaba de mirar a cuanto hombre se le cruzaba, por momentos parecía que estaba sola, hablándole a la pared. Le relató que ella venía del interior, que sus padres eran de clase media alta (mentira), que era él el primer chico con el que iniciaba una relación (mentira), que había venido a estudiar para forjarse un futuro (en realidad había venido a forjarse un futuro, buscando encontrar un candidato a su medida, pero no a estudiar). Así Tamara le dijo a Damián lo que quiso decirle, dejando a libre imaginación del muchacho lo que no podía o quería responderle. Cada minuto que pasaba junto a Tamara, Damián se sentía más en la gloria, no quería dejarla en su departamento, pero a su vez quería desprenderse de ella para contarle a su hermana, madre y demás el tesoro que tenía entre manos.

Eso lo hizo ni bien llegó a su casa, en un estado de excitación brutal, a tal punto fue la cosa que la propia Marisol le confesó que desde ya empezaba a sentir celos de esta chica.

-      Ya te la voy a presentar Marisol, no sabes lo linda que es, desde que entró a estudiar con nosotros, todo el mundo la está mirando, es muy especial, espera a conocerla y después me cuentas si exagero.

-      Es que ya quiero conocerla, tráela a casa, invítala a cenar o a almorzar este domingo, no dices que es del interior, pues que se venga a pasar el fin de semana, dile que se quede a dormir acá – propuso Marisol mientras le brillaban los ojos a su hermano.

Por supuesto que esta noticia del comienzo del noviazgo de Damián con Tamara, no hizo que se detuvieran las noches de placer en esa casa. Para Mariano, eso no tenía que ser un motivo para impedir la vida sexual de la familia, en todo caso, para hacer planes a futuro, pero eso no se lo mencionaría a su hijo por el momento. Todos estuvieron de acuerdo que era una buena idea invitar a Tamara a pasar el fin de semana con la familia y más que ninguno el propio Damián.

-      No sabes que bien cayó en mi familia cuando les conté que habíamos empezado una relación – le dijo Damián a Tamara en un recreo entre las cátedras.

-      De que relación me estás hablando? – le contestó la muchacha con ojos de hielo.

-      De la nuestra, ayer no hablamos de . . . – dijo Damián siendo interrumpido abruptamente por Tamara, con una voz que no le dejó espacio para la duda.

-      Ayer solo te dije que eras muy buen mozo, pero tú te lo tomaste como que acepto casarme contigo, me parece que no entiendes bien cuando te hablo – le dijo Tamara, dando por terminada la charla, retirándose y dejando solo a Damián, pálido y sin poder emitir palabra.

El mundo se había derrumbado para él, no lo podía creer. Pero si ayer le había dicho que se había fijado en él y lo había elegido entre todos los demás. Ella fue quien le pidió que la llevara hasta su departamento, le contó de donde venía, aceptó tomar un café con él y charló un momento antes de bajarse al llegar a su casa. Tanto se podía haber equivocado? Pensó Damián en no entrar a clase, pero sin embargo lo hizo, tomó su lugar sentado detrás del asiento de Tamara, que de momento lo ignoraba hablando con otros chicos y chicas que tenía a su alrededor y así se comportó hasta la hora de salir y volver a sus respectivos domicilios. Pero como podía ser que durante las tres horas que siguieron a partir de esa charla, no le haya dicho una sola palabra, que cada vez que él la miraba tratando de comunicarse, ella miraba para otro lado, riéndose siempre con uno u otro compañero o compañera.

Estaba por subir a su vehículo, al finalizar la jornada en la universidad, cuando sintió una voz que le era conocida.

-      La verdad que no te entiendo Damián, ayer me llevaste a mi casa y me invitaste a tomar un café, hoy me sorprendiste con lo que dijiste en tu casa de mi sin consultarme nada y ahora te vas y ni siquiera te despides de mi y mucho menos me preguntas si deseo que me lleves hasta mi departamento? – le dijo Tamara con una expresión difícil de describir, había enojo y desafío en su rostro, en sus ojos y en su boca.

-      Yo Tamara, no sabes como estoy, me siento destruido, creí que no me hablarías más y además pensé que . . . – de nuevo Tamara lo volvió a interrumpir.

-      Escucha Damián, yo te propongo una cosa, si quieres tener una relación conmigo, más vale que no pienses, déjame que lo haga yo, quieres?

-      No te entiendo.

-      Te lo diré claramente, porque me estoy dando cuenta como eres en realidad. Quieres tener una relación conmigo?

-      Claro, ni me lo preguntes.

-      Responde si o no, se simple en la vida, ya me estoy cansando.

-      Si, por supuest. . . – Tamara no dejó que terminara de pronunciar la palabra.

-      Solamente si o no, ni una palabra más – ahora había algo más que enojo en el tono de la chica.

-      Si – dijo Damián, pálido.

-      Entonces la tendremos, pero a mi manera, yo decidiré que haremos, yo pensaré por ambos, es la fórmula para no cometer errores ni equivocaciones, uno piensa, ambos actúan, de acuerdo?

-      Si – volvió a responder Damián, con los ojos abiertos, mirando fijos a Tamara.

-      Si que? Si Tamara, no te dije que contestaras si o no o tal vez entendiste eso? – le dijo Tamara dejando a Damián cada vez más desconcertado.

-      Bueno, si Tamara, lo que tú digas.

-      Llévame a mi casa, por favor, me cansa esto de tener que decirte como comportarte.

-      Bueno, ya te abro, espera.

Abrió la puerta de su lado y desde adentro le quitó el seguro a la puerta del acompañante, encendió el motor del vehículo y miró a su derecha viendo que Tamara se encontraba parada al lado de la puerta, por lo que hizo la señal de que estaba destrabado el cierre. Volvió a mirar y se sorprendió al ver que Tamara comenzaba a caminar alejándose del lugar, paró el motor, bajó y fue corriendo tras la muchacha hasta alcanzarla.

-      Ey Tamara, porque te vas, que hice ahora? – le dijo Damián cuando la alcanzó.

-      Lo nuestro no tiene futuro – le contestó – no eres capaz de abrirme la puerta para que suba, solo te limitas a quitar el seguro y que me suba yo sola, eh? Total, que soy para ti, una perra, no? – Tamara no había dejado de caminar, alejándose del lugar en donde estaba estacionado el coche de Damián.

-      Disculpa Tamara, no volverá a suceder, vuelve que te llevo y prometo ser más caballero de ahora en adelante.

-      Otra de estas y no me ves más, me entendiste?

-      Si Tamara, te pido que lo olvides.

-      Ni lo sueñes, me debes una y te juro que me cobraré este desprecio que me has hecho. Ni me hables en el trayecto, no te quiero escuchar.

Llegaron de vuelta al coche, Damián abrió la puerta del acompañante, esperó a que Tamara se sentara, cerró la puerta y luego se dirigió a su lado, para sentarse a conducir hasta la casa de la muchacha. Cuando llegaron a destino, sin hablar en el trayecto, Tamara esperó a que Damián le abriese la puerta para descender, una vez que lo hizo el muchacho se acercó para darle un beso de despedida, siendo rechazado rotundamente por la chica.

-      Ni lo pienses, con todo lo que me has hecho hoy, en la facultad y en el auto, no Damián, nuestro comienzo es tortuoso, mejor que en el futuro cambies o que te olvides de mi, no te mereces nada. Déjame, por favor.

-      Pero Tamara no es para tanto, en la universidad solo te dije que . . . – y Tamara se retiró dejándolo solo, hablando sin poder terminar el párrafo, cerró la puerta de la entrada del edificio en sus narices.

La desolación de Damián no tenía límite, conducía como una persona que estaba condenado a muerte, recordaba todo lo que había vivido en el día con Tamara y no encontraba grandes explicaciones para lo sucedido. Habían empezado una relación de la peor forma, el estaba perdidamente enamorada de esa mujer, pero ella lo trataba mal, sin embargo la amaba, la deseaba más que a nada y aún no le había dado siquiera un beso, ni siquiera le había tomado la mano para acariciársela. Estaba ensimismado en sus pensamientos cuando suena el celular.

-      Damián, fíjate lo mal que estamos comenzando, ni siquiera te has ofrecido a pasarme a buscar mañana para ir a la universidad, no se si debemos seguir esta relación – le dijo Tamara.

-      Por favor dame una oportunidad, me adaptaré a tu forma de ser, haré lo que me pidas, confía en mi.

-      Mañana pasa media hora antes de la clase, ahora estoy ocupada – y cuando cortó Tamara, Damián creyó distinguir del otro lado del celular como que había alguien más con la chica que la apremiaba para que corte la comunicación, pero seguramente sería que se habrían ligado las líneas telefónicas.

No tenía el número de Tamara y tampoco supo como ella había conseguido el suyo, pero para terminar la llamada que se había cortado abruptamente, llamó al número desde el cual había sido llamado, esperando ser atendido por ella. Pero eso no pasó, la llamada la contestó un hombre y de pésimos modales.

-      Quien pasa ahora? – fue lo que escuchó, cuando le contestaron.

-      Perdón, pero de este teléfono recién me llamaron, mi nombre es Damián y . . .

-      Te dije media hora antes que comience la clase, ahora corta y déjame en paz o terminamos acá – contestó Tamara de pésimo humor, que había tomado el teléfono para contestar.

-      Yo solo . . . – pero la comunicación se había terminado.

Otra incógnita más, con quien estaba Tamara, estaba con un hombre y de tan mal carácter que lo había intimidado. Pero ella no se quedaba atrás, sin embargo la amaba profundamente, a pesar que ni siquiera estaba seguro como era la piel de sus manos. Esa noche Damián tuvo bastante tiempo despierto, no podía conciliar el sueño pensando en Tamara, la novia que él tenía, la chica a la que él no había podido llegar a tocarle un pelo, era algo que no podía comprender, que debía esclarecer muy pronto.

A la hora indicada por Tamara, Damián estaba en la puerta esperando que ella descendiera de su departamento, él la había llamado por el portero eléctrico avisándole que la aguardaba abajo. Cuando ella se presentó, Damián dio muestras de haber aprendido la lección, esperaba a su novia con la puerta abierta, cerrándola cuando ella se sentó sin mirarlo siquiera. Se subió al vehículo, comenzó la marcha hacia la universidad y le preguntó porque no lo había saludado.

-      Estoy enojada contigo, la forma que me llamaste ayer, solo para demostrarme que no confías en mi, pero quien te crees que eres? – le dijo Tamara con su mirada fija en el camino, sin mirarlo al hablarle.

-      Solo te llamaba para hablar contigo, no sabía como habías obtenido mi número de móvil y se me ocurrió devolver la llamada. Como hacen las parejas o los amigos, se hablan para decirse cosas, que se yo, quería escuchar tu voz.

-      Fuiste impertinente, yo no tenía deseos de escucharte, ya me estoy cansando de ti, mejor que nos olvidemos de esto.

-      No Tamara, no puedes dar por terminado algo que todavía no empezó, dame otra oportunidad y prometo no defraudarte.

-      La última, será la última oportunidad que te doy, pero ahora te tendrás que abstener a las consecuencias por portarse indebidamente. Hoy no me hablarás en todo el día, te comportarás como si no nos conociéramos, veremos como lo haces y a la salida volvemos a hablar.

-      Está bien, entendí lo que quieres.

Durante toda la jornada en la universidad, Tamara no dejó de coquetear con uno y otro chico, se reía, hablaba, contaba y le contaban secretos al oído, por momentos desaparecía en horas de clase y cuando volvía lo hacía arreglándose la ropa o el cabello. Todo eso lo seguía disimuladamente Damián, pensando cosas horribles de su novia, porque se retiraba del aula y cuando volvía parecía otra persona? Además le daba la impresión a Damián que siempre alguien la acompañaba a ella, pero no tenía la certeza, si en cambio muchas dudas. Lo cierto es que durante todo el día, estuvo radiante, espléndida como siempre, alegre, hermosa, era una diosa, hasta el preciso momento que le tocó encontrarse con él para el retorno a su casa.

-      Quiero ver si has aprendido la lección, sino será nuestro viaje de despedida – le dijo Tamara a Damián que la estuvo esperando casi cuarenta minutos a la salida de la facultad.

-      Verás como aprendo rápido – le contestó Damián, mientras abría la puerta del lado de Tamara, invitándola a subir y cerrando luego que ella se hubo puesto el cinturón de seguridad.

-      Vamos bien, estoy atenta a como te desempeñas.

-      Como ha sido tu día hoy Tamara? – preguntó Damián.

-      Excelente, lo comencé mal, pero el día siguió muy bien, hasta este momento.

-      Porque dices hasta este momento, la estás pasando mal?

-      Por ahora no, pero no me fío de ciertas personas – le dijo Tamara, mirándolo de reojo.

Llegaron a casa de Tamara, cruzaron muy pocas palabras más en tono cordial por parte de Damián. Para alegría del joven, Tamara lo invitó a pasar a conocer su departamento, luego de que aquel se bajara y le abriera la puerta invitándola a descender del vehículo.

-      Te has comportado razonablemente bien, te invito a que me acompañes hasta mi departamento, puedo ofrecerte un té si te agrada – Tamara consideró que debía aflojar un poco con su forma de ser, ya que tanto mal trato podría hacer que el muchacho se enfriara y la abandonara.

-      Con gusto acepto ese té, Tamara – acto seguido le abrió la puerta la hizo pasar delante de él y lo mismo en el ascensor, comportándose como un caballero.

-      Estás mejorando, puedes llegar a tener un premio.

Conoció el departamento de Tamara, tenía aroma a mujer en el interior, se percibía una mezcla de perfumes y aromatizantes que producía un efecto especial. Todo era buen gusto, no había detalles de lujo, todo era madera, tapices artesanales y no cabía duda que quien lo habitaba además de ser mujer, era del interior de la provincia. Tamara le indicó a su convidado que se acomodara en una banqueta frente a una barra desayunadora, ella le preparó el té que le había prometido y se lo alcanzó, sentándose a su lado para observarlo con atención. Es que Damián era un lindo tipo de hombre, eso era innegable, vestía bien y se encontraba siempre perfumado, sus manos estaban cuidadas, su calzado limpio, su ropa impecable. Ahora lo veía tomar la taza de té y se daba cuenta por la forma de comportarse que era un muchacho fino y muy bien educado. Tendría que moldearlo para que le sirva a ella para su propósito de vida. Era una picardía perderlo, pensó.

-      Podemos hablar algo de nuestra relación, como va a ser, vamos a ser novios, amigos solamente o que – preguntó Damián mientras sorbía el té y la sacaba a Tamara de sus pensamientos para con él.

-      Me gustaría tener una relación estable contigo, Damián, pero me da mucho miedo, a veces eres tan desconsiderado conmigo.

-      No entiendo porque me dices eso, no se que te pueda haber hecho, porque no me lo dices con claridad, para corregirme, yo no quiero perderte.

-      Te lo diré de nuevo, te acuso de tener faltas de cortesía, de inmiscuirte en temas de mi intimidad, de no hacer caso de lo que te digo y mejor que no siga.

-      No considero que nada de lo que haya hecho pueda llegar a ser grave, aún así, respeto tu forma de evaluarme y trataré de ser mejor día a día.

-      Es mi mayor deseo.

-      Pero también deseo alguna muestra de cariño, una caricia, un beso o algo, para que pueda considerar que realmente somos novios.

Abandonó la banqueta Tamara y se acercó hasta pegar su cuerpo al de Damián, pudo sentir el muchacho la respiración de ella en su cara, el roce de sus pezones en su pecho por lo que en una reacción lógica pasó sus brazos por detrás del cuerpo de la chica para apretarla junto a sí, con la clara intención de besarla. La sintió ceder a la fuerza de sus brazos, buscó sus mejillas y las besó con ternura, una y otra vez tratando de encontrar los labios más perfectos que jamás hubiera besado. Los sintió húmedos, carnosos y buscó entonces su lengua, encontró la puntita y más tarde la lengua de ella penetrando en su boca, para ser chupada y el beso se hizo muy caliente.

Pero ahora los brazos de Damián la apretaban más, él se había parado y la apretaba contra la barra haciéndole sentir su verga endurecida como la roca, se la empezó a refregar y notó como la chica no ofrecía resistencia y permitía que el muslo de Damián se colocase entre sus piernas y llegara a rozar la zona más caliente de Tamara, bajó con su boca ávida de besar hasta los pechos y ahí fue cuando se produjo una reacción de la chica que él no esperaba.

-      Espera Damián, que me quieres hacer, es que pretendes aprovecharte de mi, me quieres violar, eso es lo que quieres verdad? Eres un pervertido, perverso y degenerado, eso es lo que eres. Mira como tienes tu cuerpo, mira eh – Tamara le señalaba el estado de su pantalón, que hacía una carpa por el estado de la verga.

-      Pero Tamara, como me dices eso, nos estábamos besando y abrazando, tu no te resistías.

-      Porque me lo impedías, mejor te vas de mi casa, violador inmundo, no te quiero ver más.

-      Me voy, pero no merezco que me insultes así, no soy eso que dices.

Cerró la puerta, tomó el ascensor, subió a su vehículo y manejó hasta su casa, adonde entró y se fue directo para el dormitorio, se acostó y otra vez le volvió a pasar que no podía conciliar el sueño. Cuando Damián se dio cuenta, estaba llorando y no sabía porque, en realidad sabía que se debía a la forma en que había sido echado de la casa de Tamara, pero no se imaginaba que bicho le podía haber picado, todo venía siendo normal, no se extralimitó en nada. Fue después de la medianoche que sonó su celular, recién había quedado dormido, lo atendió con voz pesada y con los ojos cerrados.

-      Si, quien habla?

-      Estabas durmiendo? – era la voz de Tamara.

-      Si, pero no importa, te escucho, pasó algo?

-      No, mañana pasa a la misma hora que hoy.

-      Bueno, no hay problema . . . – pero la comunicación se había cortado, podría ser el estado de las líneas o las antenas defectuosas o tal vez, no, sería a causa de la empresa de celulares.

Al otro día a la mañana, a la misma hora que el día anterior, Damián esperaba que bajase Tamara para abrirle la puerta y llevarla hasta la universidad. Lo único que esperaba era no tener que pasar el día entero castigado por ella, tal como había pasado el día anterior.

-      Hola, buen día – le dio un beso en la mejilla y se acomodó en el asiento – vamos cierra, que esperas.

-      No me esperaba que me llamaras y mucho menos que me recibieras con un beso.

-      Para que veas que corazón tengo y encima después te quejas de mí.

-      Yo nunca me he quejado, al contrario, te adoro, quisiera darte besos a cada instante, hacerte mimos.

-      Y violarme también, verdad? Mejor que te calles y vamos a la facultad, quieres?

-      Ok, te quiero decir algo, pero no quiero que te enojes. Hoy es viernes, recuerdas que tienes una invitación para pasar el fin de semana en casa?

-      Tengo buena memoria, si, lo recuerdo.

-      Vas a venir?

-      Si prometes tratarme bien, si.

-      Te trataré como a una reina.

-      Entonces acepto.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

C O N T I N U A R A