Dragon Ball Z (episodio XXX)
Un poco de hentai para variar
La nave surcaba el espacio a una velocidad que no permitía divisar el paisaje como a ella le hubiese gustado. Bulma estaba aburrida. Su padre, un científico genio, había diseñado la nave de tal manera que apenas era necesario pilotearla, estaba completamente programada para esquivar los meteoritos y llegar a su destino sin ningún inconveniente.
Pero todo esto le resultaba muy frustrante, porque no había mucho que hacer para matar el tiempo, y si los siete días que había pasado a bordo le parecieron eternos, los quince días que aún faltaban para llegar al nuevo planeta de sus amigos los Namcuseìn, le iban a parecer fatales.
—Hola Bulma ¿Qué hay para comer? —dijo una voz a sus espaldas.
—¡Goku que imbécil eres, ya te dije que no me hables así de repente cuando estoy distraída! —Lo reprendió.
—Lo siento Bulma. Es que muero de hambre.
—¡Yo no soy tu sirvienta!
A pesar de su exasperación, no pudo más que admirar la figura de Goku. Estaba sin remera, solo llevaba unos calzones azules que usaba para dormir. Su cuerpo, ejercitado ininterrumpidamente, estaba completamente trabado: sus abdominales marcadas como sólo él podría tenerlas, sus pectorales duros, sus brazos y piernas gruesas y musculosas, con las venas marcadas.
—Vamos Bulma. No seas mala. —Le dijo Goku, acercándose a ella, y propinándole una nalgada—. Cocíname algo rico, que debo entrenar con Vegeta.
—Que grosero eres. —Lo reprendió, tratando de mostrarse severa, aunque en el fondo, aquella mano poderosa que se posó sobre su nalga le hizo arder en su interior—. No veo la hora de llegar a Namecusein para que dejen de tratarme como a una sirvienta. —Dijo, y se fue a la cocina a preparar varios platos, ya que sabía que a su compañero de viaje era un glotón.
Mientras descongelaba la carne y comenzaba a preparar el guisado, pensaba en Goku. Lo conocía desde que él era un niño. Nunca se hubiese imaginado que se convertiría en el hombre más fuerte del universo. Pero ya era tarde para intentar conquistarlo, Milk le había ganado de mano, y Goku era tan inocente que no era capaz de advertir sus insinuaciones. Bulma solía pasearse en ropa interior por la nave, o en su defecto, con vestidos cortitos. Y cuando salía de bañarse se envolvía con una toalla diminuta que apenas cubría su cuerpo mojado. Pero no había caso, él parecía verla como a una hermana.
Terminó de cocinar y le llevó una bandeja llena de comida a Goku.
—¡Vaya! Todo esto se ve delicioso. —Exclamó él.
—Si fueses más amable te daría cosas más deliciosas que unos platos de comida.
—¿Ehm? ¿A qué te refieres Bulma?
—A Nada, tonto. —Dijo ella, frustrada.
La puerta automática del comedor se abrió.
— ¡Oye mujer, prepárame la comida!
Era Vegeta, el príncipe de los Saiyajin. A pesar de que su raza se encontraba casi extinta, no se le habían ido sus aires de superioridad.
Bulma sentía miedo de Vegeta, pero no por eso se quedaría callada.
—Allá está la cocina, preparare tu propia comida, ¡salvaje!
—Vaya, la gatita tiene garras… por cierto mujer, te queda bien ese vestido, el color rojo te sienta… aunque es una prenda muy provocadora como para usar frente a dos hombres en abstinencia.
Bulma se sorprendió por el comentario. No imaginaba esa especie de cumplido de parte del salvaje de Vegeta.
—Ahora ve a cocinarme algo delicioso, o tendré que arrancarte el vestido y obligarte a que seas mi esclava personal.
—Oye Vegeta, no la trates mal.
—¡Tú cállate Cacaroto! No sabes nada de mujeres.
Bulma, un tanto asustada, pero sobre todo desconcertada debido a la excitación que le generaron las palabras del salvaje de Vegeta, fue a la cocina sin chistar.
Cuando terminaron de comer, los guerreros se fueron a entrenar a la habitación con la gravedad aumentada. Bulma se quedó pensando en los dos hombres con quien compartía aquel largo viaje. Eran completamente diferentes, de hecho, hacía no mucho tiempo atrás eran enemigos mortales. Si Goku era inocente y amable, Vegeta era malvado y prepotente. Sin embargo, el príncipe de los Saiyajin era el único hombre que podía competir con el físico escultural de Goku. El hecho de que era mucho más bajo no lo hacía menos atractivo.
Se preguntaba cómo sería hacer el amor con alguno de ellos. Si eran capaces de entrenar por tantas horas, y si podían volar por los cielos, y destruir un edificio entero de un solo golpe ¿serían capaces de mantener su erección por mucho tiempo? Y si así fuera, ¿Cuánto sería? ¿Tres horas? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿O incluso más? Se imaginaba cuantas veces serían capaces de hacerla llegar al clímax. No pudo tolerar el calor entre sus piernas, así que fue al baño y se alivió bajo la ducha.
Se miró al espejo, desnuda. Su cuerpo era la envidia de muchas. A pesar de estar cerca de los cuarenta, sus pechos se mantenían firmes, y su piel tersa. Los ojos azules eran muy grandes, y su cabello, de un azul más claro, le daba un aire exótico. ¿Quién la había mandado a pasar tres semanas con el tonto de Goku y el salvaje de Vegeta? En la tierra hubiese encontrado un hombre que la valore.
Se volvió a poner el vestido rojo, recordando las palabras de Vegeta. Era muy corto, y tenía un gran escote.
Habían pasado más de ocho horas cuando los hombres salieron de la habitación donde entrenaban.
—Vaya Vegeta, realmente te has vuelto muy fuerte. —Lo felicitaba Goku.
—Claro que me he puesto fuerte granuja, ¿Creías que iba a dejar que un insecto como tú me supere?
Bulma estaba frente a los mandos de controles, sentada en la silla, con las piernas cruzadas. Giró el asiento y vio a los hombres. Vegeta solo vestía una calza azul que le marcaba las piernas musculosas y develaba el importante tamaño de su miembro. Goku llevaba una remera azul, maltrecha por el entrenamiento, y el pantalón naranja. Ambos estaban bañados en sudor.
—Vaya, acá está nuestra sirvienta. —Dijo Vegeta, reparando en ella.
—¡Vete al infierno, imbécil!
—Oye Vegeta, creo que te equivocaste, no creo que Bulma esté interesada en ti. Sólo mira cómo te habla —Le comentó Goku en voz alta.
—¿Qué demonios? ¿Estuvieron hablando de mí?
—No te creas tan importante mujer. —Dijo Vegeta, acercándose a ella—. Sólo le comenté que podía poseerte cuando quisiera.
Bulma quedó boquiabierta, sin saber qué decir.
—Es más, ahora mismo estoy con ganas de hacerlo, mujer.
La agarró de la muñeca, y haciendo apenas un movimiento, la hizo levantarse de un alto. Luego le dio un empujón y la tumbó en el piso.
—¡Oye Vegeta, no te pases! —Le dijo Goku, acercándose a ayudar a su amiga.
—No seas idiota Cacaroto ¿No ves que esto es lo que ella quiere?
Vegeta le arrancó el vestido de un solo movimiento, y lo convirtió en hilachas, dejándola sólo con la ropa interior. Como Bulma no parecía molesta, Goku estaba confundido.
—Mira Cacaroto. Con esta enorme verga poseeré a esta zorra que tienes por amiga.
Vegeta se arrodilló encima de Bulma, que había quedado boca abajo. Le arrancó la bombacha de un tirón, y la penetró con una embestida brusca.
Bulma gritó.
—Canalla, la estás lastimando.
—¿Acaso la ves quejarse? —Retrucó Vegeta, al tiempo que la embestía nuevamente.
—¡Go...Goku! —Dijo Bulma, que apenas podía hablar—. Goku Por favor…
—Tranquila Bulma, yo derrotaré a Vegeta y te salvaré.
—Por fav…favor. Tú También…
—¿Yo también? ¿Yo también qué? —Preguntó, desconcertado.
—Tú también dame la verga.
—¿Ehm?
—No hagas esperar a esta golfa Cacaroto. —Dijo Vegeta, saboreando cada palabra que decía—. Metele tu verga en la boca mientras yo la penetro por aquí.
Bulma estaba boca abajo, recibiendo la verga de Vegeta, mientras la dominaba con un brazo, por si quisiese escapar. Sin embargo, a pesar de sentir cierto dolor por la brusquedad con que ese miembro entraba en ella, no quería por nada del mundo que ese salvaje deje de poseerla.
—Vamos Cacaroto ¡Métesela en la boca! —Lo instó—. Veremos quien dura más cogiendo a esta golfa.
—¿En la boca? ¿Eso quieres Bulma? —Preguntó confuso Goku, acercándose a ellos—. Vaya, nunca lo había hecho así.
—¿Qué nunca lo hiciste? ¿Acaso tu mujer no te la chupa? —inquirió Vegeta, sin dar crédito a lo que oía.
—Claro que no. —Dijo Goku, ya parado al lado de la pareja que copulaba en el piso—. Milk nunca me haría algo así. —Se arrodilló y puso su cara frente a la de Bulma. Ella se movía espasmódicamente, soportando el falo poderoso del príncipe de los Saiyajin. Goku le corrió el pelo para atrás con ternura—. ¿Te gustaría llevarte mi verga a la boca? ¿De veras haces esas cosas Bulma? —Le preguntó, todavía sin terminar de creerlo
Bulma extendió su mano, y manoteó el bulto duro de su amigo de la infancia.
—Por favor, dámela. —Suplicó.
—Muy bien, si la quieres ¡Aquí está! —Dijo, sacándose el pantalón—. Pero luego no te quejes eh —agregó, agarrando a Bulma de la cabeza, y arrimando su miembro.
Ella se lo metió en la boca.
—¡Wooow! Vegeta, tenías razón, esto se siente estupendo. —comentó cuando Bulma comenzó a recorrer su lengua por la cabeza de su miembro.
—¡Te lo dije imbécil! Ahora procura no correrte, recuerda que estamos compitiendo —dijo Vegeta, mientras se disponía a estrujar las nalgas de Bulma—. Oye mujer, después de todo, creo que te convertiré en mi esclava, creo que me divertiré mucho con una golfa como tú —dijo, dándole una nalgada.
Bulma no dijo nada, tenía la boca llena con la pija de Goku.
— Vaya, le diré a Milk que me haga esto cuando vayamos a dormir. —Dijo Goku, mientras descubría lo agradable que era masajearle las tetas mientras recibìa la mamada—. Oye Vegeta, ¿Qué gana de premio el que aguanta más?
Vegeta lo meditó un rato.
—Pues… quien aguanta más tendrá derecho a hacer con ella lo que se le plazca, hasta que lleguemos a Namecusein.
La sola idea de poder gozar de esa mujer durante todo el viaje le hizo ponerse aún más duro.
—Pero ¿qué dices? ¿Y si ella no está de acuerdo? —Preguntó, mirando a Bulma. Ella, sin sacarse la verga de la boca, hizo un leve asentimiento con la cabeza—. Ya veo Bulma. Sí que te gusta la idea de ser una esclava después de todo.
—Ajm. —Logró balbucear ella.
De repente Goku sintió cierto ardor en el tronco.
—Oye Bulma ¿Por qué me muerdes tan fuerte?
Bulma había abierto mucho los ojos, y había mordido involuntariamente a Goku.
—¿Acaso te molesta una simple mordedura Cacaroto? Se encuentra así porque ya logré que acabara. Si supieras cuantos jugos hice largar a esta golfa.
Bulma, por una vez, dejó de mamar.
—Lo siento Goku, fue sin querer, es que el orgasmo fue muy intenso.
—No te preocupes Bulma, no fue nada.
—Oigan, ¿les molesta si cambiamos de posición? Es que ya tengo las mandíbulas muy cansadas y me duelen las rodillas.
—Muy bien, lo haremos así. —Dijo Vegeta, haciéndose cargo de la situación—. Tú, mujer, súbete encima del granuja de Cacaroto.
Bulma se puse de pie, y dando un salto se abrazó a Goku y rodeó su cintura con las piernas.
—¿Así? —Le preguntó.
—¿Qué pretendes hacer Vegeta? —Inquirió a su vez Goku.
—Ahora simplemente penétrala.
Goku manipuló su verga y se metió a Bulma hasta el fondo.
—¡Ay Goku eres un animal! ¡Me vas a destruir mi vagina!
—Lo siento Bulma, te prometo que ahora seré menos brusco. —Se excusó retirando parte de su monstruosa verga y comenzando a hacer suaves movimientos pélvicos— ¿Así está mejor?
—Sí, por favor no pares. —Rogó ella, acariciando la espalda musculosa.
—Oye Vegeta, creo que estás haciendo trampa, si tu no la penetras te resultará más fácil no acabar pronto.
—Y quien dijo que no la pienso penetrar, insecto —contestó Vegeta, acercándose a la pareja.
—Pues si ella ya no quiere por la boca, porque le duele la mandíbula, tendrás que esperar a que yo termine para poseerla nuevamente.
—Realmente no sabes nada Cacaroto. —le contestó, poniéndose detrás de Bulma, quien gemía mientras sentía la pija en su sexo— ¿Ves este lindo trasero? —Comentó, agarrando una nalga, y separándola de la otra.
—Sí, realmente es un lindo culo. —Concedió Goku.
—Pues mira cómo le entierro mi verga.
—¡¿Qué?! —Se escandalizó Goku—. No seas malvado Vegeta ¡por ahí no se hace!
—¿Ah no? —dijo el príncipe de los Saiyajin, asomando la verga a la entrada del trasero—. Pues mira y aprende.
Con un leve movimiento enterró el glande.
Bulma se retorció en el aire, aferrada a los cuerpos de esos dos, y el intenso placer que sentía en sus hendiduras hizo rasguñar involuntariamente a Goku.
—¿Estás bien Bulma?
—Sí —Dejo ella, jadeando—. Por favor no paren.
—Claro que no lo haremos, maldita golfa, y cuando gane esta batalla te obligaré a meterte mi verga por todas partes.
Esa amenaza, lejos de asustarla, la hizo hervir por dentro, y enseguida tuvo su segundo orgasmo.
—Vaya Bulma, cuánto fluido largaste, ahora tengo todo mi vello púbico empapado.
—Lo siento. —susurró ella, todavía con los efectos del orgasmo, mientras sentía la verga morcillona de Vegeta enterrarse cada vez más en su trasero.
—No te preocupes, me gusta sentirte toda mojada, gracias a eso puedo enterrarte mi falo con más facilidad, mira. —dijo él, introduciendo su verga descomunal hasta que sus bolas peludas hicieron contacto con los labios vaginales—. Además me agrada el olor de tus fluidos, se siente delicioso. —agregó, y luego dirigiéndose a su compañero inquirió—. Oye Vegeta ¿estás bien ahí? ¿Acaso no es muy apretado?
—Es apretado, aunque no tanto como debería serlo. —indicó Vegeta, estrujándole el culo a Bulma mientras avanzaba milímetro a milímetro, haciendo que, de a poco, el pedazo de carne desaparezca en las profundidades—. Ya veo que el inútil de Yamcha no estuvo perdiendo el tiempo mientras eras su hembra, tienes el ano bastante abierto maldita golfa. Pero aun así se siente delicioso —dijo, empujando más la verga.
El tiempo pasaba y los dos hombres no daban señales de agotarse. Por su parte Bulma había acabado ya seis veces. Nunca había imaginado que podía haber obtenido tanto placer de ese salvaje y del tonto de Goku. Se sentía un fuerte olor a transpiración y a sexo en toda la nave. Vegeta ya había enterrado toda su verga en su trasero. Era increíble que semejante monstruosidad cupiera en ella. Por su parte Goku le había acercado nuevamente la verga a la boca, y ella, sin miramientos, la empezó a mamar saboreando sus propios jugos vaginales, los cuales se habían impregnado en la piel de esa verga después de tantas acabadas.
—Maldición, eso se siente muy rico, creo que estoy a punto de acabar. —Se quejó Goku.
—Como lo imaginé, fuera del campo de batalla no sirves de mucho, maldito insecto. —Se burló Vegeta.
—¿Quieres que deje de chupártela un rato? —inquirió Bulma, dejando de mamar por un instante.
—¡No, por favor no pares! —Exclamó Goku, agarrándola del pelo azul e introduciéndole su verga nuevamente—. No pares de mamar, estoy a punto de explotar.
—Creo que ya tenemos un ganador. —Dijo Vegeta, riendo odiosamente mientras estrujaba el trasero de Bulma—. Por cierto mujer, no creas que los orgasmos de los saiyajin son iguales a los de los humanos.
Bulma abrió los ojos, desconcertada, pero no atinó a preguntar nada, porque Goku seguía agarrándola de la cabeza para que no parara de chupar.
—Muy bien, aquí viene ¡Prepárate Bulma! Recuerda que es una eyaculación contenida durante horas. Maldición, ya no puedo más ¡Toma esto!
La verga de Goku expulsó un potente chorro blanco, tan abundante como la orina, solo que esto era puro semen. Enseguida la boca de Bulma se vio repleta de la leche de su amigo, se atragantó con ella, y cuando Goku por fin atinó a retirar la verga de adentro suyo, comenzó a toser, escupiendo el líquido viscoso.
—¡Espera! todavía hay más. —Avisó Goku, esta vez haciendo que la eyaculación bañe el rostro de su amiga, y manche su pelo azul—. Maldición, esto es increíble. —Gritó, cuando la pija escupió los últimos chorros.
—Muy bien, ahora que he ganado, ya puedo acabar. —Dijo vegeta, victorioso.
—¿Qué dices? ¿Acaso puedes controlar tu eyaculación a tu antojo? —Se escandalizó Goku— ¡Maldito tramposo, desde un principio sabias que no podía ganarte!
—¡Silencio, insecto! No tengo la culpa de que no sepas controlar tu cuerpo. Además, ni loco dejaría que esta golfa sea tu esclava exclusiva, incluso si me hubieses ganado la habría poseído por la fuerza.
—¡Maldito canalla!
—No entiendes nada granuja. ¿No ves que ella desea ser poseída de esa manera? Además, estate tranquilo, resulta que también disfruto observando, así que te prestaré mi juguete cuando lo necesites… ahora déjame en paz, y mira lo que es una verdadera eyaculación.
Vegeta agarró a Bulma de las caderas con violencia, y profirió un grito de guerra.
—¡Toma esto, maldita golfa! —dijo luego, largando todo su semen adentro de ella—. Ahora observa esto maldito principiante. —Dijo, dirigiéndose a su rival. Entonces se dispuso a retirar la verga de adentro de Bulma, y cuando terminó de hacerlo, el semen que había depositado en sus entrañas salió de su ano, en abundancia, manchando el piso de la nave.
—¿No te parece deliciosa la imagen de esta golfa?
—Ciertamente sí, aunque se ve muy agotada. ¿Estás bien Bulma?
Bulma cayó al piso, desmayada, sobre el charco de semen que había salido de su trasero.
—¡Bulma! —Goku se acercó a socorrerla.
—No te preocupes por ella, solo está inconsciente. Pocas mujeres soportan hacerlo con dos saiyajin, debo admitir que es muy fuerte.
Bulma despertó luego de varias horas en su cama. Goku la había bañado y vestido.
Durante lo que quedó del viaje Bulma aceptó su parte en la apuesta, y se convirtió en la esclava de Vegeta. En realidad, no tenía que hacer muchas cosas más que las que ya venía haciendo hasta el momento. Salvo entregarle su cuerpo unas horas cada día, cosa que, a pesar de que la dejaba exhausta, no le desagradaba en absoluto. Y así fue como el trío logró llegar en paz al planeta de los Namecuseín, para comenzar una nueva aventura.
Fin