Dos parejas en el bar de un hotel...

Pudieran pasar por dos matrimonios amigos que charlan amigablemente en el bar de un hotel, pero si se pusiera más atención se vería que la tensión flota en el ambiente.

DOS PAREJAS EN EL BAR DE UN HOTEL....

Estábamos en el bar del hotel donde habíamos quedado a través de Internet. El Ama -que tenía unos 35 años y era delgada, con el pelo negro lacio- se dirigió a nosotros y nos dijo:

-Entonces, ¿ha quedado claro y vais a obedecer en todo lo que os diga?

  • Sí- le respondimos al unísono.

-No os creo- nos dijo -tenéis pinta de que os vais a rajar.

Entonces nos comunicó que nos iba a hacer una prueba de nuestra obediencia. Llamó a su perro (a nosotros no dijo que solo eramos perrito y perrita, porque todavía no llegábamos a la categoría de perros) y dirigiéndose a él le dio una orden al oído. Seguidamente se dirigió a mi mujer:

-Perrita, sigue al perro a los servicios.

El perro era mucho más joven que el Ama, tenía unos 25 años, aunque parecía más joven, pues tenía cara  de niño. Medía sobre el 1,80, tenía porte atlético y era guapo, mucho más que yo, desde luego. Según salieron del bar, el Ama se dirigió a mí y me dijo: -Es tu última oportunidad, el perro va a quitarle la ropa interior a tu mujer y le va ha hacer un culiningus hasta que alcance un orgasmo. Si quieres impedirlo, deberá hacerlo ahora porque si no lo haces no hay vuelta atrás. ¿Que dices? -Que haremos lo que el Ama quiera -respondí-

Teresa, mi mujer, y yo -Daniel- somos un matrimonio de 43 años, que después de mucho tiempo sus relaciones sexuales habían derivado hacia juegos de sumisión. Físicamente nos conservamos muy bien: Maritere es muy guapa, rubia y con unos pechos impresionantes; yo soy alto y bien conservado gracias al deporte,aunque iba perdiendo pelo, poco a poco. Nunca nos habíamos atrevido a contar a nadie nuestras fantasías, y nuestras relaciones sexuales nunca habían salido del ámbito de la pareja. Pero leyendo un relato de dominación publicado en una página web nos sentimos plenamente identificados, mandamos un email a la autora para felicitarle y, tras establecer una relación virtual,habíamos llegado al bar de aquél hotel dispuestos a todo; aunque ni nosotros mismos nos lo podíamos creer cuando entramos y nos encontramos con el Ama -la autora del relato- y su perro.

Al de un rato el perro salió del servicio con mi mujer de la mano, se notaba que sus pechos flotaban sin el sujetador y su cara era aquella que yo tan bien conocía cuando estaba muy, muy excitada. Un pinchazo desconocido me sacudió el estómago.

-¿Que tal se ha portado la perrita?- preguntó el Ama.

  • Bien -contesto él- es una verdadera zorra, me ha costado muy poco que se corra.

  • De acuerdo -dijo el Ama- vosotros lo habéis querido: vamos a la habitación, vais a traspasar una puerta que no podréis volver a cruzar.

En la habitación el Ama nos dejó de pies, mientras ordenaba al perro que se desnudase. Ella se sentó en el único sillón que había y tras poner al perro su collar y su correa, hizo que se tumbase a su lado, mientras esperábamos su órdenes en el medio de la habitación.

-Perrito -me dijo- desnuda a la perrita y acercarte aquí.

Yo, sin perder un segundo -pues no quería recibir ningún castigo del Ama-, saqué por la cabeza el vestido de mujer y ésta quedó completamente desnuda con sus hermosos pechos al aire.

-Eres muy guapa- le dijo el Ama- hoy voy a disfrutar viendo como te utilizan ..... acercate como lo que eres, ¡esclava!- le ordenó.

Mi mujer entendió la orden a la primera, e inmediatamente se puso a cuatro patas y se acercó hasta los pies del Ama.

-Muy bien, bésame los pies -le dijo.

Mientras Maritere cumplía su su orden, el Ama sacó de una bolsa otro collar y otra correa,que inmediatamente colocó a mi mujer.

-Ahora -dijo- te toca obedecer a ti. Desnúdate.

Cuando cumplí la orden el Ama se empezó a reír viendo la imponente erección que tenía:

  • Eres un verdadero cornudo - me dijo- vas a presenciar como se follan a tu mujer delante de ti y encima estas excitado. Eres un estúpido y las estupideces se pagan.

Tras colocarme un tercer collar, cogiendo las tres correas el Ama nos paseó por la habitación, como si estuviese paseando a sus cachorros por el parque y,seguidamente, nos ordenó alinearnos de cara a la pared.

No se oía nada e la habitación, el silencio se cortaba, hasta que al de un rato el ama se arrodilló detrás de nosotros y empezó a excitarnos ..... A Maritere que estaba a la izquierda, le sobaba el coño y pronto empezó su respiración a ser más rápida, hasta que no pudo reprimir sus gemidos de placer. Alternativamente al perro -que estaba en el centro- y a mí nos sobaba nuestros penes y nos apretaba los testículos sin conmiseración. Pronto estábamos los tres gimiendo y, entonces, el Ama empezó a sobar con un dedo mi culo; con los fluidos de mi mujer me lo lubricó empezando a introducir uno de sus dedos. La intensidad de mis gemidos aumentó y el ama se dirigió a mí:

  • Hummm, ya me suponía que este perrito era un poco raro. Me parece que voy a tener que poner a prueba tus habilidades. ¡Ponte de rodillas! -me espetó.

Tras obedecer su orden se dirigió al perro y le ordeno que se levantara. Su polla estaba en pleno apogeo. Era más larga y más ancha que la mía, desde luego,y pensé con preocupación en Maritere, que siempre decía que le daban miedo las pollas grandes; pero más me valía preocuparme de mi mismo, porque el Ama dictó su siguiente orden:

-Vas a preparar al perro para que se tire a tu fulana. O sea, que ya sabes lo que tienes que hacer.

Ante mí se mostraba en su plenitud la primera polla que me iba a comer en mi vida. Si alguna vez se me había pasado por la cabeza, en ese momento se iba a hacer realidad. Me acerqué, me metí la polla a la boca y empecé a menear mi cabeza arriba y abajo con ayuda del perro, que la empujaba. Pasaba la lengua por el capullo y por el tronco y volvía, con fruición, al mete-saca. La cara de asombro de Maritere era inenarrable, pero la mano que tenía en su sexo, demostraba que la situación le excitaba sobremanera.

Yo, por mi parte, cada vez encontraba más placer a mi función y me ocupaba del miembro del perro con entusiasmo. Esto hizo que la excitación de éste fuera en aumentó, por lo que se me ordenó que parara.

  • Para -me dijo el Ama- que nos vas a aguar la fiesta. Ahora ayuda a que se acoplen bien ¡Cornudo!

Tere esperaba en la posición del perro a recibir aquella polla que había adquirido proporciones gigantescas. El perro se puso tras ella y yo el cogí con mi mano su miembro poniéndolo en la entrada de la cueva de mi mujer. El semental empezó su función con entusiasmo, y el Ama me ordenó que me acercara:

-Ven , siéntate aquí y disfruta del espectáculo.

Me senté entre las piernas del Ama, en el suelo,y mientras contemplábamos la cópula me dijo:

  • No se te ocurra tocarte, pues serás severamente castigado.

Mi pene tenía una erección histórica, viendo como el perro se follaba a la perrita, que estaba recibiendo más placer que el que yo le podría haber dado nunca:

  • Fóllame, cabrón --gritaba- clávamela, cerdo.

El esclavo seguía con su mete-saca frenético y otra punzada de placer, celos y vértigo me dio en el estomago. El Ama lo debió notar, porque mientras me acariciaba la cabeza, me dijo:

  • No te preocupes, cariño. Pronto llegará tu turno.......