Ducha Muy Caliente
Como mi señor me premia por ser obedecido, dominación, sissy, castidad, penetración anal, y algunas cositas mas.
Ducha Muy Caliente
A esta hora acostumbra llegar mi señor.
He cumplido todo lo que me ha ordenado. La casa está reluciente, regué y arreglé las plantas. Preparé la cena. Todo esto con mi uniforme de sissy.
También he ido a hacer las compras, para esto me ordenó ponerme el jean elastizado y la blusa rosa, todo sobre la rigurosa ropa interior rosa, como el me ordenó.
Por supuesto le envié fotos realizando cada uno de mis quehaceres, para que pueda controlar si cumplo con su pedido. El no responde nunca a mis mensajes, solo me envía imágenes y videos de sus conquistas y aventuras.
Es hora de prepararme para recibirlo. A la ducha.
Me desnudo completamente, bueno casi, solo llevo puesto el bonito adorno anal que me regalara hace dos días, y que debo llevar siempre colocado junto con la jaulita de castidad. El se lleva la llave siempre, esto junto a las fotos de mi cola y pubis que debo enviar rigurosamente cada media hora, sirven para que se asegure que ambos objetos ocupan su lugar en mi cuerpo.
El agua corre, abundante y sensualmente tibia. La jaulita es rosa, hace juego con el cristal que brilla en mi trasero. Al principio ambas cosas resultaron incómodas, pero ya estoy acostumbrada, creo que si tuviera mi ano vacío y mi pene libre me sentiría otra, no sería la sumisa de mi señor.
El agua corre sobre mi cuerpo totalmente depilado, tengo la piel suave como una niña, tomo el jabón y comienzo a recorrer morosa y sensualmente mi cuerpo, cada rincón debe estar perfecto o mi amo me castigará.
El vapor va invadiendo el cuarto de baño, los espejos que cubren totalmente las paredes y el techo se van empañando, lentamente mi figura se va tornando borrosa y me parece que ese efecto disimula los pocos rasgos masculinos que quedan en mí.
Sigo con el jabón, luego será el turno de mi cabello, lentamente va creciendo, desearía tener ya mismo una melena como de leona, pero falta mucho para eso, por ahora soy una delicada gatita, mi señor prometió que él me convertiría en una pantera, en una fiera sensual y peligrosa.
Escucho ruido, presto atención… ha llegado antes!! Debo apresurarme o me castigará.
Jabón, esponja, espuma, mucha espuma, mi cuerpo totalmente enjabonado se siente suave y resbaladizo, se me cae el jabón…
Me agacho para recuperarlo y un golpe en mi nalga me sobresalta…
- Hola putita. Así quería agarrarte…
Plaff, otra nalgada.
- Perdón mi señor.
- No te preocupes, quédate ahí que ya vuelvo.
- Sí, mi señor.
Quedo inmóvil, mirando el piso, siento el agua correr sobre mi cuerpo desnudo. No me atrevo a mirar que hace mí amo, escucho ruido como que cae ropa, creo que se está desnudando.
Está entrando en la ducha… siento como su cuerpo se pega al mío… me toma de las caderas… siento su pene erecto apoyado en mi trasero… tiemblo de placer y temor.
- A ver putita, déjame enjabonarte nuevamente!
Sus manos recorren mi cuerpo, paulatinamente vuelvo a estar resbaladiza y llena de espuma, el me corre de bajo la ducha para que no me enjuague... sus manos me exploran con caricias fuertes, pero con cierta suavidad… ay, llega a mi enjaulado pene, lo acaricia, juega divertido con el bultito.
- Muy bien, vi las fotos y veo que sigue encerrado tu pobre pajarito, pobre, nunca más cantará ni será libre, le espera una muerte lenta, cuando la castración química y las hormonas vayan haciendo efecto, se volverá cada vez más pequeño e impotente, hasta convertirse en una especie de clítoris súper desarrollado, pero en cambió ganará en sensibilidad y junto a tu ano te van a dar un placer que nunca imaginaste. Vas a ser una putita muy complacida, te lo prometo.
- Si mi amo.
Mientras habla sigue jugando con la jaulita, como probando si me excito, si el pajarito se atreve a cantar nuevamente, pero no, desde hace un par de días no ha revivido, yo misma he intentado reactivarlo, pero parece que luego de algunos intentos de librarse de su prisión se dio por vencido y ya no intenta escapar. Afortunadamente, ya que cuando intentó hincharse dentro del artilugio me causó un dolor horrible, creo que el temor a ese dolor es lo que impide a mi pene intentar ponerse erecto nuevamente. Mi amo dijo que por los menos debería tenerlo enjaulado por un mes, sin sacarlo para nada, ya que se puede orinar e higienizar con el aparato colocado, y luego de un mes de encierro y químicos probaríamos a ver que tanta virilidad queda en mi.
Finalmente abandona mi pubis y se queda mirándome, lentamente acerca su rostro al mío y nuestras bocas se unen, su poderosa lengua se introduce entre mis dientes, me explora, esta palpitante y ardiente, me dejo poseer por ese beso furioso. Simultáneamente me abraza, siento sus manos en mi espalda, van resbalando a causa del jabón, y llegan a mi trasero, me acaricia y me oprime contra su pubis, siento su pene enorme y erecto empujando mi vientre, nuestros cuerpos se frotan uno contra el otro, lubricados por el jabón.
Encuentra mi joyita anal, juega con ella, la oprime y da tironcitos como probando si está firme en su lugar, eso me excita sobremanera, separa mis nalgas y prueba nuevamente, finalmente toma mi trasero con una mano, con dos de sus dedos oprimiendo mi taponado agujerito y con la otra mano me sujeta la nuca, mientras casi me deja sin aliento su enorme lengua penetrando mi boca indefensa.
- Ahora tú me enjabonas, ya sabes cómo hacerlo!
- Si mi señor.
Admiro su cuerpo, no es demasiado musculoso, pero si muy proporcionado, lo tiene todo depilado, pero no es suave y rosado como el mío, está curtido y bronceado, y tiene algunas cicatrices de las que enorgullecerse, las ganó disputando sus hembras a otros machos, así me ganó a mí. Le enseño a un patán que me había drogado y pretendía violarme lo que es un verdadero hombre.
Lentamente lo acaricio con el jabón, está sudado y cuesta que brote la espuma, me esmero, el me deja hacer, mientras se entretiene pellizcando mis pezoncitos, o rozando mi trasero con su enorme verga erecta, como amenazando utilizarla. Deseo que este momento nunca acabe, estoy con mi macho y a su merced, y sé que lo que sigue será mucho mejor.
Llego a su pubis, al estar totalmente lampiño sus atributos masculinos resaltan, son perfectos y todo lo que una hembra puede desear, seguro muchas envidiarían mi situación.
- Ya sabes lo que sigue putita.
- Si mi…
No me deja terminar la frase, me toma del cabello y dirige mi cabeza a su entrepierna, me arrodillo instintivamente y abro lo más que puedo mi boca… y de un solo golpe introduce ese pedazo de carne ardiente en mí, me deja sin aliento, por un momento no puedo respirar y siento que voy a vomitar, pero no puedo, tengo la garganta ocupada por ese monstruo. Luego, lentamente comienza a retirarse y vuelvo a la vida.
Sé que le encanta hacer eso, metérmela en la boca de un golpe, como afirmando su dominio sobre mí, luego se retira y espera que comience mi labor. Espero estar a la altura, el no me da instrucciones, yo sola debo ir explorando y conociendo su reacción a cada lamida, a cada movimiento de mi lengua sobre su pene.
Comienzo por su cabezota, apoyo mi lengua sobre su agujerito y oprimo suavemente, la deslizo hacia el frenillo, lamentablemente con tanta agua y jabón ya no tiene ese sabor a macho que me encanta. Sigo recorriendo su parte inferior y simultáneamente su cabeza entra en mi boca, juego con lengua, oprimo su cabeza contra mi paladar, la succiono.
Luego lamo un costado y el otro, apoyando mis labios, como si quisiera morder, me dirijo a sus huevos, son mucho más grandes que los míos, apenas si puedo contenerlos en mi boca, los absorbo con cuidado, sé que son delicados y fácilmente el placer se puede convertir en dolor. Me esmero.
Mientras mamo su verga me sujeto firmemente de sus caderas, siento como sus músculos se van tensando, eso y los tirones que da a mi pelo, me indican que está próximo el momento culminante.
- Pará putita, parate y dame tu culo!
Obedezco al instante, me pongo en pié y de espaldas a él. Siento como sus dedos buscan mi joyita anal y la quitan de en medio, luego apoya la punta de su pene en el orificio que ahora esta libre. Sus manos me aferran las caderas como garras, obligándome a poner en puntas de pié, el es un poco mas alto que yo. Como estoy en una posición desequilibrada debo apoyar mis brazos en la pared, y así quedo totalmente a su merced.
Comienza a presionar en mi ano, ambos, ano y pene están totalmente enjabonados, y como mi orto está dilatado a causa de llevar tanto tiempo el adorno, no puedo ofrecer resistencia. Me penetra lentamente, disfrutando su conquista. Su pene enorme me causa un poco de dolor a pesar de no ser la primera vez que me visita. No puedo evitar dar un gemidito, mezcla de placer y sufrimiento.
- Te gusta putita? Si que te gusta, y por eso te hice mía. Ahora vas a saber lo que es bueno!
De un solo empujón me clava todo lo que falta entrar, siento como sus testículos presionan en mi trasero. Me arde el culo, tengo ganas de gritar, pero solo salen gemidos, suaves y muy feneninos.
- Duele no? Pero te gusta y querés mas, cierto?
- Sss… si mi amo, quiero mas.
Se queda quieto, con su verga totalmente clavada y apretando con su pelvis mi trasero.
- Mientras te acostumbrás te voy a contar algo del trabajo, las parejas tienen que ser comunicativas. Hoy me culié a la chica nueva, esa que te conté que comenzó a trabajar justo el día que te puse la jaula en el pitito. Bueno finalmente hoy se dejó, desde que la vi supe por su mirada que quería mi pija, cada vez que nos cruzábamos ella miraba el bulto en mi pantalón. Y cada día se vino con ropa mas atrevida, hoy con una mini apretadita, se le marcaba a través de la licra la tanga clavada en la raya…
El me tenía ensartada y aprovechaba el momento para contarme que ese mismo pene había estado hace unas pocas horas en otra… no sabía si disfrutarlo, ponerme celosa, solo podía seguir escuchando.
- En el descanso del almuerzo pasa delante de mí y veo que la marca de la tanga ya no estaba. Era el momento. La seguí, entramos en un closet que casi nunca se utiliza, y la encaré. Me puse de frente y le di un chupón de antología, ella se dejó besar y mientras comencé a meterle mano, pero cuando le toqué el culito, saltó y me dijo que no, que el culito lo tenía virgen y estaba reservado para alguien especial, que la cogiera por la concha, pero el orto no. Le dije que yo era alguien especial, que era quién le rompería el culo. Ella hizo como que se resistía, pero fue obvio que estaba entregada. La di vuelta y levante su pollera. Ella me dejo hacer. Le mande un escupitajo en el orto y apoye la punta, ella se estremeció y comenzó a gemir, casi como hacés vos ahora.
Como reforzando sus palabras saco un poco su verga y de un golpe me la volvió a clavar todavía mas profundo, me hizo dar otro gemido de placer y dolor.
- Como era virgen le tuve piedad y se la fui metiendo de a poco, ella lloraba, gemía, pedía más, y se abría los cantos para que la penetrara mejor, finalmente se la enterré totalmente y le comencé a bezar la nuca, ella se estremeció y tuvo un orgasmo feroz, me apretó la pija con toda la fuerza de su ortito, automáticamente comencé a bombearla, ella siguió gimiendo y pidiendo más y más pija. Finalmente se la saqué y no acabé, se quedó pidiendo que la acabe adentro, pero no le di gusto. Porque mi leche es solo para mi putita.
- Gracias mi amo.
- Pero aunque sea solo para vos putita, te la tenés que ganar, move ese culito hermoso. Vamos pajeame con el orto.
Obedecí agradecida, comencé a mover mi culito, metiendo y sacando la verga, el me ayudaba con sus manos, me acercaba hasta que sentía los huevos y luego me retiraba hasta que casi se salía su cabezota de mi culo, y vuelta a comenzar, aumentando el ritmo paulatinamente, siempre con el orto apretado lo mas que podía, que no era mucho, ya que ese pedazo de carne había distendido totalmente mis esfínteres anales.
- Así putita, vos sí que sabés lo que me gusta. No como esa perrita. Algún día la voy a traer para que le enseñes, y a lo mejor se convierta en tu compañera de amo.
Esa idea me dio nuevas fuerzas para seguir con mi labor, me encantaría tener una compañera, mejor fuera mujer, ella me enseñaría cosas femeninas y yo le enseñaría como volver loco a un macho.
No debo distraerme, mete y saca, aprieta, mete, aprieta, saca, parece que ese pene se pone mas duro y grueso a cada embestida, es increíble.
Repentinamente me detuvo, me apretó contra su cuerpo y su verga quedó clavada a fondo, comenzó a jadear y estremecerse, luego el semen penetró en mí a borbotones, caliente y espeso, fueron varios chorros, ese era no solo la erupción provocada por mi trasero, sino la contenida por la culeada de la tarde, me pareció inacabable. El siguió jadeando mientras el coloso intentaba en vano soltar más esperma en mí. Oprimí mi ano con toda la fuerza que pude y lentamente fui expulsando la verga, cuando estaba casi fuera, aflojé el orto y me la calcé nuevamente de un golpe y vuelta a apretar y expulsar, repetí esta maniobra hasta que el monstruo se rindió y quedo fláccido. Creo que de esta forma le exprimí hasta la última gota de lechita, mi lechita.
- Sos increíble putita, me dejaste totalmente seco, y satisfecho, por eso te voy a dar un premio. Apoyate en la pared y abrí las piernas, apretá el orto, porque no quiero que se te escape ni una gotita de mi leche.
Como siempre obedecí sin dudarlo, el corrió la mampara y tomó algo que estaba sobre el vanitori, no pude ver que era. Luego sentí que apoyaba algo frío y duro en mi agujero…
- Ahora afloja el orto un momento putita hermosa!
Al aflojar sentí como el objeto se introducía en mi trasero, fue como fuego, sentí que me partía, mi orto me ardía por la cogida, pero esto era mucho más grande, me abrió, entro y luego misteriosamente se perdió en mi interior, hasta que sentí que algo hizo tope en la salida de mi ano.
- Te metí un plug, es como la joyita que tenías pero mucho mas grande, y esta tiene brillantes verdaderos, forman un corazón, ya los podrás admirar. Es grande para que no pueda salirse solo ahora que tenés el orto recién dilatado, además lo unté con un producto que no solo lubrica sino que en unos momentos hará que tus esfínteres se contraigan, este efecto durará algunas horas, durante las que no habrá forma de quitarte ese juguete del orto. Quiero que duermas con mi leche adentro, como corresponde a una buena yegua puta. Por supuesto no te pienso quitar la jaula de tu pene. Ahora nos enjuagamos a y a dormir.
No sabía qué hacer, sentía el culo dolorido y ocupado, pero también era placentero saber que ese espeso semen de macho estaba dentro mio y lo estaría por un tiempo. Tuve miedo de aflojar el orto y que el juguete escapara, probé, intenté aflojar y volver a apretar, pero no pude, mi orto se mantuvo firmemente cerrado, así que comencé a enjuagarme y luego secarme, no sin probar a cada rato y tocarme explorando mi nuevo intruso anal.
- Vamos, terminá de una vez y vamos a dormir.
- Si mi señor.
Terminé de secarme, ni peiné mi pequeña melenita, coquetamente me puse un poco de perfume, e intenté ponerme una bata para ir al dormitorio.
- No preciosa, vení desnuda, quiero ver cómo te queda el tapón en el orto, y también me gusta mirar tu inútil pitito encerrado.
El me esperaba acostado, desnudo totalmente, se veía espléndido, aún desinflado su pene se veía amenazador y tentador, tuve ganas de darle una buena chupada, me senté en la cama y dirigí mi vista a ese hermoso objeto de placer, como pidiendo permiso.
- No seas atrevida, vamos acostate de una vez. Quiero que duermas así, en pelotas, con el orto lleno de mi leche.
- Perdón mi señor.
Me acosté a su lado, el me obligó a ponerme de costado dándole la espalda, luego me hizo acurrucar, y se apretó contra mí, me dio unos besos en la nuca y pude sentir como su pene revivía lentamente y se acomodaba en la hendidura de mi trasero, encajaba perfectamente, me rodeó con sus brazos, y finalmente pude sentirme hembra totalmente.
Al rato él se durmió plácidamente y por su puesto yo no pude pegar un ojo en toda la noche. Nunca estuve tan feliz.