Dos pollas para nochevieja (parte 2)

Paso de besos en los labios, él tampoco hace intención, no en vano acabo de beberme el semen de su hermano.

¡Joder, no sé qué me pasa, estoy como poseída, es mi cuñado, apenas le conozco! Pero no me lo he pensado, la verdad, me he puesto tan cachonda sabiendo que se estaba pajeando mientras se la chupaba a su hermano que cuando he abierto la puerta del baño, directamente le he hecho pasar sin inmutarme lo más mínimo, como si intuyera que, mientras me cepillaba los dientes él estaba vigilando mis movimientos. Gabriel ha titubeado un momento, no se lo esperaba pero enseguida ha cambiado la expresión de sorpresa por una de excitación incontrolada.

Paso de besos en los labios, él tampoco hace intención, no en vano acabo de beberme el semen de su hermano. Su polla ya estaba fuera del pantalón, dura y chorreosa, con toda probabilidad por masturbarse como un auténtico voyeur oculto detrás de la puerta entreabierta de nuestra habitación, viendo en primera fila la felación que le practicaba a Lorenzo, su hermano pequeño. Otra vez se la estaba pelando detrás de la puerta del baño que yo a posta había dejado entreabierta por si acaso.

Mientras se la bombeo lenta pero firmemente agarrándosela como el mango de una sartén, él aprovecha para besarme el cuello y tocarme las tetas, se nota que no ha estado con muchas mujeres y menos con una tan buenorra como yo, le tiemblan hasta las piernas de la excitación. Me soba la espalda y el culo, sobre todo el culo que me lo aprieta con auténtico sadismo. Que tenga una minusvalía me pone aún más, no sé, es como que le voy a ofrecer un regalo que jamás podrá olvidar. Su retraso mental es leve y físicamente le funciona todo bien.

Con torpeza me saca las tetas del sujetador y me las chupa, me las soba, me pellizca los pezones. A mí normalmente en frío no me gusta que me manoseen las tetas pero es que no partimos de frío. Yo ya me dirigía al baño cachonda como una burra en celo, de hecho al ir a asearme al baño le busqué con la mirada tras la puerta abierta de su oscura habitación sin saber muy bien qué hacer si me lo llego a encontrar. La reacción al abrir la puerta del baño y encontrarlo detrás ha sido totalmente instintiva. Nunca había pensado en tirarme a mi cuñado todo se ha originado a raíz de esa misma noche. Estoy como si los langostinos y el champán hubieran producido en mí esa reacción afrodisíaca que jamás se ha demostrado.

Tengo que actuar rápido, una cosa es ir a asearse y otra tirarse una hora en el baño. Para disimular abro el agua de la ducha y enseguida vuelvo a agarrarle el rabo a Gabriel. No voy a andarme con rodeos, a la vez que me pongo de cuchillas él me empuja con sus manos sobre mis hombros para hacerme bajar.

Mis hombros son anchos y definidos, preciosos, me encanta llevar camisetas holgadas con cuellos amplios para poder dejar a la intemperie uno de ellos, a veces me bajo el tirante del sujetador por debajo del hombro, y noto como los tíos me meten los ojos hasta donde pueden. Bueno, los tíos y las tías, en el equipo de baloncesto siempre me tiraban los trastos las lesbianas porque doy el perfil de serlo pero nada más lejos de la realidad, antes llevaba el pelo corto de punta, siempre he vestido pantalones y camisetas, se diría que no sé vestir femeninamente, pero a mí me ponen los tíos.

Mientras le acaricio el miembro y los huevos, le miro a los ojos desde abajo, sigue temblando, con los ojos como platos, su respiración es como la de un caballo recién terminada una carrera, menos mal que el agua de la ducha amortigua los ruidos. Su piel es más morena que la de su hermano, podría pasar por mulato aunque desnudo se notaría que no lo es. No está depilado y tiene una buena mata de pelo en el pubis y los huevos, ya me había acostumbrado a comerme la polla depilada de Lorenzo y volver a escupir pelos de mi boca no me agradaba demasiado. Su polla está completamente lubricada y aún hay semen blanquecino y batido de su anterior corrida. Con mi mano izquierda le levanto la polla y me meto entre sus huevos, le huele el sexo rancio, fuerte, me da igual, en mi vida sexual ya me he comido de todo. Abro la boca y le como todos sus peludos huevos, al apretar en esa zona chorrea líquido preseminal que me cae en la frente, saco toda mi lengua y mientras sigo sosteniendo su polla, arrastro la lengua de abajo a arriba lamiéndole desde los huevos, pasando por el tronco hasta la punta de su cipote, lo bajo un poco, abro mi boca y me la meto con prisa. Sabe fuertemente a polla y a semen un poco corrompido, que contrasta con el sabor de mi boca recién cepillada, le doy varias felaciones seguidas. La prominente barriga me golpea en la frente cada vez que profundizo en la mamada. Me están entrando arcadas, tengo que parar a sacarme un pelo de la garganta, meto mis dedos en mi boca, se me ha metido bien a dentro, doy vueltas con la lengua, carraspeo, nada, no sale. Por fin, justo antes de intentar tragármelo, consigo sacar el puto pelo de 5 centímetros de largo.

Esta mamada no va a ser lenta, por el escaso tiempo y porque a Gabriel sino, le va a dar un infarto con tanto temblarle todo su cuerpo. Meto mi mano derecha entre sus huevos y con los dedos le acaricio justo antes de llegar al ano, en otra ocasión le metería un dedo por el culo, siempre me provoca curiosidad saber a qué tíos les gusta y a cuáles no. A la mayoría les mola, al menos con los que yo me he topado. Es otra ocasión os contaré como se me ocurrió esta idea.

Con la mano derecha le cojo por sus nalgas, mientras que con la izquierda agarro su rabo y muevo la cabeza rápidamente hacia delante y hacia detrás varias veces acompañando el movimiento con mi mano, masturbando y mamando simultáneamente. Le agarro con ambas manos sus temblorosos muslos y le mamo la polla repetidas veces, con hambre de rabo, ahora ya no tiene ese sabor tan fuerte ya que me he tragado varias veces mi propia saliva con los restos de sus fluidos. Estoy fuera de sí, me la saco de la boca, aprovecho para respirar, le paso los labios por un lado desde el comienzo del vello de la ingle hasta el glande, por un lado y por otro, varias veces, rápidamente, siento todas sus venas en mis labios. Le vuelvo a levantar la polla y le pego otra lametada a sus huevos haciendo círculos con la lengua y vuelvo a arrastrar la lengua lamiendo toda su polla y me la vuelvo a meter en la boca, me la saco y vuelvo a empezar desde las pelotas, y otra vez, y otra, y otra, la saliva se me sale por la punta de la lengua, formando un puente colgante entre mi punta y la suya, ya que al meter su polla en mi boca no meto la lengua, provocándole más caricias con las papilas gustativas del fondo de mi lengua. Cada vez que me meto su polla profundamente en mi boca ésta produce más y más saliva y ahora no quiero tragar, tengo sus huevos chorreando saliva y su polla bien reluciente y limpia. De pronto se sale de mi boca y se agarra la polla, se pone muy tenso, yo miro desde abajo su cara congestionada, su polla a punto de reventar, se da cinco o seis sacudidas y se detiene, yo le miro a él y a su polla que parece que va a explotar, está llena de sangre, ¿qué pasa? De repente, cuando estoy mirando la hinchazón de su capullo, un chorro enorme salta sobre mi ojo, doy un respingo sobresaltada porque se me ha colado dentro, y él mientras se corre sobre mi cara y mis tetas en varias convulsiones, más de las habituales. ¡Menudo cabrón! ¡Me ha puesto perdida de semen!, yo le miro con el ojo que me queda limpio y así, como tuerta, me la vuelvo a meter en la boca, aún sigue saliendo algo de semen que me trago sin más. Con mi lengua haciendo círculos lentamente se la limpio hasta que su glande va tornando a un color más normal. Él sigue temblando en convulsiones pero más lentamente, ya se va relajando.

Silenciosamente, sale del cuarto de baño en dirección a su habitación. Su semen espeso me chorrea del ojo a la boca, me paso el dorso de mano por la boca para retirarlo y, sin quererlo, en lugar de retirarlo me lo extiendo más todavía, extrañada me miro al espejo, me ha puesto perdida, tengo ambas mejillas con grandes gotas de semen, el ojo cerrado y por la barbilla cuelga un goterón que al desprenderse cae sobre el hueco entre mi teta izquierda y el sostén alcanzando mi esbelto pezón. Yo ya no me puedo duchar, mi tiempo para eso se ha acabado, me quito el semen del ojo, de la cara y de las tetas con papel y rápidamente me lavo la cara y el pecho con agua. Me vuelvo a mirar al espejo, uff, me veo una cara de puta que no sé si a Lorenzo le va a parecer normal ¡Madre mía, qué comienzo de año! Me seco con la toalla y me voy a mi habitación. El semen de mi cuñado es como ácido para mi ojo, aún lo tengo entreabierto.

Lorenzo está en la cama entusiasmado repasando las imágenes que me había grabado, y me pregunta cómo había tardado tanto en el aseo, a la vez que me da un beso apasionado en mis labios metiéndome la lengua hasta el fondo. Le contesto que me sentía sucia y que decidí ducharme. Dubitativo, me suelta que la cara y la boca no me la había lavado porque aún me olía y sabía a polla. ¡Mierda!, podía al menos haberme lavado otra vez los dientes… Yo seguía con la lencería puesta y mis botas, así que tuve que improvisar y decirle que llevaba un rato esperando a que saliera agua caliente pero, finalmente decidí dejarlo para mañana. Al tiempo que me maldigo a mí misma al ver que el goterón del semen de su hermano asomaba entre mi teta y el sujetador, trato de disimular como puedo, menos mal que él me está acariciando el pelo, enamorado. Hace mención a lo enrojecido de mi ojo y le respondo que tengo sueño y me escuecen los ojos.

Le miro. Sus dedos pulgar, índice y corazón acariciaban algo viscoso que había sacado de mi negro pelo rizado y me lo ofrece. Vaya, ese chorro se me pasó por alto. Yo, ni corta ni perezosa cojo su mano suavemente, abro mi boca, he introduzco sus tres dedos hasta mi campanilla, lamiéndoselos con la lengua hasta dejarlos limpios. Le dejo sonriendo, sorprendido y pensativo, y aprovecho para desnudarme y quitar el goterón de mi pecho. Como no sabía qué hacer con ello, de espaldas a él me arrimo el pezón a la boca, y de una sola chupada lo dejo limpio, qué sabor tan intenso tiene mi cuñado, el semi-mulato.

Acostada junto a él, reflexiono sobre lo ocurrido, no puedo permitir perder el control de esa manera, es mi novio, le quiero, quiero pasar con él mi vida entera, tengo que aprender a controlarme, por mí, por él. Además, su hermano podría querer repetir y, desde luego, no se lo voy a consentir. Si puede que se pajeé lo que quiera mirándonos, fue un regalo, digamos que fue mi aportación social en ayuda a las discapacidades.