Dos mujeres distintas pero
Conociendo más profundamente a dos mujeres, que si son polos opuestos, en el sexo son dos mujeres con muchas ganas de probar, disfrutar y gozar plenamente.
Continuaré como termina mi relato anterior, pasaron tres días y me encontré con Valentina. Que actuaba con total naturalidad y no dando más importancia al encuentro. Ese día iba vestida con pantalón vaquero metido en unas botas que le llegaban casi a la rodilla. Un jersey de manga larga con cuello de pico pronunciado y un colgante que le quedaba justo hasta el inicio de su gran busto. El pantalón al ser tan ajustado parecía que le dividía más exageradamente su preciado culito. Tuve que hacer un esfuerzo para no mirarlo más exageradamente.
No tenía toda la mañana, porque me tenía que ir al otro lugar de trabajo, que era donde pasaba últimamente más tiempo. Reunión corta para saber de las incidencias, problemas y buscar soluciones. Al acabar me avisaron de que teníamos otra reunión con Valentina, que tenía que darme un resumen del informe semanal y explicarme cualquier duda. Aunque lo habían hecho entre todas, ese día solo estaría ella. En un principio había dos personas más y después de leer el informe, vinieron las dudas y por lógica las preguntas.
Una de las personas tenía que asistir a otra reunión y me dijo de irse, le dije que sí, que no hacía falta que se quedaran ninguno de los dos. Según lo que me indicaban había que cambiar el sistema de trabajo en algunas de sus facetas. Esa fue la gran pregunta, que formulas eran las más adecuadas siempre que fueran compatibles con el trabajo en sí. La conversación es algo más de lo que esperaba y llame para avisar que tardaría más en llegar. terminamos quedando en reunirnos con el resto de sus compañeras y estudiarlo con más detalle, ya me iba a ir cuando…
- Carlos, si tienes unos minutos quisiera hablar contigo.
- ( No me quedó más remedio ) Claro, el tiempo que haga falta, pero si es sobre lo del último día, creo que no hay mucho más que decir… ¿O no?
- Pues le hemos estado dando vueltas a lo que sucedió Santiago y yo, la verdad que estamos un poco perdidos.
- Espero que no vayáis a tirar por la borda todo, que si lo piensa bien tu marido y ya sé que no es fácil, es una nimiedad con lo que pasa en la vida.
- Claro tú lo ves muy sencillo, porque no es a ti a quien han gorreado.
- Ves si hasta suena mejor gorreado que cornudo. Pero tampoco han sido cuernos… cuernos. Entre otras cosas porque tú no hiciste nada.
- No te quedes conmigo…
- No es mi intención de verdad.
- A lo que iba, no creo que Santiago te diga nada, pero si lo hace… ¿Qué le dirías?
- No soy adivino, porque si me dijera algo, no sé qué sería y en función a lo que me dijese… así te contestaría, pero eso sí, siempre civilizadamente por mi parte.
- ¿Qué piensas? ¿Qué opinas?
- Pues que tienes un culo que me pone atacado y que de buena gana me lo…
- EY, EY… que no voy por ahí. Me refería a si os encontráis y habláis… qué desvergonzado que eres, en algún momento… ¿Te tomas la vida en serio?
- Más de lo que tú crees, lo que pasa que dejó la seriedad para momentos más trascendentales.
- No voy a añadir nada a ese comentario y lo que si te pregunto es… ¿Me dejas que se lo cuente a Adriana? No al detalle, un resumen muy resumido. Es porque si se entera y habiéndome traído ella, no quiero que se enfade, que sé que no le gusta que se mezcle trabajo y sexo.
Me encogí de hombros, porque no quería mentirla y para que hiciera lo que quisiera, porque era una decisión suya. Se ponía más bonita cuanto más nerviosa se ponía y trataba de disimularlo. Cuando me quede solo, tenía claro una cosa, si una mujer te dice, te insinúa o te pregunta… “ No creo que mi marido te diga nada, pero si lo hace… ¿Qué le dirías? …” quiere decir que lo han hablado y el marido va a querer hablar contigo y eso le pone nerviosa, queriendo saber por dónde irá lo que yo pueda decir, porque más o menos ya sabe lo que va a decir su marido.
A la hora de comer estaba todo tranquilo, cosa rara. Me llamaron del otro sitio para consultarme unas cosas y antes de acabar la llamada me informaron que un hombre había ido ya dos veces a preguntar por mí, que decía que éramos conocidos o amigos, no se aclaró mucho. Pensé en Santiago pero tenía mi móvil así que lo descarte y ya pensé en alguien conocido que estuviera en Valencia y se hubiera pasado a visitarme, como quien me lo contaba no sabía el nombre, me dijo que lo preguntaría y me llamaría. No tardó en llamarme y era Santiago, no entendía porque no me había llamado directamente. Estaba dudando en llamarle y me llamó en ese momento. Le era urgente verme y me pidió que no se lo comentase a su mujer. Quedé con él en el otro despacho, porque si había discusión prefería allí, que está insonorizado y en este que estaba no. Llegué cuando dije y subimos…
- Me voy a preparar un café… ¿Te preparo uno o prefieres otra cosa?
- Prefiero un copazo si es que tienes alcohol.
- Sírvete tú mismo, detrás tienes un pequeño surtido y hielo en la nevera. (Sabía a lo que venía pero hice como si no lo supiera ) ¿A qué ha venido esta urgencia, te pasa algo?**
- Pues sí que me pasa. Valentina me ha contado todo lo que paso en tu casa. ( Tono trascendental )
- ¿Y?...
- ¿Cómo qué y…?
- Si, ahora que me lo has dicho, que quieres que pase… ¿Me tratas de pegar, me vas a insultar, me vas a amenazar, que…?
- Soy un hombre civilizado.
- Pues me alegro. Entonces de que quieres que hablemos. Porque si esperas que te diga que lo siento o que estoy arrepentido sería mentirte y no tiene sentido.
- Joder tío, que frio que eres, que directo. ¿Siempre eres así?
- No soy frío, es que no tiene sentido que después de decirme que lo sabes, nos andemos con rodeos. Por eso te he preguntado, para ir directos a lo que sea que quieras.
- Ya, te entiendo. Por lo pronto, te pediría el favor que no se lo contaras a nadie.
- Eso no hace falta que me lo digas, porque no tenía pensado hacerlo.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- De verdad que rabia me da eso, pregunta o no preguntes, pero no pidas permiso.
- Un tío como tú, que estás de cojones, que tienes éxito y seguro que te puedes follar a quien quieras… ¿Por qué elegiste a mi mujer? Una mujer casada.
- No hay una explicación concreta, Valentina está muy buena y tenerla en la camilla, con ese culazo… la tentación fue muy grande y no me lo pensé. Tienes que estar orgulloso de tener semejante mujer.
- Si no llegamos a estar tan cerca… ¿Qué hubiera pasado?
- Pues que me la hubiera follado o por lo menos lo hubiera intentado.
- ¿Me puedes contar como fue?
- Si dices que ella te lo ha contado, lo que te haya dicho ella es la versión que vas a tener, porque yo no te daré otra.
No le debió de gustar la respuesta o se esperaba otra cosa. Se quedó callado, sin decir nada y se fue al aseo. Tardó en regresar y mientras echaba un vistazo al papeleo de mi mesa. Se había echado agua en la cara, porque el pelo se le veía en algunas zonas mojado. Su fue a servir otra copa.
- Me parece que tú has vivido esta situación más de una vez.
- Pues sí, alguna que otra vez.
- ¿Y qué pasó?
- Hubo de todo.
- ¿Cómo de todo?
- Pues de intentar agredirme a una gran bronca o a follarnos a su mujer.
- ¿COOOMO?
- Lo que has oído.
- Me dejas seco, seco. La verdad que no sé qué hacer ahora.
- Lo primero es no comerte la cabeza, no rallarte. Aunque sea algo para ti tremendo, cuando lo piense bien, si tú quieres a tu mujer, será un desliz, un bache que no tiene por qué acabar mal.
- Como se nota que no estás en mi cabeza.
- No lo estoy pero las otras situaciones me llevan a saber más o menos lo que te pasa.
- No lo creo. Dime…
- Si estás aquí, si no has montado el belén antes de llegar la navidad, es porque… después de cabrearte, te has excitado imaginándolo y eso te trae loco, porque te ocurre eso, también puede ser que hasta te hayas masturbado imaginándolo e incluso que cuando te la hayas follado lo estabas pensando, incluso puedes haberlo hablado con ella mientras lo hacéis. ¿Alguna vez habías pensado algo así? Me refiero a antes de que hubiera sucedido. ( Un largo silencio )
- Puede que haya algo de verdad en lo que acabas de decir, pero es y sería una locura, valentina no lo aceptaría nunca. Me mandaría a tomar por culo.
- Solo te puedo decir que te sientes con ella e igual que ella ha sido sincera contigo aunque te haya podido doler, que no creo que te haya causado mucho dolor, para ser sincero tú con ella.
- ¿Y qué le digo?
A esa pregunta no le quise contestar, porque era algo que tenía que decidir él solo y quise zanjar la conversación, porque no tenía mucho sentido seguir hablando. De todas maneras, no sé si por las dos copas que se bebió, le vi más relajado que cuando llegó. Nos fuimos y no le di más importancia a la conversación, porque era un momento de confusión por su parte y había que dejarle tranquilo y que solucionarse lo que tuviera que solucionar con su mujer y sobre todo consigo mismo. Fui al corte inglés a comprar al supermercado y antes de entrar me llegó una llamada con un número desconocido.
Era un tal Vicente, que al principio no sabía quién era, hasta que me dijo que era el del restaurante, amigo y colega de Gustavo, el marido de Alejandra la azafata. Quería tratar de quedar en ese momento y le dije que imposible, que le llamaría al día siguiente o en un par de días. Por su tono en la despedida se había disgustado, hice las compras y me volvió a sonar el móvil, como el reloj me avisa y llevaba las dos manos ocupadas, al ver que era otro número desconocido e imaginado que eran estos de nuevo, pase de atender la llamada. Estaba en la cocina guardo las cosas que había comprado y de nuevo suena el puñetero móvil. Esta vez es Alejandra, que me dice que está de compras navideñas y si tenía un rato para tomar un café… “Alejandra, me es imposible, pero si quieres mañana por la mañana podemos desayunar o almorzar, lo que mejor te venga” , dudo en la contestación y sospeche que alguien le decía algo, diciendo que mañana me llamaría si viniera a Valencia.
A las nueve en punto de la mañana me llama y me dice que en más o menos una hora estará en Valencia. Pasada una hora me llama de nuevo y me dice que ya está que donde quedamos, le digo un sitio en el que me conocen y desde la terraza puedo divisar todo muy bien, por si había monos en la costa. A pesar de llevar mascarilla la conocí nada más verla a lo lejos. Iba informal pero no dejando nada al descuido. Vestido color vino tinto, ajustado y la falda tubo hasta las rodillas. Mangas tres cuartos y cuello redondo pronunciado. Botines del mismo color, de cordones y con cuña. Sabía sacar partido a su figura. Llevaba una cazadora de cuero en el brazo, lo que me decía que había aparcado cerca. Desde que me llamó por la mañana estuve meditando como “entrarla” y me lleve una sorpresa que en principio me cortaba todo el rollo. Nos saludamos sin tocarnos, en la mesa solo había dos asientos y sin darme tiempo, ella se dio la vuelta para coger otra de otra mesa, dejar la cazadora y el bolso. Al hacerlo, el vestido era como elástico y le marcaba el culo a tope.
- Hola Carlos. Antes de nada te quería decir…
- Espera mujer, primero dime que vas a tomar. ¿O tienes prisa?
- Perdona tienes razón, un café con leche y dos de azúcar. (Que manera de estropear el café )**
- Ahora ya, cuando quieras y si le das un sorbo al café mejor, que te noto acelerada.
- ¡YA! Lo que te iba a decir, Gustavo se ha empeñado a que viniera yo, para abrirle camino contigo, lo siento por Vicente que es un currante y no se lo merece, pero por mí que le den a mi marido. Si me preguntas… pasaría de él.
- Si que vienes bien… ahora me toca preguntarte, que pasa.
- Pues que me quiere utilizar como cebo y lo que él no sabe, es que yo sé, que me va a dar una patada en el culo ya mismo.
- ¿Estas segura o es algo que te lo parece?
- No me lo parece. Me ha hecho el lío, me va a dejar con una mano delante y otra detrás, a pesar que de la casa, que es un chalet que estaba casi en ruina, lo he pagado prácticamente yo toda la reforma.
- Vale, céntrate… ¿Por qué afirmas eso?
- Porque he visto unos correos con sus abogados de aquí de Valencia y porque me contó una historia donde le firme unos documentos, quedándome a dos velas. Por eso te digo que por mí ni agua, encima no le voy a hacer ganar más dinero. Yo creo que me iba a dar la partida el día que nos encontramos, pero al enterarse que le interesabas se va a esperar.
- ¿No te has buscado un abogado?
- No me puedo permitir el lujo en estos momentos. Porque tengo que tener un pequeño fondo para buscarme un alquiler. Que ahora el trabajo está muy mal para las líneas aéreas. Que ya me han dicho que vamos un grupo para un ERTE de esos o al paro directamente.
- ¿Me permites que llame a un abogado y que se ponga en contacto contigo?
- No puedo pagarlo.
- Es un amigo, por eso no te preocupes, no te va a costar ni a ti ni a mí.
- Gracias y perdona por darte el tostón. Porque seguro que te esperabas un café más ameno y menos agitado… ¿No?
- Pues si ha sido diferente a lo que había pensado, jajaja… porque había pensado tirarte ficha y ver qué pasaba… jajaja…
- No te cortas para nada y te quedas tan tranquilo. Pero ahora no sería buena compañía para nadie.
Ya le diría algo a esa afirmación porque no era el momento ni el lugar. Alejandra y Valentina eran el prototipo de mujeres que me gustan, con “potencial” para el sexo que las desbordan y no lo saben, de las que se intuye que están abiertas para todo. Aunque nunca se sabe con exactitud. Eran muy distintas entre ellas, pero a la vez muy iguales en lo que reflejaban sus ojos, deseo, pasión, excitación… todo por descubrir. No sé por qué, pero esperaba esa noche alguna llamada, algún mensaje de Santiago y me equivoque no recibí nada y por la mañana tampoco. Acudí a mi trabajo y esa mañana no estaría valentina, para mí una faena, porque iba a estar toda la mañana como mínimo y era un buen momento para dar un paso en el acercamiento. Estaba en el despacho de otra persona hablando y oigo a Valentina, que al preguntarle alguien, dice que se le ha olvidado una documentación, doy por finalizada la conversación y salgo para hacerme el encontradizo, me ve, se sorprende, porque tenía que estar de normal en otro sitio.
- Ah… no te hacía aquí… tenía que hablar contigo… ¿Podemos?
- Claro, vamos a mi despacho.
- ¿Me puedes decir de qué hablasteis Santiago y tú?
- Pues no, igual que a él no le contaría lo que hablamos tú y yo…
- Ya… me ha dicho que te pregunto por lo ocurrido y no le quisiste contar nada, lo que le ha hecho pensar que ocurrió algo más.
- Pero eso es un problema suyo. Lo único que te puedo decir, que fue una conversación tranquila y nada más.
- ¿No le notaste apagado, dolido?
- En absoluto.
- ¿Qué NOOOOO?
- Pues no. Le vi dubitativo, confundido…
- ¿Por…?
- Por lo que habéis hablado entre vosotros.
- ¿¡¡TE LO HA CONTADO!!?? (Escandalizada y sorprendida. Pero él no me contó nada, lo supuse, pero no quise quitarle su impresión )**
- Ya te he dicho que no te voy a contar nada de lo que hablé.
- Se que está en parte de moda, pero… ¿Tu lo ves normal? Sinceramente.
- No sé a qué te refieres.
- Venga ya, no te hagas el tonto. ¿Tú ves normal que quiera verme con otro o que le ponga que este con otro? ¿Si tu estuvieras casado o tuvieras una pareja, lo harías? ¿Te lo has hecho con más de una persona a la vez?
- Muchas preguntas a la vez… por orden… Lo veo normal siempre que los dos estéis de acuerdo y que nadie lo haga por obligación. Primero tengo que tener pareja y saber lo que ella quiere, porque hasta ahora no he tenido pareja formal y la última contestación, si me lo he montado con más de una persona a la vez, es algo que me gusta.
- No te reprimes al contestar. Lo dejas bien claro.
- Ahora te hago una pregunta, bueno en realidad son dos… ¿Qué le has dicho a tu marido cuando te ha propuesto que follemos tu y yo? Y que me digas lo que has pensado en realidad. ( Mantuvo el tipo, pero se quedó desconcertada )
- ¿Es que te ha llamado esta mañana?
- Te aseguro que no.
- ¿Por qué me haces esa pregunta entonces. Cómo lo sabes?
- Porque tu marido se debate por haberse excitado al saber lo que pasó y más contándoselo tú y eso es porque él ya había tenido alguna fantasía de ese tipo antes, de eso estoy seguro y al final se quiere tirar a la piscina.
- Pues sí, algo de eso me ha propuesto. Exactamente que hiciéramos algo más pero… sin llegar a culminar. Lo que he pensado que me parece un disparate y que aunque no estaría mal, podría ser peligroso.
- Lo raro es que no haya dicho que quería estar presente.
- Jajaja… es que en cierta forma lo estaría, porque tenía que tener el móvil encendido sin que te dieras cuenta.
- Tú tienes que trabajar y yo tengo alguna cita pendiente. Si quieres esta noche vienes a mi casa y le alegramos la noche a tu marido. No me respondas, si vienes está fenomenal y si no, pues también estará bien.
- No voy a ir, que tengo trabajo para hartarme, va a ser imposible.
Mientras se marchaba le decía que lo consultara con su marido, que le dijera que la había invitado y nos sonreímos. No se giró en ningún momento, ni tampoco miró de soslayo… la propuesta estaba realizada y había tres posibles respuestas, que no pasase nada, que vinieran los dos o que viniera ella sola. En ese momento las tres tenían las mismas posibilidades, no me decantaba por ninguna. La tarde noche estuve en casa trabajando y no sucedió nada, ni una llamada, ni un whatsapp… por la mañana no pase por lo que llamaré la central, me fui al otro sitio y estando allí me entró una llamada de Valentina, escueta y directa… “Buenos días, solo una cosa, la proposición de ayer… ¿Sigue en pie?” Notaba su respiración acelerada pero contenida y al contestarle que si… “Vale, solo era eso” y con un adiós cortó la llamada, sin saber qué es lo que sucedía.
El día pasó sin pena ni gloria, me refiero que fue un día de lo más rutinario. Tampoco volvió a llamar Valentina y yo tampoco la llame. Hice unas cosas y necesitaba correr un poco. En vez de ir por el Turia probé a correr por otro sitio que me habían dicho. Me llevó más tiempo pero no me importó. Algunas veces se me olvida algo básico, que luego está el trayecto de regreso y ese día me pasé, por lo que llegaba un poco más saturado que otros días. Llego a mi portal y me encuentro a la parejita esperando, el portero les ha dicho que he salido a correr. Valentina viene con unas carpetas en el brazo, una excusa tonta, pero si así se sentía mejor…
Ella venía vestida con falda, de lo más normal, no llamaba la atención como otras veces. En el ascensor silencio y me hacen “gracia” esos momentos, es algo muy curioso, es como si fueran al “matadero” tratando de evitar el nerviosismo e intentando no mirar a los ojos. Entramos en mi casa y les indique donde estaban las bebidas por si querían beber algo, mientras me iba dando una ducha. Mientras me secaba y vestía, trataba de averiguar quién iba a querer ir al baño, para dejar a la otra persona sola conmigo y que hiciera la propuesta. No me equivoque quien se fue al baño fue Valentina.
- Carlos, quiero hacerte una propuesta. Ya sabes que si estamos aquí… es para lo que sabes y no hace falta ser más explícito y entonces…
- Vamos a ver Santiago, tranquilo, como tú dices ya sabemos lo que tenemos que saber. ¿Cuál es la propuesta?
- No nos hemos visto en otra igual, ya sabes que es nuestra primera vez, la propuesta es, que esta primera vez no sea completo… ¿Me entiendes?
- Claro que te entiendo. Eso se ve sobre la marcha.
- Valentina está de acuerdo…
Me extrañaba esa petición, no porque no me la hubieran hecho alguna otra vez, me sorprendía porque a Santiago lo veía deseoso, le veía con ganas de mucha marcha. Era el típico marido que quería todo, pero los celos le tenían atenazado, algo habitual en muchos casos. Valentina tardó bastante, apareció y trataba de ver en su marido alguna señal, por eso me acerqué a la cocina. Oí los murmullos y unos minutos después estaba con ellos. Valentina tenía mucha tensión encima. Para que se relajara puse música y la invite a bailar. La cogí de la mano y la atraje hacia mí, no la vi tocando las palmas, se tensionó más y se le notaba en su forma de apretar su mandíbula.
Aunque estábamos para algo más que bailar, no iba a ser fácil, porque no ponía mucho de su parte, no colaboraba. Me lo imagine cuando la vi al llegar, otras veces vestía más sugestiva y esta vez era la normalidad más absoluta. No forcé la situación y me moví de tal manera que ella no se quedó de espaldas a su marido y eso la fue tranquilizando un poco. De una manera muy sutil, fui bajando mis manos hasta llegar a su culito. No me rechazó, pero tampoco la vi con ganas. A pesar de ello seguí y fui apretándole hacia mi cuerpo. Al momento mi erección fue total y Valentina la sintió, algo se le escapó de la boca, ininteligible y muy corto.
Mis manos ya estaban por debajo de su falda y comprobé de nuevo su duro culito, como que llevaba tanga, su piel era suave y lo estaba disfrutando más que el otro día, ese tacto me ponía más cachondo y ya no la notaba tan reacia. Mi manoseo iba siendo cada vez más descarado y su respiración iba en aumento. De pronto me miró y le di un beso suave, delicado. Fui correspondido por su parte de una manera suave. De su boca me fui a su cuello, lo lamí y lo mordisqueé, su piel se erizo. Su cuerpo se movió y ahora sin necesidad de forzar nada por mi parte, pude percibir como ella se apretaba y se movía acariciándose con mi polla.
Santiago tosió y nos dijo que iba al aseo que ahora venía. Aproveché para darle un morreo de los míos, de quitarle la respiración y fue muy bien recibido por ella. Valentina cortó el morreo, me miró y suavemente me dijo… “UUFFFFF… no sé dónde llegaremos, pero no podemos hacerlo entero por Santiago, que es una condición que me ha impuesto y si estamos así, es que a ti también te lo ha impuesto y has aceptado porque si no, nos hubiéramos marchado” , dejamos de bailar y nos fuimos a sentar, lo hicimos en el mismo sitio, Santiago iba a tener una visión perfecta de lo que hiciéramos.
Al vernos Santiago pude ver alivio en su cara, además de una mirada de puro vicio. Nos empezamos a besar con pasión y yo a meterla mano, porque ella en un principio se quedó indecisa. No arranco a la misma vez que lo hice yo, pero una vez que desabroché la blusa y se la quite, quedo con un sujetador precioso de color negro y se le marcaban los pezones de una manera llamativa. Le comí los pechos por encima del sujetador y pasando una de mis manos por su espalda, solté el sujetador y ahora si comía, lamía y mordisqueaba su pezón.
Cada vez la sentía más entregada y de reojo pude ver varias veces a Santiago tocarse por encima del pantalón, estaba tan cachondo como nosotros o más. Mientras acariciaba su coñito por encima de su braguita y no tardó en abrir más las piernas para que pudiera tocarla mejor. No me lo pensé, le quite la falda y luego la braguita tanga, me agache y empecé a comerle el coñito. Le paso como el día del masaje, apretaba sus labios, contenía el que se le escapara nada por la boca y me fijaba que no miraba hacia donde estaba Santiago, lo evitaba.
Iba notando que cada vez se aflojaba más, su pecho subía cada vez más, estaba muy cerquita de tener un orgasmo, pero ella no decía nada, solo el sonido de su respiración profunda. Quise que eso cambiara y saque mis dedos de dentro de su coñito, se le escapo una queja, pero cuando deje de mover mi lengua y me levanté un poco, me miro con cara de fiera cabreada… “NOOOO… NO TE PARES… ¿POR QUÉ TE PARAS? SIIIIIGUE…” y entonces continué más suavemente, lo que la desespero y ahora sí, la oía gemir, al principio era como un lamento suave y fue creciendo hasta convertirse en un gemido ruidoso y continuado, ahora sí miraba a su marido.
Movía sus labios gesticulando algo su marido, hasta que se empezó a correr y nada de hacerlo suave, miró a su marido y entre grito y grito le decía… “Mírame… mírame… es para ti, es por ti mi amor… AAAHHHHHHH… SIIIIII… AAAAAHHHHHHH…” a Santiago se le iban los ojos viendo a su mujer recién satisfecha por ese orgasmo. Parecía que estaba agotada, pero de eso nada, vino hacia donde estaba sentado, me desnudo de la parte de arriba, me lamió y mordisqueó todo el tórax, en especial mis pezones y después sigue desnudándome, levante un poco el culo para que pudiera quitarme los pantalones y cuando termino miraba mi bóxer, que por arriba se me salía parte de la polla, me gusta que ponga la cara que puso ella, cara de glotona.
Se dedica a tocarme y morderme lo que todavía está tapado, hasta que pasa su lengua por la parte que se ha salido. Al estar colocados como lo estábamos, su marido, sólo podía ver su espalda, su fenómeno culo y los movimientos de su cabeza, se estaba perdiendo ver a su mujer hacerme como un remolino con su lengua, era muy buena. Se canso de eso y me desnudo totalmente, quedando mi polla empalmada al máximo ante su cara. Lamía todo el tronco de mi polla, su respiración era acelerada y solo me dijo… “Que bárbaro y que caliente esta… Uufffff…” , no me quise quedar callado y sería un tiento para ver su reacción… “Santiago que bien la mama tu mujer, ella sí que es bárbara y está bárbara, es… es…” y la reacción de Santiago que se acercó a mirar fue muy esclarecedora… “Acaba de decirlo… MUY PUTA y joder tío, con ese pollón tiene que estar más puta que nunca… ¿Verdad amor?” , ella no contestó, se limitó a mirar a su marido y metérsela en la boca, haciendo exclamar a mí de placer y a su marido, apretarse el bulto que se le notaba en sus pantalones.
Santiago quiso comprobarlo y metió mano en el coñito a su mujer… “Como lo sabía… menudo PUTÓN…” y ya no se cortó más, se desnudó de cintura para abajo y se sentó de costado para vernos, la visión de él, dejaba mucho que desear. Porque uno se desnuda o no se desnuda, pero lo que no se puede dejar puesto, son los calcetines. La cara les había cambiado a los dos, eran cara de viciosos y estaban al límite de sus condiciones. Con la excusa de querer comerme esas dos fenomenales tetas, la hice incorporarse y que se colocara sobre mí, lo hizo, pero quedándose un poco atrás para que no le acercara mi polla a su coñito. Un pezón lo tenía atrapado por mis labios con fuerza y con la lengua lo castigaba, el otro lo tenía entre mis dedos, acariciándolo e imprimiendo una presión sobre él, de tal manera que notara placer con algo de tensión.
Poco a poco se acercaba peligrosamente y en cuanto se daba cuenta de que había avanzado retrocedía. Está en el momento de follármela y lo tenía que hacer antes de que su marido se corriera. No le debía de quedar mucho, porque ya se había parado dos veces en la paja que se estaba haciendo. Por eso la siguiente vez que se acercó, no lo dude, agarre su culo y la atraje del todo hacia mí. Hasta que la rajita de su coñito se topó con mi polla. Ella misma se restregó su clítoris por toda mi polla y se le escaparon varios gemidos. Santiago se paró, se acercó y ella le decía… “Amor tranquilo, no me la ha metido, solo me está rozando” y él le contestó con voz excitada… “Con lo puta que eres hay que vigilarte que te conozco y si sigues así no cumplirás con lo que hemos acordado”
Los dos estaban deseosos de que el otro cediera, pero ninguno lo decía. La levanté en ese momento un poco y no paré hasta que no la deje en la entrada de su coñito, pero sin metérsela. Ella se quejaba y decía insistentemente que no, su marido que sabía lo que pasaba no decía nada, así que lo dije yo mientras se la clavaba hasta el fondo… “VAMOS ZORRA, CLÁVATELA TU MISMA Y VAMOS A HACER A TU MARIDO UN VERDADERO CORNUDO…” , a pesar de todo se lo pensó y no lo hizo, por lo que tome la iniciativa clavándosela sin pestañear. Dio un grito profundo de satisfacción y le pedía perdón a su marido de una forma muy curiosa, cabalgando como una auténtica amazona y su marido se corrió justo en ese momento, pero no paró de pajearse, no quería que se le bajara la erección.
Tantee su culito y no hubo protesta alguna, todo lo contrario, mientras le metía un par de dedos se corrió y me mordió el cuello, el hombro y no se quedó parada siguió moviéndose, hasta que le venía otro orgasmo y entonces explotó en todos los sentidos… “Cornudo ahora sí, mira cómo me folla un macho autentico…” se lo decía mirándose los dos y se llegaron a correr a la vez. Como no me faltaba mucho la hice quitarse para que me la mamara hasta el final, a pesar de que Santiago me avisó que a valentina no le gustaba que se corrieran en su boca, me avisó para que no se cabreara. Era algo que me molestaba y Santiago en forma de recordatorio… “Vamos Carlos córrete en sus tetas, que lo quiero ver” , deje que me hiciera la mamada, que la hacía muy bien y ya me estaba aguantando, pensé en correrme sin avisar, pero me parecía una putada, tiempo habría más delante de correrme en su boca, por eso la avise y para sorpresa de su marido sobre todo y mía, no se quitó se metió un por mas la polla y a Santiago no le tuvieron que quedar dudas cuando me empecé a correrme, porque ahora no lo recuerdo, pero además de gritar como un poseso le dije de todo.
Se acercó a su marido quiso ser cariñosa y pretendió darle un beso, a lo que Santiago respondió de malas maneras… “Ni por equivocación, te acaban de llenar la boca y no te voy a besar, serás puta… antes ya te puedes lavar la boca…” se fue al baño y a la vuelta le hizo un gesto cariñoso a su marido. Se había colocado una toalla de baño. Le pidió a su marido una bebida y no se la veía con mucho remordimiento, a su marido tampoco se le veía cara de preocupación. Por la hora que era les ofrecí quedarse a dormir y Santiago prefirió darse prisa e irse a su casa antes de que iniciara el toque de queda. Se fue al baño y nos dejó a solas a su mujer y a mí, nos morreamos y le dije al oído dándole un buen azote en su culo… “Este lo probaré la próxima vez, porque tenemos que volver a repetirlo… ¿Verdad?...” , me dio un piquito y de forma solemne… “No lo dudes, quiera o no quiera mi marido” .
Estaba claro que era momento de “abundancia” en lo que se refiere al sexo, aunque he de reconocer que no alcanzaba lo que quería, pero… no me podía quejar. Me desperté fantásticamente y tan bien me levante, que me fui a correr antes de que se hiciera de día. A media mañana me sonó varias veces el móvil y al estar en una reunión de desarrollo de un proyecto, no atendí la llamada, solo me vibraba en el bolsillo. Era Alejandra y al verlo la llamé al momento… “Era por si podíamos vernos para hablar” como es lógico le dije que sí y ella me pidió que fuera en un sitio discreto, que no fuera público o no muy público. “Pues si quieres quedamos en mi casa…” , qué mejor oportunidad y ella me contestó que mejor que no y entonces le ofrecí venir a donde estaba o al otro lugar de trabajo, eligiendo el otro sitio. Quedando en media hora. Al verla me quedé impactado, porque venía con falda y cazadora vaquera, camisa blanca ajustada y unas botas negras de caña arrugada, que la hacían bastante más alta de lo que era.
- Bueno, dime qué te pasa y porque no podíamos quedar en una cafetería.
- No es por nada, pero mejor así. No quiero que Gustavo me vea o alguien le vaya con el cuento.
- Bien, vale. Pero algo pasa y tampoco te iba a comer por venir a mi casa.
- Lo de no ir a tu casa no es por ti, es por mí. he ido al abogado que me has dicho. Por cierto muy atento y lo malo que poco se puede hacer, pero que cuando le diga se pondrá en contacto con él y que lucharán por mí. Por eso te quería dar las gracias.
- Eso está bien por si tu marido decide seguir adelante. Que lo mismo no lo hace.
- JA… JA…, me ha dado una semana, como si fuera un despido…
- Pues no se si decir lo siento o enhorabuena.
- Es un capullo integral y sin solución de mejorar. Cuando se muera será el más rico del cementerio. Solo sabe amasar dinero, no sabe disfrutarlo.
- Como eso ya no tiene solución… ¿Por qué has dicho que si no ibas a mi casa era por ti?
- Jajaja… que cotilla. Pues porque llevo toda una vida de felicidad y en el último año y… no ha sido… como decírtelo… una relación íntima muy efusiva. ¿Me has entendido?.
- Lo que te he entendido o que has follado menos y nada o que no te han follado bien.
- ¿No podías decirlo más claro? Que creo que has sido muy suave y no se te ha entendido bien.
- Jajaja… podía ser más claro aún, pero no he querido ser mojigato que somos ya mayorcitos. Pero lo importante… ¿He acertado?
- Sin entrar en más detalles… sí. ( Se azoro )
- ¿Quieres una solución…?
- No me atrevo a decirte que sí, porque si eres igual de claro… te temo. Venga dime.
- Para que veas que te equivocas… te vienes a mi casa ahora.
- ¿Ya está? Pues sí que has sido discreto. ¿Y por qué ese empeño en ir a tu casa?
- La verdad o me invento algo.
- No, siempre la verdad.
- Pues para follarte, que desde que te vi en el avión me pusiste muy… y para que no tengas dudas, volverte loca de placer y azotarte ese culito.
- Es que no te cortas nada… madre mía. Me voy que tengo cosas que hacer.
- Pues nada… tu misma.
Se levantó y se fue nerviosa, aunque creo que algo excitada se iba. Aproveché que ya estaba allí e hice cosas que tenía pendientes y de paso prepare un comunicado para todos, para decirles que el día 24 y el día 31, no se trabajaba, aunque siempre se trabaja hasta el mediodía más o menos y deje para después del día 25 un tema que estaba pendiente. Estaba atareado y recibo un whatsapp… “No preguntes y dame tu dirección” , me sonreí se la madre y me respondió si en una hora me venía bien. Mi contestación fue que perfecto. Dejé todo y me fui para mi casa. Lo primero que hice fue darme una buena ducha y me pude cómodo, pero vestido normal y mientras pensaba tonto de mí, en como entrarla sin parecer un salido, porque después de lo que habíamos hablado, seguro que pensaba que era un degenerado.
Se retraso un cuarto de hora y cuando subió lo primero que hizo fue pedirme disculpas por el retraso, que yo le quite importancia. Entramos y le pregunte… “¿Qué te apetece tomar? Tengo un café buenísimo, refrescos, alcohol… lo que quieras” y me pregunto por el alcohol que tenía, le dije dónde estaba y que eligiera que acabamos antes. Se acercó y después de ver lo que había… “Tienes aquí una licorería, madre mía, ahora no sé qué tomar… si tienes pisco y peruano… me apunto al pisco” , se lo puse y se sorprendió al verme que me preparaba un café. No le hizo mucha gracia pero al final se le pasó. Nos pusimos a hablar y la conversación tomó unos derroteros que presagiaba una tarde noche de “confesión” de llorar en un hombro y nada de un despiporre sexual.
En ese tipo de situaciones, me olvido del sexo, hablo poco y escucho mucho. Es que no intento nada, ni miro como suelo mirar y empatizo con la mujer que tengo en frente. Dije ir a la cocina y preparar una cena ligera, comimos allí mismo y después nos fuimos al salón a sentarnos. Faltaba poco para las doce de la noche y le dije que no había problema, que dormiría allí y que no se preocupara de nada, que para que se quedara más tranquila podía echar el seguro de la puerta. Se echó a reír y me dijo que si no se hubiera fiado de mí no hubiera ido a mi casa. El móvil no lo había apagado, algo que hago normalmente cuando llego a mi casa. Era Gustavo y ella al enseñárselo se tapó la boca porque le dio risa y me pregunto por el baño, se lo indiqué y atendí la llamada.
- Buenas noches, Carlos, te he llamado varias veces y por fin te pillo, era para ver si nos podíamos ver, que tengo un negocio que proponerte.
- No sigas, espera un momento que te aclare un par de cosas… primero a estas horas no se llama a nadie sin tener mucha confianza, algo que no se da en este caso y segundo contigo no voy a hacer negocios ni hoy ni mañana.
- Puedo preguntarte el motivo…
- Si claro y aunque no tengo obligación te responderé… no trabajo ni tengo tratos con gente que me caiga muy mal y tú me caes fatal.
- ¿POR…?
- Mírate a un espejo y que te responda el que veas. Adiós.
Después corté la llamada y apague el móvil. Me quedé unos segundos pensativo y de ese momento me saco Alejandra al verla descalza y solo con su camisa, debió de quitarse el sujetador porque su pecho, que pensaba que era operado por su volumen, estaba algo caído y se le notaban a la perfección los pezones. Llevaba el puño de una mano medio cerrado y lo mordía con algo de vergüenza. Avanzó un poco más pero se quedó parada y la vergüenza o el corte le iba en aumento. Me levanté y fui hacia ella, al llegar se abrazó a mi cuello y pego la frente en mi pecho. Levante su cabeza y le di un suave beso. En cuanto la abrace noté que se relajaba. La cogí en brazos y la lleve a mi habitación, mientras la llevaba, me gustaba sentir la piel de sus muslos. Cuando la deje sobre la cama… “No te imaginaba tan delicado” me sonreí y le dije que ya me lo diría más tarde.
Le desabrochó uno a uno los botones de su camisa, lentamente y deleitándome según se le iba abriendo. Estaba tan nerviosa que le fue casi imposible desnudarme, por eso me levanté de la cama y termine de desnudarme, ante su atenta mirada. Una vez que estaba desnudo, se tapaba la boca con una mano y le pregunté qué pasaba, se puso roja como un tomate y prefirió no contestar. Se puso de rodillas en la cama y se puso a comerme la polla, la hice tumbarse y nos pusimos a hacer un 69, me sorprendió la capacidad que tenía para introducirse mi polla, lo hacía bastante y eso no todas pueden. Me tenía que parar de vez en cuando para que no se corriera y eso no le gustaba, como ella estaba encima, cuando lo hacía se sentaba prácticamente sobre mi boca, lo que pasa que con mis brazos podía detener ese ímpetu.
Ella sí que no paraba y seguía comiendo mi polla, la notaba completamente llena de saliva. Ya hubo un momento en que ella logró disimularlo y yo no me di cuenta, empezó a correrse y no iba a cortarle su corrida, esta vez si la deje que se colocara como quería y le hice diabluras con mi lengua, fue una corrida larga… “Dios, dios, dios… no pares, que me muero…” y no lo deje cuando se corrió, seguí a pesar de que ella se quería quitar y le hice correrse de nuevo. Pero se quitó porque decía que tenía que esperar un poco, que se le ponía muy sensible. Termino de hacerme la mamada y no la avisé, tampoco me dijo nada de que la avisara y le di un buen azote en el culo, cuando empecé a correrme, se lo trago todo. Levantó su cabeza, se me quedó mirando, pensando cómo decir algo y lo soltó… “Madre mía… ¿Cuánto llevabas sin… ya sabes?” , me eché a reír… “Pues no hace mucho, no tiene nada que ver el tiempo… no sé el motivo, pero siempre es así” , fue al baño y sin esperármelo, se puso la camisa, diciendo que se iba y que no tenía que haber hecho nada. Me costó tranquilizarla y por la hora que era la hice quedarse a dormir en otra habitación.
Por la mañana le preparé el desayuno y cuando fui a avisarla, la habitación estaba vacía y con una nota. “PERDÓNAME, NO SÉ LO QUE ME HA PASADO NI SE SI HA ESTADO BIEN LO QUE HE HECHO, NO ESTOY EN MI MEJOR MOMENTO, YA TE LLAMARE O MÁNDAME UN MENSAJE Y ME DICES SI ESTÁS MUY ENFADADO” , desayuné tranquilamente y no le di mucha importancia, porque la entendía, su cabeza debía estar en ebullición al ver cambiar su mundo. Más tarde le mandaría un whatsapp. Lo hice sobre las diez de la mañana. Fue muy cordial y quitando importancia a lo sucedido. Ella me contestó al segundo… “Pues yo estaría enfadadísima, no sé lo que te haría” y con la misma prontitud le conteste yo… “Eso no quiere decir que cuando te vuelva a pillar, te daré un buen castigo” y su contestación… “¿CASTIGO?” , no le respondí nada más.
El día dio un cambio inesperado, porque a la hora más o menos, me llamo Alejandra, su marido la había llamado, pidiéndola perdón, que estaba arrepentido… el caso que a ella el remordimiento se le disparó. Me limité a escucharla y le dije que era mejor hablarlo en persona, porque por teléfono no era lo mismo, hubo unos segundos de silencio y esta vez aceptó, pero que fuera en un lugar donde hubiera más gente y la invite a comer. Me estaban llamando por la línea fija, era un director de un banco amigo mío.
-Buenos días, Carlos. Como no te gustan los rodeos, te llamaba para pedirte un pequeño favor.
- Gerardo sabes que si esta de mi mano…
- Se que ayer hablaste con Gustavo y no quiero que hagas nada que no quieras, que ya me ha dicho lo que le dijiste, solo te pido que escuches su oferta, si no quieres tú, pues pon a otro.
- Es que me cae como una patada en los cojones, para que te voy a decir otra cosa.
- ¿Es que te ha hecho alguna faena?
- No, qué va, lo conozco de casualidad, nunca hemos trabajado juntos.
- Pero algo tiene que haber sucedido…
- Cosas mías, rarezas.
- Entonces… ¿Qué…?
- Está bien, que venga a las cinco, pero no a las cuatro, que no quiero aquí a la gente más tiempo de lo imprescindible.
- Solo te pido que seas objetivo y dejes tus rarezas a un lado.
Avise a las dos personas que iban a recibirlo, diciéndoles que fueran asépticos. Que no se preocupara, que no nos conocíamos de nada, que no había amistad. Eso se lo recalqué para que si alguno le decía que éramos amigos, que no les hicieran caso y les dije que los recibieran en la sala de juntas. De esa manera podría ver y oír. Me fui a la comida con Alejandra y después de desahogarse le dije que la única que podía tomar una decisión era ella. Que no hiciera caso a nadie más. Porque se podría encontrar “almas caritativas” (amigas, familia, compañeras de trabajo…) que aunque pensando otra cosa, la aconsejaran más, porque hay un principio básico, las personas te quieren ver bien, pero bajo ningún concepto mejor que ellos. Me dijo que eso último era muy retorcido, pero una gran verdad. Alejandra quería que fuéramos a tomar algo a un sitio que ella conocía, en compensación por la comida. Le dije que otro día, que ahora me iba a acompañar a mi trabajo…
- ¿Por qué a tu trabajo?
- Porque quiero que veas a tu marido.
- ¿A mi marido? ¿Y gustavo que hace en tu trabajo?
- Quiere que escuchemos una propuesta profesional.
- Ya te dije lo que pensaba, que no por lo que ha sucedido creas que estás obligado a nada, que no soy una moneda de cambio de mi marido.
- Eso lo tengo más que claro, es que te voy a dar una sorpresa.
- ¿Es ahora cuando te tengo que preguntar qué sorpresa? Para que puedas dar un zambombazo.
- Si quieres puedes, pero no te lo voy a contestar.
Estuvo muy dudosa pero al final aceptó, aunque estaba preocupada por si se encontraba de bruces con su marido. Le explique qué entraríamos por el garaje y no nos verían, porque aunque estuviera allí ya, estaría en la planta baja, hasta que pudiera subir. Eso la tranquilizó y nos fuimos para mi trabajo. Al llegar me comunicaron que estaba ya allí con tres personas más, si por algo me caía mal, es que ni en eso hacía caso. Entramos en mi despacho y les dije que los hicieran esperar hasta la hora acordada. En mi despacho la bebida eran sota, caballo y rey. Whisky, ginebra, vodka y dos tipos de ron. Pidió ron y se lo serví, no tardó en beberlo y me pidió un segundo, que ya se lo tomaba más pausadamente. Puse algo de música y me dijo que estaba muy alta, que, que iban a pensar… y le quite la preocupación contándole que estaba perfectamente insonorizado, no se lo creyó y grite “SOCORRO” y nadie acudió, se echó a reír y me dijo que era un exagerado.
Ese día llevaba un vestido, nada, pero nada llamativo y de lo más discreto, le llegaba hasta la rodilla y era ajustado, con una cremallera que le recorría toda la parte de atrás. Tenía pensado hacer algo con ella o intentarlo. Iría tanteando poco a poco, pero no fue así, la sala de juntas es grande y no me entere bien de un problema que surgió, uno de los que se tenían que reunir con ellos se disculpó y salió de la sala. Me llamo al despacho, le dije después de explicarme lo que sucedía, que tardara quince minutos. Más que nada para putear un poco. Me vino bien, porque Gustavo se disculpó, se separó de los demás y se vino a pegarse prácticamente con el espejo y Alejandra se asustó, a pesar de haberle explicado que no nos veían. La llamada que iba a hacer resultó inesperada, porque sonó el móvil de Alejandra.
Se puso nerviosa, le acaricié la cara y le dije que se tranquilizara, que hablara con él. Eso fue para mí una señal, empecé a acariciarla y ella sin cara de enfado, me decía que no con gestos, pero se dejaba. Desabroche su vestido completamente y se contoneaba para que me quitara. Llevaba una ropa interior muy sexy, me agaché por detrás de ella y poniendo mis manos en su cadera, le baje las braguitas que llevaba, nuevamente se movía para evitarlo. Una vez que las baje un poco, metí mi mano y sorpresa, descubrí que estaba bastante húmeda. Acaricie su coñito por todas las partes y ya se dejó quitar las braguitas. Lamí su culito e hice que se agachara para poder follar su coñito con mi lengua, se colocó perfectamente, no se dio cuenta de que su respiración estaba agitada y su marido si se debió de dar cuenta, por lo que ella contesto…
“Sabes que cuando ando mucho y deprisa me cuesta respirar… qué tonterías dices, para eso no hablo, pues no me llames” cada vez se mojaba más, era un río, esa situación la estaba poniendo cachondísima. Me puse de pie, saqué un preservativo de mi bolsillo y me lo estaba colocando, cuando esta vez sí me miró con susto y con la cabeza diciéndome que no. No la hice caso y venía la prueba de fuego, la hice apoyarse sobre un sillón y no puso pegas, iba a iniciarse la reunión y le metí la polla hasta el fondo de una sola vez, entro suave, carraspeó, tosió… y su marido le dijo que tuviese cuidado. Una vez dejó el móvil inicie una follada “agresiva” y ella se soltó gimiendo profundamente.
El culo era una tentación, se lo tocaba y en eso estaba más remisa. Como no me dejo, le azote el culo y a la tercera vez… “Eres bruto, bruto… que manera de… no te cortas… menuda paliza me estás dando” mucho quejarse pero no me decía que parase. Me aferre a sus tetas con mis manos y la empotraba con gusto, porque no había protestas solo gemidos largos y pronunciados y muchos… “SIIIIII” , estaba gozando mucho se le notaba y la prueba palpable fue que tuvo tres orgasmos cada cual más exagerado, en el último me corrí detrás y lo hice abundantemente, recibiendo mucho placer. Se recompuso y se soplaba el flequillo, estaba acalorada…
- ¿Qué… muchos remordimientos ahora?
- Los tenía que tener, pero ha sido tan fabuloso, hacerlo en la cara de mi marido que no, ningún remordimiento.
- Me alegro.
- Además y no es para alegrarte los oídos, pero eres un… un…
- ¿Un qué?
- Es que estaba buscando un sinónimo de semental, para no ser tan grosera y no se me ocurre ninguno.
La acompañé hasta abajo y se fue, quedando en que nos veríamos otro día y eso si, en un sitio más tranquilo y cómodo. Me iba a esperar a ver como acaba todo, pero recordé que el día 28 me venían invitados a pasar el año viejo. Por lo que me marché a comprar todo para ese día.