Dos vampiras mexicanas

Sangre sexo y venganza.

DOS VAMPIRAS MEXICANAS

Pancho tenía 40 años, era un narcotraficante, de estatura mediana, ricachón, cuarentón, apodado el Panzón, casado e infiel. Desafiando a la ley había llevado en una lancha motora a la Isla de los Sacrificios a Lupe, una jovencita de 18 años, morena, de pelo largo y negro, con grandes ojos marrones, con enormes tetas... Con todo muy bien puesto.

Bajo la luz de la luna, sintiendo el murmullo de las olas al llegar a la orilla, y los graznidos de las gaviotas sobre las rocas, Lupe, desnuda, sobre la hierba sentía la lengua de Pacho recorrer su coño, lamer y follar su ojete con la punta y sus dientes dar pequeños mordiscos a su clítoris.

Lo bueno se iba a acabar. El Panzón, que estaba vestido, sacó su gorda polla, se la acercó a la entrada de la vagina, y le dijo:

-Ahora sabré si eres virgen.

Le clavó la cabeza de la polla de un golpe. Lupe soltó un grito de dolor que se oyó en el Puerto de Veracruz.

-¡¡¡Aaaaaaaayyyyyyyyy!!!

Se la clavó hasta el fondo de otro golpe de riñón... Le rompió el coño... Coño que sangró copiosamente al entrar y salir la verga de él. El Panzón se carcajeaba de los gritos de dolor de la joven, a la que pellizcaba con fuerza los pezones y las tetas y abofeteaba en la cara sabiendo que sus gritos nadie los podía oír, o eso creyó, que nadie iba a oír sus gritos de dolor...

No muy lejos de allí, en la misma Isla de los Sacrificios, Jaquelin, una joven morena clara, que estaba chupando sangre del cuello de un pelícano, descalza y en camisón, levantó la cabeza, con los labios ensangrentados, olisqueó el aire y le llegó el olor a sangre humana. Al acabar de secar al pelícano, se transformó en vampira y se fue volando.

Cuando Jaquelin llegó al sitio, Pancho, había ido a la lancha motora a buscar una pistola. Lupe seguía en el mismo lugar. Lloraba y sangraba por la vagina. Se quedo paralizada cuando vio delante de ella a Jaquelin con su camisón de seda transparente bajo el que se veían todos sus encantos. Vio como se echaba sobre la hierba y le lamía la sangre de su coño, cómo luego iba subiendo y le comía las tetas, luego cómo le comía la boca y al final sentía como los colmillos de la vampira se clavaban en su cuello. La sangre al morder su yugular salía a borbotones, parte la bebía jaquelin y parte caía sobre la hierba. En cuestión de segundos, Lupe tuvo un orgasmo brutal. De su coño recién desflorado comenzaron a salir jugos a borbotones, la vampira dejó de chupar su sangre y volviendo a meter la cabeza entre sus piernas bebió el jugo de su corrida.

Al rato volvió Pancho, pistola en mano. Vio a Lupe, pálida cómo la luna, y le dijo:

-Ahorita tengo que matarte. Una chava muerta más en México no se va a notar.

El Panzón le apuntó a la cabeza. A Lupe se le pusieron los ojos rojos y se le hincharon las tetas. A Pancho le empezó a temblar la mano.

Lupe, se levantó. Le cogió al Panzón la muñeca de la mano que sujetaba la pistola, apretó y el arma cayó sobre la hierba. El Panzón estaba acojonado.

-¡Virgencita! ¡¿Qué está pasando aquí?!

Ahora se acordaba de la virgen el hijo puta. Los ojos de Lupe parecía los de una fiera salvaje. Pancho vio que le habían salido unos grandes colmillos. Sintió cómo se clavaban en su cuello. Cayó de espaldas sobre la hierba, Lupe cayó sobre él sin parar de chupar su sangre. El Panzón chillaba cómo un cerdo y había sangre por todas las partes... Jaquelin, apareció de la nada y le mordió en un pecho, luego en el otro... Lo devoraron cómo si fueran dos perras, pero no lo eran, eran dos vampiras mexicanas.

Dejaron al Panzón muerto y ensangrentado y se fueron volando en busca de más víctimas. Había muchos más mal nacidos que devorar.

Quique.