Dulce Adolescencia (III)

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Dulce Adolescencia (III)

Daniela.

Mi labio mantuvo la inflamación un par de días pero lo que más me irritaba era que no podía sacarla de mi mente, no me iba a detener hasta conquistarla, hasta doblegarla.

Valentina.

Últimas semanas de clases, previo a las vacaciones navideñas; me hallaba aliviada, al fin descansaría de ver y discutir con Daniela; al fin podría olvidarme de ese beso y la desgracia de que fuese el primero, aunque he optado por no contarlo como tal dado a cómo ocurrieron las cosas.

Los últimos quince días estábamos estrenando profesora nueva, una de las hermanas habían enfermado, por lo que habían traído a otra mucho más joven y a esta la asocial de Daniela le había declarado la guerra también, le saboteaba todas las clases sin excepción.

Tras la oración normal que nos hacían dar al final de la clase, poco antes del timbre; Daniela decidió hacer una intervención.

  • Oiga profe

  • Dígame

  • Con respecto a eso que dijo “que los pecadores sean perdonados y alcancen el cielo”

  • ¿Qué sucede con eso? – pregunto más seria, previniendo la estupidez de Daniela.

  • Los homosexuales son considerados pecadores ¿verdad? – Se mantuvo el silencio en espera de ver a donde llegaría con eso – si las monjas, hermanas, así como usted, se vuelven lesbianas en el convento, ¿también son pecadoras o ustedes si tienen permiso? – todos riendo, hasta Katy no pudo contenerse; a mí me generaba gracia la obsesión de Daniela con el tema homosexual y su ataque al universo teniéndolo de pretexto.

  • Señorita le aconsejo cuide lo que dice.

  • Me disculpa, pero me genera curiosidad la discrepancia entre lo que proclama el Papa y lo que sucede en los conventos y con los sacerdotes; ¿critican por gusto o en serio creen las estupideces que profesan?

El aula de la nada quedo en completo silencio, en espera por la reacción de la joven profesora, Katy estaba roja de la risa, era la única que aun reía, con disimulo pero reía. A mí, por primera vez me había parecido interesante algo dicho por ella, solo que su insolencia arruina cualquier posibilidad de un debate sano.

  • Obviare su comentario tan solo para ahorrarme el camino a dirección pero esta advertida.

Daniela planeaba decir algo más pero Katy se le adelanto.

  • No le haría mal responder, igual ni que el universo no supiera lo que pasa y lo que oculta la iglesia.

  • Ya estuvo bueno – se levanto – a dirección las dos.

Se las llevo y regreso a despacharnos, al bajar vi a Katy y a Daniela en la oficina del director, asumí el castigo iba en serio.

Daniela.

Nuestros padres nunca llegaron a buscarnos, por lo cual en dirección decidieron enviarnos a casa con una orden de suspensión y  tareas para hacer en casa. Yo estaba feliz de adelantar mis vacaciones, nunca he tenido problemas con papá por expresar mi opinión, cosa que lamentablemente Katy no disfrutaba, su padre no permitió que la suspendieran, la obligo a asistir a clases y además la castigo, la acusaba de tener una relación conmigo, cosa bastante bizarra, su ignorancia iba mas allá de lo homofóbico. Katy siempre ha sido y será mi amiga.

Comenzando las semanas de enero todo el mundo estaba de viaje, Katy aun medio castigada se escapaba a ratos para vernos por lo cual el resto del tiempo yo estaba en exceso aburrida.

Una tarde cualquiera salí en mi bicicleta a dar un paseo. Me detuve en una panadería a comprar un gatorade y vi a Valentina bajarse de un bus en la calle de al frente. Estaba muy bonita, espere a ver si me reconocía pero ni se fijo, seguro el traje de ciclista y las  gafas oscuras ayudaron.

Me preguntaba que hacía en esta ciudad y no teniendo más oficio, prudentemente, la seguí, léase que le pasaba casi al lado y ni se enteraba.

La vi entrar a un cementerio y me consterno esa parada, me acerqué un poco y la vi arrodillada en una tumba, lloraba y hablaba sola, bueno me imagino hablaba con el dueño de la tumba; he de admitir que me sentí culpable por seguirla así que me alejé de inmediato para darle privacidad.

A mitad de año ya venía lo bueno las competencias deportivas, al fin me libraba de clases; pero como siempre previo al campeonato estatal, del cual defendemos el titulo, esperaba a algún equipo de otra institución para un amistoso.

Valentina.

Un viernes nos sacaron de clases para ir a apoyar a la selección de nuestro colegio pues tendrían un amistoso con la escuela técnica deportiva, después de tantos meses vería a Daniela jugar, a ver qué tan “estrella” es.

Nos trasladaron a un estadio de grama que está a dos cuadras del colegio. Katy se sentó a mi lado.

Al minuto de haber comenzado el juego ya “estábamos” en ataque; Daniela llevaba el balón e hizo un disparo bastante contundente hacia el arco; jamás me había detenido a detallarla, sus piernas en el esplendor de la tonificación resaltaban bajo el short que sin quererlo realzaba su trasero; el disparo fue contenido por la guardameta del otro equipo.

Básicamente así se mantuvo el juego, un ida y vuelta bastante intenso.

Cuarenta minutos del segundo tiempo, cero a cero; Daniela logro escaparse de las defensas y corría para quedar frente a la portera y así del arco; pero la chica no quiso esperarla y salió en su encuentro, barriéndosele y sacándole el balón del pie a Daniela justo un segundo antes de que realizará el tiro. Daniela rodo un par de vueltas sobre el suelo y ninguna de las dos se levantaba.

  • ¡Esto no es bueno! – oí a Katy decir entre el bullicio.

  • ¿Por qué?

  • ¡Mira!

Volví a ver al frente; Daniela y la chica estaban discutiendo algo mientras sus compañeras trataban de apartarlas.