Dulce Daniela
Algo muy dulce me sucedió con ella, a pesar de sus posteriores histeriqueos.
DULCE CAROLINA
Por cuestiones que no vienen al caso, conocí a una joven estudiante de otra ciudad de mi provincia. Y más allá de las cosas que nos unían, se estableció entre ambos una relación especial, una especie de "amistad íntima" a la distancia. Ambos teníamos y tenemos nuestras relaciones más o menos estables en nuestras ciudades, pero durante un tiempo largo noté como construíamos una comunicación profunda mediante el teléfono e Internet. Como fuera que cada uno la tomara, esta relación no pasaba de algunos besos apasionados y caricias furtivas cada vez que nos encontrábamos, porque siempre había otros amigos cerca.
Un jueves encontré un mensaje diciendo que vendría a mi ciudad el fin de semana. La llamé a su trabajo y me confirmó la noticia. Le prometí que íbamos a pasarla "solos y de lo mejor" y ella me dijo que justamente eso quería.
Llegó el viernes a la casa de unos parientes, y por la tarde fui a buscarla. Venía con su tía llegando de hacer unas compras, justo en el momento en que yo detuve mi auto frente a su casa. Se quedó como congelada al verme. Yo me bajé, crucé la calle y sin preámbulos le dije "Hola, hermosa" y le estampé un beso en la boca. Su tía entró a la casa con las bolsas apurada y nos dejó solos. Mientras ella trataba de entablar alguna conversación, yo le dije que la pasaría a buscar a la noche, y ella aceptó. "A las once vengo. Chau" fueron mis palabras y las sellé con otro beso en sus dulces labios, y una suave caricia en su pelo. "Te espero, amor" dijo ella mirándome con extrañeza.
Carolina es una mujercita de 24 años, con ojos verdes y carita redonda, pechos y cola firmes y obstinadamente seductores. Esa vez vi sus ojos brillar con una fuerza irreconocible. A la hora prometida llegué, toqué timbre y ella salió apurada a la puerta. La besé de nuevo, subimos a mi auto y le dije "¿Ya cenaste, bonita? Porque yo tengo algo de hambre..." Ella solo puso su mano en mi pierna y dijo sin mirarme "Vamos a donde quieras"
Fuimos a una lomitería céntrica, comimos algo rápido y tomamos un par de cervezas. Cada uno contaba de su vida en tono confesional y muy irónico: yo de mi profesión, ella de sus estudios, yo de mi amante, ella de su novio, y así. En un momento tomé sus manos con las mías, y le dije "Amor, quiero que la pasemos muy bien, así que te invito a una disco medio clandestina que conozco, y de allí veremos" Llamé al mozo y pedí la cuenta. Pagamos y salimos de la mano.
Llegamos a la disco, tomamos un par de tragos en la barra mirando la fauna que circulaba por ahí, bailamos un par de temas, compramos otros tragos y fuimos a unos sillones en un rincón de la pista. Comenzamos con abrazos, besos y, como llevaba falda corta y una blusa suelta, toqué sus pechos y piernas sin mucho disimulo. Ella se entregó. Yo ya estaba entregado. Mientras masajeaba sus pechos y pellizcaba sus pezones bajo la blusa, colocó su mano sobre mi entrepierna y comenzó a apretar. "Cuidado que no uso slip" le dije entre gemidos y ella me respondió "Yo tampoco tengo nada abajo" Aprovechando la oscuridad, saqué mi pene para que ella lo manipulara a su gusto, y metí mi mano entre sus piernas para tocar su pubis apenas cubierto de vellos.
Tampoco llevaba sostén, así que levanté la blusa y comencé a lamer sus pechos. Ella se sentó encima de mí para facilitarme la tarea y yo le levanté uno poco la falda y dejé mi pene a escasos centímetros de su vulva. Tragó saliva y se acercó lo suficiente para que pudiera penetrarla allí, en medio de la música y al amparo de la oscuridad. Hicimos un par de movimientos y, soltando mi boca un instante, me habló al oído "Esto es hermoso, siempre soñé con hacerlo en una disco, amor. Podes eyacular tranquilo, yo tomo la píldora. Pero después vamos a otro lado. Tengo muchas cosas por hacer por primera vez esta noche" Mi excitación fue tanta que comencé a moverme sin fijarme en nada, y a antes de los 10 minutos acabé dentro de ella. Ella soltó un gemido profundo anunciando su orgasmo.
Nos acomodamos las ropas, terminamos los tragos y salimos de la disco antes de las 3 de la mañana. Fuimos a un hotel de las afueras de la ciudad, tomamos una habitación doble y ya en el ascensor comenzamos de nuevo. Al llegar a la habitación, ella me confesó que quería iniciarse en el sexo oral y anal conmigo, que no tenía ninguna experiencia, y que si nos gustaba seriamos amantes de por vida, y lo que pudiésemos construir sobre eso. Casi me pongo a llorar de la emoción.
Caímos en la cama, encendí un equipito de música, y con las luces prendidas nos fuimos desnudando el uno al otro lentamente, besando y acariciando cada parte que dejábamos al descubierto. Al llegar a su falda, se la bajé, le apreté las nalgas y le besé el pubis. Me sacó el pantalón y besó mi pene con devoción. Fuimos al baño y nos duchamos rápidamente. Volvimos a la cama en una tromba de besos y risas.
Dediqué al menos media hora a lamer su vulva y su ano, penetré sus orificios con mis dedos y escuché sus sollozos y sus gemidos. Bebí su flujo con tanto placer que casi acabo nuevamente.
Luego, me tiré de espaldas y le dejé mi pene a su disposición. Lo besó, lo palpó, lamió mis testículos y chupó mi pene como desesperada. Estuvo un cuarto de hora en eso y se llevó de premio una fuerte descarga de semen en su boca, que tragó con dulzura mirándome a los ojos.
Descansamos sin hablar un rato y nos dormimos abrazados. A la hora nos despertamos y sin decirle nada la di vuelta, coloqué las almohadas en su vientre y me dediqué a dilatar su ano virgen con mi lengua y mis dedos. Ella tomó mi pene con la boca y lo dejó durísimo y muy ensalivado. Se abrió las nalgas con sus manos y esperó. Apoyé mi glande en su ano y me dejé ir con mi peso. En cinco minutos tenía todo mi pene adentro, y comencé a moverme, primero despacio y luego mas fuerte, hasta que sus gritos y los míos me avisaron del orgasmo común. Me quedé quieto con mi pene aún dentro de ella, acariciando sus pechos y besando su pelo.
Como a las 9 de la mañana sonó el teléfono de la habitación. Nos despertamos abrazados y desnudos. Nos duchamos y salimos. Tomamos un café en un bar céntrico, con el pelo mojado y los ojos hinchados por la noche de pasión que habíamos vivido. La dejé en su casa, ante la mirada de reproche de su tía que estaba regando el jardín.
Hemos sido amantes el último medio año y espero que en un futuro, si ella decide venir a mi ciudad, vayamos a vivir juntos. Mientras, ella sigue con su novio, yo con mi amante, ella con sus estudios y yo con mi profesión. Con visitas fugaces, con llamadas y con chateos mantenemos una relación que tiene tanto de salvaje y apasionado como de tierno y cariñoso. Aunque la última vez que me puse de novio estuvo bastante histérica... No sé porque.-