Dos sexis gemelas me convierten en su esclavo
Historia ficticia de como un chico se convirtió en el sumiso esclavo de dos gemelas
Sandra y Elena son dos gemelas rubitas de ojos claros, de apenas dieseis años y vírgenes, al momento que todo paso las relaciones entre ellas eran especiales, iban juntas a todos lados, alegrando la vista a quien las veía pasar por partida doble pues las dos están muy buenas y (sobre todo en verano) solían y aun lo hacen vestir con prendas muy pequeñas, entre sus conocidos había el rumor de que eran un poco lesbianas y algo sádicas. Aquel rumor de debía a que eran muy cariñosas la una con la otra, se hacían confidencias, vamos se llevaban muy bien y no tenían relación conocida con ningún chico de su edad, es ahí donde entre mi nombre es Luis de 17 años sin novia en el momento que todo paso vivía frente a Sandra y Elena, muchas veces coincidimos al salir de casa y siempre nos saludábamos, en ese momento me parecían dos chicas muy simpáticas y educadas pero por aquel tiempo comencé a notar algo distinto en sus miradas, una cierta picardía que me hacía estremecer. Un viernes por la noche llaman a mi puerta estaba solo ya que mis padres se fueron a una convención de la especialidad de mis padres ambos eran publicistas veo por la mirilla de la puerta que son Sandra y Elena, supuse que se iban a alguna fiesta por lo guapas que estaban y debían de venir a pedirme algún favor o algo así, así que abrí y las invité a pasar, estaban muy sexys, las dos vestidas igual, minifalda, medias negras, blusa de seda blanca, zapatos de tacón, olían a rico y levemente perfumadas. -“¿Quiénes serán los afortunados que las hagan suyas?” Me pregunte a mí mismo. Las invité a tomar algo, aceptaron unos refrescos y se sentaron en un sillón de mi sala, cuando regrese con los refrescos me hicieron sitio entre ellas, y les pregunté a que se debía aquella visita, me respondió Sandra casi de inmediato muy cordial luego de darle un sorbo a su bebida. -“Veras Luis, Elena y yo somos vírgenes, hemos tenido alguna experiencia pero todos los chicos con los que nos topamos son bastantes torpes y como tú nos gustas a las dos, y sabemos que eres bastante experto a juzgar por el número de novias que has tenido hemos pensado pedirte que tú nos desvirgaras”. Dijo Sandra de lo más natural. ¡Me quedé helado! Aquellas dos maravillas querían que yo las desvirgara. Como no dije nada porque aquello me tomo de sorpresa Elena dijo. -“Si no deseas discúlpanos, pero teníamos que proponértelo porque nos pareces la persona más adecuada, además a las dos nos excitas…” Pero de pronto dejo de hablar. De manera súbita dio beso en la boca, seguido de otro, y fue en ese momento que reaccione y le meto un beso, en que nuestras lenguas se entrelazan, mientas comencé a quitarle su blusa, poco a poco, mientras Sandra me besa el cuello por el otro lado y comienza a quitarme la camisa, me besa el pecho, y mordisquea mis tetillas, mientras ya tengo las tetas de Elena a mi disposición y comienzo a masajearlas mientras nos besamos. Aquello era como un sueño hecho realidad, aunque estaba en la gloria había un precio que debería de pagar por aquello, aunque en ese momento no lo sabía, Sandra que se había despojado de la blusa tomo mi cabeza y me beso también, pare de repente todo aquello lo que les sorprendió a ambas y les dije. -“Si quieren que las desvirgue a las dos tendremos que tener un poco de orden y tendrán que hacer lo que les diga”. Les dije sintiéndome dueño de la situación, apenas había tenido sexo con dos chicas antes y no era ningún experto sexual como ellas pensaban. Las dos aceptaron así que les ordene que se pusieran las dos una al lado de la otra delante de mí, me puse entre ellas les subí las minifaldas, con cada mano empecé a acariciar sus muslos subiendo cada vez más hasta llegar a sus húmedas prendas íntimas estuve un rato frotándoles las vulva con sus tangas puestas, luego se las abaje a ambas, e hice que se sentaran una a cada lado y comencé a masturbarlas mientras ellas me besaban y buscaban la bragueta de mi pantalón las masturbaba sincronizadamente a los dos sintiendo sus labios vaginales humedecerse cada vez más. Cada poco introducía un poquito mis dedos índices en sus rajas, en un momento dado me levante y me metí entre las piernas de Elena tenía una vagina preciosa rosadita y con escaso bello rubio, comencé a lamberlo despacito escuchando sus gemidos, separé con mis dedos sus labios vaginales, buscando su clítoris y los labios menores para darle un repasito, los tenía voluptuosos muy salidos muy apropiados para darles unos suaves mordisquitos, cosa que Elena agradeció con unos gemidos, cuando levante la vista, cosa que me encantaba cuando le hacía eso a una mujer, para darme una perspectiva maravillosa, Veo a Sandra que le está lambiendo los pezones a Elena, así que era cierto, se entienden bien entre ellas pensé. Luego de casi media hora de juegos decidí que ya era el momento de desvirgar a Elena, le di el ultimo repaso lamiéndole muy rápido el clítoris e introduciéndole mi lengua en su vagina cuando noté que se corría insistí en su clítoris hasta que dejo de emitir sonidos se había corrido a base lambidas y tenía la raja bien lubricado así que le abrí bien las piernas y con dos dedos le abrí sus labios vaginales los separé y apoye mi glande contra ellos, estaba bastante bien dotado así que empuje con mucho cuidado mi grande y endurecido miembro. Elena gemía despacito cuando noto la presión de mi pene en su vagina, se la introduje un poco más y comencé a moverme un poquito hacia delante y detrás, al poco noté que la humedad del sexo de Elena había aumentado así que se la metí de un golpe, ella puso los ojos en blanco y dio un grito corto, luego comencé a penetrarla despacio, los gemidos habían cambiado de tono y ahora ya eran gemidos de placer, sentí una su sangre bañar mis huevos mientras la penetraba, así como mi pene lo que hizo sentir muy bien. Sandra que había estado observando me acerco su vagina a mi boca y al mismo tiempo que penetraba Elena le fui comiendo su rajita, era exactamente igual al de Elena con esos característicos labios menores tan grandes que producían el mismo efecto al morderlos que a Elena, las dos gemían al unísono y eso resultaba insoportable para mi excitación que aumentaba por momentos así que cuando Elena se corrió estrepitosamente, me deje ir y me corrí sobre el vientre de Elena, la leche le llegó hasta las tetas y ella se la restregó por los pezones y el ombligo. Sandra debió ver peligrar su desfloración al ver cómo me corrí, pero como tenía mi lengua en su raja llegándole hasta lo más adentro posible, además tenía 17 años y estaba muy excitado no tenía de que preocuparse, una vez Sandra se corrió en mi boca soltando un poquito de un líquido blanco que saboreé con gusto, me recosté en el sillón y puse a cada gemela a un lado, les pregunté si sabían hacer una mamada y me dijeron que no pero que estaban dispuestas a aprender, así que les fui dando indicaciones y ellas muy obedientes las fueron siguieron. -“Elena tu lámeme los huevos, así y tu Sandra toma mi duro pene, retírale la piel del prepucio y métetelo en la boca con cuidadito sin tocar mucho con los dientes chúpalo y pásale la lengua como si fuera un helado”. Les ordene. -“Así ¿ves cómo le gusta?” Añadí cuando comenzaron a chupar. -“Ahora dejarme que les masajee sus rajas por detrás, así unos deditos en sus culos, Elena mójate el dedo índice en tu raja y métemelo por el culo, dame unas lambidas antes, así, Sandra ahora cámbiate, lambe mis huevos y tu Elena, ahora que está bien erecta lambe el frenillo, esa piel que une el glande con el resto, así muy bien, ahora lámbelo todo, métetelo en la boca y haz como si tu boca fuera tu vagina”. Les indique. -“Sandra ha llegado tu hora”, Le dije luego de unos minutos. Puse a Sandra a cuatro patas, le di los últimos lametones, le metí bien la lengua y le lambí también un poquito su cerradito ano, cosa que no le disgustó, le abrí sus labios vaginales como antes con dos dedos, apoye mi glande contra aquellos labios gordos y poco a poco se la fui metiendo, despacito, cuando ya estaba el glande dentro otra vez una agradable descarga eléctrica me recorrió, ella gemía un poco, despacito, luego un poco más rápido, pero solo la puntita había entrado, de nuevo note que la lubricación de Sandra mejoraba seguramente por las gotas de lubricante que mi pene iba dejando en su interior y de nuevo de un solo gran arrimón de mi cadera y tomo mi miembro estaba dentro de ella. Sandra dio un leve gemido me quede quieto unos segundos sintiendo como algo de su tibia sangre resbalaba por mis huevos antes de empezar a bombear su vagina, los gemidos pasaron a gritos de placer y Elena para mi sorpresa me abrió las nalgas para posar su boca sobre mi ano, dándome un beso negro que me hizo estremecer, bombeaba mientras sentía la lengua de Elena aquello se prolongó un buen rato, dado que me había corrido ya una vez cuando las dos se habían corrido a gusto se la saque a Sandra y me puse de pie, las dos se pusieron de rodillas delante de mí, tomo mi pene con la intención de masturbarme y correrme en sus caras pero no me dejaron sus bocas se abalanzaron sobre mi palpitante erección Me la chuparon hasta que me corrí en sus bocas, tetas y cabello, dando un gran gemido de placer. Lo que iba a ser una simple desfloración paso a ser un curso de iniciación al sexo para ellas, y una especialización maravillosa para mí, estaba todo agotado, bañado en sudor con mi pene palpitando goteando semen frente a ambas cuando de pronto Sandra sin previo aviso me dio un fuerte golpe en los huevos que me dejo viendo las estrellas, quede de rodillas sobre el piso, agarrándome los huevos, fue cuando Elena me coloco un paño sobre la boca y nariz que me dejo sin sentido casi de inmediato. Me desperté en lo que parecía ser un baño con losas blancas por todas partes, estaba bien sujeto a una de las paredes, con los brazos extendidos a los lados y las piernas bien abiertas, tenía también un collar de metal que rodeaba mi cuello bien empotrado en la pared, otro anillo metálico rodeaba mi cintura, y sentía que algo fue introducido por mi ano muy profundamente era algo cilíndrico de al menos 25 cm de largo muy grueso casi se sentía como un tubo de una pulgada de diámetro. Estaba amordazado con una mordaza de bola, por lo que por más que intenté gritar para pedir auxilio no lo conseguí, minutos más tarde Elena apareció portaba una minúscula tanga negra, con su madre, pensé que ella me ayudaría, pero para mi sorpresa y terror ella le dijo a su hija. -“Buen espécimen hija será un buen esclavo eunuco para las dos, ahora límpialo, rasúralo y córtalo, ¡lo dejo todo en tus manos!” Dijo su madre para luego irse sin más. Elena apenas se marchó su madre tomo una esponja, la humedeció y comenzó a pasarla por todo mi cuerpo, lavándolo suavemente, estaba limpiando mis muslos cuando Sangra apareció completamente desnuda con sus tetas rebotando con cada paso que daba, mi pene comenzó a levantarse al verla ya para ese momento estaba semi rígido y con su cuerpo al desnudo termino de endurecerse. Sandra llego a donde estaba y tomo mi pene con una de sus manos para comenzar a masturbarme mientras su mano se deslizaba por mi pene ella dijo. -“Disfruta ahora que puedes porque pronto ya no podrás como eunuco”. Dijo Sandra para reír sin dejar de masturbarme. Cuando Elena termino de lavarme, salió sin decir nada, mientras tanto Sangre comenzó a darme una mamada estaba de nuevo en la gloria sintiendo mi duro erección en el interior de su boca, Elena tardo unos minutos en regresar para cuando lo hizo estaba casi por correrme, pero de pronto Sandra dejo mi pene y mis ojos se abrieron grandes al ver lo que Elena traía en su mano un elastrador ya cargado con dos ligas verdes. Luche con todas mis fuerzas mientras Elena ayudada por Sandra pasaban cada uno de mis testículos por entre las estiradas ligas, sabia para lo que servían gracias a un video porno que vi varios meses antes, no deseaba perder mis huevos, pero nada de lo que hice evito que Eleva colocara las ligas en lo alto de mi escroto, mi pene por su parte estaba tan duro que apuntaba al techo, con gran cantidad de líquido pre seminal resbalando hasta mis huevos, Sandra tomo mis dos huevos con una mano y los jalo hacia abajo casi me los arranco de lo fuerte que jalo y entonces sentir el terrible apretón de las ligas sobre mi escroto. Todo mi cuerpo se estremeció y de mi pene salieron disparados tres fuertes disparos uno de ellos impacto entre las tetas de Elena el otro en su plano vientre, fue el orgasmo más intenso de mi vida pero que el dolor que estaba sintiendo en ese momento se encargó de que no lo disfrutara, me sacudí de dolor por varios minutos hasta que me calme, entonces Sandra se inclinó y de un largo lengüetazo limpio el semen que aun quedo colgando de mi palpitante pene. -“Espero disfrutaras de tu ultimo orgasmo como hombre”. Dijo Sangra. Ambas se marcharon riendo dejándome ahí sufriendo un terrible dolor y aterrado sintiendo como mis huevos con cada segundo que pasaban se acercaban cada vez al punto de no poderlos salvar, los minutos se me hicieron horas y las horas una eternidad luche pedí ayuda hasta que ya no pude más, deshidratado y cansado el sueño me venció. Me desperté cuando sentí que unas manos acariciaban mi pecho, desperté de lo que pensé era una pesadilla, pero no era todo cierto Sandra y Elena ahí estaban, las dos portando la misma tanga con sus tetas al aire, Elena me quito la mordaza, lo que fue un alivio y Sandra me dijo. -“¿Cómo esta nuestro nuevo eunuco?” Pregunto Sandra. Con lágrimas brotando de mis ojos le respondí. -“Por favor… ¡Corten las ligas no quiero ser un eunuco por piedad! ¡Aún se pueden salvar!” Les suplique. -“Jajajajajajaja” Ambas rieron a mi desesperada suplica. Sus risas hicieron sentirme muy humillado, de pronto Elena dejo de reírse y me dijo. -“¿Salvar? ¿De qué hablas? ¡Ya eres un eunuco para el resto de tus días!”. Dijo Elena. Debí poner una cara de incredulidad ante sus palabras que ella añadió. -“¡Ya no tienes huevos debajo de tu pene esclavo!” Dijo ella. En ese momento levanto un escroto aun con una liga en la parte superior, ennegrecido y muerto con dos orbes en su interior, era mi escroto y huevos, sin poderlo creer lo que veía, baje la mirada muerto de miedo para ver que efectivamente mi pene colgaba entre mis piernas, pero sin mis huevos me habían castrado mientras estaba sin sentido. -“¡NOOOOOOOOOOOOOO!” Grite de terror para luego desmayarme por el terrible shock. Han pasado seis años desde aquello soy un fiel y sumiso esclavo eunuco, un juguete al servicio de Sandra y Elena, me mantienen en el amplio sótano debajo de su casa, nadie sabe que estoy ahí, si mis padres o alguien aun me buscan no lo sé, pero no creo que me encuentren nunca, mi pene se ha encogido tanto que apenas es visible, Sandra me ha dicho que pronto me cortara esa “cosita” como ella le llama ya que no sirve de nada. Soy el eunuco de unas gemelas y pese a todo creo que me encanta.