Dulce hogar 10

Después de lo que le tocó vivir a manos de su padre, Marisol se enfiesta con un matrimonio mayor adonde lleva invitado a su hermano, para quien le tiene preparada una sorpresa

Recomiendo para una mejor comprensión del relato, leer previamente las entregas anteriores.

Marcela

DULCE HOGAR   10

Marisol no se quedó a pasar la noche en el dormitorio de sus padres, se quedó mirando impresionada como su padre le hacía la cola a su madre, bruscamente, como si le tuviera rabia, hasta acabar, para dejarla luego tirada sobre la cama, boca abajo en un estado lamentable, respirando agitada, dolorida, con los brazos abiertos, tomándose de las sábanas. Se levantó y corrió hasta el baño para higienizarse, tomó su camisolín, se lo colocó y antes de retirarse, tapó el cuerpo de su madre, la besó y se marchó de regreso a su cuarto. No se sentía bien, su padre le había metido verga hasta quitarle la virginidad, ya no era la misma chica que una hora antes. Su cuerpo había cambiado, lo sentía profundamente, mientras caminaba descalza por el pasillo, lo hacía con las piernas separadas, llevaba una de sus manos apoyada en su sexo, tomándolo, tapándolo, había sido perforado, estaba triste, se sentía rara.

Estaba incordiosa, tal vez durmiendo un poco pudiera cambiar su estado de ánimo. Le costó conciliar el sueño, se acomodaba de un lado, daba vueltas hacia el lado opuesto, buscaba ponerse de espaldas en la cama o boca abajo, pero el sueño no venía, no dependía de la posición. Mucho trabajo tuvo para dormirse, no sentía ruidos en toda la casa, no tenía a quien espiar, a lo mejor la habían espiado a ella, tampoco esa noche recibió la visita de su hermano o de Romina, era una noche especial, la noche en que había perdido su virginidad, a manos de su padre.

Un pensamiento le invadió la mente e hizo que pudiera conciliar el sueño, Martina, su amiga y confidente, le decía que la primera vez duele y es feo, sobre todo la sensación que queda por haber perdido el estatus de virgen, pero después se puede gozar el sexo a pleno, claro que hay que dar con la persona indicada y esa persona mejor buscarla entre gente grande. Los chicos de menos de veinte años no sirven para esos menesteres, hay que buscarse un amante mayor, con esos si se disfruta el sexo. Si, seguramente sería como su amiga le decía y de a poco el sueño le fue llegando, pensando en los hombres que conocía, imaginando encuentros  y pudo descansar después de todo lo vivido.

Cuando despertó, sintió una pequeña molestia en su vientre, llevó sus manos a frotarse la zona, cuando recordó todo lo vivido la noche anterior. Repasó mentalmente los hechos, como le había costado dormirse, las vueltas que dio en la cama hasta que el sueño la alcanzó. Era hora de levantarse, un nuevo día comenzaba, tomó algo de ropa y se fue al baño, necesitaba darse con urgencia la ducha diaria, lavar su cabello y hacerlo todo con cierta premura, porque el tiempo estaba pasando muy rápido. Cuando salió del baño de vuelta para su cuarto, se cruzó con Damián, se saludaron como todas las mañanas y se  prometieron estar juntos en algún momento durante el día.

En la cocina encontró a Romina, sirviéndole el desayuno a su madre, su padre ya se había retirado por cuestiones de trabajo, así que aprovechó para desayunar en su compañía.

-         Todo bien, mi preciosa? – fue el saludo de su madre.

-         Si mamá, un poco dolorida, tu sabes – le contestó Marisol.

-         Te comprendo, tu vida ahora será diferente.

-         Me dolió mucho, ma’ – le dijo Marisol en voz baja, para no ser escuchada por la mucama.

-         Es natural que duela, ya te olvidarás pronto de ese dolor, toma esta pastilla – y Rita le ofreció un calmante adecuado para ese tipo de dolores.

Transcurría esta conversación cuando Marisol recibió un mensaje de texto en su celular que se lo enviaba Horacio. El correo decía lo siguiente: Elba me pregunta a cada rato por ti, quieres venir a almorzar con nosotros?

-         Quien te envía mensajes a esta hora? – preguntó Rita.

-         Ah, es una compañera que me pregunta si hoy tenemos examen de historia – mintió Marisol, ocultando el verdadero origen de ese mensaje.

-         Y a esta hora se acuerda de hacer semejante pregunta? No te tendría que haber preguntado ayer por el examen o piensa ponerse a estudiar ahora?

-         Este mensaje es de anoche, tenía apagado el celular y recién lo acabo de encender – explicó Marisol a su madre.

Marisol, no era de ocultar o decir mentiras, pero esta era una ocasión especial. No podía decirle a su madre todavía lo que había vivido con Horacio en su casa, con su mujer y su mucama. Por lo tanto, tuvo que esperar para poder contestar el mensaje de Horacio, para eso se refugió en su cuarto.

Escribió un mensaje en contestación que decía: yo también los extraño, por favor comunícate conmigo entre las 10.00 y las 10.15, beso. Con ese texto Marisol se daba un par de horas para meditar si almorzar con Horacio y su esposa ese mismo día o tomarse un día más para que su cuerpo estuviera más armónico, sin dolores, ni traumas, de forma de poder disfrutar, ya que lo más seguro es que se tratara de organizar algún encuentro como el que ya había tenido con esa familia.

Cuando se produjo la llamada que Marisol esperaba, ya había pensado bien en el tema y se dijo que mejor dejar pasar dos o tres días para asistir en buenas condiciones físicas. Además pensando en los integrantes de esa familia, sobre todo en Gimena, la mucama del matrimonio, se preguntó si no sería una buena idea llevarlo a su hermano para que la conociera y participara del encuentro junto a ella. Esto se lo mencionó a Horacio, quien de entrada se mostró contrario a que fuera con su hermano y luego por algo que dijo Marisol, cambió de parecer.

Es que Marisol le recordó a Horacio que ella tenía alguna duda acerca de la real sexualidad de su hermano, lo que hizo que este señor pensara en la posibilidad de hacerlo suyo, sin presiones ni violencia y con la complacencia y presencia de su propia hermana. El muchacho siempre le había agradado, ahora sabiendo que ya lo habían sodomizado en más de una oportunidad, sería pan comido para él ese jovencito. Que bueno, pensó Horacio, tenía una yunta de hermanitos para comerse en su propia casa.

Ese día, por la tarde Marisol volvió a tener una comunicación con Horacio, quien ahora parecía estar más entusiasmado en que fuera con su hermano, que ella misma.

-         Estuve pensando el tema de tu hermano y me parece que ha sido una idea estupenda la que tuviste, preciosa – le dijo Horacio por teléfono – ya que puede servirte de pantalla para que tus padres no se preocupen por tu tardanza.

-         Mi hermano es la persona con la cual comparto todo, porque no llevarlo si está enterado de que estuve en tu casa y sabe que estuvimos juntos, aunque no le conté lo de la sala de juegos, estará genial que lo llevemos allí, le va a encantar esa onda.

-         Obvio que lo vamos a llevar a esa sala, espero que no se asuste.

-         Y si se asusta, será nuestra responsabilidad quitarle el susto y hacerle pasar una linda velada – respondió Marisol, que por momentos daba la impresión de ser mayor que su hermano, por la madurez que demostraba.

-         Te parece bien si le invito a ese chico que estuvo la última vez con él? – dijo Horacio – porque tú dices que la última vez no la pasó tan mal.

-         Serías capaz de ubicarlo e invitarlo para que se una a nosotros?

-         Descuéntalo, dalo por hecho.

No sabía bien Horacio que pudo haber pensado Marisol cuando decidió incluir a su hermano en la visita a su casa. Por lo que le había sugerido, Horacio imaginó que tendría la oportunidad de enseñarle al muchacho algunas formas de placer que el mismo se estaba negando. A su vez pensó en aprovechar esos dos o tres días de tiempo previo a la visita de los hermanos, para realizar una visita a Bruno para que éste le brinde los datos de este muchacho que él no conocía.

Por supuesto que Bruno cuando recibió el llamado de Horacio por el portero eléctrico quedó en estado de shock, duro y petrificado, sin animarse a contestar, luego de volver a escuchar las mismas palabras y tono de voz de aquel día: “Debo constatar el estado de su instalación, por una fuga que tenemos en nuestros medidores”.

-         Pero quien es Usted? – se sintió la voz de Bruno temblorosa y medio tartamudeando.

-         Soy la misma persona que te visitó hace un tiempito atrás, ábreme la puerta, solo vengo a tener una breve charla contigo – le respondió Horacio – no tienes nada que temer, se que te has portado bien.

-         Está bien, ya le abro Señor – y Bruno apretó el botón de apertura de la puerta, permitiendo el ingreso a ese hombre que lo aterrorizaba.

-         Como estás muchacho, ya ves, he venido solo, así que nada puede pasarte, estoy grande para lucha cuerpo a cuerpo – dijo Horacio al ingresar al departamento.

-         Pase Señor, tome asiento en donde guste – Bruno seguía con más miedo que otra cosa.

-         Mira, he venido a decirte que debes seguir portándote como hasta ahora, porque de esa forma nos tendrás de amigos a nosotros.

-         Por supuesto Señor, no pienso meterme más con esa familia.

-         Me parece muy bien. Ahora necesito que me des un dato y no acepto un no como respuesta – le disparó Horacio.

-         Lo que sea Señor.

-         Quiero el nombre y la forma de comunicarme con tu amigo, el que tú hiciste que estuviera con Damián, en su última visita a tu departamento.

-         No Señor, le pido que se olvide de él, es un hombre grande, no es de nuestra edad, solo me hizo un favor, es más lo presioné para que hiciera lo que hizo.

-         No tengas miedo, no le va a pasar nada a él, solo quiero tener una pequeña charla y no pienso darte detalles. Solo te digo que no temas, que no pienso hacerle ningún daño.

-         Este hombre se llama Leandro, es enano, masajista y le encantan los chicos, lo cual no lo hace una persona mala, simplemente es homosexual.

-         No soy persona de discriminar, cada uno de nosotros tiene sus propias preferencias, no es verdad?

-         Si Señor, así es.

-         Bueno, dime como ubico a este Leandro.

-         Acá le anoto el número de teléfono y solo le pido que no le haga daño y que no se entere que yo le di los datos para encontrarlo – Bruno le entregó a Horacio un papel en donde había escrito el número de celular de su amigo enano.

-         Tranquilo, soy hombre de palabra, solo quiero tener una conversación con él.

Horacio se retiró para llamar a Leandro, lo hizo desde su auto, le dijo que se lo habían recomendado como un excelente masajista y quería saber adonde acudir para recibir un tratamiento urgente, le dijo que se encontraba muy contracturado. Concertaron una cita y se encontraron precisamente en la sala de masajes que poseía Leandro, Horacio se presentó y cuando se cercioró que podía hablar con tranquilidad porque estaban solos, lo puso al corriente de su real cometido.

Le hizo saber que él estaba enterado que además de una sesión de masajes, le había dado a Damián una buena cogida, lo que según él tenía entendido fue contra la voluntad del muchacho, más allá que al terminar la faena pudo haberle gustado el tratamiento recibido. Por esa causa quería invitarlo a una reunión privada adonde iba a i Damián, porque quería evaluar el comportamiento de este muchacho estando él presente. En la mente de Horacio estaba enfrentarlo con la persona que lo hizo gozar mientras lo violaba, a punto tal que no pudo olvidar el momento vivido junto al enano en aquella oportunidad.

A pesar que Leandro sospechó que podía haber una trampa tras aquella invitación que le estaba formulando ese hombre, aún así decidió aceptar la proposición, ya que existía la posibilidad de volver a montarse a ese hermoso muchachito, de todos modos le dijo a Horacio que necesitaba un poco de tiempo para decidirse.

-         Solo te voy a dar un día, mañana a esta hora te llamo para que me contestes. Si la respuesta es afirmativa, te pasarán a buscar y te trasladarán al lugar en donde nos reuniremos – Horacio quería que el enano no supiera su dirección, por lo que decidió trasladarlo ida y vuelta en un coche de su propiedad, tomando las precauciones para que no viera el recorrido.

-         Ok, mañana a esta hora contesto – respondió Leandro.

Cuando al otro día contestó el llamado de Horacio, le hizo saber que como él no lo conocía y no sabía ni siquiera donde y con quienes se iba a realizar la reunión, se había tomado el trabajo de bajar a un disco la grabación de su cámara de seguridad, en donde se veía con nitidez el rostro de ambos. Tomada esa precaución, no tenía inconvenientes en asistir al evento, toda vez que si a él le sucedía algo fuera de lo normal, sabrían las autoridades por donde empezar a buscar.

-         Muy bueno lo tuyo Leandro – le dijo Horacio – hombre prevenido vale por dos, dice el refrán.

-         Así dice – contestó el enano.

Con la confirmación de la asistencia de Leandro, Horacio tenía la jornada bastante asegurada, teniendo en cuenta que si Damián se liaba con el enano, se podría dedicar a full a Marisol, pensando en la delicia que era esa pendejita, se le hacía agua la boca. Claro que tendría que compartirla con su esposa, con Gimena, tal vez con Damián y a lo mejor también Leandro quisiera comérsela, pero bueno, la reunión pintaba bien. En algún momento, pensó Horacio tendría que encargarse de Damián, este joven era otro de los platos fuertes para esa jornada, estaba la posibilidad también de tener que empezar por él y después seguir con la hermana.

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Cuando Marisol le dijo a su hermano que estaban invitados a una reunión en casa de Horacio, a Damián le empezaron a dar vueltas algunas cosas por su cabeza. Pensaba que tendría que hacer en casa de ese viejo verde y pronto encontró la respuesta: coger. Para que otra cosa lo estaba invitando, para eso iba su hermana y si ella lo llevaba, la posibilidad estaba en meterse con la chica de servicio, de la cual ya le había contado su hermana que era una verdadera yegua, en fin, algo haría y de alguna manera la pasaría bien.

Esa noche los hermanos salieron juntos de la casa, Damián se ofreció para alcanzar a Marisol hasta el lugar de encuentro con su novio y así partieron rumbo a casa de Horacio. La excusa era perfecta para que sus padres no se molestaran en trasladar a la joven, quien ya le había anticipado a Adriano, su novio, que esa noche no iban a salir porque tenía una fuerte descompostura, por lo que se iría a dormir, pidiéndole además que no la llamara por teléfono porque tomaría una pastilla para poder descansar profundamente.

En el camino hacia la casa de Horacio, los hermanos viajaban en silencio, Marisol no le había contado a su hermano que ya no era más virgen y no sabía como hacerlo, ya que le resultaba chocante decirle: papá me quitó la virginidad o papá la otra noche me desvirgó.

Finalmente Marisol tomó coraje para encarar una conversación, a fin de que las cosas estuvieran claras entre ellos y ver como le contaban a los anfitriones acerca del nuevo estado de ella, ya que habían quedado muy impresionados al saber que ella era virgen y cabía la posibilidad que esta invitación obedeciera justamente a esa causa.

-         Tenemos que hablar hermanito, antes de llegar a casa de Horacio, es muy importante lo que tengo que decirte.

-         Me asustas chiquita, habla que te escucho atentamente – le contestó Damián.

-         Te lo digo de una: no soy más virgen, ya puedo hacerlo por adelante sin problemas.

-         Cooomo? Cuéntame quien fue? Fue Adriano? No, no creo, quien fue? – de la impresión por la noticia que escuchó, casi choca con otro vehículo.

-         Calma hermanito, fue hace tres días, ni te imaginas quien fue, ni en donde lo hice, verdad?

-         Basta Marisol, cuéntame la verdad, sea lo que sea.

-         Bueno, pero calma, te lo digo también de golpe para no dar más vueltas al asunto: fue papá y mamá estaba presente cuando eso pasó.

-         Queee? No puedo creerte, en serio me estás hablando? Seguramente fue en casa también? Estaba Romina en la habitación también o ahora con tu presencia en vez de tríos hacen orgías?

-         Ni una cosa, ni la otra, no estaba Romina y fue algo que se dio, como tantas otras cosas. Digamos que secreto de familia y punto, lo hablamos en otra oportunidad, te parece?

-         Si, esto tenemos que seguir charlándolo entre nosotros.

-         Hay algo más que quiero decirte, por si hoy pasa algo en esa casa, lo mejor sería tener preparada una coartada por el tema de mi nuevo estado.

-         Porque? Acaso ellos sabían que eras virgen?

-         Si, yo se los dije y es muy seguro que quieran . . .

-         Si, que quieran cogerte, que pretendan desvirgarte, me imagino al viejo Horacio tratando de quitarte la virginidad, seguramente ni se le debe parar al tipo ese, verdad?

-         No te creas eso, se le para y bastante, te lo aseguro.

-         Bueno, en ese caso, dile que has estado jugando con un consolador y que tu misma te desvirgaste.

-         Buena idea, si me preguntan ya tendré esa respuesta preparada.

Tanto Horacio como Elba, esperaron ansiosos el día del encuentro, sobre todo por el morbo que ambos tenían por desvirgar a la pequeña Marisol, como así también por el condimento que le daba la presencia de Damián y del pequeño Leandro. Todo conjugaba perfectamente para que estuviesen ansiosos por que se concretara el encuentro y cada uno tenía sus razones.

Marisol recordaba la sala de juegos y lo bien que la pasó junto a Elba y más tarde con Gimena, esta muchacha le despertaba una mezcla de morbo y de respeto. Con respecto a Horacio, a ella la había tratado muy bien, no le era desagradable pensar en volver a estar con él.

Para Damián la reunión esta era una verdadera incógnita, sabía que habría sexo pero pensaba en Horacio y se desanimaba, lo creía un tipo bastante grande, no conocía a su esposa pero la imaginaba de una edad afín a su marido, una mujer desteñida. La posibilidad estaba en que Gimena estuviera realmente apetecible y pudiera tener una velada jugosa con ella. También pensaba en probar a su hermana por la parte de adelante, si se dejaba por Horacio, se tendría que dejar por él también, tenía muchos deseos de penetrar esa conchita y poder echarse ricos polvos.

Horacio pensaba en Marisol como una muñequita a quien poder desvirgar y eso lo ponía a mil, recordaba como se la había chupado y además que se había adaptado también a los gustos de su esposa. Además venía Damián, en él pensó mucho: “si ya se la metieron dos o más veces, porque no podría yo mismo hacerle la colita y que me la chupe un poco, tal vez en yunta con su hermana”, con esto su mente daba vueltas y su verga no podía descansar y estaba parada a cada momento. Además, la frutilla del postre, sería la presencia del enano, le pondría mucho morbo a la reunión ver coger a Damián con este muchacho.

Para Elba la visita de Marisol era todo, lo demás no le importaba mucho, era decorativo, pero el cuerpito de esa criatura era único, esa boquita traviesa que tenía, su forma de lamer hacía que viviera permanentemente húmeda, segregando flujo a cada momento, por suerte tenía a Gimena a quien le hacía pagar los platos rotos.

Leandro no sabía con que se iba a encontrar en la reunión, aunque tenía un pálpito. El no conocía a Horacio y si éste lo había participado para que concurra, era porque obtuvo sus datos de parte de Bruno. Su presencia en ese evento era muy sospechosa para él, pero sus deseos de volver a encularse a ese lindo muchachito eran muy fuertes, por eso había aceptado la invitación, claro que en esta oportunidad lo que pudieran hacer entre ellos, sería de manera relajada y trataría que fuese muy intensa, sin limitaciones al menos de su parte. Llegó finalmente el día y la hora de la reunión, tal como tenía entendido, un coche lo pasó a buscar por su casa y lo trasladó hasta la casa de Horacio. El auto tenía los vidrios polarizados y se veía muy poco hacia el exterior, así que se concentró en la película porno gay que contra el respaldo del asiento delantero se proyectaba y con esto perdió la noción de por donde transitaba el vehículo que lo transportaba.

El primero en llegar fue Leandro, arribó antes que los hermanos y fue recibido por el propio Horacio quien lo saludo efusivamente como si se trataran de grandes amigos.

-         Que tal mi amigo, que bueno que hayas venido, todavía no han llegado los hermanos – le dijo Horacio al recibirlo – pasa, adelante, ponte cómodo.

-         Un gusto saludarlo Señor – contestó Leandro.

-         No, por favor, no me trates de Usted, estoy seguro que acá nace una amistad.

-         Bien, un gusto estar en tu casa – repitió Leandro.

-         Estoy seguro que la pasaremos de primera.

El timbre anunciaba la llegada de los hermanos, en este caso salió Gimena a recibirlos, llevaba puesto un vestido corto de cuero, violeta, medias y zapatos de tacos altos al tono y maquillada con fuertes contrastes entre la sombra de los ojos y el tono de los labios. Los ojos de la muchacha se cruzaron fijos con los de Damián, quien ni se soñaba encontrarse con ver al enano segundos después. Marisol era como que no existía, ya que su hermano y la muchacha que los recibió quedaron flechados mirándose, poco faltó para que comenzaran a mimarse ahí mismo, en la entrada de la casa.

Mientras Gimena hacía pasar a los hermanos, Elba se acercaba caminando por el living hacia el palier de entrada, deseosa de saludar y tener junto a si a Marisol. Venía decidida a hacer suya a esa hermosa criatura, quitándolo del medio a su marido, quien también ansiaba a la misma personita. En la mente de Elba, su marido esa noche tendría que conformarse con Damián, con el otro invitado que ella no conocía o de última estaba Gimena, siempre dispuesta para aplicar una buena dosis de castigos corporales.

En el comedor principal se unieron los invitados junto a los anfitriones, en donde se hicieron las presentaciones correspondientes. Grande fue la sorpresa de Damián cuando se encontró frente a frente con Leandro, Marisol, vislumbrando la forma en que su hermano y el enano se miraban al saludarse, descubrió enseguida quien era ese personaje.

Vino a la cabeza de la chica rápidamente el relato que oportunamente le hizo su hermano del momento que vivió junto a Leandro, incluso de la confusión que le quedó luego de haber tenido sexo con él. Por otra parte pensó en Horacio, que se había ocupado de buscar al enano e invitarlo para ponerlo frente a frente con su hermano.

Estando todos presentes, Elba los invitó a pasar a la sala de juegos, para estar más a gusto, dándole directivas a Gimena para que acercara todo lo necesario para tener una linda velada. Tomó a Marisol por la cintura y la empujó a caminar hacia la mencionada sala, quitándose de encima a su marido que pretendía al igual que ella la compañía de la pendejita.

-         Horacio creo que tu lugar está al lado de Damián y Leandro, porque no los acompañas de forma que se sientan como en su casa – le dijo Elba a su marido, con la finalidad de sacárselo de encima.

-         Me parece una muy buena idea – le respondió Horacio con un acento cargado de sarcasmo, que veía que en primera instancia no iba a poder disfrutar de los tesoros de la tan solicitada Marisol.

A su vez Leandro acercándose a Damián, intentaba comenzar alguna conversación que le permitiera acercarse al muchacho, sin demasiado éxito, ya que Damián después de haber conocido a Gimena había quedado deslumbrado con la muchacha y esperaba por ella. Horacio llegándose hasta donde estaban ellos, se colocó entre ambos y apoyando sus manos en los hombros, los invitó a ingresar juntos a la sala del placer.

-         Acá no es posible pasarla mal, si o si tienen asegurado que van a tener una buena noche -  les dijo Horacio mientras observaba los rostros de incredulidad de estas dos personas, que no podían creer lo que estaban viendo.

-         Este ambiente es tal como se describe en las novelas – dijo Leandro.

-         Tal cual, mi hermana estuvo acá y me contó algo, pero jamás pensé en esto – acotó Damián.

-         Disfruten entonces, para eso los hemos invitado – dijo Horacio, dejándolos solos, para que puedan distenderse a gusto.

En la mente de Damián estaba Gimena y a ella estaba esperando, no quería volver a estar con ese enano, que seguramente querría volver a romperle el culo. En cambio Leandro estando al lado de Damián, se encontraba en la gloria, ya que se imaginaba que en pocos minutos más lo iba a tener bajo su cuerpo y lo volvería a penetrar pero ahora sería hasta el cansancio, hasta quedar ambos completamente satisfechos. De solo pensar en eso, ya se le empezaba a parar la pija y mientras esto estaba sucediendo, no tuvo mejor idea que rozar la pierna de Damián para que el muchacho supiera lo que le esperaba en breve.

-         No Leandro, ni lo sueñes, no tengo deseos de estar contigo – le soltó Damián a la cara, de buena manera, sin dar lugar a malos entendidos.

-         Perdón, yo creí que me habían invitado por pedido tuyo o algo por el estilo – respondió Leandro, algo confundido.

-         Corre por cuenta de quien te invitó, yo no fui.

-         Seguro, así debe ser.

Seguidamente se separaron y ambos emprendieron un recorrido por el ambiente en donde se encontraban, pero separadamente, fueron mirando el mobiliario, como estaba ambientada dicha sala y no le quedó dudas a ninguno de los dos que estaba destinada a personas deseosas de practicar sexo salvaje, fuerte, sin miramientos.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )

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