Ducha, cama y gemidos

Hay veces en la vida en las que no puedo tener la boquita cerrada...

Me llamo María tengo 21 años y mis gemidos se han hecho famosos. Ahora sabréis porque:

Era viernes y acabábamos de volver a casa de mi novio tras una divertida tarde en el parque de perros con nuestras mascotas. Habíamos llegado cubiertos de polvo como era de esperar así que nada más llegar bañamos a los perros en el patio.

Cuando los dos estaban ya bien limpios y descansando en sus cestas sonó el teléfono de mi novio, eran sus padres que le llamaban para avisarle de que iban a pasar el finde en la playa.

En cuanto escuchó esto me miro con una sonrisa dejándome adivinar en que estaba pensando, así que antes incluso de que el colgara yo llame a los míos para decirles que me quedaba a dormir fuera.

No había soltado aun el móvil en la mesa cuando le note a él detrás de mí agarrándome por la cintura y diciéndome al oído:

-Nosotros también estamos muy sucios, quizás deberíamos darnos una ducha-

Cuando oí eso un escalofrió me recorrió el cuerpo pensando en lo que vendría después, gire el cuello buscándole, le di un beso breve en los labios y salí disparada hacia el baño con él pisándome los talones, pretendía encerrarme allí dentro y hacerle rogar para que le dejara entrar pero él fue más rápido que yo.

De un empujón abrió la puerta y se me abalanzó encima, estaba mucho más ansioso de lo que yo pensaba, no tenía ninguna intención de despegarse de mí, ni él ni sus manos que ya estaban por todas partes.

Comenzamos a besarnos con todas las ganas del mundo mientras mis manos pasaban de su cuello a su espalda y acababan llegando como siempre hasta su culo. No me habían llamado la atención los culos masculinos hasta que lo conocí a él, tiene un cuerpo perfecto de tanto entrenar (juega en un equipo de fútbol) y por supuesto su culo no iba a ser menos perfecto, duro y firme que el resto, ni un solo pelo en todo el cuerpo y no porque se afeite o se depile, es que no tiene y eso a mí me encanta. Pero claro mientras yo me deleitaba pensando en todo lo que tenía bajo las manos él no se había quedado quieto.

Me cogió el culo y de repente me levanto y me sentó en el lavabo, yo abrí las piernas para dejar que él se pegara a mí por completo y entonces pude darme cuenta de lo empalmado que estaba, yo llevaba falda así que podía notar su polla apretándose contra mis braguitas, empecé a ponerme cada vez más caliente deseando sacar aquel bulto de sus pantalones.

Le di un mordisco suave en la lengua y un pequeño empujón para que se apartara y mirándole con cara traviesa le pregunte:

  • ¿Qué es eso tan grande que te guardas ahí abajo?-

-Si tienes tanta curiosidad, ¿Por qué no me desabrochas los pantalones y lo miras? ¿o es que te da miedo?-

Acto seguido cogí la hebilla de su cinturón, la abrí lo más rápido que pude, le baje la cremallera y metí la mano dentro. Su polla estaba dura como una piedra, notaba como latía y me ardía en la mano, estaba deseando sacarla de allí pero quería que él me lo mandase:

-¿Qué hago yo ahora con esto?-

-Sácalo- me dijo en un susurro que hizo que me subiera aún más la temperatura.

Lo saque tal y como me había mandado, y empecé a masturbarle con una mano mientras con la otra le cogía el culo y lo apretaba todo lo que podía contra mí. Me encantaba tener su polla en mi mano y notar como rozaba mis braguitas, que cada vez estaban más mojadas. Tras unos minutos paré en seco y le pregunte de nuevo inocentemente:

-¿Qué hago ahora?-

-Ahora me la vas a chupar- y dicho esto me bajo del lavabo me cogió por la nuca y me hizo ponerme de rodillas en el suelo.

Tenía su polla a dos centímetros de mi cara apuntando directamente a mis labios y aunque estaba deseando metérmela entera en la boca comencé a darle besos y lametazos para intentar alargarlo lo máximo posible. Pero él no estaba dispuesto a esperar más así que me agarro por el pelo y me obligo a metérmela en la boca, aunque solo me cabía la mitad.

Empecé a chupársela mientras al mismo tiempo bombeaba esa enorme polla con la mano y notaba como mis braguitas se empapaban de lo caliente que estaba mientras le oía jadear. Con sus manos empezó a mover mi cabeza haciéndome subir el ritmo cada vez más, intentó metérmela entera en la boca aun sabiendo que no me cabía, pero yo no quería que la cosa se acabara ahí, me la saque de la boca le mire y le dije:

-Estábamos aquí para ducharnos, ¿te acuerdas?-

  • Es verdad, ya casi haces que se me olvide -

Me levante, empezamos a desnudarnos el uno al otro y nos metimos en la ducha sin quitarnos las manos de encima. El abrió el grifo y empezó a caer el agua fría sobre nosotros, pero eso no hizo que nos enfriáramos sino más bien todo lo contrario, el contraste del agua fría con nuestros cuerpos nos calentó aún más.

Cogí el gel y estando pegada a él eche un buen chorro sobre mi pecho y el suyo. Nuestros cuerpos estaban resbaladizos y suaves y el contacto de su piel y la mía me estaba poniendo muy muy caliente. Con las manos empecé a enjabonarle el pecho, fui bajando por sus abdominales bien marcados y baje mis manos hasta su polla siguiendo esas líneas de su vientre que me vuelven loca.

Al mismo tiempo que yo hacía todo esto el comenzó a besarme el cuello y los hombros mientras con una mano esparcía el gel por mi pecho y pellizcaba mis pezones aumentando el ritmo de mi respiración. Entonces me abrazo por la cintura mientras la mano que estaba en mi pecho empezaba a bajar hasta mi ombligo y de ahí a mi coñito.

-Me parece a mí que esto no está solo mojado por el agua, ¿verdad?-

  • Sabes perfectamente que no.-

-Ah, ¿no? y ¿por qué estás tan mojadita entonces?-

-Por ti- Le dije mientras aceleraba mi mano sobre su polla.

-Vaya... quizás yo podría aliviarte un poco-

-¿Si? y co... aahh!- Antes de que pudiera terminar ya me había metido dos dedos y se me escapó un gemido.

-¿Qué ha sido eso? ¿Te ha gustado?- Le encanta deleitarse haciéndome hablar cuando sabe lo que me cuesta estando así.

-Si...-

-¿Quieres más?- Paró de mover la mano y me saco un poco los dedos para dejarme hablar.

-Si-

-Vamos pídemelo bien anda- Empezó a tocar mi coñito por fuera acariciándome el clítoris con los dedos.

  • Si... Sigue por favor-

Me miro con una media sonrisa y volvió a meterme los dedos hasta el fondo mientras me besaba. De repente me dio la vuelta apretando mi espalda contra su pecho y metiéndome su polla mojada y caliente entre las piernas mientras con una mano me pellizcaba un pezón y con la otra seguía metiendo sus dedos en mi coño que ardía cada vez más ahora que notaba también su calor entre las piernas.

-¿Qué vas a hacer con eso que me has metido entre las piernas?-

-Pues...tenia pensando follarte, pero no sé si te va a caber esto, es muy grande, ¿quieres que lo intente?-

-Inténtalo-

-¿Inténtalo? Oh vamos un poco de educación sabes que así no se piden las cosas…-

Le eche una mirada de malicia y mientras le cogía la polla con la mano y la empujaba contra mi coñito le dije:

-Intenta meterme esa polla tan enorme, por fa, por fa…-

-Vale te la voy a meter si es lo que quieres, pero luego no me pidas que pare-

Tras decirme esto al oído con la voz más sexy que podía poner se echó sobre mi empujándome contra la pared y me la metió, de un solo golpe sin más preámbulos, hasta el fondo, se me escapo un grito de placer, el agua chorreaba sobre mi igual que chorreaba yo de gusto y el empezó a follarme con todas sus fuerzas cada vez más rápido, yo sentía sus huevos chocando contra mi clítoris y le oía jadear junto a mi oído. Pasados unos minutos ya ni le podía oír por culpa gemidos, entonces paró en seco y me dijo:

-¿Qué te parece si hacemos un cambio de escena? te recuerdo que la ventana del baño da al patio de vecinos y no quiero que los asustes con tus gritos-

Le sonreí y le dije que si con la cabeza porque no sabía si me saldría la voz, tampoco sabía si sería capaz de andar sin caerme de lo que me temblaban las piernas y el debió notarlo porque me cogió en brazos y me llevo directamente al cuarto, pero allí se acabó la delicadeza porque me soltó de golpe sobre la cama, yo sabía que lo había hecho a propósito para que me quejara y por supuesto que me queje y me respondió:

-Perdóname, no era mi intención asustarte, ¿cómo te puedo compensar?-

-¿Qué te parece si me sigues haciendo gemir como en la ducha? si es que aun tienes fuerzas…- Eso fue un alarde de bravuconería por mi parte teniendo en cuenta que yo casi no me podía mover.

-Te vas a enterar...- Menuda mirada malévola que me echó.

Como si yo pesara lo mismo que el aire me cogió, me dio la vuelta y en un momento me tenía a cuatro patas sobre la cama.

Yo pensaba que me la iba a meter a lo bestia como en la ducha pero no, de repente note algo húmedo, no era su polla, me gire y ahí estaba lamiéndome el coño en esa postura, casi me volví loca de gusto al darme cuenta, él no lo sabía pero yo siempre había querido que lo hiciera de esa forma, había visto esa postura en un montón de videos porno y la quería probar pero no sé porque nunca se lo llegaba a pedir, ¿me habría leído el pensamiento?

Pensando en lo que me hacía empecé a gemir pero claro no iba a ser yo la única que disfrutara en esa cama, ese "te vas a enterar" seguro que no se refería a esto. Claro que no se refería a eso, paró y note su pecho sobre su espalda se agachaba para alcanzar mi oído:

  • ¿Te has divertido verdad? Ahora me voy a divertir yo-

Sin que pudiera yo decir ni media empezó a metérmela, esta vez fue despacio pero no creo que lo estuviera haciendo por consideración hacia mí, se estaba recreando, tenía toda la pinta de que ahora me iba a tocar sufrir un poco.

Empezó a sacarla y meterla muy despacio, empecé a pensar que quizás no fuera a ser tan malo conmigo, quizás… Pero me equivocaba, estaba yo ahí disfrutando tranquilamente en el paraíso y de repente me embistió de tal forma que mi cara se hundió en la almohada que tenía delante.

-Cariño será mejor que muerdas la almohada porque vas a gritar-

  • ¿Qué?... ¡No!... Espe...Ahhh!!!- Morder la almohada, morder la almohada, que buen consejo ese, mejor sería que le hiciera caso.

Apreté los dientes sobre la almohada mientras él me la clavaba con toda la fuerza que tenía, yo pensaba que me iba a romper por la mitad, era enorme y me la estaba metiendo sin ninguna contemplación pero, como me gustaba.

Me tenía cogida por las caderas con fuerza, mis pechos se balanceaban sobre la cama y mis pezones rozaban las sabanas, aquello era demasiado para poder controlarme, pare de morder la almohada y dejé que el oyera mis gemidos. No lo podía soportar más, era demasiado bueno, demasiado grande, demasiado fuerte.

-Para... para por favor, más despacio, no puedo más-

-Te dije que te ibas a enterar- Y tanto que me lo dijo, ¿por qué habría yo abierto la boca?, sabía que no tenía que retarle, pero lo hice, siempre me pasa igual, me gusta demasiado jugar y al final siempre pierdo.

Entonces con una sonrisa de malicia me miro y paro por un instante, pensé que quizás se habría apiadado de mí. Pero no, solo quería cambiar de postura. Me dio la vuelta me abrió las piernas, se echó encima de mí y me la volvió a meter.

Se movía como si acabara de empezar, él nunca se cansaba y yo creía que estaba ya al borde del desmayo, solo me quedaba fuerza para gemir. Entonces freno un poco y me dijo en un susurro:

-Qué bonita te pones cuando gimes, pero si sigues así todo el edificio se va a enterar de lo bien que te estoy follando, no me dejas más remedio- entonces alargo una mano y me tapo la boca.

Ya solo podían escucharse murmullos pero yo seguía gritando bajo su mano y él seguía bombeando cada vez más fuerte. Ya no podía aguantar más, notaba como me empezaba a subir un cosquilleo por todo el cuerpo estaba a punto de tener un orgasmo. El hecho de que me estuviera tapando la boca me ponía más caliente todavía y por sus jadeos creo que yo no era la única, le cogí el culo y lo apreté contra mí, no quería que la sacara ni un milímetro y entonces explote. En cuanto notó que yo había terminado la sacó, se bajó de la cama y me hizo ponerme de rodillas para que se la chupara.

-Te lo vas a tragar todo-

Y por supuesto que me lo trague, solo cinco segundos después de que me lo dijera. Me encanta que se corra en mi boca y notar en mis labios ese último espasmo de placer. Después de eso nos tiramos en la cama agotados y nos dormimos como si nunca hubiéramos roto un plato. A la mañana siguiente nos encontramos esta nota bajo el felpudo:

“Soy el vecino del segundo. Me pone tan cachondo oír gemir a tu novia que me voy a arriesgar a que me metas una hostia cuando me veas pero: ¿Podemos hacer un trio?”