Dulce azote.
"...Hablamos de sexo y de amor, hablamos de fantasías y spank, hablamos de amistad y desamor, de esto, de lo otro, de amantes, de amados, de parejas, de encuentros y desencuentros..."
"...Hablamos de sexo y de amor, hablamos de fantasías y spank, hablamos de amistad y desamor, de esto, de lo otro, de amantes, de amados, de parejas, de encuentros y desencuentros. Mientras, como una niña mala te acercas tímidamente a mi y pretendes besarme furtivamente los labios. Yo te detengo y te sujeto por la muñeca. Te miro despacio y muy hondo, te atraigo hacia mi y te acaricio la mejilla con un gesto de prepotencia. Tratas de sonreír pero te sientes turbada y excitada. Siento tu corazón dando saltitos débilmente dentro de tu pecho, algo grita dentro de ti pero aún no sabes qué.
Te agarro por la muñeca y te siento sobre mis rodillas. Te huelo aspirándote como si fueras una flor y sientes como capturo tu aroma aspirándolo como si te estuviese sorbiendo la sangre. Te acaricio las piernas, meto la mano entre tus muslos, los aprieto y tu sientes un alien golpeando en tus entrañas. Tiro de ti y le doy la vuelta tumbándote sobre miss piernas, pienso en sujetarte pero no lo hago. Tu mente suplica secretamente que lo haga. Acaricio tu culo, lo aprieto. Parece un ritual, y lo es y no lo es. Mi mano se adentra debajo de la falda y palpa la suavidad de tus muslos, lo acaricio, lo deseo. Un dedo se cuela debajo de las bragas, roza tu rajita. La niña mala se muerde el labio y suplica en silencio, suplica y desea, desea, desea. Los dedos hurgan en tu coño, se deslizan en la humedad de tu agujero, pellizcan, manosean y sientes el vicio moviéndose entre tus piernas. Entonces todo se detiene. Saca la mano.
Y como si de repente se parasen todos los relojes del mundo sientes una palmada en tu culo. Tu columna se retuerce de gusto. Luego van cayendo el resto. Un azote, otro, otro, otro, otro, otro, sientes como tus nalgas se enrojecen y tu cabeza se va sumiendo más y más en otro plano de realidad, quizá en algún lugar entre la consciencia y el deseo. Sí, te dices, quiero más (eres una niña avariciosa y ansiosa).
Oyes el ruido de la calle, pasa gente riendo y una moto hace crujir tu irrealidad, parpadeas y tus pestañas parecen llevarte lejos, a tu íntimo universo, a ese cuartito donde yo te azoto y te sobo el culo, donde te arde la piel y las ganas, donde deseas más azotes y que te follen como nunca.
Subo tu falda y dejo expuestas tus bragas rojas con lacitos. Paso mis manos por tu culazo. Temes el próximo golpe y lo ambicionas. Continúo con mi ritual. Zas, zas, zas, zas y mi mano aplasta tus nalgas con la eficacia de un martillo pilón. Zas, zas, zas, y cada vez más tu corazón se anuda en tu garganta, y cada vez más tu cuerpo tiembla y se retuerce de gozo, de ganas, de mí, de tí, de un pacto único y numinoso.
Bajo tus bragas dejándotelas por los muslos. Sientes un deseo irreprimible de contraerte toda. Aprietas tu cuerpo y sientes escalofríos. Tan pronto te azoto como acaricio, sientes el ardor en la piel y el calor confiable de mis manos. Introduzco mis dedos en tu sexo, te beso el culo, te lo abro, lo lubrico, hurgo en él, suave, deliciosamente lento. Y luego vuelvo a azotarlo para llevarte a un estado de paroxismo donde tus sensaciones se confunden con las mias.
Mientras tu cuerpo arde escuchas tus propios jadeos enredándose con las sábanas, tu boca babea tus gemidos, tiemblas y también escuchas mi deseo a través de mi respiración. Mi polla está tan dura que parece que vaya a clavártela en el vientre y no has deseado nunca tanto que te follen. Tu coño es una poza inefable de impudicia y puedo notarlo en mis dedos.
Ambos exhalamos nuestra excitación dejando suspendido nuestro tórrido aliento en el ambiente. Te sujeto nuevamente por el brazo haciéndote una indicación para que te levantes.
- ¿Estas bien? - te pregunto.
Y me respondes afirmativamente sonriendo. Tienes las nalgas encendidas e intensamente doloridas y el pelo revuelto.
Te acaricio nuevamente la mejilla pero esta vez como dándote mi conformidad. Estas temblando de ganas dentro de tu propio regodeo.
¿No vas a follarme? - preguntas ingenuamente.
Entonces me levanto, algo cruje dentro de tí. Te recuerdo que debes ganártelo y que debes escribir lo que se te ha encomendado...mis palabras resuenan en tu esternón como una cacofonía cuando dos personas hablan al mismo tiempo: mi "yo" en tu consciencia y en tu inconsciencia. Me observas fascinada y me preguntas que por qué te miro así. Sonrío como si supiera algo que tu desconoces y te respondo que no te miro de ningún modo.
Vuelves a casa. Hace tanto bochorno en el metro que hasta el olor alude a la ola de calor, unas gotas escurren por tus corvas, no estas segura de si es sudor; seguramente tus braguitas rojas destilan los desperdicios de tu lubricidad. El calor del metro adoba tus jugos en un olor deliciosamente acre y dulzón. Sí, te adoras emputecida, con tus bragas húmedas y un temblor de piernas recordándote quien eres.
Observas tu reflejo en el cristal del vagón, tu imagen se desdibuja, te vas borrando partes de tí que no quieres porque sabes que eres tu y otra, otra más absoluta, más exacta, más conmovida, más tu. Y sabes que antes o después encontraras tu magnífica luminiscencia..."