Dos sissies y un retorno 3
De vuelta a la habitación, me encuentro con un fallo intolerable, Cerdita no aprende por lo que debo castigarla.
En mi último relato, después de estar con Mistress Ana debía regresar a mi habitación a ver a Cerdita
Llegué a mi habitación con la esperanza de que la inútil de Cerdita, al menos hubiera terminado de colocar mi equipaje y la verdad es que si que estaba colocado, pero como ya os dije, no se podía esperar mucho de ella y otra vez volvió a demostrarlo.
Su torpeza la llevó a cometer el error de creer que el armario también era suyo y se atrevió a poner mi vestuario junto a su ropa, lo cual, sin duda merecía un castigo. Llamé a Mistress Valeria con la esperanza de no interrumpir el Consejo, tuve suerte, contestó y la consulté si era posible que me mandase una jaula y se llevaran el catre que estaba a los pies de mi cama - ¡Ésta idiota quien se habrá creido que es! - pensé mientras no dejaba de repasar donde había colocado todo lo demás y parecía que no había nada más que destacar. Mistress Valeria me llamó para confirmarme que unas putillas me traerian a la mayor brevedad la jaula, se lo agradecí sumisa mientras miraba en el espejo el aspecto que tenía después de la sesión con Ana y decidí que unas simples putillas no podían verme con la ropa tan arrugada y sin apenas maquillaje. Una sissy siempre tiene que lucir preciosa. Calculé que, como poco tardarían media hora, y cuando viniera Cerdita me daba igual ya que iba a tener un castigo ejemplar, con lo que me cambié toda la ropa, me puse mi peluca rosa y continué apostando por mis peep toe, ¡ya sabéis!, fetichismos sissy, sentada en el tocador mostré mi destreza con el maquillaje, ya que tras la sesión de sexo con Ana y la ducha posterior parecía cualquier cosa menos una Aventajada. Estaba terminando de aplicarme el labial cuando llamaron a la puerta…
Dos putillas enmascaradas que a simple vista se veían patéticas traían la jaula. No podía evitar pensar así de las putillas y me decía a mí misma que estaba mal, ya que no hacía mucho que yo era igual o más torpe que ellas, pero era algo que tenía que corregir.
- Buenas tardes, sissy Marlene, ¿ha pedido usted una jaula?
Eran tan noveles que aflautaban la voz intentando parecer femeninas, extrañamente, ese gesto me inspiró ternura…
- Si, pero sacar el catre antes.. Quiero que la jaula la pongáis en el mismo sitio.
- Lo que usted diga, sissy Marlene…-contestó la segunda putilla con una vergüenza temblorosa en la voz aún menos femenina que la de su acompañante, una voz que creí reconocer… mientras comenzaron a desmontar el catre
- ¡ESPERA! - alcé la voz mientras la tocaba la cabeza - ¡LEVANTA PUTILLA!-
La segunda putilla, obediente, se levantó y me dediqué a observarla. Las putillas apenas tenían derecho a nada y al Consejo no se inmiscuia en su formación, pero uno de los pocos derechos que tenían era poder estar enmascaradas durante el primer año de formación si así lo deseaban, ni siquiera su Aventajada podía quitar ese derecho, así que aunque estuve tentada de hacerlo, me dediqué a observarla detenidamente a través de la máscara, a mirar sus ojos y escuchar su respiración agitada. Estaba casi segura que aquellos felinos ojos azules que no encajaban en aquel cuerpo que carecía de cualquier vestigio de feminidad, pertenecían a mi antiguo jefe, el típico machote para el que la manera más liviana de llamar a los gays era bujarrones, y aquel que cuando me violaron tres rusos en un viaje en tren para la empresa dijo que me lo merecía por maricon, lo que se llamaría un retrógrado de manual pero tan guapo y varonil que muchas noches fue protagonista de mis anhelos en soledad. Si pudiera quitarle esa máscara… pero tendría que comprobarlo de otra manera..
- Decirme putillas! ¿Estáis contentas con vuestras Aventajadas? Os tratan como es debido?
- Si, sissy Marlene, yo soy muy feliz con mi sissy - contestó ilusionada la putilla que estaba desmontando el catre
A mi fijación enmascarada la temblaba todo el cuerpo
- Muy bien querida, en esta escuela todas nos esforzamos para hacer felices a nuestros.. ¿Cómo llamarlo? Vinculados! Creo que esa palabra podría definirlo, ¿no crees?
Mis pasos rodeaban despacio a la otra putilla mientras la miraba aún más detenidamente, percatándome de que estaba tragando mucha saliva como signo de que su ansiedad iba en aumento. Una vez la hube rodeado, me detuve frente a ella y acercando mi cara a la suya volví a tomar la palabra.
- Te he hecho una pregunta… piensas contestar?
Nerviosa y alterada, asintió con la cabeza mientras oí un leve gemido. Miré al suelo y lo comprendí, la muy puta se había corrido solo con la excitación que la había provocado la escena, recordé que a mi me pasaba lo mismo cuando entré como putilla, que me corría con cualquier situación excitante, noté como a mi clítoris también le había gustado y continué
- Y bien putilla… Dime… Crees que esa palabra puede definir tu relación con tu Aventajada? Crees que puede definir la mía con mi Mistress?
Asentia con la cabeza incontroladamente
- No te oigo, dime!
Un hilo de voz salió de la abertura para los labios de la máscara.
- sssssssssssssssssi…
- COMO? MÁS ALTO ZORRA!!
- Sssssssssssssssssi… - acertó a decir otra vez un poco más alto pero al borde de las lágrimas
- Aún no lo oigo bien, MÁS ALTO!
- Si, sissy Marlene, es una palabra perfecta, ¡es impecable! - dijo al fin confirmando mis sospechas, la voz que salió de aquellos labios era sin duda la de mi ex jefe, que aunque había sido educado en prestigiosas instituciones poseía una voz tan masculina como la de cualquier camionero, uhmmm, me encantan los camioneros rudos, pero esa es otra historia..
- Muy buena chica, ahora tírate al suelo y limpia lo que has manchado con la boca.. No querrás que lo limpie mi putilla, ¿verdad?
Sumisa, se agachó a chupar la leche que ella misma había derramado mientras decidí que ya llegaría el momento de disfrutar de aquel regalo que me había hecho la casualidad y me sorprendió gratamente el observar que su clitty mostraba signos de que la encantaba lo que estaba haciendo. ¿Como mi antiguo jefe podía ser tan puta? Pense para mi
Por otra parte, la otra putilla se levantó y me comunicó que el catre ya estaba desmontado.
- Está bien, muchas gracias, ahora cuando la inútil de tu compañera acabe lo sacáis y montáis la jaula.
Al darme la vuelta, vi que debajo del quicio de la puerta estaba mi Cerdita mirando lo que pasaba en la habitación, estaba preciosa y mi clítoris también pensó lo mismo, pero ni muerta iba a decir nada, la falda que había elegido realzaba sus piernas rollizas y con la blusa disimulaba bastante bien su barriga y había apostado por unos zapatos con correa al tobillo que la hacían estar divina en su primera noche con su Aventajada. Desconocía el tiempo que llevaba ahí y tampoco me importaba lo más mínimo.
- Hola cerdita, ya te has lavado bien? Pasa, no te quedes ahí, ahora van a pasar tu jaula..
- Mi jaula, sissy Marlene? Mi jaula para que, si puedo preguntar?
- Ahora te lo explico, venga! Ayuda a tus compañeras que pesará, vamos… a ver si acabamos ya el día, mujer….
Dócil y confundida, dejó las cosas de aseo que llevaba y se dispuso a ayudar a las otras putillas sin perder tiempo. En diez minutos, las putillas cerraban la puerta tras ellas.
Una vez solas en la habitación, Cerdita me miraba confundida como pidiendo una explicación pero sin osar a ello. Por otra parte, yo me encontraba demasiado cansada después del día tan duro que había tenido y no me apetecía andar con rodeos, creía que había que ser directa y que supiera lo que esperaba de ella, aparte, era tradición que la primera noche de una sissy con su putilla, aquella la marcase con una noche de sexo sublime y, siendo justa, tenía muchas ganas de ella.
- Te preguntarás por qué he traído una jaula para ti verdad cerdita? y por qué tu catre ha desaparecido, voy a ser franca y no voy a andarme con rodeos, estás castiga y a partir de ahora y hasta que yo decida dormirás en la jaula. A quién demonios se le ocurre que la ropa de una putilla puede coincidir en el mismo armario que el de una sissy? Dime? Solo se te puede ocurrir a ti, estúpida descerebrado, un fallo así es intolerable . Y te digo más y que te quede bien claro, voy a ser inflexible contigo como lo fue Mistress Ana conmigo! ¿Quieres ser la mejor putilla del año cerdita? - pregunté mientras abría la jaula invitándola a entrar.
Cerdita no se atrevía a hablar, en su mirada había implícita una petición de compasión pero mi decisión era firme, así que se agachó, y sumisa, entró en la jaula.
Cerré la puerta tras ella y me agaché para hablarla de cerca. Sus ojos eran un canto al desconsuelo
- No quieres hablar? No tengas miedo, puedes hacerlo, mi castigo no irá a más de momento. Estarás ahí una hora en un principio a ver cómo reacciona tu cuerpo a ese espacio, pero quiero que entiendas que eres tú quien me ha obligado a castigarte. ¿Lo entiendes Cerdita?
- Si, sissy Marlene, la ruego perdone mi torpeza pero entiendo que el castigo es esencial y ajustado a mi falta, no tiene que justificarse
- Buena chica, ahí reflexionaras sobre lo que has hecho
Me levanté y aproveché para hacer alguna llamada telefónica, mientras miraba a mi cerdita y la habitación que tenía y me sentí muy feliz, confirmando que, definitivamente, aquel era mi sitio. La tarde había sido dura pero muy jugosa, miré el reloj y me di cuenta que debía bajar a cenar, decidí que Cerdita se quedase en la jaula pero la puse una máscara ciega de sumisión para que se solo se concentrara en pensar en su error y bajé al comedor.
Mi entrada en el comedor fue una auténtica sorpresa, cuando abrí la puerta estaban todas las putillas de rodillas, atadas como perras a las cadenas que sujetaban sus sissies y con sus culos desnudos mostrándose hacia mí y las sissies y el Consejo de pie. Confieso que no esperaba tal recibimiento, miré a Ana y por su mirada supe que era cosa de ella. Y Doña Chus me pidió que me acercara a la mesa del Consejo.
- En nombre de la escuela queremos darte la bienvenida en tu regreso, y queremos hacer oficial que el Consejo te puso como condición que renunciases a tu antiguo nombre de Gia y ha dictaminado que, a partir de ahora serás Sissy Marlene, que como Aventajada, quedas a cargo de la formación de Cerdita y te comprometes a afrontar su formación bajo las normas de la escuela de feminización y modales de Doña Chus y, a la vez, formaras parte del elenco de sissies de Mistress Ana y te entregaras en los términos que ella considere a los alfas que estime oportuno, siendo ella la única que tiene ese poder sobre ti. Así que, después de lo expuesto delante del Consejo de Mistress y de las Aventajadas, yo te pregunto a ti, SISSY MARLENE, ACEPTAS SUMISA ESTAS NORMAS Y ENCOMIENDAS TU EXISTENCIA A SERVIR COMO SISSY A TODOS TUS SERES SUPERIORES, ENTENDIENDO QUE LOS ÚNICOS SERES INFERIORES A TI SON LAS PUTILLAS DE LA ESCUELA?
- Si, Doña Chus, nada me puede hacer más feliz
- Pues que así sea, este Consejo tiene como testigos de tu compromiso a las Aventajadas que firmarán con su leche sobre la tuya en el libro de la escuela, así que cuando quieras puedes empezar la Ceremonia de la Marca
- Perdone Doña Chus, pero mi putilla está enjaulada en la habitación, antes debo subir a por ella?
- Pues cuando cenes, si eres tan amable, sissy Marlene? La Sala del Placer está preparada al efecto
- Muchas gracias Doña Chus, como sissy espero estar a la altura de lo que está escuela se merece
- Estoy segura de ello, fuiste una putilla indecorosa y magnífica y tienes unas referencias envidiable
Me senté en la mesa de las Aventajadas que no estaba muy concurrida porque muchas de ellas tenían que sentarse con sus putillas para vigilar que no se masturbaran, ya que estas estaban obligadas a sentarse sobre dildos, pero tenían absolutamente prohibido tocarse y sobre todo las más noveles no aguantaban.
Pero yo echaba de menos en la mesa a una Aventajada y la vi sentada en la mesa de las putillas cuidando de una enmascarada, yo echaba de menos a Lena, a la Lena que entró junto a mi en la escuela como putilla el mismo día, aquella que inició el camino junto a mi y que desde aquel día estuvo a mi lado siempre, aquella que fue mi amante sincera muchas noches sin reparar en ningún tipo de traba impuesta por las normas de la escuela, a aquella que no se atrevió a abandonar la escuela junto a mi y que juró no perdonarme si la dejaba allí sola pero a la única que amaba incondicionalmente. Se que pensaréis que también confesé mi amor por Ana pero este era distinto, si por Ana era un amor basado en la admiración y la sumisión absoluta por mi parte, el amor que sentía por Lena era puro.
Mi cena fue bastante frugal, apenas una ensalada de frutas aliñada con una vinagreta de semen de putilla, un par de ostras y una copa de vino, todo muy afrodisíaco y ligero, digno de la mejor sissy. Todas mis compañeras me recibieron con los brazos abiertos y me apremiaron a terminar pronto la cena y dejar las chácharas para otra ocasión y que subiera a por Cerdita y empezase la noche de lujuria.
Cuando me iba a levantar para ir a por Cerdita, una mano se posó en mí hombro, sabía que era ella, así que giré la cabeza y la vi, poderosa y frágil a la vez, preciosa como ninguna sissy.
- Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí…
- Hola Lena, qué tal? - me levanté a darla dos besos - Te he echado de menos
- Y eso no lo pensaste antes de irte y romper todo Gia? Ahora vienes aquí pavoneándote delante de todas como la sissy pródiga y que esperas a cambio? Que todo siga igual que antes?
- A mi me gustaría Lena, quiero volver a ser tu amiga, ¡déjame intentarlo, por favor!
En la cara de Lena se dibujaba una expresión que conocía muy bien.
- Mira Gia, creo que es hora de que entiendas una cosa, el mundo no gira en torno a ti querida, lo que dejaste atrás lo dejaste y ya está, en un tiempo fuiste lo único por lo que mi vida merecía la pena pero el día que me dejaste aquí me dejaste para siempre Gia - me dijo con lágrimas en los ojos.
Continuó hablando tras una pausa señalando a la mesa de las putillas
- Ves a aquella putilla enmascarada Gia? La ves? Esa es la razón de mi vida ahora a la misma altura que lo fuiste tú, así que si no tienes nada más que decir, discúlpame, debo de continuar con su formación.
Me dio la espalda dolida y se dirigió junto a su putilla. Lena, al igual que Ana, tenía razón, y sólo cuando estuve en lo que ahora sabía que era mi casa me di cuenta del error tan grave que había cometido, un error que Ana había sabido perdonar pero que el amor puro al que antes me refería no la dejaba a Lena actuar con claridad.