Dulce hogar 12

La noche es larga en casa del matrimonio de Elba y Horacio, hay para todos los gustos, nadie se quedó sin tener lo suyo. Por otra parte Rita y Romina salen a disfrutar la noche solas, pero pronto encuentran companía.

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   12

Luego de acomodar su ropa, Horacio se levantó, apuró su trago y se excusó para retirarse de la sala, mientras Leandro se acercó a curiosear lo que Damián hacía con Gimena. Cuando éstos últimos se separaron, ya que la chica acudía al llamado de su patrona, Leandro aprovechó para llegarse hasta donde se encontraba Damián para retomar el diálogo o bien, en caso de que lo volviera a rechazar su permanencia en esa casa estaría de más. Damián seguía con la vista el andar de Gimena por el interior de la sala, esquivando muebles, mesas y distintos elementos que para él eran novedad, pero que para ella eran cosa de todos los días. Por eso se sorprendió cuando Leandro le habló desde donde se acercaba.

-         Al fin te encuentro, veo que estuviste pasándola bien o me equivoco?

-         No te equivocas, la he pasado de maravilla.

-         La podrías pasar mejor aún si solo me prestas un poco de atención.

-         Esta noche no, Leandro, tal vez otro día, por ahora no más, lo que probé contigo fue por la fuerza y te aseguro que no me gustó, aunque debo confesar que en aquella ocasión la pasé mejor que con Bruno.

-         Ok, respeto tu voluntad.

Fue en ese mismo momento que se acercó Horacio, ya que al verlos hablando juntos pensó que tal vez Damián pudo haber cambiado de parecer y si eso fuera así, él también quería probar el culito ese.

-         Les apetece que les haga traer alguna bebida – les dijo Horacio tratando de agregarse a la conversación.

-         Estaba despidiéndome de Damián – dijo Leandro – me retiro.

-         Como puede ser, es muy temprano, no la has pasado bien, verdad? – le contestó Horacio.

-         Lo que pasa es que no nos entendemos, seguramente ese es el motivo por el cual se quiere ir – acotó Damián.

-         Bueno, en realidad, hoy no hemos tenido mucha conversación entre nosotros – acotó Leandro.

-         Y porque no lo hacen ahora – agregó Horacio, tratando de unir a los dos.

-         Es que . . . – Damián intentó explicar lo inexplicable, que su deseo de estar con Leandro se contraponía con su educación.

-         Escucha muchacho – dijo Horacio – de la misma forma que disfrutaste hace minutos con Gimena, si te hace bien abrazarte a Leandro, hazlo. No te reprimas, nada es más hermoso y gratificante que el sexo, sea como sea que lo quieras hacer y con la persona que deseas. Libérate de prejuicios y deja que fluya lo que pretendas.

Mientras Horacio le hablaba a Damián, Leandro le acariciaba la mano y los muslos, sin rechazo alguno, por lo que cuando el dueño de casa se retiró, el enano apagó una luz cercana y se animó a besar en la mejilla al muchacho que temblaba de nervios o calentura. Presionó con su cuerpo pequeño para recostar a Damián de espaldas en el sofá, separándole las piernas y masajeando el bulto creciente que tenía bajo el pantalón. El pequeño hombre se colocó entonces entre las piernas del muchacho y extrajo la verga para acariciarla y besarla.

-         Me gustaría mucho que te relajes, Damián – le dijo Leandro, mientras trataba de sacarle la verga fuera del pantalón

-         Está bien, mmm – Damián temblaba mucho, tal vez los nervios, también la calentura que crecía dentro de su cuerpo.

-         Relájate, muchacho, cierra los ojos y déjame hacerte unos mimos.

-         Dale mmm ahhh – Leandro se había lanzado a lamer la verga del muchacho, por momentos la metía dentro de su boca y le acariciaba los huevos, tratando de bajarle el pantalón.

-         Déjame que te saque un poco tu pantalón, Damián, verás como te hago gozar, mucho más que la perra esa que te tuvo antes que yo y que te dejó la verga con olor a perfume ordinario.

-         Mmm bueno, pero esmérate Lea, porque Gimena me hizo una mamada de película – Damián relajado un poco más, le hablaba a Leandro, mientras acariciaba su cabeza que la tenía entre sus piernas.

-         Glup splash mmm que rica verga que tienes, mmm a ver tus huevos Damián, abre bien las piernas, vamos, ponlas arriba de mis hombros.

-         Bueno, chúpame los huevos también ahhh mmm.

-         Tú relájate pichón, yo te voy a chupar todo, a ver esos huevos mmm.

Siguió mamándole uno y otro huevo, alternando con su verga, la zona del pirineo de alto voltaje erótico y por último el orto, que Damián contraía y relajaba de acuerdo a los movimientos del enano, con su lengua y con los dedos. Cuando consideró que lo tenía a punto, se aventuró un poco más y metió un dedo en el culo de Damián, que ya tenía relajado, lo sacaba ante el posible rechazo por parte del muchacho y se lo volvía a poner cuando notaba que se calmaba, mientras estirando su otra mano acariciaba el rostro de Damián, rozando deliberadamente los labios en uno y otro sentido, tratando de forzar una apertura de los mismos para meterle algún dedo dentro de su boca.

La mamada cada vez era más intensa, sopesaba Leandro el estado del muchacho, por la forma de respirar y por lo entregado que lo notaba. Había logrado después de mucho insistir pasando la mano por la boca, que se la besara, por eso buscaba con algún dedo encontrar la lengua de Damián, la que tímidamente ofrecía y volvía a guardar al instante. Leandro lo siguió desvistiendo hasta dejarlo completamente desnudo y cuando lo logró se terminó de desvestir el mismo, que venía quitándose la ropa de a poco, mientras podía o le quedaba alguna mano libre para hacerlo.

Fue así que quedaron ambos desnudos, la posición no había variado aunque si la disposición que tenían. Damián estaba más suelto, atreviéndose a besar los dedos de su compañero con más dedicación, amparado por la oscuridad y la calentura que crecía fuertemente. Leandro seguía mamando esa verga con caricias en las piernas, en el orto, en los huevos y en la cara, todas muy bien recibidas por Damián. De tanto en tanto, insistía en meterle un dedo en el culo, se lo lubricaba con su propia saliva, tratando de dilatárselo y de acostumbrarlo al asedio por atrás.

De pronto sintió que Damián terminaba, que iba a acabar y dejó de mamarle la verga, metiéndole su dedo bien adentro en el culo, lo cual hizo que se le cortara el orgasmo, protestando el muchacho por la conducta del enano.

-         Ey, me cortaste el polvo y me hiciste doler con tu dedo – le dijo Damián.

-         Disculpa bebé, quieres dejarme un lugar a tu lado, estoy con la boca acalambrada de tanto mamártela?

-         Si, ven a mi lado y después me la sigues chupando, que quiero acabar.

-         Ok – le dijo Leandro, acomodándose de costado tras Damián, dispuesto a arrimarle su verga y ver su comportamiento.

Amparado por la oscuridad y la seguridad de estar solos los dos, lejos de la vista de los demás, Leandro se fue acomodando hasta formar la clásica posición cucharita teniendo a Damián delante de él, que de entrada se resistió, pero unos besos en el cuello, oreja y nuca, más algunas palabras cariñosas, hicieron que cediera un poco de terreno.

-         Relájate chiquito, déjame que te siga haciendo feliz, te quiero abrazar y hacer sentir como estoy, siente mi cuerpo un poco y te la sigo chupando.

-         Mmm me pareces que estás buscando otra cosa.

-         No te voy a mentir, quisiera que me dejaras ponértela un poco, pero ya me imagino la contestación – Leandro probó entrarle a Damián por la parte de los mimos, pensando que si no se dejaba se la metería lo mismo.

-         Te imaginas mal, sabes que me gustaría? Que me la pongas entre las piernas, sentirla ahí, no más que eso, quieres hacerlo?

-         Si, bebé, lo que digas – y le arrimó la cabeza, previo bajarse y escupirle el orto desparramando la saliva con el dedo, empujando un poco para adentro, como para tener todo lubricado.

-         No, adentro no, entre las piernas Lea – protestó Damián.

-         Relájate bebé, te la voy a refregar para que la sientas y si te gusta, te la meto, aflójate y déjame que te bese el cuello.

Con paciencia, con caricias en el cuerpo, Leandro se fue ganando la confianza de Damián, siguió con la franela hasta que notó que se había relajado, en ese tiempo pasó su verga por el culito muchas veces, sin embargo nunca pujó para que le entrara, con lo que percibió que el muchacho estaba entregado a los mimos que él le hacia. Pero esa conducta cambió cuando Damián comenzó a dormitar en medio de tanto goce, sin haber acabado, con la verga dura aunque no al máximo. Leandro aprovechó ese momento para dar un leve impulso hacia adentro cuando su pija pasó por el orto de Damián, que estaba totalmente receptivo. Si bien sintió la penetración, no hizo demasiado esfuerzo por impedirla y menos aún le pidió a Leandro que le sacara el trozo de carne que le había metido en su culo.

-         Ay, no Lea, no me la metas, que duele – dijo tibiamente Damián.

-         Es que ya la tienes adentro bebé, no endurezcas tu cuerpo, sigue relajado y verás como la gozas.

-         Bu-bueno, despacio, quédate ahí si?

-         Un poquito más, déjame un poquito más adentro, porque ahí se me sale – le dijo Leandro, que seguía penetrándolo, ya estaba con la mitad de la verga adentro.

-         Despacito Lea, despacito.

-         Ya casi la tienes toda adentro, ahora me quedo quietito y si no te molesta la muevo un poquito para que la sientas mejor.

-         Bueno, pero despacito, no te olvides.

-         Ya, ya está, sientes mis huevos bebé?

-         Si, claro que los siento, me la metiste toda, por favor no te muevas.

-         Lo que digas chiquito – igualmente Leandro no le hizo caso y en segundos estaba moviéndose muy suavemente, sintiendo como Damián acompañaba con su culito esos movimientos.

-         Despacito, que me dan ganas de cagar.

-         Aguanta, es natural eso, esa una sensación, siente como entra y sale, lo notas?

-         Claro que lo noto, es mi culo.

Los movimientos se fueron haciendo cada vez más intensos, notó Leandro que Damián acompañaba sus embestidas con movimientos de su culo y con contracciones y dilataciones de su esfínter. Al percibir esta actitud, Leandro lo giró al muchacho haciéndolo poner en cuatro, de esa forma el parado por detrás tomado de las caderas, lo embestía con más fuerza y lo incitaba a que se pajeara al ritmo suyo.

Damián no se opuso al cambio de posición, para lo cual Leandro se la debía sacar, él acomodarse en cuatro como le había pedido el enano y éste último tenía que volver a penetrarlo. No solo no opuso resistencia alguna, sino que por el contrario se mostró colaborativo, ya que con sus manos separó sus nalgas para una mejor penetración por parte del enano. Y éste se la metió toda, hasta el fondo con todo el vigor posible y comenzó a bombear con fuerza, con la complacencia de Damián, que gozaba por la forma que se lo estaba cogiendo.

Estaban a todo placer, pura pasión le estaban poniendo a esa cogida, uno recibiendo, el otro dando, lo que no se habían percatado que estaban siendo observados por Horacio desde una muy corta distancia, amparado en la oscuridad reinante, había sacado su verga afuera y se pajeaba con la visión que tenía ante sus ojos. La escena era por demás caliente, a Horacio no le quedaba duda de la complacencia de Damián, que acompañaba con su culo las embestidas dadas por el enano, lo sentía animarlo de tanto en tanto con alguna frase caliente, típica en este tipo de encuentros.

De pronto Horacio no se pudo aguantar más la calentura que tenía, luego de haber sido separado de Marisol por su esposa y rechazado por el propio Leandro. No quería terminar la noche con una simple paja, él quería tener algo de acción y que mejor idea que hacérsela chupar por el muchacho mientras le estaban dando por el culo. Por eso se bajó los pantalones y con la verga bien parada, tomada con su mano derecha, se acercó poniéndose frente a Damián y le ofreció su pedazo de carne.

-         Vamos muchacho, mira como la tengo, tienes que chuparla, mmm.

-         No, Horacio, no me gusta – le respondió Damián.

-         Como que no te gusta, solo abre la boca y chupa putito, todos los putitos chupan verga.

-         No, te digo que no chupo verga.

-         Espera Horacio, te prometo que yo te la chupo, déjame acabarle y te la chupo -  le dijo Leandro, molesto porque veía alterarse a su muchacho, luego del trabajo que le había dado poder cogerlo.

-         Bueno, por lo menos puedo mirarlos?

-         Si, eso si – dijeron los dos al unísono y siguieron cogiendo con más fuerza hasta que el enano se desplomó luego de llenarle el culo de leche caliente al joven Damián.

-         La sientes como te llena el culito, puto? – le dijo Leandro.

-         Si, siento como que me has dado un enema, tengo el culo lleno, me siento raro.

-         Y claro, eso fue un enema de leche, te gustó mariquita? – insistió Leandro.

-         Si, mucho, quería volverlo a hacer contigo, ya se lo había dicho a mi hermana.

Leandro había quedado satisfecho luego de la cogida que le dio a Damián, ahora tenía que cumplir con lo que le había prometido a Horacio, por lo que se recompuso y se situó entre las piernas del anfitrión dispuesto a hacerle una mamada.

-         Espero que no tardes mucho en acabar, estoy muy cansado después del polvo que me eché y antes que eso estuve un buen rato chupándole la verga a Damián.

-         Seguro, te vi como lo trabajaste al muchacho y eres un maestro, sabes como alcanzar tu objetivo.

-         Damián ve a limpiarte la colita y vuelve, que quiero compartir algo más contigo – le dijo Leandro al muchacho, tratando de separarlo de la escena que se aprestaba a dar.

La idea del enano era convencerlo a Damián para que se la mame a él, para después hacer que se la chupe a Horacio. Esto lo comentó con el hombre al cual le estaba empezando a acariciar los huevos y la verga y éste se puso muy ansioso por saber que iba a hacer Leandro.

-         Es muy sencillo, le voy a pedir que se ponga a mi lado mientras te la chupo, para que vea que se la chupe a él y ahora te la chupo a ti y que eso no representa ningún problema para mí.

-         Quieres convencerlo que es algo natural lo que haces.

-         Y en verdad lo es.

-         Tienes razón – contestó Horacio.

-         Ahí viene – le dijo a Horacio – ven acá Damián, mira como se la chupo, no tiene una verga divina?

-         Si, la verdad que es la más grande que he visto hasta ahora.

-         Tócala, acaríciale los huevos mientras yo se la chupo, vamos no tengas miedo, mmm.

-         Bueno – y Damián comenzó a acariciar los huevos de Horacio tímidamente al principio y más suelto después, siempre animado por lo que le decía el enano.

-         Glup splash si vieras el placer que da hacer una mamada pensarías distinto glup splash mmm – le decía Leandro.

-         Veo como te gusta hacerlo, si.

-         Huele que buen aroma tiene.

-         No, bueno a ver . . . mmm huele a verga perfumada.

-         Te gusta? Vamos entonces, acaríciame la verga a mi, dame unos masajes, tipo paja, pero suavecito, si?

-         Está bien, uy pero la tienes parada de nuevo.

-         Si, porque me calienta mucho chupar, me excita no sabes cuanto.

-         Mmm la tuya no huele rico Leandro – Damián se había animado a tomar el aroma de la verga del enano, mientras le daba caricias y lo pajeaba.

-         Porque recién la saco de tu culito, putito, no te diste cuenta de eso? Ve a traer un paño húmedo y me la limpias, si?

-         Bueno, eso lo puedo hacer.

-         Ya lo tienes – dijo Horacio mientras Leandro se la mamaba – después que te la limpie, seguro te la termina chupando.

-         Sin duda – respondió el enano.

Damián fue a buscar una toallita para limpiarle la verga al enano, en el camino vio la escena que estaban dando su hermana junto a Elba y Gimena y no pudo reprimir el deseo de acercarse un poco más para ver de cerca lo que estaban haciendo. Gimena se percató de su presencia cercana y separándose momentáneamente de su hermana le dijo:

-         Con quien la pasaste mejor, conmigo o con el enano?

-         Con ambos, son placeres distintos, con los dos volvería a estar y hacer lo mismo – le contestó Damián.

El comentario de Elba no se dejó esperar, lo hizo en voz baja para que solo lo pudieran escuchar Gimena y Marisol.

-         A este muchachito me parece que le gusta la pija más que comer.

-         Mmm, de acuerdo, pienso igual – dijo Gimena, la única que se mantuvo en silencio fue Marisol, que pensaba en su hermano y su indefinición sexual.

Luego de conseguir el elemento que buscaba, Damián retornó con los dos hombres, con el paño en la mano.

-         Acá conseguí esta toallita, a ver esa verga – Damián pasó el paño por la verga y huevos hasta dejar toda la zona en perfectas condiciones, cuando acercó su rostro para olerla, Leandro hizo un movimiento y le puso la verga sobre los labios.

-         Como huele? – le dijo haciéndose el distraído.

-         Mmm ahora está bien – contestó Damián.

-         Entonces dame besitos en la cabeza, eso no te hará mal.

Y así comenzó Damián con los besitos en la cabeza de la verga, más tarde en el tronco y por último separó los labios y permitió que le pusiera la pija en la boca. La chupó torpemente al principio, pero enseguida su lengua se fue adaptando y la terminó mamando como un experto. Lo que no quiso fue que le acabara en la boca, ya que Leandro no había permitido que él le hiciera lo mismo. Sin embargo el enano le decía que debería ir aceptando esa práctica ya que era muy usual entre amantes el descargar el semen en las bocas y tragar todo hasta la última gota.

-         Entonces que Horacio te acabe a ti ahora, a ver como lo haces, tal vez después me anime -  le dijo Damián.

-         Quieres que le acabe en la boca a Leandro? Pues déjame probar tu boquita y después me lo cojo por la boca al pequeñín hasta llenarle el estómago de leche – interpuso Horacio, dejando mudo al propio Leandro.

-         Ok – dijo Damián – deja que se la chupo un poco, después me quedo a ver como te llena la boca de leche.

-         No se peleen por mi verga, me la chupa uno y después el otro, hay para los dos, jeje – dijo Horacio y le acercaba su verga a Damián para que se la metiera en su boca.

Más atrás Marisol que caminaba buscando a su hermano, lo logra divisar entre los diversos muebles y aparatos que había en la sala que se encontraba con bastante poca iluminación. Se detuvo a pocos metros y se mantuvo sin ser vista por los hombres, quería espiar lo que pasaba entre ellos. En primer lugar lo vio a su hermano chupándole la verga al enano, luego hubo una conversación entre ellos y notó que Leandro dejaba de chuparle la pija a Horacio para dejar que se la mame su hermano. No vio Marisol que hubiera forcejeo alguno, al contrario lo veía a su hermano que se metía la verga en la boca con placer, incluso tratando de poder meterla en su totalidad, lo que le resultaba imposible por el tamaño. Si lo sabía eso ella, que se la había estado chupando durante largo rato a Horacio en su anterior visita a la casa.

-         La están pasando bien chicos? – les preguntó Marisol cuando decidió acercarse al trío para presenciar de al lado lo que allí hacían.

-         Mmm muy bien – dijo Horacio.

-         Si, bien – dijo Leandro, escondiendo como podía su desnudez.

-         Nos estabas espiando Marisol – respondió Damián sorprendido con una pija dentro de su boca y totalmente desnudo.

-         No hermanito o mejor dicho si, los estaba mirando, no tienes porque enojarte, me caliente ver como lo hacen.

-         Disculpa, me sorprendiste en una escena complicada.

-         Chupando una verga, como tantas veces me has obligado tú.

-         Ya no te obligo, me la chupas porque te gusta.

-         Bueno, basta chicos, sigue con lo que estabas haciendo Damián, un poco más y se la dejas a Leandro – dijo Horacio, que estaba teniendo un bajón en su erección.

-         Si, sigan, yo me voy – dijo Marisol retirándose, para volver junto a Elba y Gimena, sin tener dudas acerca de la certeza del comentario de las mujeres respecto a su hermano.

Tal como estaba planteado Leandro reemplazó a Damián y se la mamó a Horacio hasta hacerlo largar una buena oleada de semen que intentó compartir con el muchacho, sin que aceptara. No obstante, Damián había dado un paso importante descubriendo una faceta importante de su sexualidad. Esto lo conversó largamente con Marisol durante varios días, era el tema obligado, llegando a la conclusión que debía aceptar sus gustos sin privaciones, ni prejuicios.

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En su casa la situación para Rita no cambiaba, seguía estando mal atendida por su marido a pesar que ella había hecho todo tipo de esfuerzos y concesiones por cambiar la situación. En primer término se había abierto y le ofreció que disfrutara a gusto de Romina, incorporándola luego a las relaciones de pareja propias. Más tarde ella misma se ofreció y le permitió que usase su cuerpo a su total complacencia, aceptando todo tipo de peticiones sexuales, posiciones, formas y lo que fuere que Mariano quisiera hacer con ella, todo aceptaba y complacía. Por último le entregó a Marisol, la hija de ambos para que la desflorase en su presencia.

Había dado muestras por demás Rita, de su buena voluntad, sin contar que miraba para el costado cuando se enteraba de las andanzas de su marido en la clínica en donde trabajaba. Todo esto le había hecho pensar a Rita que era su culpa lo sexualmente insatisfecho que estaba su marido, por eso se había preocupado en acercarle todo tipo de condimentos a su relación en pos de no perder la familia.

Pero ahora se encontraba cansada de tanto mal trato, de tanto ser dejada de costado, de tanta falta de atención o preocupación por su satisfacción personal a la hora de tener sexo principalmente. Ella siempre quedaba rezagada, para ella los orgasmos eran algo casi inalcanzables, muy de vez en cuando los obtenía y en el mejor de los casos, los alcanzaba mediante pajas que debía hacerse para poder tener a su cuerpo en paz.

Por eso se dijo basta, había llegado su hora, la hora de poner las cosas en su lugar. De ahora en más ella iba a tener tanto placer en las relaciones como su marido y mucho más también. Si él no se lo sabía dar, ella se lo iba a procurar por sus propios medios. Así como había sido capaz de acercarle placer a su marido, se las ingeniaría para obtenerlo ella misma, a costa de lo que fuere necesario hacer.

Como primera medida Rita convino en que debía cambiar algunos aspectos de su vida, tal como su estilo de vestir, de maquillarse, arreglar un poco el cabello a tono con el ritmo que pensaba imprimirle a su vida, frecuentar lugares en donde pudiera hacer y deshacer sin temor a ser vista y reconocida, en fin, había que adecuarse a un cambio drástico de rumbo.

Claro está que el cambio no iba a ser solo estética corporal, sino más profundo, abarcando conductas de vida que iban a dar una importante rotación, había que provocar algo que sirviera para demostrar que ella era una persona con sentimientos, decidida a llegar hasta donde fuese necesario para lograr la satisfacción que tanto se merecía.

Operado el cambio estético que buscaba, un día sábado por la tarde, después del consabido encuentro con Romina, se encontraba en el vestidor dando los últimos detalles a su ropa, maquillaje, perfume y demás, cuando entró su marido que venía de practicar deporte en las instalaciones del barrio que habitaban. No pudo menos que sorprenderse gratamente cuando la vio, se tuvo que refregar los ojos para constatar que en verdad se trataba de su esposa.

-         Mi cielo, eres tu Rita? Y este cambio que has hecho? Tu cabello, esa ropa que vistes, casi no te conozco así como estás ahora – le dijo Mariano sorprendido al verla tan linda y sensual.

-         Tengo una reunión con las chicas – mintió Rita – vamos a encontrarnos para tomar algo, no creo que tarde mucho.

-         Estás radiante amor, te van a mirar mucho los hombres, me dejas en un estado que me dan ganas de acompañarte, mmm.

-         No es necesario, además te aburrirías con nosotras, ya te dije, no tardaré demasiado. Ah, la llevo a Romina conmigo, me da cosa eso de andar sola a la noche por la calle.

Por supuesto que no salía con sus amigas, de haberlo hecho no la hubiera llevado a Romina, se habría combinado con alguna de ellas para viajar juntas. La llevaba a su hembra, mucama y confidente porque entre ambas trazaron este plan de liberación, si es que cabe utilizar ese término. Esa tarde después de haberse encamado, estuvieron charlando como lo venían haciendo desde tiempo atrás, acerca de los pasos que venían dando los integrantes de la familia y lo que a ellas les tocaba o les quedaba, que era nada. Mientras Mariano, Marisol y Damián gozaban de relaciones reconfortantes, a ellas las tenían relegadas a conformarse con las migajas.

A Romina le inquietaba además la poca atención que Mariano le prestaba a su esposa, desde ya que a ella le pasaba lo mismo con él o sea que era un hombre que solo se preocupaba por si mismo y punto. Por eso se avino la muchacha a alentar a su señora a que hiciera algo distinto y Rita la escuchó atentamente y le hizo caso y de a poco fue cambiando su look y esa noche salieron ambas a descubrir el poder que ellas tenían, en realidad Romina acompañaba con la sola idea de ver feliz y realizada a la persona que cambió su vida.

-         Te parece que Mariano se creyó lo que le dije? – preguntó Rita a la muchacha cuando iban en camino a quien sabe donde.

-         No escuché lo que pasó en tu vestidor, pero por la forma en que nos despidió, pienso que si, que no desconfía de ti – contestó Romina.

-         Mejor para él, no sabe lo que le espera, ahora es nuestro momento de dar el paso, yo quiero sentirme íntegra, bien mujer y con él no lo estoy sintiendo a pesar de los esfuerzos que he hecho y de todo lo que di y lo que cedí.

-         Mereces que te pase lo mejor y que me dejes un poquito para mí – le acotó Romina.

-         Tú me tienes a mí y yo a ti, ahora vamos por unas buenas vergas, que si vienen acompañadas de dos buenos mozos, mejor todavía.

-         Dos o más, si, mejor más, jajaja.

Ambas mujeres se encontraban desinhibidas, radiantes y dispuestas a gozar de una buena noche y después de muchas más, esa era la meta trazada. Se dirigieron a un coqueto restaurante que quedaba en las afueras de la ciudad, donde muy difícilmente serían reconocidas, allí cenaron en soledad intercambiando comentarios sobre lo que estaban viviendo y las distintas posibilidades que tenían de mejorar la situación que le tocaban vivir. Luego de cenar dieron una vuelta caminando, fueron asediadas por hombres de distintas edades, pero que a simple vista no eran capaces de ofrecer nada que les importara obtener.

Hasta que se presentaron dos jóvenes de buena presencia, bien vestidos y educados, que se les acercaron pensando que se trataba de una madre con su hija o bien una tía con su sobrina.

-         Entonces ni madre e hija, ni tía y sobrina? – dijo el más gracioso de los dos muchachos.

-         Solamente amigas – contestó Rita, con lo que quedó claro que si había que convencer a alguien debía ser a ella.

-         Podemos invitarlas a tomar algo? – insistió el muchacho.

-         Adonde nos quisieran invitar? – preguntó Rita, con Romina y el otro joven de simples espectadores del diálogo entre ella y el otro muchacho.

-         Si por mí fuera, las invitaría a casa, vivo acá a la vuelta.

-         Solo a tomar una copa – dijo Rita, con una sonrisa que podía ser interpretada de distintas maneras.

El joven que estaba con Rita, la tomó del brazo y la empujó para que caminara a su lado en dirección al departamento, que efectivamente quedaba a la vuelta de donde se habían encontrado. Charlaron de temas intrascendentes, mientras eran seguidos en silencio por Romina y el otro joven. Al llegar al edificio, el joven le dijo a Rita que subiría él y su amigo primero, para poner algo de orden y que en minutos subieran ellas, indicándoles el número del piso y la letra del departamento. Rita en el lapso que se quedaron solas, le dijo a Romina que seguramente algo le iban a pedir a cambio de la invitación, ya que nadie invita a una mujer o dos, como era este caso, a un departamento sin segundas intenciones. Por esto, Rita le pidió a Romina que confiara en ella y que se abstuviera de dar datos, teléfonos o algo que pudiera servir para identificarlas o comprometerlas.

Pasados unos minutos, luego de ponerse de acuerdo, ya que era la primera salida juntas, subieron al departamento en donde los esperaban ansiosos ambos jóvenes, resultaba evidente que allí vivían por lo menos dos personas más, por el desorden generalizado de ropa, cuadros y demás elementos que delataban esta circunstancia.

-         Chicos, no tenemos toda la noche, vamos a tomar la copa y sean sinceros, que pretenden de nosotras? – les dijo Rita dirigiéndose a los dos muchachos que palidecieron al escuchar a una mujer mayor que ellos, absolutamente resuelta y franca.

-         Bueno, este, yo pienso que podríamos pasar un momento agradable juntos, este . . . – dijo el que resultaba ser más gracioso, pero que ahora demostraba su inexperiencia e inmadurez.

-         Que es un momento agradable para ti? – volvió a la carga Rita – y tú, porque no nos convidas con el trago prometido – le dijo dirigiéndose al otro.

-         Ok, que desean tomar?

-         Vino blanco, con hielo – dijo Rita – y además deseo que me contesten la pregunta que hice.

-         Está bien, tenemos vino en la heladera, ya vuelvo – y el muchacho se retiró en busca del vino, quedando el gracioso solo con Rita y Romina, sin saber a que atenerse, que contestar y mucho menos que hacer.

-         Bien – dijo Rita – de cuanto dinero disponen? – ahora la que palideció también fue Romina, mientras que el muchacho gracioso cayó sentado en una silla.

-         Ah, entonces son putas? – dijo, algo desanimado.

-         Más o menos, te defraudamos? – siempre Rita llevando adelante la conversación.

-         Y si, no tenemos dinero, bueno te digo cuanto tenemos y vemos si podemos hacer algo.

-         Creo que nos vamos con las manos vacías – le dijo Rita a Romina en voz alta, para ser escuchada por los muchachos.

Al regresar el muchacho que había ido a juntar dinero, trajo una suma insignificante a los ojos de Rita, que no pudo menos que soltarle una carcajada. Sin embargo, esperó a que llegara el otro joven con la botella de vino y los vasos y propuso un brindis.

-         Yo propongo brindar por el amor – dijo Rita, alzando un vaso.

-         Chin chin – le respondieron, sin mucho entusiasmo.

-         Les voy a decir algo, con lo que tienen no alcanza para nada, pero bueno, lo que vale es la intención. Se conforman con un pete?

Por supuesto que se conformaron con la chupada de verga que les propuso Rita, lo cual era un premio para los cuatro. Para los dos muchachos era algo así como una paja de súper lujo, en el caso de Rita el premio consistía en tener una verga joven y dura dentro de la boca, a su entera disposición,  lo cual no se daba desde mucho tiempo atrás, salvo la de su hijo, pero a esa la consideraba como algo de todos los días. Romina también disfrutó la mamada, en el poco tiempo que le duró, ya que no fue más que acomodarse entre las piernas del muchacho, ponerla dentro de su boca, que ya se contraía el cuerpo del joven endureciendo los músculos anunciando el orgasmo precoz y efímero que estaba teniendo.

Así que luego de ese breve recreo que se tomaron, pasaron al baño a enjuagar sus bocas y arreglarse para retornar a la casa. El viaje de vuelta fue rápido, no había algo que se pudiera hacer que valiera la pena y ambas coincidieron que para regalarse ya tenían bastante en la casa. Lo que si, ambas mujeres coincidieron en repetir con más tiempo y mejor preparadas esta paseo.

-         Que tal estuvo tu salida, Rita – le dijo Mariano recostado en su cama, mirando despreocupadamente un documental en la televisión.

-         Bien, normal, nada para contar.

-         Cuéntame algo de tus amigas, estaban todas?

-         Estoy cansada, me quiero dormir rápido.

-         Mmm traes mal humor o me equivoco?

-         Adonde quieres llegar, Mariano? Estás buscando algo?

-         Tal cual, traes mal humor, mejor hablamos mañana.

-         Buenas noches.

Esa noche Mariano había recibido la llamada de una de las amigas de Rita y él se interesó por el motivo de la llamada ya que su esposa le había dicho que esa noche se reunirían como habitualmente lo hacían. Le quedó muy claro que su esposa le había mentido, pero no quiso hacérselo saber, decidió esperar a ver como se desarrollaban los acontecimientos. Había dormitado Mariano mientras su esposa había salido con Romina, por lo que ahora no tenía sueño, además tenía deseos de intimar con Rita pero no se atrevía a pedírselo por la mala contestación que había tenido momentos antes.

Sin embargo la erección que tenía hacía que muy difícilmente pudiera dormirse, por lo que se arrimó a su esposa y le apoyó el bulto, que fue rápidamente rechazado por Rita, con un “no molestes, te dije que estaba cansada”.

-         Te molesta si busco a Romina? Estoy muy caliente – dijo Mariano esperando una respuesta positiva.

-         Ni lo pienses, está con la regla – contestó Rita, cada vez más enojada.

-         Y si me traigo a la nena para acá?

-         Te dije que me dejaras dormir, porque no te haces una paja y te dejas de molestar? – le contestó Rita al borde de un ataque de histeria.

-         Por Damián ni te pregunto, porque me vas a tratar de viejo puto – le dijo por último Mariano, tratando de hacerse el chistoso.

-         Escúchame bien, no me estás ayudando en nada, te pido que me dejes dormir y no haces otra cosa que molestarme. Basta Mariano.

-         Sabes que mujer? No tolero la mentira – dijo Mariano cambiando el tono de voz, ahora estaba enojado él y molesto, dejando al descubierto que sabía que ella le había mentido.

-         Quieres pelear, bueno peleemos, veremos como termina esto.

-         No quiero pelear contigo, sabes que te amo, pero me siento mal porque me has mentido.

-         Y tú cuantas veces me mentiste, cogiéndote a pacientes, enfermeras, médicas y quien sabe cuantas más que habrás encontrado por la calle o quien sabe donde.

-         Es cierto, no te puedo negar que te he sido infiel, pero no ha significado nada en mi vida, solo un polvo y punto. Mi mujer siempre has sido tú y no te cambio por nadie en el mundo y eso lo sabes.

-         Bueno resulta que ahora yo digo lo mismo, mi hombre eres tu, pero quiero coger con otros hombres, ah y no te cambio por nadie en el mundo.

-         Estarías en tu derecho, no puedo decirte nada, yo no fui un tipo fiel, sexualmente hablando.

-         Entonces a dormir, después me buscaré alguien para que me coja. He decidido dejar salir a la puta que llevo adentro.

Con un beso en la frente, ya que Rita le negó sus labios, Mariano pretendió sellar la conversación áspera que había mantenido con su esposa. Esa noche le costó conciliar el sueño, pensando en que estaría pasando por la cabeza de Rita. Claro que tenía derecho ella a hacerle lo que quisiera, si él se había encamado con todas las mujeres que se le pusieron adelante y con muchas otras que había perseguido hasta poder obtenerlas.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

C O N T I N U A R A