Dos semanas

Me llamo Felipe, 189 de alto y algo de tripa, unos 110 Kg., más bien caso calvo, es decir, no soy ninguna maravilla de modelo. Navegando por Internet se me ocurrió mirar los anuncios de amas buscando esclavos, era una fantasía que desde pequeño llevaba dentro, pero que de momento no había hecho realidad, simplemente fantaseaba con ello.

Dos semanas

Me llamo Felipe, 189 de alto y algo de tripa, unos 110 Kg., más bien caso calvo, es decir, no soy ninguna maravilla de modelo.

Navegando por Internet se me ocurrió mirar los anuncios de amas buscando esclavos, era una fantasía que desde pequeño llevaba dentro, pero que de momento no había hecho realidad, simplemente fantaseaba con ello. Encontré, entre otros muchos, uno que decía "Ama busca esclavo para compartir con otras amigas Amas". Me llamó tanto la atención este anuncio que solamente pensar lo que podían hacer conmigo me excitaba. Anoté los datos de contacto y le mande un correo electrónico. Le expliqué como era y el porqué de responder al anuncio. A las dos semanas me contestó pidiéndome una foto de cuerpo entero y desnudo. Se la mandé. Tardó varios días en contestar. Pensé que al ver mi cuerpo, gordo, todo peludo y la cabeza casi calva no le había gustado, pero me equivoqué. Me contestó diciendo que yo no era una maravilla de la belleza, pero que si quería ella aceptaba tenerme como esclavo durante dos semanas, sin condiciones. Una vez que entrara en su casa le pertenecería por completo y que no tendría derecho a comer ni a beber ni a nada en todo el tiempo que estuviese allí.

Me lo pensé un poco, pues era un riesgo ponerse en manos de alguien que no conoces para que haga todo lo que quiera con tu cuerpo, solamente pensando en su diversión y en la de sus amigas. La verdad es que cuanto más lo pensaba, más me excitaba la idea.

No podía parar de pensar en la oportunidad que tenía de probar esta nueva experiencia, por un lado cada día estaba más excitado y no podía dormir pensando en dicha experiencia, por otro lado, mi parte racional me decía que podría ser peligroso. Pero mi excitación ganó a la mente racional y contesté que si, que aceptaba.

Quedamos en que la noche del viernes cogería el avión y me desplazaría a Barcelona y allí me esperaría para llevarme a su casa. Me dijo que viajara sin equipaje, sin calzoncillos y solamente con un pantalón fino de tela y una camisa.

Llegué al aeropuerto del Prat, una mujer morena, pelo largo, con un vestido corto y muy ajustado, piernas bien torneadas, no demasiado pecho, pero bastante para hacerme perder los sentidos me preguntó si yo era Felipe, le conteste que sí. Ella me dijo "Sígueme". Acto seguido la seguí, un coche nos esperaba en la salida del aeropuerto, me hizo entrar dentro, otro mujer estaba al volante, no le vi la cara, pero llevaba el pelo muy corto y un vestido negro ajustado, un pude ver más. La Ama, así me dijo que le llamara, me tapó los ojos con una venda, hizo que me desnudara por completo, me esposó las manos a la espalda, me puso el cinturón, el coche arrancó. Noté que me ponía unos grilletes en los pies, debían ser de hierro, pues estaban helados. Empezó a manosearme todo el cuerpo, retorciéndome los pezones, tirándome de los pelos de mi cuerpo, arrancándolos a manojos, cuando llegó a mis partes íntimas me estrujo los huevos haciéndome gritar de dolor. Cuando le pareció paró y me dio dos guantazos en las dos mejillas, sentí correr algo de sangre por los labios y me dijo que no tenía derecho a gritar. Que desde que entré en el coche ella podía hacer lo que le viniese en ganas conmigo y que la obligación mía es decir gracias cada vez que me haga algo y que si volvía a gritar lo iba a lamentar. Volvió a cogerme de los huevos y apretó con fuerza, retorciéndolos y regocijándose de mi cara de dolor. La venda se estaba empapando con mis lágrimas, estoy seguro que ella lo notaba.

De repente paró y me volvió a dos guantazos, diciéndome que no le había dado las gracias. Gracias mi Ama le dije. El resto del viaje lo hizo retorciéndome los pezones y los huevos, de vez en cuando me lamía la sangre que salía de mis labios. Pasado un tiempo, no podría especificar cuanto, pues yo ya había perdido la noción de él, el coche paró. Me saco del coche. Oí como la chofer también salía, me ataron una cuerda por las esposas de las manos y empezaron a levantármelas dejándome con el culo dispuesto para lo que quisieran, sin saber donde estaba, pero seguro que era un camino de piedras, pues las notaba debajo los pies, empezaron a manosearme por todo el cuerpo, tirándome de los pelos del mismo y arrancándolos, hacía bastante fresco, pero no lo notaba, iba tan caliente que por mucho frío que hiciera era imposible notarlo. De pronto empezaron a azotarme las nalgas, bajando por las piernas y volviendo a subir hasta la espalda. Los primeros golpes eran soportables, pero fueron aumentando la fuerza hasta convertirse en una auténtica tortura. Me soltaron los grilletes de los pies por un momento, pues acto seguido me hicieron abrir las piernas y me volvieron a poner otros con una barra, pues no podía cerrar las piernas. Una vez puesta la barra escuche que quitaban algo como si fuera un pasador y me hicieron abrir las piernas a base de latigazos en las partes interiores de ellas. Me sujetaron unas pinzas con una presión insoportable en los pezones y empezaron a tirar hacia arriba de ellos.

Me hicieron estar un buen rato con esta posición. Estaban calladas y el silencio era casi absoluto. De pronto un fuerte latigazo en mi vientre rompió el silencio, seguido de otros latigazos por toda la parte anterior de mi cuerpo, cuando ya estaba todo dolorido y sin compasión empezaron a darme latigazos en todo mi sexo, huevos, pene y entrepierna, incluido el agujero de mi ano, no se cuanto tiempo estuvieron, pues estaba a punto de que mis pezones fueran arrancados, soltaron mis pezones y me tumbaron sobre el coche, de pronto noté que algo se introducía dentro de mi ano, le costaba bastante entrar, me lo metieron en la boca para que lo chupara y se lubricara, era bastante ancho y con una especie de púas de plástico, lo empujaron hasta que se metió en la garganta, casi me ahogo. Lo sacaron de mi boca y volvieron al agujero de mi ano, empezaron poco a poco, pero de un golpe, y sin avisar me lo metieron entero. Me ataron los testículos y el pene con una cuerda, me quitaron la barra de los pies, me costó bastante volver ajuntar las piernas, parecía que las tenía desmembradas, me quitaron la venda de los ojos. Estaba en medio de la oscuridad, en un camino de piedras, pues las notaba debajo los pies, en medio de ningún lado, pues no se veía nada. Se subieron al coche, cogieron la cuerda que estaba atada a mi sexo y arrancaron obligándome a seguir el coche o me lo arrancaban. Estuve un buen rato siguiendo al coche, el consolador me dolía bastante y de vez en cuando aceleraban, obligándome a correr detrás de ellas, todo el cuerpo, mis piernas, pezones, ano, testículos, el esfuerzo de correr detrás del coche. El coche se detuvo delante de una casa antigua, no se veía mucho, pero parecía una masía. Me volvieron a poner la barra en los pies, esta vez todavía más abierta, si cabe, sentía como si se desprendieran de mi cuerpo. Me pusieron un collar al que ataron al parachoques del coche pasando la cadena por la barra de los pies y con la cara pegada al parachoques. Volvieron a azotarme todo el cuerpo y me dejaron en esta posición toda la noche. De vez en cuando se ponía en marcha el consolador y se volvía a parar, así una y otra vez. Me dolían las piernas y la espalda por la postura en que me habían dejado.

Empezó a amanecer, estaba helado de frío. Llego mi ama vestida con un batín, me soltó. Hizo que me arrodillara, le besara los pies, tiró de la cadena de mi collar y me puso la boca en su sexo, empezó a orinar dentro de mi boca diciéndome que era lo único que iba a beber, me lo hizo tragar todo. Volvió a darme don guantazos, esta vez con más fuerza, en toda la cara por no darle las gracias.

Me llevó a un establo donde había un carro de dos ruedas y unos arneses. Me colocó una brida en la boca, la cual ató fuertemente a mi nuca, haciendo que me dolieran los labios y toda la cara, pues la carne se juntaba entre los dientes y la brida de hierro. Me llevo junto al carro, me ató fuertemente las manos a las barras. Me colocó unas pinzas fuertemente apretadas, luego colgó unos pesos y unas campanillas. Me izo levantar un pie hacia atrás y empezó a golpear las plantas del pie, cuando lo tuve bien dolorido, continuó con el otro. Me azoto los testículos y mi pene sin piedad, luego me coloco unos aros estrechos alrededor de mis testículos y cinco o seis en mi pene. Empezó a jugar con el para que me excitara, cosa que consiguió con el consiguiente tormento para mí, pues las anillas me lo apretaban con fuerza. Una vez excitado, ato una fina cuerda en la base de mi pene y los testículos para que no cesara mi excitación. Llego la chofer, esta vez le vi de frente, estaba desnuda y anillada en los pezones y la vagina, también llevaba un collar con cadena, mi ama me hizo arrodillar y la chofer puso su sexo encima de mi boca y empezó a orinarse en ella. Le cayeron unas gotas por sus piernas que me hizo lamer, mejor dicho, limpiar con lo que podía de mi cara, pues con la brida era muy difícil sacar la lengua para lamer. La ama la cogió de la cadena y la ató a parte posterior del carro. Cogió las riendas que estaban unidas a la brida y me hizo girar todo el cuello hacia la izquierda, a continuación un fuerte latigazo para que empezara a andar. Empecé a tirar del carro saliendo del establo, con las riendas me guiaba hacia un camino y me hizo seguir un buen rato hasta que me hizo entrar en un terreno lleno de ortigas, estas empezaron a urticar todos mis pies y piernas, algunas eran bastante altas y me rozaban mi sexo y vientre.

Me hacia dar vueltas por entre las ortigas, se me estaba haciendo insoportable el picor por todo el cuerpo y el ano estaba super irritado por el consolador que llevaba dentro. Me izo parar, cosa que agradecí, pues no me quedaban muchas fuerzas. Soltó a la chofer, en adelante esclava, y le hizo recoger con las manos desnudas un buen manojo de ortigas, acto seguido empezó a restregarlas por mi cara y mi cuerpo aumentando mi sufrimiento por el picor que ello me producía. Al ama se puso unos guantes, cogió el manojo de ortigas y lo restregó por todo el cuerpo de la esclava, luego lo restregó por su cuerpo e introdujo una buena parte en su vagina, dejándolo allí. El ama, para que "descansara" me hizo sentarme encima de las ortigas mientras ella se desnudó encima del carro para tomar el sol, tenía un cuerpo precioso, por lo poco que pude verla, la escuché masticar y beber algo, me estómago empezó a notar algo de hambre, pues no había comido nada desde el mediodía anterior. Llamó a la esclava y le dio un poco del bocadillo que estaba comiendo, ella vino hacia mi y me los restregó por la boca y la nariz, le pegó un bocado, lo masticó y me restregó la papilla ensalivada por la boca, me la dejo un ratito y, con la lengua me lo limpió, dejándome con la miel en la boca, salivando y sin comer. El sol estaba calentando mi piel, quemándomela, debía ser el medio día, pues estaba en todo lo alto. El ama le dio el látigo a la esclava, esta me hizo poner de pie y empezó a azotarme por todo el cuerpo, cuando estuvo lleno de cicatrices, saco del carro una cinta adhesiva y me fue envolviendo todo el cuerpo, desde el cuello hasta los pies. Cortó con unas tijeras toda la cinta por los laterales de mi cuerpo y a tirones me fue depilando, estaba sudando entre el dolor y el sol que me daba en toda la cabeza. Una vez terminada la bestial depilación se subieron las dos al carro, me dieron un fuerte latigazo que recorrió toda la espalda y emprendimos el camino de regreso a la masía, pero esta ves por en medio de un campo de cardos cuyas pues me atravesaban toda la piel, pero no podía pararme, cada vez que aflojaba el paso sonaban un par de latigazos por cualquier parte del cuerpo, un par de ellos dieron la vuelta desde la espalda hasta acabar en la punta de los pezones haciéndome gritar de dolor, los miré y quedaron rojos y ensangrentados, por lo cual ya no aflojé la marcha hasta llegar a la casa.

Entre en el establo, se bajaron del carro, me soltaron, quitaron la brida, tenía la boca insensible, me volvieron a tarar las manos a la espalda. Me llevaron en medio de in patio con suelo de grava, ataron la anilla de mi collar al suelo y los pies en otras dos anilla, quedando con el culo al aire, la cara pegada al suelo, me sacaron el consolador, me lo pusieron en la boca, advirtiéndome de que no me lo sacara y volvieron a colocarme otro más gordo, pero que no vi. La esclava empezó a untarme las partes íntimas con algo viscoso, siguió untándome por las piernas hasta llegar a las rodillas que tocaban el suelo. Me volvieron a azotar brutalmente la espalda, nalgas y piernas. Se fueron y dejaron que el sol hiciera el resto. De pronto noté u cosquilleo que subía desde las rodillas hacia arriba, continuando hasta los genitales, acto seguido unos fuertes picadas en la piel, sobre todo en la punta del pene, miré y eran hormigas que me estaban mordiendo, poco a poco se hizo un infierno para mi.

Dos semanas 2ª parte

Desperté en una jaula, sentado sobre algo que se introducía en mi ano, las piernas colgando y unos alambres atados a los dedos gordos de cada pie, las manos encadenadas a la parte superior de la jaula, los pezones con dos anillas, también con alambres atados a los hierros de la jaula. De mi pene salía otra anilla con un cable que apenas tocaba el suelo, pero si me movía si lo tocaba. Notaba que la barra de hierro en la que estaba sentando se metía entre mis carnes y parecía como si fuera a partirme por la mitad al soportar todo mi cuerpo. Había despertado del desvanecimiento anterior, pero estaba apunto de volver ha hacerlo. Noté como un cosquilleo entraba por todo mi cuerpo, eran descargas eléctricas de bajo voltaje, pero iban en aumento, me estaba retorciendo por las descargas, pero los movimientos que podía hacer eran mínimos, cada vez que tenía una descarga parecía que me arrancaban los pezones, los dedos de los pies y mi pene que cuando me movía el peso que colgaba de él hacía contacto con el suelo recibiendo también la descarga con fuerza.

Escuché unas carcajadas e intenté localizarlas, había unas 10 mujeres vestidas en látex o cuero negro bien ceñido, dejando que sus curvas se notaran, no podía distinguir bien las caras, pero creo que las había de todas las edades, una de ellas parecía muy joven, morena y con el pelo recogido.

El dolor de todo el cuerpo se me volvía insoportable y no pude observar nada más, cerré los ojos...

Abrí los ojos, estaba tumbado en el suelo, todo mojado, seguramente me habían reanimado con agua fría. La esclava me estaba mirando se reía. Cuando paró me dijo. Ahora te vas a convertir en una esclava, chacha y criada y te voy a preparar para ello.

Me ató loas muñecas a una barra me levantó, quedé colgando sin tocar el suelo con los pies. Me ató por los tobillos, empezó a tirar hacia los lados separándome las piernas lo más posible.

Para empezar, las criadas no tienen pelo en el cuerpo, por lo que te hace falta un buen afeitado. Cogió una navaja de afeitar y en seco, sin enjabonar me afeitó todo el cuerpo de los pies a la cabeza, no dejándome ni las cejas, de vez en cuando me hacía algún pequeño corte y luego lamía la sangre que salía de el, pero veía como disfrutaba de ensañarse con los pezones y los genitales.

Cuando hubo acabado me puso de rodillas, me colocó algo en la boca para que no pudiera cerrarla, y con los dedos empezó a tirar de mi lengua como si quisiera arrancarla, luego me besó jugando con mi lengua hasta que la cogió con los dientes mordiéndola y tirando con fuerza de ella, la soltó y me dio una tremenda patada en los genitales lo que hizo que me doblara por completo.

Recogió un casi todo los pelos que me había afeitado, metió los dedos en mi boca y me levantó la cabeza, coloco todos los pelos que había recogido, me los metió en la boca, los apretó hacia adentro, se puso encima de mi boca y orinó con ganas hasta que me hube tragado casi todos los pelos, algunos me quedaron en la boca, pero me la encintó para que no se perdiera ninguno, casi me ahogo, no me los podía tragar en seco y me molestaban mucho.

Volvió a colgarme de la misma forma que antes. Me dejo un tiempo de esta forma. Cuando vino lo hizo con una bandeja en la que había ocho anillos, un punzón y una botella de alcohol. Cogió el punzón, jugó un rato con él entre la parte interior de mis muslos, con unas pinzas me pellizco y con el punzón me perforó hasta cuatro veces en el mismo muslo, colocándome en cada agujero una anilla, siguió con el otro muslo hasta que hubo colocado las 8 anillas. Me bajo para que pudiera tocar con los pies en el suelo, me roció con el alcohol, rociando las anillas y mi pene, como vio que no era suficiente, me abrió el ano y también introdujo el alcohol dentro. Todo me quemaba, pero ella se fue.

Volvió con cuatro candados de bastante consideración, me junto las piernas y los colocó uniendo los anillos de dos en dos. Me levantó un pie y empezó a azotarlo con una caña de bambú hasta que consideró que me costaría apoyarlo en el suelo, hizo lo propio con el otro. Cogió unas zapatos con tacón muy alto, me los colocó, me soltó las manos de una en una y me las ató a las anillas de los pezones. Puso una cadena a la anilla de mi collar y me hizo andar detrás de ella a pasos muy cortos ya que no podía casi andar por tener los muslos atados l por las anilla y los zapatos tan altos que andaba con la punta de los dedos.

Me llevó a un vestuario, sacó un plumero con el mango bastante ancho y una anilla en la unión del mango con las plumas, agarró con otro candado la anilla de mi pene y lo unió a la anilla del plumero, desapareciendo el pene de mi vista. Me puso una falda de criada muy corta por delante y dejando ver mis nalgas por detrás. Para que no estuviera tan desnudo por la parte de atrás se le ocurrió colocarme dos anillas una en cada nalga, las cuales volvió a unir con otro candado, esta ves aun más grande y pesado.

Soltó las manos de mis pezones y las unió a las anillas de mis nalgas, me miró de arriba abajo, sacó un sostén de un armario que no tenía donde sujetarse, eso creía yo, pero los acercó a mis pezones y los sujetó a ellos con una pinza dentada que llevaban en su interior, tiró del sujetador para comprobar que no se soltaba haciéndome pegar un buen grito, me abofeteó con dureza varias veces recordándome que no tenía derecho a gritar.

Me volvió a mirar y me dijo, las criadas tienen que tener un bonito pelo para que se les pueda tirar de el. Me untó la calva con algo, me imagino que sería algún pegamento agarró una peluca morena de pelo largo, también la untó y me la colocó.

Se puso delante mía para ver si me faltaba algo de decoración y dijo, las esclavas no pueden hablar ni comer, cogió un pene bastante grande con una correa, me lo metió en la boca hasta la garganta y lo ato en la nuca bien fuerte no dejándome respirar por la boca. Con los dedos me tapo la nariz hasta que la agonía se me hizo insoportable y estaba arrodillado en el suelo.

Me ordenó levantarme, pero como no podía me lo ordenó otra vez, seguía sin poder, me dio un rodillazo en todo el estómago, me agarró del pelo y me levanto del suelo, sentí como toda la piel de la cabeza se me arrancaba, pero una vez levantado me di cuanta que seguía en su sitio y lo que me esperaría cada vez que tiraran de él.

Me volvió a coger del pelo y me llevo a una gran sala donde estaban las amas

Dos semanas 3ª parte

Estuve un buen rato de pie esperando que dijeran algo, de pronto mi ama dijo: Ama Silvia, tu eres la mas joven, pero no menos experta, examina a esta puta asquerosa y dinos la forma en que nos puede servir la cena sin usar sus asquerosas manos. Se acercó hacia mi, olía muy bien, era guapa, casi tan alta como yo, cuerpo esbelto, de gimnasio, tetas grandes que sobresalían del escote de su traje de cuero. Empezó a tocar todo mi cuerpo, comprobando donde estaba mi pene, jugando con todas las anillas que encontraba, tirando de ellas y haciéndome llorar del dolor que me provocaba, tiró de mi pelo hacia atrás, casi me hace caer al suelo, me escupió en los ojos y me abofeteó, se dio cuenta de que estaba llorando, me cerró el aire de la nariz, sentí flaquear mis piernas y me caí al suelo son poder levantarme. Me agarró del candado que sujetaba las anillas de las nalgas y del pelo y me puso otra vez de pie. Cogió una fusta y me azotó todo el cuerpo, me dijo: las putas de mierda como tu no tenéis derecho ni siquiera a caeros, ahora vas a dar vueltas a la mesa hasta que me canse, empecé a andar como pude, pero cada vez me pegaba más fuerte por la espalda, las nalgas, los muslos, etc. NO se cuantas vueltas di, pero se me hicieron interminables, me hizo parar, agache la cabeza y vi como estaba sangrando por todas las anillas de los muslo, llamó a la esclava y le hizo lamer toda la sangre de mis anillas para que no manchara el suelo. Se Ama Silvia se sentó en su sitio y dijo que para servir la mesa lo mejor era que me colgaran una bandeja de las anillas de mi sujetador, cosa que yo no había notado, y que colocaran la comida en ella, de esta manera iría pasando por todas ellas y ellas se servirían.

La esclava me agarro de la anilla del collar y me llevó a la cocina, me colocó la bandeja colgada de las dos anillas del sostén y atada con una cinta a la espalda.

Colocó en ella una enorme sopera llena de sopa muy caliente, los pezones me tiraban tanto que parecía que me los arrancaban, las lágrimas volvían a caerme por las mejillas, pero sólo era el principio del tormento. A golpes de fusta , la esclava, me hizo andar hasta la mesa, una vez allí tenía que agacharme para que cogieran la sopa, pero la esclava cada ves me daba más fuerte con la fusta sin importarle donde daba, esto hacia que me moviera y la sopa fuera salpicando todo mi pecho con las consiguientes quemaduras que ello reportaba. Las amas, para martirizarme más cogían el cucharón caliente y me lo llevaban a las mejillas para quemármelas, alguna, incluso, me echaba sopa en la espalda, cuando llegué al ama me miró de arriba abajo y me gritó: puta de mierda, no mantener tener este maravilloso vestido limpio, no sirves para nada y tendrás que ser castigada… El resto de la cena siguió con las mismas condiciones, azotada todo el tiempo y recibiendo insultos y tantas bofetadas en la cara que estuve todo el tiempo sangrando

Dos semanas: 4ª parte El castigo

La esclava me desnudo por completo, dejándome el pene atado al plumero, me colocaron sobre una barra que me aplastaba el pene por el efecto de mi peso, me ataron los pies a los muslos, las manos al collar y para que no me cayera sujetaron las anillas de mis pezones al techo. Mientras tanto las Amas estaban tomando café y charlando hasta que decidieron venir a verme. El potro me estaba atormentando de una forma increíble, pero sólo era el aperitivo, golpearon las plantas de mis pies con todos los instrumentos que encontraron a su alcance, cuando se dieron cuenta de que empezaban a estar llenos de llagas siguieron con todo el resto de mi cuerpo, sin compasión, "putas como esta no tienen derecho ni a lucir un cm. De piel" Hay que arrancársela, siguieron golpeándome por todas partes, incluso los pezones a los que estaba atado hasta que a base de golpes consiguieron que se soltaran las cuerdas de las anillas. Caí doblado de bruces sobre el potro. Me desataron y me metieron en una jaula donde no podía estar ni de pie ni sentado ni agachado, en la boca me habían colocado una manguera en la boca y sellada con cinta aislante, la manguera iba unida al techo, pero seguro que debía estar conectado más arriba, de pronto noté un líquido caliente que me entraba en la boca, no tenía más remedio que tragármelo, era pis de alguien, cada cierto tiempo volvía a entrar más líquido caliente, mi estómago se estaba hinchando, tenía ganas de mear, pero me di cuenta de que no podía, me habían precintado el pene para que no saliera ni una gota, pero el líquido seguía entrando por mi boca, así estuve todo el día, bueno, esto fue lo que me pareció pues no tenía ni idea del tiempo transcurrido, seguramente ya habrían pasado unos días, pero como no me dejaban tranquilo ni un momento la noción del tiempo había desaparecido. Soltaron mi pene para que pudiera mear y me hicieron mear en una jofaina, cuando hube acabado, me sacaron de la jaula y me quitaron la manguera de la boca, me ataron las manos a la espalda, me colocaron la barra en los pies abriéndome las piernas hasta que no pude más de dolor, me colocaron con la cabeza dentro la jofaina y empezaron a azotarme hasta que me bebí todo lo que había dentro.

Ama Silvia comento: Como apesta la puta esta, hay que darle un lavado, me sacaron al patio, era de noche, cogieron unas mangueras y empezaron a limpiarme, al cabo de media hora soportando las mangueras a presión trajeron un cubo con agua jabonosa y unas cepillos de esparto, mojaron sus cepillos y fregaron todo mi cuerpo. Me volvieron a dar con las mangueras y para secarme me colgaron en forma de cruz toda la noche.

De esta manera transcurrieron todos los días hasta llegar a la apoteosis final.

Me tuvieron mucho tiempo encerrado en una celda pequeña, atado de pies y manos, con un consolador que se ponía en marcha cuando les daba la gana y lo mismo servía de vibrador que me daba descargas eléctricas sin ton ni son. Estaba totalmente a oscuras, no se veía ni una rendija de luz, tampoco se oía absolutamente nada, solo una jofaina que de vez en cuando se llenaba de orín, cuando estaba caliente tenía pase, pero cuando se enfriaba era absolutamente asqueroso, pero era lo único que había para beber y lo tenía que hacer absorbiéndolo. El tiempo se hacía interminable, no se cuanto tiempo llevaba en estas condiciones, pero creo que mis 110 Kg. Se habían convertido en bastante menos, hacía mucho tiempo que no había comido nada más que los pelos que me afeitaron.

Se abrió la puerta, la luz me cegó, la esclava, la reconocí por la vos, me ató una cadena al aro de mi pene y me arrastro hasta el patio, seguía siendo de noche, me lavó con la manguera, me enjabonó y, por mi sorpresa, me secó con una toalla, me perfumó me besó con ardor lo que hizo que me volviera a excitar, Acercó su sexo hacia mi boca e izo que se lo lamiera hasta correrse. Cogió mi pene se lo metió en la boca y lo chupó hasta que me corrí, se volvió a poner flácido y le colocó un capuchón de minúsculas proporciones sujetándolo por detrás de lis testículos por lo que la más mínima erección era imposible y super dolorosa. Volvió a atarme las manos a atrás y siguió morreándome e intentando excitarme, retorciendo mis pezones, lo estaba consiguiendo, mi pene estaba intentando ponerse otra vez erecto, pero el dolor que esto provocaba se hacía insufrible, ella estaba disfrutando de verme de esta forma.

Me abrió la boca, me colocó algo que me la mantenía abierta, luego varias pinzas de cocodrilo en la lengua y en la parte central otra de cocodrilo pero que apretaba bastante más que las otros y con una anilla a la cual sujeto una cadena bastante pesada. Tiró de ella, casi arrancándome la lengua e hizo que la siguiera. Llegamos a una sala donde estaban todas las amas, pude observar que todo su cuerpo estaba vestido a excepción de una raja entre los pantalones, lo que dejaba su sexo al descubierto, esto me excitó otra vez sufriendo lo indecible por la imposible erección que me estaba provocando.

Nos paramos, Cogió los candados que me había puesto la otra vez y los colocó juntando todas las anillas e impidiendo que pudiera dar un paso, sólo pequeños pasos muy cortos si no quería arrancarme la piel con las anillas, la lengua se me estaba destrozando con las pinzas, pero no había empezado el show, me coloco los zapatos altos, les puso otro candado uniéndome los tobillos, si antes podía andar poco, ahora menos. Sacó un consolador hinchable y empezó a darle aire, sentía mi ano destrozarse, pero ella seguía dándole más y más, estaba a punto de que me reventara pero se paró. Todavía llevaba la peluca y comenzó a peinarla sin miramientos, con cada tirón parecía que me arrancaba la piel de la cabeza, esta ya empezaba a dolerme por los tirones, las pinzas en la lengua y el consolador.

El ama vino a verme, me volvió a abofetear haciendo que sangrara de nuevo por los labios, tiró de todas las anillas hasta que las heridas volvieron a abrirse, ordeno ala esclava que me limpiara con la lengua, ésta me volvió a colocar la falda de criada y el sostén que se sujetaba a mis pezones, pero esta vez apretaban todavía más. Me llevaron al centro de la sala delante de todas las amas.

Alguien dijo: Vamos a empezar el concurso, éste consiste en que la que más tarde en correrse será la propietaria del esta puta de mierda y podrá hacer lo que le venga en ganas. La puta ira lamiendo los coños una por una, el orden será por sorteo, mientras esté lamiendo se irá azotando a la esclava con cualquier objeto que se tenga a mano por parte de todas las demás, después de cada corrida se irán hinchando el consolador que lleva dentro, como está atada de pies y manos y con los zapatos que lleva no podrá levantarse ni moverse cada una lo llevará hasta su coño como le parezca. La que menos tiempo tarde en correrse, una vez finalizado el concurso, le quitará el consolador y podrá hacer con su ano lo que le plazca. Al escuchar todo esto los pelos que no tenía se me pusieron de punta, la cara de terror que me entró se hizo notable entre todas ellas por lo que se pusieron a reír a carcajadas de mi.

¡Que empiece el concurso¡ me quitaron las pinzas de la lengua una me arrastro de los pelos hasta su coño y empecé a lamer con esmero con mi dolorida lengua, mientras, los azotes no paraban y cada vez azotaban más fuerte, se corrió la primera y continuaron todas las demás, no me quedaban fuerzas, estaba destrozado por los latigazos y el agarrotamiento de mi lengua, ésta estaba ensangrentada, pues algunas llevaban el coño afeitado de unos días y los iniciantes pelillos me lijaban la lengua todo el tiempo.

La que perdió fue el Ama Silvia, la más joven y hermosa. A ella le tocó ensañarse con mi ano, lo tenía muy, pero muy dilatado, sacó el consolador, me hizo dar varias vueltas para que todas contemplaran mi dilatado ano y empezó a introducir su mano, una vez dentro cerró su puño y me arrastró por todo el salón, todas reían a carcajadas, luego siguió metiendo el brazo hacia adentro, apretando de vez en cuando el puño y tirando hacia fuera, el dolor era insoportable, pero ella no paraba. Cuando se cansó, saco el brazo, no sin antes dar unos cuantos tirones con el puño cerrado e invitó a todas las demás a que se divirtieran con mi ano. Me desperté tirado en el suelo, delante de mí la que había ganado, era la más vieja de todas la Amas, pero estaba muy bien conservada. Me quitó todos los candados y anillos, excepto el del peno y me dijo, esto lo conservas porque ahora eres mío y cuando te llamen vendrás a verme y haré contigo todo lo que me dé la gana, me dio la ropa que había traído al ir a Barcelona me la puse y me llevo a comer a su casa. Me puso una ensalada y un vaso que parecía cerveza, pero era su orín, escupió en la ensalada, me dijo, este es tu aliño. Terminamos de comer, me hizo lamer su coño, se puso las bragas dentro de él, las sacó, me las restregó por la nariz y me las puso en el bolsillo. Estas bragas no las limpies nunca, cuando te masturbes te limpias con ellas y cuando te llame te las pones. Me restregó su coño por toda la cara y me dijo que no me limpiara hasta llegar a casa y que cuando llegase pusiera la Webcam para mostrarle que no me había limpiado, otra cosa, sólo te masturbarás cuando yo te lo diga y delante de la cámara, por eso, mis bragas siempre estarán cerca de la cámara para limpiarte.

Me acompaño al aeropuerto y me fui a casa con todo su olor en la cara.

Fin.