Ducha matutina

A las chicas les gusta mirar cuando me la meneo.

Son casi las seis de la mañana. Acabo de llegar de fiesta. No me apetece nada meterme en la cama con este olor a sudor y humo que impregna todo mi cuerpo. Me estoy dando una ducha de agua tibia que me relaja y me da el puntito necesario para coger la cama con muchas ganas.

Mientras me enjabono doy un repaso a lo ocurrido durante la noche. No se ha dado mal, he ligado pero al final ella se ha ido a su casa y yo a la mía. He tenido un buen calentón y la promesa de continuar mañana.

La verdad es que Miriam, la chica que he conocido hoy, es de las que me gustan. Simpática, que sigue las conversaciones en temas que me gustan, y además tiene un tipazo que me “levanta el animo”. Tanto es así, que con solo recordar los besos que nos hemos dado, mi pene se empieza a animar.

Me doy unos meneos, pero lo dejo rápidamente pues se que si sigo voy a terminar haciéndome un pajote a su salud. Y no es eso lo que  se merece en esta fase de la relación.

Me sigo enjabonando pasando la esponja por todo el cuerpo y mi polla, la condenada no tiene intención de bajar. Me la vuelvo a tocar y la descapullo suavemente, uhmmm que gustito. Cuanto me gustaría poder darme unos cuantos meneos fuertes y terminar con esta excitación reprimida.

Desde hace unos minutos tengo la sensación que alguien me está observando. La verdad es que la puerta del cuarto de baño esta entreabierta, pero en el piso solo vivimos mi compañero de piso y yo, y el seguro que está durmiendo como un tronco.

Mas allá de las tres no aguanta ningún día. Es de los que se levanta de madrugada para ir a correr o pedalear, y luego por la noche se duerme de pie.

Tenemos acordado que al piso solo se traen chicas los fines de semana. Hoy en miércoles así que no debe haber nadie.

Me sigo duchando pero ahora de espaldas a la puerta miro hacia algunos adornos cromados hasta que consigo descubrir en uno de ellos el reflejo de una sombra que me espía desde el pasillo.

Tengo un cuerpo bastante musculado y bien cuidado. A muchas chicas le gusta sobarme, acariciando mis pectorales y sobre todo les gusta apretarme el culo que lo tengo respingón y muy potente.

Hace poco me hice una depilación integral así que puedo presumir de un cuerpo perfectamente preparado para el lucimiento. Cuando me doy la espalda, miro en el cromado, y si sigue ahí, espiándome.

Por fin puedo distinguir que es una chica que viste una de las camisetas de mi compañero. No cabe duda que él ha incumplido la regla de no traer chicas al piso y que estará durmiendo como un angelito, mientras ella está de “miranda”.

Vamos a darle motivos para que su observación sea placentera. Me pongo a hacer posturitas, de lado, de espaldas, para que disfrute con la vista. De vez en cuando me vuelvo con la cara llena de jabón para que pueda ver mis genitales sin ser descubierta. Tengo la polla a media carrera y ya se presenta hermosa.

Una de estas veces, me la cojo y empiezo a dar unos meneos. Enseguida se pone a tono y empieza a crecer y crecer hasta alcanzar una erección muy respetable. Durante unos instantes me subo y bajo el pellejo, haciendo salir el capullo que ya esta completamente hinchado.

Ejem, ejem…carraspeo. “Se que estas ahí, si quieres mirar, no te cortes…por mi no hay problema si miras”, le digo en voz baja.

Después de unos instantes aparece media cara tras el marco de la puerta. Sin decir ni media palabra me mira de arriba a bajo y espera a ver que sucede a continuación.

¿Qué puede pasar ahora? Pues que yo continúe pajeándome delante de ella con toda tranquilidad. Termina por ponerse ocupando todo el hueco de la puerta, apoyada en el marco. Lleva puesta una camiseta grande que cubre su cuerpo hasta la cadera, dejando a la vista una braguitas pequeñas. Le adivino una tetas muy ricas y tiesas.

Ella me observa como me pajeo, unas veces lenta y suavemente, y otras de forma enérgica y rápida. Mi cuerpo se contrae mientras siento las sacudidas de placer que recorren mi espalda.

Ella permanece inmóvil, absorta, mirando el sube y baja de mi nano, esperando con anhelo para ver la explosión de leche que seguro se producirá en breve.

“quieres tocar un poco?”, le pregunto mientras acompaño con mi mano el pellejo arriba y abajo. No responde pero percibo su deseo. “ven acércate, toca lo que quieras”.

Es tan joven que la vergüenza la reprime. Me acerco, le tomo la mano y hago que la cierre abrazando mi polla. La acompaño hasta que consigo que me de unos cuantos meneos.

En cuanto puede, se deshace de mi y vuelve a su posición de espectadora. Yo me la sigo meneando delante de sus narices, y para completar la estimulación alargo la mano hasta que mi dedo medio se coloca encima de su rajita. La braga esta mojada y se le escapa un gemido.

Ya estoy que no puedo aguantar mas, y mi mano va al encuentro de sus pechos. Los tiene bien duros, potentes y con unos pezones erizados por la excitación.

Nos damos un beso en la boca que certifica nuestro deseo de fundirnos en uno solo. En un momento hago que se de la vuelta, apoye sus manos sobre el lavabo y me de la espalda. De un manotazo le bajo las bragas y dirijo mi polla entre sus piernas. Enseguida encuentro su raja ardiente y mojada.

Empujo y toda mi polla se pierde dentro de su coñito. Guau!!! Eso es superior!!

Ella se inclina aun mas sobre el lavabo, poniendo la espalda paralela al suelo. Ahora mi polla entra y sale como un zepelín. Alargo las manos por dentro de la camiseta y alcanzo sus pechos en forma de pera. Los acaricio al tiempo que bombeo con fuerza contra las nalgas.

Después de un mete y saca frenético que dura varios minutos, ella empieza a gemir como una loca. Temo que nos escuchen los vecinos o quizás mi compañero, pero eso no me detiene y sigo empujando fuerte y con ritmo. Después de gritar y suspirar, se queda callada justo en el momento en que una ráfaga de leche caliente sale despedida hacia el interior de su coño.

Me corro, si, me corro como un burro. Le mojo las nalgas y los muslos. Ha sido espectacular. Hacia tiempo que no tenia una corrida tan copiosa.

Después de unos instantes de reposo, en silencio y sin mover un muslo, le quito la camiseta y la invito a darse una ducha conmigo.

Mas tarde me voy a mi habitación y ella a la de mi compañero. Ahora ya podemos dormir tranquilos.

Deverano.