Dulce

Cuando el maduro sintió que Dulce ya estaba perra, le preguntó a Vicenzo: ¿Quién le folla el culo, tú o yo?

Vicenzo, un treintañero, tras una larga separación de su novia, veinteañera se moría por hacerle el amor. Dulce, su novia, había añorado su calor corporal, tanto o más que él el de ella.

En una noche mágica hicieron el amor. Ella debajo, él encima. Llovieron besos tiernos, besos dulces, besos apasionados. Llovieron caricias y llovieron orgasmos.

El reencuentro fue glorioso, fue el reencuentro de dos enamorados.

Un mes más tarde, después de hacer el amor, desnudos sobre la cama. Vicenzo, besó a Dulce y le pregunto:

-¿Alguna vez se te pasó por la cabeza hacer un trío?

Dulce, le respondió:

  • ¿Y esa pregunta a qué viene? ¿Es qué quieres hacerlo?

-Es una fantasía que tengo.

Dulce, se puso boca arriba, y mirando al techo, le dijo:

-Y lo quieres hacer conmigo y con otra mujer, claro.

-No, tú, yo y un desconocido. Me gustaría ver cómo te damos placer dos hombres. Eso sí, tiene que ser alguien del que no te puedas enamorar. No quiero perderte.

Dulce, se puso de lado, lo miró, y con un codo apoyado en la cama y la mano en el mentón, le preguntó:

-¿Qué clase de hombre tienes en mente

-Un maduro.

-¿Feo?

-A poder ser, sí, feo.

A Dulce le dio la risa.

-No creo que el monstruo de Frankenstein esté disponible.

Sin ni siquiera darse cuenta habían tenido una distendida y tensa conversación.

-¿Harías el trío con un maduro y conmigo?

Dulce, lo besó, y esperando que le dijera que no, le preguntó:

-¿Y por qué no con otra mujer?

-Por dos razones. La primera, porque sé que no te atraen las mujeres, y la segunda porque no quiero a otra mujer que no seas tú.

-Te quiero mucho Vicenzo, pero no.

-¿Ni siquiera te lo vas a pensar?

-¿Pensar? ¿Después de hacer ese trío qué pensarías de mí?

-Que me complaciste.

Dulce, le cogió la polla, y mirándolo a los ojos, lo masturbó y se la mamó. Al ponérsela dura, le preguntó:

-¿Te gustaría ver cómo le hago esto a otro hombre?

Vicenzo, excitado, le respondió:

-Sí.

Le puso el pezón de la teta derecha entre los labios. Vicenzo lo lamió lo chupó, y le mordió el pezón y la teta mientras Dulce se tocaba la otra. Al ponerle el otro pezón entre los labios y antes de que comenzase a jugar con él, le pregunto:

-¿Te gustaría ver a otro hombre comiéndome las tetas?

-Sí, cariño, sí.

Vicenzo se hartó de comer tetas... Su polla seguía mirando al techo de la habitación.

Le puso el chochito en la boca. Vicenzo se lo comió.

-¿Te gustaría ver cómo otro hombre me hace lo que me estás haciendo tú?

Vicenzo, dejó de lamer.

-Sí, me gustaría verlo.

-¿Pero tú me quieres de verdad?

-Sí, y no quiero que nuestra relación se haga aburrida.

-Pero un trío...

-Sería experimentar algo nuevo.

Por primera vez fue entrando al trapo.

-Eso sí que es verdad.

A Dulce, lo que comenzó como un juego, le gustó. Dejó de hablar unos tres o cuatro minutos, y cuando lo hizo fue para decir:

-Me voy a correr en tu boca, Vicenzo. ¿De verdad que te gustaría ver cómo me corro en la boca de otro hombre y cómo él siente mis gemidos de placer?

-Sí, cariño, sí.

Vicenzo cogió la polla y la comenzó a sacudir a toda mecha.

Dulce, echó por fuera.

-Ay, me corro, ay me corro. ¡Ayyyyyyyyyyyyyy.! ¡¡Ouuuuuuuuuuuy!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaah!!! Oooooh...

Dulce se estremeció de placer, y Vicenzo, sintiendo como su amor se corría en su boca soltó un chorro de leche que casi llega al techo.

Al acabar de correrse la pareja, Vicenzo, le preguntó:

-¿Harás ese trío?

-¡¿Sigues empeñado en que goce contigo y con otro hombre?!

-Sí, anda, se buena y dame ese capricho.

-Vale. Iremos a un bar. Yo escogeré al maduro y tú le harás la proposición.

Dulce, al día siguiente, mientras Vicenzo fue a trabajar, escribió un mensaje por whatsapp.

-Si puedes quiero hablar contigo.

A los pocos segundos recibió un mensaje.

-Claro que puedo, princesa. Dime.

-¿Puedes escaparte el sábado?

-Ya hablamos de eso y acordamos que era muy peligroso.

-Mi novio quiere hacer un trío, y quiero complacerlo. Me has venido a la mente.

-Joder, joder, joder. Pensar que voy a ver tu cara ya me excita. ¿Dónde estás ahora?

-En la cama.

-Yo también, ¿Que llevas puesto?

-Unas bragas blancas.

-¿Sólo?

-Sólo.

-¿Lo hacemos? Ya hace siglos de la última vez.

-Si vienes el sábado, sí.

-Eso es chantaje emocional.

-¿Vienes o no?

-Quítate las bragas.

Una semana más tarde, en un bar de copas de un cuidad cuyo nombre no recuerdo. Vicenzo, fue a la barra y le preguntó a un hombre que poco pasaba de los sesenta años:

-¿Puedo hacerte una pregunta?

El maduro, amigo virtual de Dulce, que se desplazara cientos de kilómetros para hacer el trío, se hizo el tonto.

-Puedes, pero que te responda a ella ya es otra cosa.

-¿Eres heterosexual?

El maduro lo miró con cara de malas pulgas. Era un buen actor.

-Sí, y no me relaciono con maricones.

-No soy maricón.

-A ver, chaval. ¿Qué coño te traes entre manos?

-Mi novia y yo queremos hacer un trío y te eligió a ti.

-¿Y dónde está tu novia?

Vicenzo, giró la cabeza, y mirando para Dulce, le dijo al maduro:

-Es la que esta vestida de verde en la mesa de la esquina.

El maduro se giró y la vio. Era su sueño.

-¿Dónde está el truco, chaval? Si me queréis robar poco vais a llevar.

-No hay truco.

El maduro volvió a mirar a Dulce. La muchacha se mordió el labio inferior. La polla del maduro comenzó a despertar. No había que perder más tiempo.

-No sé si fiarme. La lotería sólo toca una vez en la vida, si toca. ¡Qué diablos! Ir saliendo que os sigo.

Media hora más tarde, ya en casa de Vicenzo, les dijo a Dulce y al maduro.

-Ir para la habitación que yo primero debo hacer algo, adelántense.

Se fueron. Al entrar en la habitación, el maduro empotró a Dulce contra la pared, le metió una mano dentro de las bragas, otra dentro de la blusa, y le comió la boca como siempre había soñado, con ganas atrasadas. La cogió por las nalgas, la levantó en alto en peso, y mordiéndole la boca le iba a apartar las bragas y penetrarla, ella, jadeando, le dijo:

-No, no lo hagas. No lo estropees. Esperemos por Vicenzo.

El maduro, resignado, la puso en el suelo, Dulce se sentó en el borde de la cama. El maduro se arrimó a la pared, empalmado y impaciente.

Llegó Vicenzo y al ver a Dulce, le dijo:

-Estás muy colorada. No tengas vergüenza, cariño.

-Estoy nerviosa. No tengo vergüenza.

Vicenzo se sentó en una silla y le dijo al maduro.

-Hazla disfrutar.

El maduro fue a la cama, Dulce se levantó. La volvió a aupar por las nalgas. La llevó de nuevo hasta la pared, la empotró, le comió la boca, le apartó las bragas, se la clavó. Le mordió el cuello, le metió la lengua en las orejas... La folló duro unos minutos... Dulce, sintió como el maduro, jadeando como un perro, le llenaba el chochito de leche y se derritió. Mirando para su Vicenzo, le dijo:

-¡Me corro, Vicenzo, me corro!

Al acabar de temblar y de estremecerse, el maduro la llevó a la cama. La dejó caer en ella y se desnudó. Vicenzo aún se desnudó más rápido que él.

No hacían falta palabras, Vicenzo la desnudó de cintura para arriba y el maduro de cintura para abajo.

Vicenzo la besaría y le magrearía y le comería las tetas.

El maduro metió la cabeza entre sus piernas. El semen salía de su chochito. El maduro lo lamía y iba cubriendo el clítoris con él... Cuando acabó de salir la leche de su chochito estaba esparcido por sus labios mayores y menores.

Pasado un tiempo, le preguntó Dulce a Vicenzo:

-¿Quieres ver mi cara de satisfacción al correrme?

-Sí, cariño.

El maduro, al oír estas palabras, aceleró los movimientos de su lengua sobre el clítoris y cuando Dulce, a punto de venirse, levantó la pelvis, se lo chupó y se corrió como una bendita.

Después de correrse, Vicenzo, le siguió acariciando las tetas y besándola, el maduro le siguió comiendo el coño. Para él era un delicioso manjar. Así estuvieron unos minutos.

Cuando el maduro sintió que Dulce ya estaba perra, le preguntó a Vicenzo:

-¿Quién le folla el culo, tú o yo?

-Tú.

El maduro se echó boca arriba. Dulce, se puso de espaldas sobre él. Cogió la polla, acercó el glande al ojete, mojado de jugos, y se metió el glande. Vicenzo le metió la polla hasta las trancas. Dulce, besando a su novio, que no paraba de darle caña, se fue metiendo la polla de maduro en el culo.

Poco más tarde, Vicenzo, comiéndole la boca, le llenó el coño de leche, y el maduro, apretándole las tetas, el culo. La respiración de Dulce se fue acelerando, hasta que exclamó:

-¡¡Vueeeeeeeelo!!

Quique.