Dos por el precio de dos

No era lo que yo esperaba, pero no pude arrepentirme ni un momento...

Lo había pensado hacer otras veces, alguna de esas noches de lunes veraniegas pegajosas en las que ni te molestas en encender la televeision porque ya conoces la decepcion de antemano. Y se me juntó la curiosidad, el capricho y la necesidad. Una amiga me había hablado también de ello y mientras me lo contaba yo no podía hacer otra cosa que catalogarlo como una rama de la prostitucion, pero ella me convencía ed que no: "era otra cosa". Para mi llevarte a alguien a casa, follartelo y que te pagase por ello no era otra cosa. " Es otra sensación, a eso me refiero. Depende mucho del tipo de persona que seas, pero si dejas a un lado tabúes y miramientos puedes disfrutar de algo diferente, con doble recompensa; que a mi el dinero me ha sentado genial". Y a mi su tono frívolo en el bar, con café y medio en el cuerpo me resultaba muy gracioso.

Tenía en mi agenda, escrito con su letra, la direccion donde debía poner el anuncio y el precio que debía pedir; aunque yo puse menos, pues sus vaqueros y los míos no nos sentaban igual de bien. Desconecté el ordenador y subí el sonido del móvil. Media hora más tarde un número anónimo me estaba llamando, le di la direccion y concretamos la hora. "Tengo condiciones especiales-me dijo- pero te pagaré el doble" . En un ataque de dramatismo peliculero me puse un whisky que no acabé de beberme y me dispuse a cambiar las sábanas, mientras me preguntaba si las utilizaríamos.

El timbre sonó 10 minutos antes de lo esperado. El hombre que apareció tras la puerta era más joven de lo que esperaba y decidió contestar a mi "hola" con un sobre bien depositado en mi mano. Era justamente el doble. Me aparté para que pasase y vi una segunda silueta. Más alta que yo, más pálida y con más pecho. Ella entró también. Se sentaron en el sofá y puse dos vasos más. " Ya se que mi marido debía haberte avisado, pero ni yo misma estaba segura de venir" Creo que la miré y me tranquilizó ver que, pese a su estatura, tenía una voz frágil. Estaban cogidos de la mano, con sus anillos puestos. Casi me hizo gracia la situación. "Yo se que él ya había hecho esto antes. Hemos estado separados cinco años, aunque no sabemos muy bien por qué. Y ahora nos apetece hacer cosas nuevas." Yo sonreí, ahora estaba junto a ella sentada, mientras el hombre ojeaba el salón. Era muy moreno y más alto que ella. " Lo cierto es que no era esto lo que yo esperaba- y los dos me miraron atentos, él expectante, ella más comprensiva- pero no puedo reprocharos nada. Yo tampoco he hecho nunca algo así." Y bebí el último sorbo. Ella bebió también mientras se quitaba las sandalias. Me dijeron sus nombres, aunque no supe si eran verdaderos o no: Juan y Elisa. Yo me levanté para encender el ventilador del techo y él me atrapó por detrás. Me recorrió con sus manos los hombros, la cintura, la cadera.. donde encontró el final de mi camiseta. Yo levanté los brazos mientras se deshacía de ella para luego atrapar mis pechos; los acarició por encima del sujetador primero, para luego introducir sus manos en el interior, buscando con sus indices mis pezones. Yo ya había desabrochado mi falda y girando acertadamente mi cadera había resbalado hasta mis tobillos. Pensé en ese momento que el mejor comienzo era no pensar en cómo comenzar. Elisa se acercó, ya estaba en frente mío cuando abrí los ojos. Desnuda, soltaba su aliento, más caliente que tibio, en una de mis mejillas; mientras Juan se deshacía de mi ropa interior.

Ella recorrió mi cara llenándola de besos y yo estiré mis manos en busca de sus pechos. Era impresionantemente pálida, en claro contraste con él. Y así, los tres juntos, parecíamos una gradacion de tonos de piel. Sus pezones eran muy rosados, destacando en el conjunto, y se alteraron nada más tocarlos. Juan había recorrido mi espalda con su lengua y ahora separaba mis piernas para continuar haciéndolo. Se arrodilló en el suelo y elisa se tumbó tambien. Apoyé las rodillas en el suelo y dejé caer la cabeza encima de su vientre. Juan introdujo un dedo en mi agujero y se agachó para pasar su lengua por mi clítoris; lo hacia formando circulos mientras su dedo se había multiplicado y entraba y salía a un ritmo relativamente normal. Elisa estaba inclinada, con una mano había empujado mi cabeza hasta su sexo y me la sujetaba, mientras que con la otra se mantenía estirada viendo la imagen. Para mi sopresa todo aquello le estaba sentando muy bien, porque estaba muy húmeda. Separé sus labios con mi mano izquierda y me aferré a su clítoris, succionandolo; ella gemía y me apretaba la cabeza contra ella cada vez más fuerte. Juan se incorporó levemente y separó mi piernas, lamío mi ano momentáneamente y se levantó, rodeó con las caderas a su mujer y fue entonces cuando pude ver su polla; no era excesivamente larga, pero sí gruesa. Ella la engulló sin esperar a que él dijera nada, mientras aguantaba sus balanceos, que fueron fuertes casi desde el primer momento. Yo no se muy bien como aguantaba. Yo recorrí toda su vagina con la lengua un par de veces, hasta llegar a su agujero, introduciéndola lo más que pude varias veces, antes de volver a succionar su clítoris (ya que ella me llevaba con su mano ).

He de reconocer que lo hice con fuerza, con ganas; no se muy bien el papel en el que estaba, pero me habia metido muy de lleno.

Repasé con mi índice su rajita hasta llegar hasta su culo, donde lo introduje despacio. Levanté la vista.., ella seguía aguantando las embestidas de su marido mientras él le acariciaba los pechos. Elisa no tardó en comenzar a elevar sus caderas , succioné con mas fuerza, apretando fuerte mis labios mientras mi dedo entraba y salía con bastante facilidad. Juan se percató y libero su boca mientras ella estrujaba sus pechos y se deshacía en gemidos. De pronto mi barbilla se llenó de fluidos y algunos gritos se escaparon por el salon. Me quedé arrodillada mirandola, me había encantado hacerlo.

Juan me cogió por los hombros y me elevó con fuerza. Nos besamos, despacio primero, abrazándonos. Su pene se clavaba en mi vientre y su lengua se entrelazaba con la mía. Lo dirigí a la habitación y nos tumbamos en la cama. Seguimos besándonos. Bajaba lentamente por mi cuello, llenándome de besos y lamidos mientras yo le masturbaba. Lamió delicadamente mis pechos, haciendo círculos en disminución para acabar en mis pezones, mordisqueándolos, pellizcándolos… Elisa se paró en el marco de la puerta, donde apoyó su cadera y su brazo, elevado por encima de la cabeza. Yo me dejaba hacer completamente. Juan se sentó sobre mi y su polla cayó justamente entre mis tetas. Entreabrí la boca, pensando que subiría, para chupársela. Pero no. Me cogió las manos y las llevó a mis pechos , las empujó y las soltó ; ahora mis tetas apretaban su polla y la envolvían completamente. Él se balanceaba adelante y atrás ; apoyándose con una mano se echó hacia atrás y empezó a masturbarme; sus manos eran grandes y sabía perfectamente donde tocar. El contacto con la piel de su polla me ponia muy cachonda, rozaba mi barbilla con sus movimientos y me había mojado el cuello con los primeros indicios de lo que iba a ser una buena corrida. Pegué mi barbilla al pecho y abri los labios, su polla entro directamente en mi boca y él se giró de inmediato. Sonrió. Yo abrí más las piernas y me metió tres dedos de un tirón, gemí un poco , aunque lo cierto es que esos ímpetus me encantaban. Su polla se deslizaba entre mis pechos hasta llegar a mi barbilla donde levemente se elevaba y entraba en mi boca. Yo la esperaba con la punta de la lengua apoyada en el labio inferior para atraparla de lleno. Sus movimientos se continuaron durante un tiempo, mientras seguía masturbandome y a veces, gemíamos los dos. Me dijo que iba a correrse, que lo iba a hacer en mi boca. Mis pezones se pusieron muy duros, al roce de su mano. Metía y sacaba sus tres dedos muy rapidamente y con su muñeca, consciente o inconscientemente, rozaba mi clítoris, favoreciendo tambien mi orgasmo.

Cesaron sus movimientos y aparcó su polla en mi boca, mi lengua se volvío loca para recibirla y mis manos apretaban sus huevos. Sin dejar de masturbarme y mientras era yo quien subia y bajaba la cabeza haciendo entrar y salir su polla de mi boca se corrió. No gimio, respiro hondo y profundo un par de veces y me llenó toda la boca… mientras volvía a balancearse muy despacio. Luego la sacó de mi boca y yo me dispuse a limpiarsela bien con mi lengua, rodeando todo su glande mientras me miraba y seguía respirando fuerte.

Sin cambiar de posición siguió masturbándome, el hecho de que lo hiciera mirándome a los ojos me gustaba y no tardé en correrme. Movía las caderas, las elevaba… queriendome deshacer de su peso, sobre mi, pero el me obligaba a estarme muy quieta. Cuando sacó sus dedos y los apoyó en mi muslo pude sentir los húmedos que estaban. Y también sentí la mirada de Elisa, que seguia expectante en la puerta.