Dulce Adolescencia (V)

Final

Dulce Adolescencia (V).

Daniela.

Ya por fin termino el año escolar. Ya soy bachiller, al fin estoy fuera de esa fábrica de conformidad.

Saliendo de viaje, camino a Coro, a la playita. Todo marchaba perfecto, gane el estatal, el año paso rápido la verdad.

Nuestros padres nos alquilaron una casa turística para albergarnos a todos; nuestra madrina de grado, la profe de deporte nos acompaña como chaperona y no por nada la escogimos a ella, tras un par de negociaciones nos ha permitido comprar licor a cambio de ser cuidadosos y permanecer cerca de ella en todo momento.

Playa, calor, trajes de baño y bebidas, ¡paraíso en la tierra!

Valentina.

Mi primer impulso fue negarme al viaje de fin de año pero mis padres y Kathy lograron convencerme. Mis padres previniendo la situación charlaron conmigo, carta abierta para beber mientras sepa hacerlo, confiaban en mí. Tomaron el número de la casa donde estaríamos, el de la profe de deporte y me despidieron con tranquilidad.

Llegamos finalizado el atardecer y repartimos habitaciones doce chicas en cuatro habitaciones, ocho chicos en dos habitaciones, cinco compañeros que no asistieron, tres castigados por perder el año y la docente en el sofá de la sala para vigilarnos asumo.

Por sorteo me toco en la habitación de Kathy y Daniela, cosa que no me era insoportable pues tras de la “tregua” entre Daniela y yo, ya no nos dirigíamos la palabra.

Cenamos y nos dormimos para el otro día disfrutar con plenitud del lugar.

Daniela.

Los muchachos como buenas imitaciones chinas de alfas de grupo se propusieron a sacar la cava llena de cervezas pero tardaban mil horas, esperaba a las afueras de la casa.

El reflejo de Valentina en traje de baño saliendo de la casa retumbo en mis gafas oscuras, no podía creer el bello y modesto cuerpo que escondía bajo su aburrida apariencia, atrás de ella venían los chicos baboseándola, supongo que ella y su look fueron motivo de la tardanza.

  • ¡Cierra la boca Dani!

  • No sé de qué me hablas Kathy – se burló.

Con el bronceado viento en popa me metí a jugar voleibol con unas chicas que también vacacionaban. Había una chica que atraía mi atención así que busque atraer la suya también.

De vez en cuando buscaba ver a Valentina, se me hacía curioso su junta con la profesora de deporte. Pasaron toda la tarde hablando.

Caminaba de regreso a la casa, venia cobijada por la oscuridad y el sonido de las olas, había cumplido mi cometido con la chica del vóley y ahora debía descansar.

Vi a la distancia a Valentina intentando fallidamente arrastrar a Kathy hacia la casa. Me acerque.

Tome a Kathy y la recosté de mí, la mirada de Valentina me agradeció sin decir nada.

  • ¡Qué lindo que las dos me lleven!

  • Te dije que comieras bien o esto pasaría – se carcajeo sin sentido.

Valentina.

Kathy se acercó a hablarme mientras yo estaba sentada en la orilla del mar.

  • Tu… tu ¿Por qué siempre estas lejos de todos? – se sentó a mi lado, observe la cerveza que con dificultad sostenían sus manos.

  • A mí me gusta estar sola.

  • Pero… no te sientes mal ¿Verdad? – Me reí de su mirada de borracha – porque tú eres chévere, me caes bien. ¿Dónde está Dani? ¿La has visto? ¡Ella me cae bien también!

  • Ven Kathy, vamos a la casa, ya no puedes beber – quité la cerveza de su mano y la ayude a levantarse.

Recostamos a Kathy en su cama, ella dormiría en la matrimonial con Dani y yo, por obvias razones, dormiría en la individual.

No tardo ni cinco minutos en dormirse. Observe mi reloj, 10pm apenas, quedaban dos horas para el toque de queda así que volví a la playa.

  • Oye Valentina ¿podemos hablar? – me gire.

  • Dime.

  • Quería disculparme contigo por seguirte, lo siento, fue algo estúpido y no fui consciente de lo que hacía.

Me sorprendió su sinceridad.

  • No te preocupes – seguí mi camino.

  • ¿A dónde vas? – la mire consternada.

  • Caminare un poco.

  • ¿Puedo acompañarte? – dijo entusiasta, yo le respondí encogiéndome de hombros.

Caminamos largo rato en silencio y sin siquiera mirarnos.

Tome asiento para meter mis pies en las pequeñas olas que llegaban a la orilla. Ella se sentó a mi lado.

  • ¿Por qué estás aquí? – pregunte sin soportar más la duda. Me miro – tú y yo no nos llevamos bien.

  • Pues nunca hablaríamos a menos de que alguna diera el paso ¿no? – seguía consternada, sentía que planeaba u ocultaba algo.

Volví a guardar silencio, ella se levantó.

  • Tal vez no fue buena idea después de todo – me dirigió una sonrisa y partió.

Al poco tiempo, aun pensando en su conducta me regrese a la casa. Ella estaba en la puerta hablando con Paolo, observo profundamente mis ojos todo lo que pudo antes de lograr incomodarme.

Daniela.

Temprano me lleve a Kathy al quiosco por un café y algo de comer, la resaca que esa mujer tenía no se le iba a quitar pero con nada, jajaja.

Llegamos a la casa con algunas empanadas para todos, me sentía de buen humor esa mañana. Entre a la cocina hablando con Kathy y la vi, sentada sobre el mesón hablando con los demás, pensando en que comer, su cabello algo enmarañado aun, un short y una franelilla torneando su figura, me quede paralizada, pensaba “¿qué rayos tiene Valentina que se ve tan hermosa ahora?”. Kathy tomo las empanadas de mi mano y se acercó a todos para alimentarlos, cambie mi mirada antes de que alguien lo notase, y trate de evadirla todo el día.

La semana se fue en las mismas condiciones, buscaba ignorarla y me hallaba a momentos simplemente mirándola, no entendía lo que me pasaba; ligue con un par de chicas, todo tipo normal.

Entre las chicas que conocí y las personas que conocieron mis compañeros, decidí armar una fiesta el viernes; ya nos quedaban dos días de playa y quería aprovecharlos al máximo.

Se armó toda la cuestión y tras un día de juegos a las 9pm comenzaba la fiesta seria, hasta la profe trajo su pareja, bueno su amiga, los adultos creen que uno el adolescente es tarado o algo, se nota en cómo se miran que tienen algo pero bueno eso no importa.

No traje exclusivamente ninguna chica para una cita o algo así, quería dejar ese espacio libre.

Colocaron algo de salsa y la sala se sentía pista de baile, discoteca caraqueña en plena 1 am, repleta y caliente.

Paolo que cargaba un pendienteo con Valentina la saco a bailar, me quede observando con expectativa, no podía estar equivocada sobre lo que ella era, sabía que era lesbiana, podía sentirlo pero quería ver que hacia ante aquello.

Paolo hacia las maniobras correspondientes, la giraba, llevaba las manos de Valentina en su cuello, ajustando las de él en lo bajo de su cintura, buscando pegar sus cuerpos, a lo que Valentina reaccionaba con gracia, buscando pasos y trucos de baile que más bien los alejara, le daba giros a él para confundirlo cada vez que intentaba pegarse; me deleitaba la elegancia de sus movimientos de baile, de su sonrisa e inteligencia para librarse de aquello.

Quise invitarla a bailar y calle mi mente bebiendo un par de cervezas de golpe al tiempo que otros compañeros y personajes recién conocidos de la playa, la sacaban a bailar para intentar obtener lo que Paolo quería pero recibiendo el mismo resultado.

Comenzó un merenguito y no podía seguir en presencia de aquel patetismo sin hacer nada al respecto. Llegue y saque al chico desconocido de la playa de su miseria, le pedí la mano a Valentina para bailar, el chico nos observó un instante y partió, Valentina atónita solo me miraba.

  • ¡Vamos! ¡No muerdo!, bailas muy bien y mereces una pareja decente.

Me dio su mano, sonreí victoriosa y comencé a guiarla. Tras un par de vueltas para relajarla la pegue a mí. Mi mano firme en lo bajo de su espalda deseaba más, su mirada en la mía me retaba, sabia lo que pensaba y sabía que estaba confundida y eso me funcionaba por ahora.

Valentina.

  • ¿Segura que prefieres estar aquí sentada conmigo y no con tus compañeros?

Sonreí – Claro profe, su tranquilidad me complementa, no soy el alma de la fiesta y lo sabe, además he venido a relajarme antes de comenzar la universidad.

  • Bueno solo digo que deberías aprovecharlos, estudiaras en otra ciudad y no los veras muy pronto que se diga.

  • No me extrañaran mucho.

Se carcajeo – yo creo que sí.

Giramos a verlos a la distancia en su habitual juego de voleibol.

  • Al menos se de algunos que sí. - La mire confusa. – ¡Sabes a lo que me refiero!, los chicos no paran de mirarte – reí, hizo una pausa – y Daniela tampoco deja de hacerlo.

  • No creo que lo haga por las razones que usted cree profe.

  • Ofendes mi experiencia Valentina.

Cambiamos de tema. Me negaba a creerlo pero era cierto, Daniela me observaba mucho pero no creí que era por las razones que la profe decía, yo seguía sintiendo que esperaba el momento de joderme, la última broma antes de dejarla de ver por el resto de mi vida.

Me acostumbre a mis conversaciones con la profe, sentadas todas las tardes en la playa o caminando por ahí, era muy divertida, y me hacía sentir cómoda.

Me divertía mucho bailar con los muchachos, hasta con los desconocidos; pero me era fácil percibir que buscaban algo que yo no quería darles.

No sé si el poco licor en mi sangre era el responsable de mi baile con Daniela, pero me gustaba, en realidad nuestros ritmos eran acoplados y me sentía a gusto.

Un par de piezas más, un par de giros más y me dejo de espaldas a ella, pegadas de lleno y siguiendo el ritmo de la música. Sentía su respiración en mi cuello, se aceleraba mi sangre cuando comenzó a hablarme.

  • Esta semana no he podido dejar de observarte, estas hermosa, me gustas.

Me gire y quede a su frente, aun bailando me reía de aquella locura que decía.

  • ¿Ahora me dirás que por eso me tratabas mal? – se carcajeo y en silencio seguimos bailando, un par de canciones más me canse y me excuse para retirarme de la pista de baile.

Presumía eran altas horas de la madrugada y notando a mi profesora ocupada con su acompañante me escape a caminar un poco por la orilla, me quite los tacones para quedar descalza.

  • No te trataba mal por eso, te trataba mal porque tu actitud de recta me ataco primero, aquella noche en casa de tu primo y lo sabes.

Oí la voz de Daniela y me detuve en seco, gire a verla tras de mí.

  • Porque me gustas te invite a bailar esa noche y te apabullaste. – me reí y seguí caminando, ella lo hacía a mi lado. – ¿es tan malo que la gente conozca tu sexualidad? – me detuve de nuevo para mirarla fijamente.

  • Simplemente no es algo para andar exhibiéndolo – al fin salí del closet ante ella, continúe caminando notando en su rostro la sonrisa de triunfo muy mal disimulada por gestos pensativos.

  • Tampoco es algo de andar ocultándolo, ¿sabes?, no es como si fuésemos una secta satánica o algo así.

Me reí de aquello y seguimos hablando, fue nuestra primera conversación larga y tendida.

El sol salía con la sorpresa de ambas, me levante de donde habíamos pasado largo rato hablando y exprese mi interés en volver. Tomo mi mano y con algo de fuerza me halo hacia ella, sin chance a pensar sentí sus labios en los míos con suavidad, acariciando mi labio inferior, esperando respuesta de mi parte, me deje llevar y solo pensé que ese beso era delicioso y definitivamente este debía ser catalogado como el primero que me han dado, ignorando totalmente aquel en el aula de clase. El beso culmino, pero no nos separamos del todo.

  • No jugaba cuando dije que me gustas Valentina, y ese beso confirma lo loca que me tienes.

Tome distancia – dime eso cuando estés sobria.

Arranque mis pasos hacia la casa.

  • Lo estoy, y mucho, o tu no crees que me hiciste sudar todo ese licor a punta de baile.

Abrazo mi cintura e hizo que me girara, esta vez fui yo la que tomo la iniciativa y la besé. Estuvimos varios minutos allí en ese tira y encoge, ninguna partía decididamente y ambas buscábamos los labios de la otra.

Regresamos a la casa, algunos despiertos, algunos dormidos en cualquier esquina, la profesora tomando café mirándonos sugerentemente, mitad regaño por escaparnos, mitad cómplice imaginando lo que tal vez paso entre nosotras; para mí aún era algo así como una ilusión, quería despertar y volver a la normalidad.

Daniela.

Obtuve más de lo que pude imaginar que me daría dada la historia entre nosotras, y para ser sincera me fascino, me fascinaron sus labios, me fascino lo sensual de tocar su cuerpo tímidamente.

Yo no podía dormir, estaba acelerada, en realidad deseaba más de ella, pero comprendía que deseaba dormir.

Le di una dona cuando se levantó y me agradeció con frialdad, ahora yo dudaba, ¿acaso había alucinado?

La tarde transcurrió como lo fue toda la semana; ella distante, hablando con la profesora, cuya acompañante partió mientras Valentina dormía y yo con el resto del grupo. Kathy se acercó a hablarme.

  • ¿Estas bien?, te desapareciste casi toda la noche y ahora andas full callada.

Observaba a Valentina a la distancia.

  • Yo estaba… tú crees que… - deje todas mis ideas sin concretar – olvídalo, luego te cuento.

Me acerque a Valentina quien al fin había que dado sola.

La tomé del brazo – Tenemos que hablar, ¿Por qué actúas así conmigo? – Guardo silencio desesperándome aún más - ¿olvidas lo que paso?

  • Es mejor olvidarlo Daniela, lo siento, aquí no ha pasado nada.

Y se fue, me jode. Esta mujer está loca y ahora lo mas desquiciante es que yo quedé prendada de ella.

Pase mi último día en la playa amargada pero fingiendo la misma alegría de siempre. Hablé con Kathy, me ofreció hablar con ella; pero no, si ella quiere olvidarlo pues normal, aquí no ha pasado nada.

El bus me dejo en casa, luego de dejarla a ella, vivíamos muy cerca después de todo.

Los días pasaban y no la sacaba de mi mente, no me aguante y tipo siete fui a buscarla en su casa, su madre muy amable me invito a cenar, por lo visto no sabía de los roces que habíamos tenido. Valentina no supo que decir, yo evadí la invitación a la cena, pero le pedí que saliera a conversar conmigo, estando en un conjunto residencial no nos pasaría nada.

  • ¡He pensado mucho en ti!

  • Déjate de juegos Daniela, ¿Qué rayos haces aquí?

  • La que juega eres tú, esa noche congeniamos bien, la pasamos bien, ¿Por qué demonios tu mente llena de obstáculos tiene que arruinarlo?

  • Es demasiado bizarro ¿no lo crees?, debemos dejarlo así.

Me dio la espalda explotando mi enojo.

  • Claro, porque eres una cobarde, yo no quiero pagar por tu cobardía, y estoy segura de que tampoco has olvidado lo que paso, así nada más, porque tu cabezota está llena de telarañas.

  • Insultarme es tu mejor estrate…- quería callar esa boca necia y la bese, me correspondió gloriosamente dos segundos para culminar mordiéndome como aquel día en el aula, se alejó y la tome con más fuerza para besarla de nuevo, tras un vigoroso forcejeo logre hacerlo, la bese y la forcé a acoplarse a mis labios. El beso culmino y le permití alejarse.

  • ¡Que terca eres! – me reí.

  • Eres un burro hablando de ovejas.

La bese de nuevo, la bese hasta que me canse, cobijada por los arbustos de los jardines y si alguien logro vernos sinceramente no me importa.

Valentina.

Me resistí lo más que pude, pero sucumbí ante sus labios y llevamos días, semanas saliendo, aun no se ha etiquetado de algo nuestra “relación” pero es divertido estar con ella, es delicioso besarla y sentirla acariciándome con timidez y respeto, me gusta mucho, pero ahora era definitivo que terminaría, en un día me iría a la Universidad de los Andes, en Mérida, y no nos volveríamos a ver, al menos no en mucho tiempo.

Mis padres y ella estaban aprovechando los días que me quedaban en esta ciudad para realizar diversas actividades juntos, acto que por más lindo que sea aumenta la nostalgia y acrecienta los aires de despedida.

Daniela.

Esta noche la había planeado cuidadosamente por los últimos, bueno por los últimos dos días, el tiempo se me fue volando y ahora me encuentro con que Valentina se va a su Universidad ya; y con lo loca que me ha vuelto a lo largo de las últimas semanas lo más lógico es que desee algo más, estos días había que ponerle el sello especial que se merecía.

Le dije que iríamos a comer, pero la verdad es que los que van a comer son mis padres, yo la llevare a casa para despedirme como Dios manda.

Valentina.

Daniela sonriente llego a buscarme, me llevo a su casa.

  • Ven conmigo, debo buscar la porta chequera y vamos al restaurante. Pasa.

Me adentre en su casa. La note sola, al parecer sus padres no estaban.

Se apagaron las luces y ella estaba en la segunda planta, observe hacia el jardín y vi luces encendidas, no se había ido la luz, un corto circuito tal vez.

  • Daniela, Dani, ¿Dónde está?

Vi un resplandor en la habitación contigua, me dirigí allí y la vi encendiendo un par de velas en el comedor, me llamo sonriente.

  • Tal vez no sea comida de restaurante pero a mí me quedan sabrosos – observe la mesa había un perro caliente en cada plato, par de vasos llenos de gaseosa y un par de velas, el contraste me hizo gracia.

  • ¡Así que este era tu plan!

  • Lo ha sido desde un principio – rió.

Se acercó a besarme, lo hacía con romanticismo, elevándolo a un acto altamente pasional con el ritmo y tiempo perfecto, mi respiración subía de tono al igual que su tacto.

Para mi aquello no era sorpresa, y para ser sincera lo agradecía, tal vez yo no habría tenido el valor de dar inicio y rienda suelta a mis deseos de estar con ella.

Sentía su mano adentrarse en mi blusa, correspondí el gesto bajo su camisa, un par de movimientos luego y ya habíamos ido a dar, sin darnos cuenta, al sofá; ella ya no tenía su camisa y yo me encontraba en ropa interior.

  • ¡Aquí nos puede ver alguien! – exclame jadeante.

  • ¿No te excita un poco el temor? -  me miro a los ojos, observe su cuerpo sobre el mío, rozándose en cada centímetro.

  • Hay miles de cosas que me excitan en este momento – respondí suave – vamos a tu habitación.

Sin más cumplió mi pedido, apagamos las velas y nos llevamos la ropa.

Me senté sobre su cama, era cierto aquello, al fin pasaría. Soltó su pantalón dejándolo caer mientras observaba mi cuerpo con una mirada que me hallaba fascinada.

Mi imaginación hormonal adolescente no pudo jamás llegar si quiera cerca a lo que sentí esa noche, el deseo, las ansias, la satisfacción posterior, todo era perfecto y tras el cansancio llego el hambre, era cierto que sus perros calientes eran sabrosos.

La mañana siguiente tras muchos besos y caricias de despedidas, partí a mi casa, esa tarde me iría al fin.

Daniela.

Fui a alcanzarla al aeropuerto, después de una noche intensa y celestial nos habíamos despedido, por lo cual no era el plan vernos en el aeropuerto, pero quería verla de nuevo, quería besarla una vez más antes de su partida.

Con sorpresa me recibió y abrazo, sus padres ya se habían despedido, yo logre colarme hasta la zona de abordaje, muy hollywoodensemente lo sé, pero de verdad, de verdad quería sentir sus labios.

  • ¿Qué haces aquí Dani?

No dije nada, la besé y fue el beso más rico que he dado.

  • Debo abordar.

  • Lo sé. – me beso ella a mi esta vez. Tome su mano.

  • Este verano ha sido un placer.

  • Ha sido el mejor.

Me miro con nostalgia y soltó mi mano.

  • Chao Dani.

  • Te veré pronto Valentina.

Me dio un último y más corto beso y partió, la azafata estaba sonrojada observándonos, sonreí antes de irme.

Valentina había sido para mí un amor tormentoso, un gusto puro y elemental, me encantaba haberla conocido y estaba segura de que jamás la olvidaría. Por ella sentí algo único y aunque decidimos no caernos a mentiras y evitar una relación a distancia, sé que la veré pronto, buscaré que así pase y cuando eso suceda seguiré sintiendo lo mismo por ella; sé, sin temor a equivocarme, que será igual especial que ahora.

P.D: Para mañana les traere una sorpresa :$, besos.